domingo, 10 de febrero de 2019

Opinión pública y medios de comunicación.









Opinión pública y medios de comunicación. 
Teoría de la agenda Setting
Public opinion and mass media. Theory of 'agenda setting'

José María Rubio Ferreres
Profesor titular de universidad. Departamento de Filosofía II. Universidad de Granada.
jmrubio@ugr.es


RESUMEN
Este trabajo es la primera parte de un estudio sobre la influencia que los medios de comunicación ejercen en la formación de la opinión pública.
Aquí nos centramos principalmente en la teoría de la "agenda setting", según la cual el público recurre a las pistas de relevancia que le ofrecen 
los medios de comunicación de masas para organizar su propia agenda y decidir cuáles son los temas más importantes en la consideración pública.
 La agenda de los medios de información, la agenda mediática, se convierte en la agenda pública, en opinión pública.

ABSTRACT
This work is the first part of a study on the influence that the mass media exert in forming public opinion. 

Here, we focus primarily on the theory of "agenda setting", according to which the public resorts to clues on relevance that they receive from the media
 to organize their own agenda and decide the most important subjects of public consideration. The agenda of the mass media, the media agenda, 
becomes the pubic agenda, forming public opinion.

PALABRAS CLAVE | KEYWORDS
medios de comunicación | información | opinión pública | agenda | mass media | information | public opinion | agenda setting




Los estudios sobre la comunicación de masas constatan que los medios tienen efectos significativos en la sociedad, aunque apenas hay un consenso sobre la naturaleza y alcance de tales efectos. El problema del grado de influencia de los media en los individuos y en la sociedad ha tenido diferentes respuestas. Como observa Wolf, "toda la historia de la investigación comunicativa se ha visto determinada de varias maneras por la oscilación entre la actitud que detecta en los medios una fuente de peligrosa influencia social, y la actitud que mitiga este poder, reconstruyendo la complejidad de las relaciones en las que los media actúan" (Wolf 2001: 9). No obstante,, hay que reconocer que se trata de una cuestión que pertenece al sector más amplio de las teorías más generales sobre los medios de comunicación y que, como afirma McQuail, "el poder de los medios puede variar con el tiempo" (McQuail 2000: 501). No hay que descartar que la mayor o menor posibilidad de influencias de los medios depende también de los momentos más o menos críticos de la sociedad. Parece que en los tiempos de crisis los medios tienden a ser más influyentes, por ejemplo en la caída del comunismo en Europa, la guerra del Golfo y de Irak y actualmente la crisis financiera a nivel mundial. También se ha demostrado que los medios tienen más influencia cuando se trata de noticias que no se conocen ni se pueden conocer directamente, sino únicamente por la información que dan los medios. El poder o los efectos potenciales de los medios pueden variar en función de las circunstancias históricas y sociales. Lo cual no significa que el problema pierda interés. Todo lo contrario. Es difícil, por no decir imposible, infravalorar la importancia y el papel dominante que ha tenido y sigue teniendo el problema de los efectos, a pesar de que haya tenido en los diferentes períodos significativos cambios de matices y de planteamientos y de respuestas, más o menos conductistas o funcionales.
Entre las investigaciones sobre los efectos socioculturales de los medios destacan actualmente los estudios empíricos que confirman el nexo que existe entre los medios y la opinión pública (1).

1. Aproximación al concepto de opinión pública
¿Qué es la opinión pública? Después de hacerse esta pregunta, Elisabeth Noelle-Neumann recuerda la siguiente anécdota:
"'Pues yo todavía no sé qué es la opinión pública', dijo un participante en la sesión matutina de una conferencia sobre la opinión pública cuando salía de la sala para la pausa del medio día. Eso fue en 1961 en Baden-Baden, en un simposio de profesionales e investigadores de los medios de comunicación. No era el único que se sentía incómodo. Generaciones de filósofos, juristas, historiadores, politólogos e investigadores del periodismo se han tirado de los pelos intentando formular una definición clara de la opinión" (Noelle-Neumann 2003: 83).
Y lo lamentable es que no se ha progresado. Más bien ha sucedido lo contrario, Al pretender definir el concepto de opinión pública "se ha disuelto cada vez más hasta volverse totalmente inútil a efectos prácticos" (Noelle-Neumann 2003: 83). El concepto de opinión pública es ambiguo, difícil de delimitar; siempre problemático. No obstante, pocos conceptos han creado un interés social y político y, por supuesto un debate intelectual tan intenso como el que ha suscitado el concepto de opinión pública. Y a pesar de la dificultad de encontrar una definición general y unívoca de la opinión pública que sea aceptable para la mayoría de sus estudios, esto "no significa, sin embargo, que "opinión pública" sea algo, en ningún sentido, carente de significado. El concepto continúa utilizándose en investigación, en artículos sobre el gobierno, y en explicaciones de la conducta social humana, tanto desde el punto de vista científico como desde cualquier otro. Y el propio hecho de su uso continuado puede considerarse como firme testimonio de la existencia del significado" (Price 1994: 18). Una salida del problema de la definición de la opinión pública podemos encontrarla en que se consideren sus diferentes usos y aceptar que su significado es un asunto de aire de familia, como diría Wittgenstein, entre sus múltiples usos a lo largo de su desarrollo histórico. No olvidemos que la opinión pública es un fenómeno comunicativo y psicosocial que depende del contexto histórico y sociocultural. Depende del tipo de sociedad y de los intereses políticos del momento; al mismo tiempo que es producto de varios factores: de la personalidad de los individuos, de los estratos sociales, de la forma de gobierno, del sistema educativo imperante, de la acción de los medios de comunicación, etc. El problema, por tanto, es complejo; por esto ante cualquier modelo y criterios selectivos que se ofrezcan para explicar el proceso de formación de la opinión pública habrá de tomarlos con sentido crítico. Esto por un lado; pero por otro, el análisis de la opinión pública tiene que tomar en consideración como mínimo los tres elementos que le dan forma:
a) los sujetos o individuos que opinan,
b) el objeto o tema sobre el que se opina,
c) el ámbito o contexto en el que se forma la opinión pública.
Pero hay dos formas o grados de presentar y definir la trilogía sujeto-objeto-contexto y, por tanto, dos tipos de definiciones de la opinión pública:
a) las definiciones amplias (D'Adamo 2007: 17s)
b) y las definiciones estrictas (D'Adamo 2007: 19s).
En la aproximación al estudio de la opinión pública hay que tener en cuenta también:
1) La constatación de la existencia de unos fenómenos que son etiquetados como opinión pública.
2) El poder de la opinión pública en la sociedad.
3) Los esfuerzos por explicar y comprender la opinión desde distintos marcos teóricos e ideológicos.
4) El carácter interdisciplinar de sus estudios: las ciencias jurídico-políticas, la sociología, la psicología social, la filosofía y las ciencias de la comunicación. Cada una de ellas tiene sus puntos de vista e intereses propios. En 1957 P. F. Lazarsfeld (1969: 85-101) constataba la existencia de dos tradiciones o enfoques en el estudio de la opinión pública a lo largo de la historia: la tradición clásica y la tradición empírica, buscando establecer puntos de encuentro entre ambas corrientes (2).
Pretendiendo todavía aproximarnos al concepto de opinión pública, podemos establecer con más facilidad lo que no es la opinión pública: la opinión pública no es lo mismo que la cultura, como tampoco el conjunto de los paradigmas de ideascreencias valores que predominan en cada sociedad. La opinión pública se crea y se mueve dentro de los límites de esos paradigmas.
"Dentro de ellos, lo individuos generan consensos y disensos, adaptaciones y desafíos, forman imágenes y percepciones, refuerzan o contradicen las líneas de pensamiento que impregnan cada época y las conectan, puntualmente, con cada tema específico que adquiere relevancia pública y con cada comportamiento en el que aquellos se manifiestan concretamente. Los paradigmas de ideas y orientaciones valorativas cambian, pero lo hacen lentamente; la opinión pública se manifiesta en fenómenos de corto plazo" (Mora 2005: 40).
La opinión pública tampoco se confunde con las instituciones. La opinión pública es una parte, y de las más importantes, de la vida pública. A la opinión pública se la relaciona con el espacio público. De momento podemos afirmar que en la opinión pública existe un incesante flujo de mensajes y discursos que circula cotidianamente en la sociedad. Por tanto, podemos considerar la opinión pública como un tejido social que refleja la cultura, los valores y las instituciones y que se propaga a través de los múltiples canales de comunicación social.
El estudio de la opinión pública ha de tomar en consideración, pues, "lo que opina la gente, cómo formamos nuestros pensamientos acerca de los asuntos públicos, cómo los trasmitimos a los demás y cómo las opiniones que circulan entre las personas llegan a ser una parte sustancial de la realidad social. (…) Cuando la gente habla entre sí y pone en circulación sus opiniones en el espacio social, contribuye a la formación de un tejido social específico, intangible y a la vez aprehensible para casi todos. Ese plano de la vida social constituido por las opiniones que las personas emiten y circulan entre ellas es llamado opinión pública" (Mora 2005: 23s). Esta forma de entender la expresión "opinión pública" es verdadera, pero no agota su significado.

2. Opinión pública y espacio público
"Por espacio público entendemos un ámbito de nuestra vida social, en el que se puede construir algo así como opinión pública. La entrada está fundamentalmente abierta a todos los ciudadanos. En cada conversación en la que los individuos privados se reúnen como público se constituye una porción de espacio público. (...) Los ciudadanos se comportan como público, cuando se reúnen y conciertan libremente, sin presiones y con la garantía de poder manifestar y publicar libremente su opinión, sobre las oportunidades de actuar según intereses generales. En los casos de un público amplio, esta comunicación requiere medios precisos de transferencia e influencia: periódicos y revistas, radio y televisión son hoy tales medios del espacio público" (Habermas 1973: 61).

