viernes, 14 de agosto de 2009

CONTROL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACION/ DOSSIER #3




















Fabricando el consenso para las guerras corporativas en “el país de los libres y la patria de los valientes”



Siv O'Neall*
Axis of Logic


Qué aprendiste hoy en la escuela

(Tom Praxton)

¿Qué aprendiste hoy en la escuela, hijo querido?
¿Qué aprendiste hoy en la escuela, hijo querido?

Aprendí que Washington nunca dijo una mentira
Aprendí que los soldados raras veces mueren
Aprendí que todos son libres

Es lo que me dijo el maestro

Y es lo que aprendí hoy en la escuela
Es lo que aprendí hoy en la escuela

¿Qué aprendiste hoy en la escuela, hijo querido?

Aprendí que los policías son mis amigos
Aprendí que hay justicia sin fin
Aprendí que los asesinos mueren por sus crímenes

Aunque a veces nos equivoquemos

Y es lo que aprendí hoy en la escuela
Es lo que aprendí hoy en la escuela

¿Qué aprendiste hoy en la escuela, hijo querido?
Aprendí que la guerra no es tan mala
Aprendí sobre las grandes que hemos librado
Combatimos en Alemania y en Francia

Y algún día me darán mi oportunidad

Y es lo que aprendí hoy en la escuela
Es lo que aprendí hoy en la escuela

¿Qué aprendiste hoy en la escuela, hijo querido?
Aprendí que nuestro gobierno debe ser fuerte
Tiene siempre la razón y nunca se equivoca
Nuestros dirigentes son los mejores

Así que los elegimos una y otra vez

Y es lo que aprendí hoy en la escuela
Es lo que aprendí hoy en la escuela

(Copyright Cherry Lane Music Publishing Co., Inc.SOF)


Ocultando la verdad

La realidad tras la versión deformada que recibimos generalmente, a través de las autoridades y de los medios, de los simulacros de combate y la agresión de USA es ocultada por completo en la masiva reescritura de la historia. Las verdaderas razones para los simulacros de combate antes y mientras son realizados no son para conocimiento del público. La realidad es que Estados Unidos de Usamérica ha estado orientándose en una sola dirección, durante más de un siglo, y esa dirección es una consolidación del poder y de la dominación mundial mediante todos los medios disponibles, utilizando mentiras y distorsiones, una propaganda insidiosa y la denuncia estridente de individuos “antipatrióticos”. En realidad, según los poderes prevalecientes, todo el que piensa independientemente es antipatriótico.


Los políticos e historiadores de USA han estado siempre espléndidamente cualificados para inventar pretextos ‘aceptables’ para invadir y matar a civiles y rebeldes en países que no se ajustaban a las normas de la cooperación deseada con USA. Vale decir que los países que no dejaron que se les sometiera a las buenas a la dominación de USA, a un papel subordinado en los tratos comerciales con ‘la mayor democracia del mundo’, tuvieron que enfrentar las terribles consecuencias de su insubordinación. Fueron invadidos u obligados a acatar la disciplina.

Siempre se presenta al ‘enemigo’ como algo infrahumano y sin respeto por la vida. ‘Nosotros’ tenemos todos los derechos morales, ‘ellos’ son salvajes y hay que matarlos o civilizarlos. Es un elemento básico en la política exterior de USA. La historia nunca juega un papel en ‘nuestras’ decisiones. La historia es irrelevante. ‘Nosotros’ creamos la historia y ‘nosotros’ creamos el mundo en el que vivimos. ‘Nosotros’ somos el centro del universo. Todo lo demás es de importancia secundaria.

La propaganda y la escritura sesgada de la historia que siguió a las guerras de agresión apuntaban primordialmente al propio pueblo usamericano, a los libros de historia y, antes de eso, a la estructuración del consenso dentro del país. Algunos ejemplos son las fervorosas guerras de agresión y las sanciones punitivas, como ser la continua agresión contra Cuba y la ridícula invención de una masiva amenaza comunista, desde la guerra contra Grenada en 1983–84, a Nicaragua y El Salvador durante la presidencia de Ronald Reagan en los años ochenta.

Una mirada retroactiva a la historia

La guerra contra México (1846-1848) fue librada para controlar la producción de algodón, de importancia general, en Texas y los Estados vecinos. Fue el comienzo de la historia de expansionismo de USA, con la excepción de la inhumana exterminación de los indios nativos en la “Conquista del Oeste”, uno de los capítulos más crueles y degradantes en la historia de USA.

De Encarta: [traducido de Encarta en inglés]

“Las pérdidas territoriales de México significaron el fin de toda posibilidad de que México, en lugar de Estados Unidos de Usamérica, se convirtiera en el poder predominante en Norteamérica. Como primer conflicto en el que las fuerzas militares de USA combatieron casi exclusivamente fuera del país, la Guerra Mexicana también marcó el comienzo del ascenso de USA como poder militar global.”

La guerra española-usamericana de 1898 no fue apoyada incondicionalmente por el gobierno de USA, pero la comunidad empresarial vio su ventaja en una guerra. Es también seguro que la creciente debilidad de España contribuyó a la decisión de ir a la guerra.

De Wikipedia: [traducido de la edición en inglés]

Un senador usamericano de Nebraska declaró que: “La guerra contra España aumentaría el negocio y los beneficios de cada ferrocarril usamericano, aumentaría la producción de cada fábrica usamericana, estimularía cada sector de la industria y del comercio interior.”

Nace una máquina de propaganda controlada por el Estado

El uso de la propaganda estatal fue desarrollado en Gran Bretaña antes de la Primera Guerra Mundial y como resultado de esa astuta estrategia logró que USA se indignara ante la guerra y que se uniera a ella, impulsando así los intereses imperiales británicos. Todo un logro. Gran Bretaña tenía mucho que perder en la época y aún estaba lejos en el futuro la era en la que estaría dispuesta a desempeñar un papel secundario ante USA. Se trataba todavía de la era de “Rule Britannia, rule the waves” (Britania. ¡Sal y domina los mares!). El tiempo de la predominancia de USA en los asuntos mundiales vino después de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el sistema de propaganda británico durante la Primera Guerra impresionó tanto a los nazis que lo adoptaron como modelo para su propio Ministerio de Propaganda.

La Segunda Guerra Mundial estableció a USA como la superpotencia, condición que ha estado consolidando ansiosamente por todos los medios disponibles. La guerra fría que siguió fue, por cierto, una maravillosa invención para aumentar permanentemente la producción y los beneficios de los fabricantes de armas. La carrera armamentista fue precisamente lo que quería la industria y funcionó a la perfección. El demonio comunista era omnipresente y sirvió milagrosamente bien, una y otra vez, para fomentar al apoyo popular para las guerras más absurdas o, como en el caso de Vietnam, la más cruel y ecológicamente destructora de todas las guerras.

En todo esto, los medios dominantes fueron los conspiradores más dispuestos y los poderes corporativos ganaron continuamente en fuerza en su cada vez mayor ascenso para convertirse en los verdaderos gobernantes de USA y, como lo planificaran, del planeta. El presidente y el Congreso, sean republicanos o demócratas, se convirtieron en los mascarones de proa de las corporaciones. La gente se hacía más y más prescindible desde el punto de vista del gobierno controlado por las corporaciones, y el medio ambiente, como en el caso de Vietnam, no tenía importancia alguna.

