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sábado, 4 de mayo de 2013
miércoles, 3 de abril de 2013
ZOMBIS EN EL PSIQUIÁTRICO
“ZOMBIS EN EL PSIQUIÁTRICO”
––Cuento de Omar García Ramírez––
"Y los ángeles
ígneos cayeron. Profundos truenos se oían en las costas ardiendo con los fuegos
de Oro." - Roy Batty
(Blade Runner)
"Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais: Atacar naves en
llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la
Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán... en el tiempo... como
lágrimas en la lluvia. Es hora de morir" - Roy Batty
(Blade Runner)
Escena # 3
Interior: Oficina del psiquiatra
(PLANOS: 12-13-14-)
––Monólogo interior. Flashbacks de
acciones––
––Murphy, me llamo Murphy.
––Zombi No 458. Distrito 57.
––32 años; 5 y medio como zombi.
––¿Qué quiere que le cuente?
Lo desagradable eran los disparos.
Sí, los disparos de todos los
calibres a los que uno se tenía que acostumbrar.
Los de municiones Parabellun, Parker,
los disparos con Berettas, con Colts, con rifles de asalto.
Esos dejan una perforación desagradable
y rompen los vestidos…
Yo procuraba cambiar de Armani a Saint
Lauren, (eran de una tienda de moda que asaltamos con una pequeña pandilla. Éramos
como treinta, algunos muy trendys. (Zombi-Victim-fashion). No, no se ría,
aunque la estética zombi está más cercana a la moda fabril y leñadora de los grunges, habían otros, como decirlo… se
destacaban por su estilo.
Pero volvamos a los disparos; los
de wínchester queman, si señor queman y fastidian ya que aunque no son heridas mortales
(para nosotros se entiende), si son fastidiosas.
Lo mejor era poder responderlas. Cuando
las balas iban de nuestra parte y hacían impacto en los que no estaban
infectados, la cosa parecía mejorar; todo el kétchup del mundo tenía su
dulzura, su sabor.
Era en los supermercados en donde
hacíamos las mejores cacerías; las mejores razias.
Allí, la música de sinfonía y de
consumo, ponía a estas criaturas citadinas fuera del estado de alerta. Los invitaba
a comprar educadamente los pocos artículos que todavía quedaban.
––Casi todo era transgénico; casi
todo era congelado, enlatado y con fechas de caducidad––.
Toda la voracidad del mundo. El
ultimo y más divertido eslabón de la cadena. La vitrina en frío de la maquinaria de
la muerte.
Recuerdo, hicimos unos buenos
bacalaos, unas buenas parrilladas y de paso nos aprovisionábamos de colas y
refrescos; ya que aunque nadie lo crea; a nosotros también nos da sed y la
sangre es salada; la sangre da mucha sed. Una sed que no se sacia.
De otra parte nuestras
diferencias no son muchas. Me refiero a ustedes los enchufados y tambien los
citadinos mortales.
A decir verdad, he conocido seres
horribles en la otra orilla y le puedo decir que en ellos no existe una gota de
piedad, un leve rastro de humanidad. Su civilización es una granja de muerte al
por mayor. La cosa estaba en equilibrio.
En un principio nosotros solo estábamos
ocupando algunos espacios.
Íbamos a los estadios; asistíamos
a algunos conciertos; hacíamos filas en las rebajas y hasta se nos tenía en cuenta
para votar. Éramos un rebaño muy bien organizado y adoctrinado; el gregarismo
de una sociedad ejemplarizado en docenas de hombres y mujeres perfectamente adaptados
a las ceremonias vibrantes de las masas. Integrados a la estética multicolor
del espectáculo.
Sí, teníamos conciencia ciudadana;
no hacíamos mal a nadie. En aquellas ferias nos divertíamos mucho ya que somos
de una horda alegre y fiestera; No tenemos una vena polémica y no somos de ideales
radicales.
De pronto, uno que otro perdía
los estribos, y a veces, bajo efecto de la droga psiquiátrica a la que éramos sometidos;
cometía algún delito; se pasaba de velocidad, conducía borracho; trataba de sobornar
a algún guarda. Rompía los límites de la gran celda. Un pequeño robo a mano
armada, una que otra violación al código civil. Algo de violencia que se nos salía
de las manos. Un pequeño motín, una asonada. Cosas sin importancia. Usted
entiende… Pero luego; las cosas empeoraron.
Cuando quisimos llevar a uno de
nuestros representantes a la junta de consejeros del estado del distrito
federal. Nos dijeron que no. Que solo votásemos por sus candidatos (los del gran
panóptico); que con ese gesto era suficiente.
