viernes, 25 de diciembre de 2020

DIGRESIONES SOBRE LOS TORNEOS SIMBÓLICOS....

 


DIGRESIONES SOBRE LOS TORNEOS SIMBÓLICOS

EN EL CAMPO DE LA CULTURA EN COLOMBIA.

Entrevista aOmar García Ramírez

 

Por: Merardo Aristizabal

Para

GRIFFOS DE NNEONN

 

 

Merardo Aristizabal— En días pasados me recomendabas la lectura del el libro de ensayos de Pierre Bourdieu CAMPO DE PODER Y CAMPO INTELECTUAL… Reconozco que, aunque hace tiempo sabía que estaba expuesto a estos campos de fuerza que se expresan al interior de la cultura, no era consiente. Ahora, después de su lectura y en esa línea de crítica… En los torneos en el campo simbólico, se arriesga un capital cultural. Haz participado de esos torneos… ¿Qué hay allí, qué se juega allí?

Omar García Ramírez—Estimado Merardo…El sociólogo francés, Pierre Bourdieu fue uno de los primeros que se ocupó de las dinámicas que rigen campo intelectual y abrió un debate sobre esas estructuras sociales, mostrando sus modos y maneras (habitus); los procesos para alcanzar prestigio, tanto en la academia como en el campo de las artes y sobre todo, dejó en claro que, lo que allí sucede obedece a unas dinámicas de poder. Aplicando esto a nuestro país, entendemos el porqué de la urgencia de abrir el debate, puesto que en tiempos de pandemia, se da un raro fenómeno, el de la confluencia de dos fuerzas que si bien antes estaban muy cercanas, ahora tiene la opción de convertirse en una criatura siamesa de muy interesante contextura. Cuando un sector de la academia y la burocracia, parecieran identificarse en tiempos de crisis, se crea una alianza en el campo de poder simbólico, que de alguna manera delinea las  relaciones entre artistas y la sociedad.

M.A.—En nuestro país, en tiempos de pandemia, estas estas estructuras burocráticas han tomado mucho peso y al parecer tratan de distribuir los presupuestos para la cultura a su acomodo. El acceso a los recursos sin una veeduría ciudadana, les hace casi inmunes a cualquier crítica. Esto lo podemos ver reflejado en muchos aspectos de la contratación pública, los concursos,  y otro tipo de asuntos asistenciales. En este tipo de certámenes se da una clara relación entre burocracias y ciertos círculos de la politiquería. ¿Cómo ves esta situación…?

O.G.R.—Estos certámenes también deberían ser objeto de revisión y aproximación crítica. Los llamaría torneos simbólicos, Hablar sobre estas convocatorias, donde algunos artistas se ha postulado y han perdido, no deja de parecer un acto de revancha. Lo digo siendo severo, inicialmente hablo solo por mí. Pero es una situación en donde unos escritores se exponen ante otros escritores. Y como tal es un acto de posicionamiento en donde esas estructuras burocráticas juegan un papel fundamental, desde la elección de los jurados hasta el diseño y extensión de las recomendaciones. No deja de ser extraño, entrar a un circo en donde te expones, desnudo y expuesto a la picana. El escribir después, sobre estos eventos es de cierta manera, una forma de arreglar las cargas. Además, el arte en general y de la literatura en particular está lleno de fracasos, la literatura es, de cierta manera una actitud filosófica ante el fracaso. Bueno, eso ya lo ha dicho mucha gente. Se alimenta como un gran palimpsesto de tachaduras y borrones y su verdadera poesía aflora sobre el tablero podrido de la memoria. Ya lo dijo Kristeva, ya lo dijo Genett.

Así que, en cualquier momento y por las circunstancias que sean, cualquier artista termina participando. Y te diré, para iniciar una respuesta a tu pregunta: ese campo de juego, es un campo de conflicto y como tal de choque…Por lo tanto no puede estar eximido de crítica.

M.A.— Creo que participar, es asistir a la expectativa de una confirmación; una confirmación que se sabe, no llegará, el talento como tal no es el que juega. Son otros factores externos los que terminan prevaleciendo. A veces... ¿No sería mejor mantenerse en la distancia? ¿Participar o no participar?… vale la pena… Dígame…?

O.G.R.— Que en Colombia un escritor o artista cualquiera que sea su disciplina, se someta a estas ordalías, es una tradición; y es un riesgo que todos en alguna oportunidad, hemos corrido. Como escritores, alguna vez hemos probado en carne propia estas fallidas decisiones. Pero no se crea que todo es malo, que un escritor revise y ponga punto final a ese manuscrito que reposaba en los fondos de los archivos perdidos. Que termine esa obra que se había empastelado. Que pase la página y de una vez por todas termine por exorcizar ese fantasma; es casi un punto de alivio. El decir: no volveré a tratar contigo fantasma de voces atenuadas. Ya hice lo que podía hacer por ti. ¡Ve a otra parte o desaparece para siempre!

Ahora, bajo qué circunstancias y a qué se expone el artista, frente a estas estructuras, que tienen capacidad de decisión sobre el campo simbólico y estético….eh ahí el dilema.

M.A.— Has sido un "jugador" de vieja data en este tipo de eventos y torneos; y sé, de buena fuente, que a pesar de algunos premios y reconocimientos importantes, son más los bloqueos, las trapisondas que se arman diestras de los escenarios; y los enfrentamientos con los encargados de lo que tu llamas el aparatich…lo que prevalece y es más significativo en esa historia de torneos. ¿Qué dices sobre ello?.

O.G.R.— He visto un accionar general en el campo de los torneos simbólicos. Primero aclarar que no participo de todo y segundo que, aunque en el pasado he ganado algunos de estos certámenes es mi historial de finalista, lo que me orienta sobre la calidad o la falta de ella en algunas de mis obras. Tu, como hombre de teatro, conoces la famosa sentencia de los dramaturgos españoles del siglo de oro sobre el tema: sí, pues eso.  Con cierto tratamiento subjetivo puedo hablar sobre el asunto. Expongo mi opinión, mis ideas; siempre me rio de mí mismo y ahora soltaré una carcajada por mi estupidez. Pero de eso se trata, algunas veces es reconocer tu estupidez. Si tocamos anomalías en el tema regional, en el campo de estos torneos simbólicos literarios, podríamos señalar la presencia de Un jurado casi eterno. No externo. Eterno, ya que por más de 4 justas de un torneo nacional con sede en Pereira, ha estado allí. No en esta última, pero ese jurado de la vecina ciudad de Manizales que con sus juicios, ha premiado lo que le ha dado la gana y se ha impuesto durante cuatro o más veces. Considero que una persona, que se dice prestante intelectualmente y que ya ha sido jurado de un torneo, debería declararse impedido. Y por parte de los administradores  restringido. Vuelvo y reitero, creo que se trata de un campo de lucha y de poder simbólico, y como tal, no puede estar exento de crítica y de revisión. Aunque la verdad estimado Merardo. No creo que cambié nada. Espero que con el tiempo, al menos se pueda pedir más rigor.

M.A.— En Colombia, en algunos sectores de las artes hay jurados de carrera ¿es esto ya casi una profesión?

Hay jurados que hacen carrera de jurados y de cierta manera, esto impone una forma de ver las cosas en el campo del arte, de la literatura, la poesía y el teatro; qué vale y qué no. Lo digo también por que en otras disciplinas estos jueces se tornan instituciones y como tal en guardianes de una tradición que reclaman para sí y prolongan por años y hasta décadas…

De cierta manera, se ha creado ya una tradición de jurados, un lobby de jurados y hasta un banco oficial de jurados con vocación de perennidad; que claro influyen en la producción cultural de una región y  de un país. Pregunto Merardo: qué pensarían los atildados intelectuales manizalitas, sus poetas de barcos de papel, los ilustrados de la universidad de Caldas, los nuevos grecoquimbayas de raíces montañeras, si durante cuatro  o cinco veces consecutivas, les impusieran como jurado para uno de sus concursos a un escritor de Risaralda o del Quindío. Que dirían. ¿Se quedarían callados?  ¿Mantendrían las formas caballerescas de los escritores de Pereira y Quindío, quienes casi siempre guardan una distancia higiénica frente a este tipo de debates? ¿Perderían sus modales? Sí, son cosas de burocracias académicas, cosas de funcionarios, ellos saben cómo se hacen bien las cosas y mientras tanto… ¿las ideas sobre la novela… que?, y mientras tanto… ¿los moldes impuestos a estas nuevas obras que llegan de todo Colombia… qué? ¿Y la censura velada que se impone a otras formas de escribir...qué? No hablo de regionalismos, hablo de juicios y decisiones que recaen de manera habitual y con mucha frecuencia en los mismos personajes.

Ya tú vas a la ruleta con la cara curtida. No me hago ilusiones, nunca me he hecho ilusiones y créame, no doy lata por dar la lata. Lo hago con razones de sobra. Y pueden estar seguros que cuando escribo y hablo en esta ágora cibernética voy marcando tendencia. No se ve, es subterránea, es underground, está llena de ironía. La única que vale la pena, lo demás son palmaditas en la espalda. 

