miércoles, 1 de agosto de 2018

EL SENDERO DEL BORDERLINE









EL SENDERO DEL BORDER LINE
(Reflexiones desde la periferia)

Por: Omar García Ramírez

"No me parece que lo más urgente sea defender una cultura cuya existencia nunca ha liberado a un hombre de la preocupación de vivir mejor y de tener hambre, sino extraer de aquello que se llama cultura ideas cuya fuerza viviente es idéntica a la del hambre." A. Artaud.

“El no violento es el que ordena toda su táctica para sacar las cosas a la luz y que apunta a la conciencia” Lanza del Vasto.

“No quiero morir sin tener cicatrices” (B.Pitt (Tyler Durden) 
El club de la lucha





   Ahora la periferia está al orden del día. El centro del debate se ha desplazado. El jinete gira, tensa su arco, el  trazado de una flecha hacia el centro, marca la línea que impacta en el corazón de un sol naciente. 
   
   El artista que transita el camino del borderline; el fronterizo en el territorio de la cultura, el que camina sobre los límites de la institucionalidad sin pretender ser parte de ella. El outsider (aunque este último adjetivo este devaluado y en declive su acepción), ya que se utiliza con frecuencia para designar a políticos que están participando en elecciones por fuera las maquinarias tradicionales. Algunos los llaman populistas; otros oportunistas en plan de agarrar pueblo. Yo creo que los verdaderos outsiders están en la arena política, no para ocupar puestos de dirección dentro de la maquinaria; sino para darle poder a la ciudadanía. Y candidatos que participasen dentro de estas contiendas bajo ese calificativo deberían ocuparse más de ese empoderamiento ciudadano que de otras cosas.

   El artista cuyo interés me lleva  escribir estas líneas y que ha estado presente en mis trabajos literarios como protagonista de algunos de mis cuentos y poemas; Siempre estará en la mira del poder. No aspirará a entrar en la maquinaria o en la Nomenklatura. Su condición de extraño y fronterizo, la cultivará con esmero;  es, en esa precaria y marginal condición donde se expresa su libertad.

   Algunos creadores podrán asumir esto como una pose elaborada, o como un papel de actores refinados en la escena de las artes. Otros ejercerán este rol con naturalidad ya que por inclinación o educación les queda más apropiado. Su indiferencia hacia el espectáculo, su animadversión hacia la etiqueta social, su distanciamiento de los rituales y ceremonias del arte, los ha llevado a este punto. Algunos cosechan réditos con esta elaborada actitud. Pero, no todo es impostura, también hay casos trágicos en donde esta situación puede estar matizada por algo de insania. El teatro de la crueldad de Artaud no solo era un proyecto artístico, era también su patología clínica; su búsqueda personal fuera de las fronteras de la cordura; su espacio de comunión con los demonios de la locura.

   Así que, si el artista periférico adopta por conveniencia este tipo de máscaras puede terminar representado el papel de un marginal. Y me refiero al teatro que se hace sangre y carne; si tú asumes el papel de quien sufre, serás crucificado: si asumes el destino del fronterizo que lucha; estarás  en plena confrontación.

   En este pequeño texto no quiero hablar sobre el artista como marginado; sino del artista como un hombre o mujer en confrontación y resistencia espiritual. No hablo del artista fragmentado y dividido, sino del que se mantiene abierto al llamado de sus daimones. No hablo del artista del hambre en la jaula de su provincia; hablo del artista que sale de la jaula por su propio pie, para finalmente perderse en el bosque.

   Este tipo de creador marginal; en confrontación con la mediocridad del medio, deberá esforzarse por, superar los límites de sus propias fuerzas creativas, mejorar constantemente en pro de la superación de sus falencias. Alquimia de luz; ascesis de fuego; gimnasia nórdica y danza bantú.  Explorar el rayo de la aurora para adentrarse en las fronteras del jardín del loto.

    En el plano material, deberá hacer ajustes…
   Ineludible el asunto económico en donde debe funcionar como un ser simbólico en medio de la maquinaria material. Como ácrata, y librepensador que se mueve en medio de la masa embotada de publicidad y propaganda consumista. Aunque no quisiera ocuparse con tanto ahínco de menesteres crematísticos; de transacciones y comercio, ya que son asuntos que no ocupan la plenitud de su atención;  tareas para las cuales no está lo suficientemente preparado; debe asumirlas, si no quiere perecer molido por la realidad. Un ser de fuego ligero en un mundo de plata quemada. De este conflicto, saldrán necesariamente, algunas determinaciones relacionadas con el desarrollo del cooperativismo, la libre empresa; la necesidad de encontrar medios de subsistencia en donde sus habilidades en el plano estético, artístico, artesanal y del diseño; puedan dignificar su vida. Se supone que la búsqueda de la libertad para expresar sus ideas y opiniones;  para trazar su ruta y su camino con independencia, pasa por un mínimo de dignidad material. En un mundo laboral precario, en donde el trabajo del artista no tiene el peso de otras épocas ya que la obra original, entra en una escala de consumo destinada a una minoría ilustrada y solvente; el artista freelance, deberá en algún momento, procurar hacer llegar su obra, única o seriada, a un grupo más amplio de la población. Pero mantendrá a salvo de ese comercio una importante parte de su obra. La mejor, como reserva y respaldo de su idea estética.

   Su taller se convierte en espacio de experimentación, extraña combinación que aúna el gabinete de diseño y el estudio de publicidad. El artista bordeline tiende a convertirse en un ser polifacético y multimedia; la especialización, aunque muy importante, ya no se convierte en herramienta única que le permita sobrevivir, mucho menos, proyectarse. Las herramientas virtuales, los programas informáticos, el ciberespacio como campo de interacción, toman protagonismo de manera acelerada. Debe ser además de creador, su propio representante, su publicista, su marchante; su dealer de última generación. Trazará estrategias brillantes y opacas. Virales o de corta exposición. Tendrá que hacer de vez en cuando su jugada; entrar en el diagrama del juego, romper la barrera  bajo la cesta y lanzar.

   Por ello, el oro alquímico es el blasón de su escudo. Oro espiritual, más sutil que el aire que se respira In a gadda da vida.

   Un artista periférico siempre sabrá encontrar su camino, forjarse  recursos de subsistencia, diseñar sus tácticas y estrategias económicas. Nunca caerá en el desespero de la inutilidad. Tiempos más duros han pasado sobre esta y otra tierras. 

