viernes, 10 de noviembre de 2023

SALON DE ARTISTAS QUINDIANOS

 

SALON DE ARTISTAS QUINDIANOS

20 años.

(Una mirada general; apuntes, bocetos y maquetas, para una posible discusión…)

Por:

Omar García Ramírez

 

I

 

 


 

 


Crear una tradición viene a ser la suma de errores y aciertos en un proceso; y  no es fácil. Partiremos de entender que la producción de los artistas, los gestores, los comisarios y ocasionales críticos, a lo largo de los años, no marcan una línea en ascendente. Tal vez son historias fragmentadas, que hacen parte de la memoria plástica de la región. Altibajos, precipitaciones, ondulaciones, bifurcaciones, giros y retornos en el ecosistema del arte, que han permitido que, de alguna manera, estas expresiones, consideradas por muchos minoritarias, sean parte importante de la cultura quindiana. Y digo importantes para los creadores y amantes del arte, que tienen una relación de cercanía con estas dinámicas; y sin esas accidentadas manifestaciones, nuestra geografía telúrica y sísmica estaría anegada en un gris de monótona normalidad.

 

Un salón (evento), a lo largo de dos décadas; está lleno de propuestas, procesos y obras; algunas por su contundencia quedan en la memoria de los espectadores; otras establecieron diálogos de creación simbólica con los visitantes; muchas más se perdieron en la  anomia sin pena ni gloria. Se debe iniciar partiendo de reconocimientos a labores muy importantes, algunas contaron con apoyo institucional; otras son más periféricas, crecieron a la intemperie; pero en todas se debe apreciar esfuerzos. El salón ha pasado de tener pequeños espacios urbanos como la plazoleta. A otros más amplios como el Maqui, en donde se han generado una gran parte de procesos culturales; pasando por el territorio de la ciudad como campo expandido expositivo. Pero no solo de salones vive el arte quindiano. Se han realizado ferias, festivales, muestras, exposiciones y bienales; podemos citar los diversos eventos organizados y dirigidos por Martha Gonzales Maya, quien fue pionera, e hizo (hace) una labor de pedagogía crítica  y organizativa, promocionando nuevas corrientes del arte de la región. El museo que ha hecho una labor amplia siendo exponente de un centenar de encuentros expositivos, es también otro polo dinamizador de fuerzas creativas. Alianza Colombo americana, institutos culturales y diversas entidades en muchas oportunidades, han sido escenarios de muestras artísticas, como el caso de la Sociedad de Mejoras Públicas; Otras labores culturales de trabajo de proyección popular, con sus talleres de artes plásticas que ha organizado y desarrollado Coffee Latin Arts, a la par que su bienal BIARCO, en cuatro versiones realizadas hasta la fecha, han participado artistas de más de 20 países. Todas ellas configuran procesos  con diversas dinámicas; unas veces aislados del ecosistema y otras veces conectados; en ocasiones confrontados en álgidos debates y otras veces circulando entre los imaginarios ciudadanos creando inquietudes, cuestionamientos y expectativas no siempre bien comprendidas. Podría agregar más muestras en diferentes salas como la sala Roberto Henao Buriticá, Y otros espacios independientes e institucionales que a lo largo de los años han mostrado las obras de un centenar de artistas quindianos. Importante mencionar, labores regionales, como los encuentros y laboratorios de corredores culturales de organizaciones tales como “Cosmogoniando” dirigido por Catalina Guevara desde el municipio de Salento, que en versiones transversales, crearon redes de comunicación alternativas. Iniciativas regionales también lideradas por Martha Lucía Eastman con su Cruzada de artistas del eje cafetero, se constituyeron en espacios de comunicación y circulación para las obras de los artistas de la región. Colectivos de artistas graffiteros como “Lisergicol”, que desde las barriadas populares llevan también una expresión plástica fresca y juvenil, que grita desde los muros de la ciudad; entre muchos otros, que escapan a mi memoria y de la intención este escrito que solo pretende generar ideas para una conversación más amplia. Hay otros actores muy importantes en la escena cultural del Quindío; pero en este espacio, solo trataré de tocar los relacionados con aspectos generales de la plástica y las artes visuales.

 

 Todos los eventos, muestras y exposiciones, arriba mencionados, constituyen el caudal de los  procesos y contribuyen de manera importante al acervo cultural de la plástica regional. Polémicos, con aciertos y desaciertos; creados unos en momentos de contingencia y beligerancia frente a controles burocráticos y sociales; mientras otros fueron creados con apoyos más sólidos y con plataformas de soportes más definidas. ¿Podemos partir de la historia y de las crónicas documentadas de estos trabajos concretos para llegar a una plataforma de debate amplio y democrático? No lo sé. Y no puedo estar seguro, solo espero que se puedan dar ese proceso. Es un trabajo que estaría por hacerse. Solo parto de  una panorámica general de esos eventos, para llegar hasta el evento último que es de nuestro interés más inmediato. Ya en el pasado, en  muchos de los espacios anteriormente mencionados se han dado encuentros para dialogar y discutir. No puedo escribir sobre muchos de ellos, por desconocimiento o imposibilidades de carácter personal; y por ello no podría dejar una constancia apreciativa. Trato de escribir sobre aquellos eventos en los que he que he tenido una cercanía y también una participación.

Escribo desde una visión particular y personal. Sin embargo, recojo también las inquietudes de otros artistas, gestores y actores de la escena, que a esta época de balances, son muy pertinentes y guardan relación directa con el tema que tratamos. No he sido Oenegero ya que siempre he mantenido una línea independiente que me permite tomar distancia. Eso no significa que pierda de vista los muchos factores que influyen en la escena regional. Y no podría comenzar a escribir sobre esto sin reconocer los esfuerzos de muchos actores de la escena y convocarlos a la discusión. He nombrado solo algunos, imposible tenerlos presente a todos, ya que yo mismo como autor he sido en esencia un  outsider borderline (1*) y diré a manera de disculpa: admito que mis rituales de socialización con el tiempo han decaído notablemente.

He escrito algunos textos sobre el tema; he participado de algunas muestras y de algunos procesos y como tal, creo tener bases y argumentos para opinar. Si me preguntan por el componente polémico de algunos de mis textos, diré sin vacilación que sin el picante que adoba la ensalada del debate, esto no sería para nada divertido.

Primero decir que este salón a lo largo de los años se ha hecho con presupuestos modestos y casi que peleados a las burocracias locales, quienes han visto a esta muestra y otras del mismo campo, como algo extraño, a veces incómodo por la carga de crítica social que en ellas se exhiben. Por lo tanto no son “dignas” de presupuestos importantes como los destinados a otros eventos de cultura festivalera y carnavalera. En efecto, es muy común que en épocas de fiestas, cincuenta o cien millones sean destinados a un cantante del despecho, (no sé bien qué significa eso último; pero me imagino que tiene que ver con alcohol, lágrimas y burdeles). Asuntos silvestres muy afines al alma regional. (Panem et circenses. Mejor Etil et circenses) .Pensar en presupuestos que superen una pequeña fracción de esa cifra, son imposibles de lograr por cualquier gestor cultural por muy engage y comprometido que este.

El salón, es de cierta manera, una de las pocas formas de acercarse a ejercicios cercanos arte contemporáneo en nuestra región. Un espacio en donde los artistas pueden reflexionar estéticamente en comunicación con otros artistas. Una emulación de propuestas abiertas al público. Uno de los pocos dispositivos culturales que emplea un tiempo rescatado a la escena comercial, política y que rompe con las  características de lo que llaman la cultura de paisaje cafetero. Que se sale de las crónicas rojas de la región, que aclimata un espacio vibrante, lleno de imágenes e ideas. Una poética que intenta hacerse visible en medio de un trafago se subsistencia precaria y guerra sorda.

