martes, 15 de junio de 2021

SOPA DE WUHAN

 




ENSAYO BIBLIOGRÁFICO

Capitalismo, pandemia y crisis global: reflexiones sobre la covid-19 y nuevas formas editoriales

Capitalism, pandemic and global crisis: reflections on the covid-19 and new editorial forms

1 University of Southern California, CA. Correspondencia: correapo@usc.edu

Sopa de Wuhan. Editado por Pablo Amadeo. ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio), 2020. 188 págs.

La fiebre. Editado por Pablo Amadeo. ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio), 2020. 262 págs.

El mundo entero ya lleva al menos tres meses lidiando con las peores consecuencias de la covid-19: hospitales abarrotados, varios miles de muertos, economías frenadas, aislamiento y distanciamiento social, sumados a la incertidumbre sobre cuándo vamos a poder volver a la normalidad. A esta altura, Europa ya parece haber pasado lo peor. España e Italia, los países más golpeados, empiezan a mostrar síntomas de recuperación. También Francia comienza a levantar algunas de sus estrictas medidas de defensa contra el virus. Mientras tanto, Estados Unidos aumenta su cifra de infectados y de muertos, siendo el estado de Nueva York el más golpeado. La crisis allí ha destapado la perversidad de un sistema de salud fuertemente privatizado que deja sin acceso a la salud a millones de personas que no cuentan con los recursos necesarios para recibir atención. Por último, dentro de América Latina se presentan situaciones diferentes: Brasil es, por lejos, el país más afectado en cuanto a número de fallecidos, pero el escenario en Argentina y Chile ha empeorado de manera muy pronunciada en los últimos días. La situación en Perú y Ecuador también es grave. Mientras tanto, Uruguay es uno de los países que mejor ha sabido lidiar con el virus, con entre 1 y 10 casos nuevos diarios y una cifra de fallecidos que, hasta la fecha en que se escribió este ensayo, llegaba a 20.

Este escenario de novedad e incertidumbre ha llevado a varios intelectuales y académicos de Occidente a esbozar sus reflexiones en torno a la crisis del capitalismo, la destrucción del medio ambiente, el estado de excepción y sus mecanismos represivos, la vigilancia y el control social y la regularización biopolítica, entre otras cuestiones, todos problemas que la covid-19, en algunos casos ha dejado en evidencia y en otros intensificado. Entre varias recopilaciones que circularon por las redes en formato PDF, la iniciativa editorial ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio) publicó dos tomos titulados Sopa de Wuhan y La fiebre. El primero recoge principalmente la palabra de intelectuales europeos y norteamericanos de renombre, aunque también aparecen tres nombres latinoamericanos. El segundo tomo compila textos que fueron escritos desde una perspectiva netamente latinoamericana, destacando el pensamiento de sociólogos, historiadores, periodistas e investigadores principalmente del Río de la Plata.

El texto que abre Sopa de Wuhan pertenece al filósofo italiano Giorgio Agamben, publicado originalmente en el mes de febrero en el portal quodiblet.it. Agamben se ha forjado un nombre en el terreno del pensamiento filosófico occidental a partir de su continuación --él diría “corrección”-- del concepto de biopolítica, elaborado inicialmente por el filósofo francés Michel Foucault a fines de los setenta, y su fusión con la teoría de la soberanía del jurista alemán Carl Schmitt. En su obra más importante, Homo sacer: poder soberano y la nuda vida, publicada originalmente en 1995, Agamben señalaba la novedad de la biopolítica moderna: la entrada de la vida desnuda (es decir, la vida biológica) en los mecanismos y cálculos del poder estatal en la forma de una inclusión exclusiva. Lo que quiere decir con esto es que los cuerpos son incluidos en la forma de su abandono a la muerte, desprovistos de toda humanidad. El abandono de la vida se produce cuando el Estado soberano se convierte en un Estado de excepción y las libertades son suspendidas, eliminadas en nombre de una aparente amenaza con el fin de perpetuar todo tipo de calamidades.

Sopa de Wuhan recoge dos intervenciones de Agamben sobre la covid-19. En la primera, el filósofo dice lo que ya venía diciendo desde que inició su proyecto del Homo sacer: que el Estado de excepción se ha convertido en la norma y que el coronavirus es tan solo una manifestación más de esto. Aparte de la carencia de novedad de su argumento, lo que más se le critica a Agamben es el extremismo de sus declaraciones. En este caso, el confinamiento y el distanciamiento social parecen medidas razonables: fueron y son necesarias para frenar el avance de un virus que no es solo una gripe más, como la define él mismo en su columna. El decreto de emergencia sanitaria es entonces comprensible, lo que no quita que pueda llevar (y ya ha llevado en algunos países) a acciones antidemocráticas de vulneración de derechos humanos o a una extensión de los dispositivos de seguridad. Pero Agamben ve en estas medidas de distanciamiento social solo la manifestación de la malicia extrema del Estado.

Un camino similar parecería tomar la activista boliviana del feminismo radical María Galindo quien, en sus reflexiones, define al coronavirus como “una forma de dictadura mundial multigubernamental policíaca y militar” y como una absurda orden de distancia y confinamiento. Incluso asevera que podría ser el Holocausto del siglo XXI, como si el virus tuviese una racionalidad propia y como si los llamados al confinamiento, de vuelta, no fueran vitales para luego poder salir con más fuerza y determinación políticas. Galindo llama a desobedecer; pero desobedecer, en las actuales circunstancias, es más un gesto de autodestrucción que otra cosa, o al menos es el sentimiento que subyace detrás de la paralización de la decena de estallidos sociales que ocurrían en el mundo en el momento en que surgió la pandemia y cuando se decretaron los estados de emergencia a escala planetaria. Galindo agrega que el espacio social de acción democrática (las calles, el contacto cara a cara) ha sido eliminado, pero eso era algo inevitable. Lo que cabría preguntarse entonces es qué tipo de acción política puede tener lugar bajo estas circunstancias. Un ejemplo que viene a la mente es el de la Marcha del Silencio en Uruguay, un movimiento multitudinario que se lleva a cabo cada 20 de mayo para recordar y exigir justicia por las personas que fueron desaparecidas durante la dictadura cívico-militar y que, este año, tuvo que adoptar un nuevo formato -virtual y también con intervenciones en distintos lugares de la capital del país- que la convirtió en un acontecimiento igualmente emocionante y removedor.

La filósofa norteamericana Judith Butler, reconocida por sus trabajos sobre género y por sus miradas políticas con respecto a la manifestación del poder y la precarización de la vida, fue una de las más críticas de la posición de Agamben. En una entrevista que le realizó La Tercera de Chile en abril de este año argumenta que, ante la situación actual, se necesita una acción gubernamental sólida para poder garantizar la distribución equitativa de recursos médicos y el cuidado de los ciudadanos. Pero es imposible que esto pueda darse en el marco del sistema capitalista en el que vivimos. Butler denuncia las desigualdades ocasionadas por el capitalismo y propone revitalizar el “imaginario socialista” a través de un sistema de salud público y universal que considere a todas las vidas como iguales y de una sociedad que respete los derechos de todos. Las luchas políticas encarnadas en los movimientos sociales dan pie para pensar en otro tipo de sociedad más libre, igualitaria y democrática. En su último libro traducido al castellano, Cuerpos aliados y lucha política: hacía una teoría performativa de la asamblea, Butler ya había hecho énfasis en la importancia de la asamblea, entendida como la aparición conjunta de “cuerpos precarios” que se enfrentan al poder institucional. La precariedad es un concepto clave para comprender la lógica de exclusión del sistema capitalista que engloba a todos esos cuerpos que no se “adaptan” a lo que se espera de ellos. Los “cuerpos precarios” refieren tanto a los pobres como a las personas negras, los latinos, los individuos del colectivo LGTBI, los movimientos feministas y todos aquellos que reclaman día a día sus derechos y los pone a prueba. Tras la formulación del filósofo francés Jacques Rancière, se podría decir que estos actos de enunciación son los que dan lugar a procesos de subjetivación política a partir de la construcción de escenarios de disenso.

El disenso o el desacuerdo con respecto a la distribución de lugares y formas de ser y hacer determinadas por el poder que emana de la institución del Estado y de las relaciones sociales configura el espacio de aparición y expresión políticas. Aquí las reflexiones de Butler sobre la vida precaria y el carácter performativo de la asamblea y las de Ranciére con respecto a la subjetivación política encuentran una posible articulación. Los cuerpos precarios se transforman en sujetos políticos cuando desafían la situación en la que los coloca el sistema capitalista dominante rehusándose a ser identificados de una determinada manera.

Butler no es la única que denuncia las graves deficiencias del capitalismo que gobierna el mundo. El teórico esloveno Slavoj Žižek, una figura tan conocida como polémica dentro del mundo de la academia, expresa -en su intervención titulada “El coronavirus es un golpe al capitalismo a lo Kill Bill”- que el virus puede dar fin al capitalismo y dejar el camino allanado para la instauración de un “nuevo comunismo” que se funde en la cooperación y en la solidaridad internacional. Tomando como referencia la escena final del filme Kill Bill vol. 2 de Quentin Tarantino, Žižek dice que el virus sería como la “técnica del corazón explosivo de la palma de cinco puntos” que Uma Thurman le asesta a Bill, aplicado en este caso al capitalismo. Recordemos que, en la película, luego de acusar el golpe, Bill sigue hablando durante algunos minutos con su atacante como si nada hubiera pasado hasta que se levanta de su silla, da unos pasos y finalmente cae muerto sobre el césped. Según el esloveno, el virus tendría el mismo efecto sobre el actual sistema global. Las palabras de Žižek ofrecen una perspectiva más fresca que la de varios de sus contemporáneos, cuyas reflexiones se tornan repetitivas. No parece haber dudas de que el virus está mostrando las ineficiencias estructurales del sistema. Sin embargo, ¿puede efectivamente un virus derrocar al capitalismo?

El surcoreano Byung Chul Han, un filósofo que se ha vuelto popular con ensayos como Psicopolítica, La sociedad del cansancio y La expulsión de lo distinto, entre otros títulos, le responde a Žižek en su entrada “La emergencia viral y el mundo del mañana” que el coronavirus no es capaz de producir un cambio radical por sí mismo. Si algo va a poner fin al orden capitalista no es un virus, sino la acción humana. La revolución tendrá que venir de la solidaridad colectiva. Las palabras de Han parecen razonables, pero lo más interesante de su intervención es la manera en que describe los mecanismos de vigilancia extrema que operan en los países asiáticos, algo que no se aprecia en toda su magnitud por estas latitudes. Provoca escalofríos leer cómo el estado chino controla, en forma minuciosa y a través de aparatos tecnológicos, la vida de sus ciudadanos. Allí no existe la vida privada y tampoco hay conciencia crítica de la vigilancia impuesta, explica Han. Sin embargo, este sistema de control digital logró vencer al coronavirus más rápidamente y los asiáticos fueron los primeros en recuperarse de la covid-19 gracias a ello. Ante el éxito de estas tecnologías, Han cree que el estado policial chino podría exportarse a Europa.

En América Latina se ve poco posible asistir a un grado tan sofisticado de control biopolítico, pero eso para nada quiere decir que no sea probable ver brotes autoritarios que suspendan libertades de manera innecesaria. Se ve con cierta preocupación la creciente militarización de las calles, donde el ejército realiza tareas que no le competen como es la seguridad pública. Es un fenómeno del que hemos sido testigos en el último año y que se puede intensificar en el escenario actual. Asimismo, se puede recordar la brutal represión contra la revuelta popular en Chile a fines del año pasado, el país de América Latina que sufre la expresión más pura del capitalismo.

El investigador y activista uruguayo Raúl Zibechi y el geógrafo marxista y profesor estadounidense David Harvey también hacen mención en sus apariciones a la capacidad que demostraron los países asiáticos para recuperarse de los efectos del coronavirus. Por un lado, Zibechi esgrime que tanto Europa como Estados Unidos se hundirán en una profunda crisis económica, mientras que Asia va a erigirse como la próxima potencia y referencia en cuestiones de economía y de control social. Agrega que la pandemia va a destruir la globalización neoliberal y que surgirá una globalización “más amable”, con China en su centro, sin profundizar en lo que significa “más amable”.

