sábado, 30 de junio de 2007
LA TRAMPA DE LA “CONVERGENCIA DIGITAL”…
NEOTELEVISIÓN Y DICTADURA MEDIÁTICA
Desde México, César Horacio Espinosa Vera
En el mundo contemporáneo ya no es
necesario dar un golpe de Estado,
"deshacerse" de los disidentes o acabar
con la libertad de prensa para establecer
un régimen dictatorial; basta controlar el
consenso, monopolizando los medios de
comunicación más difundidos.
Umberto Eco
1. Los parámetros generales de la Neo Televisión
En un texto ya clásico escrito en la década de los 80 del siglo XX, Umberto Eco propuso denominar Neo Tv al conjunto de cambios operados en el funcionamiento de la televisión : centrada principalmente en hablar sobre sí misma y sobre su público (dejando de lado la supuesta instancia de hablar de las cosas y el mundo).
Desde ese vórtice avasallador de las audiencias –verdadero agujero negro que hace desaparecer las realidades históricas–, la neotelevisión , abierta o por cable, suplanta al poder político de las naciones por la vía de la seducción colectiva y la erosión del espacio público. En estos cruciales años del nuevo siglo, el poder telemediático busca convertirse en el IV Reich absorbiendo y deglutiendo al gran mecanismo de comunicación libre que es la red descentralizada de Internet, bajo el cebo de la conectividad generalizada o la convergencia digital.
¿Qué es, entonces, la neotelevisión? Según su evolución en las últimas dos décadas, presenciamos el paso de una televisión espectacular –ventana al mundo, con valor referencial, donde predominaba la función informativa, didáctica– para arribar a una televisión especular, espejo del propio sujeto, donde el espectador se contempla a sí mismo con sus fantasmas, sus pequeños deseos y grandes fobias: en una palabra, su imaginario, según lo han establecido investigadores como Gérard Imbert y Jesús González Requena.
Se trata, sin duda, de nuevos modos de ver y de sentir, de mostrar y de comunicar, que consagran a la televisión como nuevo ritual comunicativo y de control social. En esta novísima mediosfera se maximiza una serie de recursos para producir una realidad en vivo y en directo: aparecen en escena micrófonos, cámaras y luces; se priorizan los llamados telefónicos, simulacros e interacciones con el público, pedirle aplausos a éste y darle protagonismo al equipo de producción .
Se opera de esta manera el desplazamiento de la veracidad del enunciado hacia la veracidad de la enunciación, cuyo eje se basa en la construcción de contratos enunciativos que establecen la creencia y los complejos vínculos intersubjetivos implantados entre enunciadores/as televisivos y destinatarios/as telespectadores.
Algunos de sus rasgos característicos son:
La dilución entre géneros : valga decir, hay una dilución de las funciones , enunciativas que imposibilita distinguir entre información y espectáculo.
La producción de una realidad (sui géneris): La neo- televisión introduce nuevos modos de ver basados en la movilidad de la cámara, su circulación en la calle; pero también, en términos simbólicos, su intrusión en el espacio privado, sus incursiones cada día más frecuentes –y ya crónicas – en la privacidad.
La integración del público al dispositivo comunicativo : La asimilación del espectador y de su intimidad trae como resultado la proyección del público en el dispositivo comunicativo. En los Talk Show y Reality Show a quien veo proyectado en la pantalla –a título de confesión o en clave de ficción– es a mí mismo y, al mismo tiempo , a otro; es un sujeto virtual –una especie de espectador- modelo – que permite todas las identificaciones: un espectador común, un " hombre sin atributos", especifica Imbert.
El narcisismo del medio : Este espejo que se reenvía continuamente al espectador-común es también un espejo que reenvía al propio ojo del medio.
La creación de un "habla profana" o discurso común : Estas diferentes caracter ísticas contribuyen a producir una cierta "autonomización" del discurso televisivo con respecto a otros discursos públicos: la televisión crea su propio espacio comunicativo, al margen de los discursos reconocidos.