Las guerras bajo capa de aplastar una amenaza comunista para la Nación

John F. Kennedy, el tan alabado presidente “liberal” y también su hermano Robert tenían una fijación casi psicopática con Castro, Cuba y el ‘maligno’ comunismo. Declararon que Cuba era una amenaza abierta contra USA y casi pusieron a todo el planeta en peligro de extinción mediante una guerra nuclear como reacción a la crisis de los misiles en Cuba. El embajador mexicano en 1961 se dio cuenta de lo absurdo de la declaración de que Cuba era el Enemigo Número Uno de USA. En respuesta al llamado del presidente de USA a una acción colectiva, se informó que el embajador dijo: “Si declaramos públicamente que Cuba es una amenaza a nuestra seguridad, 40 millones de mexicanos se morirán de risa.”

Pero hasta hoy, la mayoría de los usamericanos sigue considerando que Cuba es una amenaza comunista, e incluso muchos europeos que deploran la pobreza en Cuba, culpan de ella al malvado y dictatorial régimen de Castro. La verdad es, por cierto, que las sanciones de USA son la causa primordial de esa pobreza y el simple hecho de que Castro siga en vida (a pesar de innumerables intentos de asesinato de la CIA) y en el poder y que sea ante todo un héroe nacional, es casi un milagro.

El sistema de salud cubano es extraordinario. Todos los cubanos están cubiertos por la atención sanitaria universal financiada por el gobierno, y sus médicos y maestros, son enviados a ayudar a países democráticos, de Nicaragua y Angola en los años ochenta a Venezuela en la actualidad.

Basta un ejemplo del cuidado cubano por la vida humana y su superior organización: cuando el huracán Iván – el segundo huracán por su fuerza en menos de dos meses – afectó a Cuba en septiembre de 2004, no se perdió una sola vida.

De Environmenttimes:

“Las autoridades dieron la alarma de huracán a tiempo, movilizando el sistema de defensa civil de estilo militar del país de manera ejemplar. Unos 2 millones de los 11 millones de habitantes del país fueron evacuados temporalmente.”

Hay mucho que agregar si lo comparamos con el modo como el gobierno de USA encaró la crisis del Katrina en Nueva Orleans, que aún no ha sido solucionada. Y sigue en duda si la mayoría de los desplazados volverá algún día a algo parecido a las vidas de las que tuvieron que huir – si tuvieron suficiente suerte para sobrevivir en este desastre de “Sálvese quien pueda” (cada cual por su propia cuenta).

Las despiadadas guerras de Ronald Reagan en Centroamérica

Bajo la presidencia de Ronald Reagan, los intentos de reforzar la hegemonía de USA mediante el terror y un abrumador poder militar adoptaron diversas formas, todas despiadadas, y desde luego ninguna de ellas motivada por preocupaciones humanitarias, que fue, sin embargo, el mensaje que el gobierno publicitó en todos los casos.

No importa si USA apuntaba al derrocamiento de un dictador, como en Grenada (1983 – 84) o en Panamá (Noriega 1989 – 90) o si estaba involucrado en el exterminio de una organización rebelde izquierdista, el verdadero motivo fue siempre la consolidación del poder corporativo usamericano. La CIA apoyó al ejército nicaragüense y al sanguinario dictador Somoza contra los rebeldes sandinistas, apoyó la lucha contra los rebeldes en El Salvador o eliminó a un líder popular como Salvador Allende en Chile. Los derechos humanos y las vidas humanas no interesaban para nada. Lo único esencial era derrocar al régimen que presentaba un peligro para la hegemonía de USA, fuera una dictadura despiadada o un régimen popular.

El apoyo abierto del gobierno de USA al régimen dictatorial de Somoza en Nicaragua (1981 – 90) y a los contras que combatieron brutalmente a los populares sandinistas en el intento desesperado de estos últimos por lograr un cierto grado de justicia social. Esta maniobra desvergonzada fue sólo un ejemplo típico de las prioridades de USA.

Cuando el hombre fuerte de Panamá, Manuel Noriega, el ex gran aliado de USA, se independizaba demasiado de USA, el gobierno se volcó en su contra y lo derrocó en un golpe en 1989. Noriega fue un gángster implacable que mató a miles de guerrilleros que luchaban por la libertad en el oeste de Panamá. Esto hecho no molestó de modo alguno al gobierno de USA, pero cuando George Bush padre consideró que Noriega había dejado de ser útil a las grandes corporaciones de USA, fue transferido a la categoría del ‘malo’ y tuvo que partir. Primero lo vitoreaban como iniciador del proceso de democracia, un instante más tarde fue objetivo de un violento bombardeo que mató a miles de civiles panameños. Noriega fue llevado a USA y juzgado por narcotráfico. Todo esto bajo la cobertura de la lucha contra el tráfico de drogas y típicamente, en nuestros tiempos orwellianos, esta invasión militar de Panamá fue bautizada “Operación Causa Justa”.

Había que combatir a la independencia y el nacionalismo. Y en cuanto al país que se bautizaba ‘la mayor democracia del mundo’, había que indoctrinar al pueblo usamericano y ojalá en cierta medida al resto del mundo, en la creencia de que la agresión de USA siempre tenía una causa humana. Era la lucha contra el comunismo o algún ‘mal’ parecido, o había una amenaza directa a la Nación o incluso para la paz mundial. ‘La Guerra es la Paz, la Paz es la Guerra.’

Derrocamiento de un héroe nacionalista que no quiso adaptarse

Los gobiernos de USA nunca han dudado cuando se ha tratado de derribar a regímenes favorables al pueblo como el de Sukarno en Indonesia (1965) que contaba con un apoyo masivo de su pueblo. Sin embargo, Sukarno era demasiado amigo de los regímenes comunistas y por lo tanto constituía una amenaza para el papel de dominación mundial que USA estaba en el proceso de establecer. En un golpe militar respaldado por la CIA, Sukarno, democráticamente elegido, fue derrocado en 1965. Fue reemplazado por uno de sus generales, Suharto, que gobernó como un tirano, que aplastó brutalmente rebeliones en Timor Oriental y en Aceh, hasta que fue expulsado por el pueblo en 1998. Fue el instigador de uno de los peores asesinatos masivos con motivos políticos del siglo pasado, pero USA consideró en la época que Indonesia era un régimen particularmente amigo. (Vea A Brief History of CIA Sponsored Involvements 1953-2004)

Después de la guerra fría viene la guerra sin fin

Cuando terminó la guerra fría, USA estaba desesperado por encontrar una guerra que pudiese reemplazar al bloque soviético como el hiperbolizado demonio público y que sirviera como pretexto para la interminable producción de armas y de alta tecnología con el propósito en última instancia de militarizar el espacio. Desde luego, cuando el 11-S estalló en la escena, salvó la era posterior a la guerra fría para las aspiraciones de dominación mundial de USA. Se había creado el marco necesario, la guerra podía comenzar.

