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domingo, 1 de enero de 2023

“LA INCOMBUSTIBLE SALUD DE ALGUNOS POETAS…” BY: OMAR GARCÍA RAMÍREZ

 

OBRA DE:  AYKUT AYDOGDU



“LA INCOMBUSTIBLE SALUD DE ALGUNOS POETAS…”



"Tengo más fe en mi plomero que en el ser eterno.

los plomeros hacen un buen trabajo.

dejan que la mierda fluya".

Charles Bukowski


Sin invitación habéis oído mi soliloquio. 

Soportad entonces mi Anatema. 

Austin Osman Spare


Un fantasma recorre las páginas de medios culturales…

Una preocupación merodea y salpica las paginas de los nuevos soportes …

Una compleja problemática se ha vuelto trending topic...

La actualidad de la poesía es abordada en los periódicos, los hebdomadarios, las revistas de la corporación y algunos medios virtuales.

La salud de la poesía…

Y la incombustible salud de algunos poetas…

Preocupados algunos académicos se peguntan por el futuro de la poesía. Angustiados, algunos escribanos y Tartufos que acaban de salir de la lata, llegan a insinuar que eso de la poesía es una abominación del mal gusto y demodé. Algunos siameses alados y entrados en carnes, ponen el grito en el cielo cuando ven que algunos especímenes de esa horda todavía sobreviven en los nichos literarios.

“¿No habían sido destruidos por la plaga?”

“¿Acaso no habían sucumbido a las enfermedades?”

“Pero es que algunos ni siquiera se vacunaron. Malditos negacionistas y conspiradores. Será posible que todavía estén caminando después de las dietas brutales de anfetaminas, alcohol y drogas que suelen administrarse estos señores…los de la poesía, o esa cosa que llaman poesía…”

Y agregan:

“Después de los desenfrenados carnavales sexuales llenos de aberraciones y libertinajes; de los festines y banquetes de costumbres heterodoxas. De las prácticas non sanctas importadas de todos los confines de la tierra y adscritas cierto tipo de filosofías heréticas….

¿Cómo sobreviven a esos aquelarres?

¿Qué comen además de bayas lisérgicas y daturas solanáceas?

¿Cómo se visten?… ¿Compran en Carulla o se aprovisionan en los almacenes del Ejercito de Salvación? Osan transitar las calles como punketos ilustres y parece que son inmunes al ridículo. ¿Acaso también están blindados contra la descarga cerrada de la fusilería que viene de nuestras academias?”

 

Ah…

¡Somos los arcabuceros del método!

¡Somos los carroñeros del pensum!

¡Somos los diseñadores del canon!

¡Tenemos el culo cuadrado y el escroto perforado!

 

“¿A qué se dedican?” preguntan en coro…

Y ellos mismos responden:

“Son estafadores, partidarios del librecambismo, escriben en las redes, mantiene blogs de dudosa reputación, paranoicos zamiszdats, hacen películas pornográficas, diseñan campañas de fake news, son hackers, piratas del código…”

“Todo lo rayan todo lo manchan. Son como niños con acuarelas y papeles. ¡Pero si todavía escriben con lapiceros kilométrico y parece que nos los para nadie!   También, hay que decirlo… algunos utilizan plumas Parker de oro y de platino. Juro que he visto a uno de estos especímenes sacar una estilográfica Mont Blanc en un exclusivo restaurante y escribir sobre una hermosa libreta de cubiertas de cuero..”

“Pero… ¿Cómo insisten en esa parcela oscura de la literatura?”

“Se auto medican con destilados psicotrópicos que los mantienen aislados en su nube artificial… (comfortably Numb). Varios de estos tipos son experimentados psicónautas que enseñan a la juventud estas tenebrosas travesías; viejos aberrados ídolos de alguna secta de Cthulhu…”

“¡¿Dónde está la cicuta para ellos?!”

“¿Acaso no fueron expulsados de nuestras ciudades ideales? ¿Acaso no fueron cancelados y censurados en nuestras asociaciones? ¿Acaso no les aplicamos el Shadow Banning de la corrección política?”

“¿En nuestras flamantes clínicas psiquiátricas no fueron sometidos a radicales lobotomías, choques eléctricos y atiborrados de pastillas? Preguntan golems de inmaculadas batas blancas”.

“¿Viven del aire? ¿Fornican en el aire?” Preguntan los neoescolásticos.

¿Acaso, muchos de ellos no fueron exorcizados?”

¿Capricchi en violines de Paganini?...

¿Sigilos de A.O.Spare en las puertas de sus chozas?

“¿Acaso, desde los pulpitos de nuestras iglesias no fueron objeto de severos anatemas?”

“Tienen tratos con demonios y elementales que hablan en la melodía de su neuma. Sé de uno que conoce las  artes del nigromante y habla con el espíritu de Giordano Bruno.  De buena fuente conozco la historia de otro que, en forma de Íncubo-Súcubo adormeció la lengua a uno de los nuestros…lamentablemente perdimos a uno de los mejores lingüistas y hermeneutas de nuestra abadía…traducía el arameo de los palimpsestos en los Rollos de Qumrán y hablaba con fluidez en varias lenguas muertas y algunas hasta podridas; decía, no sé si con ironía, uno de sus partenaires más extremos”.

