¿Quiénes son los Ignicionistas?
El Ignicionismo no es una nueva ideología, no es una corriente intelectual, ni tampoco es una nueva terapia de autoayuda que nos traerá la solución a un devenir mental no elegido. Claudio Molinari Dassatti, escritor y traductor argentino afincado en Madrid, tampoco es el líder de nada más que de su propia inquietud artística, digamos, humana. Germen de una corriente de escritos que tendrán al hombre y su modernidad como centro, nace el Manifiesto Ignicionista, recordando a los de las vanguardias del siglo pasado, en el que se reparten bofetadas intelectuales para despertar de la pasiva distracción, cuestionar la industria del arte y la misma relación del hombre con su creación. “Nosotros no multiplicamos la nada. Nuestros actos serán únicos o ningúnicos”.
Frente a la preponderancia de la difusión sobre la creación, del diseño sobre el contenido y de la repetición constante en vez de la originalidad, los ignicionistas nos invitan a quemar todo lo que creamos innecesario para evitar perdernos en la confusión del arte institucionalizado.
Cuando el arte deja de convertirse en una creación espontánea, ¿de qué podríamos estar hablando?
El arte o un asesinato pueden ser espontáneos. El tema no es cómo nace la idea sino qué se hace con ella, si la dejamos macerar en el cajón o la soltamos cruda, si la engalanamos de modo que tenga más capas, más profundidad, más fractalidad… Después están las ideas repentinas, esas que hacemos por diversión y punto. Pero no son lo mismo y no pueden justificarse del mismo modo.
Si arte y pensamiento es reproducido, ¿qué papel tiene el ser humano?
El ser humano tiene el papel de percatarse de ese detalle. No se puede crear sin tener en cuenta la realidad, de la misma manera que o se crea ignorando el punto de vista del lector. Perdón, pero yo siempre enfoco desde el punto de vista del que escribe…
¿Cuál es el idioma de los ignicionistas?
Creo que sería un idioma para hablar de cómo crear, una estética consecuente con el medio hipersaturado con el que interactuamos, e incluiría el amor por lo sucinto, el desprecio de la obviedad y el recorte sin piedad de lo innecesario.
Cuando se ironiza lo absurdo, al menos, parece que se desvela el manto de obviedad, ¿no crees?
Cuando veo que la gente se espanta y se pone humanitaria, es inevitable que me de la risa, porque nosotros somos lo absurdo, los humanos. Somos la raza que mata y destruye todo lo que encuentra a su paso. Lo envenenamos todo y lo que no envenenamos lo matamos. Expoliamos y explotamos para que no nos expolien y exploten. Somos nuestros propios verdugos, verdugos-suicidas, y la historia no es más que un compendio de destrucción, muerte y horror, de autoflagelació. Y quien diga que no es parte de ello es porque tiene alguna casta de intocables que lo hace por él. Eso somos los humanos
Ahora bien, si partimos de ahí quizá podemos empezar a hablar de la obviedad. Los rusos tienen un dicho: ‘todo chiste contiene un poco de humor’. Lo dicen porque el resto es solo verdad ignorada.
El Ignicionismo como una corriente ideológica, pero ¿se cumple la paradoja que ironizaba Groucho Marx acerca de no pertenecer a un grupo que tuviera a uno mismo por socio?
Yo traduje a Groucho y tuve que leer mucho sobre él. Groucho era ante todo un tipo muy sincero. Una vez le preguntaron: ‘¿Cuál es la principal causa del divorcio?’ El contestó: ‘El casamiento’. Como ves, volvemos a la teoría rusa del humor. Volviendo a tu pregunta, cuando hice la primera tirada del manifiesto, salí a pegarlo con la idea de que quien lo considerara útil lo despegara y se lo llevara a su casa. Cada uno toma lo que necesita y creo que somos muchos los que nos sentimos estafados con esta producción masiva de cultura, o ‘contenido’, que es como se llama ahora a este alud de desasosiego.
El fuego, ¿único aliado para interrumpir la deriva contradictoria de la contemporaneidad?
La contemporaneidad no es nada contradictoria, lo que vivimos es fordismo cultural a tope y se nota. Fíjate en Dan Brown, por ejemplo (“Código Da Vinci”). Alcanza el éxito con una novela, pero seguramente firmó un contrato para escribir dos novelas más. Dos repeticiones o refritos sin ningún otro sentido que el de hacer dinero. Porque Dan Brown no trabaja para una editorial sino para una multinacional que fabrica contenido. Y no es lo mismo. El problema es que muchos creadores ya empiezan a pensar de ese modo, y esa no es una actitud artística. Si lo fuera, la frase ‘por amor al arte’ no existiría. El asunto es meterle tiempo a tu obra, no a su difusión.
