jueves, 21 de marzo de 2013

POEMAS DE MARÍA HELENA GIRALDO GONZÁLEZ







   La poesía de María Helena Giraldo González, se inscribe en una literatura de honda raigambre andina y colombiana. Es, a mi entender una de las poetas que se ha acercado a la tragedia reciente de nuestro país, intentando dar la palabra a los desplazados y olvidados del conflicto. Su voz, teje poemas que vienen imbricados en el tejido del dolor y el desarraigo. En ellos, la mujer como eje de resistencia vital de los pueblos arrasados; víctima y herida abierta sobre esta tierra en donde pareciera que la violencia se ensañara primero con madres, esposas, e hijas; y luego golpeara sin piedad sobre la naturaleza; mantiene su dignidad y su valor para seguir andando en medio de la guerra.



   María Helena la poeta, recoge de los escombros y las cenizas, los elementos  vitales para restituir las fortalezas a los espíritus golpeados; y como hechicera de tradiciones ancestrales; aplica el linimento en las heridas para transformarlas en semillas de esperanza, gráciles torcazas de redención.



   Se debe, no obstante, reconocer la otra vertiente vigorosa de su trabajo literario; y es la del mundo y su literatura. Ella como viajera (no turista), ha recorrido con su espigada y broncínea figura desde el sur hasta el norte del continente americano en periplos académicos y búsquedas personales de dilatada duración; va recogiendo en su alforja pequeños artilugios, piedras y raíces; tótems para el ejercicio y las ceremonias de la alta magia. Sus poemas se nutren de la historia y los mitos de las diversas culturas por las que ha transitado agregando a ella una savia fresca llena de referencias culturales y de nuevas danzas y músicas, que nos abren nuevas perspectivas al mundo.



   Psicóloga, poeta y novelista; que ha abordado la literatura de los griegos y los amerindios dotándolos de una nueva y actualizada visión; les otorga renovadas voces dramáticas dentro de estructuras noveladas, que hablan a las nuevas generaciones de sus conflictos más cercanos.



  María Helena Giraldo González, se percibe como una escritora con una voz personal, que se aquilata cada vez más, entre el rigor de sus palabras y el estudio profundo de sus temas; entre la exquisita sensibilidad y el savoir-faire; entre el grito cotidiano y la leyenda de reminiscencias eróticas; entre la nostalgia bucólica, y la voz comprometida de la mujer citadina que habita las ruidosas urbes del mundo moderno, en donde la vida se llena de nuevos colores y nuevas músicas.

O. G. R.




Para GRIFFOS DE NNEONN una muestra de sus poemas.










TIRO LOS DADOS AL AZAR




Tiro los dados al azar
Me hacen perdedora
Por un tris de nariz
Como en las apuestas de caballos
Gano o pierdo
Pierdo y vuelvo a perder
Y vuelvo a levantarme
Y a morir vuelvo
Vuelvo tres veces o más
A erguir la cabeza
Entre los que ya son cadáveres
Me echo a las espaldas
El cadáver que soy
Desde que la palabra ha existido
Tiro los dados nuevamente
Y una mueca infeliz
De cadáver viviente me visita
Hace guiños de ojos
Y de su boca
Una voz de ultratumba me invita
A hacerle compañía
Y mi sombra le responde:
Prefiero seguir jugando a los dados
Brindarle al azar unos cuantos amores
Que se hacen almíbar
Para estos huesos de bruja momificada
Que insiste una y otra vez en levantarse
Para erguir la cerviz y encontrarse con tus ojos






SUEÑO VERDE



Mis manos largas
Intentaban encontrarte
Atientas palpaba el verde que no veía
En un platanar te escondías
Sus hojas levantadas al infinito
Sonriéndole a una luna caprichosa
Que desde la lejanía
Se reía de nuestros juegos

Era una manera de explorarnos
Yo con mis ojos vendados
El eco de tu voz me cubría toda
Estremecía mi entraña
Y una dulce sensación me invadía
Me hacía reír
Con la risa de los maizales

Los ojos vendados
Hacían más emocionante el encuentro
Dando pequeños pasos
Cuidándome de no caer
El mundo entraba por mis oídos
El trino de los pájaros
El viento jugando con mis cabellos
El ruido de los bueyes
Haciendo los surcos para el sembrado
Las voces de los campesinos
Recolectando el café

Tú me recobrabas de las incertidumbres
Con tu voz de pájaro cantor
Una manera egoísta de retenerme
Una manera de decirme me perteneces
Y como decir no
Si era tuyo mi aliento

Y nuevamente
Sacudías mi entraña con más fuerza
Y un respirar entrecortado
Me hacía caminar torpemente
Sabía que tus brazos estaban abiertos
Aunque no los viera
Estaban dispuestos a tomarme toda
Aunque apenas fuera
Con una palabra al oído