Un burócrata travesti; gorda morsa rosada, más escéptico que indignado, agrega: “¡Bah! son tonterías, dejémonos de supercherías, son una plaga que ya debilitada, no es invasora…pero debemos ser precavidos, mantienen su osadía… y todavía guardan ponzoña y veneno en sus diatribas…Sí son peligrosos… Sobre todo los que sabemos… esos que no juegan a nuestros melodramas Drag queen de la maldita primavera. Con que gusto se relamen la sangre en las refriegas…cuchilleros orilleros, peleadores de burdel.”

 

Y de nuevo se preguntan:

“¿Van a los mismos bares a donde acudimos a embriagarnos?

¿Se acuestan con las mismas cortesanas que nos esquilman?

¿Se llevan a nuestras alumnas preferidas de paseo veraniego

                                                                           a las islas vírgenes?

¿Trabajan sobre los instintos núbiles de nuestras elegidas?

Los muy sátiros...

¡Seducen a nuestras secretarias!

¡Miran de reojo a nuestras jamonas esposas!

¡Les miran el culo a nuestras jamonas esposas!

Mientras cantan esa balada de trúhanes irlandeses inmortalizada por viejo Joyce: La galleta estaba dura como un mulo, la cecina tan salada como el culo de la mujer de Lot, ¡oh Johnny Lever, oh, oh Johnny Lever, oh!...”

 

Algunos Señores de columna y críticos de postín

Se preocupan por la salud de algunos poetas:

“Vimos uno que esta re-flaco y parece que aguanta hambre…

Duerme sobre una hamaca y se cubre con un tapete de arpillera…

Y exhala un tufillo de mariguana que le precede…”

 

Y a otros señores; los que practican la política de profesión y sin remordimiento, acomodados y enganchados como rémoras al buque insignia de la corporación; les preocupa las costumbres licenciosas y las practicas consensuadas en ceremonias privadas que suelen practicar algunos de los integrantes de esa secta cismática: 

“Lo vi, con este ojo de vacuno que ha de cortar la navaja del perro andaluz… ¿Van detrás de ninfas y lolitas con aires de princesas rusas? Uno va con una modelo veinte años menor… ¿Qué se cree? ¿Acaso la reencarnación del mismísimo Humbert Humbert navokovniano? ¿Tiene ínfulas de Lewis Carroll con licencia para acariciar conejitos lisérgicos? Y aquel que practica la fotografía y expone en algunas galerías ¿de qué va? Acaso se cree David Hamilton con el objetivo de su cámara empañado en el vaho de su aberración… ¡Escandalo! ya no respetan; pasean por los parques mostrando ese ondulante y priápico caminar de sátiros victoriosos; repulsivos exhibicionistas camaleones”.

“Mira… el otro día vi a uno de esos poetas con aire de beatnik; pasado y repasado en heroína. Legión de los nuevos comensales invitados al almuerzo desnudo; van en trip con mirada de lunáticos a sus aquelarres de juegos brutales como demonios anarquistas a la caza de un funcionario…te lo advierto; mantén distancia... son de temer”.

 

Otros señores…

Los de la rama economista; los keynesianos adocenados…

Los Adammitsonianos…

Tratan de indagar en sus cuentas corrientes:

“No puede ser que algunos no estén ya en la cuneta

¿Acaso ese que ves allí, muy bien vestido, es un poeta?

¿No deberían estar mendicando en la calle cubiertos de harapos?

¡Pero si aquel viste Armani y Balenciaga!

¡Y aquel otro calza botas canadienses muy cool de red camel!

Y ese de allá va con una trench de Burberry

                                                         última temporada otoño primavera.

Y ese otro rozagante como atleta… ¿No debería estar ya en el hospicio? Tienen cuero duro estos sinvergüenzas. Parecen saurios de otra época que nadan ondulantes sobre el estuario de la cultura…”

 Y vuelva y dale:

“¿Son sus amigos los mismos nuestros?”

“¿Frecuentan los mismos teatros?”

“¿Se embriagan con chicha y aguardiente como todos, o con vinos exquisitos?”

“¿Cómo pueden existir en la infoesfera? ¿Cómo pueden merodear en la esfera pública, si algunos ya ni siquiera escriben? Se han refugiado en el bosque Walden con sus perros y sus gatos; y otros más caminan borrachos sobre estelas, en la mar de los sargazos”.

 

Señores…

Caballeros…

Citando oportunamente a Groucho:

“Perdone que les llame caballeros pero es que aún  no les conozco bien”.

Ustedes, ramito de perejil en medio de toda la mierda del mundo...

Diseccionando cadáveres exquisitos en las morgues de la inmortalidad.