M.A.— Cuando en medio de una pandemia, el asistencialismo parece ser la norma. Ya que los artistas no pueden trabajar debido a las restricciones; la estructura hegemónica, se impone. Marca líneas tendencias y favoritismos. La estética se hace oficial. Los incomodos son censurados y los rebeldes intentan ser aplacados. Así lo veo yo…Es decir el campo del debate se amplía a esas justas, a esos premios, ya que no puede quedar relegados a simples decisiones de burocracias…

O.G.—Tú lo has dicho. Y diré más; jugamos sobre un campo minado. Primero eso, los jurados, nunca debería repetir más de tres veces, en un país lleno de académicos prestantes, escritores e intelectuales que tiene diversas formas de ver el mundo, la historia, el arte y en particular el arte de la novela. No todos ven la novela como un guion cinematográfico, no todos ven la novela como música ligera de rosal florido. Hay quienes, afortunadamente ven la literatura como un campo de experimentación y ensayo filosófico, como lo expresaba en el arte de la novela kundera; como espacio de estética ecléctica y dinámica propugnado por Vicente Verdú en su pequeño decálogo. Imponer un jurado o insistir en un jurado por más de tres ocasiones, crea, impone un estilo literario, premia una forma de ver las cosas y sobre todo bloquea a una serie de escritores jóvenes que tiene cosas que decir y de manera diferente. Además, escritores con algo de pudor, deberían mostrarse impedidos para tales menesteres cuando su presencia ha sido reiterativa. Pero eso en Colombia, es cosa natural; se de ciertos especímenes, que han sido jurado más de doce veces en todo tipo de premios literarios, especialmente en el campo de la poesía, con lo tal ha creado ya un modus operandi que a todas luces es y será muy censurable. Casi un ecosistema de laureles y condecoraciones. No son escritores, son jurados de escritores; llevan un escudo en su solapa casposa que dice: “Soy jurado profesional de premios literarios”. Y así como estos sujetos, existen en Colombia media docena de cortesanas de la literatura que se presta para censurar, bloquear y manipular. Cofradías del mutuo elogio,  camarillas de la trapisonda, coristas de los burdeles de la cosa intelectual, modistillos de la literatura que hacen el corte y confección de las nuevas tendencias, que son las viejas tendencias de siempre.  Moralistas y censuradores de profesión de cara al respetable, pero que, desde hace décadas, manejan soterradamente y tras bambalinas los criterios con que se juzga la obra literaria y artística de varias generaciones en Colombia.

M.A.–– ¿Existe alguna obra que haya sido premiada en esos concursos y que de verdad diga cosas nuevas, o al menos aporte una estética renovadora, rompedora y cree algo de verdad nuevo? Digo esto por que tanto en el campo de la poesía como del teatro y de la novela...No la veo por ninguna parte. ahora, esta situación es similar en el campo de la obra editorial... 

¿Qué obra dramática, en el campo del teatro, de la novela o de la poesía colombiana ha dicho cosas que de verdad inspiren a las nuevas generaciones literarias? ¿Qué obra de ruptura plantea nuevos derroteros a la novela colombiana? Miremos los últimos diez años; que sean veinte. Hay cosas muy líricas, hay tratados de botánica y heráldica hermosos, obras de colonización y de aventura; pero hablemos de obras que desde lo estético planteen nuevas formas de entender la novela colombiana. Que superen los macondismos y la novelita de sala de aeropuerto… Miren las novelas del maistream miren, lean y después… me comentan.

Luego, algunos se convierten en consejeros y también por supuesto, en lectores de ciertas editoriales…es complicado para los escritores salir de estos lineamientos; decir algo, sin tener que estar adscrito a esos credos estéticos…Ya que muchas veces, aquellos lectores son los mismos que, tras las bambalinas de estas editoriales, hacen la venia y pax deux de la puerta giratoria. Aunque el mundo editorial ha cambiado de manera radical, la virtualidad se impone y los contenidos pasan del papel a los bites distribuyéndose de una manera diferente y las editoriales independientes son desde hace décadas, una realidad; el panorama publicitario sigue siendo copado por un espectro de la corriente principal que de cierta manera, impone la agenda setting. Estoy hablando de un sistema que opera al interior de las estructuras culturales. Y que como tal es objeto de profundos acercamientos teóricos en países como Francia, España y México. Estructuras que pueden incluso, trasformase en lo que llamarías grupos de poder simbólico; promueven lo que les interesa y bloquean lo que les es molesto como grupúsculo hegemónico. Son los que pretenden imponer su amanerado canon  a golpe de laureles espurios; los que controlan también con estructura de dique, cualquier disenso que salte las normas estéticas de su estilo literario; de cierta manera les conviene estar allí protegiendo esa parcela de normatividad; más aún, cuando en algunas propuestas literarias y artísticas, son estos majaderos, los objetivos críticos de la revuelta o de la sátira. Son los guardianes del buen gusto y las buenas costumbres, cancerberos a sueldo de los ministerios culturales, enganchados que mediante un complejo engranaje de influencias y palancas; han creado un ecosistema de meritocracias bastardas, donde se reproducen como lombrices en el compost de los presupuestos culturales.

M.A.—¿Qué significa para el escritor independiente, para el creador que ha sido excomulgado por las capillas institucionales, la blogosfera… Las revistas literarias que no van con la corriente principal?

O.G.R.—los tiempos son muy diferentes, tú lo has dicho. No son los sesenta ni los setenta de la academia francesa de Bourdieu, ni siquiera los ochenta, ni los noventa. El cambio es acelerado. La implosión de las capillas hace mucho ocurrió…mucho antes del incendio de Notre Dame. Ahora, en plandemia, los cambios acelerados hacen que todo este mediado por lo telemático y lo virtual. Esto mismo hace que, el estatuto tradicional de las iglesias académicas y de los sumos sacerdotes quede en entredicho y al menos, sus métodos de control, quedan debilitados de manera ostentosa. El discurso, se ha hecho hipertexto rizomático y cada quien tiene la libertad de buscar su camino y profundizar por fuera del dogma. Los inconformes se mueven en lectura atenta, fuera y dentro del index prohibitorum, no temen caer en las fronteras del la espiral de silencio viriliana y saben que, ahora minoritarios y en secta, pueden, con el tiempo transformarse en horda y clan; en las abadías se preparan para el asedio y algunos monjes rijosos con caras de filósofos platónicos, escuchan con temor aullar a los lobos. El Púlpitum, la tribuna, ha devenido panóptico, pero este panóptico es bidireccional. Y como tal, los mirones son mirados, los jueces son juzgados y los comisarios, atrincherados detrás de sus computadores reciben los dardos afilados de los cheyenes y los iroqueses. De vez en cuando un tomahawk algonquino rompe una cabeza. ¿De qué sirve estar en las fronteras del sistema, si no se pueden tensar los arcos y hacer dianas en los traseros de estos comilitones? Esto ya lo intuía Bourdieu.  Pero no sabía de los alcances de esta revuelta que pasaba de las aulas y pizarras al ciber espacio, como podría imaginarlo. De cierta manera, como heredero del habitus de la sociología académica, estaba también impregnado hasta el fondo de su chaleco de esas liturgias escolásticas y apostaba a una clasificación de los estatutos y los prestigios. Todo eso, ahora pierde valor clerical y simbólico. Esas estructuras, al menos en lo referente al campo del arte, (vale la pena aclararlo), hace tiempo colapsaron. Es por eso misma razón que, ante la pérdida de poder en sus atriles y pulpitos, un segmento de la cofradía culterana han corrido a apoderarse de los ministerios y las secretarias de cultura. Pero no con el fin de perpetuar una tradición, sino para imponer definitivamente una estructura de poder simbólico. Afortunadamente en Colombia existe una vigorosa fuerza literaria independiente, que es a mi entender la que mantiene viva la llama de literatura, la que no solo tiene un alto nivel, sino que trabaja desde presupuestos estéticos diferentes, abiertos y centrados en la búsqueda de la calidad. Revistas literarias y culturales que son ejemplo de rigor y calidad. Campos y plataformas de múltiples inquietudes artísticas en donde todos los escritores tienen la oportunidad de expresar sus ideas sin cortapisas de ningún tipo. Esas revistas literarias digitales que en Colombia y el eje cafetero colombiano en particular, conforman un grupo de opinión de brillo y fuerza contra-hegemónica, hacen mantener la balanza equilibrada. Allí muchas veces hemos cruzados opiniones, controversias abiertas y otras veces difuminadas;  la crítica nunca ha sido suave, al contrario, cada vez más dura y acida, pero también, cada vez más brillante. Medios on-line que vienen de la academia, que mantienen espacio tanto para el ensayo ortodoxo como para el libre ensayo; que vienen desde las capillas institucionales, pero que, como franciscanos liberados, no se encerraron en ellas. Que no se asfixiaron dentro del pensum escolástico. Ojalá nunca se pierda eso, y nunca decline esa dureza salvaje y refinada al mismo tiempo.