3. Formación de la opinión pública. Teoría de la agenda setting
Las opiniones no surgen de la nada, sino que son el resultado de uno o varios procesos de formación. Se trata, pues, de un proceso social en el que intervienen múltiples factores. ¿Cómo se forman las opiniones? Existen varias formas de representación del proceso de formación de la opinión pública.
Walter Lippmann en su obra Opinión pública trata de la formación de un modelo de opinión pública dependiendo de los medios de comunicación. Demostró que los medios informativos, esas ventanas abiertas al inmenso mundo que queda más allá de nuestra experiencia directa, determinan los mapas cognitivos que nos hacemos de él. La opinión pública, sostiene Lippmann, responde, no al entorno, sino a un seudoentorno construido por los medios informativos. Lo que viene a decir el autor es que entre el entorno y los individuos está la presencia de un seudoentorno que estimula su comportamiento. Lippmann hace la siguiente aclaración:
"Podemos tener la certeza de que en el ámbito de la vida social, lo que se denomina adaptación de los individuos al entorno tiene lugar por medio de ficciones. Cuando decimos ficciones no queremos decir mentiras, sino representaciones del entorno que en mayor o menor grado son obra de los individuos. La ficción cubre toda la gama, desde la alucinación pura al empleo plenamente consciente de modelos esquemáticos por parte de los científicos, e incluso a su decisión de que con respecto a un problema en particular, la exactitud más allá de un número determinado de decimales carece de importancia. Las ficciones pueden tener casi cualquier grado de fidelidad. Lo importante es tenerlo presente, para evitar llamarnos a engaño" (Lippmann 2003: 33).
Según Lippmann, los medios de información son, por tanto, una fuente primaria, aunque no única, de las imágenes y de las ficciones que tenemos en nuestras mentes y con las que se llega a formar opinión pública. Los medios en la transmisión de información tienden a reducir la realidad a estereotipos. El autor los especifica como "…las imágenes que se hallan dentro de las cabezas (...) de los seres humanos, las imágenes de sí mismos, de los demás, de sus necesidades, propósitos y relaciones son sus opiniones públicas". En otras palabras, consiste en un mecanismo mental mediante el cual se asigna a cada una de las realidades que percibimos en nuestro entorno una referencia, una imagen mental. Son los medios de comunicación, convertidos en poderosas instituciones sociales y socializadoras, los que crean y transmiten estos estereotipos. Lippmann aclara la perspectiva de su teoría:
"El mundo que debemos afrontar políticamente queda fuera de nuestro alcance, visión y comprensión. Por tanto, nos vemos en la necesidad de investigarlo, narrarlo e imaginarlo. (…) Estamos aprendiendo a ver mentalmente porciones muy vastas del mundo que nunca podremos llegar a observar, tocar, oler, escuchar ni recordar. De forma gradual estamos construyendo imágenes mentales fiables del mundo que queda fuera de nuestro alcance. En general denominamos asuntos públicos a los aspectos del mundo exterior que están relacionados con comportamientos desarrollados por terceros y que en alguna medida interfieren con el nuestro, dependen de nosotros o nos interesan. Las imágenes mentales creadas por ellos, las imágenes de ellos mismos, de otros individuos, de sus necesidades, propósitos y relaciones constituyen sus opiniones públicas. Las imágenes que provocan reacciones por parte de grupos de personas, o de individuos que actúan en nombre de grupos, constituyen la Opinión pública con mayúsculas" (Lippmann 2003: 41s).
La base de la opinión pública es más cognitiva que racional. Por una lado es consecuencia de representaciones, esquemas mentales, imágenes simbólicas que los individuos construyen en cuanto a la realidad. Pero por otro lado, estos esquemas cognitivos, en tanto fuentes de opiniones, son en su mayoría una representación parcial. Y, finalmente, El ambiente familiar y compartido por todos individuos -llamémosle "mundo de la vida"- es sustituido por un "seudoentorno", al que contribuyen la propaganda política, los medios, las imágenes individuales, el egocentrismo y la manipulación, así como la experiencia de mundos y realidades no disponibles directamente.
Según Sartori, existen tres modalidades de procesos de formación de la opinión pública:
A. Un descenso en cascada desde las élites hacia abajo.
B. Una agitación desde la base hacia arriba.
C. Una identificación grupos de referencia (Sartori 2007: 77).
A. El descenso y dispersión de las opiniones formadas por las élites están desarrollados en el modelo en cascada propuesto por K. W. Deutsch. En este modelo los niveles que configuran la cascada son cinco. 1) En el primer nivel , en lo alto circulan las ideas de las élites económicas y sociales; 2) pasan al segundo nivel, en el que se encuentran y enfrentan las élites políticas y de gobierno; 3) circulan por las redes de comunicación de masas y, en buena medida, por el personal que transmite y difunde los mensajes; 4) llegan a los líderes de opinión a nivel local 5) y finalmente, todo confluye en el demos, en el estanque de los públicos de masas. Hay que destacar que ninguno de estos niveles tiene un carácter monolítico; en cada depósito las opiniones y los intereses son discordantes y los canales de comunicación múltiples y polifónicos. En todos los niveles encontramos, pues, una dialéctica o conflicto de opiniones y de interpretaciones. Deutsch también subraya una continua presencia de retroacciones de retorno, de feedbacks. El modelo cascada de la opinión pública no es, por consiguiente unidireccional de arriba abajo, sino que existen complejos procesos de reequilibrio y una neutralización recíproca.
"Cuando afirmamos que en las democracias el público se forma una opinión propia de la cosa pública, no afirmamos que el público lo haga todo por sí mismo y solo. Sabemos muy bien, por tanto, que existen 'influyentes' e 'influenciados', que los procesos de opinión van desde los primeros a los segundos, y que en el origen de las opiniones difusas están siempre pequeños núcleos de difusores. (…) Todo depósito no sólo desarrolla un ciclo completo, sino que en el seno de todo depósito los procesos de interacción son horizontales: influyentes contra influyentes, emisores contra emisores, recursos contra recursos" (Sartori 2005: 176).
Sartori da una especial importancia al segundo nivel de la cascada: el de la clase política, que encaja perfectamente con la imagen del "salto", "no tanto porque implica una bajada sino porque evoca una discontinuidad, una separación" (Sartori 2007: 78). Su importancia está en que la mayoría de las veces la opinión pública está relacionada con lo que dicen y hacen los políticos. Estos constituyen un microcosmos muy competitivo en el que los partidos luchan entre sí para apoderarse de los electores; esta lucha está incluso entre los miembros de un mismo partido para arrebatarse los cargos unos a otros, se mueven dentro de un mundo cerrado de juegos de poder.
"De la diversidad de los partidos, y más aún, de la conflictividad entre ellos, surgen por lo tanto innumerables y contradictorias voces que llegan en primera instancia al personal de los medios. Este personal no las transmite tal cual. Como mínimo, cada canal de comunicación establece qué es, o no es, noticia. Cada canal selecciona, simplifica, acaso distorsiona, sin duda interpreta, y a menudo es fuente autónoma de mensajes. Y también en este nivel existen reglas de juego, y por lo tanto se producen interacciones horizontales" (Sartori 2007: 78s).
Están también los líderes locales de opinión, los cuales desempeñan un papel no menos decisivo, ya que hacen de filtro y de prisma para la comunicación de masas. ¿Cuál es la ubicación y función de los intelectuales en la formación de la opinión pública, según el modelo en cascada? Sartori advierte que este punto se le escapa a Deutsch; y explica la razón.
"Quizá porque la superproducción y consiguiente masificación de los intelectuales es un desarrollo de los últimos decenios que caracteriza, para decirlo con Daniel Bell, a la sociedad postindustrial. La población que dispone de "diplomas para pensar" ha crecido desmesuradamente y, con su crecimiento, ha aumentado también su peso específico. Si no por otra razón, por razones cuantitativas el fermento del intelecto o del pseudo-intelecto se distribuye en todos los niveles. Si hasta hace una veintena de años el grueso de los intelectuales encontraba un empleo relativamente apartado y remoto en la universidad, hoy una "nueva clase" colapsa los medios de comunicación, y al no encontrar ya un puesto ni siquiera allí, se orienta en otras direcciones. La expansión de la profesión intelectual y su difusión más o menos activa en todo el cuerpo social da lugar a que el modelo del bubbling-up haga agua e intensifica la fermentación de opiniones que no caen desde lo alto sino que, por el contrario, pululan y germinan o bien en pequeños núcleos de intelectuales o en el nivel de masas" (Sartori 2005: 177s).
B. Al modelo en cascada se le añade y contrapone el modelo llamado del bubble-up, que Sartori describe "como un 'rebullir' del cuerpo social que sale hacia lo alto" (Sartori 2005: 174). El modelo de Deutsch sirve cuando se trata de una opinión, cuyos problemas no atañen directamente a la gente, pero no sirve cuando los problemas tocan de cerca, preocupan directamente al pueblo. Según este modelo, la opinión pública emerge como chorro y borbollones y se impone en una dirección que va de abajo (pueblo) hacia arriba (élites).
"De vez en cuando el público se plantea y reacciona de manera inesperada, imprevista y no deseada por parte de los que se encuentran en las cuencas superiores. Por tanto, se producen "mareas de opinión" que de verdad consiguen remontar el curso de las aguas. Tan sólo dejando aclarada y bien aclarada esta cuestión se puede estar de acuerdo con la tesis de que los procesos normales, o más frecuentes, de génesis de opinión pública son en escala" (Sartori 2007: 79).
C. Finalmente está el tercer modelo, según el cual las opiniones de los individuos derivan de la identificación con grupos de referencia: la familia, grupos de coetáneos, el grupo de trabajo, identificaciones partidistas, religiosas, de clase, étnicas, etc. El yo es un yo de grupo que se integra en los grupos y con los grupos, que constituyen su punto de referencia. Las opiniones se forman y alimentan, pues, de dos fuentes: de los mensajes informativos y de las identificaciones.
Foote y Hart (1953) describen cinco fases colectivas en el proceso de formación de la opinión pública:
1) Fase del problema: una situación es considerada como problemática por una persona o grupo, aunque el problema y sus consecuencias no han sido completamente definidos.
2) Fase propuesta: tiene lugar la formulación de una o más líneas de acción como respuesta al problema ya definido.
3) Fase política: el centro de atención se encuentra en el debate activo; se discuten las propuestas y alternativas y la viabilidad de aplicación de cada una de las soluciones. En esta fase el debate público y el liderazgo se constituyen en elementos principales.
4) Fase programática: es el momento en el que se lleva a cabo la acción aprobada o consensuada en las etapas anteriores.
5) Fase de valoración: involucra las evaluaciones periódicas de la eficacia de la política elegida.

