martes, 25 de mayo de 2010

Violencia y poesía de los noventa (Perú) DOSSIER No 1






(Lectura de Ya nadie incendia el mundo de Victoria Guerrero)

Luis Fernando Chueca *
(Lima. Perú)
Pontificia Universidad Católica del Perú

Violencia y poesía de los noventa: el silencio inicial
¿Debe la poesía buscar retratar la realidad? Digamos en principio que no. La literatura, y la poesía dentro de ella, no tiene obligaciones más allá de las que el propio autor se impone y estas, incluso, no se pueden cumplir programáticamente, por supuesto. Pero esto no hace que el poeta pueda eximirse de procesar, de una u otra manera, su tiempo y su mundo, dialogar con él. Como ha dicho Edward W. Said, "los textos tienen modos de existencia que hasta en sus formas más sublimadas están siempre enredados con la circunstancia, el tiempo, el lugar y la sociedad; dicho brevemente, están en el mundo y de ahí que sean mundanos" (54). Y muestran, entonces, cómo en muchos casos -no por exigencias del género, por cierto, pero sí como respuesta a los retos que las circunstancias les plantean- los poetas dialogan explícitamente con su tiempo, con su mundo, con el poder y con la historia, resultando de esto, en no pocas ocasiones, productos estéticos de gran valor y rotunda vigencia.
¿Qué decir, a partir de lo anterior, sobre la poesía peruana de los noventa 1 y lo vivido en el Perú en esos años y los inmediatamente anteriores? Es decir, de aquellos años que para muchos de los poetas aparecidos en los inicios de dicha década fueron tiempos de formación, de crecimientos, de la primera o segunda adolescencia, de las iniciales búsquedas y descubrimientos en su relación con las palabras o, en algunos casos, de las primeras publicaciones. Me refiero sobre todo a la situación que, aunque no la única, sí marcó, desde diversas perspectivas, el imaginario social peruano, y dentro él, el de estos jóvenes poetas: la violencia política o guerra interna vivida en el país entre 1980 y, digamos, 1992 2.
 No voy a detenerme en el recuento de los hechos, sino que pasaré rápido al terreno la poesía. La década anterior, la de los ochenta, la del inicio de la violencia de Sendero Luminoso y la respuesta del Estado, que pronto se convirtió en guerra sucia, entregó un escenario inédito con el que rápidamente los jóvenes poetas de ese momento dialogaron. Poemas como "pucayacu" de Raúl Mendizábal, "19 de junio" de José A. Mazzotti, varios de Arquitectura del espanto, el primer libro de Domingo de Ramos o "Reyes en el caos" de Róger Santiváñez, fueron, desde esos mismos años, textos que aludían a la situación. También lo hicieron algunos poetas anteriores, como Tulio Mora con Cementerio general. Luego, en los inicios de los 90 se sumaron a este diálogo nuevos textos, como Pastor de perros de Domingo de Ramos, Symbol de Róger Santiváñez, A-Rojo de César Ángeles, o, desde un registro más simbólico, el algún poema de Magdalena Chocano y la colección "Sobre el brillor todavía de" de Carlos López Degregori, de quien su Cielo forzado, de los 1988, supone también una forma de diálogo con esa situación de muerte y violencia. Por esos años, otros poetas mayores, como Antonio Cisneros, con "Un perro negro", José Watanabe con "El grito (Edvard Munch)" o Wáshington Delgado con Historia de Artidoro, deben integrar este registro, incompleto, por supuesto.
¿Y qué sucedió con los poetas de los noventa? Al llegar la década y frente a la evidencia de que estos jóvenes habían vivido o al menos percibido la atmósfera de desconcierto, miedo y muerte que llegaba más cerca de los sectores medios de la ciudad de Lima 3 en formas cada vez más notorias y violentas, llama la atención el hecho de que, salvo algunos poemas de Montserrat Álvarez en Zona dark, y algunos otros pocos (alguno de Martín Rodríguez-Gaona, alguno de Grecia Cáceres, alguno de Verónica Álvarez), no se vio una intención de diálogo expreso, desde la poesía, con lo que se estaba viviendo. No se me escapa, por supuesto, que existen otras posibilidades de acercarse a esa trama de violencia. Y, en ese terreno sí hay y mucho entre los poetas de los noventa: caos y desestructuración, crisis y violencia social. También muchos exilios interiores o un retorno muy evidente a una poesía de dentro del cuarto o de refugio