   El viejo Charles Bukowski decía en:

JHON DILLINGUER VIENE MARCHANDO

Algunas veces escribo acerca de los años 30
Pienso que fueron un buen campo de adiestramiento.
La gente aprendía a convivir con la adversidad
Como si esta fuera cosa de todos los días…
Cuando los problemas golpeaban a la puerta
Barajaban de nuevo y hacían su propia jugada.
de no existir posibilidades
muchas veces ellos creaban
una.
La gente que estaba “empleada”
Realizaba su trabajo con pericia.
Un mecánico podía reparar
tu automóvil.
Los médicos visitaban a los enfermos en sus casas.
Los choferes de los taxis
no sólo se preocupaban por conocer cada calle
de la ciudad
también intentaban definir el universo.
Los dependientes de farmacia
se acercaban al mostrador
preguntando amablemente, señor ¿qué necesita usted?
Los acomodadores de cine
eran más elegantes y buenos mozos
que los galanes de las películas.
Todos cosían su ropa
remendaban sus zapatos
casi todo el mundo hacía las cosas bien.
Ahora la gente dentro y fuera
de sus profesiones
es totalmente inepta.
a veces realmente
no comprendo cómo hacen
para limpiarse el propio culo.
Además cuando la adversidad llega
se desaniman
desisten
se entregan de pies y manos
caen abatidos en la cama.
estos mimados en demasía
se acostumbraron
al triunfo por el camino fácil
ellos no tienen culpas supongo
de no haber vivido la década del 30
pero yo
no los adoro
ni sentiré tentaciones al respecto.

LA POLITICA…esa Parca del teatro pánico…

En medio de la toma de posiciones de buena parte de la intellitgenzia que casi siempre adopta las posiciones de la política utilitaria. Es decir una política sin imaginación; (el pragmatismo prima en tiempos de penuria). El artista en confrontación entra desnudo al escenario de la política, o se desnuda en esa arena, para de paso hacer ver la precariedad de las vestimentas del rey y sus vasallos; además, la política crea un teatro que consume a sus seguidores; es el verdadero teatro de la crueldad; Parca del teatro pánico. Quienes medran bajo esa puesta en escena, son casi siempre, gente adiestrada en  acciones mecánicas encaminadas a tomar posiciones dentro de la estructura del poder. Es por lo tanto el artista en confrontación, un ser no asimilado por el medio; toma distancia crítica, mide sus fuerzas, pero no huye de los debates importantes que en algún momento de su vida aparecen en el escenario…
Se ramifica…
No se esconde…se mimetiza.
No se ubica en la zona de las banderas y los partidos; crea su propia zona de resistencia autónoma; no está fijo, es móvil; no es rígido, es flexible. Su condición está dada por principios que están fuera de la ortodoxia; su moralidad es su libertad, su ética es su compromiso con el arte. Ante todo con el arte. Crea espacios de libertad para sí y para su obra, luego se disuelve junto con ellos; hace su aparición para después convertirse en destello. Da nuevos significados a esos espacios; los toma por vías de derecho o de hecho, para crear sus potlachts o sus performances simbólicos. El performance del artista periférico, no necesariamente entra en la programación de la semana cultural; esta por fuera del catálogo.

   Hakim Bey el anarquista ontológico norteamericano escribe en "TAZ" (zona temporalmente autónoma):
Decir algo así como: «no seré libre hasta que todos los humanos ––o todas las criaturas sensibles–– lo sean» es, simplemente, condenarnos a una especie de estupor-nirvana, abdicar de nuestra humanidad, definirnos como perdedores.
En pocas palabras, no proponemos la TAZ como un fin exclusivo en sí mismo, reemplazando todas las otras formas de organización, tácticas y objetivos. La defendemos porque puede proveer la clase de intensificación asociada con la revuelta sin conducir necesariamente a su violencia y sacrificio. La TAZ es una forma de sublevación que no atenta directamente contra el Estado, una operación que libera un área -de tierra, de tiempo, de imaginación- y entonces se autodisuelve para reconstruirse en cualquier otro lugar o tiempo, antes de que el Estado pueda aplastarla. Puesto que el Estado tiene más que ver con la Simulación que con la substancia, la TAZ puede "ocupar" estas áreas clandestinamente y llevar adelante sus propósitos subversivos por un tiempo con relativa tranquilidad. Quizás algunas pequeñas TAZs hayan durado vidas enteras, y ello gracias a su capacidad de permanecer ignoradas, como los enclaves hillbilly , que nunca se han cruzado con el Espectáculo, que nunca han aparecido fuera de la «vida real» que resulta invisible a los agentes de la Simulación”.

  …Esos espacios no llegarán por decreto o por buena voluntad de curadores afectos al establecimiento. Si eres independiente no serás llamado. Serás tú quien haga el llamado. Si tu espacio, si tu geografía no está aquí, Podría estar en otra parte. Eso lo supieron ver muchos outsiders, y borderlines desde Van Gogh hasta Rimbaud.

   Y no se trata del arte por el arte. O del arte bello y del arte de la distorsión. O de la dicotomía entre arte de concepto vs arte de representación. Si no de momentos en donde el estallido de la danza se impone. El grito o el canto se manifiestan. La acción osada o la contemplación en silencio. Ritmos que unas veces son de ataque y otras de repliegue. Unos de confrontación y otros de observación de sí mismo. Momentos en donde todo el caos del mundo convulsiona en espasmos orgásmicos antes de volver a ser adormecido. En donde el potro desbocado de la vida recorre las praderas salvajes antes de ser conducido de nuevo a los establos. No me importa si el arte es bello o feo; si es grotesco o armonioso; si es conceptual o  simbólico, si es figurativo o abstracto. Si es poesía dodecafónica o poesía concreta; si es poesía de contemplación o de acción; si es poesía mística o poesía ácrata. A mí, como artista, me importa más que la expresión sea sincera. Poco me preocupa, si no clasifico en la línea de las tendencias o de las modas; he sido participe de propuestas vanguardistas como el happening y el teatro del absurdo; videoarte y performances; después de esas experiencias, no le quito valor a las obras que utilizan las técnicas clásicas.  Si un dibujo opera como fetiche ritual para salvarme, redimirme o hacer soñar a otra persona; creo haber cumplido con mi cometido. Los museos están llenos de arte frígido, rígido y congelado, contemplar algunas de aquellas obras produce, en muchos casos, narcolepsia. Algunos disfrutan con ciertas masturbaciones intelectuales; se de aficionados cultos que entran en éxtasis frente a los textos impresos sobre las paredes de museos y parecieran adquirir el rostro de los santos hieráticos de un Greco, nimbados de un aura fría, mientras se regodean con la asepsia minimalista de un cubo blanco. Les respeto, en esto de las religiones estéticas del imperio capital tardío, hay espacio para todo tipo de sectas y herejías. A mi manera, primitiva quizá, poco refinada y salvaje, prefiero la poesía de la vida en la mancha de un gesto de color; poesía contenida en un pequeño garabato rayado con lápiz sobre una hoja de papel.

   Volviendo a nuestro creador, ese extraño: Se trata de una apuesta por el arte que le sublime de la ordinaria realidad. Si el artista borderline no aspira  a cierto estado de trasmutación, de alquimia interior. No podrá resistir en medio de las duras pruebas del arte: La soledad, la penuria y la incomprensión. Pero si el artista borderline es lo suficientemente lúcido se mantendrá en la senda que cruza los límites de su propio sueño. El sol dorado aparecerá reflejado en su corazón y arderá como fuego que danza en oro espiritual.