4. Influencia de los medios de comunicación en la formación y regulación (control) de la opinión pública
4.1. Opinión pública y democracia
Opinión pública y democracia van unidas. La libertad de opinión es un valor irrenunciable de las sociedades democráticas; es la herencia del pensamiento ilustrado del siglo XVIII: pensar por cuenta propia y opinar libremente, en libertad.
Ahora bien, la libertad de opinión requiere unas condiciones fundamentales, que se resumen en los siguientes principios:
a) El principio de libertad de pensamiento.
b) El principio de libertad de expresión.
c) El principio de libertad de organización o de asociación.
Estos principios no van sueltos; forman un ensamblaje indestructible. Efectivamente, como aclara Sartori, "la libertad de pensamiento no es sólo la libertad de pensar en silencio, en lo cerrado del alma, lo que nos plazca: presupone que el individuo puede acceder libremente a todas las fuentes del pensamiento; presupone además que cada uno sea libre de aceptar y controlar lo que encuentre escrito u oye decir, y por lo tanto presupone, entre otras cosas, mundos abiertos, mundos atravesables que nos permitan ir a verlos en persona.
A su vez, la libertad de expresión, la libertad de escribir o decir lo que se piensa en privado, presupone una "atmósfera de seguridad". La libertad de opinión está tutelada por una carta constitucional (3). "Finalmente, la libertad de expresión es también, en su evolución natural, libertad de organizarse para propagar lo que tenemos que decir. Los modernos partidos políticos, cuya matriz se encuentra en los clubs de opinión y de difusión de las opiniones del siglo XVIII, constituyen la primera ilustración concreta de cómo la libertad de expresión se convierte en 'organización de la opinión'. A nosotros nos interesa además, por otro lado, la libertad de organizar las comunicaciones, y más precisamente la estructura de las comunicaciones de masas, que es, al mismo tiempo, el producto y el promotor de la libertad de expresión" (Sartori 2005: 179). Sartori identifica la libertad de organización con "policentrismo". En las sociedades democráticas los medios de comunicación tienen una estructura policéntrica, aunque el grado y la configuración varía de un país a otro. Esto está claro. Pero también es cierto que quienes pretenden negar la existencia "real" del carácter policéntrico de los medios de comunicación, deberán hacerlo comparándolo "con el monopolio de estructura monocéntrica característico de los totalitarismos y las dictaduras. Es cierto que también los medios de comunicación de las democracias merecen todo tipo de reservas y acusaciones; pero negar su policentrismo y su centralidad sería equivocarse de negación" (Sartori 2007: 83).
En el sistema democrático la estructura policéntrica de los medios de comunicación es contraequilibrada y está, en cierta medida neutralizada por el hecho de emitir mensajes distintos, cuyas voces están contrastadas por contravoces. Cosa que no se da en los sistemas totalitarios. Un sistema totalitario se caracteriza por los siguientes elementos:
1º. La estructura de todos los medios de comunicación de masas es rígidamente monocéntrica y monocolor, con una sola voz: la del régimen
2º. Los medios de socialización y las instituciones educativas aparecen como instrumentos de una única propaganda de Estado; de ahí que la distinción entre propaganda y educación es abolida.
3º. El sistema totalitario tiene un mundo cerrado y hostil a todo lo exterior; por esto su única preocupación es censurar todos los mensajes del mundo circundante que no coinciden con la ideología del sistema.
4º. En el sistema totalitario los líderes de opinión están férreamente controlados, incluso más que por el control policial, por la presión de los activistas y guardianes del partido.
5º. Lo que pretende últimamente el totalitarismo es destruir definitivamente la libertad personal de pensamiento, de expresión y de organización. El totalitarismo es la invasión de la "esfera privada"
"La propaganda y el adoctrinamiento totalitario no han generado un 'hombre nuevo', pero han sido muy eficaces atrofiando al hombre libre y su libertad de opinar por su cuenta. Cuando el ciudadano queda expuesto, casi desde la cuna hasta la sepultura, a una propaganda obsesiva y adoctrinante que hace que todo cuadre porque todo es falso, y que hace que todo parezca cierto impidiendo la verificación de la verdad; cuando es así, estamos ante un público engañado y enjaulado en el engaño sin remedio, y por lo tanto estamos ante una opinión en el público que no es en absoluto del público. Mientras haya totalitarismo no existe una opinión pública digna de ese nombre. No existe porque no camina por sí sola y no tiene modo de ser 'ley de sí misma'(autónoma)" (Sartori 2007: 85).
Podemos decir que la condición democrática de la opinión pública hace que ésta sea "polifónica", es decir, que la opinión pública esté marcada intrínsecamente por un "conflicto de interpretaciones", dándole una riqueza de contenido y de puntos de vista.
Hasta aquí el principio, la teoría; mejor dicho, lo que debería ser. Pero, desgraciadamente, la realidad es muy diferente, pues la opinión pública ha sido golpeada, y sigue siéndolo todavía más actualmente, por la propaganda sutilmente totalitaria de los líderes y por el poder de control social de los medios de comunicación de masas.