No se preocupen por la salud de la poesía y la de algunos poetas; o si en su parroquia nadie entiende el oficio y las costumbres de aquellos extraños forajidos. Cada uno se la busca y rebusca picoteando por ahí, como diría Fiol. Y poco les importa a ellos si el grueso del rebaño Matrix va, o no va, a sus recitales. Además... ¿a cuales recitales?...¿Es que eso todavía...?

La poesía a veces grita; cuando toca. Pero casi siempre susurra. (Tratamos de ser discretos; intentamos ser discretos... Pero como diría Lezama y Piñera...¿Cómo mover la máquina poética sin que chirreen algunas piezas del engranaje?)

Esos lunfardos lunáticos hace tiempo que aran en el desierto y como viejos beduinos No tienen miedo al sol o a la intemperie.

Preocúpense señores…

Por la salud de sus riñones…

Por la salud de sus pulmones…

Por la salud de sus criadillas…

Por los forúnculos de sus cuadrados culos de funcionarios…

 

Algunos poetas como viejos clochards

Saben resistir bajo la peste y la guerra.

Las diversificaciones de vocación hoy son

moneda corriente y de obligatoria carrera para los talentos.

De tal manera que…

Algunos van como luminosos ermitaños 

acompañados de los duendes de los bosques…

Otros bien vestidos

con el estómago salpimentado en ostras y vino caliente

                                                  con una laptop 128GB en bandolera;

miembros del equipo que programa la I.A. W.A.S.P. de (Whishful automatic Spanish Poet) entrenada con textos de escritores del Siglo de Oro español.

La mirada templada y perfectamente preparados para las ventiscas.

Y caminan solos, inmersos en su kurda vegetal…

Mientras ustedes buscan  escampaderos

                                                bajo los aleros de las ciudades grises…

Ellos caminan impertérritos contra las tormentas

                                                bajo tornados de cizaña y lodo.





jueves, 13 de enero de 2022

“Cámara Obscura”

 





“Cámara Obscura”

(Poema)

Adriana Lorena Robledo

 

1

Dice que me estire cuan larga soy…

Que gire y muestre mi grupa morena…

El aire en su estudio, enrarecido por un olor vegetal dulzón.

Su cámara con potente objetivo

                                                            reposa en el trípode…

Mira la escena como un monje mecánico y abstracto.

Me dice que muestre mi girasol maduro…

Mi mándala que gira bajo luz lateral de una ventana.

Que respire acompasadamente

                                                 mientras acaricia con sus dedos largos

                                                                            la sombra carnal de mi entrepierna

Un río de lava coralina comienza a bajar…

Un hilo de seda luminosa

                                          se tensa sobre el catre del fotógrafo.

 

2

 

Has puesto rosas en el jarrón.

Una botella de vino se alza en contraluz.

Esta es la segunda sesión.

Me siento sobre una silla

                                               que se mece…

Un gato blanco lame de un plato de leche.

Paseas por el estudio mientras termino de

levantar mi falda de cuadros verdes y rojos.

Te sientas frente a mí

Como un sátiro refinado mientras fumas de una pipa aromática.

Me dices:

Levanta la pierna y pon tus manos atrás de la nuca.

Yo respiro…

Y sueño, mientras comienza a disparar

                                                               el mecanismo de su cámara.

3

 

Terminaste con dos rollos.

Pasaste de la analógica a la digital.

Me pongo un abrigo negro, una bufanda gris…

No llevo nada más debajo.

Hace calor….

Me ofreces una cerveza fría.

Abro mis piernas, columnas que arden bajo la luz de la tarde.

Te metes debajo del compás y abres el diafragma…

Apuntas en cenital hacia mi armiño suspendido…

Cuadras velocidad de obturación…

Y luego dices con impetuosa voz:

                                                              ¡Orina!

 

 

4

 

Lavas mi espalda con una toalla húmeda y perfumada.

Me inclinas sobre la mesa.

La cámara de video está funcionando.

Cruzas la toalla alrededor de mi cuello

                                          al tiempo que azotas con fuerza mis nalgas.

La cámara lateral graba el suplicio.

Pero eres perfeccionista

y cambias de ángulo cada 30 segundos.

Terminas ubicándola al frente para que se pueda ver la expresión de mi rostro.

Ahora aprietas más fuerte y embistes…

                                                                siento que pierdo el sentido.

Aflojas un poco, solo un poco…

                                                     Antes de un suspiro con fundido a negro.






viernes, 27 de marzo de 2020

VOLVIERON LOS VENADOS.....









Volvieron los venados………………


Volvieron los venados
los zorros
los pumas
las ardillas
a las ciudades silenciosas…
Algo les llamaba desde su santuario en el límite del miedo.

Silencio
Aire puro abastecido en el viento de una
                                                                                   
                                                                             arquitectura abandonada.
Ellos vienen a ocupar su puesto.
nosotros los vemos llegar
                                                como fantasmas que habitan
                                                                           una casa a punto de ser demolida.



2

Si miras desde el balcón hacia el parque...
Veras que los arboles
                                       ondean en una danza silente…
Con sus hojas cantan
y la aves con sus alas, ahora conforman su única música.