Y nosotros queríamos más futbol; queríamos
más televisión violenta; queríamos jardines infantiles para nuestros pequeños freaks. Seguridad social, para que
nuestra estirpe progresara y también piscinas y playas nudistas; sí playas
nudistas para zombis: es que estamos cansados de que se burlaran de nosotros
cuando íbamos a las playas nudistas, (ese temblor denso y espasmódico, esa hipercinesia
pesada, ese arrastrar los pies torcidos sobre la arena, ese rictus a lo Joe
Cocker pasado de copas y cerveza negra)…
Además, estábamos cansados de trabajar
en las labores más duras; picando piedras al sol y al agua; abriendo en canal y
descarnando cerdos y vacas en los mataderos; abriendo las fosas comunes para
los muertos de la guerra en los cementerios (que eran nuestros soldados muertos)
––nuestros más vigorosos representantes
en vestido camuflado––. Trabajos duros y peligrosos en los cultivos de
amapola y valeriana; Trabajos degradantes y estúpidos en las producciones
cinematográficas de bajo presupuesto en
donde siempre éramos la carne de cañón… (Somos
la carne de avanzada en la trinchera de la línea cinematográfica del mundo. Somos
los desechables en las fantasías guerreras de los directores de la Productora Mayor).
Claro que algunos de nosotros éramos
cinéfilos y gustábamos de cintas de prestigio, lo que los especialistas llaman:
las clásicas del género. Nuestras
primeras referencias cruzadas, la protohistoria de aquel malestar estético, las
raíces de aquel arbusto infame, venían desde “El Gabinete del Doctor Caligari”;
“El Golem” de Carl Boese y Paul Wegener; “La noche de los muertos vivientes” de
G. A Romero. Esas preguntas que llegaron encapsuladas en las imágenes del
cinematógrafo crearon a verdaderos especialistas. Algunos de mis amigos eran seguidores
de Tarkosvki; otros eran lectores de Stalisnaw Lem. Y por supuesto había
intelectuales muy reputados, uno de ellos me mostró una gran tesis sobre el
Frankenstein de Mary Shelley:
Antes de ser zombis, eran otra
cosa; ¿usted qué cree?
Aunque a veces me pregunto:
¿Éramos el excedente industrial
de una factoría de la carne, el producto interno bruto en un país del trópico después
de la guerra. La cuota, el porcentaje desechable de la ira y la violencia?
¿Éramos solo zombis o éramos algo
más que moría en vida bajo el efecto de una pesadilla? Un cuerpo sin conciencia
atrapado en la oscuridad de las ciudades. Los cuerpos horripilantes destinados
a ser destruidos dentro de un video-juego.
¿Se nos había marcado, deformado
y lacerado para que no hubiese redención; o, se nos había
confinado a estar sentados frente
a las pantallas de T.V. para recibir descargas de miedo y odio?
––Usted lo sabe, eso que dicen;
que somos alimento de algo. Algo poderoso en las esferas de la luna––.
¿Qué pasa cuando las preguntas comienzan
a revolotear en un cerebro engusanado y no llegan las respuestas? ¿Cuando las
neuronas rotas y golpeadas por los perdigones de la duda hacen un corto
circuito que te lleva a los linderos del nihilismo? ––Bella palabra; dura
palabra–– nuestro espíritu ahora está impregnado de ella, nuestro espíritu está marcado por la herida de Sísifo, la soledad de Prometeo.
Viene la rebelión.
Primero fue un guarda de
carreteras; después un político corrupto en campaña.
Se había metido en distrito equivocado
y luego…
Bueno, luego llego todo ese vendaval
de sangre y horror; y debemos admitir que de alguna manera estábamos en nuestro
elemento.
Pero vuelvo y digo, lo peor es no
poder asistir a los estadios y emborracharnos hasta caer de bruces después de los partidos y ver ese pálido
cielo manchado de hollín; las nubes como dragones oxidados chapoteando en una
cisterna sideral. Lo peor es no poder recibir las descargas de euforia de
nuestras divas plateadas, que sobre el escenario nos energizaban con sus rayos
de alegría musical. Lo peor es no poder asistir a las ferias gastronómicas
normales en donde le dábamos gusto a la panza con las hamburguesas tratadas con hidróxido de amonio; ahora nuestra dieta se ha puesto
cara y es traumática. ––Cuando tu alimento te maldice o te implora antes de ser
mordido, eso causa laceraciones en el alma––.
No se ría. He dicho en el alma. Sí,
un alma podrida pero al fin y al cabo, el alma de una criatura creada por el
hombre; un ensayo de poder y destrucción sobre el hombre. Un virus, una
infección que nos ha confinado a una violencia sin sentido, una oquedad siniestra
y depredadora.
Todo está más sucio y como le
decía… y lo peor. Lo peor son los malditos disparos.
Cuando nos acercamos a la casa
matriz en donde oficia el señor director; nuestro creador, nuestro último dios
sobre la tierra. Ese gran laboratorio farmacéutico, ese gran ingenio de
experimentación genética…
Pero, pasemos a otra cosa
¿quiere?...
¿Qué me dice?...
¿Cómo fue lo de las bibliotecas?...
¡Ah!.. eso fue solo una temporada;
como decirlo, una moda…de alguna manera se impuso una moda que duró unos
cuantos años.