Y ahora comenzaré a presentar mis cartas. Aunque soy un truhan  visitante asiduo de estos casinos, les aseguro que no están marcadas. Aquí ya, con la venia de ustedes; comienzo a ponerme un poco más afilado. No se preocupen, no llegará la sangre al río. Estamos hace tiempo ad portas de una guerra mundial devastadora, entonces para que ponernos en plan de fundamentalismos.

Ha habido salones y muestras como cataratas de imágenes; otros como guetos marginales. Salones de petit comité cerrados y clausurados como cónclaves. Salones estatizados y controlados por el aparato burocrático que tuvo injerencias, y algunas veces popició censuras. Salones con ambiciones de trascendencia con obras importantes que marcaron nuevos derroteros en la escena local. Salones de beneficencia, en donde se hacían obras de caridad. Salones y exposiciones de té  canasta para repartir galletitas entre las amigas (os). Salones en donde se favorecía  la pertenencia a una etiqueta inscrita dentro de la nueva nomenkaltura de afinidades sexuales electivas. Salones de pandemia, constreñidos y desarrollados bajo el panóptico de la biopolítica y que crearon una grieta en el discurso de poder del establecimiento. Salones populares en donde una caricatura fue censurada, salones y muestras, en donde cierta crítica social de actualidad, fue puesta tras escena evitando la contaminación del medio. Salones en donde la academia se abstuvo, y salones en donde la academia acudió en masa alegremente subvencionada, con Esprit de corp y fuertemente apalancada, para intentar incrementar el capital simbólico de sus profesores y de paso promocionar a sus pupilos.

Salones y muestras, todas más o menos importantes; generadoras de imagenes, ideas y debates;  que deben ser tenidos en cuenta, para que desde allí, poder hacer balances y proyecciones.

 

 


 

 

II



Caminando un tango amargo, extraño y solitario como Sátántangó (Béla Tarr)

 

 

Debo decir que mi apreciación del último salón, como todo en la vida, pasó de una recepción optimista y desapasionada, a otra más realista y algo irónica. Reconociendo de entrada muchos aciertos y el gran esfuerzo que conlleva la realización de un salón que salía del White cube. No era el primero, pero si partía con una declaración de intenciones. También la idea inicial de generar un salón regional con un slogan muy sugestivo planteaba un posible punto de quiebre. Pensaba que cobraría protagonismo el trabajo personal del curador, por encima de las diferencias que, con el desarrollo del mismo, se fueron suscitando. Se esperaba que mantendría control sobre el esfuerzo y el trabajo realizado. Desafortunadamente, ese liderazgo se fue difuminando hasta debilitarse de manera ostensible; dando pie a que fueran otras personas las que a la postre tomaran la dirección del mismo, desvirtuando ese dialogo regional inicialmente propuesto. Teniendo en cuenta las dificultades, para poder mantener cierta independencia en un medio provinciano, en donde todo el mundo quiere meter mano y en donde operadores vinculados a la muestra mostraron su falta de savoir faire. No por ello voy a dejar de hacer mis apreciaciones y citar las referencias críticas que también ha generado. Y es natural, ya que al comienzo de una propuesta, nunca se tiene una visión clara de la panorámica del paisaje. Solo un primer plano. Aceptar los aciertos y el esfuerzo implicado, no significa que los artistas se puedan declarar impedidos a opinar en libertad. Además, si un proyecto nace y se genera bajo unos postulados, pero luego escora y se desarrolla en otra dirección, bajo presiones externas de las que hablaré en detalle más adelante. Con mayor razón, es necesario  expresar las opiniones, abrir la polémica para intentar poner las cosas en su verdadero contexto. 

Soy como las gallinas; solo cacareo cada que pongo un huevo; y cuando he participado de uno de estos eventos, es porque he tenido una obra que mostrar, algo que decir o al menos, balbucear. De lo contrario me abstengo. Si me invitan a participar de una  muestra voy,  y si no, pocas veces aparezco. He participado en colectivas dirigidas por tirios y troyanos. Si no hay nada que decir, guardo silencio y prefiero como don Palomo, seguir preparando el guiso que yo mismo me como.

En todos los salones anteriores, la independencia de criterios de los curadores(as) fue más o menos la constante. Luego, poco a poco se fue debilitando. Al menos las características de las convocatorias iniciales lograron mantener en su lugar las piezas del dispositivo propuesto. No hubo presiones deformadoras de los postulados iniciales con las que se convocaba al torneo simbólico; es decir, los postulados y reglas desde donde se partía eran claros. Después, con el tiempo, ya se comenzó a notar el peso de las influencias de todo tipo, que se expresaban, no bajo criterios artísticos y plásticos, sino cada vez más, como acciones externas destinadas a lograr unos objetivos ajenos al propósito inicial. 

Que una representante de una fundación bogotana tuviese tanta importancia crítica en ultimo salón regional, me llamo la atención; considero que el curador como tal, trató de mantener cierta independencia; pero a la postre declinó. No sé si buscando  aquilatar su capital cultural, o si estaba teniendo en cuenta una estrategia para llegar visible a proyectos futuros. Aportó ideas para que fuese tomadas como un espacio territorial. Planteó una propuesta central de Diálogos en diferencia, pero término creando monólogos identitarios para un sector del medio artístico, que actuó como un colectivo de presión dentro del salón. Y por último, el comisario, cedió poco a poco su propuesta, dejándola en manos de quienes en el pasado han sabido manejar las estructuras políticas y burocráticas y se han beneficiado (en algunos casos) del control administrativo de salones nacionales y regionales. Si el campo de las exposiciones del arte en Colombia, entra ya en esas dinámicas, complicado mostrarse independiente. Es, hasta cierto punto comprensible que, si quieres hacer carrera de curador adscrito al establecimiento; y te desvela el hecho de salir en las páginas del hebdomadario de barniz cultureta capitalino. Si quieres hacer buenos amigos (as)(es) dentro de los circuitos. Debes comenzar a jugar ese juego del que, con ironía escribiera in extenso pablo Helguera en su Manual del arte contemporáneo (2*). Con humor brillante y algo de cínica crudeza, el escritor y artista, plantea como el juego en este complicado ecosistema, puede pasar de lo sublime a lo ridículo, y de lo místico y cuasi religioso a lo abyecto. El mismo círculo del arte investigado por George Dickie (3*) con una mirada más filosófica y elitista, en donde se pretenden consagrar obras y talentos y en donde puedes terminar legitimado, sellado, lacrado y con un carné del club para ser entronizado en uno de los altares del medio; o cruzando los umbrales concéntricos hacia un agujero luminoso u oscuro. Depende de cómo te vaya en esa arriesgada correría.

 

 

 




¿Miramos al cielo o nos hundimos?

