martes, 30 de mayo de 2023

COLOMBIA SABE A MAGGI

 



“COLOMBIA SABE A MAGGI”

Omar García Ramírez

(Para el maese Jaime Rojas, quien me dio la idea)

 

 

Colombia siempre está de fiesta…

Tiene su cara negra y blanca de comparsa y carnaval.

La petaca cargada entre mascadas de tabaco  y aguardiente.

Colombia sabe a Maggi

y a sangre de verbena y festival

a corraleja de hambre, a cumbiamba de fuego

                                    en pedregal.

Discotecas

atiborradas con sudor de pólvora y patchuli                                                                                  hasta que el cuerpo aguante.

¡Apenas estamos comenzando la fiesta! dice la gente. 

Y ¡Juepaje!

Los colectivos sandungueros se contorsionan en una mezcolanza arrabalera; la flaca hermosa y la gorda grotesca colgada de la cadena de oro del camaján distrital; el duro del barrio, el Tony de la comuna que salta sobre zapatillas tennis de Taiwan y que vota fuego por los poros. Mientras al fondo se escucha la música primitiva y gutural del reguetón y del perreo, del marraneo zarandeo, el mariconeo parcero  con volumen decibélico para reventar oídos. Danzas tribales y kinetóscopicas, que vienen, fantasmagorías de antiguas esclavitudes cruzadas de odios, coitos, amputaciones y violaciones; blasfemias grabadas a fuego en la piel estallando en pantallas celulares, televisores de plasma y electrones vectoriales. Al cromatismo exótico se suma la flora lisérgica y fractal de un jardín tan lúgubre como un camposanto barroco en medio de un erial. No importa, mientras haya vallenatos y agüita pa´ mi gente, vámonos de rumba mientras la casa se derrumba.

Caro, el flaco artista dijo que en Colombia todo estaba muy caro.

No caro no; todo esta rico, kikirriqui; caldo rico mon kiki, miren las costillas de algunos campesinos. El espinazo y la cola que los poderosos devoran cuando arman la grande buoffe y sus pantagruélicas comilonas en Batraxia-Sodoma.

Colombia sabe a Maggi y a Knorr mijo.

A frijoles recalentaos y a mondongo politiquero. Diseñado por la cábala central que muta y camaleoniza, mientras escamotea con maestría demiurgíca los anhelos del rebaño.

La que crea sus potlachs de campaña en la periferia de la miseria. Para después meter en cepo al pueblo y crucificarlo, esquilmarlo y carnearlo. La que diseña la sopa y la polenta que se come caliente cada cuatro años y se prolonga por las fiestas y los puentes; las cumbiambas sandungueras de la costa, del llano y la serranía.

Colombia futbolera barra-brava; arremolinada en los estadios, tironeada en las filas incendiarias de los partidarios; maquillada para la guerra en los santuarios de los deportes masa. Adentro de las canchas: cumbia-flamenca; afuera en las calles: machete y puñaladas bailables. Colombia maza-morra con panela y muela rota. Colombia zarzamora que a todas horas llora que llora por los rincones. La que hace la vuelta pedaleando, dopada con rabia y coraje en la cuestas de la miseria;  la que espera el premio mayor de la lotería con el número de la suerte grabado y cauterizado sobre el músculo violeta del sagrado corazón de Jesús.

Colombia sabe a Maggi, a bitumen de petróleo y café amargo; a cerveza tibia y rancia; y asume medio emputada el irónico golpecito en la espalda acompañado de: consiga este sello y esta estampillita y vuelva después, del burócrata Neopig, el cochon chanchullero de turno. Pero, se regocija con el golpe sexual y musical de nalgas prostibularias en aquelarre tabernero que se muerden y laceran sobre las rosas negras del jardín calcinado. Alarido de putilla sadomaso levantada a correazos de maleante urbano, quien, después de tres líneas y seis copas, se suma a la fiesta cuchillo cruzado entre la jeta como fiera salvaje y alegre.

¡Ah! nuestro trópico coronada de cumbres nevadas…

Colombia, piedra pulida para sacrificios y holocaustos…

Ribera de inundaciones y desastres…

Sobre la geografía telúrica y brutal de la cordillera

                                    bailan ángeles y demonios.