Como si nuestro silencio 
hubiese despertado a sus cantores.
Inquilinos
de las flores y las ramas…

Nosotros
Ahora, solo eco…
                                 Asomamos al balcón
                                                                   aplaudimos como niños.


3

Lejos
Los dos…
Entre un fulgor la palabra llega...
Aliento…
Beso de abecedario multiplicado sobre una pizarra abstracta.
Caricia de poema girasol.
Fuego de diamantes líquidos en los bordes de una joya constelada.

Sentado en la ventana
miro al animal que entra a comer flores en los jardines enlutados.
Afino la mirada.

Hago un zoom sobre su hocico azucarado en el roció.
Ojos nerviosos
                              en el frío de la mañana.

Puedo sentir su brillo helado…
                   el mundo todo
                             en su pupila.

                                   El cielo todo
                                                Latiendo en su corazón.








Omar García Ramírez


miércoles, 14 de diciembre de 2016

Hospital Británico. Héctor Viel Temperley










"Hospital Británico es algo que estaba en el aire. Yo no hice mas que encontrarlo. Hospital Británico me permite creer que me salí del mundo y no sé para qué.
Volaban mariposas y había unos eucaliptos muy hermosos, nada más que esto, y fui rodeado y traspasado por una sensación de amor tan intensa que me arruinó la vida en el mundo".
Héctor Viel Temperley



Gabriel Bernal Granados

Hará unos veinte años de que Eduardo Milán, en su columna “Crónica de Poesía” de la revista Vuelta, escribió por primera vez en México el nombre de Viel Temperley y el de su poema Hospital Británico. Entonces, como ahora, importaba menos lo que Milán dijera de Viel Temperley y de Hospital Británico que el solo hecho de que los mencionara y los incluyera en su columna. Héctor Viel Temperley comenzaba a existir en México y a generar una expectativa entre los lectores de poesía de esta parte del continente.
Años después, en 1997, en una serie publicada por la uam con bajo presupuesto, “El Pez en el Agua”, apareció la primera edición completa de Hospital Británico. Se trataba de casi una separata, pegada con grapas, que hacía constar, con su publicación íntegra, la verdad de una incipiente leyenda: Viel Temperley era uno de los últimos escritores sin biografía, y por tanto sin vanidad, que nos había legado un libro insignia.
Sin embargo, la edición que vino a dar relieve internacional al nombre de Viel Temperley fue la antología de poesía hispanoamericana Las ínsulas extrañas (2002), preparada por José Ángel Valente, Blanca Varela, Eduardo Milán y Andrés Sánchez Robayna para las ediciones españolas de Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Desde luego, la inclusión de Viel Temperley y de Hospital Británico entre las páginas 663 y 674 del volumen se debió al criterio de Milán y a la perplejidad con que ha defendido el valor y la significación de ese poema desde aquella ya lejana reseña.
En este libro aparecen el lugar y los años de nacimiento y muerte del poeta: “1933-1987, Argentina”. De poco sirven, porque ningún contexto explica la naturaleza de un poema como Hospital Británico. Ningún poema parece antecederlo o sucederlo en el tiempo: uno entra en esto que aparenta ser un buque fantasma, sumergido en las aguas profundas de un océano, y se queda ahí, largo rato, encerrado en sus paréntesis, suspendido de la calidad de sus imágenes y de la aspereza de su música. Una música llana, transida, que no rehúye de la prosa y que sin embargo no acaba de ser enteramente prosa.
Hospital Británico es una serie de fenómenos datados en un tiempo personal, simbólico y hermético, en el sentido de que es imposible penetrarlos y explicarlos en alianza con un referente preciso. Son los pasajes que podrían formar parte del diario de un loco o de un enfermo que alucina y no distingue entre la realidad y el discurso que se genera en su cabeza. Todo parece coludido en una vorágine ordenada y al mismo tiempo enferma. Todo parece, es verdad, el producto de una estancia prolongada en un nosocomio, que es un cuerpo, que es un buque, que es, a la larga y en definitiva, un poema. Todo parece compuesto para la anulación de cualquier intento de dilucidación crítica. Todo parece, en efecto, una trampa para anular los procedimientos de la razón y hacer primar los rudimentos de una mente que escucha y miente, porque el tiempo y el universo mismo parecen haber sido diseñados en ese momento y por capricho de esa mente enferma que discurre sobre las ruinas de su cuerpo.
La reciente publicación en México de la Poesía completa de Viel Temperley, un libro compuesto por los nueve libros de poemas que constituyen la obra poética de este escritor, ha servido para corroborar que nada anterior, con la sola excepción de Crawl, donde Viel Temperley ensaya algunos de los tropos, ritmos y fraseos que luego incrustaría, literalmente, en Hospital Británico, explica ni prepara la aparición de este poema, dada la originalidad de su estructura y la secuencia de sus periodos, aligerados apenas por su calibre de fragmentos o de “esquirlas”.
Sería un error, pese a todo, asumir que Hospital Británico surge de la nada. Y sería un error tomar al pie de la letra la famosa declaración de Viel Temperley, esa que atribuye la fabricación de su poema a la locuacidad de un cerebro trepanado. Habría que hacer énfasis en el organigrama religioso del poema, en su estructura en forma de postales, cuya imagen obsesiva o recurrente, al reverso, es la de un Christus Pantokrator, icono por antonomasia de la pintura bizantina; habría que tomar en cuenta su aparente falta de profundidad intelectual y la supremacía deliberada de lo irracional como fuente de todas sus metáforas; y habría que tomar en cuenta el carácter acotado, sentencioso, de las mayores de sus frases: “La muerte es el comienzo de una guerra donde jamás otro hombre podrá ver mi esqueleto.”
Acaso Hospital Británico trata de la disgregación del yo en cada una de sus partes. De la enfermedad, la devoción, la convalecencia en ciertos círculos y espacios privados y las imágenes que pueden brotar de un cerebro adulterado por la ingestión de medicamentos y toxinas extrañas a la bienaventuranza católica del cuerpo. A lo largo de una concatenación de fragmentos, seriados o marcados por el signo de una fecha, Hospital Británico aspira a la concentración de un verso sin fisuras, y a la integración de sus partes escandidas bajo el disfraz de una forma de medida absoluta: la ráfaga, la esquirla, el disparo hacia el hueco certero de la nada –esto es, el poema en el poema mismo.
Si la obra poética de Viel Temperley se compone de nueve libros, publicados entre 1956 y 1986, releyéndolos en esta compilación definitiva uno no puede sustraerse al pensamiento de que todos ellos tienen un valor anecdótico o liminar en relación con Hospital Británico. La voracidad de este poema abrasa todo lo anterior como si se tratara de la exposición de las hojas de una planta a un sol que se aproxima demasiado a la condición terrestre, sutil y sin pretensiones de los Poemas con caballos o de los “Poemas en el mar y en la ciudad”. A lo largo de todo ese ejercicio preparatorio, que abarca treinta años de escritura y existencia, aparecen sin embargo obsesiones de Viel Temperley como Dios, la Madre, el agua, la guerra, la decepción y el ejercicio del poema entendido como un nado o la técnica del crawl. Todo ello se anula o se redimensiona frente a la velocidad y el texto de Hospital Británico. Ninguno de los libros anteriores de Viel Temperley se entiende en ausencia del último de sus libros de poemas. O quizá podamos decir que todos ellos se explican en función de la calidad sintética de Hospital Británico. ~