 

 

Ya en el pasado, he escrito a fondo sobre los comisarios y curadores. No voy a referirme de nuevo al asunto. Propongo unos caminos alternativos para salir del bazar por los senderos del borderline. Pero hacen parte de otra cuestión que no tocaré aquí. Todos los artistas que participan de estos eventos prefieren mil veces liderazgos que mantengan un carácter  independiente; así creen escozores, roces y debates; a comisarios que deponen sus postulados programáticos en aras de  mantener las buenas maneras. Sabemos que, quien asume este complicadísimo rol, se debate entre mantener una postura independiente o convertirse en un relacionista público. Surfear esa ola es muy difícil, todo el mundo en el medio del arte, esta enterado del tema. Pero esto no es óbice, para que quien cumpla este papel en el torneo simbólico, mantenga una actitud coherente con el evento que dirige y cierto nivel de imparcialidad. Sin favoritismos, e impidiendo que el control sea tomado por lobistas, contratistas y cabilderos profesionales. Estos problemas se hicieron notorios desde un principio, cuando algunos creadores quindianos fueron vetados como en el caso de Catalina Guevara, antropóloga y artista  que, después de haber pasado la selección, llegó una hora tarde a entregar su obra. Se había retrasado por un asunto de luto familiar. Venía desde Salento y con mal clima; La gente de la fundación Arteria, o el colectivo que ya respondía a las órdenes y directrices de esa fundación, le impidieron que pudiera mostrar su obra.

Son algunas de las situaciones iniciales, que ya empezaban a mostrar las características de aquella intromisión.  Y son aspectos bien molestos para los artistas de los municipios que con mil esfuerzos tratan de participar de un evento regional y son bloqueados por un tema de horario o un asunto de menor importancia. Está bien que las reglas se cumplan; pero se deben contextualizar estas decisiones y ser más objetivos y justos de cara a la participación de los artistas. Estos colectivos de operadores funcionarios, que entran débiles y luego toman poder en muchas partes y escenarios; descalifican por un margen, una sangría, un punto y coma. Hacen parte de la pesadilla kafkiana con la que tienen que lidiar miles de artistas en Colombia. Una jurado, no puede entrar a definir quién entra o no a un salón, desconociendo las dificultades reales de los creadores de la región.

 

 



Ttsuya Ishisa (pintor de burocracias, enajenamientos y pesadillas)

 

 

No molesta a nadie, que la mirada crítica y las valoraciones sean depositadas en actores o agentes culturales de otras regiones; lo que sí molesta, es cuando esas valoraciones son sesgadas y manufacturadas con criterios extra artísticos. También preocupa que, un salón regional que de por sí ya venía perdiendo independencia y sujeto a todo tipo de intromisiones, pueda perderla del todo, quedando de facto, en mano de operadores privados a quienes lo único que les interesa son los aspectos crematísticos, y tener bajo su dirección un sector cultural acrítico, dirigido y controlado para legitimar adhesiones y genuflexiones. Es bienvenido y deseable que participen con criterios de valoración muchas personas; cualquier artista, académico o gestor cultural con buen criterio, madurez y experiencia lo puede hacer; pero que todo el manejo pasara de manera directa a satisfacer los caprichos  de una cabildera bogotana, que tuvo sus mejores épocas en los tiempos de influencia del señor, a quien los feligreses rezan hincando sus rodillas frente al altar de la boca del túnel; deja mucho que desear. Es bien sabido la facilidad camaleónica con que los profesionales de la contratación, mudan de piel en los pantanosos estanques del poder y la burocracia cultural; las capacidad de contorsionismo oportunista al que están tan adaptados estos ejemplares, quienes con una ramita de zahorí, se desplazan buscando las betas donde afloren dineros públicos dispuestos a tercerizarse. Aparecen tímidamente; luego imponen sus criterios, por último, censuran y bloquean lo que consideran molesto o por fuera de sus afinidades electivas. Y esto sucede, no solo aquí en nuestra querida tierra de cafetalandia; el caso del mural del Colombo americano de Bogotá de Lukas Ospina y Power Paola en un pasado salón nacional, es caso a reseñar y tener en cuenta; pero no es el único. (5*)

 

¿Quieren hacer una pausa? ¿Quieren reír un poco? Bueno lo intentaré:

Con las ínfulas que se trae esta fundación, y con todo lo que facturan, bien podrían contratar  a un entrevistador más fluido y con más conocimientos para su cuerpo informativo. No se trata de que tengan a un  periodista británico como Will Gompertz o a Jhon Berguer; mucho menos a una Gloria Valencia de Castaño; pero sí a uno de los becarios que tanto gustan de patrocinar y que al menos tenga un poco de claridad sobre los temas que trata. En nuestra región, conozco periodistas culturales que haría este trabajo con mucha dignidad y  profesionalismo; se los aseguro. De verdad no lo digo por un prurito refinamiento vacuo; sino simplemente por que como espectador que va a una información sobre el mundo del arte, si llego a  la página web o al canal de YouTube de un revista prestigiosa; o a un medio de cualquier categoría; deseo encontrar algo que se enfoque en el tema que supuestamente tratan y no en preguntas que, por muy poco, se deslizan hacia la dieta y los temas de alcoba de los artistas. No sé si es la línea periodística oficial: el sacar de casillas a los artistas; o la estilística del compadreo y del voceo, son un aporte personal del periodista estrella. 

Para muestra un botón: https://www.facebook.com/arteriap/videos/otro-d%C3%ADa-m%C3%A1s-maripaz-jaramillo/1002097551087120/?locale=es_LA

 

 

 

 III



Los caprichos (detalle) Omar García-Ramírez

 

Ceremonias en…

En la ceremonia de premiación. Estos operadores, en cabeza de su representante más conspicua, (y ubicua por demás);  y su secretario(a)(e)(xylz) sabían de los detalles de las cifras económicas de los premios y sus descuentos, cosa que pareció curiosa ya que quedaba demostrado con cuanto celo participan estos lobistas profesionales a la hora de cuadrar caja. Y casi al final, como cereza del pastel, la experimentada señora, dejó en claro que no sería la última vez que tendríamos sus invaluables servicios de asesoramiento. Tomando posesión y casi apropiándose del salón quindiano con la venia y la aquiescencia de la academia (instituto  Benjamenta walseriano local) beneficiada de manera directa e indirecta.

Si existe la promesa de una nueva intervención a futuro en estas nobles labores; aconsejaría los artistas independientes y a los no tan independientes; que tomaran nota y comenzáran a preparar sus estrategias. Ya Foucault el filósofo, en El orden del discurso y Pierr Bourdieu el sociólogo francés, escribían sobre conflictos que se generan en los campos de poder simbólico. Pero no se quedan solo en discursos de dominacion y exclusion; todos los juegos sicalípticos practicados por las estructuras que se ayuntan, entrecruzan y mixturan, crean híbridos que tan solo buscan más poder dentro de la ecuación. Pasan de lo político y burocrático, al desgreño administrativo; léase: technical saw. Que tiene claras e inequívocas señales de una pasión desaforada por lo cleptocrático. En nuestra región, es bien conocido como presupuestos destinados a una preparacion de los artistas, en donde cualquier persona, con un mínimo de perspicacia descubre que en el campo destinado a esa educación de los artistas, o domesticación de un sector de los artistas; durante una infame década, se gastaron cientos de millones. No hace falta ser un David Ricardo ni un Milton Friedman, ni siquiera Teresita Urrutia, para entender que esta cantidad de dinero representada en contratos interadministrativos, tercerizaciones y convenios de todas las pelambres, de manera curiosa, por no decir viciosa terminaron beneficiando a dos o tres organizaciones locales dedicadas a la subcontratación; entiéndase: convenios institucionales con otras regiones de Colombia; empresas de lobistas expertos en la tercerización; en el diseño de chalecos a la medida y que poseen fino tacto para encontrar las vetas y las grietas por donde pueden establecer sus compromisos y sus utilidades.  Con esas cantidades de dinero, hubiesen podido graduar a 12 Murillos de la Royal College of Arts  de Londres y habría sobrado dinero para los masmelos y los caramelos y hasta para comprar 6 pailas donde hacer un manjar-blanco bien sabroso. O mejor, haber creado una escuela de artes y oficios destinada a los jóvenes de los barrios populares, ya que les desvela lo educativo. Estas alianzas entre algunos políticos, burócratas(es), acompañados del tartufo de turno; especímenes paniaguados del medio; esos que cruzan los pasillos y laberintos con movimientos extraños, cercanos a la gestualidad plástica de un Gollum pardo y cejijunto en busca del anillo; son plato típico en nuestros pagos. Carecen de todo tipo de escrúpulos a la hora de diseñar sus trapisondas; si alguien intenta desde un derecho ciudadano pedir aclaraciones, pondrán la maquinaria a funcionar. Y si para ello tiene que recurrir a la censura, la calumnia, la opacidad y al bloqueo lo harán. ¿Quién podrá desatar el nudo Gordiano? ¿Quién podrá cortar la cabeza de la Medusa? Solo los artistas y nada más que los artistas, mediante un empoderamiento de veeduría ciudadana; respondo. Afirmamos los artistas : los dineros de la cultura, son dineros públicos y pertenecen al conjunto de la sociedad, como tal, consideramos que deben estar al servicio de proyectos que beneficien a la sociedad y el pueblo. No destinados a las prebendas y canonjías que usufructuan los amiguitos (as-es) de siempre o los supernumerarios (as-es) del directorio.

