domingo, 9 de septiembre de 2007
LA CASA DEL GRAN HERMANO
LA CASA DEL GRAN HERMANO
Una de las cuarenta y cuatro cámaras de televisión, estratégicamente ubicadas dentro de la casa, tomó en primer plano el rostro del ex-boxeador que se hurgaba con frenesí metódico dentro de la nariz y sacaba la gruesa costra de mocos, que luego introducía en la boca, saboreándola como si aquella inmundicia fuese una exquisita mermelada de arándanos.
–¡Joder, que puerco!–. Exclamó Fernando el amigo madrileño, crítico de televisión con quien compartía la misión de ver, comentar y escribir para un fanzine madrileño, durante los noventa días que duraba aquella performance de la idiotez, en la caja boba. Tendríamos que estar al tanto de los acontecimientos de aquellas jornadas; un concurso televisivo, en donde Diez participantes. Casi todos con edades entre los veinte y los treinta años, encerrados en una casa de doscientos cincuenta metros cuadrados y que tenía: Dos dormitorios comunitarios, una sala de estar, una cocina integral, dos baños y un patio con una mini-piscina. Cada uno de los participantes, debería hacer una rutina de ejercicios diarios sobre una bicicleta estática con forma de gallina gigante y además, dispondrían de unos pocos euros diarios para hacer las compras; no tendrían radio, televisión, ni periódicos. Podrían fumar y siempre estarían bajo la implacable vigilancia de treinta y cuatro cámaras de televisión, que día y noche grabarían todas sus actividades, que luego serían trasmitidas en horarios familiares, por una de las principales cadenas televisivas de España. El público votaría por teléfono o por Internet, eliminando a los jugadores o inquilinos que no fuesen de su agrado. Quien ganase el concurso (es decir el último que quedase en la casa), se enbolsillaría la no despreciable suma de veinte millones de pesetas.
Lo primero que mi amigo Fernando, el español, comunicador social, y psicólogo especializado en critica de medios de comunicación, me advirtió, fue el progresivo y casi inmediato deterioro de la comunicación entre los diez participantes.
–Parecen una partida de monos –. Me dijo.
–Los babuinos son más interesantes, al menos parecen tener ideas –. Le repuse yo, que había visto y escuchado una semana completa de conversaciones insulsas, llenas de anécdotas estúpidas, contadas en un lenguaje paupérrimo, en donde las palabras: “hostias, joder, coño”, y las expresiones: “Me cago en la madre, me cago en la leche, la puta que lo parió y de puta madre.” Eran las joyas sintácticas que esgrimían aquellos individuos, ciudadanos de la patria de Cervantes, Quevedo y Lope de Vega, para comunicar sus sentimientos e ideas.
Personalmente no detesto el lenguaje lunfardo y la poética de la maledicencia y el insulto, lo que pasa es que ese campo semántico es bastante más rico y la imaginacion de aquellos individuos lo había reducido a eso; a mierda parda y llana.
El variopinto grupo estaba compuesto por: Una estudiante universitaria de pedagogía; un ex-boxeador que mostraba sobre su rostro el duro castigo al que había sido sometido sobre el cuadrilátero de la vida; una bailarina de night-club rotunda en sus formas, felina en sus movimientos; un personaje con apariencia de estibador, originario de Bilbao capital del país Vasco, que se hacía pasar por aventurero y cazador de fortuna; una ex -azafata de una aerolínea española, bastante puestecita, recatadita; un macarra chulesco con modales de rufián sevillano; una actriz de cine phorno que andaba siempre ligera de ropa y que cuando podía hacia su streap-tese y sus pases de lencería frente a las cámaras, antes de enfundarse en una levantadora de seda transparente. Un vendedor de electrodomésticos, que fumaba como rufián en calabozo; un ex-jonkie que había sido rescatado de las drogas, después de haber ingresado a un monasterio en donde guardó votos de silencio durante un año consecutivo, pero que, dentro de la casa del gran hermano no paraba de charlar con una verborrea frenética; abordando todo tipo de temas, desde los más prosaicos y terrenales hasta entrar en los misterios insondables de la parapsicología. Una atleta de fondo, rubia y espigada, que por su fuerte físico y su voz profunda y ronca, debía haber sido una gran aficionada a los esteroides. Y una camarera rolliza, blanca cual grasa de jamón serrano, de buena talla, risa fácil, y cortita de entendimiento.
