jueves, 5 de junio de 2014

SEÑOR PRISTINO


 
CAPRICHOS (Detalle) OM-GARRATZ




SEÑOR PRISTINO










El señor Prístino
Revuelve dentro del charco de lodo con una varita de zahorí, para sacar un renacuajo.
El señor Prístino tiene una gorrita
que pareciera rescatada de una barricada rusa en la arremetida roja del 17.
Su estrella no se la ganó en la guerra. Su estrella es de utilería y de fabricación china.

El señor Prístino se reúne con otros diletantes para crear hermosos cadáveres exquisitos, ilustrados zombis literarios
                que participan de su pequeño aquelarre.
Cada uno aportará una hermosa y labrada frase de  cosecha
que el señor Prístino leerá de cara al mundo y viva voz, sin que le tiemble su campana, ni su silla turca.

El señor Prístino, maestro en las artes del radio bemba
                                                             y el corre ve y dile
se presentó frente al chaman de una tribu de guerreros.
Quería conocer futuro. Quería saber de plantas enteógenas. De brebajes visionarios...
Tuvo un mal viaje a las fronteras de la pesadilla.
Fue despertado a alpargatazos por aquellos brutos de manigua y selva.
Estaban cansados de escuchar su retórica académica, su preceptiva de aula rancia.

El señor Pristino, sospecha que su obsesión le habla con  voces esquizofrénicas.
En el fondo sabe, que su fijación le roba fuerzas para cultivar su talento.
Que el objeto de su artillería semántica, es un librepensador para el que quiere imaginar una protohistoria diseñada en las oficinas de propaganda del establishment.

El señor Prístino a ha asumido la tarea de un poema retaliatorio, pero no le sale bien. 

Se hunde en su lodazal de engaño, y sin esfuerzo enflaquece en medio de la noche.

Ahora se ve en el espejo… su máscara reflejada,  le dice…
Mi mascara es veneciana,  la tuya,…  taiwanesa.
Y sale al carnaval con  primorosa artesanía  terciada en bandolera.
Convencido de que en medio de la cumbiamba arrabalera encontrará su destino final.
Bailando contra la luna verde y bajo  las estrellas

                                                           como un perro cegado por frío acero de  plata selenita.


Omar García Ramírez

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