Ustedes dejaron abandonadas las
librerías y las bibliotecas; y nosotros, que tenemos modales de okupas, las tomamos. Al principio,
durante el siclo de las heladas que llegaron después de las tormentas solares. ¿Lo recuerda?. Quemábamos los libros para calentarnos, (es un
secreto que le voy a decir a usted, aunque sé que se lo llevará muy lejos: a
los zombis la nieve, la humedad y el invierno maltrata nuestras delicadas
pieles); pero después, algunos de nosotros empezamos a leer y creo que es fue
otro de los elementos del problema, suena
elegante decirlo así, tiene su estilo, y no decir: otra pata que le nace al zombi como dicen en algunas películas
mexicanas.
Los libros, sí los bellos libros.
Aunque no lo crea; algunos cerebros deteriorados; se reconstruyeron mediante la
esa terapia de lectura. Da un poco de risa como esa terapia de lectura, nos dio sueños, y deseos mayores; inquietudes complejas
y de altura. Algunos se metieron con las ciencias duras buscando solución a
nuestros problemas; otros se perdieron en los fantasmagóricos senderos del
existencialismo y la poesía, y otros simplemente viajaron en el tiempo. Creo
que añoraban otras épocas…
Algunas de aquellas zombis
alternativas se pusieron flores en el pelo y cuidaron de sus cabelleras…Tendría
que haberlas visto cantando California Dreaming
como The Mamas & the Papas en las
afueras de la urbe, cerca a una gran iglesia abandonada; alrededor de una
fogata de neumáticos, basura plástica y tachos de basura. ––Hojas pardas y
resecas bajo un frío que congelaba los huesos––. Nuestra comunión con una fe
abolida. Era algo bello; pero no puedo definir con claridad que significa eso. Nuestro sistema de valores para la
fe y la belleza es un poco diferente.
Sí, de alguna manera eso fue un
error. Lo digo yo.
No, no he perdido mi esencia
zombi. Pero también fue una primavera de sangre, vino y letras. Después, todo
eso pasó. Como una moda que se deja después de una temporada otoñal, como un río rojo que se diluye en la
creciente de una resaca, como el sol sobre una herida abierta en el desierto.
Ahora véame usted aquí, frente a
usted, detrás de la pantalla. Al fondo la mesa de electrochoques; la ventana
que dá a un parque calcinado como una gran imagen pixelada de un test de
Rorschach; y la pequeña nave-cubículo de gas violeta utilizado para dormir a
los violentos de mi tribu. Su utilería
de panóptico y poder. Es rudimentaria; tan rudimentaria como los decorados de esas
películas de Frankenstein de los sesenta del pasado siglo.
Creo que el error; el gran error;
fue quitarnos las pantallas de contactos en las redes; era lo único que
mantenía en comunicación la cientos de tribus catatónicas. Ver nuestros rostros
en esas redes, nuestras caras anodinas realizando todo tipo de trivialidades
cotidianas, enumerar nuestros gustos de consumo y nuestras aberraciones
sexuales. Esa era la droga predilecta. La droga perfecta; mucho más que la mencionada
por el maestro Burroughs en su Naked Lunch.
Era para nosotros, mantenernos unidos como una hermandad desperdigada en las
celdas virtuales de una autopista llena de ruido, bajo una lluvia helada y melancólica.
Nuestras fiestas en aquelarre libertino, nuestros flashmobs rumberos, nuestra soledad virtual sobre-llevada con algo
de dignidad.
¿Vio esa película “Blade Runner” de
Ridley Scott?… No, No la vio…
¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas... sueñan las ovejas con
androides filosóficos?.
Nosotros, sí la vimos; fue una película
de culto, pero después nos dimos cuenta que nosotros no habíamos sido creados; nosotros
habíamos sido infectados y éramos una enfermedad, una degeneración, un virus de
la gente común, inoculado a las masas en los estadios, en las discotecas y en
los hospitales de todo el mundo.
Nosotros no éramos un problema
del género; éramos un problema del planeta.
De alguna manera eso fue lo que
desato nuestra ira destructora.
Sabíamos que no habría redención
y que estábamos destinados a perecer; como perece la masa, entre la multitud y
la estadística; entre el volumen del ruido y de la ira.
Y eso fue todo doctor.
Ahora pregunto yo:
¿No me va a aplicar la dosis
oficial de tetradotoxina?
¿No me va a fastidiar con el test
de empatía de Voigt-Campff?
¿No me va escudriñar con su cuestionario de Bonoli?
¿No la vio la película,…
seguro?...¡Pues debería haberla visto!
––Un primer plano relampagueante y metálico. Boca negra de acero; la risa grotesca del zombi que apunta; dos
cañones de una Winchester en frente de la cámara; un estallido en fuego y algo
que resbala rojo y denso contra el vidrio protector del objetivo––.
Fundido en negro.
DEL LIBRO INÉDITO
"CEREMONIAS DEL ARTE"
jueves, 21 de marzo de 2013
POEMAS DE MARÍA HELENA GIRALDO GONZÁLEZ
La poesía
de María Helena Giraldo González, se inscribe en una literatura de honda raigambre
andina y colombiana. Es, a mi entender una de las poetas que se ha acercado a
la tragedia reciente de nuestro país, intentando dar la palabra a los desplazados
y olvidados del conflicto. Su voz, teje poemas que vienen imbricados
en el tejido del dolor y el desarraigo. En ellos, la mujer como eje de resistencia vital de los pueblos arrasados; víctima y herida abierta
sobre esta tierra en donde pareciera que la violencia se ensañara primero con
madres, esposas, e hijas; y luego golpeara sin piedad sobre la naturaleza; mantiene su dignidad y su valor para seguir andando en medio de la guerra.
