SALÓN DE
ARTISTAS QUINDIANOS.
2014.
“ LA LIGERA
BRUMA DE LA OPACIDAD”
(Instalación que participo en el XII salón de artistas quindianos 2014.
NO premiada, ni mencionada,
y de difícil reseña, ya que el catálogo oficial no lo hace).
¿Para qué se hace un salón de
artes plásticas?
Para promocionar una empresa
social, un paisaje cultural, un proyecto de gobierno…
Para la cita cultural del ambientillo cool de la región.
O para presentar
propuestas estéticas que hablen de nuestra sociedad, de nuestro entorno social
o espiritual; para que los artistas intenten acercamientos simbólicos a los
conflictos que como seres humanos vivimos a diario. Un salón no recurre a paños
de agua tibia, ni recetas médicas para curar nada; es la apertura de
interrogantes y de cuestionamientos que pretenden dirigir la mirada hacia los
aspectos candentes de nuestro tiempo. Un salón no puede pretender crear una
imagen de belleza y armonía regional, ya que esa grande belleza aunque existe, está en crisis y algunas raíces centenarias
carcomidas.
Cuando un salón da salida a estos
diálogos o debates estéticos, se puede decir que es un salón abierto. Cuando
las censuras no operan ––como lo han hecho en el pasado––, se puede encontrar
vetas de riqueza en los matices y los planteamientos de los artistas que en él
participan.
Ahora bien, existen instituciones
que debido a su dinámica de lobby corporativo frente al establecimiento, no
pueden asumir premios o reconocimientos a obras que pongan en entredicho la
estructura política y burocrática sobre la cual se sustentan. En el caso de un
museo en ciernes que funciona en razón de los aportes políticos y
gubernamentales, evitaría hasta donde fuese posible, obras de ruptura o
confrontación; y con sus jurados al uso, premiaría obras en donde el componente
revulsivo no fuese demasiado obvio. De esta manera, se tendería un manto de
opacidad sobre el salón y dejaría las obras más polémicas en un segundo y
tercer plano.
Afortunadamente, la gente que va
a los museos o galerías, en buena parte, ha tenido cierta formación estética,
por afición o porque de una u otra manera está en el medio de las artes. La
información que se encuentra hoy en día, está al alcance de la mano para el que quiera, con un poco de curiosidad y de tiempo, hacerse a una mediana ilustración.
Podríamos concluir que, es en última instancia el espectador bien informado es
el que de veredicto final.
¿Qué busca un jurado decente e
imparcial, para destacar en un premio de esta categoría? ¿Originalidad, ideas,
o técnica? esa es la pregunta que nos hacemos. Si como le oí decir a una de las
directivas del museo, los jurados decían que esta o aquella obra tenían cierto tufillo a Déja vu; y que como tal no tenía muchas posibilidades; entonces esta triada de
jurados, fue a las riveras mainstream y
de paso en comodidad, premió obras que ya en el panorama nacional e
internacional estaban realizadas y contra realizadas. Ejemplo:
"Los males necesarios"
Jorge Agudelo Lopez
OBRA GANADORA DEL SALON DE ARISTAS QUINDIANOS
Se parece mucho a:
IZQUIERDA: OBRA DE JOSEPH CORNELL(1943) / DERECHA OBRA DE DAMIEN HIRTS "BOTIQUIN". 2000
Plagiadas y con remakesde tercera generación. Este solo ejemplo y el articulo al que vincula el link, daría por terminada la discusión. No valdría la pena insistir en el tema. pero sigamos.....