M.A.— Volvamos a los premios,   Omar… Si como tú lo dices, estos presupuestos están dirigidos a premiar a unos jugadores; y es un campo de lucha, como tal  ya normatizado por estas estructuras; ¿qué se puede hacer allí. No es mucho a mi entender. Ya que estos actores hegemónicos son los que desde hace décadas están manejando los hilos. ¿Entonces para qué participar? ¿Un acto estéril acaso?

O.G.R.––Que estos premios entren en el campo de los manejos opacos, de la pandemia bajo el control de las burocracias naranjas, requiere de una aproximación crítica y también de veeduría ciudadana. Son dos factores a tener en cuenta en el debate en el campo de poder simbólico; y también exigencias en el campo del derecho ciudadano, para el control y veeduría al aparato burocrático.

En el campo simbólico se entra a los torneos y a la lucha no para ganar, sino para golpear. Hay que saber encajar los golpes merecidos. Pero ellos: Estructura, actores hegemónicos a sueldo y gente del tinglado; el funcionarato del sistema. También se exponen. De eso se trata esto, estimado Merardo. Te dan como a bacalao en semana santa, pero ellos también reciben su paliza. De lo contrario esto no tendría razón de ser. Ellos se quieren erigir en sacerdotes…tú, por ejemplo, te has declarado brujo y hechicero cimarrón. Siguiendo la estela de Bourdieu; Son dos poderes; el de ellos va y vine con los movimientos de la politiquería…con el tiempo se debilita, aunque sé de algunos que llevan tiempo medrando a la sombra del cacique de turno, en la forma de asistencias y a veces como consejeros, y contratistas de carrera. Son como ladillas en los cojones del burro, como rémoras en el buque oxidado de los presupuestos. Pero volviendo a los poderes enfrentados: Hay contrapoderes simbólicos que se afirman entre la manigua de la resistencia. El de algunos outsiders, es un poder que debe ser resiliente y de alta graduación vegetal. Crece y se hace fuerte en esa contienda ya que se afirma en su libertad. Sin censura, sin amo y sin bandera, puede expresar lo que tiene que decir, a tiempo y sonriendo como lo diría el cantautor cubano. También de eso se trata; de la magia y del sincretismo. De energías que fluyen y de energías que chocan. Y de la regla palomonte mayombe.

Ya que, si se participa en esos torneos simbólicos, lo mínimo que puede expresarse y definirse son reglas claras, que los participantes puedan saber que sus obras llegaron a los jurados, que los jurados puedan escribir un par de líneas sobre las obras que leyeron y dar una opinión positiva o negativa sobre las misma, y por qué no, arriesgar alguna sugerencia. Esto no es entrar en el campo de las declaraciones reivindicativas, muy al contrario, se trata de hacer claridad sobre las opciones que se tienen al poner a disposición de ciertos funcionarios, horas, días, meses y años de trabajo dispendioso. Una novela, un poemario, una ópera dramática, no se hacen en un rapto de inspiración. Y digo esto también de cara a la estructura, para aclarar las cosas con algunos de los que seguramente, se  sentirán aludidos. No lo digo sottovoce. Alto y claro, para aquellos que también participan de algunos eventos, que ven las anomalías endémicas a estos y que, por ahora, callan.

El que los autores jóvenes, no tan jóvenes y viejos, deseen participar, ya sea por unos cobres, una medalla de reconocimiento, el acercamiento a una opinión crítica sobre su obra, jugar a la ruleta con un número que puede, en determinado momento, ser más fuerte que el de otros; que a lo mejor no pudieron participar; o sencillamente para medirse en justas con otros autores, no creo que deba ser censurable. Todos, en algún momento, sabremos que esos resultados ya no importaran y que solo fueron torneos que hacían parte de la escena. Se gana y se pierde. Pero cuando se participa en un torneo, debes exigir que las reglas sean claras, de lo contrario están actuando inocentemente. Bailando como cordero entre depredadores.

M.A.—Los actores…hablemos ahora de los actores en este escenario de los torneos simbólicos. ¿Quiénes son, como actúan a que se enfrentan y que buscan ganar o perpetuar?

O.G.R.—Hay de todo: La mayoría de estos torneos se alimentan de todas las vertientes, desde aquellos que habitan la franja que Sholette llamó the Dark Mather, materia oscura del arte. Pintores domingueros, escritores aficionados de fin de semana; también escritores en contienda con vocación de resistencia; hasta académicos que en su año sabático arriesgan en la balanza de la fortuna. Unos y otros, conforman el amplio espectro que mantiene la corriente del rio fluyendo. También podemos analizar estas justas a la luz del campo simbólico de un Pierre Bourdieu. Están quienes se someten a las ordalías. Y están quienes dentro de la estructura operan con sutileza los mecanismos para los favoritismos, dispensando beneficios en torno a los presupuestos. Las burocracias naranjas que operan bajo la inspiración del gran vergajo, es decir el gran porcino. Sabemos que en Colombia, el desplazamiento de las estructuras políticas hacia el campo de la cultura se ha orientado desde hace décadas a la captura de los puestos claves y los presupuestos; pero no se quedan allí. Diseñan los lineamientos hacia una cultura que sea amoldada a sus proyectos. De tal manera que, hacen carrera personajes que se creen herederos de alguna tradición académica (no los más brillantes, ni los más creativos, por supuesto); encuentran su vocación y nicho; multiplican estructuras cerradas y opacas que procuran ganar peso dentro del aparataje, (ellos mismos ganan peso. Su grasa corporal los delata). No ya dentro de los campos de poder simbólico, sino dentro de los campos de poder burocrático. Hacen méritos para convertirse en sensores. Su habitus no es el de los modales inherentes a la cultura de la academia, sino aquellos que son más caros y apreciados por las estructuras politiqueras. Heredan de otros funcionarios la brillante capacidad cleptocrática y el afán de sobresalir en los directorios que se encargan de montar los tinglados para tales fines. Estos sujetos, no quieren hacer carrera de meritocracia, quieren hacer una labor de estructura de poder para la exacción. Y como tal además de conformar estas estructuras de favoritismos, terminan protegiendo su accionar premiando a los obsecuentes y a los recomendados. Son en última instancia las oficinas de diseño y censura.  Crean las reglas y los lineamientos estéticos de lo que vale y lo que no se puede publicar o mostrar. De cierta manera son los que definen el buen gusto del que hablara Bourdieu; en este caso, el pésimo gusto del mainstream. Lo defienden como cancerberos de élite y lo imponen como pequeños feudales, abatiendo presas de diverso pelaje en el coto de caza de los talentos. Además, en ese campo, se da el fenómeno de los artistas que juegan dentro de la normatividad, existen los sujetos que están dispuestos a aceptar esas directrices y a inclinarse para recibir el espaldarazo oficial que los convierte en escritores de la corte. Antes, heredaban los favores tutoriales de la academia y ahora, reciben los favores de la estructura. Por tal motivo, vemos a talentosos poetas censurar sus plumas y  guardar distancias saludables frente a los favoritismos de las burocracias naranjas; al igual que vemos escritores de columna y opinión, hacer campaña para elegir a determinados comisarios. 

M.A.—El artista dispone de herramientas críticas y de herramientas de derecho ciudadano para enfrentar a los cooptados; a los entronizados en estos puestos burocráticos en donde se impone una forma de ver las cosas, que a mi parecer es la forma estética del plan de los políticos. Sin ir a los fundamentalismos… Hace poco pasé una propuesta para un monólogo con base en algunas obras de Shakespeare, un funcionario regional, me dijo que en navidad no se podía presentar una obra de este tipo. Que no iba con el espíritu de la temporada. ¿De cierta manera, el artista en Colombia. Debe empezar a manejar herramientas de resistencia, de crítica y de veeduría ante la perspectiva de decisiones que rayan con el absurdo?

O.G.R.—Para defenderse del aparato burocrático, que en Colombia y en buena parte del mundo, adquiere de nuevo unas dimensiones distópicas;  es necesario utilizar las reglas del derecho civil que ha sido diseñadas por el sistema y para el sistema. Pero que, por años y décadas de lucha popular y ciudadana han logrado ser intervenidas y transformarse, para dar mayores garantías. Sí, por el momento es lo único de lo que se dispone. Se impone el manejo del código civil para el funcionario atrabiliario.

Y desde lo cultural, lo literario, lo estético. La crítica a este tipo de estructuras es ya una necesidad,  puesto que es allí, en donde se delinea de alguna manera, el gusto de las nuevas generaciones de lectores; es allí, (puesta en escena de un ritual de legitimación) en donde se proyecta sombra sobre los que no están con el mainstream institucional. Es desde allí, donde en tiempos de asistencialismo impuesto por la plandemia, se comienza a diseñar el nuevo estatuto literario y artístico para tiempos de becerros encerrados. al diseñar la nueva normatividad, definir los escenarios, los públicos, (numero de personas por espectáculo o recital) mascarillas para todo el mundo (parece ser la única utilería del nuevo teatro)  las directrices para un neo-lenguaje aséptico, Esto está muy claro y tú lo has dicho Merardo. 