María Helena
la poeta, recoge de los escombros y las cenizas, los elementos vitales para restituir las fortalezas a los espíritus
golpeados; y como hechicera de tradiciones ancestrales; aplica el linimento en
las heridas para transformarlas en semillas de esperanza, gráciles torcazas de
redención.
Se debe, no obstante, reconocer la otra vertiente vigorosa de su trabajo literario; y es
la del mundo y su literatura. Ella como viajera (no turista), ha recorrido
con su espigada y broncínea figura desde el sur hasta el norte del continente
americano en periplos académicos y búsquedas personales de dilatada duración;
va recogiendo en su alforja pequeños artilugios, piedras y raíces; tótems para
el ejercicio y las ceremonias de la alta magia. Sus poemas se nutren de la historia y los mitos
de las diversas culturas por las que ha transitado agregando a ella una savia
fresca llena de referencias culturales y de nuevas danzas y músicas, que nos
abren nuevas perspectivas al mundo.
Psicóloga,
poeta y novelista; que ha abordado la literatura de los griegos y los
amerindios dotándolos de una nueva y actualizada visión; les otorga renovadas voces
dramáticas dentro de estructuras noveladas, que hablan a las nuevas
generaciones de sus conflictos más cercanos.
María Helena
Giraldo González, se percibe como una escritora con una voz personal, que se
aquilata cada vez más, entre el rigor de sus palabras y el estudio profundo de
sus temas; entre la exquisita sensibilidad y el savoir-faire; entre el grito cotidiano y la leyenda de
reminiscencias eróticas; entre la nostalgia bucólica, y la voz comprometida de
la mujer citadina que habita las ruidosas urbes del mundo moderno, en donde la
vida se llena de nuevos colores y nuevas músicas.
O. G. R.
O. G. R.
Para GRIFFOS DE NNEONN una muestra de sus poemas.
TIRO LOS DADOS AL AZAR
Tiro los dados al azar
Me hacen perdedora
Por un tris de nariz
Como en las apuestas de caballos
Gano o pierdo
Pierdo y vuelvo a perder
Y vuelvo a levantarme
Y a morir vuelvo
Vuelvo tres veces o más
A erguir la cabeza
Entre los que ya son cadáveres
Me echo a las espaldas
El cadáver que soy
Desde que la palabra ha existido
Tiro los dados nuevamente
Y una mueca infeliz
De cadáver viviente me visita
Hace guiños de ojos
Y de su boca
Una voz de ultratumba me invita
A hacerle compañía
Y mi sombra le responde:
Prefiero seguir jugando a los dados
Brindarle al azar unos cuantos amores
Que se hacen almíbar
Para estos huesos de bruja momificada
Que insiste una y otra vez en levantarse
Para erguir la cerviz y encontrarse con tus
ojos
SUEÑO VERDE
Mis manos largas
Intentaban encontrarte
Atientas palpaba el verde que no veía
En un platanar te escondías
Sus hojas levantadas al infinito
Sonriéndole a una luna caprichosa
Que desde la lejanía
Se reía de nuestros juegos
Era una manera de explorarnos
Yo con mis ojos vendados
El eco de tu voz me cubría toda
Estremecía mi entraña
Y una dulce sensación me invadía
Me hacía reír
Con la risa de los maizales
Los ojos vendados
Hacían más emocionante el encuentro
Dando pequeños pasos
Cuidándome de no caer
El mundo entraba por mis oídos
El trino de los pájaros
El viento jugando con mis cabellos
El ruido de los bueyes
Haciendo los surcos para el sembrado
Las voces de los campesinos
Recolectando el café
Tú me recobrabas de las incertidumbres
Con tu voz de pájaro cantor
Una manera egoísta de retenerme
Una manera de decirme me perteneces
Y como decir no
Si era tuyo mi aliento
Y nuevamente
Sacudías mi entraña con más fuerza
Y un respirar entrecortado
Me hacía caminar torpemente
Sabía que tus brazos estaban abiertos
Aunque no los viera
Estaban dispuestos a tomarme toda
Aunque apenas fuera
Con una palabra al oído
RETORNO
Sus ojos inmensos
Oscuros
Como el ocre de la tierra
Vigilante en su entrega
Pero cuatro granos de garbanzos
Eran insuficientes
Para nuestros estómagos vacíos
Entonces la angustia
Se tornaba compañera
Y los ojos de mi madre
Buscaban los territorios de nadie|
Y de pronto volvía
Con una sonrisa triste
Trayéndonos jazmines blancos
Con los que cubríamos su rostro
Retornaba de su silencio de siglos
De sus guerras primigenias
Y sus ojos iluminaban la casa
Y nosotros volvíamos al juego
LA
LEJANA INFANCIA
Una luna mordisquea el último color del agua
Sonríe hermana
Prendida de la débil luz de una vela
Prendida de la infancia
Tirando de un columpio
Sonríe hermana
Que la vida apenas comienza
Ven con tus recuerdos a triturar migajas de
pan
¿Dónde quedaron tus sueños
Devorados por el seco calor de Anthem?
