sábado, 30 de enero de 2016
jueves, 28 de enero de 2016
"LUKAS"
“LUKAS”
(Omar García Ramírez)
Lukas
siempre estuvo allí….
Cuando cayeron
las granizadas de hace cinco años.
Cuando el
invierno se demoró más de lo que todos esperaban.
Cuando el
verano llegó y mordió los huesos de la tierra…
Lukas estuvo
allí.
Lukas cavó
un hoyo y aguantó entre las pulgas…
Con una cadena
al cuello aguantó, mientras con obreros y carpinteros levantábamos la cabaña.
Llegué
borracho una noche, el vino a saludarme; No recuerdo si lo pateé…
En algún
momento creo que me odió.
Lukas estuvo
allí en las primaveras secas
en los
otoños ácidos, vio construir la casa.
Cancerbero
de la luna enferma. Perro de la noche oscura.
Recibió
palos de maestros y cariño de obreros.
Cuando la
obra terminó.
Le quité el
collar. Tenía una cicatriz en el cuello.
Montó a
nuestra perra labradora negra
Gwaira lo
recibió asustada;
Creo que
lukas le dio todo su amor en un instante mágico.
Su prole (doce cachorros muy bellos) nació a
la luz del mundo…
Mamaron
hambrientos de las tetas negras de Gwaira.
Le dije a mi
mujer: algunos morirán.
Ella con
paciencia y determinación heredada de abuelo germanos
alimentó la jauría
con coladas de avena y trigo. Todos vivieron…
Fueron
adoptados por gente que amaba los perros
se fueron a su
mundo, como los hijos, como debe ser.
Lukas por
fin libre de la cadena, se paseaba por allí.
Algunos
amigos vinieron.
Otros nunca
regresaron.
Cada uno
tras su sueño…
Yo estaba un
poco de regreso…
El mundo se
estaba perfilando sereno
me mantenía
afuera, lejos del pragmatismo que marcha con ruido de máquina.
Una sinfonía
de engranajes acerados que aceleraba las calles en las ciudades.
En el campo
hay más silencio y más luz…
Y de noche las estrellas se respiran con aires
de eucaliptus.
Escribí
algunos poemas para dejar declaración de intenciones…
Ya no estás
en el escenario…construyes tu propia mitología en los linderos de la locura.
Cuando haces
esto, abrazas la soledad. Hermosa compañera.
A veces un
hombre en el camino del retiro
necesita un
animal inteligente a su lado.
Un perro sabe
callar con los ojos lentos
Y sabe reír
con el corazón palpitando de roció.
Lukas Me
acompañaba cuando fumaba mi joint en
las tardes.
Se ponía un
poco melancólico cuando tomaba mi vino al anochecer.
En esos
momentos, procuraba guardar una presencia serena.
Pero después,
por un periodo de tiempo… se escapaba.
Hacia huecos.
Rompía
cercas.
Iba a buscar
perras.
Salía de
cacería por las orillas de la quebrada.
Se marchaba
de pelea.
Gwaira
estaba operada y mantuvo a raya al semental.
(Doce perros
son una prueba suficiente). Me imagino.
Ella había
sido una dama citadina.
(Da la mano.
Se sienta, es aseada…
Entiende doscientas
palabras y acciones).
Y tiene un
genio de matrona siendo aún más joven.
Lukas
Pasaba la
carretera…––Doble calzada con carros a cien––.
Yo iba
buscarlo y me lo traía amarrado…unas
veces
Otras
A rastras y
cargado.
Era pesado,
terco y fiero.
Lukas el
colmillo blanco.
Lukas el de
los ojos glaucos, el de mirar lejano.
Se volaba.
Un día
lo busqué infructuosamente…
Grité por
los alrededores de la vereda…
Pregunté a
los vecinos…
Lo vieron
pasar por algunos caminos
blanco como
un fantasma, se había esfumado.
Rendido regresé
a casa.
No quise
comer.
Mi mujer me
dejó café en la mesa del comedor.
Sobre la
media noche escuché los ladridos.
Fuí al
restaurante cercano a la avenida…
Ahí estaba, en medio de un circulo de bronca, acosado por tres perros de catadura feroz.
(A veces merodeaban por allí en busca de restos de comida).
Lukas se los
había encontrado en su camino.
Rompiendo la celada
se estaba batiendo
con garras y con dientes.
Sangraba.
Armado de un
garrote acabé con la gresca canina.
Lo llevé a
casa.
le curé
las heridas del lomo
y la cortada
en la almohadilla de una pata
con el
remedio de los cazadores españoles (Sal y vinagre).
Sanaron sus
heridas de guerra, al sol y el agua.
Lukas
Se ha hecho
viejo y noble.
Esta
calmado.
Pero de vez
en cuando
Sale
Y se va.
Le dejo la
puerta abierta.
Sé que
vuelve siempre
con un
rastro de monte y luna…
Esta fuerte.