Por otro lado, Harvey destaca la reacción de los países asiáticos, aunque argumentando que, si bien China logró frenar el virus de forma muy eficaz, lo hizo al costo de un control extremo y autoritario. Los países neoliberales no han tenido tanta suerte. Ante el diagnóstico de que el sistema capitalista ya estaba en problemas, Harvey explica que el coronavirus propició un golpe devastador al afán de consumo masivo con el congelamiento de todo tipo de actividades lucrativas. De manera general, sus apreciaciones hasta aquí no parecen muy novedosas. Sin embargo, Harvey introduce una preocupación que no había sido abordada hasta el momento y que refiere a la cuestión ambiental al decir que, con el coronavirus, la naturaleza se está “vengando” de décadas de extractivismo neoliberal, cuyas acciones llevan a condiciones ambientales precarias que propician un ambiente perfecto para la mutación y expansión de los virus.

La temática ambiental, que casi no fue mencionada en los textos que recopiló Sopa de Wuhan, ocupa un lugar central en las reflexiones que podemos leer en La fiebre, el segundo tomo publicado por ASPO. La escritora e investigadora argentina Maristella Swampa presenta en su texto la preocupación ante cómo se ha omitido la discusión sobre la cuestión ambiental, considerando que la destrucción de los ecosistemas propicia el nacimiento y la expansión de estos virus. Nadie habla de las causas socioambientales de la pandemia, dice Swampa. Mientras no se reconozca este problema y se haga algo para mitigar su impacto, enfermedades como el coronavirus van a darse cada vez con más frecuencia. Lo mismo es señalado por la profesora de filosofía e investigadora Mónica Cragnolini, la investigadora uruguaya Silvia Ribeiro, la periodista Marina Aizen y los historiadores Ariel Petruccelli y Federico Marré.

En este segundo tomo también aparece la denuncia de las pronunciadas desigualdades en América Latina, los peligros de la universalización del paradigma securitario y el llamado a la libertad colectiva. El cientista social argentino Esteban Rodríguez Alzueta expresa, por ejemplo, la importancia de la distinción entre una prevención basada en la enemistad y otra en la amistad, considerando que no todo el mundo puede transitar por la cuarentena de una misma manera. Se pregunta por la posibilidad de una prevención que sea solidaria y no tanto punitiva. Petruccelli y Marré coinciden con Rodríguez Alzueta al señalar dos ejemplos: una persona que es agredida a pedradas por el vecino por haber salido a la calle y un joven que es agredido en la cabeza con balas de goma por la policía, sin que hubiera ninguna orden previa. En La Pampa, donde sucedió el último episodio, los autores explican que hay muchas detenciones por violación de la cuarentena. Esto no lo dicen ellos, pero la situación en La Pampa puede extenderse a la Argentina entera, considerando que el país rioplatense tiene más detenidos que contagiados y la situación dista de estar controlada.

Las lecturas de estas publicaciones permiten reflexionar sobre hasta qué punto la presencia de este virus y los mecanismos de control sanitario a los que da lugar podrían ocasionar cambios radicales en la vida cotidiana. También permiten pensar si el capitalismo podrá retornar con la misma fuerza una vez superada la situación. De lo que no quedan dudas es de que la covid-19 trajo a la superficie sus problemas estructurales y destapó su lógica perversa, invitándonos a imaginar modos de disrupción política.

En este sentido es que los proyectos como los de ASPO son interesantes e iluminadores, aunque a veces las reflexiones allí reunidas se vuelvan repetitivas o incompletas. La importancia de la iniciativa radica también en presentar un nuevo comportamiento en el mundo editorial: la circulación de una publicación sin costo y en versión digital a través de las redes sociales. En ese sentido, ¿tiene este tipo de edición algo que ver con la aplicación o puesta en práctica de acciones de solidaridad y no de consumo? Parece ser que sí, y esto es algo a destacar.

21 de mayo del 2020


https://www.elextremosur.com/files/content/23/23684/sopa-de-wuhan.pdf





viernes, 4 de junio de 2021

EL GRITO Y EL GHETTO

 

"Changó" Garratz (óleo sobre lienzo / 2001)


EL GRITO

Y

EL GHETTO

Por:

Omar García Ramírez

 

 

La libertad comienza a construirse

ahí, en el microespacio en el que es convocada a emerger

Anne Querrien

 

El grito sobre el puente…

Sobre la ladera de la cordillera. En los valles. En las calles.

Encarna la indignación general.

¿Qué hacer con 10 millones de hambrientos?

¿Qué hacer con 20 millones de pobres?

¿Qué régimen del mundo puede contener millones de conciencias que han despertado del letargo autoritario; de la hipnosis causada por sobredosis de propaganda inoculada desde medios masivos de alienación?

La marcha popular se abre camino tras el peso de la memoria violentada. La violencia sistémica, estructural y simbólica, por tanto tiempo ejercida contra segmentos ciudadanos excluidos de la participación social, económica, educativa y cultural de nuestra población. Ha estallado en rebelión.

La raza de Caín, de la que hablara una escritora de estos pagos, para quien esos colectivos sociales son pozos oscuros de resentimiento y violencia. La misma que dijo molesta, que invocando a su verdad los indígenas colombianos eran dueños de la 30% de las tierras de Colombia (ella de raíces cundiboyacenses y acentuados rasgos muiscas). Ha comenzado a caminar en oleadas, en redes, en rudas fiestas carnestolendicas de calle y en plataformas de lluvia y fuego.

Cuando la gente ha sido reducida tanto tiempo a vivir en un ghetto de violencia cotidiana. Cuando además, se suma la precariedad de una pandemia que ha sido instrumentalizada para ejercer más violencia y espoliación económica; La catarsis no es la ofrenda religiosa o piadosa que se puede esperar como respuesta. Es la sangre a los dioses tutelares de la rebelión lo que aparece.

En algunos distritos especiales de las grandes ciudades colombianas, los jóvenes han resistido durante décadas los atropellos de la fuerza pública y los abusos del poder. Su vida limitada por la desilusión y la pobreza esta permanentemente sitiada, limitada y encerrada.

La salida esporádica de su condición de apartheid simbólico, los lleva a internarse en las fronteras urbanas en donde su condición de extraños será siempre sospechosa e incómoda. Como tal, es un segmento de la amplia población juvenil más fácil de macartizar. La deformación de su protesta, será el objetivo de los medios tradicionales. Como tal será el chivo expiatorio a condenar, la oveja negra y cimarrona a abatir en medio de las refriegas.

Los jóvenes colombianos de las universidades, tienen más claro el panorama; unas reivindicaciones que de alguna manera encajan en las posibilidades del contrato social; que tiene más rasgos del sindicalismo gremial estudiantil y como tal asume las características de una protesta brillante y creativa más acorde con la vida civilizada. Los jóvenes de las barriadas, por el contrario, esos que limitan económica y estéticamente con el lumpenproletariat, no tienen esa claridad meridiana; pero su ira es radical y poderosa. Estos grupos no están unificados. Los valores y las cualificaciones que los atraviesan son múltiples, pero inoperantes en el sistema de producción. Su accionar, es de cierta forma, el de sus ancestros esclavos que viviendo como cimarrones en los palenques salían en épocas de crisis, a una zona de violencia purgativa. Ya lo anotaban Adriaan Alsema de Colombia Reports en su estupendo ensayo White supremacy in Colombia, (1) en donde estudia los orígenes de esta problemática que hunde sus raíces en la esclavitud y la colonia del valle del cauca colombiano.

 

Sin embargo, debemos decir, que no es del todo cierto lo anterior, ya que la protesta de la mayoría de los colectivos juveniles de estos barrios, fue en un principio pacífica. Esto no sirvió; fue de inmediato estigmatizada sobre todo por las grandes cadenas de información o propaganda del sistema. Ya se marcaba una fuerza de diferenciación en el tono de la protesta frente al sindicalismo obrero y la academia. Los jóvenes estaban mediados y de cierta manera, distanciados por un habitus que no se podía clasificar. La rudeza del barrio marginal es otra forma de resistencia, que tratará de ser descalificada desde un principio; así esa violencia, sea la mayoría de las veces, defensa colectiva ante los atropellos de las fuerzas policiales. No es que las diferencias sean marcadas, son sutiles, pero existen. Era el día de la primavera lírica y teatral de los educandos indignados y la noche, para el baile violento de los que sobran.

Parte de la sociedad que vio como una amenaza esta oleada de indignación, esa rudeza de los desequilibrios telúricos que comprometían su seguridad y la estabilidad en el zigurat de sus convenciones sociales, comenzó a tambalearse; comenzó a comprometer límites y luego pasó a desatar una guerra directa fruto del miedo y la ignorancia, el desconocer la verdaderas razones del otro. Es la forma en que las sociedades responden ante la falta de mecanismos verdaderamente democráticos como forma de entender las diferencias, virtudes y  falencias del otro.  La falta por décadas de un dialogo y un contrato social; reformas vitales por décadas postergadas en favor de los apetitos monetarios de una minoría usurera que, como el Shylock del mercader de Venecia de Shakespeare, afilan el cuchillo sobre el pecho de los desheredados y carnean sin piedad. Fascinación obscena del poder arropado y defendido a muerte por un segmento importante de la burocracia corrupta y psicópata.

Así que comenzó a darse una guerra asimétrica contra los extraños, los fronterizos, los afro, los indígenas que venían de los resguardos a las ciudades; contra los jóvenes marginales que venían pisando fuerte y exigiendo reivindicaciones amplias de ribetes pintorescos y a veces gaseosos; Esas marchas, esos bloqueos, esas maratónicas sesiones de lucha popular prolongada, causaron pánico entre los biempensantes y algunos malpensantes domesticados por la institución.

De otra parte, allí, en aquellas rebel partys se da y se sigue dando, el encuentro entre el punketo y el metalero; el del karaoke místico y el sufí ermitaño y gondolero. Entre el anarco de la haine y el skinh head más rudo. Ya que en el fondo, todos han recibido la misma paliza bajo la lluvia acida y helada de la gran capital. El grito indignado del travesti activista, que se ha bajado de su carroza del gay festival y se ha plantado en la trinchera de los de primera línea sin dejar de danzar con sus ropajes de drag queen en medio de los gases lacrimógenos. Pero allí todos estaban manteniendo la fuerza de primera línea en el núcleo fraterno de ese sueño.

Salud, oportunidades de trabajo, Estudio, vivienda digna, (a muchos de sus padres, durante más de treinta años en ciertos distritos de Cali como el de Siloé, las autoridades de la ciudad, no les han entregado la documentación que los acredite como propietarios).

Uno, dos, tres tal vez cuatro, cinco colectivos juveniles que marchan en la corriente de un mismo rio y en una misma dirección. ¿Cómo unir esas corrientes sin perecer en el intento? ¿Cómo hacer avanzar el rio para que llegue a un mar, a un puerto y pueda limpiarse de sus sedimentos?

Algunos ejemplos prácticos y que se originaron al calor de la marcha llaman la atención; jóvenes futboleros de las barras bravas de la capital depusieron los colores de sus clubs y se unieron (unen) como espartanos en primera línea. ¿Podrán los políticos colombianos que dicen encarnar el nuevo país y los líderes sindicales que representan a la clase obrera, y los intelectuales que dicen encarnar lo más granado y genuino de las virtudes civiles, deponer diferencias, declinar intereses y fobias para unirse en primera línea con la sociedad, que en su mayoría quiere un cambio? Es de resaltar el gesto de políticos esclarecidos dentro de la izquierda colombiana, quienes han  declarado reconocer a los jóvenes en rebeldía, como a su verdaderos interlocutoras; conscientes del malestar que cruza todas las vertientes de la sociedad precarizada pero sobre todo manifestada en la juventud sin futuro y sin presente.

¿Podrán las diferencias que existen desde años atrás, heredadas de los viejos sectarismos de periclitadas capillas políticas deponerse, en pos de un gran encuentro de voluntades y hacer crecer el rio para llegar a buen puerto?

Difícil tarea pero no imposible.

Muchos imaginarios reivindicativos sobre la palestra.