Por ello volveremos al funcionarato…

Existen en Colombia reglas de trasparencia, de acceso a la información; de peticiones puntuales de  información que todos los funcionarios están en la obligación de cumplir. Esto es bueno decirlo ya que los atropellos no terminarán, por el contrario se prolongarán y se acentuarán aprovechando las circunstancias. Si un artista, cualquiera que sea su pedigrí, pide toda la información requerida; el funcionario, en términos de administración civil: el obligado, debe darla sin dilaciones de ningún tipo y sin poner mala cara. Que un solo funcionario, uno solo. Lo diré una vez más: uno solo. Decida en determinados torneos regionales, que pasa y que no; que se filtra y que pasa el cedazo; que se queda y que va a concurso…que se recomienda y que lleva de entrada el anatema incluido; crea las dudas sobre la idoneidad que quien en determinado momento y aprovechando la plandemia se erige como supremos juez, casi como un ídolo tolteca con cara de dios de la muerte y el olvido.

Pásame un lápiz… Hagamos la caricatura:

Funcionario mutante navegando sobre los archivos recibidos en su computadora; decide a quien expedir un acuse de recibo, mínima formalidad cumplida para unos y a otros no. Allí su figura de consumidor de grasas de rumiantes muertos, pesado y lerdo, a altas horas de la noche, bajo las luces azules de los monitores, tirando una moneda, un carisellazo. Decide que pasa a escrutinio y que no pasa. Que se recomienda y que no se recomienda a los jurados. Heredero de una acendrada costumbre practicada por otros ilustres funcionarios y funcionarias de carrera, que ejercieron su dominio ocasional sobre convocatorias y presupuestos; los que respondían con diligencia a los caciques de turno cuando se trataba de cuadrar los contratistas; los empleados supernumerarios y los de planta.

Nada nuevo. El campo de la cultura no es un campo en donde las cosas se deban dar por sentadas… y un artista, si ve irregularidades en una convocatoria, debe exponerlas y pedir claridad sobre el mismo. Si las respuestas son satisfactorias, mejor para todo el mundo. Pero si esas respuestas oportunas no llegan, la ley crea los mecanismos  de apelación ciudadanos para que los correctivos se impongan. Al fin y al cabo, son los recursos de todos los que pagamos impuestos. Son los recursos de ciudadanos que consideramos que, la cultura es lo que puede salvar una vida. Muchas veces, el apoyo a una vocación artística temprana, ha salvado a un joven de la senda del crimen y la violencia. Por esta razón, los recursos de la cultura, no pueden ser la faltriquera que algunos enganchados manejan con total libertad.

Diría una frase más. Si no ves garantías, no participes; pero si crees que las garantías mínimas son un concepto que está por encima del pudor, y tiene que ver con los derechos de la gente…¡Pide las reglas claras!

 

M.A.—Por ultimo…¿Qué se premia y qué se instituye por esta especie de “curaduría comisarial” improvisada en las oficinas de las burocracias estatales?

O.G.R.—Bueno, eso es materia de otro estudio…Extenso estudio que pronto abordaremos. Pero ya tú lo expresas claramente, y es así… De cierta manera los actores que controlan los presupuestos, buscan jurados que se amolden a sus ideas y sus postulados. En tiempos, en donde algunos proponen la muerte simbólica del autor en la línea teórica de Focault y el nacimiento del comisario-curador. Comisario sheriff que trata de poner en cintura a los forajidos del condado. El que selecciona a los niños bien que van con la comparsa oficial, el que diseña y recomienda a los modositos atenuados que vienen amaestrados desde la academia. Los que aprovechando la plandemia tratan de prolongar un canon estético que hace parte de su habitus; algo que mantenga los lineamientos estéticos en sintonía con lo que propone el ministerio. No son pocos, comienzan a florecer como setas en el campo micológico de los prados del establecimiento, donde, pastan las vacas sagradas de la cosa pública… Con miradas bovinas bajo el efecto de poderosos lisérgicos, miran hacia la pared de sus oficinas…la cara porcina del hermano mayor parece bendecirles.

Para terminar de contestar a esa pregunta, citaré textualmente con el hipervínculo a un artículo de Fernando Duque Meza dramaturgo antioqueño, aparecido en la revista Calle 14, que dice claramente que la dramática desde los tiempos de Shakespeare, y de Cervantes moderna, también diría yo, la novela moderna y el arte en general, está abierto a todo, desde la cita, al pastiche, y no puede estar cerrado a los criterios decimonónicos que quieren imponer la dupla funcionarios y actores culturales paniaguados al servicio de la estructura:

“Dentro  del  ejercicio  y  la  práctica  de  la  intertextualidad, existe una diversidad de estrategias esgrimidas por los  más  diversos  creadores  a  través  del  tiempo,  entre ellas  encontramos  las  más  usadas  o  frecuentes  como: la parábola, la metáfora,  la elipsis, la hipérbole, la metonimia, la alegoría, la elipsis, la alusión, la historia, lo documental,   lo  semidirecto,    lo  directo,  etc.,  y  donde pueden converger en ese lugar: el símil, la sinécdoque, la  alusión,  la  parodia,  la  parodia  mixta,  el pastiche,  el auto pastiche, el collage, la cita, el plagio, el fragmento, la semejanza, la nota, el apunte, la imitación, el juicio, la crítica, el canto, la gesta, la saga, la memoria , la biografía, el retrato, la semblanza, el enigma, el debate o ,la polémica, el chiste, el proverbio. El caso, el juicio, la crítica, el apunte, el comentario o el aparte, la sugerencia, el cuestionamiento o la pregunta, la aseveración o afirmación,  el  énfasis,  la  sentencia,  la  estadística.  Así como otros géneros mayores como: el mito, la leyenda, la epopeya, la rapsodia, la tragedia, la comedia, el misterio sacro, el misterio bufo, el auto sacramental, la pantomima, el mimo texto, el cuadro o el sketch, el guion, la pieza, la pieza didáctica, el melodrama, la narración, el cuento, el monólogo, el monólogo interior, la novela, la crónica, la sátira menipea, el entremés, la mojiganga, bojiganga o el sainete y pequeños o chicos géneros españoles como: el paso, el retablo, el bululú, la farándula, la gangarilla, el ñaque, la compañía, la garnacha etc. Empleando recursos como: la transposición, la reducción, la inversión, el sueño, la pesadilla, la transferencia, la fragmentación, la refundición, cuando es urgente iniciar, continuar desarrollando o culminar una operación para complementar una idea dramatúrgica, poética, pictórica, escultórica, novelística, cuentística, lingüística, Semiótica, cinematográfica, coreográfica, cronística, ensayística, periodística, crítica y hasta teológica…"


 http://ceiphistorica.com/wp-content/uploads/2016/01/bourdieu-campo-de-poder-campo-intelectual.pdf


https://revistas.udistrital.edu.co/index.php/c14/article/view/1179/1556

https://griffosdenneonn2.blogspot.com/2008/02/la-novela-contemporanea-segun-vicente.html

 

martes, 3 de noviembre de 2020

MUTANTES EN PLANDEMIA

  

                               (Mutantes en la ciudad / detalle/ Garratz)


"MUTANTES EN PLANDEMIA"

(Omar García Ramírez)

 

Conserve la distancia…

Cada tres metros por lo menos…

El virus vive 38 horas en el metal; 75 en el plástico…

El virus se puede esparcir a 5 metros de distancia…

 

(Entonces en la fila, cuando ocupe el lugar del otro que me antecedía…

                                                                          ¿Se habrá debilitado el virus?)

 

No pregunte…

Póngase la mascarilla.

Tomaremos su temperatura.

¿Estad usted agitado?

¿Ha estado reunido con más de 6 personas?

Quítese la gorra, tomaremos la temperatura en su frente…Puede haber un error.

¿Se está acostumbrando?

¿Se siente incómodo?

Teléfono, dirección…

¿Apss, redes sociales, equipo de futbol?

¿No tiene redes, no le gusta el futbol?…

Es usted un tipo raro…

En verdad un tipo extraño…

A ver, quítese el tapabocas de guasón…

¿No le alcanza el dinero para comprar uno más efectivo, uno que de verdad funcione?

Como este que llevo puesto… mire….Negro con hilos de cobre…

¿Para la marihuana si le alcanza no?…para eso si tienen estos jhippsters de mierda.

¿Que no se considera jhippster no?…

Peor para usted, al menos los jhippsters tienen modales.

Espere lo reseñamos…

¡Manos arriba!

¡Manos abajo!

¡Manos a los costados!

¿Qué se busca entre la guevas? ¿No sabe qué es a los costados?

¿Está borracho?

¿Qué hace a estas horas en el parque?

Tomaba un poco de aire…. ¿sí?…no me diga…

¿Qué hace a estas horas en la noche caminando solo bajo las estrellas?

¿Qué hace usted a estas horas en una tienda de abarrotes con un libro de poesía?

¿Qué hace usted a estas horas en el metro con una pistola?