4.2. Opinión pública e información mediática. Hipótesis de la agenda setting
La opinión pública para que tenga una base consistente necesita de información. ¿El público está suficientemente informado, insuficientemente informado o ampliamente desinformado?
El estudio de la opinión pública hay que hacerlo en el contexto de la comunicación de masas y de los efectos sociales de los medios de la información.
No debemos perder de vista que la opinión pública, en tanto opinión razonada y bien informada, ha estado siempre en manos de la minoría dominante, de grupos cultos y minoritarios reunidos en los clubs (Chartier 2003), y con acceso directo a los medios de comunicación. En la sociedad de masas la opinión pública sigue teniendo por sujeto al público, pero éste no se parece en nada al público de la Ilustración. Ahora el público lo forman las masas o mayorías, que se muestran dóciles, receptivas, manipulables, irracionales y mediatizadas por las élites y los medios de comunicación (4). Esto nos demuestra la relación directa de la opinión pública con los medios de comunicación. Uno de los aspectos más destacados de la comunicación de masas y que mejor define sus funciones de control sociocultural y político es la tipología de los mensajes transmitidos, en los que tienen especial importancia la información en sentido estricto, es decir, las noticias. Éstas influyen en muchas facetas de nuestra vida cotidiana (McCombs 1996). Y aunque el contenido de la información pueda ser más o menos "objetivo", en general siempre está manipulado por las empresas periodísticas o de comunicación e información y por los propios periodistas o redactores, sirviéndose inevitablemente de determinados criterios de elaboración (McQuail 2000: 327-357). Este es un mecanismo sociocultural y político de gran influencia y de fuerte presión simbólica (McQuail 2000: 327-357) y que se encuentra en las dos partes: en los emisores y en los receptores, en el público. La descripción, comentario y valoración sobre cualquier acontecimiento están siempre subsumidos en las interpretaciones que sobrepone el emisor. La información incide, pues, de alguna manera sobre la opinión. Pero los receptores suelen aportar también unas actitudes selectivas sobre aquellos problemas que les interesan. Ni la información, ni la opinión pública son neutrales; siempre suponen opciones interesadas, por ambas partes.
La teoría de la construcción social de la realidad, propuesta por Berger y Luckmann (2006), trata de estudiar en qué medida la imagen del mundo social se elabora bajo la influencia de los medios de comunicación, en los estudios sobre la opinión pública en la sociedad de la información adquieren mayor importancia las teorías sobre los efectos sociales de los medios. Desde cualquier perspectiva que se observe la historia de los estudios sobre la opinión pública, es evidente la importancia que en ella ha tenido, y sigue teniendo todavía, el problema de la influencia y de los efectos que ejercen los medios de comunicación de masa sobre los individuos, sobre los grupos, sobre las instituciones y sobre el sistema social. El problema de los efectos se agravó más con la llegada de la televisión.
El modelo que ha explicado con más éxito los efectos que producen los medios de masas y cuáles son sus relaciones con la opinión pública ha sido la teoría de la agenda setting, que está enmarcada en los estudios de los efectos a largo plazo. En dicha teoría se enfatiza el poder de los medios de comunicación para atraer la atención hacia ciertos temas o problemas y al mismo tiempo crear los marcos de interpretación de los acontecimientos sociales. Los medios, informando sobre la realidad externa, presentan al público una lista de los temas que serán objeto de la opinión pública. Está claro que el enorme crecimiento y la expansión de las instituciones mediáticas constituyen hoy en día un elemento determinante de la sociedad contemporánea. Su principal objetivo es influir en la opinión pública. El sociólogo Robert Park dio mucha importancia a la influencia señalizadora de las noticias. McCombs refuerza esta idea al afirmar que "las noticias diarias nos avisan de los últimos acontecimientos y de los cambios en ese entorno que queda más allá de nuestra experiencia inmediata. Pero las informaciones de la prensa y la televisión, incluso las que viene tan apretadas en un diario sensacionalista o en una web de Internet, hacen bastante más, en realidad, que limitarse a señalar la existencia de hechos y asuntos importantes. Los editores y directores informativos, con su selección día a día y su despliegue de informaciones, dirigen nuestra atención e influyen en nuestra percepción de cuáles son los temas más importantes del día. Esta capacidad para influir en la relevancia de las cuestiones del repertorio público es lo que se ha dado en llamar la fijación de la agenda por parte de los medios informativos" (McCombs 2006: 24). La selección de las noticias más importantes dada al inicio de los informativos, la noticia o noticias que aparecen en la primera página de los periódicos, el tamaño de los titulares, la extensión de una noticia y el insistir en ella un día y otro día, apuntan hacia la determinación de la importancia de los acontecimientos y ponerlos en el centro de atención de la opinión pública. Son los medios lo que trazan las pistas sobre la importancia de los temas de la agenda diaria. En cuanto al público, éste recurre a esas pistas de relevancia para organizar y también decidir cuáles son los temas más importantes que atraen su atención. De ahí que la agenda de los medios de información se convierte en la agenda pública. En otras palabras, los temas de preocupación más destacados se transforman en temas de preocupación más importantes. Esta es la tesis central de la teoría de la agenda setting (McCombs 2006: 29).
Esta teoría sostiene que "como consecuencia de la acción de los periódicos, de la televisión y de los demás medios de comunicación, el público es consciente o ignora, presta atención o descuida, enfatiza o pasa por alto, elementos específicos de los escenarios públicos. La gente tiene a incluir o a excluir de sus propios conocimientos lo que los media incluyen o excluyen de su propio contenido. El público además tiende a asignar a lo que incluye una importancia que refleja el énfasis atribuido por los mass media a los acontecimientos, a los problemas, a las personas" (Shaw: 96). Los medios no buscan primeramente persuadir, sino que al describir y precisar la realidad social externa, presentan al público la lista de todo aquello en torno a lo que la opinión pública debe opinar y debatir. Según Shaw, "el presupuesto fundamental de la agenda setting es que la comprensión que tiene la gente de gran parte de la realidad social es modificado por los media" (Shaw: 96). Aquí se acentúa, pues, una dependencia cognitiva del público respecto a los medios, tanto desde el punto de vista del "orden del día" de los temas, problemas y argumentos, que están presentes en la agenda de los media, como del "orden de importancia y de prioridad" que dichos elementos son dispuestos en el "orden del día". Como ya hemos visto anteriormente, Walter Lippmann en el capítulo titulado El mundo exterior y las imágenes que nos hacemos en la cabeza y que le sirve de apertura de su clásica obra La opinión pública expone su tesis, según la cual los medios informativos, esas ventanas abiertas al inmenso mundo que queda más allá de nuestra experiencia directa, determinan los mapas cognitivos que nos hacemos de él. Por esto la opinión pública, sostiene Lippmann, no responde al entorno, sino al pseudo-entorno construido por los medios informativos.
La hipótesis de la agenda setting no es una vuelta a la teoría hipodérmica (Wolf 2000: 22-35), y por tanto, no defiende unos efectos poderosos de los medios, ni considera tampoco a los receptores como autómatas que dan simples respuestas a los estímulos de los medios, pero sí da una importancia a los medios a la hora de hacer el repertorio de la agenda pública; insistiendo en lo que ha dicho antes Lippmann, la información que nos suministran los medios juega un papel importantísimo en la construcción de nuestras imágenes de la realidad social. Lo que influye, por tanto, en la construcción de esas imágenes es el conjunto total de la información que nos dan los medios.
Existe, por tanto, una relación entre la hipótesis de la agenda setting y la sociología del conocimiento. Ésta, al centrarse en la importancia y en el papel de los procesos simbólicos y comunicativos, en tanto presupuestos de la sociabilidad, se convierte progresivamente en una de las temáticas-guía en la fase actual de las investigaciones sobre estos temas; y precisamente por esto, paralelamente, los estudios sobre los efectos de los medios de comunicación se confunden, en ciertos aspectos, con los estudios de los procesos de la construcción de la realidad social. Se pasa, por tanto, del modelo transmisor de la comunicación al modelo centrado en el proceso de significación. Y es desde este punto de vista que los medios desempeñan un papel de construcción de la realidad social y nos ayudan a estructurar la imagen de la realidad, del imaginario social, a largo plazo, a organizar nuevos elementos de tales imágenes, a formar nuevas opiniones y creencias. En el centro de la problemática de los efectos está pues la relación entre la acción constante de los mass media y el conjunto de conocimientos sobre la realidad social, que da forma a una determinada cultura interviniendo en ella de forma dinámica. La hipótesis de la agenda setting no defiende que el objetivo fundamental de los media es persuadir; "los media, al describir y precisar la realidad externa, presentan al público una lista de todo aquello en torno a lo que tener una opinión y discutir (…) El presupuesto fundamental de la agenda setting es que la comprensión que tiene la gente de gran parte de la realidad social es modificada por los media" (Shaw: 103). Cohen puntualiza que la prensa no consigue decir a la gente lo que tiene que pensar, pero sí es capaz de decir a los propios lectores sobre qué temas tienen que pensar (Cohen 1963: 13).
Pero los medios proporcionan algo más que un cierto número de noticias. Proporcionan también las categorías y los niveles de significación en los que los destinatarios pueden situarlos de forma significativa (Shaw: 103). Hemos dicho antes, que en las sociedades de la información existe una presencia de "paquetes" de la realidad que los sujetos no experimentan ni pueden experimentar directamente, sino que son conocidos y vividos exclusivamente en función de o a través de la mediación simbólica e interpretativa o selectiva de los medios de comunicación de masas. La mayoría de los conocimientos que los individuos tienen acerca de cuestiones públicas, la mayor parte de los temas y problemas que atraen nuestra atención, no provienen de la experiencia directa y personal, sino de los medios de comunicación, los cuales actúan como principal fuente de información. Si tomamos, pues, la locución de Lippmann: "las imágenes que tenemos en la cabeza" en sentido literal, la teoría del establecimiento de la agenda da una mayor profundidad al conocimiento de la influencia de los medios de comunicación en la formación de la opinión pública. Pero ¿quién o quienes establecen la agenda mediática? ¿Cuáles son los factores que configuran la agenda que presentan los medios?
Está claro que la mayoría de los temas o asuntos que atraen la atención o nos preocupan quedan fuera de nuestra experiencia personal directa y que La fuente principal de tales temas o asuntos son los medios de comunicación. Recordemos la tesis de Walter Lippmann expuesta en su obra La opinión pública: "el mundo de la política con el que nos la jugamos nos queda fuera del alcance, de la vista y de la mente" (Lippmann 2003).
"En casi todos los temas del repertorio público, -escribe McCombs- los ciudadanos se las ven con una realidad de segunda mano, que viene estructurada por las informaciones que dan los periodistas de esos hechos y situaciones. (…) Los editores y directores informativos, con su selección día a día y su despliegue de informaciones, dirigen nuestra atención e influyen en nuestra percepción de cuáles son los temas más importantes del día. Esta capacidad para influir en la relevancia de las cuestiones del repertorio público es lo que se ha dado en llamar la fijación de la agencia por parte de los medios informativos" (McCombs 2006: 24).
El público recurre a las pistas de relevancia que le ofrecen los medios para organizar su propia agenda y decidir cuáles son los temas más importantes en la consideración pública. La agenda de los medios de información -agenda mediática- se convierte en la agenda pública, se transforma en opinión pública. La siguiente tabla ilustra la teoría de la agenda setting.
TRANSFERENCIA DE LA RELEVANCIA TEMÁTICA
AGENDA MEDIÁTICA
Patrones de cobertura informativa
AGENDA PÚBLICA
Preocupaciones del público
Temas más destacados de preocupación mediática
Temas más importantes de preocupación pública
Según la teoría de la agenda setting, el papel de los medios, en tanto fijadores de la agenda, consiste en su influencia sobre la relevancia del tema, es decir, en destacar la importancia del tema como objeto de la opinión pública. Cohen estableció claramente el objetivo de la agenda setting:
"La prensa no tiene mucho éxito en decir a la gente qué tiene que pensar, pero sí lo tiene en decir a sus lectores sobre qué tienen que pensar" (Cohen 1963).
La agenda mediática no decide lo que -qué- tiene que pensar u opinar el público, pero sí sobre qué tiene que opinar. Antes hemos destacado que la mayoría de las veces no podemos acceder a una información directa y de primera mano del mundo exterior; se comprende perfectamente la tesis que Lippmann ya estableció a principios del siglo XX: los medios informativos, en tanto ventanas del mundo exterior que queda más allá de nuestra experiencia directa, determinan los mapas cognitivos, nuestras imágenes, que nos hacemos de él (5). Lippmann, haciendo una actualización contemporánea de la alegoría de la caverna platónica, observa "cuán indirectamente conocemos el entorno en el que sin embargo vivimos (…); pero sea lo que fuere eso que tomamos por una imagen verdadera, la consideramos como si del propio entorno se tratara" (Lippmann 2003: 4). Pero no lo olvidemos, son los medios lo que nos narran o informan cómo es el mundo y lo que sucede en él, y al que habitualmente no tenemos acceso directo, con el riesgo de que nuestras mentes reproduzcan un mundo distinto al real, un "mundo imaginario", ya que el "mundo real" está "fuera del alcance, de la mirada y de la mente" (Lippmann 2003: 29). Hablar, pues, de agenda setting es hablar de las imágenes de los temas que destacan los medios además de la transferencia a las imágenes que se reproducen en nuestras mentes o en nuestro mundo interior.
McCombs y Shaw, en 1972, acuñaron el término agenda setting para referirse al poder de los medios de comunicación de masas de dirigir la atención de la opinión pública hacia ciertos temas particulares, que aquéllos presentan como los más sobresalientes y problemáticos en cada momento (McCombs y Shaw 1972: 176-187). De ahí el papel relevante y a veces polémico de los medios. La idea principal de la teoría de agenda setting se centra en presentar las "imágenes" de las noticias a modo de "ventanas" que presentan visiones limitadas del mundo exterior. La metáfora de la ventana resulta aún más apropiada si los cristales son opacos, de distinto color y su superficie desigual (6). La conclusión es que los medios informativos presentan una visión limitada de un entorno de mayor alcance, lo que vendrá a confirmar la importancia del concepto de "horizonte hermenéutico" y del de "conflicto de interpretaciones".
Pero lo más sorprendente a la hora de analizar los efectos de la agenda setting es la gran variedad de los escenarios geográficos y culturales en los que se establece la agenda mediática. Son factores que hay que tener en cuenta. Aunque se dan otros factores que también son decisivos a la hora de establecer la agenda mediática y enlazarla con la agenda pública u opinión pública: el nivel o grado de apertura democrática de los gobiernos y de los medios de comunicación. La comparación entre las influencias de sistemas mediáticos abiertos y cerrados suele ser significativa, mientras que la comparación entre las influencias de sistemas políticos y culturales abiertos y cerrados se mantiene básicamente constante.
En el análisis de los efectos de la agenda mediática y de la agenta pública hay que tener en cuenta también las variables personales de los individuos:
1) La experiencia personal.
2) El nivel educativo.
3) El interés por la política.
4) La necesidad de orientación.
     a) La relevancia personal de la noticia.
     b) El grado de incertidumbre, el cual dependerá en buena medida de la experiencia y del conocimiento anterior del tema en cuestión.
     c) La "combinación de agendas" (agenda melding) (McCombs 2006: 269).
Existe también una tipología de agenda setting, por ejemplo:
1) La agenda cultural (McCombs 2006: 259ss).
2) Las agendas religiosas (McCombs 2006: 262ss).
3) La agenta-setting en la enseñanza universitaria (McCombs 2006: 263ss).
4) La agenda publicitaria (McCombs 2006: 265ss). y muchas más.
Referente a si el poder y eficacia de la agencia mediática para generar influencia depende de los diversos medios de comunicación, no está claro, pues parece que depende de las situaciones y de los intereses personales, pues hay quienes prefieren más la prensa y otros las TV (McCombs 2006: 101. Wolf 200: 181-186).
Hasta aquí hemos analizado la agenda setting en su primera fase o dimensión: cómo los medios destacan ciertos acontecimientos que determinan la formación de la agenda pública. A partir de un artículo publicado en 1994, titulado: "Influencing the pictures in our heads: two dimensions of agenda setting", McCombs comienza a analizar las influencias que originan en las audiencias las opiniones y comentarios que transmiten los medios sobre los temas de información. Se está considerando el segundo nivel de la agenda setting. Cuando un periodista, por ejemplo, informa sobre un tema o acontecimiento usa palabras que no son neutras. Son palabras cargadas de opinión y de valoración, por ejemplo, adjetivos y adverbios. McCombs las denomina "atributos". Se establece, por tanto, una nueva agenda: la "agenda de los atributos". La frase de Cohen necesita una revisión y ampliación, ya que, según este segundo nivel, los medios no dicen sólo sobre qué hay que pensar, sino también cómo hay que pensar sobre determinados temas o asuntos. El establecimiento de la agencia de los atributos reclaman una atención sobre la perspectiva valorativa de los comunicadores y de sus receptores o audiencias. Esto supone un avance importante en la explicación de los efectos de los medios. Efectivamente, los medios no sólo influyen porque resaltan la importancia de ciertos temas y cuestiones, sino también porque proporcionan los estándares que el público adopta para evaluar las cuestiones sociales y política a la hora de tomar decisiones. El primer aspecto de la agenda setting es denominado priming (preparación o preactivación). Existe un segundo aspecto llamado framing (encuadre).
"Encuadrar es seleccionar algunos aspectos de una realidad que se percibe y darles más relevancia en un texto comunicativo, de manera que se promueva una definición del problema determinado, una interpretación causal, una evaluación moral y/o una recomendación de tratamiento para el asunto descrito" (McCombs 2006: 170).
Por el "encuadre" los medios llevan a cabo un sutil proceso de selección de ciertos aspectos de la información, que son presentados como más importantes, al mismo tiempo que hacen unas evaluaciones positivas o negativos del tema. Los medios, pues, inducen al público no sólo a pensar sobre un tema o temas concretos, sino que sugieren también qué decir de los hechos, cómo interpretarlos y evaluarlos. El framing o ecuadre es el marco interpretativo de la información.
La "preactivación" (priming) y el "encuadre" (framing) constituyen los dos aspectos fundamentales de la agenda setting y ambos están vinculados al proceso de la construcción social. Las coberturas informativas se realizan desde ciertos ángulos perceptivos e interpretativos, que se difunden desde la agenda mediática a la agenda pública. El concepto de frame o marco aplicado a la agenda de los medios se refiere a "la idea central organizadora del contenido informativo que brinda un contexto y sugiere qué es el tema mediante el uso de la selección, el énfasis, la exclusión y la elaboración" (McCombs 2006: 170). El encuadre es el marco interpretativo, que supone siempre un proceso comunicativo y, por tanto, una vinculación con el emisor, con el texto, con el receptor y con una cultura. Por esto, "la convergencia del encuadre y del establecimiento de la agencia de atributos supone un avance importante en la explicación de los efectos de los medios, al colocar el acento sobre el estatuto especial que poseen determinados atributos y encuadres, en el contenido del mensaje" (McCombs 2006: 171).
Ahora bien, "las descripciones de las personas, de los temas de interés público y de otros objetos en las informaciones van desde los atributos de lo más simple, como la edad de alguien o el sitio donde nació, hasta atributos sumamente complejos, como el ser un conservador compasivo o un nuevo laborista" (McCombs 2006: 172). El abanico de atributos cognitivos y afectivos a lo largo de una narración continua suele ir también de lo micro a lo macro, de lo local a lo internacional (McCombs 2006: 141ss). Lo cual tiende a hacer más compleja la descripción de atributos y el encuadre en la agenda mediática y pública. Lo mismo pasa con los temas de interés público.
Desde el punto de vista descriptivo, no existe una clara diferencia entre el atributo y el encuadre, pues ambos describen el tema u objeto. "Un encuadre es un atributo del objeto en cuestión, dado que describe el objeto. Sin embargo, no todos los atributos son encuadres. Si se define el encuadre como un punto de vista dominante del objeto - una descripción y caracterización del objeto dominantes -, entonces un encuadre queda delimitado, de manera fructífera, como un caso muy especial de los atributos" (McCombs 2006: 173). Lo que distingue al encuadre como atributo especial de los otros atributos del objeto son las cualidades gestálticas. La cualidad gestáltica, que distingue a los encuadres de la masa de atributos, tiene el poder "para estructurar el pensamiento, para moldear la manera en que pensamos de los temas de interés público, los candidatos políticos y los objetos de las noticias. Los encuadres han sido descritos como "esquemas de interpretación"" (McCombs 2006: 173s). Gracias a estos esquemas interpretativos, los encuadres atraen la atención del público hacia los puntos de vista dominantes en las imágenes, los cuales no sólo sugieren qué es relevante o no lo es, sino que trazan una definición del problema, una interpretación causal y una evaluación moral. Es así como la teoría de la agenda settingenfatiza la dinámica estructural entre los medios y las audiencias, que es cómo se origina la opinión pública. Esta dinámica estructural, por la misma naturaleza del proceso de comunicación tiene como centro de interés la interpretación del mensaje, por la que algunos atributos serán considerados más adecuados -"exitosos"- que otros. Determinados atributos pueden alcanzar una tal resonancia entre el público que se conviertan en argumentos retóricos convincentes para la relevancia del tema o persona.
"La idea de que determinados atributos de un objeto funcionen como argumentos convincentes para su relevancia añade un nuevo enlace al mapa teórico de la agenda setting. (…) Los argumentos convincentes son los encuadres, pues son maneras determinadas de organizar y estructurar la imagen de un objeto que disfruta de éxito entre el público" (McCombs 2006: 179).
El argumento convincente es la "tercera vía", un aspecto importante, para la transferencia de la relevancia entre la agenda mediática y la agenda pública, del proceso de establecimiento de la agenda (7).
¿Hay que entender la transferencia de la relevancia del tema entre la agenda mediática y la agenda pública en un sentido conductista? McCombs no lo entiende así.
"En muchos casos, estos puntos de vista del periodismo influyen de manera importante en las imágenes del mundo que posee el público. ¡Pero no siempre! (…). Los medios informativos son la principal fuente de información del público sobre los asuntos públicos, pero el público no es un autómata que está esperando de manera pasiva que los medios de comunicación le programen" (McCombs 2006: 186).
El criterio de medición de la relevancia de un tema o argumento está basado "en el presupuesto de que la influencia con la que un tema o un argumento aparece es una indicación importante utilizada por los destinatarios para valorar su relevancia" (McCombs 1981: 209-211). Desde un punto de vista metodológico, ¿es suficiente este criterio? Según Wolf, "conceptualizar únicamente la variante de la frecuencia como índice de la percepción de relevancia de los temas parece simplemente insuficiente. La idea de que una elevada frecuencia define una fuerte relevancia va unida a un modelo comunicativo hipersimplificado, presemiótico: el presupuesto de que la frecuencia de la explicitación de un argumento en los media es la indicación utilizada por los destinatarios para manifestar su significatividad, implica una idea de mensaje en la que todos los elementos necesarios para su comprensión e interpretación están contenidos explícitamente en él. Los estudios sobre los procesos de comprensión y de puesta-en-discurso -en los ámbitos de la psicología cognoscitiva y de la semiótica textual- proceden en una dirección distinta, señalando que para la interpretación y la comprensión de un texto son esenciales también elementos que no estén explícitamente mencionados. Para poder tratar la información contenida en el texto, el destinatario debe combinar la información de entrada con la almacenada en la memoria" (Wolf 2000: 188).
La hipótesis de la agenda setting debe tomar, pues, en consideración la semiótica del texto y su interpretación. Esto por un lado. Por otro, la hipótesis del paso de la agenda mediática a la agenda pública no puede ignorar el problema de cómo se lleva a cabo tal paso y qué procesos comunicativos, interpretativos, comprensivos, de memorización y críticos actúan como base y garantía de la verificación de dicho efecto. No perdamos de vista que la teoría de la agenda setting no estudia propiamente los efectos de los medios a corto plazo, sino de los efectos en tanto consecuencias a largo plazo. Dicho de otro modo, según la teoría del establecimiento de la agenta los efectos no tienden directamente a la determinación explicita e inmediata del comportamiento de la masa, sino más bien a influenciar la forma con la que el público organiza su propia imagen del mundo. Los efectos de la agenda setting son, por tanto efectos cognitivos, puesto que influyen en los sistemas de conocimiento que la audiencia asume y estructura establemente. Por esto no se trata ya de efectos puntuales, sino acumulativos y sedimentados temporalmente. Esto explica, en parte, la influencia actual de la sociología del conocimiento, cuyo interés está centrado en la contribución del poder mediático a la construcción social de la realidad a través de la opinión pública.
"La sociología del conocimiento, al centrarse en la importancia y en el papel de los procesos simbólicos y comunicativos como presupuestos de la sociabilidad, va convirtiéndose progresivamente en una de las temáticas-guía en la fase actual de los estudios: precisamente por eso, paralelamente, la temática de los efectos se está identificando en la perspectiva de los procesos de construcción de la realidad" (Wolf 2000: 113-120).
Cualquiera que sea el mecanismo, secreto o manifiesto, de esta función, hay que reconocer que uno de los resultados más espectaculares del efecto de la determinación de la agenda es éste: los medios de comunicación de masas son unos poderosos instrumentos en la configuración de mentalidad dominante en las sociedades contemporáneas. Podemos decirlo de otra manera: los medios de comunicación de masas tienen un papel preponderante en la manufactura o producción del consentimiento colectivo. Podemos también dar un paso más y afirmar que los medios de comunicación de masas - como consecuencia final de su papel en la configuración de la mentalidad dominante y en la manufactura del consentimiento colectivo - terminan por ser piezas claves al servicio de la aparición, desarrollo, fijación y mantenimiento de ciertos peligrosos dogmatismos democráticos que de vez en cuando afloran en las sociedades de inspiración liberal y pluralista, y cuyo efecto es la "espiral del silencio" (Noelle-Neumann 2003).