En el último peldaño de esa escala de reivindicaciones ellos los que están en la primera línea. No pueden quedar olvidados. Y no se trata de discursos anarquistas o vandálicos. Se trata de dignidad humana, ya que esta, hace tiempo, corre el riesgo de entrar en un territorio en donde la esclavitud pstmoderna será su único destino.

El gobierno espurio y criminal, arropado por una traquetocracia y una gavilla de asesinos corporativa. Sigue vigilando y castigando (asesinando) bendecida por los medios tradicionales de prensa y propaganda. Ahora bien, dentro de los colectivos uniformados esta también el pueblo; ya que como han reconocido algunos estudiosos de los conflictos sociales entre ellos Dennis Rodgers (3) el antropólogo y estudioso de los conflictos sociales juveniles en las grandes ciudades del mundo contemporáneo; quien señala como el pueblo uniformado responde con violencia ya que ha vivido de cierta manera inmerso en esa violencia por tradición de clase. Esas corporaciones profesionales de vigilancia y control, buscan sus peones entre las clases populares. Es por esto que, esa confrontación buscada y casi siempre manipulada por la gran burguesía, es alimentada y sutilmente exacerbada para después, de manera hipócrita darle la espalda a quienes son instrumentalizados como actores de represión y violencia contra su propio pueblo.    Buscar una permanente confrontación entre segmentos de la población. Clases populares contra clases medias; camisas negras contra camisas blancas, mestizos contra indígenas; blancos contra negros y rojos contra azules; ¿acaso no es la tradición maniquea del divide y reinarás utilizada por décadas y generaciones por los feudales corporativos de Colombia? ¿No será ya el momento de comenzar implementar  propuestas de política expandida, manifestaciones de sociología imaginativas y creativas, que permeen  los segmentos progresistas dentro de las estructuras de poder? salir de los libretos rígidos que propugnan por el mantenimiento de diferencias eternas y entender que en las grietas de las murallas las flores encarnan. Algunos alcaldes, funcionarios y supernumerarios que hacían parte de la estructura, han entrado en contradicción con la misma porque no los representa; al contrario les asquea. Sin esa posibilidad de explorar caminos de convergencia y de unión, aun con las heridas frescas, es casi imposible avanzar en la conquista de reformas sustanciales para toda la sociedad colombiana.

 De la misma forma que formas de violencia social eran inherentes al estallido social y ante las que algunos filisteos de columna y opinión dijeron sentirse horrorizados por la crudeza de las mismas; también es necesario entender que sin atreverse a crear nuevos imaginarios dinámicos y creativos para explorar acercamientos entre segmentos aparentemente irreconciliables, es dejar en manos de los de siempre, la iniciativa de las propuestas y sobre todo el diseño de los discursos patrioteros que buscan legitimar las narrativas de la división. Desconocer esas diferencias y esas contradicciones; ignorar sus limitaciones, pero también sus grandes posibilidades, solo conduce a más violencia estéril y sin objetivos.

Hay un despertar. Ese despertar conduce a la ampliación de los discursos a la fluidez de los matices y las posibilidades de ampliación de la base social de la protesta sin caer en dogmatismos ni esquemas cerrados. Reconocer la pluralidad de voces, consignas reivindicaciones y propuestas que están sobre la mesa. También, aceptar que muchos no se encuentran representados, pero no por eso están menos interesados en ser parte de la presencia viva y dinámica de la sociedad. Limitar, segmentar y confrontar sectores afines a la plataforma, es pecar de ingenuidad y sobre todo arruinar los grandes sacrificios, los inmensos esfuerzos de un movimiento social que debe intentar arribar al puerto de los grandes cambios y las grandes reformas.

También y no menos importante, entender que, Colombia no es una isla; toda esa insularidad es ficticia. Comprender que se mueven fuerzas poderosas que operan en el tablero de la geopolítica, de las finanzas internacionales y de los planes globales de una agenda que tiene a Latinoamérica en la mira. Pensar que, solo unos funcionarios son los gerentes auténticos de la escena es desconocer y dejar de pensar que, a lo mejor, son tan solo fichas en el escenario de una gran obra dramática. La maquinaria propagandística del establecimiento habla de injerencia externa, un cinismo aterrador cuando es de todo conocido, la dependencia prolongada de estos círculos de poder nativos, de las decisiones de la unión americana. La dependencia de su asistencia militar y económica y la obediencia ciega a los dictámenes de sus lineamientos en materia de política exterior. La política del establecimiento colombiano, siempre ha estado intervenida por el poder militar y económico del imperio.

Por eso creo en la necesidad de reinventar una agenda propia que dé prioridad a los compromisos nacionales con nuestra ciudadanía. De paso podríamos decir que, insistir en ciertos nombres y engrandecer caudillos de tercera categoría que representan la estructura, tan solo crea mistificaciones que dan más poder a quienes son tan solo figurines de tercera y que solo cumplen con los registros dramáticos y declaman las líneas del guion. No quiero con esto decir que esos exfuncionarios no sean responsables; pero si los ponemos en contexto real, les quitaremos el aura de poder que mantienen y los nivelamos a su verdadera condición. Una de las grandes problemas colombianos y de la sociedad civil que participa en política, es darle un poder simbólico más fuerte del que merecen estos figurines de la ignominia, el fortalecerlos y darles una permanencia histórica; El no superarlos con el tiempo para dar posibilidades a nuevos actores sociales, económicos, políticos y culturales. Si seguimos como un perro que arrastra una línea de latas atada a su cola como diría Jordan Petterson el psicólogo y pensador canadiense; estaremos condenados a escuchar eternas psicofonías de fantasmas que, parasitarán sin descanso las potencialidades de nuestro destino.

Si no superamos esa tara de caudillismos rancios, esa fijación por el poder de ciertos sátrapas, ese fetichismo y adoración a los fantasmas del pasado que habitan nuestra casa histórica; si no exorcizamos esas figuras horripilantes y los arrojamos de una vez por todas a un lado del camino; seguirán allí por mucho tiempo entorpeciendo la posibilidad de trascenderlos y superarlos en pro de una sociedad más libre. Empoderar a la ciudadanía cada vez más y quitar escena y poder simbólico a esos muppets de la casa del horror, desauratizar esa viejas figuras que solo representan los vestigios de una sociedad moribunda. Sin esa condición, estaremos habitados por aquellas larvas, como ciudadanos poseídos por el miedo y la inercia. El tribunal de la historia debe juzgarlos, de eso no hay ninguna duda; pero, a la nueva ciudadanía solo debe comprometerla el acto valiente y decidido de superarlos y arrojarlos al lugar en donde solo queden los vestigios que se integraran, con el tiempo, a las oscuras mitologías de la historia.

 

El gobierno, sus representantes, (peones y alfiles del espíritu y la ideología del establecimiento). Tienen la desfachatez de romper las negociaciones, cambiar las reglas del juego, demoras,  esperas y dilaciones. Realmente pareciera que no están en capacidad de decidir sobre nada, son histriones bien pagados con papeles más o menos definidos en la farsa. Hacen la guerra sucia, mientras tratan de adoctrinar a sus rebaños del feudo mediático oficial, y convencerlos de la maldad de estas manifestaciones y des su inconveniencia.

Gremios económicos que, durante décadas se han lucrado, se rasgan vestiduras ante la crisis y sin embargo, continúan especulando aun en tiempos de conflicto. Han acaparado y se han beneficiado en tiempos de peores crisis. Todas esas crisis fueron desencadenadas con su historia de horrores para mantenerlos incólumes sin perder un ápice de sus privilegios. ¿Por qué en esta oportunidad no lo iban a hacer? Si la pandemia fue el escenario oportuno para entregar a la banca grandes reservas económicas del país y hacer de su intermediación, el negocio perfecto. Disfrazadas de ayudas y tercerizadas, pasaron por la caja de agiotistas y usureros para incrementar sus dividendos. También, la pandemia pretendía ser el estado de control biopolitico ideal  para mantener el nivel de corrupción en sus más altos estándares y en su perpetuación.

Con el pueblo acorralado y sometido a las  medidas disciplinarias de bioseguridad y control. Comenzó el espolio. La destrucción del tejido social y económico de un país que en un 70% vive en la informalidad. Solo un 10% que hacia parte de la estructura hegemónica y el establecimiento, podía tener un verdadero salvavidas financiero; el resto de la gente, incluyendo la gran mayoría de pequeños y medianos empresarios, debía salir a cara de perro a luchar por su sustento y la supervivencia de sus medios laborales.

Esto no lo dicen, esto no lo expresan los señores del establecimiento. Siguiendo bien el guion demarcado por el FMI y la OMS para la destrucción de las sociedades latinoamericanas; habían fracasado en lo de la guerra con Venezuela. Intentaban un nuevo guion enfocado en la guerra interna declarando inútiles acuerdos de paz; sin embargo, ante la actual crisis que ha estallado, no dejan de lado el trasnochado discurso de posibles intervencionismos extranjeros, (ellos ya intervenidos, agendados y arrendados a las corporaciones supranacionales) Para, de cara a la comunidad internacional, tener mano libre para la masacre.  

Esa desterritorialización del capitalismo de la que hablara Félix Guattari le corresponde una reacción que puede estallar de cualquier manera y en cualquier lugar; refleja contradicciones históricas y muestra, sobre el balance de las sociedades en riesgo, deudas sociales históricas. Guattari en sus ensayos, hacia un señalamiento importante, ya que el capital responde no a las órdenes de los estados nación sino a las directrices de organismos internacionales y supranacionales, arriesgando en algunos apartes de su tesis de revolución molecular ––no es un sofisma de distracción para diletantes, hace parte de un libro de su autoría: MICROPOLITICA Y GEOGRAFIA DEL DESEO y de un estudio crítico de la sociedad en época de capital trasnacional y globalización…–(3) plantear la necesidad de respuestas alternativas globalizadas y al mismo tiempo, deslocalizadas ante  la estructura de poder hegemónico que se impone sobre el mundo. A respuestas creativas y libertarias, asamblearias, cooperativas, y místicas frente a las deformaciones autoritarias del sistema. A los mecanismos sociales de represión y dominación, se oponen también raciones de protesta y rebelión. Que este libro y sus pensamientos más importantes, hayan sido simplificados a la luz del conflicto social es otra cosa.

Pero volvamos a la raíz

Al escenario social donde se genera el árbol encendido de la conciencia, del choque y el despertar. El ghetho, el distrito, la favela…el barrio marginal con su enjambre de sueños; actores y sujetos de una rebelión simbólica.

Ya sabemos todos como han marchado los acontecimientos.

Y sabemos bien hacia donde nos pueden llevar.

Está en nosotros, como colectivos culturales que apoyamos las propuestas del paro, el orientar nuestras fuerzas y consciencias. Hay, como lo decía el jhavista, un tiempo para muerte y un tiempo para la vida. Hay un tiempo para la lucha y un tiempo para la meditación. Y todo es caosmosis y transformación y también transmutación Consiente.

Sin esa mínimas reservas de conciencia y humildad. Sin esa importante memento de lucidez y de grandeza. Una como otra necesaria. No estaríamos seguros en el destino de nuestra marcha.

 

Los cambios de paradigmas y las trasformaciones sociales no solucionarán todos los problemas de un momento a otro. Ya somos suficientemente viejos para saberlo. Pero, al menos nos habrán hecho reaccionar ante la entropía y la crudeza de la vida. De alguna manera, jalonan los estallidos vitales del corazón e iluminan nuestros ojos con nuevos horizontes.

Las fuerzas sociales evolucionan al ritmo de sus crisis; de los ritmos y arritmias de  sus respiraciones. De su oleaje secreto derivan los nuevos conflictos en el escenario; son también nuestros temores atávicos, nuestros paraísos perdidos; también nuestras utopías indeclinables. Son los nuevos retos en el conflicto que se incubo durante décadas en las capitales colombianas. Hijos desplazados de una tercera ola de violencia. Nietos de labriegos mutilados en los campos de guerra en los años cuarenta. Tres generaciones hacinadas en los cinturones de miseria. Todas generaciones golpeadas por varias décadas de conflicto, sin dar tiempo a la esperanza.