–Has notado que ninguno tiene una opinión política, ni estética, ni filosófica –me comento mi amigo madrileño–, y cuando alguno desliza su conversación hacía allí, casi sin pensarlo, los demás le ponen coto y cierran sus oídos, o sencillamente le boicotean con frases como:– “No te pongas pesado, o de eso no debemos hablar para no herir a nadie”–. Me advirtió, mientras revisábamos los planos de televisión, que habían salido al público la noche anterior.
Plano general: Están todos reunidos en la sala en horas de la mañana. La mitad no se han bañado y solo una tercera parte se ha lavado la boca, así que deben despedir una halitosis de cocodrilos en estanque de parque zoológico. El ex-jonkie se rasca la barriga peluda y luego casi con naturalidad introduce su mano nervuda y se rasca esa parte intima, en donde seguramente un escozor salvaje le esta excoriando las gónadas. La azafata le mira directamente y se ríe bajo un chal color rosa que le cubre la mitad del rostro. La bailarina y la estudiante universitaria han entrado en confianza desde hace dos días y se hacen carantoñas y se espulgan las cabezas mutuamente; ritual de desparasitación, que me hace recordar los chimpancés que retozan en el zoológico de Batan, una tarde verano. Para completar la acción en el interesante plato, una pequeña perra boxer, (que es la mascota de la casa) no deja de morder el vestido a la azafata, que le empuja con el pie mientras la pequeña bestia arremete de nuevo hasta lograr rasgar parte de la prenda de la mujer, que sale ofuscada del plano para cambiarse en una de las habitaciones. Mientras tanto, la cámara hace un close-up del rostro legañoso del macarra chulesco, que se rasca hasta irritarse la pupila y mira directo a la cámara al tiempo que suelta una risita estúpida a los quince millones de televidentes españoles, que todos los días después de sus labores académicas y laborales, consultan por lo menos durante dos horas, lo que sucede en esta casa de tarados.
–Todo pueblo tiene la televisión que se merece –. Sentencia con laconismo, mi camarada de crítica de televisión, mientras apunta en su libreta las impresiones de los sucesos cotidianos en la casa de cristal, (por que al fin y al cabo es como una casa de cristal expuesta a las miradas de los telespectadores, que también pueden llamar y opinar sobre lo que allí ocurre, sobre sus gustos y afinidades y su desacuerdo con las actitudes de ciertos personajes. Por ejemplo uno de los participantes, –el vendedor de electrodomésticos– al principio no se sumaba a las charlas y procuraba estar mucho tiempo leyendo revistas y un par de libros de Stepen King, (los únicos que había en la casa). Los demás concursantes se quejaron de este personaje, por que no se inmiscuía en los asuntos del colectivo, que estaba como apartado y por lo tanto debía salir del set. Muchas de las doscientas mil llamadas que se hicieron de los cuatro puntos cardinales de la España. Coincidían en esto. Pero paradójicamente, cuando a los siguientes días nuestro concursante en la capilla, cambió su actitud y reconoció sus errores de “sociabilidad”, frente a una de las cámaras que se encontraba dispuesta en un cuarto pequeño, donde los concursantes eran llamados en cualquier momento, para ser interrogados por uno de los ideólogos de semejante esperpento (seguramente un camarógrafo trasnochado, o el cuñado del dueño de la cadena de televisión). –Un cubículo pintado de rojo, al que se le llamaba ceremoniosamente el “confesionario”, ya que en este sitio, los participantes eran interrogados periódicamente sobre todo tipo de naderías y en especial sobre los acontecimientos de esta casa–. Lo cierto es que el personaje en cuestión, después de recibir una reprimenda y una advertencia sobre su posible salida; y después de comenzar a participar de las conversaciones semi-guturales, de las risas estentóreas y a rascarse los huevos y a sacarse la cera de las orejas con el dedo índice, a eructar como un cerdo en la dehesa, de un momento a otro subió su popularidad y se le permitió seguir en la casa. Ahora el vendedor es uno de los más populares, y crece su simpatía entre la audiencia.
