lunes, 4 de agosto de 2008

POEMAS DE JULIO CESAR ARCINIEGAS




Julio cesar Arciniegas es un poeta de la estirpe de Aurelio Arturo; vive alejado del mundo en su finca cafetera del Tolima, cultivando una poesía densa y compleja, en donde la naturaleza ocupa lugar primordial. Es en ese diálogo permanente entre este poeta de montaña y ribera, de hondonada y guadual, de piedra y barro,  establece una comunicación con su entorno barroco y vegetal. El poeta inmerso en microcosmos de criaturas vivas que viven y mueren dentro de unas coordenadas extensas, canta a la vida y a sus manifestaciones.

Los textos de este poeta por momentos alcanzan la luminosidad dorada de las copas de los árboles en los estíos de esas hermosas tierras del centro y sur de Colombia; otras veces adquieren ese musgo verdoso de los árboles que crecen en esas vigorosas montañas. Arciniegas es un poeta culto, que ha bebido en las fuentes clásicas de la literatura universal, los ecos de los grandes autores y poetas se pueden ver reflejados en sus aquilatados versos que pule con la meticulosidad de los artesanos.

Premio Nal. De Poesía Porfirio Barba Jacob 2007. y finalista del concurso Nal. De poesía revista PROMETEO 2008.

Aquí una pequeña muestra de su trabajo.


2 POEMAS DE UN LIBRO DE HOMENAJES Y 4 POEMAS DE UN BESTIARIO:



CESAR VALLEJO

Tras el lavadero negro esta la herida de los jueves


El pobre aguacero destilando las cruces


La curva de un posible pan cosido a su sed


Siempre el hermano perdido en los maderos


El dios que amanece abriendo las alas de su salario


Acarreara tardes en la suerte tus llagas


Sabe a tempestad, a tierra sin andar


A un árbol que se aparta del camino


Donde El llevo cada palabra a las frutas amargas


A los bueyes que no saben algo terrible

Se acuerda de algún enfermo


Es muy duro cavar donde busca los otros lados del asombro


Apoyado en tus huesos logras mostrarnos el encanto.


Lo más húmedo de las orillas que no conocen la deslealtad


Solo sabes el idioma donde escribiste el cuerpo


Tus labios ataron el nombre y ahora zurce una cosecha que se ha quedado sin el beso del alba

Un aire barre sus tejados


Aun oigo su sangre comida por el frió


Y tus ojos cansados de haber sufrido tanto


“miran la novia que algún fue su madre”



VICENTE HUIDOBRO

Hay quien rebasa corrientes a una altura en que no se agotan las aviaciones ni las imágenes trazan el momento del temblor.


Con un aire lleno que cae a un astro enrodado en los huesos


Un cielo que ha comprendido sus formas


En un eterno retorno Alos limites donde esconderse en la muerte es la lengua marchitándose atando las afueras de un miedo de nocturnas procesiones


O que caigan las catástrofes de un planeta mordido por la permanencia


Donde hay nausea sideral en los habitantes de los sueños


Hay quien recrimina las congojas


La única verdad es el dolor


Las trampas lujosas para pasar las constelaciones


O los descolgados del vértigo donde combate las altas luces con cabeza de un mar sapiente


Los espacios fulminan un deseo de estos sistemas fatigados donde desnudar estrellas es oficio de poetas.


COCODRILO


Como criaturas que arrastran el agua

Estaba sin poderse mover

Con la duda de ser un monstruo

O que su sarcasmo nadara hasta la orilla de dolor

Desde el impronunciable aguacero

La pupila de crueles desgarrones

Fuera de la necesidad,

De la expansión de la ira

Afinaba la presa sucia de lodo,

Con la impresión de las heridas

Que se rescatan en oscuridad.




SERPIENTES


Repto entre estruendos y prolongados placeres del sol

Donde el mar salda las glorias de las construcciones,

Bajo sus turbadores anillos,

Recubierta por las mil efusiones del barro

Vaga encerrada en sus venenos

Abriendo la interrogación

Como la hidra “emisaria del deseo"

Cruzará el negro jarabe de las cubiertas


CANGREJO
Alejose en brazos de una oscura venganza.

En espera del momento preciso para volar

Cuando duerman las guardas de los remolinos.

Alejóse de los ojos adormecidos

Por el negro devenir

Que cubre las inmundicias,

En una noche inhumana

Retrocediendo la ira

Entre la soledad y las tinieblas.




PIOJOS


En tanto expandan los abismos,

Sorprendidos de ese sol

Que se pondrá sobre los ángeles caídos

Insensibles a las progenituras

O purismos con su sonido de apóstrofe

Justo en los a designios de ser libres

De pensar en sus fastidios

A una sangre que adoran

Donde estará asegurado su reino de suciedad.

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