en el espacio familiar, como únicas y privadas zonas de protección frente a un mundo que parecía desmoronarse. Todas estas fueron, por supuesto, otras maneras de reaccionar ante una situación que resultaba excesiva y que, de algún modo, condujo al repliegue en estos fueros de la intimidad y a una marcada desazón y escepticismo en las subjetividades que articulaban los poemas. Pero lo que me interesa, aquí, es que la joven poesía de esos años evitó establecer un diálogo más explícito con la situación que se estaba viviendo. No porque, repito, considere que la poesía debe responder necesariamente de esa manera (esas son, finalmente, opciones de cada poeta), sino porque no deja de llamar la atención ese vacío.
Como anoté en algún artículo anterior (2001: 118), un evento me parece emblemático para representar esta actitud: un recital realizado el 17 de mayo de 1991, en que se reunió casi toda la nueva hornada de poetas en uno de los salones de la Universidad de San Marcos. Allí, mientras los jóvenes leían sus textos o participaba algún novel cantautor, reventaban en las instalaciones de la universidad algunos cartuchos de dinamita, evidentemente encendidos por integrantes de Sendero Luminoso, quizás también estudiantes de la misma casa. Ante esos hechos, los asistentes tras unos instantes de desconcierto inicial, no hicieron mayor comentario y la actividad continuó. Aunque las interpretaciones pueden ser varias, la que a mí me interesa es que el gesto representa simbólicamente un silencio que luego caracterizó a la joven promoción: nadie dijo públicamente nada sobre lo que estaba pasando. Eso no supone que los poetas no hayan hecho/dicho nada en esos años, sino que como poetas, desde su oficio de poetas, prefirieron dejar de lado eso. Los acontecimientos (casi) no fueron afrontados directamente desde la poesía. Una marca de silencio como sello de promoción.
La pregunta que ha rondado una y otra vez es por qué. Entre las respuestas, se puede imaginar que estos poetas, al verse desbordados por acontecimientos como los de la violencia política, que exigían una distancia crítica mayor, pues superaban las posibilidades aún en formación de sus lenguajes, prefirieron evitarlos. O decir que la costumbre de la muerte que produce corazas infranqueables, incluso en la más permeable subjetividad de los poetas. Otras interpretaciones apuntan a que los acontecimientos de la guerra que desangró al país pasaron lo suficientemente lejos de los poetas, que, en tal sentido, no se sintieron empujados a procesar desde sus textos lo vivido en otros ámbitos. También puede considerarse el menor grado de politización de estos jóvenes, frente a sus pares de los setenta o de los inicios de los ochenta, o a la postulación de un movimiento de retracción frente a la intensidad de un discurso muy atento, en la década anterior, al espacio público y a las diversas violencias como material poético fundamental.
Es claro que no es posible señalar una que pueda considerarse la respuesta. Todas probablemente tienen su cuota de validez en esta explicación. Pero quizás una nueva situación invita a pensar en que era necesaria una mayor distancia; es decir que la acción del tiempo (madurez, desarrollo del oficio poético, alejamiento emocional de los hechos) permite reacciones más procesadas y diálogos que elaborados. Y digo esto porque en los últimos años han aparecido algunos libros que permiten reconocer, en los poetas que aparecieron en los primeros momentos de los noventa, y otros más jóvenes también, una voluntad de revisar esos momentos de violencia vivida, lo que es, indudablemente, además, una manera de pensar el Perú y la sociedad peruana, y por supuesto pensarse uno mismo. Entre los más interesantes poemarios que, de una u otra manera, han puesto en escena la situación vivida en esos años, sea como parte de una sutil escenografía imposible de desconocer (Parque infantil, de Martín Rodríguez-Gaona) o como elementos indispensables de una reflexión más amplia (Ludy D de Roxana Crisólogo o Tratado de arqueología peruana del joven Roberto Zariquiey), está, sobre todo, Ya nadie incendia el mundo, de Victoria Guerrero, sobre el que hablaré a continuación.
Ya nadie incendia el mundo de Victoria Guerrero: entre la esterilidad y la utopía