–“El público se identifica con personajes que actúen como él, que se le asemejen en su modales y en su forma burda de actuar, en su forma elemental de hablar y de expresar sus ideas primarias y básicas.”– Escribí en uno de los artículos que salía en una de las columnas del Fancine underground “CERDOS ESTOFADOS”. Para confirmar esta actitud, describí la situación que se había presentado con la estudiante de pedagogía, que fue despectivamente llamada niña “pija” (hijita de papi y mami ). Por que hablaba de forma clara, se le podía entender lo que decía, trataba de vocalizar y que mantenía una cierta pulcritud en su apariencia personal, y que en alguna ocasión se atrevió a criticar las películas basadas en las obras de Stephen king, –que eran del unánime agrado de la hermandad de la casa– fue una de las primeras expulsadas. Las que la propusieron fueron las mujeres; claro está, ella era una de las más inteligentes y por supuesto, la más bonita.
El programa ha batido récords y nuestro deber es el de crear expectativas y el de informar sobre los extraordinarios acontecimientos que suceden en aquella mansión de la anormalidad, que se ha ganado el corazón y las pupilas de millones de españoles, de esa España que en el fondo sigue siendo la de charanga y pandereta, la España del cotilleo y el correveidile, la tierra de la piel del toro y de la mantilla sevillana, España playera, pinchera y choricera, perfumada con acre olor de grasa pútrida de los jamones ibéricos y rociada con los espesos vinos de la Rioja. Esa España pueblerina y cachonda, borrachona y sandunguera que convive con la otra España, la hiperdesarrollada, tecnificada, explotadora, usurera y mendaz, al servicio de los grandes monopolios y que ahora trata de lanzar su zarpazo económico, sobre las provincias de ultramar, que en el pasado fueron sus colonias.
–“Se caldea el ambiente en la casa”–. Escribe Fernando. La actriz phorno, una madrileña veinteañera bien trabajadita y con una que otro retoque de quirófano, que hace decir a mi amigo el español: –“Esa tiene más silicona, que el Silicon Valley de Arizona”–. Esa madrileñita bien alimentada con gambas, cocido madrileño y humeantes callos, quiere tener una relación fuerte y horizontal con el vendedor de electrodomésticos; pero el boxeador se interpone entre los dos, con frases de doble sentido, en donde le manifiesta por una parte que le quiere y que se ha enamorado locamente de ella, y por otra parte, que le odia y que le hará la guerra hasta hacerla expulsar de la casa. Lo que no impide que por la noche, la actriz phorno pase de las deliberaciones a los hechos y asalte la cama del vendedor, y bajo las sabanas blancas forniquen, jadeando con los rostros ocultos bajo la mirada fría de la cámara de televisión, que, como mudo testigo de su pasión, registra las ondulaciones arrítmicas de estos dos amantes furtivos. Fantasmas prisioneros de su amor mediático. Y claro al otro día, se registra un índice en el raiting de audiencia y en las llamadas del público televidente. La mitad pide la expulsión de “la golfa”, “la perra”, “la meretriz”, “la calientabraguetas” y la otra mitad, la expulsión de vendedor incontinente, que no es un hombre que aguante y que se mantenga en momentos de prueba y soledad, en donde lo que debería primar sería el autocontrol y una férrea disciplina del cuerpo; si mucho, un paliativo de sueños húmedos, o una discreta manipulación del caballito de Troya.
El aventurero caza fortunas cada vez es menos comunicativo y a excepción de los viajes nocturnos a asaltar la nevera, lo único que se le ve haciendo, son extraños movimientos que parecieran ejercicios de Tai-Chi o cierto arte marcial oriental, una danza misteriosa como de coleóptero, mantis o langosta electrizada. Pronunciando frases en euskera por lo bajo y casi ininteligibles, mirando cada una de las cámaras y como tratando de comunicar con un lenguaje de signos que crean sombras chinescas sobre su rostro; una secreta angustia que a todos hace pensar en la locura o la esquizofrenia. Los ejercicios los realiza en el patio de la casa, cuando casi todos están fumando o quemando sus grasas blancas en la piscina.
–Este es un personaje que dará mucho que decir –dice mi colega–. Es vasco, de pequeño vivió en una población enclavada en las montañas de Euzkádi; sus padres pequeños ganaderos se han arruinado con el mal de las vacas locas o el síndrome espongiforme bovino, que llegó para asolar las vaquerías europeas desde Inglaterra. –Continúa explicando con una simpatía que no oculta mi camarada de crítica–. Aunque hace casi cuatro años que no va a su casa ya que se fue a trabajar de estibador y marinero en los pueblos costeros, les escribe a sus padres y a su hermano. La mayoría de la gente piensa que es buen hijo. En el confesionario, cuyo turno es cada tres días, dice que esos ejercicios, (especie de runas y extraños mantras) le hace sentirse fuerte y relajado al mismo tiempo.