Notas
1. Cfr. Wolf 2000. Wolf 2001. McQuail 2000: sexta parte, págs. 493-560. Rodrigo 1995. Roiz 2005.
2. Para una visión de conjunto de los distintas perspectivas del estudio de la opinión pública, cfr. Monzón 2006: págs. 23-28.
3. Sartori aclara aún más; para que exista la "atmósfera de seguridad", "no basta con que la libertad de expresión esté tutelada por el sistema jurídico; también hace falta que no haya miedo. Allí donde existen intimidaciones, y donde desviarse de la ortodoxia dominante nos pone en la picota - cuando no en el destierro -, la libertad de expresión se ve anquilosada y, de rebote, la misma libertad de pensamiento resulta deformada. A excepción de unos pocos héroes solitarios, el que teme decir lo que piensa acaba por no pensar lo que no puede decir" (Sartori 2007: pág. 82 s).
4. Cfr. Chomsky 1992. Chomsky 2002a: págs. 7-53. Chomsky 2002b. Chomsky y Herman 2005.
5. En la doctrina de Lippmann podemos observar una concisión de la tesis heideggeriana sobre la "época de la imagen del mundo". Según Heidegger, en la época moderna el mundo pasa a ser imagen por la representación del sujeto. Esta representación no es directa, dirá Lippmann, sino que está mediada por los medios de información, puesto que son éstos los que determinan los mapas cognitivos del mundo exterior. Al sujeto heideggeriano le falta la "opinión pública", que responde, según Lippmann, no al entorno, sino a un pseudo-entorno construido por los medios. Como iremos viendo a lo largo de este trabajo, la agenda setting tiene mucho que ver con el problema hermenéutico.
6. Aquí podemos ver una versión mediática de la teoría kantiana de las formas de posibilidad de la experiencia.
7. Cfr. McCombs 2004: 180, tabla 6.1.