Colombia sabe a manigua verde; a flores azules y blancas de Datura inoxia; a cagajón seco coronado de honguitos Lophophora williamsii; a orquídeas venenosas de sangre dulce;  a marihuana prensada y destilada en alambiques de alcoholes livianos; a madame blanche de alcaloides pesados; a cacao sabanero de Brungmasia solanácea y a chicha candombera de palenque rudo y mapalé de fuego.

Colombia sabe a Maggi y a Knorr mijo.

Y cuando mamá Colombia hace el sancocho; todos como criaturas zoomorfas de un mismo redil, se sientan a la mesa en silencio y rezan sus devotas oraciones por el futuro de la patria.

¡Viva Colombia!

Nuestra Colombia roja y amarilla; 

sangrante y famélica; psicodélica vacante. 

Nuestra Colombia azul y verde…

La que amamos tanto y que carajo;

          ¡la que sabe rico, la  que sabe a Maggi!

jueves, 18 de mayo de 2023

 

“TRIPTICO DE PIEDRA, LLUVIA Y FUEGO”

(Poemas)

Omar García Ramírez





                                                                    “Prácticas de vuelo”
                                                                         (Om/Garratz)

 

I

(PAISAJE)

 

El hombre que levantaba una casa en el valle

se lleva la mano a la frente y divisa la humareda.

Sobre los surcos de espigas negras florece la sangre.

Los mineros

sacan cañones negros de los socavones y los apuntalan contra el cielo

                                               amurallando una calzada en las fronteras de la tierra.

Hombres

embadurnados de aceites minerales

adosados a engranajes de maquinarias

que una vez tuvieron la razón de una empresa:

hacer un overol, diseñar una polea, construir un tractor.

Maquinarias de siembra y cosecha, ahora rediseñadas para la muerte.

Vemos desde el aire roto por los drones, soldados niños que beben inclinados sobre el rio buscando una luna de azúcar entre los pozos de las bombas.

Hombres de batas azules, que en los hospitales vendan una herida; amputan una pierna.

Fuman amargos cigarrillos en las ventanas rotas

                                              por donde el mundo asoma su cara de suplicio.

El mundo que espera el cadalso del invierno levantado sobre la nostalgia del verano.

Transportistas de carros de fuego.

Almacenistas de baterías del absurdo.

Combatientes en las trincheras del barro.

Pesados caminantes de los bosques bajo la mirada oblicua de los drones.

(Un festín para televidentes de las plataformas; panóptico virtual en donde acechan

pequeños dioses atiborrados de golosinas en las noches de rojo insomnio.  

También los escalofríos del pudor y el horror).

Gente de agricultura sembrando en medio de la nada…

Alimentando la voracidad fría del cosmos…Su función estelar.

Flor sangrante y metálica de la galaxia para quemar en el altar de la piedra.

Una espada pequeña sobre la solapa…una estrella pequeña sobre el casco.

Y un poco de licor para templar la sed de la jornada.

Todo desde el aire parece más frio…y los hombres más pequeños.

Caricatura de la muerte.

Pequeño teatro de blasfemias.

Telón de acero perforado y templado por la metralla.

Desde allí, en la carretera…

El hombre mira la pequeña cámara; un buitre cibernético suspendido.

Comprende de repente que está metido en el guion de una catástrofe.

 

Otro hombre que espera entre los árboles en la ribera del rio

mira  a ese campesino soldado de la otra orilla…

Sabe que no debería estar allí…

Y recuerda la sopa de papas y cebollas.

El cabrito en el corral de la abuela.

Y el frio.

Solo el frio.

La nieve como sal en la herida.

Y el cadáver de su oponente

por el que sintió repugnancia; una mezcla de miedo, piedad y odio.

Sabe que es demasiado tarde.

Que será solo el ruido final.

Estallido del obús; una granada…

O

El recuerdo difuminado; astillas de luz y arena

                                                      en los átomos de la termobárica.

 

II

 (JUEGOS DE ESTRATEGIA)

 

Acostumbrado como estaba en su trabajo de juegos de estrategia.

Y ahora encontrarse dilapidando puntos desde una cabina…

Dirige su dron contra la compañía.

Sabe que algo morirá en ese momento de claridad suicida

Pero eso ya lo puede hacer en automático.

Siente que todo está dicho.

Cansado de matar madres y niños…

Cansado de matar caballos y perros…

Destruir casas; decapitar iglesias…

Había alcanzado algo de destreza en esto.

Lo habían entrenado muy bien, y desde niño, era hábil con estos artilugios.