Los acontecimientos se convirtieron en la guerra televisiva de entretenimiento de una era de televisión y entretenimiento. La guerra espectáculo de todas las guerras, la guerra sin fin, la guerra que iba a convertir a USA en la sola y única potencia mundial, el poder indiscutido que estaría en condiciones de dictar a todas las potencias menores las condiciones para la continuación de su existencia. Para ganar esta guerra mediática era, por cierto, esencial que la prensa y la televisión, todos los diversos medios, se ajustaran a este resonar de bombos y platillos cuidadosamente escenificado, exagerando con astucia la Maldad del Enemigo, para el consumo de las masas. Y los medios estuvieron más que dispuestos a hacer su parte en este juego de engaño.

El papel de los medios

Evidentemente, los medios dominantes tienen que participar desde el comienzo en el juego en esta estrategia de convencer al mundo de que USA es una democracia superior, un poder benéfico que está inevitable y consecuentemente de parte del ‘bien’, El mundo tiene que creer que USA es un dechado de libertad, de derechos humanos, de altruismo, de principios humanitarios, de genuinos valores y actitudes. Hay que encubrir a todo precio la verdad tras el imperialismo de USA, y los medios son instrumentos dispuestos y poderosos en este esfuerzo. La realidad es, desde luego, que los medios corporativos forman parte de la gran estafa. Constituyen un sector esencial en el sistema de gobierno corporativo en USA.

El pueblo usamericano apenas ha comenzado a comprender que lo están embaucando de un modo casi obsceno. La gente es prescindible. El dinero fluye de abajo hacia arriba y es concentrado en las manos de un pequeño número de mandamases corporativos que no pensarán dos veces antes de esquilmar a su propia base si al hacerlo concentran el poder y el capital en las manos de unos pocos. La ampliación de la brecha entre los que tienen y los que no tienen es intencional, ya que crea el tipo de inestabilidad que facilitará la dominación de los pocos sobre las masas.

El dinero fluye a la maquinaria militar y a las industrias de armamento, petrolera y farmacéutica, a todas las grandes corporaciones con poderoso cabildeo en Washington. La gente paga por las guerras y por lo poco que queda de los gastos sociales, y los mandamases corporativos cosechan los beneficios. La educación y la atención sanitaria mueren de inanición y ése es precisamente el fin que se persigue.

Lo que quieren es que la gente sea víctima de la implacable propaganda que es difundida a diestra y siniestra por la televisión y la publicidad, impermeabilizarla a la verdad y la razón, hipnotizarla mediante la creación de valores falsos, convertirla en adicta al consumo ostentoso, enceguecerla ante los verdaderos valores en la vida a través de la creación de valores artificiales, embotar sus sentidos para convertirla en robots que acepten obedientemente cualquier cosa que los anunciadores les digan que desean.

Todo equivale a un juego sistemático de manipulación, con el objetivo de crear el tipo de persona que es fácil de engañar y controlar. La gente es la víctima dispuesta, los mandamases corporativos son los gobernantes omnipotentes de un mundo estéril.

Mientras los medios corporativos sigan jugando su parte esencial en este juego absurdo, hay poca esperanza de que las gentes vuelvan jamás a ser individuos y cesen de ser robots.

El resultado de este juego mortal depende de nosotros.

También hay que preguntarse si queda una última oportunidad de volver atrás y retornar a un mundo en el que la vida signifique un estímulo intelectual, el profundo placer de aprender, el aprecio de la belleza, la creatividad artística – todos esos frágiles valores que los gobernantes con corazón de piedra de nuestros días ni siquiera saben que existen. ¿O vamos a continuar con nuestra adicción a la acumulación y seguir ciegos ante la intricada tarea de vivir?

© Copyright 2006 by AxisofLogic.com

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*Siv O’Neall es colaboradora de Axis of Logic, basada en Francia. Para contactos: siv@axisoflogic.com
Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Germán Leyens

http://www.axisoflogic.com/artman/publish/article_22239.shtml


Germán Leyens es miembro de los colectivos(www.tlaxcala.es), la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción es copyleft

MEDIOS DE COMUNICACION/DOSSIER # 2



















Noam Chomsky y David Edwards
Extraídos de Z Magazine (http://www.z-mag.org/spanish)

David Edwards. El modelo de propaganda: una perspectiva


En su libro de1988 Los guardianes de la libertad. Propaganda, desinformación y consenso en los medios de comunicación de masas, Edward Herman y Noam Chomsky introdujeron su "modelo de propaganda" de los medios de comunicación. El modelo de propaganda describe cinco «filtros» que determinan lo que son «noticias»; en otras palabras, lo que es impreso en los periódicos o transmitido por la radio y la televisión. El modelo de Herman y Chomsky también explica cómo la disidencia frente a los medios de comunicación convencionales de masas recibe poco o nada de cobertura, mientras que los gobiernos y el gran capital reciben fácil acceso al público para imponerle sus mensajes estatales-corporativos -por ejemplo, «el libre comercio es beneficioso», «la globalización es incontenible» y «nuestras políticas están tratando de resolver la pobreza».

Ya hemos mencionado el hecho de que la propiedad corporativa de los medios de comunicación puede -y así lo hace- conformar el contenido editorial. Debido al tamaño, la concentración de la propiedad, la inmensa riqueza de los propietarios, y el imperativo de obtener beneficios de las corporaciones dominantes en los medios, difícilmente podría esperarse un resultado diferente. No ha sido siempre así. A principios del siglo diecinueve, había emergido una prensa radical británica que se ocupaba de los problemas de los trabajadores. Pero los excesivos sellados fiscales, impuestos deliberadamente para restringir la propiedad de los periódicos a los ricos «respetables», comenzaron a cambiar la fisonomía de la prensa. A pesar de todo, sobrevivió un grado de diversidad. En la Gran Bretaña de la posguerra, periódicos radicales o favorables a los trabajadores, como el Daily Herald, el News Chronicle, el Sunday Citizen (los cuales o bien han fracasado o han sido absorbidos por otras publicaciones y el Daily Mirror (por lo menos hasta fines de los años 70), publicaban regularmente artículos cuestionando el sistema capitalista.

El conocido periodista John Pilger entró al Mirror en 1963, y trabajó allí durante más de 20 años. Pilger señaló más tarde que "The Mirror fue el primer periódico popular que alentó a gente de la clase obrera a que se dirigiera, por cualquier razón, a su periódico". Por suerte para él, "se alentaba la irreverencia y una cierta anarquía". Más adelante, cuando Robert Maxwell pasó a ser propietario del periódico, se garantizó personalmente a Pilger que su puesto estaba asegurado. "Dieciocho meses más tarde, después de continuas interferencias de Maxwell, me despidieron".