Nosotros como periodistas, interesados en la critica de la televisión cotidiana y al mismo tiempo cronistas del programa, tenemos derecho ha hacer encuestas y sondeos, cuyas respuestas no se harán públicas, pero que servirán de orientación para la selección del ganador; las encuestas deberán ser remitidas a los directivos que están tras las bambalinas de este show de los idiotas. Tenemos ánimo de provocación. Buscamos una respuesta, un desafuero, un grito, un insulto.
–Filtremos una pregunta que tenga un matiz polémico – Me dice Fernando el madrileño con una sonrisa–. Tenemos un caballo de Troya en la casa del gran hermano
La pregunta que logramos colar con uno de los técnicos del programa y amigo de Fernando, se le hace a toda la fraternidad de la casa. Gira entorno al origen del Gran Hermano. Todos están de acuerdo que se trata de un concurso televisivo que se originó en Holanda y Alemania y que luego se ha extendido con mucho éxito en diferentes países del mundo, incluyendo Estados Unidos y América Latina. Cuando se les pregunta que les dice el nombre de George Orwell, las respuestas por parte de los enclaustrados, son diversas: El boxeador cree que es un jugador de fútbol ingles, la azafata responde que se trata de un basketbolista norteamericano, el vendedor de electrodomésticos piensa que se trata de una estrella de cine; cinco habitantes de la casa responde no saber. El único que sabe que se trata de un escritor ingles que dejo una novela cuyo titulo es 1984; es el vasco estibador y caza-fortunas.
–Ese tío se trae algo, no se de que se trata, pero el tío se esta haciendo el idiota y me figuro que tuvo que bajar su coeficiente intelectual, para poder pasar por el cedazo de los misteriosos directivos del programa –. Me dice bastante intrigado mi amigo Fernando–. Es el único que tiene idea, para qué puede servir, esta granja de animales mongoloídes.
La pregunta y las respuestas a esta inquietud se dieron casi al margen de la pantomima creada por los directivos del programa. El amigo técnico de Fernando había introducido unos papelitos en las comidas de algunos de los Freacks mediáticos, que se encontraron de un día para otro preguntándose frente a las cámaras qué significado podía tener aquello. El vasco en la cocina alcanzo a decir; “Comida para los cerdos de la Granja” Inmediatamente después de expresar ciertas ideas extrañas y no consideradas políticamente correctas por parte del gran público.
Los directivos sin rostro, reaccionan y lanzan una campaña de desprestigio contra él estibador; argumentando que en una oportunidad se quedo dormido mas de doce horas “dándole de comer a la mona” (pasando guayabo) y no se baño en seis días consecutivos. Los planos lo tratan de mostrar raro, misterioso, desaseado; le muestran dueño de un mutismo pesado, mirando de reojo y sonriendo maliciosamente; parece un personaje del gabinete del doctor Caligari. Muchos de los telespectadores, sospechan que se esta metiendo hachís en los cigarrillos que a diario consumen la camada de antropoides. A estas alturas del programa la mayoría lleva gafas oscuras. Cuando se les pregunta en el confesionario por los adminículos, responden que es por lo de los reflectores; cuando se les pregunta por lo de las pastillas, que la mayoría, gesto natural consumen frente al espejo del baño, dicen que se trata de vitaminas.
–No es para menos amigo, el estar metido como animal de circo, siendo observado constantemente, requiere un paliativo paranoico o un aditivo de la serotonína. Lo único que pueden hacer los opiáceos es darles un poco de calma; y los estimulantes, afinar sus atrofiados sentidos de la realidad. (Que ya a estas alturas del programa, es una realidad virtual.) Ellos mismos, no saben nada de lo que esta ocurriendo afuera. Necesitan crearse una realidad interior que les sirva de referente y coordenada. ¿Y como tratan de hacerlo? –continúa bastante expresivo Fernando después de apagar el ultimo cigarrillo de la cajetilla de Camel– Sencillamente acudiendo a los fármacos y a los opiáceos. Al carecer de un referente exterior deben crearlo interiormente, inventárselo, aunque la verdad es que la mayoría de los allí enclaustrados, no tenga los alcances intelectuales e imaginativos para hacerlo. Para ellos que nacieron con los videojuegos y el Nintendo la realidad es ésta; estar dentro de la caja tonta, dentro del Golem, masticando y rumiando sonrisas de euforia y muecas de hastío.
