domingo, 14 de diciembre de 2014

“METAL-RIFF PARA UNA SIRENA VARADA”













“METAL-RIFF PARA UNA SIRENA VARADA”
Novela
VOL. XIX. 
COLECCIÓN AUTORES QUINDIANOS.
2014

(Breve reseña y agradecimientos)



Esta novela, que había sido finalista en varios concursos literarios nacionales (Cámara de Comercio de Medellín. 2013. Entre otros), sale de imprenta y se suma a la colección de autores quindianos. Es una obra cuyo eje temático y conceptual está centrado en la influencia  musical del Heavy metal en los grupos de rock de los años 80 y 90 en la ciudad de Bogotá. Metal-Riff tiene elementos de  novela generacional ya que busca acercarse a los dilemas estéticos y espirituales de una juventud que creció bajo el estigma de la guerra y la violencia. Es, de otra parte, una novela del amor extraño; amor incubado bajo el efecto de la psicodelia y la paranoia; entendiendo que el amor que nace bajo el fragor del metal-rock adquiere connotaciones de enfermedad espiritual. Sentimientos heridos y golpeados en las carreteras aceleradas  de la música rocanrolera.

Si la novela decimonónica utilizaba el desarrollo de la trama y las tensiones de los personajes como plataforma de expresión; poco a poco, la novela moderna dio paso al personaje como creador de un universo textual; su filosofía vital, su circunstancia existencial. Ya en la novela postmoderna es el montaje más que la escritura unidireccional la que va mostrando los engranajes de una fragmentación que muestra sus líneas de fuga. En Metal-Riff cada una de ellas converge en un horizonte que se pierde en la poética de un grupo musical que canta para resistir y para intentar crear una luz en medio de la confusión; un foco que ilumine una carretera nocturna por donde transitan los fantasmas de la libertad.

En esta obra conviven tres novelas. La novela motor, como un engranaje de dinámica dramática; la novela del autor, conformada por una serie de textos paralelos a la línea principal en donde se diserta sobre el acto de escribir y sus complejidades; y la tercera novela, que es suma en donde se aspira a una poética en comunión con el lector. Una poética de encuentro que descubra nuevas imágenes, ideas y sueños.

A pesar de los inconvenientes burocráticos, políticos y económicos para su edición, esta novela ha logrado ser editada gracias al apoyo del Comité Editorial de la universidad del Quindío. En especial gracias a los esfuerzos del periodista y escritor Ángel Castaño Guzmán, quien a la par de su labor como gestor cultural, desde hace un par de lustros viene perfilándose como una voz lúcida e independiente dentro de la crítica literaria del eje cafetero; ya que sus textos––en donde se pueden descubrir el notable ejercicio de estilo que da el sedimento de lecturas bien asimiladas––, ocupan espacio de importancia capital  dentro del panorama literario nacional.

Mención especial para la desinteresada y meticulosa labor de corrección de estilo del escritor Hugo Hernán Aparicio, quien con sus observaciones puntuales, me ha hecho depurar el texto hasta hacerlo llegar a sus límites expresivos. Un acercamiento en forma de ascetismo y rigor correctivo; esto me ha servido  para perseverar en el empeño que desde hace mucho tiempo intento: una  prosa como forma extendida de la poesía: prosa que desde  su incertidumbre;  puede y  debe buscar una concentración de la expresión. Prosa poética, que en determinado momento, pueda dibujar todo un panorama psíquico, dejando abierto al lector el paisaje de la vida interior de sus personajes; además de una experimentación con la que intento  bordear las fronteras de los géneros; allí solo me guía una brújula averiada sobre un mar de olas negras y pesadas.  Mirada externa y rigurosa la de Hugo Hernán Aparicio, que es de agradecer, ya que los escritores por la cercanía con el objeto de su creación a veces perdemos distanciamiento y objetividad en el tratamiento del texto como organismo que tiene sus propias reglas y medidas; y en esa pérdida estamos abocado a encontrarnos con el error.

Por último, desde esta revista virtual agradezco la lectura crítica del escritor y académico risaraldense Rigoberto Gil Montoya, quien generosamente ha escrito un amplio texto que da luces, contextualiza y muestra algunos vínculos estéticos y conceptuales de la novela; lectura que pondero, no solo por la calidad del escritor ––quien por estas fechas cosecha una serie de bien merecidos reconocimientos–– sino por sus calidades humanas. Académicos como Rigoberto Gil Montoya, que se acercan a la literatura no desde el pedestal de una catedra, sino desde las dolencias espirituales y cotidianas del ejercicio del escritor, son los que hacen falta a las nuevas generaciones de escritores de nuestra región.

La obra Metal-Riff para una sirena varada, estará disponible en todas las bibliotecas del departamento y otras bibliotecas del eje cafetero en los próximos meses; es mi intención, hacer presentación puntual de la misma en  Relata Quindío, café trilingüe de la Alianza Colombo-Francesa, universidades, colegios, y otros espacios literarios y culturales de la región y del país.

Omar García Ramírez.

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