Los medios de comunicación comprenden típicamente grandes conglomerados - News International, CBS (Fusionada ahora con Westinghouse), Turner Broadcasting (fusionada ahora con Time-Warner) - que pueden pertenecer a corporaciones matrices aún más grandes como General Electric (propietarios de NBC.) Todas están ligadas a la bolsa de valores. Los consejos de estas grandes corporaciones están formados por gente acaudalada, muchos con amplios contactos personales y empresariales en otras sociedades. Herman y Chomsky señalan, por ejemplo, que: "General Electric y Westinghouse son compañías enormes, diversificadas, muy implicadas en las controvertidas áreas de la producción de armamentos y la energía nuclear". Es difícil concebir que la neutralidad de la prensa no se vea comprometida en estas áreas. Pero más en general, la libertad de prensa está limitada simplemente porque los propietarios de las corporaciones mediáticas son inspirados por la ideología del libre mercado. ¿Hasta qué punto es probable, entonces, que tales propietarios permitan que su propio periódico, estación de radio o de TV, critiquen sistemáticamente el capitalismo "de libre mercado" que es la fuente de su riqueza material?

El segundo filtro del modelo de propaganda es la publicidad. Los periódicos tienen que atraer y mantener una alta proporción de publicidad para cubrir los costos de producción; sin ésta, el precio de cualquier periódico sería varias veces lo que es ahora, lo que significaría rápidamente su desaparición del mercado. Hay una feroz competencia entre los medios de comunicación por atraer anunciantes; un periódico que obtiene menos publicidad que sus competidores se ve seriamente perjudicado. El fracaso en la obtención de ingresos por publicidad fue otro factor en la desaparición de los «periódicos del pueblo» en los siglos diecinueve y veinte. Está claro, por lo tanto, que para que una publicación o emisora de radio o de TV comercial sobreviva, tendrá que gozar del favor de los anunciadores. En otras palabras, los medios de comunicación tienen que demostrar simpatía hacia los intereses del capital, tales como las industrias del turismo, automotriz y de la petroquímica. Hasta la amenaza del retiro de publicidad puede bastar para afectar el contenido editorial. Una carta enviada a las oficinas editoriales de cien revistas por uno de los principales productores de automotores señaló: "En un esfuerzo por evitar potenciales conflictos, es necesario que Chrysler Corporation sea advertida de antemano de cualquier y todo contenido editorial que abarque temas sexuales, políticos y sociales o cualquier contenido editorial que pudiera ser interpretado como provocativo u ofensivo". En 1999, British Telecom amenazó con retirar su publicidad del Daily Telegraph después de una serie de artículos críticos. El periodista responsable fue suspendido.

En un estudio estadounidense de 1992, englobando a 150 redactores de noticias, un 90 por ciento dijo que los anunciadores trataban de interferir con el contenido de los periódicos, y un 70 por ciento que trataban de eliminar por completo informaciones noticiosas. Un 40 por ciento admitió que los anunciantes habían efectivamente influenciado una información. En el Reino Unido, 3.200 millones de libras son gastadas en anuncios en los periódicos por año y otros 2.600 millones de libras en spots publicitarios en la TV y la radio, de un presupuesto publicitario total de 9.200 millones de libras. En EE.UU., la cifra es de decenas de miles de millones de dólares sólo en publicidad televisiva. Un sistema basado en la publicidad hace que la supervivencia de las publicaciones radicales, que dependen de ingresos resultantes sólo de las ventas, sea muy difícil. Incluso si sobreviven, se ven relegadas a los márgenes de la sociedad, recibiendo poca atención del público en general. La publicidad, igual que la propiedad de los medios, actúa, por lo tanto, como un filtro de noticias.

El tercero de los 5 filtros de Herman y Chomsky se relaciona con las fuentes de noticias de los medios de comunicación de masas: "Los medios de comunicación de masas son conducidos a una relación simbiótica con poderosas fuentes de información por necesidad económica y por la reciprocidad de intereses". Incluso grandes corporaciones mediáticas como la BBC no pueden permitirse enviar reporteros a todas partes. Por ello concentran sus recursos en los sitios donde es más probable que ocurran las principales noticias: la Casa Blanca, el Pentágono, Nº 10 en Downing Street, y otros «terminales» centralizados de noticias. Aunque los periódicos británicos puedan objetar ocasionalmente al «arreglo tendencioso» del Nuevo Laborismo, por ejemplo, en realidad dependen considerablemente de las declaraciones del «portavoz personal del Primer Ministro» para noticias relacionadas con el gobierno. Las corporaciones empresariales y las organizaciones comerciales son también fuentes de confianza para noticias que son consideradas de interés periodístico. Los redactores y periodistas que ofenden a esas poderosas fuentes de noticias, tal vez al poner en duda la veracidad o la parcialidad del material suministrado, pueden ser amenazados con negarles el acceso a la esencia de su medio de comunicación -las noticias frescas.

Robert McChesney, profesor de comunicación en la Universidad de Illinois, en Urbana-Champaign, señala que "el periodismo profesional depende intensamente de las fuentes oficiales. Los reporteros tienen que hablar con el portavoz oficial del Primer Ministro, el secretario de prensa de la Casa Blanca, la asociación empresarial, el general del ejército. Lo que dice esa gente hace las noticias. Sus perspectivas son automáticamente legítimas". Mientras que, según McChesney, "si hablas con prisioneros, huelguistas, los sin techo, o manifestantes, tienes que pintar la noticia como poco fidedigna, o te conviertes en un partidario y ya no eres un periodista profesional «neutral». Tal dependencia de las fuentes oficiales da a las noticias un tinte inherentemente conservador, y otorga a los que están en el poder una tremenda influencia sobre la definición de lo que son o no son «noticias»". McChesney, autor de Medios Ricos, Pobre Democracia, advierte: "Esto es precisamente lo contrario de lo que necesita una democracia activa, que es un control implacable del poder, sea como sea".

El cuarto filtro es flak [fuego antiaéreo], descrito por Herman y Chomsky, como "respuestas negativas a una afirmación de los medios o a un programa [de TV o radio]. Puede tomar la forma de cartas, telegramas, llamados telefónicos, peticiones, juicios legales, discursos y Leyes presentadas al Congreso, u otros modos como querellas, amenazas y acción punitiva". Las organizaciones empresariales se reúnen regularmente para formar máquinas de flak. Tal vez una de las más conocidas de éstas sea la Coalición del Clima Global [CCG-GCC], que incluye a las compañías de combustibles fósiles y automotrices, tales como Exxon, Texaco, y Ford. La CCG fue iniciada por Burson-Marsteller, una de las mayores compañías de relaciones públicas del mundo, para demoler la credibilidad de los científicos climatólogos y de las «noticias alarmistas» sobre el calentamiento global.

En su libro de 1997, Global Spin, Sharon Beder, documentó ampliamente las operaciones de las corporaciones y de las compañías de relaciones públicas contratadas por ellas para la creación de «frentes» de base para contrarrestar los progresos hechos por los ecologistas. Una coalición de este tipo, la Fundación por el Progreso del Aire Puro, es "en realidad un frente para grupos del transporte, la energía, la industria, y la agricultura". La Fundación fue establecida para combatir la Ley de Aire Puro de EE.UU. «educando» al público sobre el progreso hecho en la calidad del aire durante los veinticinco años previos. Como señala Beder, la estrategia de la Fundación se concentra en la responsabilidad individual por la contaminación, en contraste con la regulación de la industria para lograr mejoras". La amenaza -real o imaginaria- de pleitos judiciales puede ser un disuasivo poderoso para la investigación por los medios. En el Reino Unido, el periodista ecológico Andrew Rowell indica que, "Las arcaicas leyes de difamación británicas impiden que se publique o se difunda gran parte de la verdad sobre el carácter destructivo de muchas de las principales empresas del Reino Unido. Muy poca gente dentro de los medios de comunicación se enfrentará a alguien como Shell, BP o Río Tinto Zinc".