El libro, aparecido en el 2005, articula una serie de referencias que lo acercan a la dición autobiográfica; al mismo tiempo sostiene una desgarrada reflexión metapoética y significa un intenso diálogo entre las circunstancias de la vida de la mujer protagonista del conjunto (y de su cuerpo) y la que el país ha atravesado en las últimas décadas. Con relación a lo primero, la decisión de la autora de inscribir su nombre como firma y como huella de esperanza ante imposibilidades y adversidades, en el último poema del libro, es altamente reveladora. Además utiliza como punto de partida de la historia que el libro traza su año de nacimiento, menciona su actual residencia fuera del Perú y así como varios otros datos cruciales de su biografía. Sobre lo segundo, el poema de apertura, "Lima / año cero", propone, entrelazada con los primeros dibujos del personaje, una reflexión, que se mantendrá en lo sucesivo, sobre la (im)posibilidad de la escritura:

voy porfiando tercamente garabateando una escritura que no sana el cuerpo explota revienta en miles de pedacitos de odio ¿los quieres? recoge uno tras otro con cuidado para que no te hieran y luego a la basura sin lágrimas (13).
Lo tercero aparece incrustado, como se ve en la cita anterior, entre los otros niveles discursivos del libro ("el cuerpo explota revienta en miles de pedacitos") y también se traza a partir de fechas consignadas en los títulos, así como otros datos de evidente relación con la historia reciente del país. A propósito de esta condición de poderoso magma del que brotan, inseparables las más de las veces, las diversas líneas que atraviesan el poemario, ha escrito Susana Reisz, partiendo del título del libro:

¿de qué incendio hablan el poema y el libro? ¿de una iluminación interna? ¿de una visión trascendental? ¿de una búsqueda de la verdad? ¿de una celebración de la belleza? ¿de un fin del mundo tal como lo conocemos? ¿de un fin que podría prometer un nuevo comienzo redentor? Y ¿de qué mundo se está hablando? ¿del mundo 'real'? ¿del mundo interior? ¿de una imagen del mundo? ¿del mundo de la poesía? ¿del mundo de las palabras? (159)
De todos, podríamos responder. Y aunque al anotar las coordenadas más evidentes del libro (la mujer protagonista de las páginas hace un recorrido bullente, intenso y fragmentado de una vida -la propia- que va desde el nacimiento a los siete meses de gestación, pasa por la evidencia de la esterilidad porque "otra vez no hay menstruación / sino solo pestilencia", o a las reiteradas visitas a médicos a causa de esto, o a las nuevas visitas a médicos y hospitales por causa del cáncer al seno de la madre y la mutilación que ello representa y, finalmente, llega a la conciencia de desarraigo en otra ciudad, lo que supone también despegarse de una capa de la piel), el conjunto pareciera quizás privilegiar una lectura intimista, tal acercamiento resulta a todas luces insuficiente, pues son la misma conjunción e inseparabilidad de los niveles que explora Ya nadie incendia el mundo las que obligan a ver a cada uno de estos elementos como símbolo de otros: metáforas, metonimias y sinécdoques mutuas; casi a modo de espejos puestos frente a frente.
Además de los poemas que abren y cierran el conjunto, el libro está estructurado en dos secciones: "pabellón nacional / NACIMIENTO Y CAÍDA" y "pabellón 7A / SACRIFICIO". El paralelo entre los títulos revela la conjunción a la que aludo: la bandera patria (o matria, quizás sería mejor) y un sector del Hospital del Empleado. El símbolo nacional se entremezcla con el inicio de la vida de la protagonista y el pabellón hospitalario permite atestiguar un sacrificio que se verá inmerso en la trama de descomposiciones y agonías sociales.
En "pabellón nacional / NACIMIENTO Y CAÍDA", el primer poema, "Hospital del empleado 1971", corresponde al nacimiento de la protagonista, quien, por tratarse de una sietemesina que requiere de incubadora ("vientre frío" o "máquina-madre" se le llama al aparato), se percibe incompleta y es objeto de una actitud marginadora y excluyente que marca ese momento como una situación de caída simultánea al nacimiento:







niña idiota
-dijeron
aspira más allá de tu cuerpo defectuoso
y lárgate
ya no tenemos espacio para ti ni los tuyos