Resistencia y dignidad… razón de vida o consigna. Tal vez la más importante, pero no la  única que cuenta en estos días. Cuando se resiste, un sueño debe palpitar en el corazón de quienes marchan con las bocas de sed acidificadas bajo las ciudades heladas y mantienen un segmento de la ciudad en una zona temporalmente autónoma, okupada por una banda de rock de la imaginación.

 

Han sido y serán jornadas que, aunque dolorosas, nos acercaran a espacios de debates abiertos y democráticos en donde sea posible discutir sobre lo fundamental. No son momentos para los optimismos totales…Pero tampoco de derrotismos y pasotismos. Sabemos que este país se merece una juventud en libertad de creación y fiesta, con oportunidades reales para el estudio, los deportes y la ciencia.

Primero eso…la niñez y la juventud. La que está “incluida” pero desestimada  y sobre todo, la que ha estado excluida por décadas y destinada al apartheid de la historia colombiana; la que solo ha sido carne de cañón en el conflicto armado y experimentación especulativa en las corporaciones de la delincuencia y la política. La que ha sido relegada a representar una ciudadanía de tercera en las ciudades colombianas y que hoy ha despertado de su pesadilla.

No son los muertos vivientes de que viene caminado como zombis…Son los niños danzantes con sus dioses tutelares, sus Orishas, sus brujos y hechiceras. Los que vienen desde el fondo de los bosques; y florecen en los jardines tóxicos de los extramuros de las metrópolis; los que vienen por su pedazo de patria, su pedazo de pan y su pedazo de cielo.

La bandera esta invertida, ya que solo sangre ha sido derramada para el bienestar de los opulentos. Es hora de reinventar ese color, para que el amarillo de la esperanza florezca y el azul de las nubes llueva en primavera.

 

 

1-https://colombiareports.com/

2-https://international-review.icrc.org/es/articulos/entrevista-dennis-rodgers

3-https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/Micropol%C3%ADtica-TdS.pdf

 

sábado, 15 de mayo de 2021

Comunicación de masas y violencia estructural

 





Comunicación de masas y violencia estructural

 

Clemente Penalva*, Daniel La Parra**

 

*Instituto Universitario de Desarrollo Social y Paz, España / clemente.penalva@ua.es

**Universitat d'Alacant España / daniel.laparra@ua.es

 

Envío a dictamen: 26 de septiembre de 2007.
Aprobación: 18 de octubre de 2007.

 

Abstract

This paper connects two dimensions of violence present in the Peace Research Studies. From Galtung's known classification, in this essay we connect two types of violence: the structural (exclusion, inequality) and the cultural (or legitimization of the violence). From the overlapping of three spheres of communicative exclusion with three models which approach the inequality in communication, we obtain the lines of investigation we propose for the study of the inequality in the communicative area. It is a theoretical reflection that pays attention to the different methodologies used in the study of the communicative phenomenon and their usefulness for the study of inequality in the cultural area.

Key words: inequality, mass communication, cultural violence, structural violence, development.

 

Resumen

Este trabajo conecta dos dimensiones de la violencia que están presentes en los estudios sobre Investigación para la Paz. A partir de la conocida clasificación de Galtung, en este ensayo abordamos dos tipos de violencia: la estructural (exclusión, desigualdad) y la cultural (o legitimación de la violencia). Del cruce entre tres ámbitos de exclusión comunicativa y los tres modelos que abordan la desigualdad en la comunicación, se obtienen las líneas de investigación que se proponen para el estudio de la desigualdad en el ámbito comunicativo. Es una reflexión teórica que atiende a las diferentes metodologías empleadas en el estudio del fenómeno comunicativo y que pueden ser productivas para el estudio de la desigualdad en el ámbito cultural.

Palabras clave: desigualdad, comunicación de masas, violencia cultural, violencia estructural, desarrollo.

 

Introducción: comunicación, violencia cultural y violencia estructural1

A través de una revisión de las elaboraciones que la teoría de la comunicación de masas ha desarrollado, este trabajo pretende estudiar la relación entre la violencia estructural y la violencia cultural, con el fin de mostrar líneas de investigación y propuestas metodológicas para el estudio de la desigualdad en el ámbito de la comunicación.

La violencia estructural fue establecida conceptualmente por Galtung (1985) para abordar las formas menos visibles de violencia como son, por ejemplo, la injusticia social, la desigualdad y la exclusión; con el propósito de ofrecer un panorama más completo del principal objeto de estudio de la Peace Research que es, precisamente, la paz entendida como ausencia de violencia. A diferencia de la violencia directa, relacionada con la agresión física o moral —en la cual se puede identificar el agente de la violencia—, en la violencia estructural, aunque sus consecuencias puedan ser visibles (pobreza, exclusión), esa clara identificación no es posible. En todo caso, el "agente" se vincularía a la estructura social, en el sentido de que situaciones de dominio y de desigualdad social limitan el desarrollo de las capacidades de una parte de la sociedad. Y esas limitaciones estructurales son consideradas como violencia.

La violencia cultural son aquellos aspectos simbólicos de la cultura (sus formas "no materiales" como son el lenguaje y la comunicación) que inciden en la justificación de situaciones violentas, ya tengan éstas un carácter directo o estructural. Los tres tipos de violencia están relacionados en el sentido de que la violencia directa puede servir de indicador del grado de violencia estructural y cultural de una sociedad. Por otro lado, apuntando hacia el objeto de este artículo, los medios de comunicación (como instancias difusoras de valores, normas y estilos de vida) legitiman la violencia directa o la estructural cuando, a través de los contenidos, provocan el rechazo, la discriminación o la agresión hacia ciertos colectivos, individuos, naciones, sexos, etcétera.

Otra forma de provocar violencia por parte de los medios es mediante la desinformación (Penalva, 2002). Una sociedad altamente desinformada es una sociedad con alto grado de violencia. Siguiendo la definición de violencia de Galtung (1995), en este ámbito, la brecha entre las realizaciones potenciales (alto nivel de la tecnología y la profesionalización de la comunicación para ofrecer información de los aconteceres) y las realizaciones efectivas (desinformación por acción de la censura, manipulación de los hechos, descontextualización, etcétera) puede ser considerable, y tendría multitud de consecuencias negativas sobre otros ámbitos: previsión, instrucción y educación, opinión y crítica sobre asuntos públicos, control de las instituciones políticas, etcétera. En definitiva, sobre el desarrollo de las capacidades, derechos, libertad y autonomía de los individuos. Además, la existencia en un sistema social de un colectivo, una clase o un grupo desinformado supone dificultades que afectan a la movilidad social y al mantenimiento de las desigualdades sociales.

Situando la desigualdad como elemento central en este ensayo, la entendemos como aquellas diferencias2 entre los seres humanos que se consideran injustas y evitables (Whitehead, 1990; Therborn, 2006); y partimos también de un concepto muy próximo como es el de exclusión, que hace referencia a la falta de participación en las relaciones sociales en las que se producen los bienes sociales necesarios para la satisfacción de las necesidades humanas (Paugam, 1996). Junto con la explotación, la jerarquización y la diferenciación, la exclusión es uno de los principales motores de la desigualdad (y también de la pobreza, en términos de privación de la satisfacción de las necesidades básicas).

 

Tres formas de exclusión informativa

La relación entre la exclusión y la esfera cultural (más específicamente la mass-mediática) se puede estudiar desde tres perspectivas, correspondientes a tres elementos del proceso de comunicación: desde la perspectiva de la producción, desde la perspectiva de la recepción y desde la perspectiva del contenido. La primera nos conduce a observar el grado de concentración de la propiedad de las distintas estructuras de comunicación. La segunda, al diferente acceso (pasivo o activo; fácil o difícil) a la información, según la posición en la estructura social, donde son relevantes las dimensiones económica (tener recursos monetarios para acceder a la información) y cultural (tener "bagaje" en cuanto a la participación en el código y en la técnica, o sea, saber utilizar el medio como herramienta). La tercera se refiere a las diferentes posibilidades de ser referente en el mensaje y cuál es la manera de representarse. Siguiendo la clásica clasificación de los elementos de la comunicación de Laswell (1985), nos estamos refiriendo a tres tipos de exclusión en torno a los elementos quién (es capaz de comunicar), dice qué (qué se dice acerca de la desigualdad, y qué desigualdad se produce a través de la selección de los contenidos mediáticos) a quién (va dirigido el mensaje, quién es capaz de recibirlo y cómo se decodifica e interpreta). A estos tres aspectos los denominaremos, respectivamente: producción (capacidad de emitir), contenido (capacidad de formar parte del mensaje) y recepción (capacidad de acceso a los contenidos mediáticos).

La desigualdad en la producción. La difusión de ideas políticas, artísticas; la capacidad de expresión depende del acceso a los medios de comunicación como sujetos activos (emisores). Es importante, pues las sociedades en general y los distintos grupos existentes en su seno han de tener la facultad de poder hablar por sí mismos, como productores de los mensajes, y no por las elaboraciones de un grupo más o menos grande, más o menos profesionalizado. El grado de desarrollo de las comunicaciones, el grado de concentración de la propiedad y el tipo de propiedad de los mismos, pueden constituirse, una vez operativizados, en indicadores de la desigualdad en la comunicación.

Es patente la creciente concentración de los medios, y la fusión de grandes corporaciones internacionales en las infraestructuras tecnológicas comunicativas. Herman y McChesnay (1999) lo muestran para el tiempo actual, y señalan cómo esta fusión (vía alianzas comerciales o absorciones) y la desregulación de los estados en cuanto a política comunicativa afecta a diferentes subsectores de la comunicación. La concentración se produce longitudinal y transversalmente. Esta fusión en tecnología (hardware y software), teniendo como vínculo la publicidad y los grandes oligopolios de capital transnacional, hace peligrar la, hasta ahora libre y participativa, Internet porque la estrategia persigue convertir la red en un medio convencional y generar dos o más niveles según capacidad adquisitiva: mayor calidad de contenidos y ancho de banda a través del pago; y menor velocidad y contenidos convencionales para los accesos gratuitos.

Desigualdad en la recepción. Aquí se presentan distintas subdimensiones: el acceso, que implica el factor económico (tener recursos monetarios para acceder al medio técnico de recepción de la información), y otras que tienen que ver con el diferente grado de conocimiento del código —comprensión—, y diversas posibilidades de instrucción en la técnica. Las desigualdades a nivel planetario son tan grandes como en otras dimensiones empleadas en los estudios sociales. Un suceso reciente que ejemplifica las limitaciones de los países en desarrollo fue la ausencia de medios para avisar —con márgenes tan escandalosos (contados en horas) para una "sociedad internacional de la comunicación en tiempo real"— a los habitantes de las zonas costeras del océano Índico de la llegada del Tsunami en 2005, y que provocó cientos de miles de víctimas y millones de afectados.

Desigualdad en los contenidos. Nos referimos a la posibilidad de formar parte del mensaje y de qué manera. Podemos estar atentos a las presencias y ausencias de personas, grupos, naciones, sin olvidar las formas de representación de éstas: no es lo mismo hablar de las diferencias entre grupos, naciones, género, manifestando de manera más o menos explícita la injusticia social, que hablar colocando a "cada uno en su lugar", y justificando esa posición. En este capítulo se incluyen, también, los contenidos relativos a la misma desigualdad, un aspecto que no se puede pasar por alto: los medios también pueden hablar de pobreza, violencia, exclusión, así como de sus causas y consecuencias. Los medios de comunicación, en su papel de mantenimiento de la sociedad informada sobre sí misma, han de introducir en los mensajes —sabemos que no lo hacen en la medida deseable— uno de los más graves problemas que tiene en su seno: la desigualdad y sus consecuencias.