 

 


¿Quién cortará la cabeza de la Medusa? Perseo Cellini…¿O el colectivo de los artistas?.

 

Regresando al evento que nos ocupa; se pueden notar también los cambios que suceden en el trascurso de estos procesos, cuando los artistas que participan de  este tipo muestras, esperan que  sean manejadas con cierta trasparencia; al menos con un mínimo de fair play; pero desafortunadamente a la postre ven como la Mise-en-scène se desarrolla en backgrounds de múltiples capas y velos hábilmente instalados, para no dejar ver al respetable, quienes son los encargados del diseño general. Si las cartas estuvieran sobre la mesa y la claridad reinara desde un principio, daría posibilidades para que los actores culturales participaran o se abstuvieran. Al fin y al cabo es un juego que no definirá nada sobre la importancia de una obra, pero si sobre su visibilidad social, si se quiere mediática. Verse enrolado, por parte del actor cultural en uno de estos procesos; sería una decisión más libre. En un torneo de juego claro; los participantes tendrán la garantía de que el crupier repartirá las cartas sin marcar y dejará que el talento se imponga. Si en estos torneos simbólicos, no existen reglas claras desde un principio; las cosas, tarde que temprano, terminan por enrarecerse.

Como artistas independientes, muchos creadores quindianos participan para poder decir; artistas de vocación con los que he podido hablar,  me expresan que no participan por un premio; esta no es la razón del tema. Se participa, dicen muchos, para poder opinar. Precisamente poder opinar y hacer crítica; sea esta de tipo estética, sociológica, estructural o política; mediante la presentación de obras que digan algo sobre la condición de ciudadanos en un país en donde la voz de los ciudadanos esta constreñida y mediada; o diseñar artefactos simbólicos sobre el mundo y nuestra relación con nuestro entorno; lo hacemos también, aseguran otros, como un viaje de saber que genere debates, es decir, como artistas con derecho a explorar y el comprender estos escenarios y estas dinámicas expositivas. También como una forma de ejercer la discrepancia en tono a los manejos de este sector de la cultura, de cara al público, y no en los correveydiles y cuchicheos de cafetería. Un salón no termina con la retirada de las obras de su sitios expositivos; al contrario, afirman varios creadores y gestores; un salón de artes plásticas comienza en realidad, cuando comienzan los debates y es allí, donde se complementan las obras y los procesos; con las opiniones de los involucrados, de los actores y también de los presuntos implicados; y por último de la sociedad en general. Entendemos; reafirman los que participan de estos eventos, que al final para desgracia, estas muestras, se convierten cada vez más, en fiestas con cajas de piñatas, piscinas multicolores llenas de sorpresas, en donde diversos contratistas participan, imponiendo criterios y diseñando las líneas de acción, que afectan a futuro los proyectos culturales de la región. Concluyo que, al hilo de los manuales de arte contemporáneo y a los círculos del arte arriba mencionados, generan como respuesta, la configuración de tácticas y estrategias que terminan por configurar los tableros; los enroques, las defensas Nimzo-Indias y los jaque mates pastoriles. Anque muchos artistas oponen a los juegos cortesanos de Helgera, (hieratismo vertical); juegos orientales como el GO, en lo relativo a campos de dinámicas de fuerzas y territorios simbólicos de mapas añejos y quemados; (aleatorios, rizomáticos y espeleológicos), como los reseñados por Guattari y Deleuze en Mil mesetas.

La apertura del campo de batalla simbólico se ha abierto a estos debates. Y estos debates, para bien o para mal, terminan por configurar lo esencial, lo trascendente del juego; opiniones y propuestas a futuro. Afortunadamente, los tiempos no son los viejos tiempos. Estas épocas, son otras épocas y el set se ha abierto a lecturas alternativas de la escena, y no se requiere ser mediado o interpretado por los hermeneutas del tinglado. Boris Groys tocó muchas teclas para esta melodía; en Volverse Público, en su apartado los trabajadores del arte entre la utopía y el archivo y señala: "el hermeneutiker puede volverse hacker"; yo agregaría: el hacker puede volverse hermeneutiker.  Como decia un amigo rosarino: Puedo boxear en tu Luna Park, o si prefiero, hacerlo en el Club de la lucha de mi distrito.

 

 

 IV



NO SE MUEVAN... O NO QUEDAN EN LA FOTO... 



 

Una muestra “ fresca” con modales rancios.

La premiación a todo el colectivo de los artistas cachorros de la universidad parecía una ceremonia de graduación, solo faltaron los birretes al aire. Y no está mal que a los artistas jóvenes se les den sus laureles; cuando los merecen. Algunos de ellos hicieron los méritos, sin lugar a dudas. Vi algunas obras de gran calidad técnica y conceptual elaboradas o presentadas por gente muy joven; y eso es importante. Pero el 80 por ciento de los agraciados solo estaban allí para presentar los trabajos de croché y de costura con las bendiciones de sus cariñosas madres. Apalancados y financiadas buena parte de sus obras, frente a otras de artistas muy jóvenes también, artistas independientes, que en su gran mayoría que se presentaron con obras pagadas de su bolsillo; aquellas obras subvencionadas, era lógico que tenían necesariamente que ser reconocidas para los ramos de flores.

El curador, de buena fe;  buscó el acompañamiento de la academia. Pero era el acompañamiento no el acaparamiento total del salón. Para eso mejor, en el futuro, (proponen sin ánimo revanchista, varios artistas de los municipios quindianos), debería diseñarse un salón de los graduandos de la universidad y con eso se ahorran el bochorno. Mostrar el cobre está mal visto; pero demostrar la falta de categoría con un salón que se supone era regional y dejando por fuera de los reconocimientos a obras  importantes, de artistas que estaban allí, aportando generosamente sus creaciones en una plataforma de juego abierto; constituye sencillamente, una muestra de torpeza increíble.