La niña se debate, entonces, entre la inscripción de los signos de su identidad quebradiza y la amenaza omnipresente de los médicos que, símbolos del orden normalizador y autoritario, desprecian la abyección 4 de ese cuerpo diferente que pugna por vivir. En ese marco aparece la primera mención de una imagen que será leitmotiv en todo el bloque: "un mar te alcanza / un mar repleto de cadáveres / te moja los pies" y, con ello, se sella la condición de sobreviviente de la hablante de los poemas frente a un mundo que revela sus resquebrajamientos. Al mismo tiempo encuentra los primeros resquicios desde los cuales comienza a imaginar que algo distinto es posible, aunque sea frágil como la imaginaria luz del viejo Parque de la Media Luna en el distrito de San Miguel, que se ofrece como símbolo inicial de la posibilidad utópica que la hablante tercamente hará asomar en todo el libro.

Con lo mencionado se puede tener una idea inicial de los procedimientos de aglutinación de niveles en Ya nadie incendia el mundo. Las situaciones referidas, si bien altamente enganchadas con los avatares de una biografía, son también claros indicios de una sociedad excluyente, autoritaria y abusiva. Además, con la mención de los cadáveres que aparecen no solo como imagen sino como ola que amenaza con llegar y cubrir a la protagonista, se dispondrá la escena para que en los textos siguientes, cuyos títulos hacen referencia a los años a partir de 1980, ingrese al universo del poema el contexto de la violencia de los tiempos de la guerra interna y de los años posteriores.
El siguiente texto, "1980-1984 a secas", retoma, desde el título el tema de la agónica lucha por una escritura ríspida y punzante, que desafíe, porque debe hacerlo para tratar de decir lo que quiere, las convenciones de corrección e higiene, con lo que se evidencia la inseparabilidad entre cuerpo y escritura, a la vez que ambos se proponen como espacios de oposición a las corrientes de asimilación que la sociedad -esa sociedad autoritaria- ha establecido. El poema pone en escena al final un recorrido familiar en automóvil que es a la vez una sumersión en espacios duros y oscuros ("húndete bajo tus zapatos acepta el desprecio de ser ajeno bajo el gris de una ciudadcielo") en que, como advertencia, aparece un característico y amenazador cartel que se leía en los muros de los recintos militares durante los años de violencia:







PRO-HI-BI-DO-DE-TE-NER-SE
HAY-OR-DEN-DE-DIS-PA-RAR
 


De esa exploración "en el mar en la sucia espuma que baña los abismos" parece haber nacido la urgente escritura de mutilaciones de este libro, que desemboca, en "7 años de silencio 1983-1991", en un macabro juego de variaciones: todas las posibilidades combinatorias de "las imágenes de los cadáveres descompuestos pasan gélidas ante nuestras narices como carne muerta desde el nacimiento" -frase que ya había aparecido atravesando el margen inferior de la página en el poema previo y aparecerá igualmente en el posterior- se convierten en la única y obsesiva realidad. El silencio propuesto por el título obviamente se relaciona con las dificultades de lograr la escritura necesaria, pero también, como lo reforzará unas hojas después el doble vaciado de este poema, con la imposibilidad de una sociedad de decir algo ante el real espectáculo de la muerte, o con la ausencia de voluntad, sobre todo "generacional", de tratar de construir una representación de lo que estaba viendo 5. Y lo que se estaba viendo son, por supuesto, esos cuerpos que remiten a los muertes de la guerra interna, pero, también, a los cuerpos muertos de todos aquellos que "hundimos nuestros dedos en las cuencas vacías / de nuestros deseos". El texto al que me refiero, ese doble vaciado al que hacía referencia, es una página en blanco en la que solo está escrito el título, "7 años + de silencio 1993-2000" y en la parte baja la escueta frase "y nadie lloró".
La segunda sección es "pabellón 7A / SACRIFICIO". Aquí, la enfermedad pasa a primer plano. La esterilidad de la protagonista y el cáncer de su madre provocan que varios de los poemas tengan como escenario los hospitales. En los dos primeros se ofrecen escenas médicas vinculadas con la hablante de los poemas: una disección o "ritual de aniquilamiento" destinado a retirar "las partes putrefactas" de su cuerpo y, luego, una secuencia de tratamientos que posiblemente intentan revertir la infertilidad de la joven estéril, titulada "continua escasez de agua en todo el territorio nacional 1980-2004". En ambos casos, las escenas de las salas médicas se corresponden con escenas exteriores: así, la disección a la que se somete la mujer en el primer texto no impide que pueda "entrever por las rendijas / de otra ventana / [...] / los cuerpos hundidos en el acantilado / huyendo de toda luz / añorando la niebla que baña la mañana hasta perderlos"; y en el segundo, se habla de fusilamientos y se menciona que los intestinos "no conocen la crueldad del espejo ni la luz del día / ni la falta de agua ni la continua explosión callejera". En ambos casos, también, los médicos que ejercen estas prácticas son parte de lo que Foucault reconocería como las estructuras de vigilancia de una sociedad panóptica 6 . Así, a la primera disección, se sigue su correlato:
ES AQUÍ CUANDO EMPIEZA LA SEGUNDA DISECCIÓN
la estación del sacrificio y la re-educación:
                           vaciar el cuerpo de todo animal ajeno
                           cargando el olvido entre los brazos