Con la telerrealidad – hiperrealidad televisiva o hipervisibilidad – el espectáculo ya no sólo alcanza a la realidad visible –la de los objetos del mundo–, sino que se sumerge en la realidad invisible, la de la intimidad de los sujetos, sustituyendo una actualidad –la de los hechos «objetivos»– por otras: la del cotilleo, del rumor o, simplemente, de una realidad generada por el propio medio , vivificada por el constante juego intertextual (el «efecto Gran Hermano»), que nos conduce a una auto-referencialidad que no es ya únicamente visual, debido al carácter impactante, fascinante, de las imágenes, sino que alcanza ahora al referente, a la realidad construida ahora por/en el medio.
La televisión no refleja el mundo, no reproduce la realidad, sino que genera un doble de la realidad que vale más que el original. El espectáculo no está hoy día en el mundo: la televisión transforma al mundo en el espectáculo. Ojo omnímodo –a la manera del narrador omnisciente del relato realista–, la televisión crea su propio universo de representaciones abarcando varios niveles:
- desde el punto de vista referencial, con la introducción de objetos y temas que, hasta entonces, no tenían cabida en el discurso público: todo lo referente a lo privado, lo tabú, lo secreto en fin, la parte invisible, la "parte maldita" (Bataille) del discurso social;
- desde el punto de vista formal también con sus peculiares protocolos de representación de la realidad: el "hiperrealismo" televisivo;
- y por fin, desde una perspectiva simbólica, moldeando nuevos modos de sentir y de seducir.
En realidad, esta apertura del medio a lo social, esta nueva porosidad tanto referencial como sensible, es sólo aparente. Atrás de ella brota una especie de "cierre simbólico” en razón de la enorme capacidad del medio de absorberlo todo, de apropiarse del hacer ajeno, de fagocitar los decires, de anular toda alteridad. En el discurso televisivo ya nada es indecible; hasta lo más invisible se vuelve visible...
Tal hipervisibilidad implica la extensión, exacerbación y degradación de la categoría de lo informativo; de esa suerte, la información se ha trivializado: ya no hay objetos "dignos" ni cotos reservados, todo puede ser objeto de información. Hay un imperialismo de la actualidad que ha asentado, por parte de los medios audio-visuales, un querer-ver sin límites (ni espaciales, ni referenciales, ni simbólicos, ni tampoco éticos).
Nada escapa al ojo de la mirada mediática y esto empuja hacia una relación voyeurista con los objetos de la actualidad, orientados irremisiblemente a una trivialización del discurso del saber: mutación profunda que degrada la manera de aprehender la realidad, la competencia cognoscitiva del sujeto social.
Ante el trasfondo de la competencia entre las cadenas y la lucha por la audiencia, todo el flujo televisual (programas , personajes, temas, formatos, duraciones, estéticas, etc.) tiene como meta decisiva buscar la mayor cuota de pantalla y a ese objetivo se subordinan las ideas y las estrategias , la lógica y la creatividad , que subyacen al discurso televisual.
En definitiva, la finalidad de las empresas televisivas consiste en la producción de audiencias que se venden a los inversores publicitarios, en cuanto el consumo televisual supone una mercantilización del tiempo de ocio que lleva a reconsiderar el propio circuito producción- comercio -consumo.
Las características centrales de estas nuevas comunidades visuales y del pacto comunicativo que establecen entre sí, son las siguientes:
Su cohesión está producida por su grado de identificación al medio.
Es fuertemente redundante; obedece a figuras de lo mismo: la tendencia a reenviar constantemente al espectador imágenes de sí mismo como clase, arquetipo (joven, mujer , con todas sus variantes, ama de casa en particular, héroe, etc.).
Responden a una lógica de la simulación.
De acuerdo al grado o nivel de receptividad de los sujetos al producto mediático, ésta es la dimensión más simple y está medida por la publicidad.
En la medida en que consumo y reiteración forman un par simbólico esta dimensión es compleja y está medida por el sentido de "permanencia o estar de los sujetos en comunidades visuales".
Lo anterior se traduce en la consagración del pueblo ciudadano a la naturaleza del pueblo espectador: de la audiencia al target , de la sociedad de masas al ciberespacio.