En el arte hay que decirlo, casi
todo se ha hecho, (y digo casi todo, ya que si bien en los aspectos formales del
arte presente o futuro, la técnica informática
esta al orden del día; en el campo de las artes representativas y conceptuales,
no se pueden encontrar fácilmente obras que no tenga un referente directo en el
arte de la modernidad y de las vanguardias). No solo en Colombia, ni en
latinoamerica. El arte mundial, ha entrado en una etapa de hibridación acelerada
por las autopista de la información que casi cualquier cosa puede encontrar
replicas honestas y otras intencionales; es solo dar una vuelta por la web para
encontrar decenas, sino centenas de estos ejemplos. Todas las obras del salón
tenían hipervínculos claros con obras de artistas vivos y fallecidos y por lo
tanto, bajo estas premisas, no se podría decir que una obra fuese más original
que otra. Lo que debería llamar la atención de un jurado sería la utilidad
creativa que se le dé a esa tradición, respetando claro esta, las referencias originales, e impidiendo la insistencia desvergonzada en el cliché. La posibilidad de generar ideas nuevas y
actuales dentro de un ejercicio de la plástica a partir de obras emblemáticas e historicas. Ya A.C. Danto decía que en el arte contemporáneo los siclos recomienzan y la apertura para todas las ideas y las técnicas están
al orden del día. No se puede pretender que prime una tendencia, o una
técnica, porque ya todas están de alguna manera asimiladas por el medio.
Cuando las vanguardias fueron fagocitadas
por el museo, cuando las corrientes más reacias al establecimiento se convirtieron en parte de la doxa; entonces a los artistas les quedaba pocos caminos y
alternativas a seguir: se convertían en técnicos especializados de la sociedad
del espectáculo o se retiraban y se convertían en rebeldes en los extramuros.
Ahora está planteado el tema desde este punto de vista muchos teóricos como José
Luis Brea. En su conocida y comentada obra El tercer umbral (2003) plantea esta dicotomía. El artista, a nuestro pesar, cada vez más se convierte
en un especialista cuyo campo se encuentra en la sociedad de la información. Al
ser neutralizados una buena parte de sus postulados críticos, el artista deviene
en publicista y entertainment, en
armador de shows y en funcionario simbólico, cuando no, en chef de haute cuisine. Al parecer en nuestro
país una buena parte de los artistas y de la academia se ha plegado voluntariamente
al postulado del artista como un técnico y operario dentro de la sociedad del
espectáculo; otros han escogido la vertiente pragmática y estructural del
artista como funcionario. Es de obligación mencionarlo ya que afortunadamente
en nuestra región, vemos colectivos de jóvenes artistas ––que por cierto no
fueron reconocidos por los jurados ya que sus obras fueron señaladas con
menciones muy diluidas–– que resiste y da una buena demostración de lo que es
el arte en pleno ejercicio de crítica social y conceptual; arte que
para otros críticos de mayor solvencia intelectual e independencia, es el arte
que a pesar de todo, prevalecerá.
Había obras importantes que por
su calidad técnica merecían premio. Había obras que por su calidad conceptual
merecían premio. Una de ellas solo fue reconocida con mención y a las otras ni se
les mencionó. Este salón, aun teniendo obras que expresaban originalidad y actualidad, fue
enmascarado por un ligero velo tejido por sus jurados. Pasaría por anodino y por
salón de té. Pasaría, si esas obras
no estuviesen ahí. Estaban ahí y estuvieron ahí; pero no fueron registradas ni
siquiera audio visualmente. Ese tipo de obras se quedan en la retina de los
espectadores como fantasmas inteligentes y ruidosos en una casa de colonización
antioqueña. Preferimos mil veces esos poltergeist
desterrados de la historia plástica de nuestro departamento, que las
estampillitas empacadas al vacío y descafeinadas para paisaje cultural cafetero
y parque temático, que trataron de vendernos los jurados.
(Obra no premiada, ni mencionada.
De difícil reseña ya que el catálogo oficial no la registra).
No pudimos averiguar el nombre del artista o la artista.
Los poltergeist comienzan a ser más interesantes, bajo cierta bruma de opacidad.
Vemos que en el pasado salón de
artistas quindianos, la gran mayoría de las obras críticas, problemáticas e
incomodas, quedaron reducidas a un segundo plano y se le dio protagonismo a la
obra light. Entonces queda la impresión
de que no hubo censura, pero si un refinado ejercicio de pasteurización. Dando
de esta manera la sensación de un salón edulcorado;
exposición en donde el espectador que fue a ver las obras tuvo que encontrar lo
importante y significativo detrás de una cortina invisible.