 

Dirigirá el dron contra el refugio de sus sueños…

El pueblo, en donde larvada muere la esperanza…

El nido en donde se despedazó la canción de su juventud…

 

Sentirá un frio en el estómago.

 

Después…

Con los días…

Solo se acostumbrará.

Verá pasar sombras y se dedicará a cancelar figuritas.

Luego serán puntos…Nada más…

Señales, números, coordenadas…

Y efectos especiales.

Lo normal en estos casos.

Aunque sabe y casi está seguro

                                              que, en el último vuelo ira él.  

Con su cabeza en la espoleta a punto de estallar…

Cometa borracho que gritara en fuego ardiente

                                                      para estrellarse contra el acantilado de piedra.

 

 

 

III

(PAREJA QUE CRUZA LA CIUDAD…)

 

El plano es general….

Una pareja cruza la ciudad bajo la lluvia…

La lluvia

es de un carácter feroz

y a veces tiene la capa gélida de la tormenta.

En los andenes la gente se arremolina.

La pareja cruza la ciudad con dos paraguas negros.

En las esquinas, en las droguerías.

En las heladerías y las cafeterías, la gente se refugia.

Tiemblan algunos citadinos bajo buzos y franelas multicolores.

En otros corillos fuman y beben.

La pareja cruza las calles en donde

se forman riachuelos negros de hollín y basura.

El día era soleado pero de repente, llegó la lluvia…algunos se lamentan.

Nadie estaba preparado. Todavía faltaban unas semanas para el otoño.

La pareja, sin embargo, pareciera estar preparada…

Como cuando se toma la decisión de viajar muy lejos.

Como cuando se marcha con algo de ira; algún tipo de ira.

Él lleva sobretodo de gabardina y ella un ligero gabán de lana

Él calza botas livianas; ella sandalias de legionaria romana.

Ese detalle, de alguna manera, hizo que la gente dijera alguna cosa.

Nada importante. Solo es la imagen que se persigue en el trávelin.

Que se recorta en la cámara…

Los planos medios crean una perturbación a partir de lo fortuito.

 

La pareja camina a zancadas largas, pero aguantando.

Las caras de la gente en las aceras.

El plano general que luego se cierra.

Primerísimos primeros planos.

La lluvia sobre los rostros.

 

Ahora vemos a la transeúnte…

Bella y espigada cruza la calle con los pies mojados.

Se adivina en sus piernas una fuerza aérea y rítmica de gimnasta urbana.

La gente de la cuerda laboral silva.

Alguno menciona alguna procacidad.

Otros tratan de meterse con el hombre del paraguas que marcha a su lado.

Su rostro inclinado está cubierto por una sombra ligera de grasa y hollín

                                                             que la lluvia no acaba de limpiar del todo.

El hombre del paraguas negro

marcha unas  veces adelante y otras veces atrás.

La pareja… 

No se mira… no se habla… solo marchan contra el viento huracanado.

Llevan un ritmo que a veces disminuye;

                                                se ralentiza contra la lluvia que ahora arrecia.

Los autos cruzan.  Salpican a los transeúntes.

Alguno suelta un aullido de bocina.

La gente se ha detenido.

En estas regiones

los elementos conspiran contra la movilidad de los transeúntes.

Estos

             solo ven

                          la escena lenta, saturada en gris y húmeda…

 

                          Una pareja cruza la ciudad.

Contra la lluvia…

Contra el tiempo…

Contra la vida que se escapa…

Como si en ese momento, ellos…

                                                      Intentasen llegar  a alguna parte…

Un lugar lejos de aquel amurallado recinto

                              en donde la gente se refugia

                                    bajo aleros fragmentados y cristales rotos

                                             detrás de ventanales y comercios semiderruidos.

 

Ellos dos…

Solos en su esfuerzo…

Tratan de salir.

De llegar a algún lugar en donde

                             una nube de arcoíris se manifieste.

Una nube que respire

                            y los deje respirar, mientras la tarde se sumerge toda

                                             como un gran barco en un puerto de niebla.

En las calles de la ciudad que se inunda

                               bajo una luz enferma, saturada de esputos y tabaco.

Las alcantarillas del cielo

                                   se desbordan, en olas de aguas negras y tormenta.

 

 

 

 

Del libro en preparación:

 “POEMAS Y TEXTOS, PARA CIERRE DE FUNCION”