En otro tiempo, el mundo se mantenía en su sitio gracias a los mitos civilizadores del Ser supremo, el Estado-nación o el pueblo soberano; ahora, el individuo vive conectado a ese inmenso pulmón que es la comunicación.
Es legítimo pensar, por tanto, en esta ritualidad como una especie de horizonte ineluctable del pacto comunicativo . El pacto es una metacomunicación, y ésta debe ser negociada antes de que comience la comunicación, y perdura durante todo el desarrollo de la actividad comunicacional.
Ciertos investigadores hablan de negociación social de una proposición cultural (Boullier), de pacto ficcional (Bianchi), de contrato de enunciación (Michel de Certeau) o de comunicación (Casetti), de competencia comunicacional (Quéré y Eco), o de saber hacer en la puesta en escena de la cultura televisual.
Al mismo tiempo, retomando el discurso de los etnometodólogos al estilo de Garfinkel, los medios funcionan como un objeto organizador; por ello, la inteligibilidad de la televisión no se produce por sí misma, de una vez por todas, sino que se construye mediante una especie de praxis operante de los telespectadores. Mirar la televisión exige el dominio de un saber hacer; esto no deja de crear una ilusión referencial: el creer que mediante el ver se puede dominar –casi se diría físicamente– el mundo.
Así, al decir de Jesús Martín Barbero (1999), la televisión se ha constituido en actor decisivo de los cambios políticos, en protagonista de las nuevas maneras de hacer política, a la vez que es en ella donde el permanente simulacro de los sondeos suplanta la participación ciudadana, y donde el espectáculo truca hasta disolver el debate político. Los procesos concentradores de la propiedad de las emisoras y los afanes monopolizadores hacia la red de Internet hacen claro el peligro que llega a significar este superpoder para devastar y suplantar al poder político. Allí está la Italia de Berlusconi para patentizar ese peligro.
2. Berlusconi, Italia: dictadura mediática
Umberto Eco
Umberto Eco, profesor de la Universidad de Bolonia y autoridad mundial en materia de Semiótica, ha escrito: «…en nuestro tiempo, si dictadura ha de haber, será una dictadura mediática y no política. Hace casi 50 años que se viene diciendo que en el mundo contemporáneo, salvo algunos remotos países del Tercer Mundo, para dar un golpe de Estado ha dejado de ser necesario formar los tanques, basta con ocupar las estaciones radiotelevisivas (el último en no haberse enterado es Bush, líder tercermundista que ha llegado por error a gobernar un país con un alto grado de desarrollo)».
En Italia, el Primer Ministro Silvio Berlusconi controla la mayoría de la televisión terrestre. Es dueño de tres redes privadas de televisión, y el gobierno, a través del Ministerio de Economía, es dueño de tres redes públicas de televisión.
También el primer ministro es el dueño de Mediaset, una cadena televisiva que forma parte de Fininvest, el superholding mediático de Berlusconi, que detenta el 44% del mercado italiano. Los opositores dicen que su objetivo es, a futuro, privatizar totalmente el espacio televisivo que podría quedar repartido en dos partes: la mayor estaría controlada por Fininvest, y la más pequeña estaría relacionada con la RAI, que ahora tiene una participación del 44.9% en el mercado.
Así, el imperio informativo de Berlusconi abarca casi todo el sector de los medios televisivos, el 45% de la prensa escrita, el 48% del mercado editorial y la mayor empresa de publicidad. Otros imperios mediáticos existen en todo el mundo: Murdoch en Inglaterra, Kirch en Alemania o Vivendi en Francia, pero no por ello son dictaduras.
La “anomalía italiana” consiste en que Berlusconi une a su hegemonía mediática su poder como máximo dirigente político del país, una mayoría parlamentaria sometida a sus designios y haberse embarcado en la construcción de una ingeniería legal y constitucional a la medida de sus intereses.