De otra parte, sabemos que el
ejercicio de quitar el velo corre por cuenta de quienes tienen la obligación de
hablar sobre ello. Eso es lo importante;
los artistas verdaderos no participan en pro de un premio; participan para
decir, expresar, impugnar, mirar de manera crítica la realidad. No para
enmascararla, ni para suavizarla y mucho menos para maquillarla. El arte crítico,
como el apóstol Tomás, va directo a la herida y mete el dedo en la llaga. El
arte del que hablamos no es la publicidad para el paisaje cultural cafetero; (bella
publicidad que sirve a los funcionarios museísticos y los políticos que utilizan
dicho eslogan como parte de su arsenal propagandístico). El arte NO va
detrás de los eslóganes y consignas; crea su propia campaña de fuerza y de espiritualidad.
El arte no se aísla; entra en la fiesta con la máscara de la muerte
roja, como en el cuento de Poe. No para epatar mediante la violencia; sino para
dejar en claro que, esa violencia que se oculta detrás de los estamentos del
poder (viejos y nuevos), y que como momias y zombis de Walkin Dead siguen marchando y bailando; constituyen la verdadera
peste enemiga de la paz.
Matizando y aligerando las ultimas lineas, coincidimos con la politóloga belga Chantal Mouffe que en esa arena de confrontación simbólica:.."Lo que se necesita es por tanto una estrategia cuyo objeto sea desarticular la hegemonía existente por medio de una serie de intervenciones contra-hegemónicas, para establecer otra más progresiva gracias a un proceso de rearticulación de elementos nuevos y viejos en una diferente configuración de poder"
"Café Amargo"
Obra no premiada, ni mencionada.
Y de difícil reseña ya que el catalogo oficial no lo hace
Es de lamentar que unas buenas
obras, en lo técnico y lo conceptual utilizasen el vocabulario de la clase
política tradicional. Una jerga que por desvalorizada y manida no debería ser
usada por los artistas; eso devaluó sus obras ya que las puso al nivel de una crítica
politiquera. Eran buenas obras, pero hubiese sido importante haber elegido
otros títulos, para no caer en la crítica coyuntural de quienes ocupan una
buena parte del espacio mediático que copa la atención del imaginario público. Y
no nos referimos a utilizar un título, para mediante un ejercicio de ironía
cruzar de significados una obra. En efecto, sabemos que, si se utiliza un eslogan, palabra, etiqueta o
consigna, que ha sido gastada por las castas políticas tradicionales en pugna
por el poder; esta pierde efectividad semántica y evocativa. Desde GRIFFOS DE
NNEON creemos que una de las muchas funciones de las artes es la de empoderamiento
de la sociedad civil frente al estatuto de la política. El artista sabe que su crítica
va dirigida a vulnerar una parafernalia estética en la que se ampara la comparsa
del establecimiento. El artista en confrontación, muchas veces, enfoca su batería
contra esa superestructura de símbolos mediatizados por la prensa oficial y las
cajas de resonancia del Golem alienante. Y es, desde esta posición, en donde se
puede intentar crea un nuevo código poético. De alguna manera el capital se hace espíritu de mercancía y dispone de la más alta estrategia publicitaria; el arte se hace resistencia y dispone de símbolos en rebeldía.