En los siguientes días fueron eliminados: El vendedor de electrodomésticos por que dijo en un ataque de aburrimiento y con animo claramente provocador que la realeza española era hortera y que la televisión era un soporífero bastante pesado; que a él no le hacia ninguna falta y que estaba disfrutando de lo lindo sin tener que observar las guarradas y la bazofia que en ella se trasmitía. Esto le causo la despedida inmediata. Por fin teníamos a alguien con quien identificarnos, pensamos Fernando y yo, pero no nos había durado mucho la dicha. En España no se habla mal de los reyes en los mass media, se puede hablar mal de todo el mundo hasta del Papa y su santa cofradía; pero los reyes de España son criaturas celestiales contra los que ningún medio y ningún periodista pueden alzar su voz o su plebeya pluma. En el país más safio de Europa en donde se jactan de tener el humor más negro y visceral, no se levanta una verdad, ni es aireada si toca en algunos de sus extremos los intereses de la gran familia real. En Inglaterra se sabe de los líos de alcoba de la realeza, de sus dificultades con el erario público, y de la afición desmedida a la cristalería y las botellas de algunos nobles dipsómanos; pero en España, esa es una institución más sagrada que la de los faraones en el antiguo Egipto; además, todo el pueblo español esta convencido de tener la corona más luminosa y gloriosa de todo el orbe.
La camarera también fue expulsada de la casa, por dejar pegar la tortilla de papa y huevos, descuido que atentó claramente contra la joya de la corona de la excelsa dieta mediterránea; dieta de la cual están convencidos todos los gastrónomos iberos, es la más sana y deliciosa del mundo. Los huevos se quemaron, mientras la chica trataba de hacer un poco de ejercicio a manera de aperitivo antes del desayuno, seguramente intentando quemar un poco de la grasa, que se venia acumulando en su cintura, después de un mes y una semana en esa actividad semi-vegetatíva, esa especie de hibernación de baja intensidad, a la que había sido sometida. Se había concentrado de lleno en el ejercicio, como flotando dentro de una danza narcótica y aeróbica mientras en la cocina la tortilla de huevo que había colocado a fuego lento en la estufa, se flambeaba en el azul vegetal del aceite de oliva y luego se carbonizaba soltando una gigantesca humareda, teniendo que ser apagada con el extintor por la gente de la casa.
No se le perdono la falla culinaria, y el “exigente” público español, le castigó con trescientas mil llamadas postulándola y conminándola a salir inmediatamente. Ella reconoció después, frente al confesionario, que nunca había cocinado y que sus conocimientos en este campo, se reducían a las burdas tapas que consumen por toneladas los españoles del metro, los curros, los trabajadores en las mugrientas barras y tascas que se extienden por toda la geografía del país: huevos escaldados, jamones y chorizos curados, y que en realidad toda su dieta personal consistía en enlatados, encurtidos, jamón de cerdo, y cerveza “Mahou” de la litrona.
Este incidente hizo rodar ríos de tinta en los periódicos y revistas, fenómeno natural si se tienen en cuenta de la importancia de la dieta y la comida entre los herederos de don Sancho Panza. Natural, en un país que perdió su tradición agrícola en gran parte del territorio nacional y en donde los niños creen que los tomates y las zanahorias se dan en los supermercados, ya que el noventa por ciento los trabajadores agrarios esta conformado por inmigrantes ilegales del África sub-sahariana, la antigua Yugoslavia, Rusia o de América latina, que son explotados en los campos de cultivos e invernaderos de El Ejido, Cataluña y el sur de España. Esto sucede casi siempre con sociedades semi-feudales y agrarias, que de un momento a otro dan el salto a la industrialización y tecnificación altamente desarrollada. En la familia ya no se preparan las comidas y los niños y niñas se acostumbran rápidamente al pre-congelado, el pre-cocido y el microondas.
Salió también de la casa, por arrojar periódicos en el baño, el macarra sevillano un joven imberbe de escasos diez y ocho años. Tenía la exquisita costumbre, (además de acosar sexualmente a las mujeres de la casa con “carraca” en mano) de leer mientras defecaba y luego arrojaba los periódicos al sanitario cosa que la mayoría de los casos no es razón de obstrucción, pero que en este caso tuvo visos de gravedad, al parecer por las caras preocupadísimas de los técnicos fontaneros del programa, que solo pudieron resolver el problema después de dos horas de labores altamente delicadas. Y como las cámaras no mienten y al individuo en cuestión se le capto in fraganti, en este acto físico-escretórico-intelectual. Fue condenado inmediatamente por sus compatriotas que en número de cuatrocientas cincuenta mil llamadas, decretaron el ostracismo televisivo del acosador-defecador-atascador.