 

Modelos explicativos

Mientras las tres categorías anteriores expresaban tres modos empíricos de desigualdad comunicativa, los tres modelos siguientes explican y abordan de diferente manera (Stevenson, 1998) la influencia de los medios en la organización y formas sociales, centrándose en la tecnología, en la fabricación de consenso y en la actividad de la audiencia, respectivamente.3

El paradigma tecnológico es una forma de determinismo tecnológico. Por ejemplo, indica que las transformaciones más importantes que han acontecido en las sociedades modernas contemporáneas se han producido gracias al decisivo papel de los medios. En el tránsito de la piedra al papiro se produce el comienzo de los grandes imperios de la época clásica y el germen de la burocracia. Del papiro a la imprenta tenemos la difusión de la cultura y de las ideas y, con ella, la Ilustración y la revolución burguesa, y el fin del monopolio de la cultura y el saber. El paso de la imprenta a la radio y la televisión representa la sociedad posindustrial, el capital monopolista y las formas corporativas del poder político (Estado del Bienestar, fascismo, comunismo). Y con ellos el "fin de las ideologías" del que hablaba Bell, porque estos medios fueron capaces de unificar y vertebrar "definitivamente" las sociedades y generar grandes consensos respecto a las formas básicas de organización política. La introducción de tecnología produce no sólo transformaciones en la organización de la vida social, la producción y las relaciones sociales, sino también nuevas formas de percibir el mundo. Por eso los medios son las "extensiones del hombre" (McLuhan, 1989).

Pero la tecnología misma hace que los medios de comunicación de masas sean asimétricos porque son unidireccionales. Baudrillard (1981) decía que los medios son "ambivalentes" (algo similar al aforismo de que "el medio es el mensaje" de McLuhan), pues en esta relación asimétrica resulta indiferente el contenido de lo que se transmite. Con este presupuesto, Baudrillard niega la posibilidad de unos "medios alternativos": incluso las protestas del situacionismo francés fueron perfectamente integradas en el sistema una vez que fueron reproducidas por los medios.

Para analizar el paso de la era del televisor a la del chip y el terminal de la red se adivinan unas formas paradójicas de fragmentación y globalización: mayor conectividad a través de medios electrónicos desde el individuo aislado; pero, a diferencia de la anterior fase, con una mayor participación activa.

Crítico. La perspectiva crítica introduce los valores. La información y la comunicación mediáticas no son neutrales, en el sentido de que no se pueden separar de la forma de organización social de una comunidad. Los productos culturales, además de ser producidos desde la lógica mercantilista —donde la tecnoestructura y la economía política siguen las mismas pautas que el resto de sectores productivos—, cumplen un papel legitimador del orden social desigualitario. Los productos culturales, a pesar de su condición simbólica, establecen y sostienen de manera sistemática las relaciones de dominación. Según algunos autores4 de este modelo, en la sociedad de consumo de masas, los medios de comunicación son el vínculo entre la producción y la reproducción (consumo), haciéndose cada vez más difícil establecer una línea de separación entre las dos esferas de una formación social: la estructura productiva y la superestructura.

Audiencia. El paradigma llamado de la "audiencia" o interpretativo no se centra en el medio y en sus características técnicas, sino en el mensaje. Para este paradigma, muy heterogéneo en cuanto a sus orientaciones teóricas y metodológicas, lo verdaderamente importante para comprender la influencia de los medios y su papel en el orden social no es la codificación de los mensajes por parte del productor, sino la decodificación que hace el receptor (Hall, 1980). Por efectos de la diversidad culiural y la desigualdad social no se puede afirmar que los signos tienen un significado único. Y no es así porque el significado es negociado, y es interpretado según las condiciones socioculturales que rodean a la recepción. Se ha de explorar, por lo tanto, no sólo en las diferentes formas sociales de acceder a los medios, sino también las maneras sociales de usar los medios. Las implicaciones de este esquema llevan a considerar la audiencia no sólo como activa, sino también como factor a tener en cuenta en la configuración de los contenidos y las formas de los medios. Las formas de "apropiación", como suelen denominar los teóricos de este modelo5, es el principal objeto de estudio; con lo cual, en cierta medida, se deja de lado el significado que quiere dar el emisor y el significado que proporciona la interpretación del semiótico. No obstante, aunque se reconoce la importancia real, en el orden de transmisión de ideología y en el orden de crítica culiural, respectivamente, la decodificación y la construcción de significado que realiza la audiencia proporciona la información más valiosa para el estudio de la comunicación de masas. Si los mensajes son "producidos" en el momento de la recepción (Willis, 1990) habrá que comprobar sus efectos mediante técnicas etnográficas, que posibiliten un acceso directo al entorno natural donde se desarrolla la acción social.

 

Formas de desigualdad comunicativa

Aun a riesgo de simplificar lo complejo y/o compartimentar en exceso los esfuerzos que la teoría de la comunicación de masas ha llevado a cabo para explicar procesos y relaciones entre las diferentes formas de desigualdad comunicativa, introducimos aquí los principales problemas que se abordan desde las tres perspectivas en los tres ámbitos de desigualdad informativa. A partir del cruce entre las dos dimensiones, una teórica y otra empírica obtenemos ocho maneras de acceder al estudio de la desigualdad comunicativa (Cuadro 1).

 

Concentración y dependencia

La concentración de la propiedad de los medios impide el pluralismo, y éste es uno de los principales requisitos de una sociedad informada. Por otro lado, la propiedad ajena de las infraestructuras de comunicación produce en el ámbito internacional dependencia económica y culiural (Mattelart, 1993: 175-216; 1998). Los procesos de concentración y desregulación son explicados en la ya citada obra de Herman y McChesnay (1999) y en Mohammadi (1997). Amín (1999) señala, como uno de los cinco monopolios del capitalismo global contemporáneo, el de los medios de comunicación, junto con el tecnológico, el de los mercados financieros mundiales, el del acceso monopolista a los recursos naturales del planeta y el de las armas de destrucción masiva. En el conjunto de las múltiples conexiones económico-políticas entre estos monopolios, el papel de los medios dentro del ámbito ideológico se muestra claro: "Dicho monopolio no sólo lleva a la uniformidad cultural, sino que abre la puerta a nuevos medios de manipulación política. La expansión del mercado moderno de los medios de comunicación constituye ya uno de los principales componentes de la erosión de las prácticas democráticas en el propio Occidente" (Amín, 1999: 18).

En América Latina cuatro grupos mediáticos resultan paradigmáticos en el proceso que estamos señalando: O Globo (Brasil), Televisa (México), Cisneros (Venezuela) y Clarín (Argentina). Estos son los grupos que, con conexiones con los otros sectores productivos y grandes grupos multinacionales globales de comunicación, se extienden sobre diferentes países de la zona, y cubren gran parte de los espacios comunicativos y toda la diversidad de industrias culturales de cuatro grandes países latinoamericanos. A través de distintos procesos de integración empresarial, en una estructura de redes de articulación en tres niveles, estos grupos pertenecerían al tercero "compañías y grupos dominantes de mercados domésticos o subregiones" (Cuadro 2).

Es un ejemplo de penetración económica y cultural. Uno de los procesos que cabe aquí, como productor de desigualdad, ha sido el de la transmisión de las ideologías del desarrollo y la modernización, en el sentido de dirección por parte del Norte del "progreso" del Sur. El Norte, tras la descolonización, ha conseguido penetrar en los países del Sur a partir de la tecnología, la cultura y la política propias. La teoría de la dependencia, y otras teorías,6 ha explicado cómo funciona este proceso multidimensional en el ámbito comunicativo: el Sur ha importado contenidos, información, cultura y tecnología para los medios de comunicación (para la infraestructura y para la propaganda).7 Así, en consonancia con la económica y la política, la dependencia cultural en su vertiente simbólica ha supuesto la introducción de cosmologías, ideologías, valores, estilos de vida, modas y lengua (el inglés principalmente); en su vertiente industrial la importación de música, literatura y cine (a través de sus respectivas multinacionales de bienes culturales); y, en su vertiente informativa, el desequilibrio informativo, pues unas pocas agencias tienen el monopolio de la producción y distribución de noticias (y la publicidad tampoco escapa del modelo transnacional).

Rogers (1976) ya vio las deficiencias del paradigma desarrollista que impulsó todo este proceso y que observa la tecnología de la información como única medida y motor del desarrollo.8 Desde entonces, se han descrito diferentes paradigmas alternativos para el estudio de la desigualdad y el desarrollo. McPhail (2002) y Thussu (2000) realizan una aproximación al ámbito comunicativo global desde distintas perspectivas (world-system y crítica, respectivamente).

 

Simulacro y cobertura

La capacidad de la tecnología para representar la realidad es cada vez mayor. En general, podemos distinguir, claramente a través del género, la diferencia entre realidad y ficción (por ejemplo, entre noticias y películas). Pero este criterio no discrimina suficientemente, porque en las noticias se puede encontrar mucha ficción. Igual que el desarrollo de la tecnología nos ha llevado a vivir la "historia en el directo"9 con la imagen como descripción exacta, como representación del instante en el cual ha ocurrido el acontecimiento, con la denotación frente a la crónica ("sesgada por la perspectiva del autor"); la imagen también ha sido capaz de llevar a la audiencia al engaño. Esta capacidad ha llevado a algunos a describir el mundo moderno (o posmoderno) como el mundo del simulacro, pues la frontera entre la realidad y la ficción se desdibuja.10 Y se llegan a producir reacciones contrarias a las de la retransmisión por radio de la obra de H. G. Wells La guerra de los mundos (Cantril, 1985): igual que lo ficticio puede parecer real, lo real puede ser visto como irreal. La familiaridad con que la audiencia contemporánea vive lo espectacular a través de la omnipresencia de la imagen de los medios, hizo que muchas personas vieran y vivieran como irreal el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York.11

Pero volviendo a la capacidad manipulativa de la tecnología, se puede producir desigualdad entre quienes la utilizan —y quienes la poseen—, y quienes reciben y procesan sus productos. Una línea interesante para la ciencia social, y también para la profesión periodística, es investigar sobre la verdad, sacar a la luz la información oculta, y poner en funcionamiento la "estrategia Drácula" que propone Susan George (2002).

Menos complicado, y más fácil de detectar de manera empírica, es la cobertura de las catástrofes humanitarias provocadas por los conflictos armados. Desde la irrupción de los equipos autónomos que envían la señal por vía satélite y de las cadenas especializadas en la inmediatez, se ha incrementado la desigualdad en la cobertura. Es el llamado "Efecto CNN", según el cual hay noticias donde hay tecnología para registrar y llevar a la audiencia. Esto lleva asociadas una serie de implicaciones sociopolíticas, pues conmocionan a la opinión pública, y, a la vez, ésta reclama de las autoridades públicas determinadas acciones gubernamentales. Sin embargo, se han visto los ocultos pero verdaderos efectos CNN (Aguirre, 1999) que apuntan hacia la desigualdad.12

 

Gap Informativo

No todo el mundo tiene acceso a los contenidos informativos. Esto genera una diferenciación social en torno a la comunicación que acaba con la idea liberal de una sociedad homogénea e instruida que forma la opinión pública. Igual que hay enormes diferencias en torno a los recursos económicos, la desigualdad en el acceso a los recursos culturales es, como vemos, muy grande. La Knowledge Gap Hypothesis apunta directamente a este proceso13 y supone, obviamente, una vía de exclusión de los procesos políticos y sociales. Hoy en día hay un interés elevado en señalar cómo funciona este proceso con el medio que de mejor manera ilustra —y contribuye— a la globalización: Internet y la brecha digital (Bouza, 2003). Por otro lado, se reconoce en los Informes sobre Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo su papel como indicador de desigualdad (PNUD, 1999) y para la reducción de la pobreza (PNUD, 2003).

Más adelante se presenta gráficamente cómo es esta brecha a nivel mundial. Se muestra comparativamente las puntuaciones de diversas partes del mundo en el Índice de Acceso Digital, observándose el enorme abismo entre el Norte rico y el Sur pobre. Este índice, diseñado por la Unión Internacional de la Comunicación, se elabora a partir de diferentes indicadores relacionados con la calidad, la infraestructura, el conocimiento y la asequibilidad del acceso a la información digital (Gráfico 1).