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Tomado de:
GAZETA DE ANTROPOLOGIA
http://www.gazeta-antropologia.es/


domingo, 20 de enero de 2019

THE ANIMALS FILM



(DOSSIER ANIMALES Y SOCIEDAD HUMANA.3)


The Animals Film es un largometraje documental sobre el uso de animales  por seres humanos, dirigido por Victor Schonfeld y Myriam Alaux, y narrado por la actriz Julie Cristhie La película fue estrenada en 1981.


Alan Brien, crítico de cine del Reino Unido Sunday Times , escribió sobre la película: "La película más impresionante, posiblemente demasiado dura para manejar ... llena de imágenes nunca antes mostradas, y una gran cantidad de material recién filmado a menudo encubierto, que documenta ... la degradación, explotación y, a menudo, tortura inútil de la humanidad de las criaturas que comparten nuestro planeta ... Prueba, más allá de la contradicción, que este comportamiento no es solo aleatorio o personal, sino parte de nuestra sociedad organizada, con las compañías farmacéuticas. Departamentos gubernamentales, científicos, autoridades militares, agricultores de fábricas, laboratorios de investigación universitarios, para sus propios fines egoístas, para obtener ganancias en dinero o prestigio. No sé cuándo salí de una proyección tan conmovida por el poder del cine como Un medio para transformar toda la sensibilidad de un público ".

Sobre la facticidad en términos legales, la ética y los animales salvajes




(DOSSIER ANIMALES Y SOCIEDAD HUMANA. 2)


Sobre la facticidad en términos legales, la ética y los animales salvajes
Adrian Bueno Junquero

 
Introducción1
El problema de cómo vincular la reflexión normativa, la ética y los animales salvajes ha sido ampliamente debatido en las últimas décadas desde diferentes perspectivas2. Ello no significa, sin embargo, que hallamos llegado a una respuesta definitiva. Todas las aportaciones filosóficas suman y permiten abordar la cuestión multilateralmente, lo cual enriquece tanto a la ciencia jurídica como a la academia filosófica. Ello es así por la doble referencia metodológica –filosófica y jurídica– a la que debe hacerse mención si se quiere analizar la facticidad e idealidad de la ética de la responsabilidad con respecto a los animales salvajes. Es a propósito de esta empresa filosófica que la presente investigación se interroga por la utilidad de las interesantes reflexiones y los debates mantenidos por diferentes autores como Singer o Regan, sabiendo que no es fácil pensar los vínculos posibles entre ética, animales salvajes y legislación.
El presente ensayo articula dos investigaciones complementarias: un primer análisis sobre la facticidad desde la perspectiva de la normatividad, es decir, tratando la legalidad como una especie de conjunto u orden de hechos que constantemente opera en la región de la posibilidad, y un segundo análisis centrado en explorar la dimensión ética de la problemática a partir de varios autores. A lo largo de las investigaciones se explicitarán algunos principios constitucionales como la justicia, la equidad y la igualdad, cuyo sentido jurídico será puesto entre paréntesis para visibilizar el posible sentido ético. Solo una vía ética permitiría, como veremos, abrir el debate sobre la fundamentación de las prácticas con los animales salvajes, y concretamente, si se les debe enjaular o no. A raíz de la dominación ejercida sobre los animales salvajes por medio de su inclusión en los parques zoológicos, se abrirá un segundo debate sobre cuál es la regulación que ofrece nuestra legislación aplicable y cuáles serían, al mismo tiempo, los requisitos de imputabilidad que justificarían las privaciones de libertad. Así, se pondrán en cuestión los dos regímenes de intervención: penas aplicables a humanos y penas aplicables a animales –enjaular un animal no deja de ser una pena privativa de libertad a pesar de no estar positivizada en esos términos, independientemente de cómo se haya dado–. La confluencia de estos dos ámbitos dará lugar a una reflexión común que ayudará a comprender el marco legal de actuación en este tipo de casos, lo cual será fundamental para introducir la reflexión sobre la posible fundamentación ética.