Tomado de: LETRAS LIBRES




Hospital Británico


Mes de marzo de 1986



Pabellón Rosetto, larga esquina de verano, armadura de mariposas: Mi madre
vino al cielo a visitarme.

Tengo la cabeza vendada. Permanezco en el pecho de la Luz horas y horas.
Soy feliz. Me han sacado del mundo.

Mi madre es la risa, la libertad, el verano.

A veinte cuadras de aquí yace muriéndose.

Aquí besa mi paz, ve a su hijo cambiado, se prepara –en Tu llanto- para
comenzar todo de nuevo.



Mes de marzo de 1986

(versión con esquirlas y "Christus Pankrator")

Pabellón Rosetto, larga esquina de verano, armadura de mariposas: Mi madre
vino al cielo a visitarme.

Tengo la cabeza vendada. Permanezco en el pecho de la Luz horas y horas.
Soy feliz. Me han sacado del mundo.

Mi madre es la risa, la libertad, el verano.

A veinte cuadras de aquí yace muriéndose.

Aquí besa mi paz, ve a su hijo cambiado, se prepara –en Tu llanto- para
comenzar todo de nuevo.

HOSPITAL BRITÁNICO

La muchacha regresa con rostro de roedor, desfigurada por no querer saber
lo que es ser joven.

Llevando otro embarazo sobre las largas piernas, me pide humildemente
fechas para una lápida. (1984)

HOSPITAL BRITÁNICO

¿Quién puso en mí esa misa a la que nunca llego? ¿Quién puso en mi
camino hacia la misa a esos patos marrones —o pupitres con las alas
abiertas—que se hunden en el polvo de la tarde sobre la pérgola que
cubrían las glicinas? (1984)

HOSPITAL BRITÁNICO

Voy hacia lo que menos conocí en mi vida: voy hacia mi cuerpo . (1984)

PABELLÓN ROSETTO

Aquella blanca pared nueva, joven, que hablaba a las palmeras de una playa
-enfermeras de pechos de luz verde- en una fotografía que perdí en mi
adolescencia.

PABELLÓN ROSETTO

Soñé que nos hundíamos y que después nadábamos hacia la costa
lentamente y que de nuestras sombras de color verde claro huían los
tiburones. (1978)

PABELLÓN ROSETTO

Si me enseñaras qué es el verde claro... (1978)

PABELLÓN ROSETTO

Es difícil llegar a la capilla: se puede orar entre las cañas en el viento debajo
de la cama. (1984)

"Christus Pantokrator"

La postal tiene una leyenda: "Christus Pantokrator, siglo XIII".