   El artista salvaje mantendrá su fe, su dignidad y su verdad, aún en los momentos de la duda. Su dignidad de madera noble, que resiste de pie en los momentos del insulto.  El fronterizo, el extraño, el rebelde continua su camino; sigue su estrella, no desvía su atención. El ruido del entorno no lo afecta. Su música interior lo mantendrá centrado. Utilizo estas expresiones de valor, decimonónicas, y un poco demodé, pero necesarias para dar forma espiritual al héroe o al antihéroe (depende de las circunstancias y del punto de vista). Una cosa sí es segura: entereza se requiere.

   No debería dejarse afectar un borderline por la marabunta social, el correveidile virtual, la pesadilla mediática. Siempre actuará como un  extraño con movimientos y desplazamientos underground entre las tribus de la Big data. El rebaño Matrix que bala en medio de la guerra fratricida; becerros escleróticos de un dios Baal que ha sido erigido sobre un altar de computadoras protegidas por soldados golems. El artista mantendrá en línea a tierra el voltaje de su torre de control; navegará con los motores apagados mientras recibe las descargas de la artillería. Luego caerá como Stuka en picada…  Desaparecerá del radar, se convertirá en nube ácida, aguacero de guijarros.*

 Pero no desaparecerá del escenario del todo.

 Y algunos, entonces…esos que muy a menudo son beneficiados con las prebendas del estado; se preocupan con cierto dejo de ironía del artista bordelinde, cuando este accede a ciertos espacios que pertenecen a la comunidad. Espacios que no son propiedad de las burocracias culturales. Espacios que pertenecen a la ciudadanía. Debo decir: esos espacios, son los que el artista independiente debe asumir con ánimo creativo. Romper algunos esquemas de producción de símbolos y habitarlos como un okupa se encarga de un piso de un edifico abandonado.

   No por que deba habitar espacios abandonados; sino porque espacios aparentemente llenos. Deben llenarse de nuevos contenidos. Conferencias y talleres, recitales y manifiestos, happenings y performances. Cualquier propuesta debe entrar en la línea de una acción significativa. Algo que aun dentro de los límites arquitectónicos y espaciales de la estructura de poder, puedan ser permeados siempre con humor e ironía. La violencia no entra en este plano; solo se reserva para estados de confrontación insalvables. La creación de conciencia puede ser más poderosa que la maquinaria alienante de la propaganda oficial.

   Crear los micro-accidentes sociales que den paso a la corriente radio bemba, la ruptura del dique para el chisme trenden topic, el movimiento epiléptico y eléctrico de los boquerones en las redes. Un accionar que provoca las respuestas de una gran cantidad de opinadores profesionales, trolls de tiempo completo; difamadores correveydiles; periodistas a pan y agua; poetastros del catastro (lease escritores funcionarios, que son legión), habitantes sin rostro de los mentideros virtuales de la red. Provocar también a esas audiencias subterráneas, que, de seguro va a intentar sabotear su obra. Confrontarlos en su arena, o fuera de su arena. El cara a cara no es la lucha ideal que buscan los que allí han creado su ecosistema. El borderline sale de la sombra cibernética y entra en la luz de la confrontación analógica.

   Es parte del ejercicio; nadar  siempre contracorriente, pero cuando el artista borderline tiene que plantar cara, lo hace de cara al sol y con la camisa manchada de pinturas. Las obras del talento, silencian las murmuraciones de la canalla. Y las cometas se levantan contra el viento y no a favor de él. Ya se sabe. El artista periférico utiliza las herramientas de la tecnología para elevar el nivel del debate cultural, para crear conciencia y autoconciencia. No como medios de alienación. No cae en el la trampa de las redes de la comunicación; traza puentes e hipervínculos significativos, crea derivas simbólicas de alto contenido artístico.

   El artista outsider entra en el ring para enfrentar en franco duelo su combate. Es el corredor de fondo;  el garçon de los 400 golpes; Su pugilato rápido, frente a la masa y de cara a la cofradía ilustrada. La misma que siempre y en maridaje con el ancient régimen lo pondrá en la cesta de las manzanas podridas; lo confinará en la colonia de los apestados y la que, en comunión con las vacas sagradas que pastan en los prados de la oficialidad literaria, pretenderá sacarlo de la escena a golpe de pluma y de decreto. Para ilustrar este párrafo, tomo la cita de Vicente Luis Mora, que Agustín Fernández Mallo hace en su libro de ensayos "Postpoesía" y que trasladada del ámbito ibérico a estas tierras del trópico de sangre, calza a la perfección: "Hay una norma no escrita en la literatura española (en la poesía desde luego, pero admite, con abundantes matizaciones, el trasvase a la prosa), por la que el camino para llegar al éxito requiere una especie de método ascético, de camino de perfección, rigurosa y colectivamente controlado por una pequeña serie de personas, y de cuyo seguimiento al pie de la letra depende ser recibido con todo tipo de parabienes por los mayores y aceptado dentro de los poetas del clan. Esta oligarquía esta compuesta por un grupo variable de poetas que ya llegaron, varios editores con distribución nacional y una nomina corta de críticos literarios ..."  
Añadiría a la cita (para darle contexto), que esa "perfección" no es literaria, sino de modales de salon. Por este y otros motivos, el artista borderline no va con un cepillo y un plumero en su maleta; con el siempre, un puñal toledano con hoja de acero afilada.


PULE UN VERSO COMO QUIEN AFILA UNA NAVAJA
(O.G.R.)
Pule un verso como quien afila una navaja.
Que su brillo se entinte de sabia
así como el acero se bautiza en la sangre.

Pule un verso como quien afila una navaja.
Sóbale el lomo de plata, un pez grabado.
Quita sus escamas. Corta las raíces de la palabra pútrida.
Azótalo hasta dejar solo la pulpa
que pueda darse al hombre honesto.

Amólalo sobre la piedra negra
hasta que el silex
entre con sus miles de planetas en su brillo.

Para los otros…
Para los ungidos por la mano del clown sangriento.
Para los eruditos que fornican con las vacas sagradas.
Para los eunucos que abanican el harem del sátrapa.
Extiéndeles acero al aguafuerte
de tu poema afilado.

¡Pule un verso como quien afila una navaja!


   Llegado a este punto…
   No requiere el artista de grupitos de opinión; de petit comités en plan de conspiración, de camarillas adocenadas y bien pensantes; de apalancados bien influyentes, ya que el artista borderline tiene más en común con los lobos esteparios, que con los grupúsculos sectarios. No comulga en las capillas de los convencidos del establecimiento; no predica en los pulpitos de los engage; no practica la etiqueta burocrática de los enganchados, ni se deja enmarcar fácilmente en la curaduría de los popes de la cultura. Tampoco se esconde; propone. El artista forja un camino que se mueve con él;  y su escenario de debate es la extensa ágora de la vida simbólica. Su lenguaje es, lenguaje de poesía; visual, cinética, pictórica, dramática, mística, esotérica.

   Allí el despliega sus alas, sus venenos  y sus fuegos.