Como bien lo veíamos venir, el choque entre el ex-boxeador y el ex-jonkie no tardó en aparecer. Este último a pesar de haber guardado una compostura tibetana, aureolada de un ascetismo casi ritual, ya que no comía, poco bebía y solo fumaba; que pasaba desapercibido por su escuálida figura semitransparente, que era registrada con dificultad por las cámaras de televisión, no tardó en mostrar su antipatía por el ex-boxeador, cuando este trató de imponer cierto orden en la casa, haciendo gala de su fuerza bruta y cierto voluntarismo autoritario. El colmo de la discusión llegó cuando el ex-boxeador propuso cierta lista de espera en la hora del baño, esto no gusto al ex-jonkie. Que se paró iracundo y le espetó al gladiador que el no era el director de la casa y que: “no se le iba a comer el coco a todos los integrantes de la misma.” El boxeador se paró y sin mediar palabra empujó al ex-jonkie, quien repuso con una patada a los testículos, que supo asimilar el ex-boxeador, este a su vez iracundo, contraataco con un gancho de izquierda dejando sin sentido al ex-jonkie, tendido sobre el suelo de la sala. El vasco entro en la disputa y se armo tal jaleo que por poco acaban con el comedor y la cocina, si no es por la valerosa actitud que asumieron las mujeres que quedaban, ya que se armaron de sartenes, paelleras y Armas corto punzantes para defender su idílico territorio de la anarquía.
A las veinticuatro horas, llovieron un millón doscientas mil llamadas de toda España. Llamadas que eran pagadas a cien pesetas el minuto y que tenían muy contentos a los dueños de la Telefónica, ya que eran directos accionistas en el programa.
–“En España todo esta diseñado para estafar y expoliar al pueblo, al curro, al trabajador, al idiota, al cotilla–. Me decía Fernando con aire escéptico, mientras emborronaba cuartillas para el artículo del fanzine.
–No te preocupes amigo que en Colombia, también sucede lo mismo, pero lo hacen con menos sentido del humor –.Le respondí.
Quedaron en capilla, prontos a abandonar la casa del gran hermano por actos violentos transmitidos en directo a la Ispania. Los tres principales involucrados en este bochornoso acontecimiento: El ex-boxeador, El ex-jonkie y el extraño caza-fortunas vasco (que a estas horas del programa lucia una barba hirsuta de dos meses y una mirada mesiánica y furiosa).
Todos mostraron su asombro. El ex-jonkie comenzó a preparar sus maletas, el ex-boxeador se revolcaba en una de las sillas del comedor y daba puñetazos a la mesa mientras jadeaba y lloraba como un crio; pero lo que no se esperaba nadie en Madrid, en Valencia, en Cataluña, en el país Vasco, en Navarra, en Sevilla en toda España, era que el caza fortunas vasco sacara un pañuelo negro y con su rostro desfigurado por una ira milenaria, de pueblo bravo de montaña sojuzgado por la metrópoli decadente, lo escuchamos aullar: –“¡¡Españoles ¿que esperan?, ¿que miran?,.... ¡Hostia que os están comiendo el coco!...¡Oh mi país!, ¡País de Guernika!, ¡país de la resistencia libertaria!.... ¡¡Se hos esta pegando la tortilla!!.... Una nueva patria sin Gran Hermano está a punto de nacer. Esta prisión de atrapados en azul, esta gran prisión con cámaras ocultas en los metros, en las calles, en los barrios. Esta gran prisión de consumo estúpido y envenenador. Tendrá que desaparecer. ¡¡Esta surgiendo una nueva patria, la patria del verbo transparente!!”–. Arrojó el pañuelo negro a un lado, y vimos asombrados, como todos los integrantes de la casa del gran hermano, se evadían por las ventanas del set, buscando trepar los muros: la cabaretera se cayó en la piscina y tragó agua antes de salir con una toalla que le cubría parcialmente su voluminoso pecho, intentando trepar la pared de dos metros por una escalera, llevando en sus brazos a la perrita bóxer. La poderosa atleta rubia que durante toda su estadía había estado haciendo ejercicios y que lucía unas poderosas pantorrillas, saltó con elegancia pasmosa los dos metros que la separaban de la calle, sin rasguñarse siquiera. El radical vasco, que de repente tenía en una mano una reluciente y poderosa navaja toledana y en la otra, un artefacto negro, metálico, de forma circular que emitía un silbidito y una luz intermitente; comenzó a temblar bajo un convulsivo espasmo que se apoderaba de todo su cuerpo. En las pantallas, su rostro en primer plano adquiría la forma de un oso de repente nostálgico y tranquilo. El radical miró asombrado a todos lados, luego sonrió como desorientado por la huida de su compañeros. Guardó, con un gesto rápido, su cuchilla toledana. Depositó el artefacto sobre la mesa de la sala. La cámara del recinto, hizo un acercamiento sobre la mesa; allí estaba una mini-grabadora negra metálica. En un plano detalle se vio la mano velluda del vasco encender el mecanismo de la cinta. Sacó un papel de su astroso blujin y comenzó a declamar con voz potente, pausada y clara, mientras todos respirábamos más o menos tranquilos...