PARA QUE NINGÚN MAL NOS SALPIQUE

Es decir, la extracción de todo lo informe o, visto de otro modo, el intento de aquietar toda búsqueda, instaurar una artificial comodidad o provocar el olvido de una realidad que, por más dura, no debería alejarse porque la memoria -áspera y agitada- constituye una de las pocas vías para los replanteamientos profundos 7 . Los médicos cumplen así un papel paralelo al de los "polis" que, en varios de los poemas en cursivas que se intercalan en diversos momentos en el poemario, aparecen "pateando nuestros sueños". Por eso a los médicos se les menciona como "carniceros doctores héroes nuestros", haciendo alusión con esto último también a la catadura moral y humana de muchos de los llamados, antes y ahora, en tiempos más recientes, "héroes de la patria" 8.
El poema que le da el título a la sección vuelve sobre esta omnipresencia médica que enarbola como consignas "NO GRITES NO VIVAS NO AMES" O "QUÉDATE Y SERÁS FELIZ". Nuevamente la pasividad y el olvido como propuestas oficiales de diseño de la vida social. Nuevamente la cárcel de un conformismo (la habitación de hospital se equipara a una prisión) que el poema oportunamente contrasta con el sonido de un balazo a media noche o con la imagen de un mutilado que avanza por una avenida sintomáticamente llamada "perú" cuyo "rostro lloroso de rabia alza los ojos hacia mí". Contrapone también la engañosa luz de una lámpara, en medio de las oníricas sensaciones que produce una operación con la luz que despliega el fuego de un poeta que "incendia su cuerpo en medio de la noche" y "se agita en llamas de su propia orfandad". La búsqueda no persigue, pues, el pulcro y blanquísimo recinto que ofrece como recompensa el adormecedor y vigilante tratamiento médico, sino otro espacio, que aparece, otra vez, casi imposible (como su escritura), a pesar del sacrificio de fuego celebrado 9. Aquí es cuando aparece la frase que le da el título al libro: YA NADIE INCENDIA EL MUNDO / NI SIQUIERA TÚ. El mundo necesita, pareciera decir, que se lo incendie, pues ese ritual purificador podría ser el que mantenga viva la utopía que (casi) todo se empeña en apagar 10.
En "Fiesta / 2004 (hospital del empleado)", el cuerpo enfermo de la hablante se confunde con el cuerpo enfermo de su madre. Se diseña, así, una línea de continuidad que, en algún sentido, podría reconocerse como herencia: la enfermedad no es solo propia; es un mal que pasa, de algún simbólico modo, de madre a hija y, que reafirma, entonces, que el cuerpo de esa mujer "cargada de esterilidad" que ha recorrido los poemas es, también, el cuerpo enfermo de una sociedad y de un país que no ha llegado a constituirse en nación y que prolonga sus fragmentaciones y sistemas de exclusión 11. Una imposible comunidad imaginada que, al ser infértil 12 y sufrir un cáncer al seno 13, enfatiza simbólicamente su incapacidad de reproducirse adecuadamente: da dar a luz o alimentar una vida más justa, plena y libre. Ese cuerpo enfermo es, al mismo tiempo, el que ha heredado y asentado sobre sí la generación 14 a la que cronológicamente corresponden la poeta-protagonista del libro y sus compañeros de ruta, los poetas de los noventa: "madre / pertenezco a una GENERACIÓN MUERTA", confiesa ella y parece estar poniendo en escena el silencio poético al que me refería al inicio de este trabajo. La imposibilidad de aquella promoción de escritores que, envueltos en el desencanto, la abulia, el miedo o el desconcierto, prefirieron, a pesar de las urgencias del tiempo (los reales cadáveres de los años 80 y 90 que pasaban y pasaban insistentemente ante sus narices, y los simbólicos reflejos de sus propios cadáveres en tanto hombres y mujeres cuyas esperanzas se presentían muertas), alejar de sus discursos toda referencia directa a esto y establecer el refugio (casi) mayoritario en los espacios de la individualidad que les evitaba, así, supuestamente, el contacto con lo político. La desesperanza absoluta sobre los destinos del país que se tradujo muchas veces en la celebración de rituales de intimidad o endiosamientos de la perfección por la palabra 15.
Los últimos poemas del libro ofrecen nuevas imágenes de la terca y frágil insistencia de la poeta-protagonista por hacer una "contradanza" ante la fuerza de la enfermedad y de la muerte:
conjuro a la muerte este día con una danza de gloria y porvenir
le escupo a la enfermedad la maldigo
como maldigo a la mosca 
que todas las noches canturrea sobre mi cabeza (69)  16
Se enfrenta con ello a la propia oscuridad y soledad y, a la vez, a una nueva aparición de "la policía de los sueños" que, esta vez, se encuentra arrastrando los cuerpos de los últimos muertos. Por ello puede terminar el libro con la frase "con esperanza / victoria", con la que establece una reveladora identificación entre ella y la autora. La mirada utópica reflejada en esta frase no supone, por supuesto, una verdadera victoria ante las dimensiones de la muerte ni ante el silencio que cubrió con su manto a un grupo de poetas y a gran parte de de la sociedad que se hizo, así, en parte, cómplice de lo que sucedía. Tampoco permite pensar en que, como muchos quisieran creer el Perú (así como la mujer protagonista de los poemas) ha curado sus heridas y sus males. Como señala el fragmento citado, la mosca de la muerte sigue canturreando sobre la cabeza. Pero articular sobre la trama de silencios las ásperas y quebradas palabras de este libro, estar por fin "vomitando su silenciamiento", como ha dicho la poeta a propósito de lo que sucede en los últimos tiempos con varios de los escritores de esta promoción, es sí un necesario triunfo: la luz de un pequeño fuego imprescindible.
Termino citando un fragmento del poema final:
caminé buscando una puerta cualquiera
una salida cualquiera
y salí y llegué a casa
atravesando mi propia oscuridad (81)