   Muchas veces ––también se ha de admitir––; puede  calcinarse en ellos.
   Pero ¿qué sería del arte sin esta posible vía dramática de conclusión?
   La tragedia, la tragicomedia, el drama. Todo termina irremediablemente en la misma estación de la partida. Solo que algunos recorridos dejan una estela de luz, de fuego; otros, sencillamente, su huella de carbono.


El artista borderline trazará su propio camino simbólico.

   Boris Groys, relevante crítico cultural, dice:
 “Hoy en día, todos están sujetos a una evaluación estética –se requiere de todos tomar la responsabilidad estética de sus apariencias en el mundo, de su auto-diseño. Donde fue una vez privilegio y carga para unos cuantos elegidos, en nuestra época el auto-diseño se ha convertido en la práctica cultural de masas por excelencia. El espacio virtual de Internet es primordialmente una zona en la cual mi página en Facebook está permanentemente diseñada y rediseñada para ser presentada en Youtube, y viceversa. Pero de la misma manera en el mundo real –o, digamos, análogo—se espera que uno sea responsable de la imagen que presentamos a la mirada del otro. Incluso podría decirse que el auto-diseño es una práctica que une al artista y al público por igual de la manera más radical: aunque no todos producen obras de arte, todo mundo es una obra de arte. Al mismo tiempo, se espera que todos sean sus propios autores.

    Yo no diría que todo el mundo es una obra de arte. Mi optimismo no va tan lejos, y no lo digo un ánimo de segregación estética; solo que si todo el mundo fuese una obra de arte, el hombre masa, en el mundo moderno ya tendría conciencia; y esa conciencia, ese atisbo de conciencia, de forjarse una conciencia; está lejos muy distante. Hay un circo estético y mediático en donde se procura llamar la atención. Pero eso está más cerca de los actos circenses, que de los actos artísticos conscientes. El artista, como su propio autor, deberá emplear tiempo en la elaboración de su atrezzo conceptual; en esto no habrá espacio para improvisaciones.

   Todos los artistas que en algún momento de la historia protagonizaron rupturas estéticas y sociales, han debido andar por la senda salvaje de la vida. Y no es un malditismo buscado a propósito, es la condición inherente al sendero del rebelde. Los estigmas del santo oscuro, los blasones que adornan el escudo negro de los que se hicieron aparte e ingresaron en un bosque de retiro y resistencia; paraje de la emboscadura transitado por Hernest Junguer. No fue en su momento una estética marginal, sino una filosofía de vida impuesta por la misma sociedad que, entrada en la modernidad rechazo de plano la labor iconoclasta del poeta o del artista que se movía fuera de las convenciones.

   Nunca será una opción estética de la mayoría, muchas veces esa dura senda fue recorrida por los que volvían de la guerra con todas las cartas quemadas.

Jünger se enfrenta al problema y previene contra ambas posibilidades proponiendo la “emboscadura”, que tiene como fin conseguir ser una persona singular en un mundo tan agresivo contra las singularidades y tan disolvente de las comunidades locales. En este mundo la “mediocridad va asociada a un poder funcional enorme”, y ni la enorme burocracia, ni las Sociedades Anónimas, ni los supra-Estados, ni las agencias de calidad, ni las megalópolis, ni la opinión pública, reflejan un ápice de personalidad ni de carácter. El gigantesco poder funcional va irremediablemente asociado a la depresión del carácter personal de las relaciones humanas. En el tiempo se desvela, pues, una nueva relación con el poder, aquella en la que la respuesta personal no puede ignorar la omnipresencia del Poder, y “en el fondo no es posible considerar por separado la tiranía y libertad, (…) la tiranía sólo puede llegar a ser posible en aquellos sitios donde la libertad se ha domesticado y diluido en un huero concepto de sí misma”. El nuevo poder exige una respuesta también nueva, en la que, para empezar, “uno no quiera simplemente que no lo esquilen, sino que esté dispuesto a que lo despellejen”.

   Si “Wald” es "el bosque", entonces "Waldgänger" es "el emboscado". La emboscadura no es ni un acto liberal ni un acto romántico, sino el espacio de juego de pequeñas minorías selectas; éstas saben qué es lo que viene exigido por nuestro tiempo, pero saben también algunas cosas más:
El gran peligro está en que el hombre confíe demasiado en las ayudas de otros y, cuando faltan aquéllas, quede desvalido. Todas las comodidades hay que pagarlas. La situación de animal doméstico arrastra consigo la situación de animal de matadero.

   Siguiendo en la cita del escritor alemán: …
“…En cambio, llamamos «Emboscado» a quien, privado de patria por el gran proceso y transformado por él en un individuo aislado, acaba viéndose entregado al aniquilamiento. Este destino podría ser el destino de muchos y aun el de todos — no es posible dejar de añadir, por lo tanto, una precisión y ésta consiste en lo siguiente: el emboscado está decidido a ofrecer resistencia y se  propone llevar adelante la lucha; una lucha que acaso carezca de perspectivas. Un emboscado es, pues, quien posee una relación originaria con la libertad. Vista en el plano temporal, esa relación se exterioriza en el hecho de que el emboscado piensa oponerse al automatismo y piensa no sacar la consecuencia ética de éste, a saber, el fatalismo”...
“O bien poseer un destino propio o bien equivaler a un número: ésa es la disyuntiva que hoy nos viene impuesta — ciertamente por la fuerza — a todos y a cada uno de nosotros”…
“No podemos limitarnos a conocer en el piso de arriba la verdad y la bondad mientras en el sótano están arrancando la piel a otros seres humanos como nosotros. Eso es algo que no puede hacerse ni aunque uno se encuentre en una posición no sólo bien asegurada, sino también superior; y no puede hacerse porque el sufrimiento inaudito de millones de seres humanos esclavizados es algo que clama al cielo”.

   A esta altura, alguien dirá que estoy desfasado citando algunos viejos maestros. Les respondo: el objetivo de este texto es recuperar el interés por algunos viejos maestros tan importantes ahora en épocas de plastificadas zonas de confort postmodernas; de masividad bien pensante interconectada y censada. ––Cuanta falta hacen sus vientos solitarios; sus bosques insulares, cuanta falta sus palabras al frente de los acantilados––. No puedo saber si en el futuro el arte será de las máquinas y los robots. Estoy seguro sí; que aun, dentro de las nuevas hipótesis cibernéticas, quedará siempre un espacio mínimo para la resistencia. Ya lo sabemos, la ciencia ficción clásica no habla del futuro; habla del ahora, como un espejo del futuro. Creo que el arte, aunado a la tecnología seguirá expresando sueños, tragedias y luchas. Muy posiblemente, segmentos de ese arte en resistencia, derive por lo tanto en lineas de apertura & (disclosures); arietes tecnológicos que rompan las murallas digitales el poder y el conocimiento censurado; búsquedas de caminos tan complejos y oscuros como los de un Steve Mitnick, con una carga de activismo social más definida; o líneas de accionar claro, tan importantes y todavía no bien ponderadas, como las de un Julián Assange y el auto inmolado Aaron Swartz; por sólo mencionar unos ejemplos que puedan ilustrar esas posibilidades. La antorcha ha sido recogida por Alexandra Elbakyan y de las fuentes abiertas beben los espíritus libres.