GENTE MIRANDO TELEVISION
Gente mirando televisión
Gente televisando
Gente informatizándose, uniformizándose de opiniones
que transcurren dentro de las ondas hertzianas
Gente deglutando “ideas”
No muy claras esas “ideas”, gente tele-visualizando masacres, guerras y otras hecatombes narradas por comentaristas especializados
Piedras rituales, sacrificios para el homo sapiens.
Gente escuchando gritos y murmullos adentro de la selva.
Gente escuchando alaridos y gritos escenificados dentro de las cajas de resonancia, dentro de los tambores negros
del corazón acorazado,
el corazón acorralado,
el corazón de las tinieblas,
el corazón de las quinielas.
Gente alumbrada en azul y verde, gente desarticulada,
muda gente dentro de los cuartos oscuros de los hoteles,
en las salas de los frenocomios, en las blancas y asépticas salas de los hospitales, gente fumando en los reformatorios
¡Gente que abuchea, se para y grita, y levanta un puño!
¡Gente “bien informada” con la panza llena de cerveza
viendo reality shows en la televisión!.
Gente que gesticula con cara desencajada frente a las opiniones de un ser virtual, que predice el tiempo y las nevadas y las tormentas radiactivas, y las inundaciones y los ciclones.
Gente que ríe con la boca llena de palomitas y papitas fritas, merengues y colas.
Gente buena que tiene sandalias y pantuflas calientes.
Gente católica viendo televisión después de las oraciones.
Gente de aquí y de allá
Orientales con sus ojos como tachones de estilográfica
y africanos con sus pieles de carbón mineral
y dálmatas, daneses , suecos , españoles,
y norteamericanos.
Todos deglutando, asimilando, asintiendo,
Y defendiendo a muerte su televisión.....
–En este momento hubo un corto que duró unos segundos.Fernando y yo pensábamos que le habían saboteado. Pero a los pocos instantes reapareció la señal, parpadeando y con problemas de sonido. Después se estabilizó y el bardo estaba allí, el joven radical seguía allí, –Nuestro técnico infiltrado, también– desaforado, elocuente, gesticulando, levantando los brazos haciendo signos con las manos...
".........la capilla del nuevo milenio
donde ofician los políticos y los estrellas del cine;
los criminales de guerra.
El golem donde se santifican todas las miradas.
El espejo mágico
donde todos encontramos nuestros rostros
con huecas palabras sin sentido, acariciados por la sensualidad de los anuncios de perfumes y autos.
¡La portería virtual por donde nos meten todos los goles!.
¡La gran almeja eléctrica y cristalina
por donde nos follan todas las noches!.
¡El gran oráculo que se apropia de nuestro silencio!
¡Los ojos de bombillas pálidas!
¡Las orejas de pararrayos plásticos!
¡La papada de cerdos bubónicos!
¡La cresta de gallos con la peste de polinesia!
¡Las trompas de los vacunos espongiformes!
¡Las manos con las pústulas del escarmiento del Japón!
¡Los sexos de las bailarinas de la noche profunda, con sus huesos calcinados en plata escarlata, sus bromuros ácidos,
los daguerrotipos de la infamia, los spot de la censura!
¡Los travestís del mega-plan de invierno!
¡Los industriales del cacao y del centeno!
¡Los ácratas del último atentado aéreo!
¡Los magnates del petróleo y las salchichas!
¡Los apostatas del milenio!