RETORNO

Sus ojos inmensos
Oscuros
Como el ocre de la tierra
Vigilante en su entrega
Pero cuatro granos de garbanzos
Eran insuficientes
Para nuestros estómagos vacíos
Entonces la angustia
Se tornaba compañera
Y los ojos de mi madre
Buscaban los territorios de nadie|     
Y de pronto volvía
Con una sonrisa triste
Trayéndonos jazmines blancos
Con los que cubríamos su rostro
Retornaba de su silencio de siglos
De sus guerras primigenias
Y sus ojos iluminaban la casa
Y nosotros volvíamos al juego



LA LEJANA INFANCIA

Una luna mordisquea el último color del agua
Sonríe hermana
Prendida de la débil luz de una vela
Prendida de la infancia
Tirando de un columpio
Sonríe hermana
Que la vida apenas comienza

Ven con tus recuerdos a triturar migajas de pan
¿Dónde quedaron tus sueños
Devorados por el seco calor de Anthem?
No dejes los pasos sobre la arena milenaria
Sobre el Cañón del Colorado
Y las montañas anaranjadas de Sedona

Vuelve hermana sobre tus pasos
Y dejémonos ir como esas cometas de la niñez
Que inflaban nuestros sueños adolescentes
O esos carros de madera
En el que las lágrimas cesaban
Y volvíamos alegres a casa
A comernos el plato de lentejas
A escuchar a Arandú y a Kalimán
En medio del jolgorio de los hermanos
En medio de la perplejidad de nuestros ojos



GASTANDO LAS CALLES

Las hojas por escribir
Quedaron en blanco
Como si en todos estos años de existencia
Hubiera vivido
Chupando la sangre de otros
Martirizándolos
Con mi voz silenciosa
Con mis odios más amados
Y mis amores más terribles
Parece que hubiera caminado
Sin huellas ni territorio
Una analfabeta de la vida
Un fantasma sin nombre ni destino
Una profeta expulsada de sí misma
Una cometa que el viento arrasa
Me he dejado ir
POR los vaivenes de la vida
Me he dado muerte varias veces
Y heme aquí
Con los mismos harapos de siempre
Con los ojos vencidos
Gastando las calles
Que yo misma he construido
Con mis pasiones efímeras
Y  mis vergüenzas eternas
Por eso
Me he sepultado varias veces
Para que no se duelan
Mis carceleros y verdugos
Para no romper con el contraste
La ilusa armonía de los que sí saben
O creen saber
En qué pergaminos
Está escrita su historia



LAVANDERA

Lavaba la ropa en la quebrada
Y sobre una piedra
Estregaba las angustias
Sus ojos perdidos
Ido su corazón
En no sé qué recuerdos a cuadros
En no sé qué dobleces de sábanas
Solo veía que una sombra la visitaba
Y ella caía en un sopor
Mientras dejaba de estregar la ropa
Se llamaba Sofía
La miseria de días atroces
Le nublaba el día y la sonrisa
Pero volvía a golpear
Sobre la piedra la ropa blanca
Y una pena cerraba sus parpados
Como al resto de las lavanderas

Una lágrima caía
Y el sonido del agua
La recobraba del silencio
Y volvía a levantarse
Para mirar el horizonte
Como si allí encontrara una respuesta
Entonces yo me decía
Ha vuelto de sus viajes
Cansada de recorrer su pequeño mundo
Estaba de vuelta
La ropa lista para extender
Sobre un alambrado improvisado
Sus ojos volvían a brillar



LAS CAPERUCITAS ACTUALES

Los lobos danzan con la luna
En medio del fuego
En medio de aullidos desesperados
En noches lacónicas
En las que caperucitas hambrientas
Rompen en la espesura de la selva
Los persiguen
Los acosan en los caminos
Las abuelas tampoco esperan en cama
La cena de las nietas
Ellas visten de rojo carmesí
Los sonidos amantes de su taconeo
Los estremecen
Y la tierra cósmica
Se llena de gotas de lluvia
Caperucitas y abuelas
Con vaginas dentadas
Y movimientos voluptuosos
Los acorralan con ojos incendiarios
Han perdido la condición de lobos
Ni las caperucitas ni las abuelas
Se asustan con sus aullidos



POR UNAS RUPIAS

I

Despierto con la India
Está en tus ojos
Por eso coso mi corazón
Con hilos que evocan
Tu beso en mis pezones
Tu mar derramándose
En mi abecedario incierto
En mis arenas oscuras


II

El color de las telas de la India
Hacen que tu horizonte ardiente
Se parezca a la seducción del Minotauro


III

Quiero regatear
En las calles de la India sus telas
También tus besos rojos
Quiero que tus viajes
Sobre mi océano Índico
Acrecienten las lluvias
De la ciudad rosada
Jaipur con su palacio de los vientos
Quiero que visites mis ciudades interiores
Que te pierdas en sus angostas calles
Quiero comprarte por unas rupias
Así como lo hacían con las doncellas
Quiero regatear tu precio
Y hacerte mi esclavo
Aunque deteste la esclavitud