   El hombre aparte. El artista en resistencia espiritual. Los artistas alzados en almas, no pueden ser indiferentes ante la injusticia social y del atropello político. No pueden meditar en torres de marfil así su educación, formación, o su herencia estética sean de refinamiento intelectual. Se harán selectos y únicos por su insularidad, por su calidad; y universales por la fraternidad que abre el radio de acción de su trabajo artístico; la ampliación y profundización de su campo de batalla. Aun en medio del oscurantismo o de la crisis, debe mantener su atención en estado de alerta; procurando referirse únicamente a los temas que realmente importen al desarrollo espiritual de una sociedad. Perder el tiempo y su talento en nimiedades de la baja política (la que se expresa en el rebaño del gamonal de la parroquia) solo mina su capacidad de resistencia crítica y su capacidad de proyección.

Jünger dice:
“…Nivelar las imágenes y derribarlas es algo que precede a la lucha por el poder. Por este motivo no podemos prescindir de los poetas. Ellos son los que introducen la subversión y los que inician también el derrocamiento de los Titanes. La imaginación — y con ella el canto — forman parte de la emboscadura.
Dos son, pues, las cualidades que se presuponen en el emboscado. En primer lugar, el emboscado no le permite a ningún poder, por muy superior que sea, que le prescriba la ley; ni por la propaganda ni por la violencia. Y, en segundo lugar, el emboscado se propone defenderse. Para ello no sólo utiliza los medios y las ideas propias de su tiempo, sino que a la vez mantiene abierto el acceso a unos poderes que son superiores a los temporales y que nunca podrán ser diluidos en puro movimiento. Uno puede correr el riesgo de la emboscadura, puede osar emboscarse, si se cumplen esas dos condiciones
En la esfera del espíritu ocurre eso mismo. Mientras nos dedicamos a meditar sobre las rutas extremas descuidamos los caminos transitables. Sin embargo, tampoco aquí una cosa excluye la otra. Antes al contrario: lo que la razón ordena es reflexionar sobre la totalidad de los casos posibles y, como si se tratara de una serie de jugadas de ajedrez, tener preparada la respuesta correspondiente a cada uno de los casos”.



APARTARSE EN RESITENCIA
HACER PRESENCIA SIN ESTAR PRESENTE

   Esa sobriedad, necesaria para mantenerse aparte; esa ebriedad necesaria para proyectar presencia. En medio de una sociedad que condena el uso de plantas altamente evolucionadas ya sea para el consumo por motivos terapéuticos, místicos, lúdicos. Pero que hace apología de licores fuertes y deportes masivos que se convierten en medios de alienación; el falso patrioterismo utilizado por las mega-corporaciones.

  ¿Acaso en estas condiciones, mantener distancia crítica frente a estos fenómenos no es importante? Hacerlos objeto de obra, de estudio y de trabajo para reducirlos a su condición de agentes del espectáculo y propaganda del sistema.

 “Nuestra droga nacional es el alcohol. Tendemos a considerar el uso de cualquier otra droga con especial horror." Escribía William Burrougs en “Naked lunch". En Colombia tenemos tres drogas nacionales a cambio de una: la politiquería, el alcohol y el futbol.

   Retirarse a veces no es solo es necesario, es la única posibilidad de resiliencia. Ante ese mercado de drogas baratas en la jungla de cemento, el artista emboscado opta por una búsqueda de plantas de poder; va a la selva en compañía de su chaman guerrero. Algunos borderline optan por  la inmersión de ebriedad en la naturaleza; comunión pagana, fiesta panteísta.

   Henry David Thoreau en su libro, “Walden, la vida en los bosques” Decía:
“Fui a los bosques porque deseaba vivir en la meditación, afrontar únicamente los hechos esenciales, y no sucediera que estando próximo a morir, descubriese que no había vivido. No quería vivir lo que no fuera vida; ¡la vida es tan cara!, ni tampoco deseaba practicar la resignación, a menos que fuese enteramente necesaria. Quería vivir profundamente y extraer todo lo maduro como para infligir una derrota a todo lo que no fuese vida; guadañar un ancho espacio a ras del suelo”.

   Se busca un retiro. Un espacio de distancia a ras del suelo. Se rompen algunos puentes. (Aunque en nuestro país puentes y diques se rompen solos; se aúna a a la fuerza poderosa de la naturaleza la ineptitud y la avaricia de quienes los construyeron).  Se llega  a una comunión. Partiendo de esa comunión se llega al respeto. Desde esa actitud de respeto, se llega a esa defensa del medio ambiente y a la causa de la ecología.   Es por lo tanto un arte, caminar en solitario, pero con vínculos reales con su entorno natural y social.

   Si toda esta situación pone al artista en la mira del establecimiento y sus representantes; el accionar de un artista borderline desemboca en un acto de resistencia. El artista, el poeta, el escritor, deberá ejercer el derecho a la desobediencia civil. Escoger el sendero de retiro de un David Thoreau; la resistencia popular de  un Martin Luther King o el del ascetismo crítico de un Matma Gandhi inspirado por el cristianismo del Lev Tolstoy  el iluminado de  Yásnaia Poliana. Porque también el cristianismo más auténtico, tiene en sus raíces, la esencia de la resistencia al poder terrenal.

   Los caminos que su conciencia y su realidad particular en algún momento le señalen, desembocaran en la toma de una decisión en solitario. El artista bordeline es un hombre que cruza el río hasta la otra orilla. Deberá estar atento para no convertirse en ese partisano del que hablara Mark knoppler en Rider across de the river en la canción de los Dire Straits. No marchará bajo bandera. Caminará sin dios ni amo. Estará solo para elegir su próxima jugada. Sabe que puede caer desde la cuerda floja. Sabe que se puede trasformar en aquello que combatió. Mantener su lucidez en medio de la resistencia será su única salvación.

   En “Desobediencia Civil”, Thoreau escribía:
Creo que deberíamos ser, en primer lugar, hombres, y súbditos, después. No es deseable cultivar el respeto por la ley en la misma medida que el respeto por el derecho. La única obligación que tengo que asumir es la de hacer en todo momento lo que creo justo
No es por ningún artículo en particular de la ley de impuestos por lo que me niego a pagarlos, simplemente deseo negarle lealtad al estado, retirarme y mantenerme apartado de él de una forma eficaz”. 

   Ante la crisis espiritual que afecta principalmente a Occidente, propone Hakim Bey el anarquista ontológico norteamericano, un nomadismo psíquico, un retorno a las raíces de la libertad, siendo más realista que simbólico este último concepto. Como él dice, "se busca la transmutación de la cultura basura en oro contestatario". 