3. Lo que está en juego: ¿la tecnoutopía de la información?
Con la irrupción de las Tecnologías de la información, que comprenden técnicas para la difusión y la informatización de datos, aparece en escena la presencia de los “nuevos medios” de comunicación. Denominada telemática (Moragas, 1985), el concepto define un único sistema que agrupa a las comunicaciones telefónicas, a las comunicaciones de masas y a las comunicaciones informáticas de forma que integra la transmisión de datos simultáneamente y el intercambio recíproco entre individuos o entre computadoras, mediante cables, enlaces o satélites. Esto promueve que la comunicación y la información se puedan acelerar y organizar de una manera rotundamente intensiva.
A su vez, Armand Mattelart, especialista en Comunicación, antiguo colaborador del gobierno de Salvador Allende y desmitificador de las industrias culturales estadunidenses, expone que en 1998, luego de tres años de negociaciones en el marco de la Organización Mundial del Comercio, marcadas por el sobrepeso de los grandes países industriales, entró en vigor el acuerdo que implantaba la apertura a la competencia de los mercados nacionales de telecomunicaciones. Quedó así abierta la puerta para la formación de grandes grupos multimedia.
Las megafusiones-adquisiciones y las tomas de participación prohijaron el hermanamiento de las industrias de contenidos mediaticos con los operadores de la red. Dichas fusiones revelaron la evidencia de la aceleración de los procesos de concentración a escala planetaria en el sector, así como la creciente importancia de los operativos financieros. Varios países latinoamericanos se habían adelantado a esa negociación de la OMC, como lo hicieron precozmente Argentina, Chile, México y Venezuela.
Apunta Mattelart que en los años 2001 y 2003 participó personalmente en conferencias organizadas por la Comision iraní de la Unesco, en Teheran, sobre la sociedad de la información en los países del Asia central y occidental, así como, en 2003, en otra convocada por el Senado de la republica en la ciudad de Mexico, para tratar los “retos de la sociedad de la información”. En cada de estas sedes quedó claro que sólo ciertos sectores se movilizan para discutir dichos temas. En Iran, los sectores reformadores. En México, el Secretario de Comunicaciones hizo mutis a la invitación y tampoco mandó ningún representante. Menos aún aparecieron noticias destacadas en los grandes medios.
A pesar de esos desaires de los poderes instituidos, el enfrentamiento entre posiciones ha contribuido a socavar los discursos tecnoutópicos, ya que ha venido a recordar que la construcción de la llamada sociedad de la información se inscribe forzosamente en un campo de fuerzas políticas de las que es difícil abstraerse y que la construcción de los usos sociales de las tecnologías es igualmente un asunto de los ciudadanos, y no sólo del determinismo del mercado y de la técnica.
En los días actuales, la conectividad técnica se presenta como el pasaporte hacia la nueva sociedad. Esta ideología de la conectividad se combina con el retorno, en las esferas del poder llamado global, de las concepciones neodifusionistas –de arriba abajo– en la producción y distribución del “conocimiento”, en las estrategias de construcción de los macro-usos de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación.
La retórica de la innovación digital sirve de coartada para remozar visiones neoimperiales y etnocéntricas de la reestructuración del orden mundial. Lo grave es que organismos como la Unesco aceptan suscribir acuerdos oficiales con Microsoft para yugular la “fractura digital”, en circunstancias en que dicho monopolio intenta abrir juicios por todos lados a los partidarios del software libre.
Por otra parte, el movimiento social ha desafiado los límites de esta oferta de participación y, paralelamente, busca más que nunca dotarse de sus propios lugares de reflexión y formular sus propios programas de acción. Como lo prueba la apertura, en los foros sociales mundiales, de espacios de debate y de propuesta sobre las nuevas formas de hegemonía cultural. Apoyándose en la logística de las nuevas redes de la militancia y los foros sociales mundiales, continentales o nacionales, el movimiento de la altermundialización ha incorporado progresivamente la controversia relativa al rumbo tecno-informacional en el debate sobre las razones estructurales de las disparidades socioeconómicas.
La libertad del consumidor, del usuario, no es algo que caiga del cielo. Se construye a base de contrapoderes y la organización de lugares perennes desde donde se expresa este contrapeso. No se sabe qué forma tomará, pero sin duda ha llegado el momento para pensar la organización de la sociedad civil en este campo de la acción y conciencia ciudadanas.