 

Industria cultural

Una vez abordada la perspectiva tecnológica, nos adentramos en la crítica. Se ha de hacer constar que gran parte de los estudios críticos marxistas han apuntado a la llamada "economía política de la comunicación", la cual, relegando los contenidos comunicativos a la esfera de la superestructura, ha hecho mayor énfasis en los vínculos entre la propiedad de los medios de producción y la de otros sectores productivos (Garnham, 1985).14 Aunque la atención exclusiva a este aspecto de la comunicación ha sido superada, no deja de ser productiva, tal y como se puede ver en los trabajos de Schiller (1976, 1984, 1996) y los de otros.15 El interés aquí, en este apartado es, sin embargo, incluir la llamada "industria cultural", pues los procesos de producción, circulación y consumo de los bienes culturales han cambiado hacia la forma de mercancía (noticias, programas televisivos e incluso obras artísticas: literatura, cine, música, etcétera). Estos productos culturales son producidos en serie, con deficiente "calidad", con contenidos estereotipados que anulan la capacidad crítica y que convierten a la audiencia en pasiva y conformista16 ("industria de la conciencia" de la que habla la Teoría Crítica). El caso es que de alguna manera se reinvierte la relación entre estructura y superestructura, pues la infraestructura pasa a ser ideología (el valor incuestionable de lo tecnológico, que sobrestima los medios sobre los fines); y lo superestructural (la cultura mercantilizada) actúa como infraestructura económica (los bienes de consumo culiural —directamente o a través de la publicidad— forman un sector del capitalismo transnacional de gran peso económico). En definitiva, el mundo de la reproducción inserta a los individuos, de manera más férrea que el mundo de la producción, en un sistema irracional y desigualitario, donde el tiempo de ocio (para consumir) es complementario al del trabajo.

 

Mistificación

Difícil de aislar, como hemos visto, del ámbito de la producción, es el asunto de los contenidos de la industria cultural. Por "mistificación" se entiende el proceso de falsificación de la realidad, a través del que se produce un ocultamiento —un engaño— de las verdaderas cuestiones que afectan a las relaciones sociales. En definitiva, la mistificación es el efecto de la ideología, a partir del cual lo que parece coherente, justo, verdadero, racional (las creencias, por ejemplo) es, en realidad, un recurso de uso político que sirve para ocultar las razones que provocan la mala organización social (la desigualdad y la dominación). En general, se observan los medios de comunicación de masas como productores de ideología. Una ideología que ayuda a mantener el statu quo, que tiende a difundir unos valores favorables a la competitividad y al mantenimiento de la desigualdad, al consumo irracional, y que desvía la atención sobre asuntos menos importantes.

Esto ha sido estudiado en el ámbito de las noticias. Se habla de las dimensiones ausentes en el tratamiento de las noticias, pues no atienden al contexto histórico ni a las cuestiones estructurales del conflicto. Existe una tendencia a presentar las huelgas, por ejemplo, como una conducta desviada por parte de los trabajadores, señalando los efectos (disturbios, destrozos callejeros, perjuicios a los ciudadanos) sin señalar las circunstancias que lo han provocado (Golding, 1981; Glasgow University Media Group, 1977, 1980). Los teóricos de la Escuela de Frankfurt17 se han interesado en el funcionamiento de la ideología a través del estudio de las formas culturales contemporáneas de mistificación: los ídolos mediáticos, la astrología, el consumo con un componente irracional comparable al que representaba la religión anteriormente al nacimiento de la razón ilustrada. Para éstos, la interiorización de estas explicaciones no racionales de la vida y la exaltación de las formas jerárquicas, además de favorecer una mayor implicación del individuo en el engranaje tecnoestructural, lo hace víctima del prejuicio: produce la personalidad autoritaria y, con ella, el racismo xenófobo. Dentro de este apartado podemos incluir también los trabajos de Van Dijk (1997) y los de Chomsky (1996, 2000, 2002). El primero a través del análisis de discurso, y el segundo con un exhaustivo y riguroso trabajo de documentación.

 

Comunicación alternativa

Si bien los modelos anteriores indicaban la imposibilidad (o al menos la gran dificultad) de una audiencia activa que participe en la producción de mensajes, por la misma naturaleza de los medios (como indicaba Baudrillard) o por la estructura de la propiedad y sus conexiones con otros sectores (crítico), el modelo de la audiencia sí se detiene a pensar y a actuar18 sobre la composición de unos medios verdaderamente participativos. Se ha visto en Internet una posible vía de generación de una comunicación alternativa tras el relativo fracaso de las experiencias alternativas de las décadas de 1970 y 1980 sobre otros medios (Vidal-Beneyto, 1979): radios libres, fanzines y, más próximas en el tiempo, las televisiones locales. Internet posibilita la existencia de un lugar de difusión de ideas y de intercambio de información, barato, sin control estatal o comercial, conectado tanto en el ámbito local como en el global, donde asociaciones independientes se pueden relacionar en una red descentralizada.19 Cualquier red de relaciones caracterizada por la horizontalidad es democrática en términos de libertad y de igualdad. Este lugar de expresión de la cultura popular y del libre pensamiento no está exento de intentos por controlarlo para el beneficio político y mercantil, como lo es mediante las estrategias de adaptación hacia medios convencionales y la segmentación de las audiencias. No obstante, la esencia de la red ha resistido, pues el público sigue moviéndose hacia contenidos gratuitos de calidad similar a los de pago. Y esa fue una de las razones del fracaso relativo de la "nueva economía", reflejada en la caída del índice NASDAQ a principios de esta década. La propia arquitectura tecnológica del medio, las subculturas que genera (Castells, 2001), las nuevas formas de producción, expresión y participación en la red (blogger, hackers, wikies); el cuestionamiento de la propiedad intelectual (software libre20 y copyleft); y la difícil regulación jurídica han dado como resultado el triunfo parcial de lo alternativo sobre las ofensivas monopolistas.

En el ámbito internacional, la propuesta de un modelo alternativo ha de tener en cuenta el autodesarrollo (comunicación horizontal dentro y entre grupos locales), ha de configurarse reduciendo los efectos del gap comunicativo, y debe atender al uso social y a las incorporaciones de las nuevas tecnologías. A finales de los años setenta, la Comisión MacBride (1978) realizó una serie de propuestas con el fin de conseguir un intercambio de información entre el Norte y el Sur que fuera más equilibrado.21 Una actualización de esta concepción democrática y libre de la información y comunicación globales, y su contribución al desarrollo, se puede ver en Galtung y Vincent (1995); y más reciente, en la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI),22 cuya primera fase se desarrolló en Ginebra en diciembre de 2003, y la segunda fase se llevó a cabo en Túnez en noviembre de 2005.

 

Desinformación y opinión pública

Se trata de definir y analizar qué es lo que está disponible para la audiencia. La teoría de la Agenda-setting explica el importante papel que ejercen los medios de comunicación en lo relativo a la difusión y selección de contenidos informativos. Según los creadores de este modelo, McCombs y Shaw (1972), los medios, por el simple hecho de atender más a unos temas y silenciar otros, canalizan la atención del público e influyen en el "clima" de la opinión pública. La importancia de este proceso de selección está en la capacidad de los medios para señalar a la audiencia, no tanto cómo se ha de pensar sobre determinados temas, sino qué temas son los más relevantes. El caso es que la selección de contenidos puede hacer "invisible" la situación de un determinado colectivo social o nación (algo similar a lo que explicábamos antes sobre el efecto CNN).

Otro ejemplo es la acción de la censura. Más o menos explícita, en el caso de los países con déficit democrático en cuanto a sistema político, y no se excluyen democracias representativas; o más o menos latente, que actúa a partir de determinadas coacciones organizativas sobre los periodistas y que dan como resultado lo que podríamos llamar "autocensura". El tipo de censura más brutal es el de la violencia contra los profesionales de la información. Según el último informe del Instituto Internacional para la Seguridad de la Prensa, en los últimos diez años más de mil periodistas en todo el mundo murieron en el ejercicio de su trabajo; de los cuales dos terceras partes fueron asesinados. Este informe destaca, por otro lado, la impunidad con la que se cometen estas acciones: únicamente en una de cada ocho muertes el asesino ha sido identificado (International News Safety Institut, 2007: 2-3).

Por otro lado, hoy en día se habla mucho en política social sobre el grado de visibilidad de determinados colectivos, haciendo referencia al mundo mediático. Y esta noción de visibilidad encaja muy bien en lo que queremos tratar. Un colectivo "invisible" tiene mayores dificultades para la obtención de ayuda por parte de la sociedad.23 Fuera de la cobertura de los medios, determinados colectivos o naciones pueden quedar aislados (al margen de la opinión pública nacional o internacional), quedando claramente excluidos de los mecanismos de participación política y social. Evaluar esta exclusión, en términos metodológicos, es bastante sencillo: contabilizando las presencias y ausencias de ciertos objetos (naciones, colectivos) se pueden obtener indicadores de desigualdad (Penalva, 1999). En el ámbito internacional, el flujo de noticias y contenidos queda determinado, en una economía de mercado globalizada, por unas instancias intermedias: las agencias de noticias (Boyd-Barret, 1998).

 

Hegemonía y cultura popular

Hegemonía es un concepto que se debe a Gramsci. Para éste, la hegemonía es el conjunto de representaciones e ideas dominantes en una sociedad, y que producen la asunción de una dirección política y cultural por parte de la misma. Aunque procede de —y sirve de instrumento a— las clases dominantes, posibilitan la formación de consensos y la atenuación de la fuerza coercitiva del Estado. Esto supone que para la resistencia de las clases populares el objetivo político ya no es tanto el Estado, sino la sociedad civil, mediante la formación de una hegemonía alternativa. Así, para algunos teóricos marxistas los medios de comunicación,24 y en general, la cultura, es un campo de batalla más (no únicamente el político y el económico) en la lucha de clases, porque se asume —al igual que se había detectado por la Teoría Crítica—, que el mundo simbólico, ideológico, mantiene cierta autonomía respecto a la infraestructura económica y el Estado. Obviamente, esto ha supuesto que se haga primordial el interés hacia la expresión de la cultura popular, donde la clase obrera ya no es vista meramente como ente pasivo y acrítico de los mensajes mediáticos.

El análisis de la hegemonía, por lo tanto, se convierte en un análisis cultural. Y si lo cultural es, desde el punto de vista estructural, el reino de la significación, se ha de atender a los receptores para observar qué significado dan éstos a los contenidos mediáticos. Por ello se han fundido dos categorías (los cruces del modelo crítico y el de la audiencia, con el ámbito de la recepción) para abordar este apartado. De esta manera, se hacen compatibles la relación entre la desigualdad y la diversidad. La primera se entiende como negativa (las diferencias culturales en cuanto a capital cultural provoca que se retroalimente constantemente la desigualdad en el uso de los medios); y la segunda puede ser valorada de diferente modo en cuanto a sus efectos sobre los procesos de exclusión y participación. La diversidad puede ser considerada positiva —así como inevitable—, pues indica pluralidad (las distintas interpretaciones del mensaje obedecen al carácter multisignificante del signo, y éstas de los diversos contextos socioculturales25).

Opuesto a la simple e inocente explicación de que el gusto es imposible de objetivar y que las aficiones, usos y preferencias de la audiencia son la prueba de su soberanía, es profundizar en el análisis del funcionamiento del "pulpo ideológico" de Lewis (1991), Los efectos de los medios no son siempre premeditados y directos (tipo teoría de la "aguja hipodérmica"), porque la audiencia construye el significado. Lo que ocurre es que incluso con los mensajes "ambiguos" se produce manipulación. Esto es porque los factores que inciden en la interpretación dependen de las condiciones sociales de los individuos; y en todos los contextos sociales actúa la ideología.26

Pues bien, la "corriente" de los estudios culturales es la que se dedicó al análisis de la cultura como campo de acción de las luchas sociales. Sus inicios están en los años sesenta del siglo pasado con Williams y Thompson, quienes comienzan a estudiar de manera descriptiva la cultura obrera británica como resistencia a la cultura de masas. Con los desarrollos conceptuales de Althusser y la práctica desaparición de la cultura obrera ante la omnipresente cultura de masas, Hall (1997) y la Escuela de Birmingham empiezan a plantear investigaciones en las cuales se observa cómo son, en este nuevo contexto, los valores, expectativas y comportamientos obreros, entrando de lleno en las cuestiones etnográficas. Se trata, por lo tanto, del estudio de la decodificación (atendiendo a los contextos de interpretación) de los mensajes de la comunicación de masas.