   En la televisión latinoamericana, recientemente, se trasmite una publicidad sobre una isla de pobres felices en frente a las costas de Cartagena. Una corporación financiera con millones de pesos en medios técnicos de cinematografía; trasformó la visión de esta isla pobre en un edén arcádico. No podemos dejar que las corporaciones voraces que llevan a miles de seres humanos y sus sueños a las alcantarillas se ocupen de la felicidad de los que viven sobre islas de basura. Y no porque un mendigo no merezca la felicidad; sino porque un emporio de la usura no merece la causa de una poesía esperanzadora. Ellos, los habitantes de esta isla, son una comuna que se ha apartado y ha logrado hacer de su sociedad de pescadores un pueblo sustentable sobre el mar de la precariedad, a pesar de esas mega-corporaciones de la usura. No necesitan que vengan los señores de los grandes bancos colombianos a enseñarles cómo vivir, mucho menos a convertirse en sus patrocinadores. Ellos han vivido mucho tiempo por fuera de las fauces de los tiburones. Es mejor para ellos (los habitantes de la isla) que mantengan a prudente distancia a esos cínicos financistas.

Por ultimo diremos:
Si el arte es una manera de mantener el fuego sagrado del espíritu en acto de soledad o comunión, de rebeldía y ascesis en vida terrenal. El artista borderline se mantendrá dentro del círculo de la fiesta pagana; danzará para el amor y entonará canticos de tambores y flautas antes de la guerra.

Su guerra espiritual es en última instancia el motivo de su alquimia, la razón de su existencia.

Mientras un hombre libre y una mujer libre, se mantengan en danza de estrellas, el arte no perecerá nunca.


*https://www.topia.com.ar/articulos/rumor-comunicacion-cyborg
Textos a consultar:
1-“La emboscadura” Ernest Jünger
2--“La vida en los bosques” Henry David Thoreau
3-“TAZ” (zona temporalmente autónoma) Hakim Bey
4- “El reino de los cielos esta en vosotros” Lev tolstoy
5- "Open Guerrilla manifiesto". Aaron Swartz
 https://www.soydelbierzo.com/2013/01/13/manifiesto-de-la-guerrilla-open-access-en-memoria-de-aaron-swartz/
6- “Clásicos de la resistencia civil” 
Publicados en (Pdf) por la Univerisdad Autónoma del estado de Morelos. México.














miércoles, 23 de mayo de 2018

AGRADECE CIUDADANO






       J.L.CUEVAS




Agradece ciudadano


«El elector goza del sagrado privilegio de votar por un candidato que eligieron otros».
Ambrose Bierce

“El trato directo con organismos administrativos no era demasiado difícil, pues éstos, por muy organizados que estuvieran, siempre tenían que defender cosas invisibles y distantes en nombre de señores invisibles y distantes”
F.kafka. "El castillo".


“Esta gente (de los rituales) no es gente ordinaria, si te digo los nombres, no dormirías”

Ziegler-Pollack a Cruise-Harford 
"Eyes Wide Shut"
Stanley kubrick




Agradece ciudadano…

Se te ha dado la libertad de consignar tu voto.
Se te llama “compatriota” y “amigo”
Los señores de la política se dirigen a ti con lisonjas y se emplean a fondo para conseguir tus afectos.

Agradece ciudadano…

Se te ha convocado a escuchar las propuestas
                                                diseñadas para la audiencia.
No harás preguntas.
Esas las puedes filtrar en la redes del aparato Matrix
Donde se extinguirán entre balidos de borregos que pastan en las llanuras del ciberespacio.
También allí tu furia y tus prejuicios. Tus iras y tus miedos…
Tienes el orgullo de poder decidir
con tu voto, que flota
sobre las mareas y oleadas de papeles
                             que salen de las fábricas de opinión.
Uno
entre los miles de votos captados
                            sobre la necesidad y la miseria.
Uno
entre los miles que se expresan bajo la cobertura del miedo.

Agradece ciudadano…

Los publicistas se han empleado a fondo
Para crear las imágenes adecuadas que impactaran en tu retina.
Las voces que gritaran o susurraran en tus oídos.
Las poses empleadas que dejaran huella indeleble en tu cerebro.
Sabes…
Deberías saber…
Eres un campo de experimentación.
Una cifra en la computadora del big data.
Una x tachada sobre la papeleta de la feria.

Llaman democracia a un sistema asambleario antiguo inventado por los griegos y que duró 200 años.
De aquel hermoso proceso
                                        no quedó sino el nombre.

No se te ha convocado a la asamblea para decidir.
Se te ha convocado al ruido de la plaza.
Eres el producto moldeado por años de propaganda hábilmente manipulada desde las grandes encuestadoras y las fábricas del marketing.

Agradece ciudadano…

¿Acaso no ves que hay países en donde te muelen a palos solo por maldecir?
¿No ves las bondades de nuestro sistema?
¿No ves los horrores y los peligros que acechan en las fronteras?
Tendremos que construir algunos muros…
Tendremos que romper algunos puentes…

Agradece ciudadano
Disfruta de este show…
serán las únicas horas en que se te tendrá en cuenta.

Después…
Las puertas se habrán cerrado
Y esperarás aterido y con frío
como ese gris hombrecillo del escritor checo frente a las puertas del castillo implorando por justicia.
Habrás dado tu cuello
al ornato de la correa negra.
Mantén tus ojos ligeramente cerrados.
Escucha el ruido del bastón al fondo.
Ya sabes las ceremonias a las que son adictos estos;
tus señores representantes...
El flagelo y el control.

Desde la periferia.
Has llegado a este bullicioso burdel…
Has entrado por tus propios méritos.
Se te ha dado la posibilidad de vociferar
Y de arremeter contra tus enemigos,
Contra nuestros enemigos

A los más claros los hemos enlodado.
A los más probos los hemos mancillado.
A los más capaces los hemos mutilado.

Has expresado tus fobias y delirios
Y a la bestezuela pequeña que anida agazapada 
la hemos dejado hacer su pequeño performance.
Ha bailado bajo el compás de los tambores.

Contamos contigo.
Estas en nuestra cuerda.
Así que no nos vengas con remilgos…

Inclínate
Que te haremos gozar durante un largo periodo de prueba.

Te advertimos…
Somos adictos a los estimulantes de larga duración
y la función dura
¡Lo que a nosotros nos dé la real gana!