El debate siempre está presente. Este es uno de los postulados que desde Griffos de NNeoNN hemos
planteado en contra del comisariato enquistado en las oficinas
burocráticas de la cultura. Estos
comisarios están para hacer relaciones públicas, apurar recursos y hacer dinero
con los impuestos de los contribuyentes; no para declarar conflictos estéticos
o conceptuales frente a quienes les dan de comer sus pardas lentejas. Ahora, en
nuestra región, se está dando un caso muy recurrente; la coincidencia de
intereses entre algunos representantes de la academia más obsecuente y
decadente con los representantes de la clase política en las corporaciones
culturales. Y debemos aclarar de nuevo que se trata de algunos sectores; los mismos que van detrás de los
presupuestos públicos de las universidades en franco maridaje con alcaldes y gobernadores de todas las pelambres. Aquellos, a quienes se
destinan los jugosos contratos que las secretarias de cultura tienen para los conmilitones
de sus afectos. Que "esclarecidos" funcionarios del Alma máter, se plieguen a los intereses de quienes ejercen
desde las corporaciones culturales y museísticas para llenar sus faltriqueras y de paso opacar la obra de
artistas independientes, es algo que no encaja. Al paso que vamos…
El balance, a pesar de lo
anterior (es decir a pesar de premiaciones cuasi-institucionales para una
corporación en busca de aportes políticos, que estaba impedida de presentar en
prensa, obras más contundentes y significativas). Es positivo; se pueden ver trabajos serios, búsquedas y procesos en torno a la plástica local. La organización se podría decir que más o menos
eficiente; y a pesar de un catálogo que deja mucho que desear, ya que no se
justifica que un salón de artista tenga un afiche y un un brochure para salir del paso, cuando para la realización del mismo
evento, se invierte un poderoso presupuesto; es algo que deja un prurito de vergüenza ajena. Una
muestra más de la falta de tacto en el ejercicio de la cleptomanía, que ya debería
estar reducida a sus justas proporciones puesto que tiene dilatada historia. Falta
de visión a futuro; no de presupuesto ––porque lo había––; simplemente se requería
el gesto; el hecho de mirar las artes
plásticas del departamento del Quindío con respeto. Respeto que pasa por un
catálogo decente. Un catálogo en toda regla, donde al menos se muestren todas las
obras seleccionadas como en anteriores ocasiones se ha hecho; para que quede
constancia en fotografía, de lo que allí se expuso. Hubo artistas que desarrollaron
trabajos a conciencia, invirtiendo con más generosidad que lo gastado por este
colectivo de funcionarios y enchufados en los papeles testimoniales. Claro está,
que la respuesta a estas inquietudes es la misma de siempre: “No hubo
presupuesto”. Volverlo a repetir es nuestra obligación, no puede ser que en
este departamento, tenga más importancia cualquier verbena
sandunguera con puñaladas al despecho en carrilera; cualquier aquelarre reggeatonero
con nalgas estroboscópicas en convulsiones de perreo; cualquier espectáculo de
plaza de Bolívar con replicante de baladista periclitado y bien muerto, salido
de la factoría de un reality show en
tarima publica; que un salón regional de
artes plásticas en donde el imaginario estético de una región participa con sus
artistas (Algunos pueden creer que nos ponemos duros con estos comentarios...¿quieren ver algo duro? vean cualquier videoclip de Lana Del rey). Los presupuestos al Panem et
circences también deben tener un límite y no deberían guiarse siempre por “exquisitos” gustos de las familias, tribus y gangs que se han hecho con el botín de
la cosa pública.
(Afortunadamente por los lados de la Madre Patria….parecen llegar
vientos renovadores e inspiradores. La sociedad civil de la Iberia y muchos de
sus artistas, están mostrando caminos…pero esa es otra historia que requiere de
ciudadanos en camino de conciencia, no de rebaños Matrix).
P.I.B. Producto interno bruto. Pintura de Omar Garratz.
Obra no mencionada en catálogo oficial.
No encaja con las políticas de lobby del museo.
También, por que toda la pintura ha sido desterrada
de los preceptos conceptuales de los curadores que posan de vanguardistas.
Para los artistas del Quindío, quienes con obras de buena factura y alto valor simbólico participaron en el salón; y para los otros artistas, que siguen creando desde la soledad de sus talleres o participando de colectivos de la plástica, y que todavía creen en el arte como elemento estético de conocimiento, de búsquedas espirituales y crítica social.
De parte del colectivo de GRIFFOS DE NNEONN:
¡Sinceras felicitaciones!
GRIFFOS DE NNEONN.