En una entrevista, Mattelart denuncia que la “tecno–utopía” ha perdido su asidero debido al choque con diversos aspectos de la realidad. Se impone una tendencia hacia el ordenamiento de las redes mundiales desde una visión más pragmática. El sector privado transnacional, los gobiernos y las organizaciones no gubernamentales están enfrentados por la definición de la sociedad de la información.
La pregunta hoy es: ¿qué orden queremos en las redes de redes? ¿Qué nuevo orden mundial de la información estamos dispuestos a acordar entre todos los actores globales? La respuesta no resulta nada clara. Frente al sueño de que todos vamos a poder ingresar en la era del conocimiento de todo a través de Internet hay una realidad. Hay monopolios del poder y del saber.
4, El SemioCapitalismo (SemioKap): ¿la distopía que viene?
En un documento de febrero de 2000 se alude a la recién perpetrada fusión entre America OnLine y TimeWarner, vista en perspectiva como un pasaje decisivo en la historia de la comunicación social y en la historia de la formación de un sistema omnicomprensivo del poder sobre la mente colectiva.
Establece que la historia del ciclo de la infoproducción en el decenio de los noventa se desarrolló al filo de la alternativa entre dos posibilidades: a) la formación de una Mente Global interconectada por cable según las líneas de poder del SemioCapitalismo (SemioKap), y/o b) la formación de una Inteligencia Colectiva dotada de autonomía y de autodeterminación y, sobre todo, capaz de hacer valer prioridades diversas a aquellas de la economía semiocapitalista .
La batalla entre tales dos perspectivas sigue abierta. La rebelión global en Seattle, por ejemplo, fue un momento importante de autonomía de la Red respecto del SemioKap. La red funcionó según un modelo de tipo rizomático, descentrado, paritario y no jerárquico, respondiendo a las exigencias de autoorganización del trabajo virtual según un proceso igualitario y difusivo. Al mismo tiempo, en el bando contrario se avanzaba en los proyectos de colonización económica de la red, hecha posible por vía de la simplificación de los procedimientos de búsqueda y de conexión que la web puso en marcha.
Es decir, durante los años noventa tuvo lugar un proceso de recíproco entretejido entre la red y las centrales de dominio (semiótico, económico, imaginario). Por un lado, la acción que desempeñan los productores de software para la red tiende fatalmente a desembocar en su colonización parcial. La creación de una interfase facilitadora o el desarrollo de un motor de búsqueda representan, inevitablemente, procesos de colonización parcial, de encauzamiento del flujo comunicativo y de la búsqueda. El poder pasa a través de la facilitación de los recorridos/itinerarios.
En esa vía, el lanzamiento de Windows 95 constituyó un intento agresivo de conquistar la red por parte de la empresa Microsoft. Con la incorporación de MSN en el paquete del sistema operativo, Microsoft –que en un primer momento no supo prever el impetuoso desarrollo de Internet– buscaba acortar el camino a la red incorporándola. Tuvo un éxito parcial y conflictivo, solo en mínima parte, y desde ese momento empezaron los problemas para Microsoft.
El proceso de colonización de Internet se ha desencadenado en los últimos años de manera parcial, sin que llegue a darse la alteración decisiva de la función autoorganizativa que desarrolla la red. Un episodio tuvo lugar en otoño de 1999, cuando la red supo funcionar como instrumento de organización del pensamiento internacional contra la World Trade Organization , reuniendo, canalizando contenidos y poniendo en funcionamiento un proceso de hegemonía de la red sobre el sistema mediático global.
Dejando de lado las incursiones (invasivas, por demás) de la publicidad, el flujo de comunicación de Internet hacia fines de los años 90 era de hecho un flujo autogestionado, autoproducido, funcional a los intereses –sociales, cognoscitivos, imaginarios– de los hombres y las mujeres que la utilizan, la frecuentan y la alimentan. No obstante, al mismo tiempo se desenvuelve otro proceso que agrede la autopoiesis de la red desde un punto de vista que no es el de la creación de interfaces, sino precisamente el de la producción de contenidos desde un foco centralizado (visión panóptica u ómnibus ). La televisión es así el instrumento mediante el cual el Semiocapitalismo agrede la autonomía de la red. ¿Cómo?