Omar García Ramírez
(Del Libro:"CEREMONIAS")


miércoles, 4 de abril de 2018

DAVID MAMET: LOS TRES USOS DEL CUCHILLO


(EL “EFECTO ENFRIADOR” DEL VIENTO)


Capítulo 1.- El “efecto enfriador” del viento: Salvoconductos
La esencia de una obra es el deseo del héroe o de la heroína. En la obra perfecta, ningún incidente nos puede parecer ajeno a ese deseo porque el incidente siempre es un obstáculo o una ayuda para que aquéllos puedan conseguir su objetivo.
Las campañas políticas americanas -tal como las conciben los publicitarios ambulantes que las acompañan- tienen la misma estructura que un drama. El héroe es el pueblo americano, representado por el candidato. Él o ella crean un problema y prometen solucionarlo.
Al igual que el público de una obra, nosotros seguimos el espectáculo no porque deseemos que se solucione el problema (¿qué más nos da si Otelo asesina a su esposa imaginaria?), sino porque la solución significa la capacidad del individuo para triunfar. La política es, en efecto, un drama estructurado con más rigor que muchos de los que presenciamos sobre el escenario.
El arte de la performance, los happenings y las técnicas mixtas de los años sesenta fueron una revelación para el artista: el público proporcionaba su propio argumento a los acontecimientos que ocurrían frente a él desde que empezaba la obra hasta que caía el telón, y al autor-artista de la representación no le correspondía hacerlo.
Las Gang Comedies, las obras de episodios no lineales, el rosario de piezas modulares de un solo acto pero de larga duración, todas ellas son expresiones de la revelación de que el público aportará su propio argumento, igual que en una campaña electoral. (Un espectáculo de luz y sonido es la reductio ad absurdum del mecanismo, igual que en una convención política.)
La política, en el momento de escribir estas líneas, está más cerca del drama tradicional que el mismo teatro. Se plantea un problema, comienza la obra, el héroe (candidato) se ofrece como protagonista que ha de encontrar la solución y el público le dedica toda su atención.
El problema en la política, como en el drama más tradicional, es marcadamente imaginario; es decir, o bien se trata de un problema que en realidad no existe o bien existe pero no se puede erradicar con la intervención de la política (los homosexuales seguirán con sus prácticas sexuales a pesar de la legislación, del mismo modo que lo han hecho siempre los heterosexuales). Entramos en el local de compraventa de coches para representar un drama. Es una oportunidad que se nos presenta raramente de que nos valoren, de sentirnos halagados, ya que no pretendemos que nos hablen del diseño del motor, sino que nos digan lo listos que somos.
Votamos y seguimos con interés a este héroe político que teatraliza nuestra vida y mitiga momentáneamente el sentimiento de desamparo y anomia que es la esencia de la civilización moderna.
Un vendedor de coches que desoyera o tratase con desdén nuestra súplica de adulación se moriría de hambre, por más experto conocedor que fuese en materia de automoción. El político que tratase legítimamente de intereses públicos no duraría mucho en su cargo. ¿Quién se acuerda de Adlai Stevenson?
El carácter quimérico y ficticio de la acción emprendida por el político nos confirma que está justificado el valor de lo que hemos pagado (el valor de nuestro voto, ya que a la postre se nos proporcionará un drama en lugar de una explicación sin interés).
«Futuro» , «Cambio», «Nuestra herencia», «El mañana», «Una vida mejor», «El estilo de vida americano», «Los valores de la familia», son abstracciones dramáticas que no tienen ningún referente en la realidad y para el público vienen a significar. «Cuando la contienda haya terminado… cuando todo esté resuelto… cuando mi vida esté libre de incertidumbre».
La persecución de brujas, judíos, antiamericanos, homosexuales, inmigrantes, católicos y herejes es, de manera similar, un gran espectáculo que no tiene absolutamente nada que ver con la finalidad política. Los que mueven los hilos se eligen a sí mismos como protagonistas, identifican la causa de la terrible incertidumbre que padece el mundo y juran que la eliminarán, siempre que, naturalmente, los votemos (El voto es la entrada que nos permite presenciar la obra de teatro, y el propósito del político de erradicar -rellene el espacio en blanco- no es muy distinto del de la estrella de la película del verano que nos promete someter al malo. Ambos se comprometen a proporcionarnos diversión por el precio de una entrada y un momento de suspensión del escepticismo.)
Shakespeare nos advierte que la verdad es como el perro que se debe echar a la calle sin contemplaciones mientras que el perrito faldero permanece junto a la chimenea y apesta. Y los asuntos políticos legítimos -el medio ambiente, la salud pública- se desgañitan pidiendo un público que los escuche porque no son teatrales.
El principio de la economía psíquica interviene aquí como en todas las esferas de nuestra vida imaginaria. Somos capaces de estar un día entero tratando de decidir si pasaremos las vacaciones en Florida o en Utah, pero somos incapaces de imaginarlo. Por mucho que nos consuman las inquietudes cotidianas, el tiempo dedicado a la fantasía es demasiado valioso y lo consagramos a los problemas que no son susceptibles de una consideración racional.
En el teatro nuestro tiempo también es precioso y una obra buena no se ocupará de asuntos que se pueden tratar racionalmente, aunque formen parte de nuestras ocupaciones cotidianas.
El drama no tiene por qué afectar necesariamente al comportamiento de las personas. Existe un artefacto fantástico y enormemente efectivo que transforma la actitud de las personas y hace que vean el mundo desde otra perspectiva. Se llama pistola.
Durante treinta años, o más, he trabajado con espectadores en lugares muy distintos y jamás me he topado con un público que, colectivamente hablando, no fuera más listo que yo y que cada vez no me haya ganado por la mano.
Esta gente me ha dado de comer toda la vida. No me considero superior a ellos ni siento ningún deseo de transformarlos. ¿Por qué iba a hacerlo? Y en cualquier caso, ¿cómo lo haría? Yo no soy distinto de ellos. No sé nada que ellos no sepan. A un público (un pueblo) se le puede coaccionar con una mentira o con un soborno (una pistola), se le puede instruir o sermonear. Basta una tarima improvisada en la calle y una falta absoluta de respeto. En todos estos casos, no obstante se maltrata al espectador. No se le “cambia”, se le presiona.
Los dramaturgos que aspiran a transformar el mundo adoptan una superioridad moral respecto del público y permiten que los espectadores también la adopten ante los personajes que no aceptan el punto de vista del héroe.
No es tarea del autor teatral lograr que se produzcan cambios en la sociedad. Tenemos grandes hombres y grandes mujeres que se ocupan de ello mediante costosas demostraciones de valor personal, que se arriesgan a que les partan la cabeza durante la marcha a Montgomery, que se encadenan a un pilar o que soportan el ridículo y el menosprecio. Ponen en peligro sus vidas, lo cual puede estimular el heroísmo de otras personas.
El propósito del arte no es efectuar cambios, sino deleitar No creo que su finalidad sea ilustrarnos, ni que deba transformarnos, ni tampoco aleccionarnos.
La finalidad del arte es deleitar, y a algunos hombres y mujeres (no más listos que ustedes y que yo), cuyo arte puede proporcionar un deleite, se les dispensa de ir por el agua o por la leña. Es así de sencillo.
