Alguna vez... vi tu hermoso rostro al borde de un abismo de luz. Transverberación del trópico; hotel perdido en el ocaso de un verano. La catarata cromática de los cristales. Alguna vez vi tu rostro y tus ojos entrecerrados; un vitral de luz ligera, y tu boca exhalando una promesa como de miel y fuego; y tus manos abiertas como estrellas fugitivas en la galaxia de las sabanas hacia el borde de la muerte. Alguna vez…hace tiempo…vi el milagro de la herida…el símbolo duro y rojo como hierro ardiendo, reflejado en el vientre de la amnesia. Todo allí reunido en un gesto fatal sobre tu piel tomada por un ligero temblor estremecido. Tus ojos de abismo vegetal y tus cabellos negros de medusa atrapada en el silencio.
Ese recuerdo viene de vez en cuando, con el viento que cruza en olas de tempestad violenta sobre las copas de los árboles en los cerros del norte; y se clava como un rayo de oro en mi costado... y es solo eso…sangre ligera con visos de oliva y de mercurio…tu cara núbil naciendo en la luz de un tiempo luminoso y casi desaparecido.
Y nosotros, como bestias saludables y alegres danzando en medio de una primavera invernal,
desatando todas las mareas del amor en las fronteras salvajes de una ciudad dormida.