 

Conclusiones

Este ejercicio de revisión teórica ha servido para reflexionar sobre la estructura de la comunicación de masas y su contribución al mantenimiento y desarrollo de las desigualdades sociales, considerando diferentes niveles de análisis y perspectivas teóricas. Esta diversidad de enfoques, desde el punto de vista de la investigación empírica, aporta una importante riqueza metodológica que va del análisis de contenido y de discurso hasta el empleo de técnicas etnográficas, pasando por el empleo de datos secundarios. Por lo tanto, los estudios sobre la comunicación pueden abordar la investigación del tratamiento mediático de algunas formas de desigualdad desde la triangulación metodológica.

Por otro lado, este trabajo ha sido útil para estudiar la comunicación de masas como instrumento de transmisión de ideología legitimadora de violencias estructurales: en el nivel societal como mantenimiento de las diferencias de clase (mistificación), y en el nivel internacional como instrumento de penetración sobre los países y culturas dominados (concentración y dependencia). Son perspectivas que ayudan a hacer este diagnóstico en un contexto global de contribución por parte de los medios de comunicación de masas al incremento de las desigualdades sociales y de la irracionalidad del mundo contemporáneo. Desde esta evaluación de los medios se observa cómo los media difunden y consolidan un modelo de organización que apunta hacia la desintegración por la negación de los satisfactores de las necesidades humanas básicas en términos de subsistencia, identidad, sociabilidad y equilibrio con el medio ambiente.

Aunque estas perspectivas conectan en sus investigaciones hechos y teorías, la inclusión de los valores (junto con los hechos y las teorías, es el tercer elemento que incluye Galtung en la investigación para la paz [Galtung, 1993]) se hace imprescindible para establecer estrategias de resistencia al modelo de comunicación imperante. Algunos modelos desarrollados en este trabajo, agrupados dentro de la perspectiva denominada como "crítica", contribuyen también a realizar este diagnóstico; situando la estructura de la comunicación en el meollo del sistema, y examinando las mutuas influencias entre la industria cultural y el resto de estructura productiva, así como la permutación de roles en lo que se refiere a estructura y superestructura. El mundo de la comunicación no se puede separar del periodo histórico y del sistema económico, social y cultural que lo envuelve. Las propuestas de estos modelos, relacionadas con el desvelamiento de las estructuras y las fuerzas que regulan el mundo de la comunicación, son muy productivas en términos de comprensión del sistema.

Por otro lado, la comunicación de masas ha sido vista como instancia "mediadora". En gran parte de las relaciones sociales se ha observado parte sustantiva de la vida cotidiana, constructores de la realidad de la misma. Juan Luis Pinios, desde la perspectiva sistémica de los "imaginarios sociales" plantea, precisamente, la importancia de los medios en la construcción de la realidad. Según Pintos, siguiendo algunos conceptos provenientes de Luhman, los imaginarios sociales "son esquemas, construidos socialmente, que nos permiten percibir algo como real, explicarlo e intervenir operativamente en lo que en cada sistema social se considere como realidad" Pintos (2000a); y el ámbito en el que operan, permiten la diferenciación entre la relevancia y la opacidad, y entre la inclusión y exclusión. Frente a otros sistemas históricos de producción de verdad, el sistema actual de "producción de la realidad" se caracteriza por la mercantilización de la información a partir de las empresas ubicadas en la industria cultural. Pero Pintos (2000b) conecta la creciente pérdida de credibilidad de la producción de estas empresas con la tendencia reciente a la atención social a lo local y lo cercano, como principales fuentes de referencias sobre lo real, en términos de confianza y credibilidad.

No hay duda de que la misma estructura de los medios, en su definición y naturaleza tecnológica (emisión unidireccional desde un sólo foco), y desde el punto de vista de las múltiples conexiones con la estructura productiva, los hace difícilmente igualitarios y liberadores. En todo caso, la posibilidad de seleccionar los medios en cuanto a recepción es algo que pueden intentar disfrutar unos pocos. En el mundo desarrollado un alejamiento considerable de algunos media (todo el posible dada su omnipresencia) es una práctica de privilegiados, en el sentido de que en los países ricos hay otros medios de información al alcance menos dependiente de la tecnología (simulacro y cobertura) y los efectos de la agenda-setting son menos intensos por la mayor diversidad de medios en términos de pluralidad y en cuanto a tecnología. Pero para las sociedades de los países menos desarrollados, la no recepción de los mismos, en términos de acceso, constituye una buena medida de la exclusión a todos los niveles, como se ha abordado en el apartado que trata el Gap informativo. Las ventajas del uso de diferentes perspectivas nos permite notar esta ambivalencia de los medios.

Al igual que no se puede desconectar el ámbito comunicativo del social, tampoco se pueden dejar de considerar las profundas implicaciones del modelo de comunicación masiva con el sistema de valores mayoritariamente compartido por gran parte de las sociedades, en donde los medios de comunicación de masas son un agente más de socialización y de establecimiento de normas y valores. Este proceso no ha sido producido en poco tiempo, sino que es resultado de la exposición a sus contenidos y formas por parte de varias generaciones sucesivas. De la misma manera, desde el convencimiento de que el cambio de actitudes no se puede realizar de un día para otro, las estrategias de resistencia que propongan modelos alternativos han de proponer la formación de un sustrato cada vez más sólido, desde dónde construir nuevas formas de relación social. La idea es encontrar un modelo no demasiado definido de comunicación alternativa consonante con formas más racionales de concebir las relaciones sociales. En este sentido, los cambios en la vida cotidiana deben conllevar una nueva forma de relación de los medios y sus usuarios, en la cual éstos han de ser el objeto principal del modelo. No como pasivos receptores, sino como sujetos activos, contribuyendo a sus contenidos y formas.

Nunca se empieza de cero. Además de la existencia de ejemplos históricos (el papel de la instrucción en la prensa obrera de finales del XIX y de las primeras décadas del siglo XX), la realidad es la coexistencia de los modelos convencionales y alternativos. Se ha de reconocer que en los últimos años los movimientos de resistencia al modelo dominante a escala planetaria, y que se han manifestado a través de los diferentes foros mundiales, han conseguido hacerse oír en sus reivindicaciones precisamente por los medios convencionales. Incluso a pesar del considerable esfuerzo que realizan los medios de masas en descalificar estos movimientos, mediante la incorporación de estereotipos relacionados con la violencia y la distorsión o silenciamiento de sus propuestas concretas.

Estos movimientos descentralizados y poco burocratizados han conseguido la cohesión a partir de formas alternativas de comunicación que surgen y se desarrollan sobre la base de lo comunitario, con medios más o menos autónomos y autogestionados, no vinculados con la esfera mercantil y sí con la información y la formación. Medios que asumen la premisa de que deben servir también de conexión entre comunidades para compartir experiencias y coordinar estrategias. Un medio del que no se ha podido prescindir es Internet: una red barata y descentralizada independiente del espacio y el tiempo. Con sus limitaciones, pues el acceso no es ni mucho menos universal y existe el riesgo real del control de la información que circula en su seno. Extremo que se observó en la última Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI), en la cual se vio cómo Estados Unidos se niega a ceder en el control del sistema de dominios de la red, confiado a la Corporación para la Asignación de Nombres y Números (ICANN), que depende del Departamento de Comercio. Comprobamos, de nuevo, la necesidad constante de realizar saltos en términos geográficos que implican saltos teóricos: de lo local a lo global, y viceversa. Son perfectamente compatibles la demanda del libre flujo de información, como se demandaba en la NOMIC (Nuevo Orden Mundial de la Información y Comunicación) de MacBride a finales de los años setenta, y la transparencia global que reclamaba Galtung en los noventa, con la denuncia del esquematismo y falsa neutralidad de los medios convencionales, y con la práctica de medios comunitarios a nivel local.

Enlazando con lo expuesto en el trabajo cuando se trataban los apartados de Comunicación alternativa y Hegemonía y cultura popular, los medios comunitarios hechos por y para sus comunidades serían una forma de expresar lo popular. En ese sentido, la cotidianidad de los medios vendría definida por la continuidad entre las dos esferas (social y mediática) hasta fusionarse. Una concepción mucho más útil y liberadora que la de entender lo popular como mero objeto de estudio. Lo popular, desde esta perspectiva, habría de ser considerado como la esfera de lucha de los movimientos sociales. Desde este ámbito primordial, a través de las prácticas culturales, se pueden manifestar nuevas formas de convivencia y resistencia. Una resistencia no frontal y unidimensional, como se haría bajo una dirección política, sino desde todas las facetas de la vida (trabajo, consumo, educación, ocio, vivienda, salud, etcétera), donde los medios comunitarios expresen y reproduzcan la vida cotidiana desde los presupuestos de instrucción, espontaneidad y creatividad. Lo comunitario conecta, por lo tanto, con las concepciones de desarrollo que apuntan hacia un modelo económico de desarrollo autocentrado (endógeno) y desconectado (de los centros, que son de los que depende la dinámica de las periferias) como plantea Amín (2003a: 337-340), en el contexto de un mundo multipolar, que debe presentar un dominio local de la fuerza de trabajo, de la centralización de los excedentes, de los recursos naturales, del mercado y de las tecnologías, y que sitúe la eficacia social por encima de la competitividad. La desconexión del centro, según este modelo, ha de completarse con la conexión de las periferias en fórmulas de integración regional.

Por otro lado, se ha de prestar atención a las nuevas formas de expresión híbridas en un contexto de multiculturalidad en las formas sociales marcadas por la interacción, no sólo por la opulencia informativa que permite la sociedad global, sino también por las formas de coexistencia de diferentes culturas en el mismo espacio social con múltiples conexiones con lo global. Desde este punto de vista, los fenómenos comunicativos marcados por la glocalización indican estrategias de adaptación e incremento de la competencia comunicativa en las comunidades locales.

Voviendo al esquema de Galtung (1993), sin descartar el conjunto de perspectivas que este artículo ha abordado en términos de empirismo y criticismo, para el estudio de los medios, se observa necesario, desde el constructivismo, un modelo en el cual el investigador social ha de apoyarse en otras metodologías, cercanas al socioanálisis o a la Investigación Acción Participativa (IAP) para acercarse a los escenarios naturales donde la realidad se muestra. De este modo, el investigador, atento a los espacios donde emergen las alternativas, se implica con el objeto para entender el significado que los sujetos dan a sus acciones y la manera como se usan y se apropian los medios para la transformación social. La acción participativa de promoción de medios locales y de difusión y estudio de alternativas comunicativas (desde el periodismo crítico, el periodismo preventivo o el periodismo de paz, hasta la constitución de agencias alternativas de información) pueden ser una forma efectiva de desarrollar un modelo que cuestione la muchas veces estéril separación radical entre la academia y la sociedad.

Los modelos de desarrollo son útiles aquí. Un buen ejercicio que supera las aspiraciones de este artículo sería observar de qué modo los media pueden constituirse como satisfactores de necesidades humanas. En su configuración actual, dentro de su teoría de las necesidades humanas, Max—Neef (1994) señala la censura, la televisión comercial y la publicidad, respectivamente, como satisfactor violador (aplicado con el pretexto de satisfacer una determinada necesidad no sólo aniquilan la posibilidad de satisfacer en un plazo mediato o inmediato, sino que imposibilitan además la satisfacción adecuada de otras necesidades), satisfactor inhibidor (sobresatisface una necesidad pero dificulta seriamente la satisfacción de otras necesidades) o pseudosatisfactor (estimula una falsa satisfacción de una necesidad determinada).

Como contraste, los medios alternativos sí pueden ser buenos instrumentos si se consideran y utilizan como expresión de la libertad. Desde el convencimiento de que la libertad es el medio y el fin del desarrollo (Sen, 2000), y de que el desarrollo es autodesarrollo y aplicable a cualquier sociedad, tal como lo entiende el concepto de maldesarrollo (por exceso y por defecto), se puede construir un nuevo mundo. Conviene señalar que el término comunicación significa poner en común, y que tiene la misma raíz que comunidad. Su uso y estructura así considerados, valorándola en términos de medio y fin en sí misma, debería impedir caer en las mismas nefastas tendencias que la comunicación de masas: la manipulación para el logro de determinados objetivos. Una comunicación alternativa no está exenta de ese riesgo.