No dejes los pasos sobre la arena milenaria
Sobre el Cañón del Colorado
Y las montañas anaranjadas de Sedona
Vuelve hermana sobre tus pasos
Y dejémonos ir como esas cometas de la niñez
Que inflaban nuestros sueños adolescentes
O esos carros de madera
En el que las lágrimas cesaban
Y volvíamos alegres a casa
A comernos el plato de lentejas
A escuchar a Arandú y a Kalimán
En medio del jolgorio de los hermanos
En medio de la perplejidad de nuestros ojos
GASTANDO LAS CALLES
Las hojas por
escribir
Quedaron en blanco
Como si en todos
estos años de existencia
Hubiera vivido
Chupando la sangre
de otros
Martirizándolos
Con mi voz
silenciosa
Con mis odios más
amados
Y mis amores más
terribles
Parece que hubiera
caminado
Sin huellas ni
territorio
Una analfabeta de
la vida
Un fantasma sin
nombre ni destino
Una profeta
expulsada de sí misma
Una cometa que el
viento arrasa
Me he dejado ir
POR los vaivenes de
la vida
Me he dado muerte
varias veces
Y heme aquí
Con los mismos
harapos de siempre
Con los ojos
vencidos
Gastando las calles
Que yo misma he
construido
Con mis pasiones efímeras
Y mis vergüenzas eternas
Por eso
Me he sepultado
varias veces
Para que no se
duelan
Mis carceleros y
verdugos
Para no romper con
el contraste
La ilusa armonía de
los que sí saben
O creen saber
En qué pergaminos
Está escrita su
historia
LAVANDERA
Lavaba la ropa en la quebrada
Y sobre una piedra
Estregaba las angustias
Sus ojos perdidos
Ido su corazón
En no sé qué recuerdos a cuadros
En no sé qué dobleces de sábanas
Solo veía que una sombra la visitaba
Y ella caía en un sopor
Mientras dejaba de estregar la ropa
Se llamaba Sofía
La miseria de días atroces
Le nublaba el día y la sonrisa
Pero volvía a golpear
Sobre la piedra la ropa blanca
Y una pena cerraba sus parpados
Como al resto de las lavanderas
Una lágrima caía
Y el sonido del agua
La recobraba del silencio
Y volvía a levantarse
Para mirar el horizonte
Como si allí encontrara una respuesta
Entonces yo me decía
Ha vuelto de sus viajes
Cansada de recorrer su pequeño mundo
Estaba de vuelta
La ropa lista para extender
Sobre un alambrado improvisado
Sus ojos volvían a brillar
LAS CAPERUCITAS ACTUALES
Los lobos danzan
con la luna
En medio del fuego
En medio de
aullidos desesperados
En noches lacónicas
En las que
caperucitas hambrientas
Rompen en la
espesura de la selva
Los persiguen
Los acosan en los
caminos
Las abuelas tampoco
esperan en cama
La cena de las
nietas
Ellas visten de
rojo carmesí
Los sonidos amantes
de su taconeo
Los estremecen
Y la tierra cósmica
Se llena de gotas
de lluvia
Caperucitas y
abuelas
Con vaginas dentadas
Y movimientos
voluptuosos
Los acorralan con
ojos incendiarios
Han perdido la
condición de lobos
Ni las caperucitas
ni las abuelas
Se asustan con sus
aullidos
POR UNAS RUPIAS
I
Despierto con la India
Está en tus ojos
Por eso coso mi corazón
Con hilos que evocan
Tu beso en mis pezones
Tu mar derramándose
En mi abecedario incierto
En mis arenas oscuras
II
El color de las telas de la India
Hacen que tu horizonte ardiente
Se parezca a la seducción del Minotauro
III
Quiero regatear
En las calles de la India sus telas
También tus besos rojos
Quiero que tus viajes
Sobre mi océano Índico
Acrecienten las lluvias
De la ciudad rosada
Jaipur con su palacio de los vientos
Quiero que visites mis ciudades interiores
Que te pierdas en sus angostas calles
Quiero comprarte por unas rupias
Así como lo hacían con las doncellas
Quiero regatear tu precio
Y hacerte mi esclavo
Aunque deteste la esclavitud
IV
Cruzas todos los días la ciudad
Sueño con tus ojos
Me deslizo por las rampas
Hasta el último piso
Para guardar silencio
Y contemplarte desde mi soledad
Tus ojos no me abandonan
Estoy confinada en el palacio de los vientos
Desde la zenana he bendecido tu aliento
V
En tu piel
Arrecian los monzones
Temperatura alta
Lluvias que se acrecientan
Tu cuerpo húmedo
Me evoca las tormentas
VI
Subo por los pasadizos
Secretos de tus valles
Hasta sacudir los hilos endebles
De este amor prohibido
Que me hace gemir en la oscuridad
VII
Como una epifanía
Veo tu cuerpo besado
Por un sol ardiente