Tiene un
caminar lento de viejo guerrero.
Ya no le gustan
los joints. Mantiene distancia.
La ceremonia
del vino es lo suyo.
Yo miro las
estrellas buscando una señal.
El mira a la
luna y canta una tonada lobuna con muchos arpegios.
Ya no ve muy
bien.
Y a veces se
le inflama una articulación de su pata izquierda.
Pero su
olfato…
Su olfato, se
mantiene intacto.
jueves, 21 de enero de 2016
jueves, 7 de enero de 2016
TRAIGO ESTE PEQUEÑO FUEGO... DONO ESTA HUMILDE LUZ...
TRAIGO ESTE PEQUEÑO FUEGO...
DONO
ESTA HUMILDE LUZ...
(Omar García Ramírez)
I
Traigo este pequeño fuego.
Dono esta humilde luz.
Esta luz que mi ceguera espanta con un sol de cobre...
moneda de canto oxidado
dracma perdido sobre una playa antigua y
encontrado por un peregrino del silencio.
Una luciérnaga inquieta entre las manos de un
niño.
Este fuego ondulante, esta lámpara de cristal.
Esta antorcha testigo que abrió camino en la
noche.
Que calentó la hoguera en el desierto
iluminando el rostro amarillo de la esperanza.
Yo traigo esta voz, desde mi silencio y la
comparto, reseca pero viva
con el que guarda ayuno y sufre.
Con el guerrero solar, herido y solitario, ignorado
del mundo.
Con la hechicera lunar, amenazada en la
hoguera.
Yo vengo desde lejano camino y me interno en
grutas oscuras
para buscar un vaso con la sangre del maestro.
Una espada.
Filo de plata y sonido de bronce, que puesta
sobre la frente devele, revele, esclarezca.
Yo entrego esta imagen
al que va a dar el paso definitivo, sin temor
pero sufriendo.
Y quiero purificarme a través de su existencia
noble
de su
dolor sin palabras.
El poeta es una voz
donada al mundo
el poeta es una voz
prestada de la
tierra
el poeta es una voz
reflejada de una estrella.
Dolor recobrado y encarnado...
semilla que florece
dentro de algodón ensangrentado
en la herida del costado.
El poeta es un rayo luminoso
terrible, y de existencia corta.
Una cara de mármol negro con ojos de diamante
catarata que resuena sin agotarse
en la verde cabellera de una virgen bajo la
selva lluviosa.
Ola de cristal negro
que flota sobre el mar
y en la
noche no se agota.
Minuto que espera la claridad de alba tras
el insomnio y la visión de las
estrellas.
Una mano posada sobre el libro: roce
litúrgico del pergamino
el
sonido rítmico de la máquina.
El carácter negro, el punto, la esfera.
Yo vengo con esta antorcha
Agitando en la noche de los antiguos hombres o
en la desesperanza
de aquellos que se saben inmersos en una causa de muerte
y guerra.
Con este canto, este mantra doloroso, esta herida
de estrella fragmentada
Y esta mano viril que acompaña al peregrino.
No somos más que viajeros eternos
aquí no se acaba nada, todo comenzará de
nuevo.
Estoy seguro.
De otra forma el hombre
no tendría un recuerdo tan claro de su asombro
y de su miedo.
Seremos
sencillos y sabios
como un beso terrón de azúcar
sobre los labios del sol.
Ligeros pececillos de lomos plateados sobre el
mar de la galaxia
/cardumen de energía luminosa.
Este es un paso,
el camino apenas
comienza.
Al final de las estrellas
existe una posada para los viajeros que
realizaron su ruta
/bajo el silencio de los astros.
II
Aquí todo es denso,
el polvo pegado a los zapatos...
Números sobre papeles.
Letras y sellos.
Letras y sellos.
Avaros de sangre y esclavos
sátrapas de pequeños imperios.
Robots
con el corazón grabado en una tableta de chips.
Canales de grandes supermercados llenan de
imágenes falsas el alma de los niños.
Quieren hacer de la herramienta espíritu.
De la sofisticada maquinaria un cerebro de
Golem cibernauta.
Yo traigo esta pequeña luz, esta palabra de
silicio.
Utilizo esta
binaria herramienta.
(Apóstata angelical, francotirador de luz
en la autopista-telaraña del imperio).
Porque hay unos señores
que quieren cerrar los graneros, codificar las
semillas de las flores solares.
Clausurar las bibliotecas.
Y quieren matar de hambruna a un continente de ébano y diamantes.
Y quieren matar de hambruna a un continente de ébano y diamantes.
Porque hay unos señores
Que quieren patentar la raíz del tigre
(su amarillo luminoso, su azul
vegetal-eléctrico, violeta-sueño-curandero).
Robándola de su selva verde y húmeda para guardarla en un vivero-banco de cristal
III
Joven
La primavera, la luna, la flor;
el verano en la piel de Simoneta de Vespuchi.
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