A los pies de la pared desnuda, la postal es un Christus Pantokrator en la
mitad de un espigón larguísimo. (1985)

"Christus Pantokrator"

Entre mis ojos y los ojos de Christus Pantokrator nunca hay piso. Siempre
hay dos alpargatas descosidas, blancas, en un día de viento.

Con la postal en el zócalo, con Christus Pantokrator en el espigón larguísimo,
mi oscuridad no tiene hambre de gaviotas. (1985)

"Christus Pantokrator"

La postal viene de marineros, de pugilistas viejos en ese bar estrecho que
parece un submarino—de maderas y latas—hundiéndose en el sol de la
ribera.

La postal viene de un Christus Pantokrator que cuando bajo las persianas,
apago la luz y cierro los ojos, me pide que filme Su Silencio dentro de una
botella varada en un banco infinito. (1985)

"Christus Pantokrator"

Delante de la postal estoy como una pala que cava en el sol, en el Rostro y
en los ojos de Christus Pantokrator. (1985)

Sé que sólo en los ojos de Christus Pantokrator puedo cavar en la
transpiración de todos mis veranos hasta llegar desde el esternón, desde
el mediodía, a ese faro cubierto por alas de naranjos que quiero para el
niño casi mudo que llevé sobre el alma muchos meses. (Mes de Abril de
1986)

LARGA ESQUINA DE VERANO

Alguien me odió ante el sol al que mi madre me arrojó. Necesito estar a
oscuras, necesito regresar al hombre. No quiero que me toque la
muchacha, ni el rufián, ni el ojo del poder, ni la ciencia del mundo. No
quiero ser tocado por los sueños.

El enano que es mi ángel de la guarda sube bamboleándose los pocos
peldaños de madera ametrallados por los soles; y sobre el pasamano de
coronas de espinas, la piedra de su anillo es un cruzado que trepa
somnoliento una colina: burdeles vacíos y pequeños, panaderías abiertas
pero muy pequeñas, teatros pequeños pero cerrados—y más arriba ojos
de catacumbas, lejanas miradas de catacumbas tras oscuras pestañas
a flor de tierra.

Un tiburón se pudre a veinte metros. Un tiburón pequeño —una bala con
tajos, un acordeón abierto— se pudre y me acompaña. Un tiburón —un
criquet en silencio en el suelo de tierra, junto a un tambor de agua, en una
gomería a muchos metros de la ruta— se pudre a veinte metros del sol en
mi cabeza: El sol como las puertas, con dos hombres blanquísimos, de
un colegio militar en un desierto; un colegio militar que no es más que un
desierto en un lugar adentro de esta playa de la que huye el futuro. (1984)

LARGA ESQUINA DE VERANO

¿Nunca morirá la sensación de que el demonio puede servirse de los cielos,
y de las nubes y las aves, para observarme las entrañas?

Amigos muertos que caminan en las tardes grises hacia frontones de pelota
solitarios: El rufián que me mira se sonríe como si yo pudiera desearla
todavía.

Se nubla y se desnubla. Me hundo en mi carne; me hundo en la iglesia de
desagüe a cielo abierto en la que creo. Espero la resurrección espero su
estallido contra mis enemigos— en este cuerpo, en este día, en esta
playa. Nada puede impedir que en su Pierna me azoten como cota de
malla -y sin ninguna Historia ardan en mí- las cabezas de fósforos de todo
el Tiempo.

Tengo las toses de los viejos fusiles de un Tiro Federal en los ojos. Mi vida
es un desierto entre dos guerras. Necesito estar a oscuras. Necesito
dormir, pero el sol me despierta. E1 sol, a través de mis párpados, como
alas de gaviotas que echan cal sobre toda mi vida; el sol como una zona
que me había olvidado; el sol como un golpe de espuma en mis confines;
el sol como dos jóvenes vigías en una tempestad de luz que se ha
tragado al mar, a las velas y al cielo. (1984)

LARGA ESQUINA DE VERANO

La boca abierta al viento que se lleva a las moscas, el tiburón se pudre a
veinte metros. El tiburón se desvanece, flota sobre el último asiento de la
playa —del ómnibus que asciende con las ratas mareadas y con frío y
comienza a partirse por la mitad y a desprenderse del limpiaparabrisas,
que en los ojos del mar era su lluvia.

Me acostumbré a verlas llegar con las nubes para cambiar mi vida. Me
acostumbré a extrañarlas bajo el cielo: calladas, sin equipaje, con un
cepillo de dientes entre sus manos. Me acostumbré a sus vientres sin
esposo, embarazadas jóvenes que odian la arena que me cubre. (1984)

LARGA ESQUINA DE VERANO

¿Toda la arena de esta playa quiere llenar mi boca? ¿Ya todo hambre de
Rostro ensangrentado quiere comer arena y olvidarse?

Aves marinas que regresan de la velocidad de Dios en mi cabeza: No me
separo de las claras paralelas de madera que tatuaban la piel de mis
brazos junto a las axilas; no me separo de la única morada —sin paredes
ni techo— que he tenido en el ígneo brillante de extranjero del centro de
los patios vacíos del verano, y soy hambre de arenas —y hambre de
Rostro ensangrentado.