1. Capacidad de obrar y principio de legalidad. ¿Carácter específico?
El principio de legalidad imprime la imposición de que todos los ciudadanos y los poderes públicos están sometidos al cumplimiento de la Ley3. No incluye naturalmente a los seres que no pueden comprenderla. De hecho, la importancia de este principio reside precisamente en la presunción de que sólo los seres humanos pueden cumplirla porque sólo nosotros podemos conocerla. Ahora bien, siendo rigurosos, a ojos del legislador no todos tenemos la misma capacidad gnoseológica de aprehender los textos normativos. Esto es así hasta el punto que la legalidad determina el grado de responsabilidad atribuible a una persona por sus actos, gracias al establecimiento de una graduación por capas que separa las personas con plena capacidad gnoseológica y volitiva de quienes tienen parcialmente limitada dicha capacidad; así se entiende que no todos los seres humanos aprehendemos del mismo modo, y por lo tanto, no nos responsabilizamos de nuestros actos de la misma manera. Una persona disfuncional con un alto porcentaje de disfuncionalidad relativo a condiciones o capacidades gnoseológicas, a causa por ejemplo de un accidente o de una patología diagnosticada, no es igualmente responsable de sus actos que una persona con plena capacidad de aprehensión y comprensión.
Esta distinción opera también a nivel penal en la legislación aplicable y distingue las penas privativas de libertad –ejercidas sobre personas con plena capacidad– de las medidas de seguridad –ejercidas sobre personas parcial o totalmente limitadas en aspectos volitivos y/o cognoscitivos con cierto componente de reincidencia–. Pero la existencia de estos dos regímenes punitivos no frena en ningún caso el poder que tiene el Estado para poner en funcionamiento su ius puniendi –poder castigador–. En la ciencia jurídica este poder estatal encuentra su fundamento en el principio de legalidad. Y a éste le es correlativo una suerte de principio de exigibilidad que podríamos expresar con la siguiente máxima: “si se puede conocer la Ley, se debe cumplir la ley”.
De esta manera, parece que sólo los humanos podemos ser condenados porque porque sólo a nosotros se nos puede exigir el cumplimiento de la ley, dado que sólo nosotros podemos conocerla. Bajo este esquema jurídico los animales salvajes no estarían sujetos a los posibles castigos de la ley porque obviamente no pueden cumplirla. La responsabilidad recae en cualquier caso sobre los seres humanos responsables. Es sobre nosotros que recae cualquier principio constitucional reconocido en nuestro ordenamiento jurídico como por ejemplo el principio de justicia o el principio de igualdad. Precisamente porque no recae sobre los animales la posibilidad de ser castigados, ¿cuál es la norma o el principio normativo que legitima el trato que se les dispensa a los animales salvajes? Más adelante veremos algunas referencias a textos legales que devienen principales para comprender el elemento circunstancial que imprime cualquier práctica de dominación sobre los animales y que determinará, legalmente, si una práctica es legal o no.
Por el momento, no obstante, cabe afirmar que el castigo ejercido sobre los animales salvajes cuando se les enjaula no es una conducta tipificada de delito, y mucho menos, contraria al orden constitucional; no quiebra en ningún caso el principio de justicia ni el principio de igualdad. Por esta razón, cabe interpretar, ex lege, este bloque de principios constitucionales en términos específicos, es decir, como aplicables únicamente a la especie humana. Ello encuentra una justificación en la siguiente exposición de hechos: si existen leyes que regulan el tratamiento de los animales salvajes donde se permite enjaularles y éstas son vinculantes, no pueden ser contrarias al texto constitucional. Que no sean contrarias a la denominada norma suprema, significa, en términos concretos, que no colisionan con los principios recogidos en nuestro ordenamiento jurídico constitucional. De aquí afirmamos que tampoco pueden colisionar con el principio de justicia, y por lo tanto, éste tiene que ser, necesariamente, aplicable solamente a los seres humanos. De lo contrario entraría en colisión frontal con las leyes que más adelante mencionaremos y las prácticas estarían prohibidas.
En cualquier caso conviene no olvidar que sólo pueden ser responsables quienes tienen capacidad de serlo a través de sus actos. Esto lo vemos reflejado en el principio legal denominado capacidad de obrar, relativo a la facultad gnoseológica de conocer y dirigir conscientemente la propia voluntad. Este principio normativo afecta por lo tanto a todos los seres humanos cuando alcanzamos la mayoría de edad, como muestra el segundo artículo de nuestro ordenamiento constitucional. Tengamos en cuenta, como ya se ha mencionado, que dicho principio no excluye a quienes nacieron con alguna de las dos dimensiones del principio reducida –gnoseológica o volitiva–, ya que también pueden ser juzgados si cometen un delito y se les pueden atribuir medidas de seguridad por peligrosidad criminal4. Resumimos afirmando, por lo tanto, que sólo los seres conscientes de sí pueden ser legalmente condenados, siguiendo por supuesto un determinado grado y una serie de especificaciones concretas.
Parece haber suficientes indicios para afirmar que los delitos presentes en nuestro Código Penal únicamente van dirigidos a seres humanos y por lo tanto sólo pueden ser aplicables a seres humanos. Esto justificaría la no-tipificación del comportamiento de enjaular a animales y su consecuente permisividad; es comprensible que sólo puedan ser condenados los seres humanos porque somos los únicos seres con suficiente conciencia de nosotros mismos –en teoría– para poder cumplir con el mandato del principio de legalidad. En este sentido, la noción de responsabilidad desde la perspectiva legal es una noción estrictamente derivada de la noción de capacidad de obrar y por lo tanto no deja de ser una noción estrictamente jurídica y humana. La única ética posible dentro del orden legal es la ética del legislador, esto es, la ética del canon legislativo que impregna todas sus disposiciones. Que haya presos sin condena en los parques zoológicos sería desde el plano de la facticidad normativa una mera consecuencia de los principios constitucionales reconocidos en nuestro ordenamiento jurídico. Aunque esto sería discutible desde el terreno de la ética en la medida en que el deber no se justifica por el mismo hecho de hallarse reconocido en una norma. Digamos que la reflexión filosófica se torna un poco más flexible a este respecto y permite poner entre paréntesis el sentido jurídico del principio constitucional. No queda otra opción que dirigir la reflexión hacia el campo de la ética, por lo tanto. Pero antes analicemos con detalle cómo se estructura este primer plano fáctico esencialmente jurídico.
Como se ha mencionado, a nosotros se nos pueden imponer penas de privación de libertad porque somos conscientes de nuestra propia voluntad en base al principio de legalidad y seguridad jurídica5 –erigidos sobre el principio de responsabilidad basado en la capacidad de obrar–, siguiendo el primer artículo de nuestra Constitución donde se explicitan valores como «la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político». De hecho, gracias al artículo 81 de nuestro bloque constitucional podemos decir que nuestra legislación permite regular lo que denominamos human rights a través de la promulgación de Leyes Orgánicas. Nos hallamos ahora mismo en el seno de la reflexión sobre la facticidad. Ahondando sobre las disposiciones normativas que regulan este campo de problemas hemos de hacer especial mención del Decreto Legislativo 2/2008, de 15 de Abril, por el que se aprueba el Texto refundido de la Ley de Protección de los Animales. Ya en el primer artículo de esta disposición normativa hallamos paradójicamente una definición animalista que parte de la desigualdad de los animales con respecto a los seres humanos –lo cual explica que no entre en colisión con el texto constitucional–: «normas generales para la protección y el bienestar de los animales […] con independencia de las personas propietarias o poseedoras». Pero la paradoja se muestra al ver el siguiente artículo donde se explicita que el telos de esta disposición es el de «alcanzar el máximo nivel de protección y bienestar de los animales». No cabe duda alguna que estamos ante una concepción paternalista de los animales basada en una agrietada visión de los mismos, justificada, eso sí, sobre la base de una suerte de desigualdad biológica.
Veremos que la reflexión ética viene motivada por el intento de redefinir el concepto de animal, encaminada a eliminar el dominio indiscriminado sobre los animales. Ello implicaría dejar de tomarlos como objetos de meras posesiones, con las consecuencias que de ahí se derivasen –eliminación de la tipología animal doméstico, por ejemplo–. Lo cierto es que estas cuestiones se encuentran lejos de la facticidad esencialmente jurídica a la que nos venimos refiriendo. Hemos visto que la legislación aplicable concibe los animales salvajes como una especie de útiles-a-la-mano de los humanos, empleando consideraciones de carácter general y regulando situaciones que permiten entender los valores y principios constitucionales en términos estrictamente humanos. A propósito de estas vértebras legales damos cobertura nuestro sistema se encarga de dar cobertura a una especie de unidad normativa que no permite, bajo ninguna circunstancia, menoscabar el poder material de la Constitución. Esto es importante para comprender por qué no ha sido llevada al Tribunal Constitucional una Ley Orgánica que permite enjaular animales sin entrar en contradicción con los principios de igualdad; ello es así porque dichos principios están dirigidos a los seres humanos y por lo tanto los animales no son considerados sujetos potenciales. Por esta razón, este tipo de reflexiones sólo pueden ser abordadas materialmente a partir de reflexiones axiológicas, donde la ética, indudablemente, juega un claro rol protagonista.
No olvidemos que los animales salvajes encerrados en los parques zoológicos suplen el valor histórico que tenían los minerales cuando eran coleccionados por sus cualidades6. Y aunque sigan produciéndose avances en materia legal7, podríamos decir que todavía no hemos acabado de abandonar la influencia del contractualismo ético en la medida en que siguen existiendo los zoológicos. Se sigue perpetuando el maltrato al animal salvaje sobre la base de una legitimidad estrictamente legal, basada, como hemos visto, en un principio de igualdad esencialmentehumano. El animal salvaje se halla desamparado ante un ser humano que piensa la moral en términos de racionalidad y autonomía8, lo que impide tomar ampliar el concepto de justicia e incluir a las especies. Tengamos en cuenta que a pesar de la promesa de un proyecto moral común, equitativo y justo que nos englobe a todos, como bien muestra Ernst Tugendhat, no es lo mismo reflexionar acerca de la comunidad moral que pensar sobre su tamaño: “No existe una moral sin «moral community», pero qué tamaño deba tener la comunidad moral es otra cuestión.” (Tugendhat, 2004, 69). En cualquier caso parece que se torna necesaria la referencia a la reflexión filosófica en este campo de problemas. Por ello a continuación reflexionamos sobre la noción de delito y vinculamos la región de la facticidad con el campo de problemas relativos a la ética, mostrando algunas teorías que han sido fundamentales para comprender la comunidad moral que hay detrás de la existencia de los parques zoológicos y los animales enjaulados.

2. Sobre el delito moral de enjaular un animal
Actualmente la Ley no tipifica de delito enjaular un animal porque presupone que existen modalidades de “tratamiento”. Algunas serían legales y otras ilegales. Pero el mero hecho de enjaular a un animal no sería un acto constitutivo de delito. De hecho, se encuentra permitido y ampliamente regulado. Precisamente por ello hemos decidido tildar de “moral” el delito de enjaular un animal en la medida en que no es un delito legal en términos penales como sería el delito de homicidio, por ejemplo. Desplazando esta reflexión a la reflexión jurídica, diríamos que la legalidad da cobertura y permisión a enjaular animales salvajes siempre y cuando tales prácticas cumplan con los requisitos normativos. La normativa internacional de la Directiva 1999/22/CE del Consejo de 29 de Marzo de 1999, relativa al mantenimiento de animales salvajes en parques zoológicos, expone las formas de trato que han de adquirir obligatoriamente los parques zoológicos. Entre ellas, cabe destacar:
  1. «Conservar la biodiversidad»
  2. «Participación en la investigación que redunde en la conversación de especies.»
  3. «Toma de conciencia de la biodiversidad»
  4. «Alojamiento de los animales en condiciones que persigan la satisfacción de las necesidades biológicas o conservación de cada especie»
  5. «Prevención de la huida de animales.»
(Arts. 1-3 Directiva 1999/22/CE)
Aunque todos estos principios han sido recogidos en la Ley 31/2003 de Conservación de la fauna silvestre de los parques zoológicos, ello no impide que se sigan produciendo este tipo de prácticas9. Por esta razón, parece que la reflexión necesita de la ciencia jurídica para dar a conocer cuál es el régimen vinculante de cumplimiento al respecto pero necesita, al mismo tiempo, de una reflexión ética que permita abrir el debate sobre si realmente hay una fundamentación ética en el background de dichas prácticas. Por ello se exponen a continuación algunas reflexiones filosóficas de autores que se han interrogado por este fenómeno de crisis o ausencia ética.

3. Igualdad y animal rights

La famosa máxima de Singer “todos los animales son iguales” ilustra realmente con mucha precisión este intento por extender el cumplimiento de este aparente principio ético a los animales salvajes. Ahora bien, no nos olvidemos que, como dijo Hannah Arendt en La condición humana, estamos muy cerca de «cortar el último lazo que sitúa al hombre entre los hijos de la naturaleza.» (Arendt, 2003, 15). Precisamente con ánimo de no sucumbir ante la amenaza de la desaparición de la naturaleza y los seres que habitan en ella, Singer retoma la concepción moral de Bentham en torno a la igualdad y la reformula en los términos siguientes: «Este principio de igualdad implica que nuestra preocupación por los demás y nuestra buena disposición a considerar sus intereses no deberían depender de cómo sean los otros ni de sus aptitudes.» (Singer, 2011, 21). Y luego añade: «Pero el elemento básico […] debe extenderse, según el principio de igualdad, a todos los seres, negros o blancos, masculinos o femeninos, humanos o no humanos.» (Singer, 2011, 21-22). No cabe duda alguna que la pregunta por la inclusión de los seres no-humanos en la igualdad de trato reproduce el intento de incluir en la comunidad moral a los animales salvajes, ampliando así la concepción moral surgida en la época del contractualismo. La trascendencia del movimiento que inició Singer es innegable a término histórico10 en la medida en que hizo posible el planteamiento de los denominadosanimal rights (derechos animales)11. Así lo señala Regan cuando asegura que su confianza profunda en los derechos de los animales no proviene de una fe ciega incuestionable sino de una extensión de su racionalidad. Dice Regan:
Me cuento a mí mismo entre aquellos que creen pasionalmente en los derechos animales. Pero mi creencia pasional no fluye a partir de una emoción ciega o una falta de respeto a la razón, caída sobre la misantropía. Creo en los derechos animales porque creo en la teoría moral en la cual sus derechos son afirmados y racionalmente es una teoría más satisfactoria que aquellas teorías en las cuales sus derechos son negados. (Regan, 2003, XIII)