Para llegar a esto, se partió de la tesis peregrina, de que los artistas del medio académico no eran invitados a participar en los salones de arte regional, que no se sentían representados; cosa bastante discutible; se sabe que en todos los  salones anteriores con aciertos y falencias que pudieran tener, siempre han estado abiertos a todos los que quieran participar. Reitero: Los salones siempre han sido abiertos a todos y se les ha dado importancia regional. Por experiencia sé que han sido numerosamente concurridos. En muchos salones y muestras anteriores, las directrices de algunos sectores de la academia a sus estudiantes, fueron desacreditadoras para quienes las organizaban y por lo tanto reacias a la participación. Dentro de los popes hermenéuticos desde hace muchos años, el mantener a su rebaño alejado de las malas influencias, es una de las practicas definitivas a la hora de mantener la salud mental del instituto Benjamenta walseriano; ejercer el poder velado de la pastorizacion evangélica para mantener alejados a los jóvenes de ideas contaminantes. Siempre he sostenido que, en el campo de las artes la academia puede generar buenos profesores, buenos gestores, buenos burócratas, de esos que saben cómo se hacen bien las cosas, pero muy pocos artistas. Se te pueden dar algunas herramientas técnicas y algunos métodos de lectura, pero a pensar no. A pensar y a sentir como artistas son cosas que no se pueden enseñar. El arte tiene un componente de irracionalidad que puede estar mediado por el diseño y afectado por la filosofía; pero nunca podrá operar como fórmula. Ni siquiera dentro del software de I.A. Generativa más sofisticada, están claras esas fronteras epistemológicas y los resultados hasta ahora obtenidos, son todavía territorios a explorar. Nada definitivos.

 



Marcando el paso. Derechitos por favor. (Institute Benjamenta /Adapatacion libre de Walser. Hermanos Quay)

 

En palabras de Camnitzer existen dos tipos de educación; una de alienación y otra crítica y de libertad; la primera es de alguna manera la que más conviene a la estructura: “Es recién después de sobrevivir dentro del sistema escolar una década o más, que se ofrece la posibilidad de volver a engranar con la fantasía infantil. Es el momento cuando el estudiante decide entrar en la escuela de arte y se le permite el ingreso a ella. Para recibir el permiso de ingreso, la escuela tiene que decidir que el candidato tiene esa cualidad inmedible llamada “talento”. Y si se considera que tiene una cantidad suficiente, los estudios allí vuelven a ser cuantificables. El educando es declarado artista después de una cantidad determinada de años y de créditos, los cuales se documentan en un diploma. Entretanto, la experiencia que se tuvo en la escuela de arte consistió en aprender una serie de técnicas, en –con suerte– enterarse que es; o que hicieron otros artistas y cómo funciona el mercado, y posiblemente en tener tiempo para fantasear en caso que esto sea una actividad de interés….

 “Para algunos, especialmente los adictos a las instituciones, educación significa amansar a los ciudadanos para que no hagan olas y mantengan el status quo. La subjetividad colectiva se fue formando para aceptar los absurdos que benefician a unos pocos mientras se logra hacer creer que sirven para el bien de todos. Pero para otros la educación significa formar a ciudadanos capaces de pensar críticamente—es decir capaces de cuestionar y de utilizar su pensamiento creativamente. Personalmente me encuentro entre estos últimos y pienso que el cuestionamiento y el pensamiento creativo son cosas que tienen que ser apoyadas de una manera transparente y elegante…” (6*)

 

Partidario también de las tesis planteadas por Ranciere en su obra El Maestro ignorante (7*) considero que en el campo de las artes visuales solo podremos aprender aquello que ignoramos; buscamos, esa educación para la emancipación en donde maestro y estudiante se encuentren con sus saberes,  limitados, pero al mismo tiempo lleno de posibilidades. También, en solitario emprendiendo viajes y exploraciones de conocimiento que solo podremos hacer con nuestras propias luces. Sin  deformaciones que imponen ciertos discursos estéticos mediados por símbolos de autoridades hermenéuticas; aquellas que pretenden pensar e interpretar los textos canónicos por nosotros. ¿Quién, a estas alturas del paseo nos garantiza la lucidez de sus interpretaciones? Cuando se pretende desconocer el acervo de ciertas prácticas artísticas, cuando se pretende mediante sutilezas desglosar los campos artísticos para neutralizar a libertarios o ciudadanos que intentan emanciparse… Podemos decir sin problemas, que nosotros; artistas que vamos por la libre, podemos aspirar a asimilar nuestras pesadillas y nuestros paraísos; que podemos diseñar nuestros derroteros y ubicarlos en nuestros propios mapas, y partir a buscar nuestros territorios de redención o perdición en beneficio de nuestro sentir y de nuestra intuición más particular. De los artistas que admiro, la mayoría buscó la senda libre. Reconocen los artistas, esos gestos vitales de libertad; entre muchos de ellos, el camino de un Botero haciendo estudios de pintura en los museos y con La vida de los pintores del Renacimiento Italiano escrito por Giorgio Vasari y la obra de Max Doerner sobre las técnicas de la pintura, como sus libros de cabecera; o los viajes al Putumayo de Obregón manejando un camión y su encuentro con el color de la selva colombiana. Así se mantengan distancias frente a lo que pueda o no significar una obra, o su importancia como referencia estética personal. No se puede negar que: "quiza existen alientos vitales que no caben en ningun corral, que son renuentes y se revuelven a aceptar el bozal del conformismo" como brillantemente escribiera Javier Ors sobre un escritor español de provincias. Es la lectura vital de esas cartografías y orografías, lo que aporta, y su significado lo que nutre. Por lo tanto, también, es muy sensato que podamos elegir a nuestros propios maestros; a pesar de que muchos, no esten nimbados y refrendados por la instituciones de las artes y muchas veces hayan creado en contravía. Es bueno tambien decir que, la iglesia del arte moderno, es la única que escomulga a sus herejes, los lleva a la pira y despues los canoniza en sus altares para  adorarlos hasta los límites de la divinidad. 

Mis mejores maestros (as) los encontré en mi periplo vital en muchos escenarios por fuera de la ortodoxia académica. Un chamán peruano; un Babalao cubano; una bióloga y ecologista caleña; un poeta- cineasta colombiano; una cocotte y diseñadora parisina; un pintor mexicano; una pintora manizalita; un viajero y erotómano colombo-suizo; una vieille sorciére de la Bretaña francesa; una hermosa pintora y poeta quindiana,  son algunos (as) de los maestros (as) del vuelo psiconáutico, la plástica y el underground que me enseñaron cosas importantes sobre el arte y la vida, y que tuve la fortuna de encontrar. El artista aprende cuando se libera y sale al camino, también cuando ya más liviano emprende el vuelo.

 

Con José Miguel restrepo (Joche) documentalista y cineasta  (IZQUIERDA) y Jorge (el Jabaito) poeta y cronista urbano cubano (DERECHA). Maestros del underground Habanero. Mediados de los 90 estudiantes del ICAIC. 

 

Que la crítica mexicana, Avelina Lésper, tomase una posición en la escena con un vestuario radical y conservador, para poderse hacer escuchar en un medio tan complejo. Es sintomático de lo que prevalece de manera ostensible en el arte y la academia. Sus tesis consignadas en El fraude del arte contemporáneo, son provocativas y a la vez un desafío. No adhiero la totalidad de su ideario, ya que parte de un radicalismo teórico para oponerse a otros fundamentalismos, como los del arte V.I.P. frente a las artes tradicionales; estas ultimas, como únicas vías válidas. Pero es necesario reconocer que, muchas de las taras, vicios y juegos de poder por ella denunciados y justamente criticados; son una realidad que se expresa cada día en el medio. Es necesario un acto de análisis y de lecturas atentas para que los artistas saquen sus conclusiones. La descalificación gratuita (muy al uso por parte de  aquellos que posan de puristas y que parasitan como helmintos la estructura del círculo del arte), no es buena para intentar abordar los debates y las ideas. Si las ácidas críticas de Avelina Lésper se pudieran discutir asimilando con espíritu libre y ecuánime, la carga de humor negro que ellas traen; sería un signo de madurez, que nos llevaría comprender muchas de las razones de su cruzada.