Pero como sitiado por una eternidad, ¿yo puedo hacer violencia para que
aparezca Tu Cuerpo, que es mi arrepentimiento? ¿Puedo hacer violencia
con el pugilista africano de hierro y vientre almohadillado que es mi pieza
sin luz a la una de la tarde mientras el mar -afuera- parece una armería?
Dos mil años de esperanza, de arena y de muchacha muerta, ¿pueden
hacer violencia? Con humedad de tienda que vendía cigarrillos negros,
revólveres baratos y cintas de colores para disfraces de Carnaval, ¿se
puede todavía hacer violencia?

Sin Tu Cuerpo en la tierra muere sin sangre el que no muere mártir; sin Tu
Cuerpo en la tierra soy la trastienda de un negocio donde se deshacen
cadenas, brújulas, timones —lentamente como hostias— bajo un
ventilador de techo gris sin Tu Cuerpo en la tierra no sé cómo pedir
perdón a una muchacha en la punta de guadaña con rocío del ala
izquierda del cementerio alemán (y la orilla del mar espuma y agua
helada en las mejillas —es a veces un hombre que se afeita sin ganas
día tras día).( 1985)

LARGA ESQUINA DE VERANO

¿Soy ese tripulante con corona de espinas que no ve a sus alas afuera del
buque, que no ve a Tu Rostro en el afiche pegado al casco y desgarrado
por el viento y que no sabe todavía que Tu Rostro es más que todo el mar
cuando lanza sus dados contra un negro espigón de cocinas de hierro
que espera a algunos hombres en un sol donde nieva ? ( 1985 )

Tu Rostro

Tu Rostro como sangre muy oscura en un plato de tropa, entre cocinas frías y
bajo un sol de nieve; Tu Rostro como una conversación entre colmenas
con vértigo en la llanura del verano; Tu Rostro como sombra verde y negra
con balidos muy cerca de mi aliento y mi revólver; Tu Rostro como sombra
verde y negra que desciende al galope, cada tarde, desde una pampa a
dos mil metros sobre el nivel del mar; Tu Rostro como arroyos de violetas
cayendo lentamente desde gallos de riña; Tu Rostro como arroyos de
violetas que empapan de vitrales a un hospital sobre un barranco. (1985)

Tu Cuerpo y Tu Padre

Tu Cuerpo como un barranco, y el amor de Tu Padre como duras mazorcas
de tristeza en Tus axilas casi desgarradas. (1985)

TENGO LA CABEZA VENDADA (texto profético lejano)

Mi cabeza para nacer cruza el fuego del mundo pero con una serpentina de
agua helada en la memoria. Y le pido socorro. (1978)

TENGO LA CABEZA VENDADA

Mariposa de Dios, pubis de María: Atraviesa la sangre de mi frente —hasta
besarme el Rostro en Jesucristo (1982)

TENGO LA CABEZA VENDADA (textos proféticos)

Mi cuerpo—con aves como bisturíes en la frente—entra en mi alma. (1984)

El sol, en mi cabeza, como toda la sangre de Cristo sobre una pared de
anestesia total. (1984)

Santa Reina de los misterios del rosario del hacha y de las brazadas lejos
del espigón: Ruega por mí que estoy en una zona donde nunca había
anclado con maniobras de Cristo mi cabeza. (1985)

Señor: Desde este instante mi cabeza quiere ser, por los siglos de los siglos,
la herida de Tu Mano bendiciéndome en fuego. (1984)

El sol como la blanca velocidad de Dios en mi cabeza, que la aspira y
desgarra hacia la nuca. (1984)

TENGO LA CABEZA VENDADA (texto del hombre en la playa)

El sol entra con mi alma en mi cabeza (o mi cuerpo —con la Resurrección—
entra en mi alma). (1984)

TENGO LA CABEZA VENDADA (texto del hombre en la playa)

Por culpa del viento de fuego que penetra en su herida, en este instante, Tu
Mano traza un ancla y no una cruz en mi cabeza.

Quiero beber hacia mi nuca, eternamente, los dos brazos del ancla del
temblor de Tu Carne y de la prisa de los Cielos. (1984)

TENGO LA CABEZA VENDADA (texto del hombre en la playa)

Allá atrás, en mi nuca, vi al blanquísimo desierto de esta vida de mi vida; vi
a mi eternidad, que debo atravesar desde los ojos del Señor hasta los
ojos del Señor. (1984)

ME HAN SACADO DEL MUNDO

Soy el lugar donde el Señor tiende la Luz que Él es.

ME HAN SACADO DEL MUNDO

Me cubre una armadura de mariposas y estoy en la camisa de mariposas
que es el Señor—adentro, en mí.

El Reino de los Cielos me rodea. El Reino de los Cielos es el Cuerpo de
Cristo —y cada mediodía toco a Cristo.

Cristo es Cristo madre, y en Él viene mi madre a visitarme.