El quinto y último filtro de noticias identificado por Herman y Chomsky es el «anticomunismo». Fabricando el Consenso fue escrito durante la Guerra Fría. Una versión más adecuada de este filtro es la identificación acostumbrada en Occidente del «enemigo» o de un «dictador maligno» - el coronel Gaddafi, Saddam Hussein, o Slobodan Milosevic (recuerde los titulares de los tabloides británicos: "¡Aplasten a Saddam!" y "¡Apaleen a Slobo!") Es lo mismo cuando los medios de comunicación convencionales se refieren a los ecologistas como «eco-terroristas». El Sunday Times publicó una serie de artículos particularmente asquerosa en 1999, acusando a los activistas del grupo de acción directa no-violenta «Recuperad las Calles» de almacenar gas lacrimógeno y granadas de aturdimiento.

La demonización de los enemigos es útil, incluso esencial, en la justificación de maniobras estratégicas geopolíticas y en la defensa de los intereses corporativos en todo el mundo, mientras aplacan la crítica interna de tal conducta. La creación de un «imperio maligno» de algún tipo, como en el alarmismo occidental de la posguerra sobre la «Amenaza Soviética», o la palabrería sobre el «Huno Malvado», ha sido un recurso habitual para aterrorizar a la población para que apoye la producción de armas y el aventurerismo militar en el extranjero -dos fuentes importantes de beneficios para el gran capital. Saddam Hussein de Irak, ha sido un cuco útil para los fabricantes de armamentos de EE.UU. que han conseguido ventas de más de 100 mil millones de dólares a los vecinos de Saddam en el Oriente Próximo. El quinto filtro también se refleja cuando los medios convencionales demonizan a los manifestantes contra la globalización -describiéndolos a menudo como «violentos»- y cuando marginan a cualquier otro calificado de amenaza para la ideología del libre mercado.

Esta breve descripción del modelo de propaganda difícilmente hace justicia al análisis sofisticado y convincente presentado por Herman y Chomsky. Se insta al lector interesado a que consulte directamente su libro. La relevancia particular en este caso es que explica cómo y por qué se mantiene el status quo del poder corporativo en la sociedad moderna, la dominación del programa neoliberal del libre comercio, con su rechazo automático de alternativas (Margaret Thatcher: "No Hay Alternativa") y la mutilación de los puntos de vista de los disidentes, que son etiquetados a gusto como «parciales», «ideológicos», o «extremos». ¿Cuál es la probabilidad de que el que llame a realizar un cambio radical de la sociedad -ecologistas, activistas de los derechos humanos, u oponentes al comercio con armamentos-pueda contar con que las organizaciones noticiosas corporativas lo presenten coherente y equitativamente? ¿Cuánto más probable es que sus argumentos sean vilipendiados, marginados, o simplemente ignorados?


Noam Chomsky. ¿Qué hace que los medios convencionales sean convencionales?

Parte de las razones por las que escribo sobre los medios es porque estoy interesado en la cultura intelectual en general, y la parte más fácil de investigar son los medios. Salen cada día. Puedes hacer una investigación sistemática. Puedes comparar la versión de ayer con la de hoy. Hay muchas pruebas de en qué se profundiza y en qué no, y de la forma en que están estructuradas las cosas.

Mi impresión es que los medios no son muy diferentes de las universidades o de, por ejemplo, las revistas de opinión intelectuales; hay algunas limitaciones añadidas, pero no es radicalmente diferente. De hecho interactúan, lo cual explica porqué hay gente que va de un sitio a otro con bastante facilidad.

Si vas a examinar los medios, o cualquier institución que quieras comprender, te preguntas sobre su estructura institucional interna. Quieres saber algo de su posición en la sociedad en general. ¿Cómo se relacionan con otros sistemas de poder y de autoridad? Si tienes suerte, hay un registro interno de los dirigentes en el sistema de información que te dice de qué van (una especie de sistema doctrinal). No me refiero a los comunicados de la industria de relaciones públicas sino a lo que se dicen entre ellos sobre qué quieren hacer. Hay bastante documentación interesante.

Esas son tres fuentes básicas de información sobre la naturaleza de los medios. Quieres examinarlos de la forma que un científico estudiaría una molécula compleja o algo así. Examinas la estructura y luego haces alguna hipótesis basada en esa estructura en cuanto a cómo es probable que sea el producto que salga. Luego investigas ese producto y ves si cumple tus hipótesis o no. Casi todo el trabajo en el análisis de los medios es esta última parte, intentar estudiar detenidamente cómo es el producto y si cumple las hipótesis obvias sobre la naturaleza y estructura de los medios.

Bueno, ¿qué es lo que encuentras? Primero, descubres que hay diferentes tipos de medios que hacen varias cosas diferentes, como la industria del entretenimiento de Hollywood, los culebrones de televisión, etc, o incluso la mayoría de periódicos del país (la inmensa mayoría de ellos). Están dirigidos a la audiencia de masas.

Hay otro sector de los medios, los medios de élite, a veces llamados los medios que marcan la agenda porque son los que tienen grandes recursos y establecen el marco en que opera el resto. El New York Times, CBS, ese tipo de cosa. Su audiencia es principalmente gente privilegiada. La gente que lee el New York Times, gente con dinero o parte de lo que a veces se llama la clase política, están realmente involucrados en el sistema político de forma práctica. Son básicamente gestores, de un tipo o de otro. Pueden ser gestores políticos, gestores empresariales (ejecutivos o similares), gestores doctrinarios (como profesores de universidad) u otros periodistas que se ocupan de organizar el modo en que la gente piensa y ve las cosas.

Los medios de élite establecen un marco dentro del cual opera el resto. Si miras la Associated Press [agencia de noticias], que saca un constante flujo de noticias, a media tarde para y saca algo, cada día, que dice "Aviso a editores: el New York Times de mañana tendrá las siguientes historias en su portada". El objetivo de eso es que, si eres el editor de un diario en Dayton, Ohio y no tienes los recursos para saber cuáles son las noticias, o no quieres ni pensar en ello, esto te dice cuáles son. Estas son las historias para el trozo que dedicarás a algo que no sean asuntos locales o entretenimiento. Estas son las historias que pondrás porque es lo que el New York Times te dice que es lo que debe interesarte. Si eres un editor en Dayton, Ohio, casi tendrás que hacer eso, porque no tienes muchas más posibilidades en cuanto a recursos. Si te sales de la línea, si empiezas a sacar historias que no le gustan a los grandes, te lo harán saber muy pronto. De hecho, lo que ocurrió hace poco con el San Jose Mercury News es un ejemplo dramático de eso. Así que hay muchas formas en que los juegos de poder te pueden devolver a tu sitio si te pasas. Si intentas romper el molde, no durarás mucho. Ese marco funciona bastante bien, y es comprensible que sea tan sólo una reflexión de las estructuras obvias de poder.