Pase para acá. ¡Dragoniante!…tenga guarde…

Sí, no se aterre, somos de la guardia cívico-sanitaria del nuevo estatuto ciudadano.

¿Qué dice? ¿Es de juguete? Sí… eso dicen todos.

¿Pertenece a alguna minoría étnica?

¿Pertenece a alguna tribu urbana?

¿Paga su diezmo a alguna cofradía religiosa?

¿Tiene alguna discapacidad física?

¿Toma drogas psiquiátricas?

¿Es de tendencias conspiranóicas?

¿No cree en nuestras estadísticas?

¿Tampoco en las del Johns Opkins?

¿Se cree muy listo no?

¿Es usted de los círculos alternativos?

¿Es usted de los negacionistas?

No pertenece a ningún círculo…

¿Está buscando la cuadratura del círculo?

¿Me toma el pelo verdad?

Es usted un tipo raro…

¡A ver bájese los pantalones!

Lo vamos a vacunar…

No se preocupe, no tiene efectos colaterales…al menos durante las primeras 24 horas…

¡¡¡Eeehhh…!!!

¡¡¡Espere…!!!

¡¡¡¿Qué mierdas hace usted con esa navaja?!!!

 

¡¡¡Dragonianteee!!!

 

                (Mutantes en la ciudad. 2 / Garratz)
 

 

jueves, 24 de septiembre de 2020

PORFIRIO BARBA JACOB: LA BÚSQUEDA INACABADA DE LA PERFECCIÓN

 


 

 

 

 PORFIRIO BARBA JACOB: THE UNREALIZED SEARCH FOR PERFECTION

Esnedy Zuluaga
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México

PORFIRIO BARBA JACOB: LA BÚSQUEDA INACABADA DE LA PERFECCIÓN

Perífrasis. Revista de Literatura, Teoría y Crítica, vol. 11, núm. 21, 2020

Universidad de los Andes

Recepción: 21 Mayo 2019

Recibido del documento revisado: 11 Septiembre 2019

Aprobación: 10 Agosto 2019

Resumen: Barba Jacob conquistó, desde su lugar periférico de poeta raro, un lugar destacado en el modernismo hispanoamericano. Pese al tono disonante y retrógrado en el que se le encasilló, la búsqueda de la perfección de la forma y el estricto equilibrio entre musicalidad, ritmo y rima perfilaron su obra. Interesa el sentido y trascendencia de esa búsqueda, esencial en la creación artística de su héroe poeta demoniaco. Se indaga desde sus prólogos y poemas en su obsesión por publicar una obra finamente depurada, determinante en la creación de su gran metáfora del viaje inacabado a ese lugar enigmático llamado “Acuarimántima”.

Palabras clave: modernismo, Porfirio Barba Jacob, poesía colombiana, estudios latinoamericanos, poéticas de autor.

Abstract: Barba Jacob achieved, from his peripheral position as a rare poet, a prominent place in Hispano-American Modernismo. Despite the dissonant and retrogressive tone used to categorize him, the search for perfection of form and a strict balance between musicality, rhythm and rhyme defined his work. I am interested in the meaning and transcendence of this search, essential to the artistic creation of his demonic poet hero. From his prologues and poems, I inquire into Barba Jacob´s obsession to publish a carefully refined work, definitive in the creation of his great metaphor: the unfinished journey to that enigmatic place called “Acuarimántima”.

Keywords: Modernismo, Porfirio Barba Jacob, Colombian poetry, Latin American studies, authors’ poetics. 

 

 

 

Las llamo perfectas1, porque he expresado a trazos mi concepción del mundo, mi emoción, mi alarido, la robustez varonil de mi alma en el dolor de la vida, de la dulce y trágica vida, tal como yo quería expresarlos: con un acento personal lleno de dignidad. Dando fulgencia a las palabras, aliñando la música hasta sus últimos matices dentro de pautas un poco arcaicas.

(Barba Jacob “La divina tragedia”)

Varios estudios, especialmente desde mediados del siglo XX, han problematizado los límites temporales y espaciales del modernismo. A su vez han diversificado su lista de exponentes y por tanto han ajustado sus estudios a nuevas perspectivas de análisis: en Génesis del modernismo de 1968, por ejemplo, Iván A. Shulman plantea que los nuevos horizontes de entendimiento del modernismo se inauguraron con el trabajo que Federico de Onís (1885-1966) publicó en su Antología de la poesía española hispanoamericana (1934), a la que le siguieron “José Martí: vida y obra” (1952) y “Martí y el modernismo” (1953). A esta perspectiva se sumaron El modernismo. Notas de un curso (1953), de Juan Ramón Jiménez, y muchos otros. En las tres primeras décadas del siglo XX, por lo menos, el modernismo estuvo ligado con exclusividad abrumadora a la figura de Rubén Darío (1867-1916). La crítica consideró con relativa recurrencia, criterio hoy superado, que el modernismo empezó y acabó con Darío, dando como año de nacimiento la publicación de Azul… en 1888 y como fecha de cierre la muerte del poeta en 1916. Darío se convirtió en el gran paradigma y bajo su omnipresencia modernista quedaron ocultos poetas destacados de particularidades únicas (especialmente los posteriores a Darío) y no pocas discusiones de gran importancia trascendían en la consolidación del modernismo hispanoamericano.

Las fechas darianas (1888-1916) han sido objeto de notables trabajos que han dado lugar a una forma de entendimiento global del modernismo como un asunto que atañe a muchas figuras de la cultura, entre ellas la literatura, el periodismo y las artes. Además, la consideración de este periodo ha cambiado según los intereses de cada estudio y derivado en una riqueza interpretativa de los textos. Juan Ramón Jiménez (1881-1958) habló de un siglo modernista, iniciado en las dos últimas décadas del XIX, en su ya clásico libro de 1962 El modernismo. Notas de un curso (1953) que ha sido retomado por varios estudios que pretenden darle un carácter más general a un modo diferente de concebir el arte que abarcó toda una época como lo hizo el romanticismo. Esta hipótesis es el motivo de Entre Prometeo y Narciso: el siglo modernista (1880-1980) (2013), de Luis Rafael Hernández, que expone dos tendencias modernistas: narcisista y prometeica. La primera predominó en los primeros años del siglo XX y Azul lo representa. El componente prometeico está vinculado con la modernidad y sus ideales de humanismo. De modo que se ha segmentado un proceso que avanza en el siglo XX en tanto que adapta los presupuestos modernistas a las nuevas épocas.

Esta ampliación de márgenes abrió los horizontes al estudio contextual de las obras de José Martí (1853-1895), Manuel Gutiérrez Nájera (1859-1895) —para Schulman, estos dos no son dos antecesores del modernismo, sino los dos grandes iniciadores—, Julián del Casal (1863-1893), José Asunción Silva (1865-1896), Guillermo Valencia (1873-1943), Leopoldo Lugones (1874-1938), Amado Nervo (1870-1919), José Santos Chocano (1875-1934), Julio Herrera y Reissing (1875-1910), Antonio Machado (1875-1939), entre otros nombres ya canónicos del modernismo, o si se quiere de la modernidad literaria en lengua española. Pero además se reconoció, aunque con visibles dificultades, el trabajo literario de figuras periféricas que tenían como principal referente a Darío, el escritor emblemático y más visible del modernismo. Obras como las de Porfirio Barba Jacob 2 (1883-1942) empezaron a ser editadas y estudias como propuestas originales, lejos de la simulación dariana, como se les consideró hasta entonces.

El modernismo no fue únicamente Darío ni los modernistas anteriores a él, sus antecesores. Hoy se reconocen a Martí, Nájera y Silva, entre otros, auténticos iniciadores de una forma diferente de concebir la literatura. Tampoco los modernistas posteriores a Darío fueron simples emuladores del nicaragüense. Esta tesis ha sido asimilada más lentamente, debido a que la estética modernista, que fue cambiando en el transcurso del siglo XX, se asoció en muchos casos con poetas menores, anacrónicos, retrógrados, retóricos, anticuados, cacofónicos o malsonantes. Barba Jacob ejemplifica muy bien esta percepción de la crítica, pues su modernismo en las décadas de los veinte y los treinta, y ya bajo la presencia de las vanguardias (entendidas desde una concepción literaria desligada al modernismo), era visto más como un desfase literario que como una propuesta de un lirismo dramático, que aspiraba a la perfección formal del poema como máxima de su búsqueda poética. Las breves palabras con las que Octavio Paz (1914-1998) presenta a Barba Jacob en el epílogo (escrito en 1982 y publicado en Sombras de obras [1983]con el nombre “Poesía e historia: Laurel y nosotros”) a la reedición de Laurel. Antología de la poesía moderna en lengua española (1986) son un indicador de esta percepción. La primera edición de la antología es de 1941. La selección de los poemas estuvo a cargo de Emilio Prados, Xavier Villaurrutia, Juan Gil-Albert y Octavio Paz. “Entre los poetas de esta segunda sección hay uno cuya presencia, a pesar del aprecio que le profesaba Villaurrutia, me parece una desafinación: Porfirio Barba Jacob. Por su acento elocuente y la musicalidad de su prosodia, uno y otra no carentes de noble intensidad, Barba-Jacob es un modernista rezagado” (“Poesía e historia” 606). Con relación a los poetas incluidos en Laurel, Barba Jacob es solo un desacierto para Paz, que a renglón seguido, para ratificar esa molesta presencia, señala: “En cambio, fue acertada la inclusión del nicaragüense Salomón de la Selva” (606). El hecho de que el poeta colombiano esté en la nómina de Laurel se debe a Xavier Villaurrutia (1903-1950), decisión motivada por el “aprecio” y no por la calidad, según lo declaró Paz. La idea de que Barba Jacob fue un modernista a destiempo lo muestra esencialmente como un poeta anacrónico. Aunque Paz destacó dos elementos esenciales de su poesía, estos son disminuidos o casi solapados frente a su lerdo acento modernista.