Y esa era en principio parte de la idea de “Los diálogos vinculantes” (excelente slogan, debo admitirlo); que luego se convirtieron en diálogos excluyentes destinados a hacer prevalecer la propuesta colectiva de una institución. Establecer una conversación y un debate que desafortunadamente no se dio, con la amplitud que se requería. Esta propuesta, ya desvirtuada, se tomó el salón inaugural, con una declaración que no se escuchó muy clara y parecía más bien el ejercicio de muchachos de secundaria presentando trabajos de grado con el escudo de Armenia en la pared, y un video defectuoso o mal editado, con imágenes borrosas y un murmullo que estaba muy cerca a las características de  la estática eléctrica de una tétrica psicofonía como ruido de fondo. ¿Acaso las voces de los fantasmas de los otros?

Nadie discutiría estas estrategias, si la calidad entre los premiados hubiese aflorado con cierta claridad y contundencia. Un visitante de la ciudad de Bogotá; diseñador, coleccionista y amante de las artes plásticas, me dijo que las obras más interesantes estaban fuera de la sala adecuada en la estación y que eso había salvado su paso por el circuito. Más tarde me di cuenta que, aquella obra a la que se refería, era un supuesto performance happening protagonizado por un grupo de jóvenes en condición de calle, empleando el eufemismo de ahora; homeless, clochards, mendigos o ñeros. (Nota: pongo diversos adjetivos, para que luego no se me califique de políticamente incorrecto...Hypocrite lecteur -mon semblable- mon frère. como diría Baudelaire; escoja el de su gusto) No voy a entrar a calificar tal opinión. La del visitante del salón. De una cosa estoy seguro, y es que, si mi obra consiste en lavarme los pies cada día, después de una extenuante deriva performática; para luego llegar a un estado de duda filosófica y angustia estética en el solar de mi casa; en donde me es difícil tomar una decisión para saber qué hacer con esas aguas servidas; lo más seguro, acudiendo al sentido común y a la razón pragmática, no daría esas aguas negras a beber a mi perro; de seguro, mi buen amigo canino moriría preso de convulsiones. No basta que una obra sea copia o adaptación de algun performance de Regina José Galindo; Buena parte del performance que se hace en Colombia, de alguna manera retoma, cuando no calca, lo que esta poderosa y valiente artista gautemalteca ha hecho ya, y mejor desde hace muchos años. Los war-profiteers del medio son muy buenos en obtener réditos a costa del dolor y sin dar los créditos; ya esto lo había descrito Carlos Salazar en alguno de sus textos. Pero qué podemos hacer; a veces, como en el poema de Rimbaud, el arte estaba en otra parte.

Y no voy a decir que el performance regional no tuviese historia de calidad; es más recuerdo (adentrándome en pequeña digresión con la venia de ustedes),  una muestra en la edición tercera o cuarta del María teresa Hincapié y que se dio en años pasados. Un artista de nuestra comarca, recorría las calles céntricas vestido de ceñida trusa negra, la espalda desnuda (velluda la espalda, tatuada la espalda). Le acompañaba una núbil asistente en minifalda con un carrito improvisado. Dentro del carrito se podían observar diferentes adminículos diseñados para producir placer o dolor; bueno, sin exagerar, estamos hablando de un pequeño gabinete ambulante para el éxtasis o el suplicio. Con estupefacción consideré que el maletín negro con el instrumental quirúrgico del doctor Farabeuf, que describiera Elizondo, parecería el neceser de una colegiala al lado de esta panoplia. Vi también, en lugar protagónico  una especie de látigo de cuero y rosas con espinas. El artista invitaba  a que, si uno pasaba del bárbaro leng tch´e,  narrado en la misteriosa obra del mexicano; al menos  se le azotara o se le diera una rosa. ¿Tal vez un masaje en la torturada nuca? No soy partidario de BDSM, a lo sumo encuentro placer en el sonoro spamking sobre las blancas y hermosas posaderas de mi amada. El Shibari en una época captó mi atención; pero un desafortunado accidente terminó mi idilio con esa práctica del bondage nipón. En efecto, la dominatriz inexperta con la que había pactado la sesión, tuvo el descuido de apretar la soga muy fuerte sobre mis…

No. En realidad, no quería participar de aquello. Pero ante la insistencia del artista y su agraciada lolita-nínfula-asistente, tomé el látigo y azoté; al principio con cierto pudor; luego tomé confianza y ante el rictus de placer que afloraba en el rostro del perfomancero gitano, con vehemencia y rudeza digna de un actor del teatro de la crueldad artaudiano; con la alegría vesánica de un poeta Dadá del cabaret Voltaire pasado de absenta, o la enajenación de un campesino cundiboyasence que interpretara a un legionario romano en procesión de pueblo, en época de semana santa. Después de aquella descarga; puse en las manos abiertas del actor citadino las rosas con espinas y apreté; apreté muy fuerte hasta que gotas de sangre brotaron de ellas e hilillos cristalinos de lágrimas bañaron su bronceado e hirsuto rostro. Me alejé de allí, en medio de la rechifla generalizada de un grupo de parroquianos de la plaza de Bolívar y aceleré el paso, cuando uno de los improvisados espectadores, en avanzado estado de alicoramiento, dirigía su mano burda y diligente a la funda de un machete tres cornetas, de uso corriente en estos escenarios, calificados por muchos(as-es-xyz) cabilderos(as-es-xyz), y jurados(as-es-xyz) de proto-agrarios y pre-modernos.

Continuemos…

La calidad,  contadas excepciones brillaba por su ausencia y lo que se presentaba como obras de arte solo eran excresencias de lo más trillado y banal del arte académico colombiano. Vuelvo y aclaro; soy un defensor de las artes plásticas como una manera de vincular las juventudes a las dinámicas del arte. Como uno de los medios más importantes para traer a las juventudes de Colombia a escenarios creativos, productivos y generadores de ideas progresistas. Como una forma de rediseñar nuevos futuros y vincular personas a las búsquedas de caminos de entendimiento y paz. Y entiendo que son jóvenes en procesos, madurando, en búsquedas de formas y lenguajes. Esto debe quedar claro. Como también que, un salón de artistas en manos de sus organizadores debería haber tenido en cuenta las características regionales del mismo y como tal, haber guardado las proporciones y el equilibrio de sus decisiones. Por lo tanto que se desarrolle la polémica, es apenas justo y siempre necesario. Agregaría que, mientras las políticas del gobierno central quede resumidas en unos cuantos premios que, como los juegos del hambre queden enredadas en las tramitologías burocráticas y expuestas a los manoseos de las maquinarias que operan al interior del ministerio de cultura; nunca llegarán a generar verdaderos procesos que incidan en los cambios radicales que requiere el campo de la cultura colombiana. Serán botín para oportunistas y castas de contratistas que saben cómo se hacen bien las cosas. Y agrego algo más: la importancia de la cultura está en que es la semilla-fuerza fundamental para arrancar a los jóvenes de la violencia; pero si esta semilla, queda congelada en los viveros privados de los cabilderos de profesión; nunca esas generaciones de jóvenes tendrán la oportunidad de sentir el llamado de algo diferente; algo que les muestre un camino alternativo a la violencia.  Y no se convertirán en propuestas alternativas de millónes de razones cooperativas culturales generativas y autogestionadas, para aprender a crear para la paz; y en donde podrían estar parte de las soluciónes.

 

 

V



Véritablement (Truly), 1968 Marcel Broodthaers

CUANDO TODO SE CIERRE… ABRIREMOS NUESTRO PROPIO MUSEO IMAGINARIO.