IV

Cruzas todos los días la ciudad
Sueño con tus ojos
Me deslizo por las rampas
Hasta el último piso
Para guardar silencio
Y contemplarte desde mi soledad
Tus ojos no me abandonan
Estoy confinada en el palacio de los vientos
Desde la zenana he bendecido tu aliento


V

En tu piel
Arrecian los monzones
Temperatura alta
Lluvias que se acrecientan
Tu cuerpo húmedo
Me evoca las tormentas


VI

Subo por los pasadizos
Secretos de tus valles
Hasta sacudir los hilos endebles
De este amor prohibido
Que me hace gemir en la oscuridad


VII

Como una epifanía
Veo tu cuerpo besado
Por un sol ardiente
De pronto una lluvia se desprende
Y se queda en los pliegues de tu camisa
Me hago carne cuando te miro
Te devoro desde la distancia
Soy del harem del majá
Su esclava predilecta
Te amo en silencio
Vendedor de pimienta
Clavos y canela
Tus olores me persiguen
Te vi recorrer
Las calles de Benarés de mi mano
Apenas éramos niños
Pero el majá me escogió para su harem


VIII

Hoy desde la zenana
Mientras las mujeres conversaban
Yo visité tu cuerpo
Mis manos olvidaron
Olvidé que el tiempo existía
Olvidé que estaba confinada
Y era imposible tocarte


XI

Cómo ser gavilán chicka
Cuervo indio
Águila hastata
Cochoa purpúrea
Gorrión canela
Y hundirme libre en tu vientre


X

Tanteo
Los efluvios de la carne
Mi cordillera de pequeñas montañas
Emanaciones
Al pie de un árbol frondoso
Que hunde sus raíces
En el suelo mineral
Que el majá cree suyo


XI

Una danza ardiente
Que agita el deseo del majá
Celebran las mujeres del harem
Rítmicos movimientos
Delante del fuego
Fuego que quema
Es tu boca que quiero probar


XII

Rompe mis vestiduras
Que yo lo consiento
Mi bosque no es del majá
Mi sangre te pertenece


XIII

Las otras esclavas
Envidian mi fortuna
Ven por los ojos del majá
No han visto los tuyos
Si ellas descubrieran
La noche serena en tus pupilas
Y tu torso desnudo
Subirían a la zenana
Como una necesidad imperiosa
De libertad


XIV

Cuando el dueño del harem
Me hace suya
Yo me pierdo en tu cuerpo
Cree que mi corazón
Suspira por él


XV

Quiero bailar para ti
No importa que este prisionera
Y que otro hombre ponga sus manos
Sobre mis senos ávidos
Ávidos de tus caderas febriles
De esa boca
En la que se derriten mis sueños


XVI

Cuando subo a la zenana
Quiero que solo tú estés
Vendiendo especias
Para que alcances a verme
Moviendo mis caderas
Llamándote
Con mi boca sedienta de ti
No sabes que estoy encadenada al majá
¿Cómo hacer para que te percates de mi existencia?


XVII

Sigue siendo el tiempo
Un sueño que no muere
Visitaré Jaipur
Quiero encontrarte allí
Ya no soy del harem del majá
Y si es preciso iré a Calcuta y a Benarés
A encontrar tus ojos en un monje










María Helena Giraldo González. Psicóloga con especialización en salud mental. Ejerce la clínica desde el Psicoanálisis.

Publicaciones:
Edición de la revista “Voces de América Mestiza” 1992.
Poemas en las revistas: Rampa, Universidad de Medellín y Ciudad.
Libro colectivo Los Octámbulos 2006.
Libros individuales de poesía: Lobos incendiarios 2007.
Novela por publicar: Dulce Cicuta.
Ensayos: Una lucida embriaguez y Discurso y poder en la escuela en la revista Ciudad 2008 y 2009. Los Talentos desde una pedagogía de la Inclusión y el Disfrute, artículo publicado en la revista virtual Iberoamericana Redipe febrero 2012.
Ha participado en antologías: Mujeres poetas de Antioquia; Ontolírica del Viento en el III
festival internacional de poesía Luis Yáñez Pachecho en Cajamarca, Perú (2011);
Vigas al Viento, poetas envigadeños (2011); Las mujeres que yo amo (algunas)
(2012)
Primera Mención de Honor en el concurso de poesía nacional Porfirio Barba Jacob del Municipio
de Envigado. Un cuento suyo se incluyó en la publicación del libro de cuentos del metro, 2011. Poemas en el suplemento Papel salmón del periódico la Patria 2011. Invitada a la fiesta del libro de Medellín 2011. Al Encuentro Internacional de poesía en Dos quebradas (Colombia), El encuentro de escritores de Filadelfia (Caldas). Hace diez años que pertenece a la tertulia los Octámbulos.

Blog: 
http://malenapoe.blogspot.com/