Unas décadas atrás, un año después de la muerte de Barba Jacob, Paz ubicó a Darío en el corazón de la poesía moderna (“El corazón de la poesía”, publicada en Novedades el 30 de agosto de 1943): “En sus libros vive toda la poesía viva de nuestra tradición y viven también, como profecía, todos los poetas de nuestro tiempo” (“El corazón…” 375). Y en ese mar, que es Darío, aparece el poeta colombiano en el panorama que retrató Paz: “Barba-Jacob ha saboreado los venenos desconocidos” (375). Esta afirmación, unida a las apreciaciones antes citadas de Paz, modeló un perfil de poeta caduco, desafinado y raro. Imagen de sí mismo que el propio poeta trató de combatir en 1931 cuando escribió el prólogo titulado “Claves” 3 para la publicación de Canciones y elegías (1932). Estas palabras son además una advertencia al lector para que abandone las ideas preconcebidas que lo asocian más con una leyenda oscura que con un artista comprometido con su obra:

Se me ha dicho desorbitado, por sujetos que seguramente no llegaron a columbrar, desde su horizonte vital de cáscara de huevo, la amplitud de la órbita en que me movía. Se ha creído que mi existencia iba sin objeto ni plan: que no tenía más conflictos que los que yo mismo me creaba; y que mi frío desdén, mi aparente desorden, mis fugas —testimonio de la inquietud: fuego central— amenguaban en mí la capacidad de la inteligencia; extinguían la impulsión creadora.

De tal suerte se formó con respecto a mi equívoca personalidad, un esquema tupido de simplismo malévolo, solapado entre mil encomios, que llegó a ser clisé. Fui Ashaverus, pero degradado, ya sin poder luminoso. Para otros, fui Peer Gynt. Y en el tinglado de la fantasmagoría se me degolló con la hoz de cada minuto, mientras yo me ocupaba en las arduas faenas de mi inactividad. ¡Qué lástima daría este individuo, derrochador de sus caudales económicos y de todo orden, comido del abandono, y que ni siquiera publicaba libros! (348-349)

Barba Jacob fue consciente de la percepción que parte de la crítica tenía de él, y tuvo por varias décadas, en parte debido a su vida licenciosa y delirante hasta el exceso. Estaba convencido de la potencia de su obra, aunque irónicamente refiere su fracaso partiendo de la óptica de los otros y mirándose él mismo desde afuera como un poeta que aún no logra concretar el proyecto de publicar. La publicación fue un asunto del que se ocupó parcialmente en la medida que creyó en la capacidad de su inteligencia y en la calidad de su propuesta creativa.

Volvió sobre sus poemas una y otra vez para afinar su elocuencia, musicalidad e intensidad, común denominador de sus versos, en perfecta armonía con el esquema modernista desde el que habló. Pero frente a este convencimiento también estuvo la incertidumbre. La última estrofa de “Elegías de septiembre” evidencia la duda temprana del artista en la construcción de una obra imperecedera e intemporal a la que aspiró:



Y vosotros, rosal florecido,
lebreles sin amo, luceros, crepúsculos,
escuchadme esta cosa tremenda: ¡He vivido!
He vivido con alma, con sangre,
con nervios, con músculos,
y voy al olvido. ( Poesía… 142)

El poema se publicó por primera vez en 1915, unos meses antes de la muerte de Darío. Con su muerte el modernismo siguió expandiéndose y adaptándose a las nuevas formas de expresión poética. ¿Era Barba Jacob un modernista rezagado porque todo lo que sonara a modernismo después de Darío no podía ser sino emulación del gran modernista, una poesía anticuada escrita ya a destiempo? Toda la intensidad que el poeta desplegó en estos versos, además de un homenaje a la vida vivida con frenesí, la que sin duda encarnó Barba Jacob al límite, es una declaración del escritor que pone de manifiesto el olvido como antítesis de la intemporalidad de la obra artística. Ante la mortalidad inevitable del hombre, el escritor termina dudando de la trascendencia de una obra en la que cifró su triunfo. ¿No es acaso la muerte del escritor el olvido de su obra?

Paz consideró que los poemas de Barba Jacob obedecían a un esquema anticuado que desentonaba con los nombres esenciales del panorama de las letras españolas, por eso no reparó en señalarlo en la segunda edición de Laurel y en adjudicar a Villaurrutia la responsabilidad de tan improcedente elección. Paz desaprueba la presencia de Barba Jacob en la antología y señala al responsable de tal elección, pero para la fecha Villaurrutia ya estaba muerto. Y aunque se adjudicó la idea de la antología, admite que Villaurrutia fue quien la hizo: “Desde el principio Xavier dirigió nuestros trabajos” (589), “fue, primordialmente, el autor de la antología Laurel” (“Poesía e historia” 590). Pero además en los antecedentes de Laurel (según el mismo Paz lo declara fue la antología española de Gerardo Diego titulada Poesía española: 1915-1931 (1932) (“Poesía e historia” [596]) estaba el nombre de Ricardo Arenales incluido por Jorge Cuesta (1903-1942) en Antología de la poesía mexicana moderna (1928) casi como una rareza, dada la nacionalidad del poeta y el carácter de la antología. Mediante esta inclusión se reconoció al poeta en el panorama de la literatura mexicana del primer tercio de siglo, pero según Eduardo García Aguilar realmente la aceptación no fue tal: “Barba Jacob amó profundamente a México, pero olvidó que para los mexicanos no era sino un extranjero entrometido en sus asuntos. Al final de su vida recibiría el pago a su profesión de fe mexicana, con la indiferencia casi total del medio intelectual capitalino” (14).

El poeta colombiano está incluido en la antología con el nombre de Ricardo Arenales, su segundo seudónimo más importante y bajo el cual escribió los poemas que más reconocimiento le dieron en el continente americano. Precisamente este es el tema con el que Cuesta introduce al poeta: “… nació en Colombia, pero su sitio está en la historia de la poesía mexicana, al lado de González Martínez y de Ramón López Velarde … Por el espíritu de las influencias que su obra ha recibido y por las huellas que ha logrado imprimir Ricardo Arenales es un poeta de México” (117) (bastardillas fuera de texto). Al parecer el peso intelectual de una figura como Paz fulminó la presencia de Barba Jacob en la historia de la literatura mexicana pese a todo el aval que recibió de Los Contemporáneos. Una vez justificada la inclusión, Cuesta trata de caracterizar la persona y obra:

Nacido en la admiración de Darío, la conservó, a pesar de sus coincidencias de temperamento y de gusto con Enrique González Martínez, y en tanto que este último intentaba torcer el cuello al cisne, Arenales, aun en sus mejores poemas, guardaba, como un eco no siempre apagado, la resonancia de la retórica modernista … Por desgracia su impaciente inconformidad, unida a una existencia anacrónica de poeta maldito, ha impedido la difusión que su obra merece. Sus poemas se extravían y amarillean en hojas sueltas de periódicos y revistas. De donde hemos ido a rescatarlos. (117)

Cuesta señaló el modernismo de Barba Jacob más como falencia de un poeta apegado a una forma caduca de concebir la poesía que como un sistema de pensamiento posible para finales de la década de los veinte. Pero además reparó en un asunto determinante en su poética: la inconformidad que tenía frente a su obra como conjunto acabado, hecho que impidió en gran medida la adecuada difusión de su trabajo. Con la trayectoria que tenía en el mundo de las letras, a finales de la década de los veinte, el poeta no contaba con ningún libro publicado de sus poemas.