¡Los radicales del paraíso perdido!
¡Los fetichistas del cuero y la lencería!
¡Las prostitutas de las últimas ceremonias en Batraxia!
¡Los condotieros del romance real!
¡Los eruditos lameculos del señor presidente!
¡Los periodistas de la farándula tarántula!
¡Los negociantes-maleantes de la guerra falsa!
¡30 canales de mierda
cuarenta cadenas de basura
vomitando sobre el cuartel del sueño!.
¡Te tienen bien cogido por las pelotas!...,
¡ y a ti fulana por las tetas!...
¡Abre bien la boca
que te vamos a meter una tres yardas!
y a ti Julieta, que te tienen tu Romeo
y a ti Isabela, que te tienen tu Perseo.
¡Mueve el culo pedorra y siéntate!
que ya vamos a darte tu dosis de fetichismorreo
y Marumarmajeo.
¡Coloca tu gran culo gorda pelirroja con cara de cerda hambrienta y acomoda tus grandes tetas de silicona!
¡Que por esta cajita golem
te vamos a meter media docena de salchichas alemanas!.
¡Cuida que tu marido el gordo camionero hincha del equipo de fútbol los galácticos, tenga bien rociada la mesa de cervezas y otros materiales alcohólicos y grasos!, para la gran final de la liga.... ¡Que él también ponga su barriga en el asador, que él también emplace sus pequeñas y flácidas huevas peludas en la parrilla de los sueños!. ¡Pués esta noche tenemos final de copa!.
Por que lo que todos necesitamos
es más gente mirando televisión.
Más gente deglutida por el dragón de cristal y plástico.
El comecocos. El come-corazones.
¡Ven, siéntate, muchacha con piorrea!....
¡Ven, tu también, teenager con ganas de consumir todo el mundo.
Los besos, el perfume de los cabellos de las estrellas pop.
Los pectorales y los muslos
de los muchachitos de la MTV!.
¡Ven tu también doncella con aliento a nicotina
y caderas tatuadas con alacranes escarabajos y corazones!,
sienta tu culito hermoso y abre las piernas que te vamos a meter unos cuantos anuncios televisivos
por esa ranurita de ranita desovada.
¡Abre tu bocaza come-pizzas
Que te vamos a meter
una buena dosis de genitalidad multirracial!.
Y haznos un blow Job mientras en este programa concurso
Nos robamos otro premio.
¡¿Quién....inventó las catapultas?!
¡Cooooorrreeecccto!
¡Llamen, llamen y elijan!....
¡Lamen, llamen y concursen!...
¡Te puedes hacer millonario desde tu poltrona de sintético rojo!
¡Las compañías telefónicas patrocinan!
¡Y míranos a nosotros, los del Gran Hermano como fornicamos y como babeamos;
como nos pedorreamos en vuestro cristal sin empañarlo!
¡como nos divertimos a tu salud, enanos en la feria digital!
Primero te acostumbras a las cámaras
en los metros y en los subways,
Luego en las calles y en las plazas
y por último en los cuartos y en los baños públicos.
Todos tendrán sus cuatro minutitos de gloria mediática.
También queremos meterte
una camarita mini DVD entre el culito
para saber qué comes y qué cagas,
o si te pasaste de dosis...
vete acostumbrando
¡Que el gran hermano meta sus narices y su verga salada
dentro de tus cuatro paredes
colmenita de abejorrita hiperkinética, sonámbula, hermafrodita!
¡Ah! ¿Verdad que es fantástico?
Vete acostumbrando a que revisemos tu correo,
tu carné de bibliotecas....
Qué lees, qué comes, qué piensas
Cómo te sodomizan.
Cómo te vomitas.
Cómo te mueves, cómo te la meneas,
¡¿Cómo vas a escapar de aquí my baby?!
Vete acostumbrando,
es un fenómeno,
ya somos mayoría...
Muchos, mucha gente,
dentro de la televisión.
¡Mucha,.... mucha gente,
mirada por la televisión!...
Se escucharon ruidos, gritos, golpes. La azul gendarmería entre los técnicos robóticos al asalto. La cara del poeta vasco deformada y aplastada contra una de las cámaras. Un fade out oscuro y denso se dejó caer dentro de nuestra televisión, pero también un chasquido eléctrico como de cámaras estallando, crepitando, ululando que disolvían y hacían desvanecer toda la prisión de la idiotez que representaba la mansión el Gran Hermano.
O.G.R.