De pronto una lluvia se desprende
Y se queda en los pliegues de tu camisa
Me hago carne cuando te miro
Te devoro desde la distancia
Soy del harem del majá
Su esclava predilecta
Te amo en silencio
Vendedor de pimienta
Clavos y canela
Tus olores me persiguen
Te vi recorrer
Las calles de Benarés de mi mano
Apenas éramos niños
Pero el majá me escogió para su harem
VIII
Hoy desde la zenana
Mientras las mujeres conversaban
Yo visité tu cuerpo
Mis manos olvidaron
Olvidé que el tiempo existía
Olvidé que estaba confinada
Y era imposible tocarte
XI
Cómo ser gavilán chicka
Cuervo indio
Águila hastata
Cochoa purpúrea
Gorrión canela
Y hundirme libre en tu vientre
X
Tanteo
Los efluvios de la carne
Mi cordillera de pequeñas montañas
Emanaciones
Al pie de un árbol frondoso
Que hunde sus raíces
En el suelo mineral
Que el majá cree suyo
XI
Una danza ardiente
Que agita el deseo del majá
Celebran las mujeres del harem
Rítmicos movimientos
Delante del fuego
Fuego que quema
Es tu boca que quiero probar
XII
Rompe mis vestiduras
Que yo lo consiento
Mi bosque no es del majá
Mi sangre te pertenece
XIII
Las otras esclavas
Envidian mi fortuna
Ven por los ojos del majá
No han visto los tuyos
Si ellas descubrieran
La noche serena en tus pupilas
Y tu torso desnudo
Subirían a la zenana
Como una necesidad imperiosa
De libertad
XIV
Cuando el dueño del harem
Me hace suya
Yo me pierdo en tu cuerpo
Cree que mi corazón
Suspira por él
XV
Quiero bailar para ti
No importa que este prisionera
Y que otro hombre ponga sus manos
Sobre mis senos ávidos
Ávidos de tus caderas febriles
De esa boca
En la que se derriten mis sueños
XVI
Cuando subo a la zenana
Quiero que solo tú estés
Vendiendo especias
Para que alcances a verme
Moviendo mis caderas
Llamándote
Con mi boca sedienta de ti
No sabes que estoy encadenada al majá
¿Cómo hacer para que te percates de mi
existencia?
XVII
Sigue siendo el tiempo
Un sueño que no muere
Visitaré Jaipur
Quiero encontrarte allí
Ya no soy del harem del majá
Y si es preciso iré a Calcuta y a Benarés
A encontrar tus ojos en un monje
Publicaciones:
Edición de la revista “Voces de América Mestiza” 1992.
Poemas en las revistas: Rampa, Universidad de Medellín y Ciudad.
Libro colectivo Los Octámbulos 2006.
Libros individuales de poesía: Lobos incendiarios 2007.
Novela por publicar: Dulce Cicuta.
Ensayos: Una lucida embriaguez y Discurso y poder en la escuela en la revista Ciudad 2008 y 2009. Los Talentos desde una pedagogía de la Inclusión y el Disfrute, artículo publicado en la revista virtual Iberoamericana Redipe febrero 2012.
Ha participado en antologías: Mujeres poetas de Antioquia; Ontolírica del Viento en el III
festival internacional de poesía Luis Yáñez Pachecho en Cajamarca, Perú (2011);
Vigas al Viento, poetas envigadeños (2011); Las mujeres que yo amo (algunas)
(2012)
Primera Mención de Honor en el concurso de poesía nacional Porfirio Barba Jacob del Municipio
de Envigado. Un cuento suyo se incluyó en la publicación del libro de cuentos del metro, 2011. Poemas en el suplemento Papel salmón del periódico la Patria 2011. Invitada a la fiesta del libro de Medellín 2011. Al Encuentro Internacional de poesía en Dos quebradas (Colombia), El encuentro de escritores de Filadelfia (Caldas). Hace diez años que pertenece a la tertulia los Octámbulos.
Blog: http://malenapoe.blogspot.com/
Ha participado en antologías: Mujeres poetas de Antioquia; Ontolírica del Viento en el III
festival internacional de poesía Luis Yáñez Pachecho en Cajamarca, Perú (2011);
Vigas al Viento, poetas envigadeños (2011); Las mujeres que yo amo (algunas)
(2012)
Primera Mención de Honor en el concurso de poesía nacional Porfirio Barba Jacob del Municipio
de Envigado. Un cuento suyo se incluyó en la publicación del libro de cuentos del metro, 2011. Poemas en el suplemento Papel salmón del periódico la Patria 2011. Invitada a la fiesta del libro de Medellín 2011. Al Encuentro Internacional de poesía en Dos quebradas (Colombia), El encuentro de escritores de Filadelfia (Caldas). Hace diez años que pertenece a la tertulia los Octámbulos.