NADIE PODRA DETENERNOS.

 

V

 

 

Bueno y aquí vamos rematando…

De esto se trata todo esto: Te expones y te dan como a muñeco de Haití; luego ellos muestran el cobre, se exponen y a su vez reciben, como bacalaos en Semana santa…

¿No les parece natural? ¿Me paso de rosca? ¿Sí? Ok. Apretemos más.

El salón de artistas quindianos desde su creación ha tenido sus bemoles, sus altibajos. Buscar soluciones consensuadas sería lo ideal; pero no será fácil. Se hace crítica contextualizada, acompasada y disruptiva en este ensayo, para intentar alcanzar a comprender los mecanismos del dispositivo y sus posibilidades; además buscar alternativas que puedan desplegar una sana competitividad, una emulación de talentos, sin la intervención de agencias que canibalicen los procesos para luego imponer criterios. Intervenciones espurias y extra artísticas, son casi que imposible de impedir. Pero no por ello, los artistas independientes, librepensadores, catalogados por algunos como anarquistas; debemos guardar silencio. No nos sentimos impedidos a proponer alternativas que, aunque no son fáciles de llevar a la práctica; sí podrían significar procesos de búsquedas dialogantes en busca de nuevos derroteros.

Recogiendo inquietudes de diversos actores culturales regionales: Una primera idea sería, hacia el futuro acabar con los premios.

A simple vista puede sonar como algo no deseable, al fin y al cabo los artistas viven en su gran mayoría, en medio de la precarización económica. Pero sería una buena idea para que estos premios pasen a ser simbólicos y no propicien la tentación por la cleptocracia de grupitos de exclusión. Sobre todo se acabaría el negocio de la tercerización (que desde ya se impone) en donde los manejos non santos se prestan para todo tipo de componendas. Además si el Goncourt, uno de los premios más importantes del mundo en el campo de la literatura con sede en Francia, paga solo 10 euros; por qué un salón de artistas quindianos debería pagar  suma alguna. De esta manera, se abriría paso a un evento en donde sean las calidades estéticas, conceptuales, simbólicas de las obras, las que cobrarían protagonismo. 

Pero no se me adelanten; buscaré, teniendo en cuenta las ideas de los mismos artistas de la región, las posibles alternativas futuras.

1-Que se permita la participación de colectivos. De hecho ya se está haciendo. El salón pasado fue una muestra de ello. En ese caso las propuestas de Obras Colectivas, sería un paso a seguir interesante.

Las propuestas colectivas corresponden a una visión del arte que se diferencia de otras en sus formas y en su espíritu. No se trata de abandonar las propuestas individuales que tienen solo componente simbólicos o estéticos; se trata de abrir camino a propuestas que puedan, además de sus aspectos formales, llevar, un componente social desde una mirada de equipos artísticos.

Las obras laureadas, o seleccionadas, o reconocidas; no serían donadas al gobierno. El (la-le-xsw) artista (los-las-les-xsw artistas) serían dueños de las y podría venderlas cuando quisiera. Si el gobierno municipal, departamental o la empresa privada, decidiera comprarlas; debería adquirirlas por sumas justas y no por las sumas miserables que suelen dar en estos concursos y que a todas luces son paupérrimas después de los descuentos leoninos a las que son sometidas.

Que esas partidas presupuestales, las de los premios; se invirtieran mejor en buenos catálogos que puedan visibilizar las obras de los artistas; en proyectos colectivos (creativos y cooperativos), por ejemplo: el capital semilla para la creación de una imprenta artesanal (grabado, linograbado, serigrafía, etc.) para artistas que trabajan en proyectos de imagen y pequeñas editoriales. Después, estos proyectos podrían tratar de ser enfocados en prácticas destinadas a los sectores populares, como una forma de poner a la comunidad artística en función de redes culturales creativas autosuficientes y no en rencillas de colectividades enfrentadas. Esto se ha hecho ya en muchos paises y sus resultados son beneficiosos para todos. Es decir crear el ecosistema cooperativo cultural, que pueda generar redes autosuficientes y no colectivos baldados, acríticos y genuflexos, ejercitados más en el arte de la ramplonería politiquera y no en labores de creación y proyección social. Una imprenta  artesanal cooperativa; puede hacer a todos los partícipes de un salón copropietarios y asociados. Desde allí se pueden generar ideas, campañas sociales, culturales y ecológicas que se manifiesten con impacto real en la sociedad.

Un taller de cerámica cooperativo con sede en una vereda o un municipio; un  pequeño estudio de grabación; un equipo de video y cinematografía, actualizado y moderno; una estación de radio cultural comunitaria; un estudio de diseño gráfico y animación; pueden convertirse en las semillas de microempresas artísticas y artesanales que ofrezcan productos audiovisuales, culturales, informativos, publicitarios a otras empresas de la región. Se requiere buscar ideas, explorar opciones de trabajo que sean auto sostenibles, que puedan acceder a créditos cero intereses. Y que puedan representar, en vez de un  premio, una labor colectiva de trabajo enfocada a unas redes de arte verdaderamente relacionales y en libertad. Repartir tintos y empanada a lo Rirkrit Tiravanija, o Tiravagina como decía un amigo; es muy bonito y muy sabroso cuando come el oso; partiendo de ese gesto sencillo y colaborativo, se puede ir hacia procesos más complejos. Son solo ejemplos, nada más. No pretenden ser modelos a seguir; pero como dicen los mexicanos; si encuentras el comienzo del camino, por ahí te vas. Si podemos encontrar senderos alternativos; si podemos rescatar los presupuestos públicos de la cultura y ponerlos al servicio de las comunidades en diálogo con la gente. Generando ideas creativas y productivas autosuficientes; nuestro ecosistema se habrá enriquecido, dinamizado y de seguro podremos comenzar a caminar por nuestra cuenta.

 

2-Descentralizar el salón y hacerlo en los municipios.

Esto implica que si un salón es regional, se debe empezar a pensar en hacerlo en épocas diferentes y en diversos municipios, para que los artistas de esos municipios puedan presentar una propuesta organizativa y a la vez tener mayores facilidades de presentar sus obras. Esto puede generar nuevas dinámicas que partan de lo regional, deslocalizando los espacios, creando nuevos corredores simbólicos que expresen nuevas lecturas de lo regional, de manera directa sin la mediación de un centro cultural. Parecería poco, pero creo que podrían tener una repercusión importante a futuro.

Es difícil a simple vista rediseñar parte del panorama; ya que no se trata de cambios radicales sino de cambios progresivos y generativos. Esto debe ser discutidos cara a cara con los gobiernos locales y con las burocracias locales. (Muchas de ellas seran difíciles de convencer; ya que como rémoras bajo el buque de las instituciones, se enganchan y siguen la corriente). Sin ese debate, nunca jamás se podrán superar estas taras; es necesario un foro abierto por la cultura, sin dilaciones y sin disculpas; si no se hace ahora, terminarán los artistas independientes y algunos colectivos de honestidad comprobada; convertidos en las plataformas, sobre las que se despliegan todo tipo de oportunismos, puestas al servicio de los engranajes politiqueros, que siempre han visto el sistema de cultura como un mecanismo para pagar favores; y para quienes la ética de la gestión pública es un trapo, que se lo pasan con frecuencia por ese lugar en donde la espalda pierde su noble nombre. Y creo que esa no es la idea.

 

3- Gestión colectiva organizativa.