Los medios de masas de verdad intentan básicamente distraer a la gente. Que hagan cualquier otra cosa, pero que no nos molesten (a nosotros, la gente que manda). Que les interesen los deportes profesionales, por ejemplo. Dejemos que se vuelvan locos con ellos, o con escándalos sexuales, o con las personalidades y sus problemas o algo así. Cualquier cosa, siempre que no sea seria. Por supuesto, lo serio es para los peces gordos. "Nosotros" nos ocupamos de eso.

¿Qué son los medios de élite, los que marcan la agenda? (El New York Times y la CBS, por ejemplo). Bueno, primero de todo, son empresas muy grandes, con grandes beneficios. Es más, muchas de ellas están relacionadas, o son directamente propiedad de, empresas aún más grandes, como General Electric, Westinghouse, etc. Están en la cima de la estructura de poder de la economía privada, que es una estructura muy tiránica. Las grandes empresas son básicamente dictaduras, jerárquicas, controladas desde arriba. Si no te gusta lo que hacen, vete. Los grandes medios son tan sólo parte de ese sistema.

¿Qué hay de su entorno institucional? Bueno, es más o menos lo mismo. Con quien se relacionan, con quien interactúan, es con otros centros de poder: el gobierno, otras empresas o las universidades. Dado que los medios son un sistema doctrinal actúan conjuntamente con las universidades. Imagina que eres un periodista escribiendo un reportaje sobre el Sudeste de Asia, o Africa, o algo así. Se supone que irás a esa gran universidad y encontrarás un experto que te dirá qué tienes que decir, o si no a una de las fundaciones como el Brookings Institute o la American Enterprise, y te darán las palabras a usar. Esas instituciones externas son muy similares a los medios.

Las universidades, por ejemplo, no son instituciones independientes. Puede haber gente independiente esparcida por ahí entre ellas pero eso también ocurre en los medios. También es cierto en las grandes empresas en general. Incluso en los estados fascistas es cierto. Pero la institución en sí es un parásito. Depende de fuentes externas de financiación, y esas fuentes externas, como fortunas privadas, grandes empresas con sus programas, y el gobierno (que está tan directamente ligado al poder empresarial que apenas los puedes distinguir), ésas son con las que tiene que tratar la universidad. La gente que haya que no se ajuste a la estructura, que no la acepte y la internalice (no puedes realmente trabajar con ello si no lo has internalizado y te lo crees), digo que la gente que no haga eso probablemente será excluida durante el camino, desde la guardería hasta el final. Hay todo tipo de dispositivos de filtración para deshacerse de la gente que piense de forma independiente y pueda crear problemas. Aquellos de vosotros que hayáis ido a la universidad sabéis que el sistema educativo está muy enfocado a premiar la conformidad y la obediencia; si no haces eso, eres un alborotador. Así pues, es un dispositivo de filtración que acaba produciendo gente que, de forma realmente honesta (no mienten), han internalizado el marco de creencias y actitudes del sistema de poder en la sociedad. Las instituciones de élite, como Harvard y Princeton, o las pequeñas universidades elitistas, por ejemplo, están mucho más enfocadas a la socialización. Si vas a un sitio como Harvard, mucho de lo que ocurre ahí es sobre enseñar modales; cómo comportarse como un miembro de la clase alta, cómo tener las ideas adecuadas, etc.

Si habéis leído Rebelión en la Granja, de George Orwell, que fue escrita a mediados de los 40, era una sátira de la Unión Soviética, un estado totalitario. Fue un gran éxito. Todos estaban encantados. Pero resulta que había escrito una introducción a Rebelión en la Granja que fue suprimida. Sólo apareció 30 años más tarde. Alguien la encontró entre sus papeles. La introducción versaba sobre "Censura literaria en Inglaterra" y lo que decía es que obviamente ese libro estaba ridiculizando la Unión Soviética y su estructura totalitaria, pero que Inglaterra no era tan diferente. No tenemos el KGB vigilándonos pero el resultado es bastante parecido. La gente que tiene ideas independientes o que tiene las ideas equivocadas es apartada.

Habla un poco, sólo dos frases, sobre la estructura institucional. Dice, ¿cómo pasa eso? Bueno, primero, porque la prensa es propiedad de gente muy rica que quiere que sólo ciertas cosas lleguen al público. Lo otro que dice es que cuando pasas por el sistema educativo de élite, cuando vas a las mejores escuelas de Oxford, aprendes que hay ciertas cosas que no está bien decir y hay ciertas ideas que no está bien tener. Ese es el papel socializante de las instituciones de élite y si no te adaptas te apartan. Esas dos frases más o menos lo dicen todo.

Cuando criticas a los medios y dices, mirad, esto es lo que escribe Anthony Lewis o cualquier otro, se enfadan mucho. Dicen, con mucha razón, "Nadie me dice qué tengo que escribir. Escribo lo que quiero. Todo ese rollo sobre presiones y limitaciones es una tontería, yo nunca tengo ninguna presión". Lo cual es completamente cierto, pero el tema es que no estarían ahí si no hubieran demostrado previamente que nadie tiene que decirles qué escribir porque ya dirán lo correcto ellos mismos. Si empiezas en el apartado de noticias metropolitanas, por ejemplo, y sigues las historias no adecuadas, no llegarás nunca a las posiciones en que puedas decir cualquier cosa que te apetezca. Lo mismo ocurre con la mayoría de profesores de universidad en las disciplinas más ideológicas. Han pasado por el sistema de socialización.

Muy bien, entonces examinas la estructura del sistema en su conjunto. ¿Cómo esperas que sean las noticias? Bueno, es bastante obvio. Toma el New York Times. Es una empresa que vende un producto. El producto son las audiencias. No ganan dinero cuando compras el periódico. Están contentos poniéndolo gratis en la red. De hecho, pierden dinero cuando compras el periódico. Pero la audiencia es el producto. El producto es gente privilegiada, justo la misma gente que está escribiendo esos periódicos, ya sabes, la gente que toma las decisiones de alto nivel en esta sociedad. Tienes que vender un producto a un mercado, y el mercado es, por supuesto, los anunciantes (es decir, otras grandes empresas). Sea televisión o periódicos o lo que sea, están vendiendo audiencias. Grandes empresas que venden audiencias a otras grandes empresas. En el caso de los medios de élite, son empresas muy grandes.

Bueno, ¿qué esperas que ocurra? ¿Qué predicción harías sobre la naturaleza del producto de los medios, dadas las circunstancias? ¿Cuál sería la hipótesis nula, el tipo de conjetura que harías sin asumir nada más? La suposición obvia es que el producto de los medios, lo que aparece, lo que no aparece, el modo en que se presenta, reflejará los intereses de los compradores y vendedores, y de las instituciones y sistemas de poder que están a su alrededor. Si no pasara eso, sería una especie de milagro.

Bien, entonces viene el trabajo duro. Te preguntas si realmente funciona como has predicho. Bueno, podéis juzgar vosotros mismos. Hay mucho material sobre esta hipótesis obvia, que ha sido sujeta a las pruebas más duras imaginables, y aún aguanta notablemente bien. Virtualmente nunca encontrarás en las ciencias sociales algo que apoye de manera tan clara cualquier conclusión, lo cual no es una gran sorpresa, porque sería milagroso que no fuera así dadas las fuerzas que están operando.