En la última década ha tenido curso la creación de inmensos conglomerados de la producción televisiva: CNN, Warner Bross, Time (en México el dueto Televisa-TV Azteca), han producido contenidos que van desde la información al entretenimiento. La Neotelevisión o el sistema de info-tainment- [Infotainment: neologismo formado por las palabras “information” y “entertainment”] TV toma un carácter de ariete para atacar a la red.
Apenas transcurrida la batalla de Seattle (de hecho, la primera insurrección mediática del nuevo siglo), el coloso de la info-tainment TimeWarner se lanzó a la conquista de Internet usando como caballo de Troya al mayor proveedor que existía: America OnLine. AOL aparece como el vencedor, como la fuerza que absorbe: AOL funciona como instrumento de infiltración del modelo televisivo en el espacio de red.
La convergencia entre proveedor de servicio de red y proveedor de contenidos de la televisión revela un proyecto de mutación del modelo comunicativo de Internet. Si este diseño se realiza –y todavía no está todo dicho– el efecto de la fusión del mayor proveedor de red con la mayor empresa de producción de info-tainment en el mundo no será, como se dice, la convergencia entre la red y la televisión. Es , más bien, la colonización de la red por parte de la TV, la invasión de la red por parte del flujo semiótico de la info-tainment homogéneamente replicada.
Según este rejuego de fintas y embestidas, la hiper-TV busca a todo tren engullir a la hipo-net. La creación de contenidos (léase programación y barras televisivas) no dependerá más de individuos y grupos que se conectan de manera voluntaria y consciente en la electrosfera. Los contenidos son la réplica del modelo televisivo: señales arrojadas a la mayoría, producidas según los gustos (espectaculares y especulares) de esta mayoría, en beneficio de una pequeñísima minoría. En esta visión (corporativa) los nuevos usuarios tenderán cada vez más a consumir Internet como se consume televisión.
Sin embargo, el escenario pesimista, la distopía, no tiene que suceder a fuerza. En cierto sentido, en cuanto la convergencia entre dos paquidermos puede producir una parálisis. Pero, sobre todo, porque la comunidad de la red puede aprovechar esta ocasión para intensificar sus experiencias de web tv .
Se augura, entonces, que en el próximo período los problemas técnicos que existen atrás de la transmisión de imágenes en movimiento estarán en vías de resolución. Esto implica la necesidad de estar preparados para utilizar esa oportunidad tecnológica en la perspectiva de poner en funcionamiento un proceso opuesto al que tal fusión quiere llegar. Es decir, generar un proceso de proliferación de las emisoras de video conectadas en red . Por ende, la fusión entre AOL y TV viene a ser la respuesta del sistema mediático dominante a la rebelión global iniciada de noviembre del 99. Pero la batalla está apenas en sus inicios.
Los costos de la producción televisiva impidieron siempre el acceso a operadores que no dispusieran de grandes capitales para invertir y que no pudieran capturar ingentes cuotas de publicidad. Pero hoy esto cada vez más deja de ser así. Los medios de producción visual se vuelven accesibles: una telecámara digital tiene un costo fácilmente abordable por un colectivo, por un centro social, por un artista o un grupo de artistas independientes. Además, la digitalización de las máquinas de producción visual hace posible una inmediata integración de la producción visual dentro de la red Internet.
Hasta ahora, el videostreaming apenas inicia sus primeros pasos. Hoy, gracias a la disponibilidad creciente de banda ancha tiende a hacerse posible circular grandes cantidades de videostreaming por la red Internet. Pueden crearse bancos de datos visuales, jukebox propiamente dichos, accesibles ya sea por parte de los internautas (que son hasta el momento una minoría ínfima de la población mundial), ya sea por parte de pequeñas emisoras televisivas que podrían transmitir desde la red a la pantalla del electrodoméstico televisivo. Se delinea la posibilidad de una integración inédita entre el dispositivo de red y la recombinación de fragmentos de producción visual.