En cuanto al fuego, es una metáfora. Aunque me gustaría hacer una barbacoa ignicionista en la que todos lleváramos alguna obra propia que no esté a la altura, para hacerla arder.
En cuanto al fuego, es una metáfora. Aunque me gustaría hacer una barbacoa ignicionista en la que todos lleváramos alguna obra propia que no esté a la altura, para hacerla arder.
Vanguardia es el frente, lo más veloz, ¿lo más fugaz?
Vanguardia, como decía Pound, es lo ‘eternamente fresco’. Pero para que algo sea eternamente fresco debe tocar una fibra, un sentimiento universal. No se puede mirar una obra de Mondrian y pensar “esto lo hizo para salir en las revistas o conquistar a una modelo”. Uno ve esas obras y piensa: “aquí necesariamente tiene que haber algo”.
Vanguardia, como decía Pound, es lo ‘eternamente fresco’. Pero para que algo sea eternamente fresco debe tocar una fibra, un sentimiento universal. No se puede mirar una obra de Mondrian y pensar “esto lo hizo para salir en las revistas o conquistar a una modelo”. Uno ve esas obras y piensa: “aquí necesariamente tiene que haber algo”.
Según los ignicionistas, ¿existe un manual de acción para contrarrestar las constantes interrupciones comunicativas entre seres pegados a sus terminales portátiles?
Convertirse en una interrupción sublime.
Es evidente, cada vez más, la presencia de una nueva generación de Hikikomoris en España, donde sin trabajo, muchos huyen de su humillación social escondiéndose en el refugio tan confortable que ofrecen hoy los medios digitales…”rejas para protegerse del miedo”.
También es evidente que el exterior es cada vez más agresivo. La gente consume más alcohol, más drogas y más fármacos, o sea drogas legales, pero no por vicio sino porque este planeta es cada vez más insoportable para las almas sensibles. Es como vivir constantemente en una discoteca llena de gente, ¿quién en su sano juicio quiere vivir constantemente rodeado de ruido, humo y gente propulsada por sus instintos más básicos? Mejor drogarse en casa y asomarse al mundo desde ahí, para al menos poder dosificar la violencia imperante.
Yo soy hikkikomori… y a mucha honra.
También es evidente que el exterior es cada vez más agresivo. La gente consume más alcohol, más drogas y más fármacos, o sea drogas legales, pero no por vicio sino porque este planeta es cada vez más insoportable para las almas sensibles. Es como vivir constantemente en una discoteca llena de gente, ¿quién en su sano juicio quiere vivir constantemente rodeado de ruido, humo y gente propulsada por sus instintos más básicos? Mejor drogarse en casa y asomarse al mundo desde ahí, para al menos poder dosificar la violencia imperante.
Yo soy hikkikomori… y a mucha honra.
[Blog de Claudio Molinari y la experiencia diaria de un hikikomori http://claudiomolinaridassatti.tumblr.com/
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Más que virtualidad aumentada, ¿realidad disminuida?
La realidad aumentada es hacia donde se dirige la corriente. Pero quien se dedique a un quehacer artístico o creativo jamás debe hacer lo que hace la masa. No por esnobismo sino porque para poder estudiar la sociedad -y por tanto vernos a nosotros mismos- uno debe plantarse lo más afuera de ella que le sea posible. Esa es la tarea de un artista. El resto es el trabajo de los grandes productores de música, televisión y cine, además de los gestores de los museos de arte contemporáneo, el nuevo opio de las masas.
La realidad aumentada es hacia donde se dirige la corriente. Pero quien se dedique a un quehacer artístico o creativo jamás debe hacer lo que hace la masa. No por esnobismo sino porque para poder estudiar la sociedad -y por tanto vernos a nosotros mismos- uno debe plantarse lo más afuera de ella que le sea posible. Esa es la tarea de un artista. El resto es el trabajo de los grandes productores de música, televisión y cine, además de los gestores de los museos de arte contemporáneo, el nuevo opio de las masas.
¿Existe el silencio en la era digital?
Encontrarlo es la única meta de la inteligencia. Sin silencio no hay posibilidad de discernimiento, que es la materia prima necesaria para diferenciar el ruido del conocimiento
Encontrarlo es la única meta de la inteligencia. Sin silencio no hay posibilidad de discernimiento, que es la materia prima necesaria para diferenciar el ruido del conocimiento
Arturo Triviño