Lo siguiente que descubres es que todo esto es completamente tabú. Si vas a la Kennedy School of Government o a Stanford [dos renombrados programas de Ciencias Políticas], y estudias periodismo y comunicación, o ciencia política académica, etc, esas cuestiones probablemente no aparecerán. Es decir, la hipótesis que a cualquiera se le ocurriría sin saber nada de nada, no se puede expresar, y las pruebas que lo demuestran no se pueden discutir. Bueno, también predices eso. Si examinas la estructura institucional, dirías, claro, eso ocurrirá porque, ¿por qué querría esa gente verse descubierta? ¿Por qué deberían permitir que hubiera un análisis crítico de lo que están haciendo? La respuesta es, no hay razón para permitirlo y de hecho no lo permiten. De nuevo, no es una censura directa. Es sólo que no llegas a esos puestos. Eso incluye a la izquierda (lo que se llama izquierda) tanto como la derecha. A no ser que hayas sido adecuadamente formado y socializado para que haya ciertas ideas que simplemente ya no tengas, porque si las tuvieras no estarías ahí. Así que tienes un segundo orden de predicción, que es que el primer orden de predicción no se puede discutir.

La última cosa a examinar es el marco doctrinal en que esto tiene lugar. La gente que está en los más altos puestos del sistema de información, incluyendo los medios, la publicidad, la ciencia política académica, etc, ¿tiene esa gente una imagen real de lo que ocurre cuando escriben para ellos mismos? (no cuando están haciendo discursos). Cuando hacen discursos, son todo bonitas palabras. Pero cuando escriben para ellos mismos, ¿qué dice esa gente?

Hay básicamente tres fuentes a examinar. Una es la industria de relaciones públicas, ya sabes, la industria de propaganda de las grandes empresas. ¿Qué dicen los líderes de la industria de PR (relaciones públicas)? El segundo lugar a examinar es los llamados intelectuales públicos, los grandes pensadores, la gente que escribe editoriales y cosas así. ¿Qué dicen estos? La gente que escribe libros impresionantes sobre la naturaleza de la democracia y ese tipo de cosas. La tercera fuente que examinas es el sistema académico, concretamente la parte de la ciencia política relacionada con las comunicaciones y la información y todo eso, que ha sido un rama de la ciencia política desde hace 70 o 80 años.

Entonces, examinas esas tres cosas y ves lo que dicen, ves lo que las grandes figuras han escrito sobre eso. Todos dicen (cito en parte) que la población general son "intrusos ignorantes y entrometidos". Tenemos que mantenerlos lejos de la arena pública porque son demasiado estúpidos y si tomaran parte todo lo que harían sería crear problemas. Su sitio es ser "espectadores", no "participantes".

Se les permite votar de vez en cuando, escoger a alguno de nosotros, los tipos listos. Pero luego se supone que deben volver a casa y hacer cualquier otra cosa, mirar el fútbol o lo que sea. Pero los "intrusos ignorantes y entrometidos" tienen que ser "espectadores, no participantes". Los participantes son lo que se llama la "gente responsable" y, por supuesto, el escritor siempre es uno de ellos. Nunca te preguntas, ¿por qué yo soy un "hombre responsable" y aquel otro está en la cárcel? La respuesta es bastante evidente. Es porque tú eres obediente y estás subordinado al poder, y esa otra persona puede ser independiente, etc. Pero no te lo preguntas, claro. Así que tenemos a esos tipos listos que se supone que deben dirigir el cotarro y el resto se supone que estará fuera de eso, y no deberíamos sucumbir (y cito de un artículo académico) "a los dogmatismos democráticos de que los hombres son los mejores jueces de sus propios intereses". No lo son. Son unos jueces malísimos de sus propios intereses, así que tenemos que hacerlo nosotros por su propio bien.

De hecho, eso es muy similar al leninismo. Hacemos todo esto por vosotros, lo hacemos en interés de todos, etc. Me imagino que esa es en parte la razón por la que ha sido históricamente tan fácil para esa gente cambiarse la chaqueta y pasar de ser entusiastas estalinistas a grandes partidarios del poder de los EE.UU. La gente cambia muy fácilmente de una posición a la otra, y mi sospecha es que es porque básicamente es la misma. No es un gran cambio. Simplemente haces una estimación diferente de dónde está el poder. En un momento crees que está aquí, en otro crees que está allí. Pero adoptas la misma postura.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Es una historia interesante. Gran parte viene de la Primera Guerra Mundial, que es una encrucijada. Cambió considerablemente la posición de los EE.UU. en el mundo. En el siglo XVIII los EE.UU. eran ya el sitio más rico del mundo. La calidad de vida, la salud, la longevidad que tenían no se alcanzó, entre la clase alta británica, hasta el siglo XX, no digamos en el resto del mundo. Los EE.UU. eran extraordinariamente ricos, con enormes ventajas, y, a finales del siglo XIX, tenían con mucho la mayor economía del mundo. Pero no era un actor importante en el teatro mundial. El poder estadounidense se extendía a las islas del Caribe, alguna parte del Pacífico, pero no mucho más.

Durante la Primera Guerra Mundial, las relaciones cambiaron. Y cambiaron más dramáticamente durante la Segunda Guerra Mundial. Después de ésta, los EE.UU. más o menos tomaron el mando del mundo. Pero después de la Primera ya hubo un gran cambio, y los EE.UU. pasaron de ser un país deudor a ser un país acreedor. No era enorme, como Gran Bretaña, pero adquirió un papel importante en el mundo por primera vez. Ese fue un cambio, pero hubo otros.

La Primera Guerra Mundial fue la primera vez en que hubo propaganda estatal altamente organizada. Los británicos tenían un Ministerio de Información, y realmente lo necesitaban, porque tenían que meter a los EE.UU. en la guerra o tendrían muchos problemas. El Ministerio de Información se dedicó a enviar propaganda, incluyendo grandes invenciones sobre las atrocidades de los "hunos" y cosas así. Estaban dirigidos a los intelectuales americanos bajo la razonable suposición de que era la gente más crédula, más dispuesta a creer la propaganda. También son los que se encargaron de divulgarlo en su propio sistema. Así que estuvo dirigida especialmente a los intelectuales americanos y funcionó muy bien. Los documentos del Ministerio Británico de Información (muchos de ellos han sido desclasificados) muestran que su objetivo era, en sus propias palabras, controlar el pensamiento de todo el planeta, apenas un objetivo menor, pero especialmente de los EE.UU. No les importaba mucho lo que pensara la gente en la India. El Ministerio de Información consiguió engañar a los intelectuales americanos para que aceptaran las invenciones de su propaganda de una forma apabullante. Estaban orgullosos de ello. Y con razón, pues les salvó el cuello. Sin eso, hubieran perdido la guerra.