Blog: http://malenapoe.blogspot.com/
viernes, 15 de marzo de 2013
domingo, 3 de marzo de 2013
POEMAS DE DANIEL MORENO LOPEZ
Poeta en la provincia de la penuria, en el erial de las tierra
fértiles; tierras verdes y maduras pero áridas al mismo tiempo para las labores
del poeta. Poeta joven, camino de una
madurez en el territorio del idioma. Una madurez que muchas veces, se logra a
base de desencanto y obscuridad. Poeta duro, de calles y suburbios, que lleva
en su solapa la insignia de los jóvenes que guerrean espiritualmente contra un
mundo, en donde la poesía es un oficio sospechoso y peligroso.
La poética de Daniel
Moreno López (ya se percibía en su obra "La ciudad y sus bestias"), es la poética
del ahora, corresponde a un mundo cerrado en su versión urbana, una frontera
golpeada por los códigos y por la violencia; en efecto, su generación no es una
generación desencantada ya que cuando llegó a puerto, una tormenta golpeaba con
fuerza; habían desmontado todas las vitrinas de los grandes proyectos
históricos y solo quedaba como alternativas, la esclavitud o la guerra. No
había desencanto ya que no hubo tiempo para construir los espejismos simbólicos
de la esperanza. El único refugio para muchos de estos jóvenes iluminados con
el fuego de la estrella, se encuentra en el arte. Un refugio, una coraza, una
fortaleza en medio del bosque calcinado.
Llegó desde la capital
––meseta del ruido grís––; a tierra de montañas, con su poesía en bandolera y
recorrió solitario los puertos golpeados por el crimen y el poder; que al fin y
al cabo son la misma cosa.
Poética sin concesiones,
duramente labrada y existencialmente escrita; crece como rama seca y no
vencida, entre los jardines tóxicos de nuestras provincias cafeteras. Una obra que destaca por sus líneas
rotundas, por sus acentos metafísicos y por las pinceladas de un horror que
pareciera remitirnos a ciertos paisajes de Lovecraft; pero que es el horror y
el hastío de todos nosotros. Aunque cueste aceptarlo, aunque parezca mala cosa
entenderlo, aunque lo llevemos como un cachorro viejo y enfermo a tomar un poco
de luz que ilumine su faz de fiera herida; su mordedura de fuego sin
cicatrizar.
Para Griffos de NNeoNN una selección de sus poemas.
O.G.R.
Somos a veces
Todo
está en la
poesía
Espiral de
los muertos
somos
fuga, amor
Ecos,
espacios de rebote
para la
permanencia de otras palabras
palabras de otros
para el
recuento y la suma y el replanteo
de los
muertos
Somos a
veces
los
muertos, esos muertos que vuelan en la tierra no-prometida,
en esta
tierra que nos sustenta y nos olvida
y el
olvido es liberación, es camino
es promesa
de vida
Los gritos
muertos de muertos que no siempre estuvieron
se pierden
en recodos del tiempo, tiempo que se dobla
y se lame
y se acicala, gato caprichoso y verde,
rasguña la
nada, oye la permanencia, mira el vacío y te mira
muestra
palabras, una palabra fugada perdida pedazo de grito de muerto
fragmento
muerto de grito herido
y la
poesía atrapa al instante
sin
cárcel, sin red, sin cadena
En verdad
somos espacios propicios
para el
grito rojo de la poesía
Plegaria a
nuestro oscuro señor elegido
No más tu
preciado
bang de
cada día,
terrible
señor nuestro.
Ministro
de guerra confundes la plegaria
y haces tu
voluntad en la tierra –como el cielo
plagada de
penas-.
No más tu
risa oscura,
las bolsas
negras en la mirada delatan al alma
esos pozos
más grandes y menos comunes que tus fosas,
las que
llenaste sin ensuciar tu charol, tu terciopelo,
perfumado
y poco brillante ministro,
los pozos
repletos, y los huesos… los huesos…
No más de
ti, torvo fantasma
la
decencia yace en tus palabras,
decadente
señor que haces mentira la vida
del
caminante, terrible señor
que te sientas
en el miedo de los viejos
la necesidad
lo poco que queda en esta tierra
y te cagas de muy buena gana
en lo poco que ha dejado el asalto de
Colón
y disfrutas el murmullo que sube y te
seca
Horrible
señor nuestro
que nos
llevas a beber al último estanque del borrego
Llévate
también a ti y a tu tradición
adonde van
estos sueños imposibles,
llévate a
la casa donde se entierran nuestras madres
y busca a
la tuya entre los escombros de nuestra ira
en los
restos de la posesión
en la
carne entre los colmillos
Llévate
con tu símbolo
presidente
de miseria
10-2012
Coraje
(respuesta
indígena a las primeras
palabras
colonizadoras)
-Entre tus
pechos derramé
un artificio de halagos
A tus pies les estremecí las huellas,
inventé el camino que creyeron pisar...
