“TRIPTICO
DE PIEDRA, LLUVIA Y FUEGO”
(Poemas)
Omar
García Ramírez
“Prácticas de vuelo”
I
(PAISAJE)
El hombre que levantaba una casa en el
valle
se lleva la mano a la frente y divisa
la humareda.
Sobre los surcos de espigas negras florece
la sangre.
Los mineros
sacan cañones negros de los socavones y
los apuntalan contra el cielo
amurallando una calzada en las fronteras de
la tierra.
Hombres
embadurnados de aceites minerales
adosados a engranajes de maquinarias
que una vez tuvieron la razón de una
empresa:
hacer un overol, diseñar una polea,
construir un tractor.
Maquinarias de siembra y cosecha, ahora
rediseñadas para la muerte.
Vemos desde el aire roto por los drones,
soldados niños que beben inclinados sobre el rio buscando una luna de azúcar entre
los pozos de las bombas.
Hombres de batas azules, que en los
hospitales vendan una herida; amputan una pierna.
Fuman amargos cigarrillos en las
ventanas rotas
por donde el mundo asoma su
cara de suplicio.
El mundo que espera el cadalso del
invierno levantado sobre la nostalgia del verano.
Transportistas de carros de fuego.
Almacenistas de baterías del absurdo.
Combatientes en las trincheras del
barro.
Pesados caminantes de los bosques bajo la
mirada oblicua de los drones.
(Un festín
para televidentes de las plataformas; panóptico virtual en donde acechan
pequeños
dioses atiborrados de golosinas en las noches de rojo insomnio.
También
los escalofríos del pudor y el horror).
Gente de agricultura sembrando en medio
de la nada…
Alimentando la voracidad fría del
cosmos…Su función estelar.
Flor sangrante y metálica de la galaxia
para quemar en el altar de la piedra.
Una espada pequeña sobre la solapa…una
estrella pequeña sobre el casco.
Y un poco de licor para templar la sed
de la jornada.
Todo desde el aire parece más frio…y
los hombres más pequeños.
Caricatura de la muerte.
Pequeño teatro de blasfemias.
Telón de acero perforado y templado por
la metralla.
Desde allí, en la carretera…
El hombre mira la pequeña cámara; un buitre
cibernético suspendido.
Comprende de repente que está metido en
el guion de una catástrofe.
Otro hombre que espera entre los árboles
en la ribera del rio
mira
a ese campesino soldado de la otra orilla…
Sabe que no debería estar allí…
Y recuerda la sopa de papas y cebollas.
El cabrito en el corral de la abuela.
Y el frio.
Solo el frio.
La nieve como sal en la herida.
Y el cadáver de su oponente
por el que sintió repugnancia; una
mezcla de miedo, piedad y odio.
Sabe que es demasiado tarde.
Que será solo el ruido final.
Estallido del obús; una granada…
O
El recuerdo difuminado; astillas de luz
y arena
en
los átomos de la termobárica.
II
Acostumbrado como estaba en su trabajo
de juegos de estrategia.
Y ahora encontrarse dilapidando puntos
desde una cabina…
Dirige su dron contra la compañía.
Sabe que algo morirá en ese momento de
claridad suicida
Pero eso ya lo puede hacer en automático.
Siente que todo está dicho.
Cansado de matar madres y niños…
Cansado de matar caballos y perros…
Destruir casas; decapitar iglesias…
Había alcanzado algo de destreza en
esto.
Lo habían entrenado muy bien, y desde
niño, era hábil con estos artilugios.
Dirigirá el dron contra el refugio de sus
sueños…
El pueblo, en donde larvada muere la
esperanza…
El nido en donde se despedazó la
canción de su juventud…
Sentirá un frio en el estómago.
Después…
Con los días…
Solo se acostumbrará.
Verá pasar sombras y se dedicará a
cancelar figuritas.
Luego serán puntos…Nada más…
Señales, números, coordenadas…
Y efectos especiales.