Hacia el futuro este salón debería ser una muestra gestionada por colectivos culturales representativos de la plástica quindiana. Y quiero ser más específico cuando digo colectivos; no digo oenegeros con patente de corso. Digo y hablo de mesas amplias y representativas del trabajo con representantes de las diversas fuerzas colectivas de las artes y la cultura. Si queremos generar trasparencia y calidad, si queremos potencializar las propuestas más dinámicas, algunas dentro de la tradición y otras del avant garde; si queremos abrir el salón a las miradas críticas, vanguardistas y conceptuales; pero también, a saberes y quehaceres tradicionales (de hecho, en el pasado hubo salones con estas caracteristicas, es necesaio reconocerlo). Si queremos en fin poner a dialogar el salón con la sociedad y con el ecosistema del arte regional y nacional, no solo tratando temas de cosecha y de café, sino temas universales a la condición del ser humano en el planeta. Si queremos también, abordar y revisitar los debates actuales de las artes plásticas. No podemos quedarnos pendientes del juicio crítico de Bogotá, Cali o Medellín; debemos primero crear propuestas regionales independientes y alternativas entre Manizales, Pereira y Armenia. Esto, en el pasado ya se ha hecho, no es nada nuevo; pero esas dinámicas se perdieron. Hay que retomarlas y dinamizarlas. Darle continuidad a  una serie de foros abiertos ciudadanos por la cultura, en donde la opinión de los artistas sea tenida en cuenta y tenga peso. Y esto es importante, ya que desde hace muchos años existen propuestas en este sentido, pero nunca se ha dado una retroalimentación cultural que se mantenga en el tiempo; esta, casi siempre, se ha quedado en mensajes de buenas intenciones. Eje cultural cafetero; no solo es un paisaje; es también un territorio en ejercicio de libertad inmerso en dinámicas de creación. Necesitamos espacios transversales que pongan a los creadores a dialogar y por qué no, debatir con sus obras. De eso va un salón; a veces los debates pueden parecer un poco radicales; pero si los miramos con desapasionamiento, vemos que no se trata de confrontar; si no de enriquecer la escena conceptual.  

Siempre habrá juicios subjetivos para calificar cualquier propuesta; pero una propuesta puede generar otras más ajustadas a la realidad y casi siempre más creativas y brillantes. Si queremos salir de la mediocridad crítica, si queremos hacer justicia a los artistas que se esfuerzan por presentar obras con potencialidades estéticas que trasciendan y no se queden en sloganes y consignas. Si queremos proyectar la labor de colectivos que desean aportar socialmente, (de hecho ya lo hacen, sin apoyos de ningún tipo). Si queremos empoderar a los artistas, y no someterlos al control de los cabilderos que ya imponen su ley en torneos culturales y simbólicos mediante la descafeinazación de las discusiones. Es hora de abrir la mesa y escucharnos cara a cara.  De lo contrario jugadas de gabinete quedarán al frente de los proyectos; alternativas organizativas quedarán relegadas a la memoria de los lectores atentos. Allí como fantasmas suspendidos en una nube de polvo y depositadas sobre el hollín y la carcoma. Es preferible siempre, liderazgos consensuados y colectivos en libertad, que mediocracias en control de los dispositivos simbólicos.



Enviamos la fontaine al Armory Show hace mas de 100 años; 
y desde entonces, no nos han dejado tranquilos...


 

Notas:

1-Sendero del Borderline.

 https://griffosdenneonn2.blogspot.com/2018/08/el-sendero-del-border-line.html

 

 

2-Manual de estilo del arte contemporáneo

http://vereda.ula.ve/curador/assets/docs/PH_MANUALDEESTILODELARTECONTEMPORANEO_PabloHelguera,SF.pdf

 

3-El círculo del arte.

https://www.academia.edu/27169420/George_Dickie_El_circulo_del_arte_EXC_EXC

 

 

4-Apuntes para una crítica inoperante

https://esferapublica.org/debate-sobre-la-censura/

https://esferapublica.org/apuntes-para-una-critica-inoperante-45-salon-de-artistas-nacionales/

 

5-El fraude del arte contemporáneo. Camnitzer:

https://desarmandolacultura.files.wordpress.com/2018/04/el-fraude-del-arte-contemporaneo-avelina-lesper.pdf

 

6-El maestro ignorante Ranciere:

https://www.eafit.edu.co/centro-integridad/guias-docentes/SiteAssets/El%20Maestro%20Ignorante.pdf


viernes, 3 de noviembre de 2023

Institute Benjamenta, de los hermanos Quay

 

Grandes escenas literarias

Walser y el regreso al Instituto Benjamenta

IÑAKI EZKERRA

No es una escena concreta o, mejor dicho, sí es una escena, pero no de la novela sino de una obrita de teatro que está dentro de la novela. En la escuela de mayordomos que describe el escritor suizo Robert Walser (1878-1956) en ‘Jakob von Gunten’ se adiestraba a los alumnos severamente para no ser nada en la vida. Dentro del estricto programa pedagógico por el que se regía esa peculiar institución, se hallaba la representación teatral de escenas humillantes que prepararan a los muchachos para el destino que les estaba exclusivamente reservado el día de mañana: ser unos ceros a la izquierda. Jakob, el protagonista y narrador, cuenta cómo interpretan comedias que siempre concluyen «con la glorificación de los que sirven con modestia». El ejemplo que pone es realmente sabroso. Un exalumno de ese instituto solicita a una señora la mano de su hija y acepta con resignación de mindundi vocacional el más rotundo no por supuesta:

La madre: «No puedo darle a mi hija por esposa. Es usted demasiado pobre».

El héroe: «La pobreza no es un vicio».

En otro momento del impagable diálogo la negativa llega al escarnio:

La madre: «Dígame, caballero, ¿dónde cursó usted sus estudios?»

El héroe: «Mi estimada señora. Soy exalumno del Instituto Benjamenta. Disculpe el orgullo con el que se lo digo».

La hija: «Ah, mamá, mire cómo se comporta. ¡Qué modales tan finos!»

La madre (con severidad): «Déjame en paz con los modales. Hace ya tiempo que a nadie le importan los modales aristocráticos. Pero usted mismo, señor, tenga la bondad de decirme, ¿qué ha aprendido en el Instituto Bagnamenta?»

El héroe: «Disculpe, pero el Instituto se llama Benjamenta, no Bagnamenta. ¿Qué he aprendido? Pues, para ser sincero, debo decir que muy poco. Pero hoy en día no tiene mayor importancia saber mucho, usted misma tendrá que admitirlo».

Tras esa brillante exposición, el solicitante recibe su merecido:

La madre: «Mi apuesto caballerito, me haría usted un favor inmenso alejándose y no volviendo nunca más por aquí».

El héroe: «¡Qué osadía, darme esas órdenes! Pues bien, sea. Me marcho, adiós».

En esta metaliteraria escena, Walser refleja con ironía la crisis de valores sociales del cambio de siglo (la novela fue publicada en 1909) que se resolvería con la Guerra del 14 y que acabaría con todo un modelo de vida, con la vieja Europa parasitaria de los rentistas ociosos y sus refinadas clases subalternas, para dar paso a la nueva Europa pragmática del comercio y la producción. Walser cuenta en esta ficción, con un humor expresionista que prefigura a Kafka, lo que contaría Thomas Mann en ‘La montaña mágica’, otra novela en la que el personaje flota en un extemporáneo sanatorio de los Alpes suizos que es otra irreal y caduca institución. ‘Jakob von Gunten’ cobra una inesperada vigencia en la actual Europa de la crisis en la que a los jóvenes les adiestramos severamente exigiéndoles mil carreras y másteres para acabar de taxistas. El Instituto Benjamenta reabre, después de un siglo, sus viejas puertas.