-A tus
días lloré aguas de cada color,
canté al coyote madre de libaciones
Entre signos repetidos,
mis flechas anclaron ficciones y veneno
Águila
imperfecta
estreché
la baba que me lanzó,
firme,
desde la goleta,
envuelto
en fuego
el blanco,
escupidor pensamiento
de la
esperanza
europea
*A Jhon Jairo Ocampo,
por la imagen de águila en
flecha
Caminos de luna
Los
caminos que traza la luna
los
esculpe el viento
los
toma el agua
Te
es dado el bosque
cuando
vuelve del sueño
y
los caminos seducen el cuerpo
Tienes
la tierra ahí
a
pesar de su inevitable caída
en
círculo en espiral en infinito
en
oscuro
Tienes
la tierra allí
Estás
en la bandeja de la tierra, siempre
Secreta
Hay
una secreta textura
no en la permanencia de las palabras,
en
la hermandad
secreta
que se teje
en
el instante
de la caricia que recomienza siempre
nueva
la
danza de la poesía,
detrás,
a
pesar de las palabras
Un latir de gota
Temprano sospeché que no era esto,
que podía un latir esperar
en otra parte,
que este continuo nacimiento
vértigo abajo y adentro,
sensación de que unas gotas
ganan la batalla
y se abren y explotan
allá en otra parte,
no aquí donde no abre el sol la
mirada de las estrellas
y llagas sangran caminos a
todas y ninguna parte.
Temprano sospeché que no era
esta herida por alimentar,
larga serpiente cotidiana, escamas de humo,
sospeché que el instante -caer
de gotas fugadas del eterno
estrellarse en la cascada-
podía guardar una verde
sonrisa.
No tan temprano vi muy claro
que las palabras no sirven,
que lanzar gritos al vacío no
lo hace más profundo,
que lamentar ser triste no hace
más triste el lamento,
que cantar la rosa es vacuo –ya
tiene pétalos, sangre de espinas-
que decir otra parte no nos llevará.
No tan temprano,
aunque bien visto, sí,
temprano encontré que la poesía
no está hecha sólo de palabras,
temprano descubrí la luz maya,
la voz del árbol,
Paz sobre el río verbal
verse alejarse de sí
cantando desdoblado y libre
un decir que es
un hacer.
Temprano, en esta parte de
hueso y sangre,
me hablaron del precio de la
libertad:
hallé la libertad en este canto
de jade.
Cazador
I
El
rumor acecha, bajo,
no
canta pero armoniza
-a veces distorsiona-
Una
niebla tibia sume
al
poeta
le
esquiva el mundo y el sueño.
Cilíndrica
urbe, laberinto a ninguna parte de opaco brillo
inquieta
y pregunta;
esconde, porque visiona.
II
Siempre
hay un lobo
cuando no un tigre
agazapado
a la vuelta
del
verso
de la
letra
III
Desde
afuera el huracán
ojo ciego y grandísimo
no
elige no separa
eleva
a calidad de nube
todas
las materias,
desarma
invenciones y devuelve la elementalidad
del
caos
IV
Torbellino
de imágenes
verbo
ascendente
asesino
adjetivo
palabras-dardo palabras-flecha
todo
salta y ruge y huele y mira
y te
acecha en el poema
en este
afuera
y adentro
V
El
poema tiene hambre.
En
sus entrañas mi vida entera
mi desnuda entrega.
Al
pie de sus garras tus manos,
tus
ojos hasta tu voz mental, tú
Frío
I
En otra era los buitres
solían ser tema de poesía.
Otro tiempo gallinazo grande
aletazos vacíos
sólo rompían nubes rosas.
Los enemigos de los perros
no hacían más que maullar.
II
En esta no alcanzo al tiempo
ni al mejor amigo, hombre
que lo echaste de tu casa
y te acostumbras
a que los chulos caminen
por las calles,
te limpien la carrera
me asusten los pasos
y coman perros heridos
escapados del restaurante chino
Mata-hari
Rojo y rojo
La imagen,
la grande carroñera
intenta comerse al Che
Una hamburguesa en Moscú
la coca-cola en tu cama
te llega un correo al cerebro
tu lágrima se cristaliza
y se quiebra cuando cae
sobre el duro corazón que gime
desde el fondo
de tu amante desconocido
Fotofinish
El asesinato del deseo
muerta la guía
la sexualidad del psiquiatra
se trunca y descansa
la familia
Un presidente sin control
(incontrolado)
Un criminal sin control
(descontrolado)
Si el enfermo está tranquilo
respira ciudadano
come tu comidita
que tu mundo soltó al muerto
bajo el huracán
Y duerme, y suspira
con calma mirando
la fotocopia del insecto
que se repite
y repite
sus alas relamidas
por falsos halagos
Y claro, al final
sonríe
que la sexualidad se para
que el presidente come
que el deseo cadáver ya no mata
que el mundo intranquilo respira
que el presidente controla, ciudadano
que el criminal muerto ya no relame
que el presidente se repite en halagos
de familias
descontroladas
Sonríe al final, insecto,
que si lo falso se repite no te
suelta,
todo está controlado.
Fénix
Si en el sorteo divino
te tocó la dureza del pastel
Si te cayó el temblor
de la gelatina en la decisión
y la abierta mirada
del pescado caliente
es tu ventana al infinito mundo
No gimotees que Dios está
ocupado
reproduciendo al cielo como al
ave
Mejor aprovecha el tiempo
pasado
mira cómo se mueve
con el viento y mira,
sobre todo mira el pastel
y con el temblor que da
saberse muerto
trágate al olvido.
No acalles al
gallo. De todos modos
amanecerá.
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