 

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Notas

1 Los autores agradecen al profesor José María Tortosa sus comentarios que, realizados tras la lectura atenta del primer borrador de este texto, han contribuido a enriquecer el presente ensayo.

2 Las diferencias que se consideran injustas y evitables han variado a lo largo del tiempo. Pero resulta difícil justificar en todo tiempo y lugar las diferencias en términos de bienestar, de libertad, de identidad y de seguridad. No obstante, otras diferencias sí resultan justificables y hasta positivas: por ejemplo, cuando la diferencia es resultado de una elección libre no condicionada, cuando se trata de una situación inevitable como las derivadas de la diversidad biológica, o cuando se trata de una ventaja temporal (Whitehead, 1990).

3 Existen otros modelos, como es "el paradigma dominante" tal como lo denominó Gitlin (1978). La razón por la cual aquí no se ha considerado es porque no aborda directamente la desigualdad. No lo hace, pues este paradigma, de marcado carácter funcionalista y positivista, asume que los medios de comunicación tienen un papel integrador en una sociedad liberal, a los cuales todos los ciudadanos tienen similar acceso. Desde esta perspectiva, los medios son el instrumento que posibilita la existencia de un canal de información entre las demandas (y el control) de la sociedad civil y las políticas públicas.

4 Un conjunto muy heterogéneo con presupuestos metodológicos y perspectivas muy diversos, que en gran medida comparten algunos de los conceptos del marxismo (clase social, dominación, modo de producción, ideología). No obstante, aquí se pretende hacer énfasis en el que consideramos fundamental elemento característico de este paradigma (que no exclusivo del marxismo), que es la inclusión de los valores. Con ello, la consideración de la actividad científica como actividad de transformación social.

5 Los Cultural Studies de origen británico —Stuart Hall—, los estudios sobre la audiencia de Fiske (1987), y los trabajos norteamericanos (Lull, 1995) y latinoamericanos sobre mediación (Martín Barbero, 1996; Orozco, 1996, 2000).

6 La teoría estructural del imperialismo y la de los sistemas-mundo (véase Tortosa, 1992, 1997 y 2001).

7 La infraestructura ha supuesto la introducción de tecnología dura (ferrocarril, carreteras) para conseguir una intensificación de las relaciones sociales, un mercado interior nacional, y un Estado-nación (económico e ideológico). Y la propaganda, a través de la tecnología blanda (radio, televisión), servía para la transmisión de ideas, valores y normas favorables a la modernidad. Con ello, los medios harían de aceleradores del cambio social y de difusores del sentimiento de identidad nacional en detrimento de las subdivisiones (equivalentes a la tradición).

8 En resumen, las siguientes deficiencias: etnocentrista, que promociona los productos extranjeros, no consciente de que la mera presencia de los media no apunta al desarrollo, olvidan los factores estructurales (culturales, sociales), demasiado centrado en las élites locales y no en el conjunto de la población, ni tampoco cuenta con la necesidad de autoconfianza de la población, que considera inseparables alfabetización, medios y urbanización, una ideología del orden y progreso; y, por último, ha supuesto una dominación política porque los medios también se han utilizado para la contrainsurgencia.

9 Ramonet (1992) cuenta cómo se comportaba el locutor a la hora de narrar los acontecimientos retransmitidos en directo de la caída del Muro en Berlín. Su frase "historia en directo" le llevaba a callar, incumpliendo la misión del periodista de explicar —antecedentes, raíces, consecuencias— a la audiencia lo que está ocurriendo.

10 Un exceso, un ejercicio de "sobreinterpretación" posmoderna llevó a Baudrillard (1991) a enunciar que La Guerra del Golfo no ha tenido Lugar. Aunque no le faltan argumentos para realizar afirmaciones de este tipo, pues hubo una —más tarde conocida— manipulación videográfica (cormorán descontextualizado, utilización de estudios de cine para "rodar" la resistencia kuwaití) e informativa (bombardeos similares a "videojuegos de guerra", entrevista a una falsa enfermera que narraba cómo los iraquíes saquearon un hospital llevándose las incubadoras); la guerra del Golfo con sus cientos de miles de víctimas, en sus consecuencias en la sociedad iraquí y en el medioambiente, sí ha tenido lugar (véase la crítica de Norris, 1997).

11 Una catástrofe vivida se parecerá en muchos casos a su representación, como lo describe Susan Sontag (2003: 31): "El atentado al World Trade Center el 11 de septiembre de 2001 se calificó muchas veces de irreal, surrealista, como una película, en las primeras crónicas de los que habían escapado de las torres o lo habían visto en las inmediaciones".

12 Jakobsen (2000) los resume en: generan intervenciones rápidas y más caras, sin planificación; producen distorsiones en la percepción de los conflictos en el público; canalizan los fondos hacia acciones rápidas en detrimento de los destinados a prevención; canalizan también las acciones de las ONG's; crean esfuerzos de las partes en conflictos para incrementar la propaganda; no tienen en cuenta el pre y el posconflicto, y dejan de cubrirse otras zonas en conflicto.

13 La Knowledge Gap Hypothesis afirma que cuando se incrementa la circulación de la información en un sistema social, los segmentos de la población con un estatus socioeconómico alto tienden a adquirir y asimilar mejor la información que los segmentos socioeconómicos más bajos. En consecuencia, el aumento de información, en vez de disminuir el distanciamiento, contribuye a incrementarlo.

14 Un análisis sobre el papel y ubicación de los estudios sobre economía política de la comunicación se puede encontrar en Mosco (1996).

15 Un amplio repertorio de trabajos se podrían incluir aquí, tras la estela dejada por Mills en la Élite del poder, donde observó cómo los medios de comunicación reflejan la sociedad y su realidad política y económica según las necesidades de la élite del poder, y que en la misma élite se hallan individuos que dominan la propiedad de los grandes medios de comunicación, así como individuos dedicados a la formación de la opinión pública. Kellner (1992) explica, entre otras razones, por qué los intereses cruzados de la industria militar y la mediática posibilitó que los medios apoyaran en masa la I Guerra del Golfo. Otras elaboraciones (Altschull, citado por Shoemaker y Mayfield, 1989) indican cómo la propiedad de los medios configuran la ideología de los contenidos. Por ejemplo, un medio de financiación pública tenderá a representar la ideología gubernamental, mientras que una financiación de determinados grupos de interés o de la publicidad tendrán una ideología de los intereses de las fuerzas sociales que representan o la de los anunciantes y sus audiencias, respectivamente. En España: Bustamante y Zallo (1992).

16 Es tal el poder mass-mediático que abandona la esfera de la superestructura para tener una naturaleza infraestructural, ya que sujeta a través de los mensajes tan férreamente a los individuos que los introduce en el aparato productivo no solamente aceptando la dominación en el terreno laboral, sino también encajándolos en la dinámica del consumo haciéndoles adquirir los productos inútiles, mediante las necesidades artificiales que crea la publicidad.

17 Un grupo bastante numeroso y heterogéneo. Destacan dentro de la "primera generación": Horkheimer, Adorno, Marcuse, Benjamín, Fromm; y dentro de la "segunda generación": Habermas, Offe, Schmidt. Véase Jay (1986).

18 A partir de prácticas como el socioanálisis o IAP (Investigación Acción Participativa).

19 Algunos portales donde se encuentran enlaces a medios alternativos de diferentes zonas del mundo: <http://www.geocities.com/mediosbolivarianos/latinoamericanos1.html> [10 de octubre de 2006].

<http://www.urbared.ungs.edu.ar/recursos_vinculos_difusion.htm> [10 de octubre de 2006].

<http://www.zmag.org/altmediawatch.htm> [10 de octubre de 2006].

<http://www.papertiger.org/index.php?name=links>[10 de octubre de 2006].

<http://www.users.bigpond.net.au/trt/>[10 de octubre de 2006].

20 Véase Stephenson (2003).

21 Mattelart señala cómo las propuestas de esta comisión revelaron la existencia de dos modelos de comunicación social diferentes: el liberal, de fuerte carácter comercial y orientado al entretenimiento, representado por los países del Norte que acusaba a los países del Sur de mantener sistemas de control informativo; y el público, mantenido por el Sur, y orientado a la educación y que propugna la no injerencia del Norte en los asuntos internos de sus países (Mattelart, 1993).

22 A diferencia de la Comisión MacBride (en un contexto histórico diferente —Guerra Fría—, desarrollada por la UNESCO y participada principalmente por estados), esta cumbre internacional ha sido dirigida por una corporación internacional que defiende intereses comerciales (la ITU, Internacional Telecommunication Union) y en el contexto de una Organización Mundial de Comercio cuyos acuerdos van en la dirección de sustraer capacidad a los Estados para controlar sus espacios culturales y mediáticos. Sus resultados han sido, en bastante medida, decepcionantes. Más información se puede encontrar en Raboy (2004) y el artículo de Guillermo Mastrini y Diego de Charras (<http://catedras.fsoc.uba.ar/mastrini/investigaciones.htm> [20 de noviembre de 2007]). También, a los 25 años de la redacción del informe, la revista Quaderns del Consell de l'Audiovisual de Catalunya (VV.AA., 2005) edita un monográfico que realiza una reflexión sobre lo recorrido hasta la fecha (<http://www.audiovisualcat.net/publicaciones/Q21cas.html> [10 de octubre de 2006]) .

23 En España, el incremento de visibilidad de la violencia sobre las mujeres gracias a la cobertura informativa de los medios ha sido una de las causas que ha provocado demandas de la sociedad a los poderes públicos, para acciones políticas integrales (sociales, legislativas y judiciales).

24 Para Althusser existe todo un conjunto de instituciones especializadas en la construcción de fetiches y de ídolos psicológicos y culturales. Los AIE —Aparatos Ideológicos del Estado (Iglesia, educación, sindicatos, familia, arte, deporte y medios de comunicación)— son las instituciones de las que se sirve la esfera superestructural de la sociedad para mantener los consensos sociales, más allá de los aparatos de represión (administración, tribunales, cárceles, policía).

25 La condición multisémica del signo implica diferentes formas de recepción e interpretación. Los medios son otros objetos de apropiación cultural: ni refuerzan ni disminuyen la misma, solamente hay diferencias de uso (según contextos sociales y culturales distintos). En el ámbito sociocultural la cuestión no es binaria (tener o no medios económicos o instrucción —capital cultural), sino multidimensional: los mensajes no se interpretan o se dejan de interpretar, sino que se interpretan de diferente manera dependiendo de las experiencias individuales, culturales, familiares, de clase social, laborales, etcétera.

26 En una línea similar, se sitúa el trabajo de Bourdieu (1991) sobre las preferencias estéticas de los grupos sociales. El gusto es una práctica social que sirve para dar al individuo una percepción de su lugar en el orden social. Sirve para unificar a los que tienen preferencias similares y para diferenciarlos de los que tienen otros gustos. Los cambios en los bienes culturales conducen a alteraciones en los gustos, pero los cambios en éstos también producen transformaciones culturales. Así sirven como indicadores de lucha de clases, pero esta lucha no se reduce a cuestiones económicas.

 

Información sobre los autores

Clemente Penalva Verdú. Doctor en Sociología, secretario del Instituto de Desarrollo Social y Paz. Coordinador del Grupo de Estudios de Paz y Desarrollo de la Universidad de Alicante. Profesor titular. Profesor de cursos de posgrado en Estudios para la Paz. Publicaciones en temas relacionados con medios de comunicación de masas (noticias internacionales y medios de comunicación y violencia) usando la metodología de análisis de datos textuales. Participa como investigador en diferentes proyectos de investigación (I+D) nacionales e internacionales relacionados con comunicación intercultural.

Daniel Laparra Casado. Doctor en Sociología (U. Alicante). Msc Epidemiology (LSHTM, U. Londres). Maîtrise sociologie (U. Aix-Marsella I). Secretario del departameno de Sociología II. Profesor titular. Miembro del Instituto Universitario de Desarrollo Social y Paz. Publicaciones sobre: medios de comunicación y desigualdad, desigualdades en salud por clase social, nacionalidad y género. Miembro de la NoE, del VI Programa Marco de la UE "Reseau euro-mediterraneen des centres de recherche en sciences humaines sur l'aire mediterraneenne". Investigador en varios proyectos del programa nacional de I+D.


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