En el afán de publicar, Barba Jacob se enfrentó con la imposibilidad de concebir el poema perfecto, de llegar a la versión definitiva, pero siguió afinando sus textos a imagen y semejanza de ese ideal modernista cifrado en la forma. El poeta buscó que sus poemas fueran la evidencia de un trabajo cuidado, al que volvería incontables veces. Aunque en muchos casos, y a pesar de su entusiasta paciencia, resultó descubriendo la imposibilidad de tal propósito: “El poema inicial de esta colección —“Acuarimántima”— fue escrito y publicado hacia 1909 y rehecho en años sucesivos, hasta lograr la forma actual … Después he carecido de tiempo y de reposo para trabajar en él” (323). Así inicia “Prólogo. Claves” fechado en diciembre de1927 y firmado por Porfirio Barba Jacob. Este breve prólogo es una de las versiones que Barba Jacob escribió para una de las antologías que pretendía publicar. Está incluido en el final de la Obra completa, encabezando el apartado “El prosista”. El proceso de creación del poema le tomó alrededor de veinticinco años, como consta en la indicación de Poemas intemporales en 1944 (“México 1908-1921-1933” [16]), donde se reproduce la totalidad de este extenso trabajo en nueve partes, que bien puede considerarse un autorretrato, pero que interesa especialmente para rastrear esa búsqueda de la perfección en la que jamás desfallece el poeta.

En el breve prólogo, resaltó un asunto determinante de su poética: la reescritura del poema, la revisión e intervención constante de su producción literaria fue su directriz, pero además señaló cuestiones externas que le impiden al poeta alcanzar la forma final que pretende. A continuación, refiriéndose a los “demás cantos” de la antología que siguen una línea cronológica con el propósito de que el lector siga su proceso de creación desde el inicio; admite que, aunque pocos, hay aún en esa selección algunos que no terminan de convencerlo: “… incluyo aquí algunos versos —pocos es verdad— de los cuales no estoy satisfecho” (323). Es tan importante el asunto de la presentación final del poema, pero ante todo el convencimiento del poeta frente al trabajo exhibido, que Barba Jacob se siente en la obligación de dar cuenta de ese hecho en lugar de omitirlo. Además, se refiere al libro que va a presentar como un “volumen provisorio”, en el que identifica su producción con las etapas de una vida intensa y comprometida con su “ser artista”: “… primero, balbuceo e incertidumbre; luego, desesperación, vicio, locura, nihilismo, intento de asumir torturas ajenas para el logro de nuevas modalidades del dolor humano; pero, sobre todo, conciencia obsesionante del giro fugaz de los días; y, por último, melancolía y algo como el alba de la serenidad” (323). Vida y obra unidas a través del vínculo de la literatura, interactuando constantemente en la creación de su obra artística. Barba Jacob encarnó esa búsqueda, en la cual los elementos modernistas dieron existencia estructural a una atmósfera enrarecida o a veces lejana de la sensibilidad usual. Hay una intención decidida en la construcción y refinamiento del texto como producto acabado de la infatigable exploración del lenguaje, en el que inevitablemente sucumbe una parte de su obra por el exceso de la retórica modernista. En este proceso de creación es evidente lo artificioso del “yo modernista” frente al “yo romántico”. El poeta modernista persiguió el estricto cuidado de la forma, bajo una fascinación especial por la cuidada apariencia del producto literario que presentaba al lector.

En ese esquema vibró la producción poética de Barba Jacob y su proyecto de publicar un libro de poemas perfectos. A pesar de que no pudo concretar ese volumen con el que tanto soñó, tres libros de su autoría fueron publicados en los países con los que el poeta tuvo una relación más estrecha: Canciones y elegías (México, 1932), Rosas negras (Guatemala, 1933) y La canción de la vida profunda y otros poemas (Colombia, 1937). Pero como productos acabados, merecedores del respeto de sus lectores, el poeta expresó su disgusto pese al esfuerzo de amigos y conocidos para que sus trabajos vieran la luz. Esta insatisfacción fue documentada al mejor estilo de Fernando Vallejo (1942) en el “Prólogo” a Poesía completa de Barba Jacob:

Del horror que le causaban las dos primeras le habló a Juan Bautista Jaramillo Meza en una carta; del horror que le inspiraba la tercera no le habló porque fue justamente Juan Bautista Meza quien la editó, en Manizales. Pero si el poeta se calló sus reproches, le escribió no obstante a su amigo cuatro cartas sucesivas para comunicarle, con delicadeza, las “variaciones” que había introducido en sus poemas, las cuales en realidad eran “correcciones” a la descuidada edición que aquél había hecho de sus versos. Lo dramático de estas cartas de Jaramillo Meza es que el poeta las escribió moribundo, en un hotelucho miserable, con la muerte esperando afuera. Sólo unos cuantos poemas, sin embargo, están considerados en ellas, y algunos “suprimidos”, condenados al olvido. Así pues, la versión definitiva de la obra poética de Porfirio Barba Jacob no existe, ni habría existido nunca por más que hubiera vivido el poeta: era tal su inconformidad, sus ansias de perfección, que habría terminado por destruirla toda. (7-8)

El descontento de Barba Jacob es la expresión de esa inconforme búsqueda del poema perfecto, que no desfallece en el propósito de lograr un producto capaz de trascender las barreras del tiempo. Este proceso de selección, reescritura y ajuste está documentado en sus escritos como prueba del ya mencionado proyecto fallido que de alguna forma permite conocer una buena parte de su obra completa 4: “Excluyo para siempre, claro está, no pocos que he abandonado por mi voluntad, por mi conciencia de artista, y que nadie tiene derecho a recordar, puesto que los condena a perpetuo olvido” (324). Con estas palabras termina Barba Jacob el prólogo referido, titulado “Un prólogo. Claves”, que, como su nombre lo indica, apunta a rasgos distintivos de su forma de concebir el poema y de entender su proceso creativo, en el que, como en su propia vida, el ir de un lugar a otro se traduce en volver a sus poemas, pero también en abandonarlos.

El vagabundeo fue la metáfora de su proyecto fallido: la publicación de un volumen que reuniera, bajo su dirección, los poemas mejor logrados de su obra dispersa, pero también cifró en ella su búsqueda poética. Volver sobre el poema escrito una y otra vez, refinarlo, reescribirlo, abandonarlo, desecharlo o aceptar una de las tantas versiones frente a la imposibilidad de encontrar la forma perfecta. Y en esa búsqueda la referencia de Antioquia está presente en términos de la construcción de ese “yo” que se perfila en el poema: “Yo descendí de la antioqueña cumbre, / el alma en paz y el corazón en lumbre, / … / Y fui, viajero de nivoso monte” ( Poesía… 258). Antioquia es una presencia que permanece en algunos de sus poemas mejor logrados, como “Acuarimántima”. Los versos citados no dejan de referir a ese viaje sin retorno que el poeta inicia dejando su tierra para recorrer América. Ya para el año en el que se escribió “Elegía de septiembre” (publicado por primera vez en septiembre de 1915 en El Fígaro de La Habana (Vallejo “Notas” [339]) Ricardo Arenales se había apropiado del lugar de Maín Ximénez, pero Maín nunca se iría, en “Acuarimántima” se convertiría en la figura heroica de la gran “epopeya de su espíritu” (Posada 121):



Vengo a expresar mi desazón suprema
y a perpetuarme en la virtud del canto.
Yo soy Maín, el héroe del poema,
que vio, desde los círculos del día,
regir el mundo una embriaguez y un llanto. (251)

Esa, la gran aspiración del poeta: inmortalizarse a través de sus poemas, mitificarse como el héroe que busca incansablemente y es la búsqueda de sí mismo el gran motivo de su viaje. En ese esquema modernista la construcción de un “yo heroico” (demoniaco, por las características lúgubres) será determinante en la composición. Hay una apropiación del “yo” como poeta oscuro, que más que cantar se lamenta y en esos gritos aspira a la perfección de la forma bajo los más estridentes ritmos que dan lugar a una sonoridad demoniaca (Salgado), mantenida como precepto teórico de su propuesta poética:

He planteado de nuevo, bajo la inocencia de las rimas, el duelo inenarrable de la materia con el espíritu que en ella parece reverberar, y complico el antiguo dolor de la lira con un dolor que no conoció ninguno de los grandes desolados. En medio de la orgía se oye las acres negaciones de la soberbia lúgubre, y en la tremenda actitud de la Musa se podría ensayar una mística de Satán. (325)

Este fragmento hace parte de otro de los prólogos que escribió el poeta, titulado “Autobiografía”, para uno de sus libros inéditos que se conocería con el nombre de La diadema, pero que, como ya se sabe, no se publicó. Desde el título hay una intención en revelar su propia vida, aunque realmente a lo que apunta es a su temperamento de artista y a la forma de concebir y entender su poética demoniaca. Además, el tono y sentido de estas palabras en prosa están muy próximos a varios de sus poemas de corte lírico, en los que domina un “yo oscuro”. Entre ellos hay uno muy extenso, ya citado, titulado “Acuarimántima”, escrito en varias etapas de su vida. De él se reproducen los versos en los que se hace muy evidente esa voz potente del creador que expresa sus más estridentes quejidos desde un lugar privilegiado del que solo puede hablar el “príncipe de las tinieblas”:



¡Armonía! ¡Oh profunda armonía, oh abscóndita Armonía!

perfecta en sí la estrofa del lamento
y a impulsos de los ritmos estelares (251).

Yo, Rey del reino estéril de las lágrimas,
yo, Rey del reino vacuo de las rimas,
con mis canciones ebrias
que un son nocturno hechiza
y con mis voces pávidas,
anuncio las cavernas del Enigma.
En mis siete dolores primarios se resume,
como un alejandrino paradigma,
la escala de dolor que el mal asume (252).