ME HAN SACADO DEL MUNDO

"Mujer que embaracé", "Pabellón Rosetto", "Larga esquina de verano":

Vuelve el placer de las palabras a mi carne en las copas de unos eucaliptus
(o en los altos de "B.", desde los cuales una vez -sólo una vez- vi a una
playa del cielo recostada en la costa).

ME HAN SACADO DEL MUNDO

Manos de María, sienes de mármol de mi playa en el cielo:

La muerte es el comienzo de una guerra donde jamás otro hombre podrá ver
mi esqueleto.

LA LIBERTAD, EL VERANO (A mi madre, recordándole el fuego)

Porque parto recién cuando he sudado y abro una canilla y me acuclillo como
junto a un altar, como escondido, y el chorro cae helado en mi cabeza y
desliza su hostia hacia mis labios, envuelta en los cabellos que la siguen.
( 1976)

Vengo de comulgar y estoy en éxtasis aunque comulgué con los cosacos
sentados a una mesa bajo el cielo y los eucaliptus que con ellos se
cimbran estos días bochornosos en que camino hasta las areneras del
sur de la ciudad —el vizcaíno, santa adela, la elisa. (1982)

Por las paredes de los rascacielos el calor y el silencio suben de nave en
nave: Obsesivo verano de fotógrafo en fotógrafo, ojos del Arponero que
rayan lo que miran, Ser de avenidas verticales que jamás fue azotado.
(1978)

Después íbamos al África cada día de nuevo —antes que nada, antes de
vestirnos— mientras rugían las fieras abajo en el zoológico, subía un sol
sangriento a sus jazmines, y nosotros nos odiábamos, nos deseábamos,
gritábamos... (1978)

Instantes de anestesia, de lento alcohol de anoche todavía en la sangre de
pie de una muchacha desnuda y más dorada que la escoba: Necesito
aferrarme de nuevo a la llanura, al ave blanca del corpiño en la pileta de
lavar, detrás de la estación y entre las casuarinas. (1984)

Tengo la foto de dos novios que cayeron al mar. Están vestidos de invierno,
los invito a desnudarse. En las siestas nos sentamos junto a la bomba de
agua y nos miramos: de nuevo embolsan luz los pechos de ella; él amaba
a los caballos v una vez intentó suicidarse. (1978)

Necesito oler limón, necesito oler limón. De tanto respirar este aire azul, este
cielo encarnizadamente azul, se pueden reventar los vasos de sangre
más pequeños de mi nariz. (1969)

Y a las siestas, de pie, los guardavidas abatían la sal de sus cabezas con
una damajuana muy pesada, de agua dulce y de vidrio verde, grueso, que
entre todos cuidaban. (1982)

YACE MURIÉNDOSE

Toda la transpiración de mi cuerpo regresará a mis ojos cuando muera el
tambor en donde fui formado y hablé con Él —como un niño borracho—
entre sillas caídas, río crecido y juncos.

Todas las lágrimas de mi vida volverán a mis ojos; y por las hondas sedas
de un pecho de caballo querré internarme, huír, refugiarme en mi casa de
trozos esparcidos de ballenas: mi casa como cuerpo de varón recién
nacido en el tórrido vientre del silencio. (1985)

YACE MURIÉNDOSE

Nunca más pasaré junto al bar que daba al patio de la Capitanía. No miraré
la mesa donde fuimos felices:

El sol como ese lugar bajo las aguas de un río de tierra y de naranjas donde
antes de aprender a caminar miré a Dios como un hombre que sabe qué
es la guerra. El sol como esas aguas de tierra y de naranjas donde sin
extrañar la respiración, el aire, lo miré de este modo: "Recuerdo una
victoria lejana (tantos salvados rostros que después nadie quiere
recordarme) y estoy en paz con mi conciencia todavía". (1984)

YACE MURIÉNDOSE

La dejé sobre un lecho de vincapervincas altas, frías, violáceas.

Por su final de arroyo, la herida de mi frente llora en las flores y agradece.

YACE MURIÉNDOSE

Dentro de cuatro días llegará a Tu Océano con uno de mis soldaditos
dormido sobre sus labios. Y se dirá, sonriéndome: "Es lo poco que hace
que este hombre iba al centro del sol cada mañana con un puñado de
soldados de plomo. Es lo poco que hace que en el centro del sol, cada
mañana, su corazón era un puñado de soldados de plomo entre gallos" .

Dormido sobre sus labios

Pequeño legionario, ¡cuánto viento! Pedacito de plomo, pedacito de Sahara:
Vendrán veranos no obsesivos; pasarán los hijos de mis hijos. (1978)

Yo puedo hachar todo el día pero no puedo cavar todo el día. No puedo cavar
en ningún lado sin estar esperando que aparezca de pronto un soldado
de plomo entre mis pies desnudos. ( 1978 )

PARA COMENZAR TODO DE NUEVO

Es mi parte de tierra la que llora por los ciruelos que ha perdido.

PARA COMENZAR TODO DE NUEVO

El verano en que resucitemos tendrá un molino cerca con un chorro
blanquísimo sepultado en la vena. (1969)