En los EE.UU. fue otra historia. Woodrow Wilson fue elegido en 1916 con un programa contra la guerra. Los EE.UU. eran un país muy pacifista. Siempre lo ha sido. La gente no quiere ir a luchar en guerras foráneas. El país estaba muy en contra de la Primera Guerra Mundial y Wilson había sido elegido con un programa contra la guerra. "Paz sin victoria" era su eslogan. Pero él quería ir a la guerra. Así que el tema era, ¿cómo hacemos que este pueblo pacifista se convierta en lunáticos histéricos anti-alemanes para que quieran ir a matar a todos los alemanes? Eso requiere propaganda. Así que montaron la primera y realmente única gran agencia estatal de propaganda en la historia de los EE.UU. Se llamaba el Comité de Información Pública (bonito título orwelliano), también conocida como Comisión Creel. El tipo que la dirigía se llamaba Creel. La tarea de esta comisión era llevar a la población a una histeria nacionalista. Funcionó increíblemente bien. En unos pocos meses, había una histeria colectiva a favor de la guerra, y los EE.UU. pudieron entrar en ella.

Mucha gente quedó impresionada por estos hechos. Una de ellas, y eso tuvo repercusiones en el futuro, fue Hitler. Si leéis Mein Kampf, llega a la conclusión, bastante justificada, de que Alemania perdió la Primera Guerra Mundial porque perdió la batalla de la propaganda. No pudieron competir con una propaganda británica y americana que les apabulló. Hitler aseguró que la próxima vez tendrían su propio sistema de propaganda, y así lo hicieron en la Segunda Guerra Mundial. Más interesante para nosotros es el hecho de que la comunidad empresarial norteamericana también quedó impresionada con el esfuerzo propagandístico. En aquella época tenían un problema. El país se estaba haciendo formalmente más democrático. Mucha más gente podía votar, ese tipo de cosas. El país se iba haciendo rico, más gente podía participar y también estaban llegando muchos inmigrantes.

Entonces, ¿qué haces? Va a ser más difícil llevar las cosas como un club privado. Por lo tanto, obviamente, tienes que controlar lo que piensa la gente. Había habido hasta entonces especialistas en relaciones públicas, pero no una industria de relaciones públicas. Había un tío que se encargaba de limpiar la imagen de Rockefeller y ese tipo de cosas. Pero esa industria de relaciones públicas enorme, que es una invención estadounidense y una industria monstruosa, surgió de la Primera Guerra Mundial. Sus principales líderes fueron la gente de la Comisión Creel. De hecho, su líder, Edward Bernays, salió directamente de la Comisión Creel. Publicó un libro justo después titulado Propaganda. El término "propaganda", por cierto, no tenía connotaciones negativas en esos tiempos. Fue durante la Segunda Guerra Mundial cuando el término se convirtió en tabú, pues estaba conectado con Alemania y todas esas cosas malas. Pero en ese periodo, el término propaganda tan sólo quería decir información o algo parecido. Así que escribió el libro Propaganda hacia 1925, y empieza diciendo que está sacando lecciones de la Primera Guerra Mundial. El sistema de propaganda de la Primera Guerra Mundial, y la comisión de la que formó parte, muestran, nos dice, que es posible "reglamentar la mente pública exactamente igual que un ejército reglamenta a sus soldados". Las minorías inteligentes, dice, tienen que utilizar estas nuevas técnicas de reglamentación de las mentes para asegurarse que la chusma esté en su sitio. Ahora podemos hacerlo porque tenemos estas nuevas técnicas.

Ese es el manual principal de la industria de relaciones públicas. Bernays es una especie de gurú. Fue un auténtico liberal estilo Roosevelt o Kennedy. También preparó el esfuerzo de relaciones públicas para apoyar el golpe que derribó al gobierno democrático de Guatemala con el apoyo de los EE.UU.

Su mayor éxito, el que le llevó a la fama a finales de los años 20, fue conseguir que las mujeres fumasen. Las mujeres no fumaban en esa época y él preparó una enorme campaña para Chesterfield. Ya sabéis todas las técnicas, modelos y actrices famosas con cigarrillos y ese tipo de cosas. Eso le valió grandes alabanzas. Así que se convirtió en una figura de la industria y su libro era el manual.

Otro miembro de la Comisión Creel fue Walter Lippman, la figura más respetada del periodismo norteamericano durante medio siglo (quiero decir periodismo serio, artículos de opinión). También escribió los llamados ensayos progresistas sobre la democracia, considerados progresistas en los años 20. Estaba, una vez más, aplicando las lecciones del trabajo sobre la propaganda de forma muy explícita. Dice que hay un nuevo arte en democracia llamado "manufactura del consenso". Esta frase es suya. Edward Herman y yo la copiamos para nuestro libro, pero viene de Lippman. Bien, dice, tenemos este nuevo arte en el método de la democracia, la manufactura del consenso. Al manufacturar el consenso, puedes superar el hecho de que formalmente mucha gente tenga derecho a votar. Podemos hacerlo irrelevante porque podemos manufacturar el consenso y asegurarnos que sus opciones y actitudes estén estructuradas de tal forma que siempre hagan lo que les digamos, incluso si tienen un modo formal de participar. Así tendremos una democracia real. Funcionará correctamente. Eso es aplicar las lecciones de la agencia de propaganda.

La ciencia social y la ciencia política académicas parten de los mismos supuestos. El fundador de lo que se llama ciencia política académica y comunicación fue Harold Glasswell. Su mayor logro fue un libro, un estudio sobre la propaganda. Dice, de forma muy franca, las cosas que yo citaba antes, esas cosas sobre no sucumbir a los dogmatismos democráticos, todo eso viene de la ciencia política académica (Glasswell y otros). De nuevo, sacando lecciones de la experiencia en tiempo de guerra, los partidos políticos sacaron las mismas conclusiones, especialmente el partido conservador en Inglaterra. Sus primeros documentos, que acaban de salir a la luz, muestran que también reconocían los logros del Ministerio de Información británico. Se daban cuenta que el país se estaba democratizando y ya no podría ser un club privado. Así que la conclusión, en sus propias palabras, es que la política tenía que convertirse en guerra política, aplicando los mecanismos de la propaganda para controlar los pensamientos de la gente que tan brillantemente habían funcionado durante la Primera Guerra Mundial.

Esa es la parte doctrinal y coincide con la estructura institucional. Refuerza las predicciones sobre cómo debería funcionar el tema. Y las predicciones están bien confirmadas. Pero estas conclusiones tampoco se pueden discutir. Todo esto forma parte de la literatura disponible pero sólo es para la gente que está en el ajo. Cuando vas a la universidad, no lees los clásicos sobre cómo controlar las mentes de la gente.

De la misma forma que no lees lo que dijo James Madison durante la convención constitucional sobre que el principal objetivo del nuevo sistema tenía que ser "proteger a la minoría de los opulentos contra la mayoría" y que tenía que ser diseñada para conseguir ese fin. Esa es la fundación del sistema constitucional, así que nadie lo estudió. No puedes encontrarlo ni en la literatura académica, a no ser que mires muy a fondo.

Este es básicamente el cuadro, tal como yo lo veo, de la forma en que funciona el sistema institucionalmente, las doctrinas que hay detrás de ello, y lo que resulta de todo eso. Hay otra parte, dirigida a los "intrusos ignorantes y entrometidos". Esa es sobre todo usar diversiones de un tipo o de otro. De eso, creo, podrías predecir lo que esperarías encontrar ahí.