    Siguiendo la interpretación de Regan, los animal rights conforman una teoría moral basada en la afirmación racional de la comunidad de los seres vivos. Si bien también existen otras formas de atender al fenómeno de los animal rights12, es menester centrarse aquí en la teoría estrictamente moral por las consideraciones realizadas al inicio del ensayo. Ello implica seguir distinguiendo, como lo hemos hecho anteriormente, entre lo fáctico y lo moral para poder justificar el tránsito de lo primero a lo segundo –o al menos reflexionar sobre la posibilidad de dicho tránsito–. Ahora bien, este desplazamiento seguirá siendo difícil mientras sigan habiendo zoológicos en la medida en que éstos «se han convertido en un lucrativo negocio, lo que explica la cantidad de restaurantes, cafeterías y tiendas de recuerdos que hallamos en su interior» (Tafalla, 2015, 117)13.
Una de las propuestas teóricas dirigida a pensar estas cuestiones es la reflexión realizada por Donaldson & Kymlicka en Zoopolis, basada en el combate de las limitaciones fácticas. En ella se defiende un ideal moral sobre la integridad de los mismos animales:
En respuesta a dichas limitaciones, algunos abogados y activistas en el campo han adoptado un horizonte “de derechos de animales”. En las versiones fuertes de esta concepción los animales y los humanos deberían ser vistos como poseedores de ciertos derechos inviolables: hay algunas cosas que no deberían ser realizadas a los animales a propósito de intereses humanos o la vitalidad del ecosistema. Los animales no existen para satisfacer las necesidades humanas: los animales no son siervos o esclavos de los seres humanos, pero tienen su propia significación moral, su propia existencia subjetiva que debe ser respetada. (Donaldson & Kymlicka, 2011, 4)
Desde esta visión promulgada por ambos autores se defiende una suerte de deber moral que debe tener en cuenta la integridad de los animales como seres autónomos que deben ser respetados. A propósito de la reflexión presentada anteriormente podríamos decir que la teoría de Donaldson & Kymlicka extiende, a través de la reflexión moral, el principio constitucional de justicia mencionado a cualquier animal viviente, de manera que un ordenamiento justo sólo puede serlo si sitúa en un plano de igualdad a los seres humanos y los animales. En la misma línea el pensamiento de Singer observa una extensión de un principio constitucional fundamental, el de la igualdad, asegurando que la igualdad debe darse también en la región animal. Finalmente Regan ambiciosamente considera que una democracia consolidada debe positivizar el reconocimiento de los derechos de los animales para evitar el maltrato continuado de las especies.
A modo de comparación podríamos destacar el gran componente de responsabilidad de la reflexión de Singer a diferencia del carácter moral del análisis de Regan por la comparación que realiza sobre los dos mundos posibles, concluyendo que el reconocimiento de los derechos animales configuraría, en el plano de los mundos éticos, una mejor situación que la ausencia de los mismos. Tal vez Donaldson & Kymlicka estarían a favor de la promulgación de una nueva disposición normativa que pudiera dar contenido a la Ley Orgánica sobre los derechos de los animales, donde efectivamente los principios de igualdad y justicia pudieran desfragmentar el carácter limitante relativo a la especie humana y tornarse así generales, aplicables, por lo tanto, a los animales en general.
Finalmente cabe destacar una última conclusión sobre los temas analizados en el ensayo. Tal vez una reflexión hermética basada en la facticidad como conjunto de hechos estrictamente legales adquiera mayor protagonismo si se compagina con una visión filosófica que permita cuestionar los mismos fundamentos de la legislación. Lo que permite la reflexión filosófica en este sentido es abrir el campo de problemas a la dimensión ética. Solamente a través de la desfragmentación de las disposiciones normativas han sido traídas a la realidad las diferentes fundamentaciones que ofrece la ciencia jurídica en materia de parques zoológicos y animales salvajes. De hecho, como se ha puesto de manifiesto en el presente ensayo, tal vez la presunción de una tipología de animales sirva para clasificar las formas o modos de posesión que ejercen los seres humanos para dominar a los animales más que describir la naturaleza de los animales mismos. Por eso una reflexión filosófica sobre estas cuestiones ha de pretender, a mi juicio, no solamente describir el orden relativo a la facticidad sino también intentar trascenderlo con el mismo poder de ruptura que es inherente a todo ejercicio filosófico.


 
Bibliografía
 
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NOTAS
1  Si no se dice lo contrario, las traducciones son mías.
2  Un ejemplo es Forsberg, quien señala la importante evolución legal realizada en Noruega desde principios de siglo, sobre todo desde 2003 hasta 2010 con el “Parliamentary report no. 12. Regarding animal husbandry and animal welfare“, donde se explicitan varias reflexiones importantes: «Los animales tienen valor por sí mismos [...] Las personas que tienen animales a su cura deberían tener conocimiento de las necesidades del animal [...] Los animales deberían ser guardados en entornos que les proporcionen buena calidad de vida [...] Antes de incorporar soluciones tecnológicas deberían probarse que dichas soluciones no reducen el bienestar de los animales.» (Forsberg, 2011, 353). Otra de las disposiciones normativas que ha adquirido responsabilidad al respecto es la legislación de Suiza, como muestra Schlinder: «La dignidad del animal es parte de la Legislación de Cuidado de los Animales desde Septiembre de 2008. Goetschel ha llamado a esta expansión única. Aparte de las coacciones clásicas (dolor, miedo, daño, etc.) se han implementado otras preocupaciones adicionales como la humillación, la instrumentalización excesiva [...] Ello constituye una salida a la legislación clásica de cuidado de los animales y su visión pathocéntrica. [...] (Schindler, 2013, 251). Estos dos ejemplos ilustran el creciente interés de los académicos y académicas en investigar acerca de las mejoras legales que se van implementando progresivamente en nuestros ordenamientos jurídicos.
3  Véase el art. 9 de la Constitución Española.
4  Arts. 95 y ss. del Código Penal.
5  El art. 9.3 CE pone de manifiesto la garantía del bloque constitucional en torno al principio de seguridad jurídica, basado en la accesibilidad de toda normatividad por medio de su publicación en el Boletín Oficial del Estado. En la medida en que los animales salvajes no cumplen con el principio básico de la conciencia de sí, o deberían ser respetados en su integridad –en base al artículo 9 que representa el cumplimiento de la Ley, y en ella se halla el artículo 1 donde se propugna como valor supremo la igualdad–, o debería de llevarse al Tribunal Constitucional la reforma del Código Civil y declarar su artículo 322 de inconstitucional. De no aceptarse ninguna de las dos vías por argumentarse a favor de que los animales no son objeto de aplicación de la Ley, basta con imputar a quienes maltratan a los animales e incumplen los preceptos mencionados.
6  Lo que despiertan los animales en nosotros, como pone de manifiesto Marta Tafalla, viene determinado por una especie de atracción estética que conforma una sensibilidad diferente con respecto a otro tipo de sensibilidades. En este sentido, «aunque cada una de estas colecciones se define por unas características específicas, todas tienen en común la atracción estética que nos provocan.» (Tafalla, 2015, 116).
7  Uno de los ejemplos más importantes es el destacado logro de la Fundación Altarriba Amigos de los Animales, quienes han logrado la aprobación del artículo 337 de la nueva reforma de 2015 del Código Penal castiga con pena de prisión al maltrato animal no salvaje, ya sea delito de explotación sexual o delito material de provocar la muerte material. Otro ejemplo más antiguo es la Declaración Universal de los Derechos de los Animales, adoptada por la Liga Internacional de los Derechos de los Animales en Londres en Septiembre de 1977.
8  Algunos autores han sostenido la influencia del contractualismo en la defensa de los derechos de los animales. Richard J. Arneson analiza la influencia de este movimiento filosófico en la constitución de la moral y la defensa de los animales combatiendo la cuestión del mal y destacando la heterogeneidad de los males producibles, tanto para losseres humanos como para los animales. Dice Arneson: «desde que diferentes tipos de males pueden igualmente hallar el umbral, necesitamos un modo de sujetar pesos de males de diferentes tipos para que puedan ser todos sumados.» (Arneson, 2002, 327).
9  Hay quien traza un cierto paralelismo entre la tradición de los toros y la esclavitud de enjaular animales salvajes. Ejemplo de ello es Von Haugwitz en “The Animal’s Film” (1981) donde señala: «Me aparté. No tenía idea de todo esto. Ahora me doy cuenta que la tortura del toro que había visto era sólo la punta del iceberg» (Patterson, 2002, 206). Ciertamente parece haber un denominador común entre ambas prácticas en la medida en que no se toma en consideración la región de integridad de las especies; no es evidente, sin embargo, que dicho denominador común sea suficiente para determinar la presencia de una falta de fundamentación por lo que respecta a la reflexión ética.
10  Un ejemplo de la trascendencia de este movimiento es la influencia de Singer en Pierre Gasendi, quien, según Mattiheu Ricard, fue uno de los propulsores del vegetarianismo de la época (Ricard, 2015, 54). Afín a esta lectura Michel Onfray sostiene el carácter ontológico –de sustrato– del cuerpo para justificar el deber moral de no maltratar el cuerpo –se entiende que aquí “cuerpo“ hace referencia a la corporeidad en general, a los cuerpos vivos–: «el cuerpo permite conocer. Un cuerpo sensual que huele, degusta, toca, mira, oye e informa a un cerebro que construye la realidad, fabrica imágenes y produce representaciones. De ello da testimonio el sensualismo empírico de Gassendi: sólo con ayuda de esta carne llegamos a conocer el mundo. De ahí el interés por no condenarla ni maltratarla.» (Onfray, 2007, 35)
11  Este salto cualitativo también lo pone de manifiesto Tafalla, quien asegura que no podemos pensar en unos animal rights si nos los seguimos comiendo: «es imposible plantear seriamente que los animales tienen derechos si los seguimos considerando como nuestro alimento.» (Tafalla, 2004, 174)
12  En efecto, el fenómeno de los derechos de los animales es omniabarcante, puede abordarse desde muchas disciplinas. Por ejemplo, Christophe Träini señala en su obra de sociología publicada en 2011 que los primeros defensores de los derechos animales «estaban preocupados con los legisladores lobbies, haciendo campañas para incorporar leyes en las cuales se pudiera prohibir ciertas actitudes con ánimo e cambiar actitudes públicas.». (Traïni, 2011, 11)
13  Recordemos también la teoría aristotélica de fondo: «También ocurre igualmente entre el hombre y los demás animales, pues los animales domésticos tienen una naturaleza mejor que los salvajes, y para todos ellos es mejor estar sometidos al hombre, porque así consiguen su seguridad.». (Aristóteles, 1988, 58)