Soy esa sombra pávida, cautiva
de un Gran Misterio en el misterio oculto.
Hiende la flor azul pata lasciva
de cabrón negro, y el divino himanario
sella Satán con sellos de su culto. ( Poesía 262)

Es evidente que, para Barba Jacob, como poeta modernista, la puesta en escena (poema) del “yo” se aleja de la expresión transparente del “yo romántico” en la medida en que su preocupación esencial es el cuidado estructural del texto, la búsqueda del perfeccionamiento del decir. Se está ante un proceso de creación poética en el que no basta el sentir, sino el trabajo riguroso del lenguaje en el que se edifica ese decir, además de las variantes a las que puede aspirar el poeta en términos de sus propios lineamientos estéticos: en el modernismo, el cómo se vuelve sustancial frente a lo dicho.

Vallejo documentó en Barba Jacob el mensajero (1991) que, según el propio Arqueles Vela (1899-1977), el poeta “se proponía suprimir de su obra poética la influencia del tiempo y que pretendía editar un libro de ‘Poesías Perfectas’ presentadas por este verso de Darío como epígrafe-advertencia: ‘La adusta perfección jamás se entrega…’” (179). El verso hace parte del “I” poema (“Yo soy aquel…”) de Cantos de vida y esperanza y refiere, según el contexto de la cita de Vallejo y el conocido proyecto fallido de la publicación de su selecta antología, a la dificultad para escribir el poema perfecto, o mejor, a esa imposibilidad, que además se mantiene como motivo de la llamada intemporalidad que persiguió Barba Jacob. A esta búsqueda se refiere Carlos Pellicer (1897-1977) en el discurso de repatriación de los restos de Barba Jacob, quien murió en México el 14 de enero de 1942 en la miseria, país donde residió principalmente, con algunas estancias en países centroamericanos, después de que sale por primera vez de Colombia en 1906.

El canto del poeta es tal vez la mayor expresión de la energía espiritual tocada por las cosas divinas. Al hacer el balance detallado de su obra artística, no serán acaso más de diez o doce los poemas que lo representan de modo absoluto. Pero esos poemas, vivirán siempre con la vida de lo intemporal, dentro de la relatividad de las grandes cosas históricas. Angustia más belleza podría ser, acaso, la fórmula esencial que encierra los valores supremos de este gran poeta. (464)

La vida artística de Barba Jacob estuvo sumida en el perfeccionamiento de su canto. El poeta cuidó rigurosamente el poema con el objeto de traspasar las barreras del tiempo, de modo que lograra la trascendencia del artista a través de su obra. Esta obsesión ya la había señalado Cuesta en las palabras que utilizó para presentar al poeta en Antología de la poesía mexicana moderna. Como hombre cercano “a todas las verdades y a todos los errores” se anticipó “a las teorías de la poesía pura”. Según Cuesta, este intenso ir y venir de su existencia dotó de rigor excepcional su trabajo poético: “Así se explica la severidad de la parte más copiosa de su lírica y su objeto —perseguido inútilmente— de conseguir lo que él llamaba el trascendentalismo” (117).

Cuesta apuntó a esa imposibilidad bien conocida por Barba Jacob. En ese sentido, el verso de Darío, que se contrapone a la intención del volumen, precisaría la búsqueda inacabada del poeta: la utópica perfección frente al triunfo de la intemporalidad. Pero aun sabiéndola inalcanzable, cifra en ella el gran misterio de la existencia del hombre, de las pretensiones del poeta como creador, siempre velado a sus ojos, como lo refiere la estrofa completa de Darío de la que Barba Jacob sacó el verso que abriría su libro de “poemas perfectos”: “Y la vida es misterio, la luz ciega / y la verdad inaccesible asombra; / la adusta perfección jamás se entrega, / y el secreto ideal duerme en la sombra” (246). Tras ese ocultamiento está Barba Jacob, buscando en y desde las sombras (“Soy esa sombra pávida, cautiva / de un Gran Misterio en el misterio oculto” [ Poesía… 262]), sabiendo que no llegará a la obra perfecta, confesando la imposibilidad pero jamás renunciando a ella. El poeta lanzó avisos como el del epígrafe de Darío, señaló esta inconsistencia con la que tuvo que lidiar: “Formulo tal advertencia porque creo necesario hacer constatar que los poemas aquí coleccionados no constituyen mi obra definitiva, ni por su forma, ni por su número” (324). Palabras de un posible prólogo con las que Barba Jacob se fue a la tumba, convencido de la infatigable necesidad de revisar su obra.

En esa incansable búsqueda de la perfección el poeta persiguió la libertad en la creación artística encarnada en la figura de un “yo degradado”, sin renunciar a su sentir heroico, al que siempre aspiró desde su estatus de poeta. Esto significó una estética preciosista y demoniaca como forma de transcendencia artística que llevó a una valoración tardía de su obra. Ser modernista después de Darío se convirtió en su verdadero desafío. Después de una figura tan majestuosa en el panorama de las letras hispanoamericanas, quedaba la incertidumbre de la posteridad. ¿Cómo escribir después de Darío?

Y fue un doble desafío, porque su propuesta no se diferenció formalmente del modernismo como lo hicieron los vanguardistas. Barba Jacob, para muchos de sus contemporáneos, escribió en el marco de una estética obsoleta, pero logró destacarse desde su lugar periférico de extranjero, dado a la vida mundana hasta el exceso, circunstancias que terminaron forjando su potente voz literaria. Tomó distancia del gran vate sin dejar de reconocerse en ese paradigma modernista para dar forma a una obra que fue un canto a la búsqueda de la perfección.

El poeta encontró en el poema el dispositivo ideal para conjugar sus pretenciosas aspiraciones literarias con las experiencias vitales de hombre entregado en extremo a los placeres y padecimientos del mundo. A pesar de las dudas frente a su ser imperecedero, alcanzó la trascendencia mediante el triunfo de la intemporalidad de sus poemas mejor logrados. El poeta le ganó la batalla al tiempo, al que le cantó el desgarrador lamento de sus presunciones artísticas: “Retumba en mi recuerdo mi alarido, / mi estéril tiempo es mi inquietud suprema. / El trágico dolor ha concluido. / Yo soy Maín, el héroe del poema…” ( Poesía 266). Ahí la estampa de Maín, reconociéndose en su heroísmo oscuro, en busca de ese lugar enigmático, luminoso y lejano (“Y fulge Acuarimántima a lo lejos…” [258]). En ese espacio alucinado tiene puesta la confianza (“Fulgía en mi ilusión Acuarimántima” [258]). El poeta crea y quiere conquistar el lugar que solo parece posible en su ensoñación. Esa suerte de territorio inalcanzable y etéreo (“vago sueño —mi vaga Acuarimántima—” (265) / “¿No brilla entre la niebla Acuarimántima?” [266]), al que nunca llega el héroe demoniaco, es la metáfora de su búsqueda. Ambas funcionan como un dispositivo quimérico capaz de encauzar su potencial creativo. Maín tiene claro de dónde viene (“Yo descendí de la antioqueña cumbre” [258]) y va delirante a su “nebúlea, azulina Acuarimántima…” (269). Barba Jacob parte del mismo lugar y comparte un deseo análogo de crear un espacio utópico concretado en el diseño del poema. Lo importante no es que Maín haya conquistado “Acuarimántima”, sino que la creó en el trayecto de su búsqueda. Lo esencial no es que Barba Jacob haya logrado el poema perfecto, lo determinante es que diseñó un poema de largo aliento que tardó alrededor de dos décadas en concluir, en el que quedó constancia de la potencia desgarradora de sus versos, del exquisito gusto por la forma y de la conquista del poeta contra el tiempo.

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Notas

1. El asunto de la perfección es de mayúscula importancia para Barba Jacob y la negrilla lo evidencia. Con “ perfectas” se refiere al gran proyecto de reunir sus mejores composiciones que pudieran trascender las barreras del tiempo bajo el título “Nueve antorchas contra el viento” ( Poemas intemporales 9).
2. Último seudónimo con el que el poeta pasó a la posteridad. Su nombre de bautizo fue Miguel Ángel Osorio Benítez, que cambió en su juventud por Maín Ximénez, nombre que tuvo una corta vida como seudónimo aunque sí una trascendencia poco estudiada en el interior de su obra poética.
3. “Claves” está fechado en Monterrey el 1 de febrero de 1931 y encabezó a manera de prólogo Canciones y elegías (1932). El primer volumen de poesía que se publicó del poeta y que como consta desde el inicio del prólogo se debe al impulso de sus amigos en México.
4. Vallejo ha hecho una gran labor haciendo anotaciones a cada uno de los poemas que aparecen en Poesía completa, editada por el Fondo de Cultura Económica. Al final del libro el narrador colombiano lista cada poema para historiar la fuente que permitió darlo a conocer o revelando algún dato importante respecto al proceso de creación y publicación.