Igualmente se delinea la perspectiva de una destrucción de la televisión . Cuando las comunidades comiencen a usar la telecámara para informar, o jugar con su vida cotidiana, la televisión dejará de ser algo que se ve y comenzará a ser algo que se hace. Esta es la posibilidad implícita de la micro TV.
No se trata de hacer una televisión más justa, una televisión más bella. La única televisión buena que se puede hacer es la que destruye a la televisión, que transforma el equipo de videocámara-transmisor en un teléfono, un video-teléfono comunitario. Si esto se vuelve una moda, un modo de ser, un comportamiento de masa, solamente los más tontos mirarán la televisión todavía, porque los otros estarán ocupados haciéndola.
FUENTES
• Umberto Eco, “La transparencia perdida. De la Paleotelevisión a la Neotelevisión” en La estrategia de la ilusión ,1983; Madrid: Lumen, 1986.
• Jesús González Requena, El discurso televisivo: espectáculo de la posmodernidad, Madrid: Cátedra, 1992.
• Imbert, Gérard, “La hipervisibilidad televisiva: Nuevos imaginarios/nuevos rituales comunicativos”. Textos de las I Jornadas sobre Televisión (diciembre, 1999). Université de Paris-Sorbonne. inicia.es/de/cgarciam/Imbert.htm
• Imbert, Gerard (Presentación, coordinador), “Televisión y cotidianidad (la función social de la televisión en el nuevo milenio)”, Instituto de Cultura y Tecnología “ Miguel de Unamuno”, Departamento de Humanidades y Comunicación, Universidad Carlos III de Madrid, diciembre, 1999.
• Imbert, Gérard, De lo espectacular a lo especular(apostilla a La Sociedad del Espectáculo) , CIC (Cuadernos de Información y Comunicación), 2004-09-68-81, www.ucm.es/BUCM/revistas/inf/ 11357991/articulos/CIYC0404110069A.PDF
• Carmen Lloveres, “ Dictadura mediática en la Italia de Berlusconi”. Agencia de Información Solidaria (AIS). España, febrero del 2004.
• Francisco Ficarra, “ El imperio mediático de Silvio Berlusconi en Italia”, revista Chasqui 89, 2004.
• Nando Pagnoncelli, “Italia: La estrategia de comunicación política de Berlusconi”.
• Antonio Pasquali, “ R einventando las políticas de comunicación del siglo XXI...” , Conferencia para el VI Congreso Latinoamericano de Investigadores de la Comunicación - ALAIC, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, junio de 2002.
• Adriana M. Cely Alvarez, “Elementos para caracterizar los ‘nuevos' medios de comunicación”, Universidad del Zulia, Centro de Investigaciones de la Comunicación y la Información. Venezuela, acely@luz.ve , acely@telcel.net.ve
• Entrevista a Armand Mattelart. “El sociólogo que desnudó al Pato Donald y el modelo estadounidense, El profeta del Apocalipsis”, por Carlos Morales, suplemento Domingo , La Prensa , La Paz, Bolivia, 28 de noviembre de 2004.
• Franco Berardi ‘Bifo ', “MEDIACTIVISMO (Activismo en los medios) Estrategias y prácticas de la comunicación independiente, Mapa internacional y manual de uso” , Matteo Pasquinelli (curador), Los libros de DeriveApprodi, 1ª edición septiembre de 2002. www.rekombinant.org
César Horacio Espinosa Vera. Mexicano. Escritor, poeta visual. Fundador en 1963-1964 de los Cafés Literarios de la Juventud y coeditor de la Hoja Literaria Búsqueda. Integrante del Movimiento de Los Grupos, en los años setenta. Desde 1977 forma parte del circuito del arte-correo, del cual promovió una serie de exposiciones y proyectos en México. Creó y ha sido coorganizador de las Bienales Internacionales de Poesía Visual y Experimental (1985-2004). Autor de libros y ensayos sobre poesía, arte, política cultural y comunicación, uno de ellos -en coautoría con Araceli Zúñiga- La Perra Brava. Arte , crisis y políticas culturales, del cual una selección de textos aparece en Ediciones Especiales de esta revista virtual.