Lo normal en estos casos.
Aunque sabe y casi está seguro
que,
en el último vuelo ira él.
Con su cabeza en la espoleta a punto de
estallar…
Cometa borracho que gritara en fuego
ardiente
para
estrellarse contra el acantilado de piedra.
III
(PAREJA
QUE CRUZA LA CIUDAD…)
El plano es general….
Una pareja cruza la ciudad bajo la
lluvia…
La lluvia
es de un carácter feroz
y a veces tiene la capa gélida de la
tormenta.
En los andenes la gente se arremolina.
La pareja cruza la ciudad con dos
paraguas negros.
En las esquinas, en las droguerías.
En las heladerías y las cafeterías, la
gente se refugia.
Tiemblan algunos citadinos bajo buzos y
franelas multicolores.
En otros corillos fuman y beben.
La pareja cruza las calles en donde
se forman riachuelos negros de hollín y
basura.
El día era soleado pero de
repente, llegó la lluvia…algunos se lamentan.
Nadie estaba preparado. Todavía
faltaban unas semanas para el otoño.
La pareja, sin embargo, pareciera estar
preparada…
Como cuando se toma la decisión de
viajar muy lejos.
Como cuando se marcha con algo de ira;
algún tipo de ira.
Él lleva sobretodo de gabardina y ella
un ligero gabán de lana
Él calza botas livianas; ella sandalias
de legionaria romana.
Ese detalle, de alguna manera, hizo que
la gente dijera alguna cosa.
Nada importante. Solo es la imagen que
se persigue en el trávelin.
Que se recorta en la cámara…
Los planos medios crean una perturbación
a partir de lo fortuito.
La pareja camina a zancadas largas,
pero aguantando.
Las caras de la gente en las aceras.
El plano general que luego se cierra.
Primerísimos primeros planos.
La lluvia sobre los rostros.
Ahora vemos a la transeúnte…
Bella y espigada cruza la calle con los
pies mojados.
Se adivina en sus piernas una fuerza
aérea y rítmica de gimnasta urbana.
La gente de la cuerda laboral silva.
Alguno menciona alguna procacidad.
Otros tratan de meterse con el hombre
del paraguas que marcha a su lado.
Su rostro inclinado está cubierto por
una sombra ligera de grasa y hollín
que la lluvia no acaba de limpiar del
todo.
El hombre del paraguas negro
marcha unas veces adelante y otras veces atrás.
La pareja…
No se mira… no se habla… solo marchan
contra el viento huracanado.
Llevan un ritmo que a veces disminuye;
se ralentiza contra la lluvia que ahora
arrecia.
Los autos cruzan. Salpican a los transeúntes.
Alguno suelta un aullido de bocina.
La gente se ha detenido.
En estas regiones
los elementos conspiran contra la
movilidad de los transeúntes.
Estos
solo ven
la escena lenta,
saturada en gris y húmeda…
Una pareja cruza la ciudad.
Contra la lluvia…
Contra el tiempo…
Contra la vida que se escapa…
Como si en ese momento, ellos…
Intentasen llegar a alguna parte…
Un lugar lejos de aquel amurallado
recinto
en donde la gente
se refugia
bajo
aleros fragmentados y cristales rotos
detrás de ventanales y comercios
semiderruidos.
Ellos dos…
Solos en su esfuerzo…
Tratan de salir.
De llegar a algún lugar en donde
una nube de arcoíris se manifieste.
Una nube que respire
y los deje respirar, mientras la tarde se
sumerge toda
como un gran barco en un
puerto de niebla.
En las calles de la ciudad que se inunda
bajo una luz enferma, saturada de esputos y
tabaco.
Las alcantarillas del cielo
se desbordan,
en olas de aguas negras y tormenta.
Del libro en preparación:
“POEMAS
Y TEXTOS, PARA CIERRE DE FUNCION”
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