El teatro existe para tratar problemas del alma y misterios de la vida humana, no calamidades cotidianas. Eric Hoffer dice que hay arte (Esperando a Godot, por ejemplo), entretenimiento popular (Oklahoma) y entretenimiento de masas (Disneylandia) . Y nosotros, criaturas pecadoras, condenadas a morir como estamos, si nos dan una milmillonésima parte de una oportunidad, probablemente haremos que el dinero falso expulse al bueno y convertiremos lo bello en pervertido y depravado.
Así, mientras tengamos y usemos ocasionalmente la capacidad de dejar que el arte se desvíe y participe del temor reverencial de la religión, de la que fue arrebatado prematuramente, también tendremos la capacidad de distorsionar estos impulsos hacia lo dramático y de oprimirnos y esclavizarnos los unos a los otros. (Observen que mientras ejercitamos estos impulsos no decimos que deseamos “oprimir y esclavizar”, sino que queremos “ayudar, enseñar y corregir”. Pero el resultado es la opresión.)
Por un lado tenemos a Samuel Beckett, por el otro a Leni Riefenstahl. Ambos se ocupan exactamente de la misma capacidad humana, para dotar de significado a lo intolerable: uno crea arte purificador, la otra anuncios de asesinatos.
No creo que la finalidad del arte sea “llegar a la gente”. En realidad, ni siquiera estoy seguro de lo que quiere decir eso de “llegar a la gente”. Sé lo que dijo William Hazlitt: “Es fácil conseguir que el vulgo esté de acuerdo con uno; todo cuanto hay que hacer es estar de acuerdo con el vulgo.”
Aristóteles escribió que a una persona buena no puede ocurrirle el mal ni durante la vida ni después de su muerte. Tal dictamen se puede considerar como una promesa vacua, aunque también, quizá con más acierto, como una definición de la maldad. Es decir, lo que le suceda a una buena persona, por devastador que sea, no puede ser el mal si no emana de las acciones propias de esta persona (un defecto de nacimiento puede ser infausto, pero no puede ser malvado) .
Las cosas que pueden acontecer por igual a una buena o a una mala persona no pueden ser el mal, sino que se deben a un accidente y, como tales, son tema adecuado para el comadreo y no para el drama.
Igual que el comadreo, las obras de temas “controvertidos” tienen una gran capacidad para captar momentáneamente nuestra atención. También como el comadreo, nos dejan una sensación de vacío una vez el arrebato de lascivia ha seguido su curso y le sigue, como suele ocurrir, un sentimiento de vergüenza. Y es así como las obras de teatro adoptan los asuntos cotidianos que incumben a la política, mientras que la política adopta los temas propios del drama y llena el vacío teatral.
La presentación de un objetivo teatral nos asegura que nuestra atención política se verá recompensada, del mismo modo que, en los anuncios de películas de los periódicos, la presencia del protagonista empuñando una pistola promete que veremos «acción».
La película que se anuncia con la imagen de una pistola que en realidad no aparece en ninguna secuencia saldrá tan mal parada como el político que promete drama y luego no ofrece más que cuestiones sociales. Por consiguiente, para llevar a cabo una campana política positiva es esencial que los asuntos sean en gran medida -o en su totalidad- simbólicos, es decir, no cuantificables.
«Paz con honor», «Comunistas en el Depar tamento de Estado», «Economía de la oferta», «Recuperar la ilusión», «Devolver el orgullo»: éstos son los elementos del gran espectáculo. No son objetivos sociales: son, como nos enseñó Alfred Hitchcock, el Mac Gufíin. Naturalmente, este término inventado por Hitchcock se refería a «el objeto deseado por el héroe», y su aficción por este concepto explica en gran parte su éxito como director de cine.
Hitchcock era consciente de que el objetivo dramático es genérico; no hace falta que concreto que «el halcón maltés» «los salvoconductos» o los «documentos secretos». Basta con que el protagonista/ autor conozca el valor del MacGuffin. Cuanto menos específicas sean sus características, más interesado se mostrará el público. ¿Por qué? Porque una abstracción vaga permite que los espectadores proyecten sus propios deseos sobre un objetivo que esencialmente carece de rasgos sobresalientes. Así es también como los proyectan sobre términos como «americanismo», «una vida mejor» o «el mañana».
Es fácil identificarse con la búsqueda de un documento secreto, y un poco más difícil hacerlo con una protagonista cuya aspiración es identificar y estudiar las propiedades de un elemento químico como el radio. Por esa razón, los autores y directores acaban por volver a la ficción cuando llevan a escena una biografía. Para ser efectivos, los elementos dramáticos necesariamente deben tener prioridad sobre unos hechos biográficos «reales» que a los espectadores no nos interesan demasiado: si quisiéramos más información acerca del radio, nos leeríamos un libro que tratase sobre este elemento químico. Cuando vamos al cine a ver The story of Marie Curie queremos saber cómo murió su perrito Skipper
En e1 drama, como en los sueños, el hecho de que algo sea “verdad” es irrelevante y nos interesa sólo si está relacionado con la búsqueda del protagonista (la búsqueda de un MacGuffln) tal como ésta se nos ha planteado.
El poder del autor de teatro -y, por consiguiente, el del agente de prensa del político- reside en su capacidad para plantear el problema.
(Durante el juicio a O. J. Simpson, coincidí en una fiesta con dos famosos juristas. Comenté que tenía la sensación de que una batalla legal no consistía en ir en pos de la verdad, sino en disputarse el derecho de escoger cuál era el asunto fundamental. Soltaron una risita y me pellizcaron la mejilla: “Ya veo que se ha saltado los dos primeros cursos de la carrera de derecho” me dijo uno de ellos.)
El “problema”, el MacGuffin, la «amenaza atea a los poderes de la nación”, éstos son los temas que tienen el poder de estimular nuestra imaginación; y como escribe Eric Hoffer, éste es el único medio para dominar la atención de los grupos (la multitud, el electorado, el público).
Nuestra facultad de razonar ordena por naturaleza los elementos de amenaza percibidos, los identifica y los estructura de modo que podamos considerar los métodos alternativos para vencerlos y para poner en práctica el mejor plan.
Así es como percibimos el mundo. Eso es lo que hacemos durante todo el día.
El drama nos estimula porque resume y proyecta en la obra el elemento más esencial de nuestro ser, el preciado mecanismo de adaptación.
Un cachorro que no responde a la orden “Ven aquí”, se acercará a su amo si éste cae al suelo y permanece inmóvil. En este caso el perro sí acudirá corriendo junto a él. ¿Por qué? Pues porque cree que su dominador está incapacitado y ahora tiene una oportunidad de matar. El cachorro se acerca alborozado porque se le regala la oportunidad de ejercer sus más preciadas habilidades de supervivencia.
A nosotros nos ocurre lo mismo con el drama. Podemos hacer uso de nuestras habilidades de supervivencia, adelantarnos al protagonista y sentir temor por persona interpuesta sabiéndonos a salvo.
Éste es el poder y el gozo del drama. Por eso la obra de segunda clase, la que no está estructurada como una búsqueda de un único objetivo por parte del héroe, queda relegada al olvido; y por eso la estructura dramática, aún en un escenario no teatral, resulta un espectáculo magnífico.
(David Mamet LOS TRES USOS DEL CUCHILLO. Sobre la Naturaleza y la función del drama. Traducción de María Fadella, publicada por Alba Editorial.)
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