BIBLIOGRAFÍA
Ángeles Loayza, César. "¿Ya nadie incendia el mundo?". En el sitio web Letras.s5: http://www.letras.s5.com/vg120106.htm Chueca, Luis Fernando "Consagración de lo diverso: una lectura de la poesía peruana de los noventa" En Lienzo 22, diciembre 2001: 61-132.
Foucault, Michel. Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones (Selección e introducción de Miguel Morey). Madrid, Alianza, 2001.
Guerrero, Victoria. "Entre el desencanto y la violencia -a manera de testimonio-". Ponencia presentada al Primer Congreso Internacional de Poesía Peruana (1980-2006) realizado entre el 21 y 24 de noviembre de 2006 (manuscrito).
---. Ya nadie incendia el mundo. Lima, estruendomudo, 2005.
Héritier, Françoise. Masculino / Femenino. El pensamiento de la diferencia. Barcelona, Ariel, 1996.
Kristeva, Julia. Poderes de la perversión. Buenos Aires, Siglo XXI, 2000.
Löwy, Michael. Walter Benjamín: aviso de incendio. Buenos Aires, FCE, 2005.
Reisz, Susana. "De incendios y regresos imposibles: un nuevo poemario de Victoria Guerrero". En Hueso húmero 48, mayo 2006: 146-161.
Rodríguez-Gaona, Martín "Ya nadie incendia el mundo de Victoria Guerrero". En el sitio web Letras.s5: http://www.letras.s5.com/vg0111051.htm
Said, Edward W. Said, Edward W. El mundo, el texto, el crítico. Buenos Aires: Debate, 2004.



* Luis Fernando Chueca (Lima, 1965) ha publicado los poemarios Rincones. Anatomía del tormento (1991), Animales de la casa (1996), Ritos funerarios (1998) y Contemplación de los cuerpos (2005).
Ha escrito además numerosos ensayos sobre poesía peruana contemporánea, algunos de ellos incluidos en el libro En la comarca oscura. Lima en la poesía peruana 1950-2000 (Universidad de Lima, 2006), escrito junto a Carlos López Degregori y José Güich.
Integra el comité editor de Odumodneurtse, periódico de poesía y de la revista de literatura Intermezzo Tropical. Actualmente ejerce la docencia en la Pontificia Universidad Católica del Perú y en la Universidad de Lima.

1Como lo anoté en un artículo anterior (Chueca 2001), decir "poesía peruana" no es más que una convención bastante difundida, pues lo que se suele considera con el término es aquello que corresponde al "sistema letrado culto" de la poesía nacional y que, además, ha llegado a circular en Lima, la centralista capital del país. Más allá de esos márgenes existe, por supuesto, mucha poesía muy poco difundida que, lamentablemente, no he podido considerar. Con relación a "los noventa", me refiero a los textos de aquellos poetas que, de jóvenes, comenzaron a publicar en esos años.
2 No se puede ser categórico al respecto, y los datos sobre lo que siguió a esos años demuestran que no terminó la violencia política. Sin embargo, en el 92 con el inicio de la dictadura civil de Alberto Fujimori y la captura de Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso, en el imaginario disminuyen el temor y el desconcierto y la tranquilidad -aparente tranquilidad, aparente solución- cambian el panorama.
3 A los que pertenece la gran mayoría de estos poetas.
4 Dice Julia Kristeva en Poderes de la perversión: "No es [...] la ausencia de limpieza o de salud lo que vuelve abyecto, sino aquello que perturba una identidad, un sistema, un orden. Aquello que no respeta los límites, los lugares, las reglas" (11).
5 Sobre esto, que se relaciona con la frase "pertenezco a una generación muerta" que aparece en un poema de la segunda parte del libro, "Fiesta / 2004 Hospital del empleado", volveré luego.
6 En sendas entrevistas señala Michel Foucault (2001): "Vivimos en una sociedad. Tenemos unas estructuras de vigilancia absolutamente generalizadas, de las que el sistema penal, es sistema judicial es una pieza, y de las que la prisión es a su vez una pieza, de la que la psicología, la psiquiatría, la criminología, la sociología, la psicología social son los efectos. Es en este punto, en este panoptismo generalizado de la sociedad, en donde debe situarse el nacimiento de la prisión" (78) y "Lo cierto es que las redes de poder pasan hoy por la salud y el cuerpo. Antes pasaban por el alma. Ahora por el cuerpo" (121).
7 De manera ilustrativa para lo que comento, en su comentario a la Tesis XII "sobre la filosofía de la historia" de Walter Benjamin, Michael Löwy señala que "la rememoración de las víctimas no es, para él, una jeremiada melancólica o una meditación mística, y solo tiene sentido si se convierte en una fuente de energía moral y espiritual para quienes luchan hoy (130).
8 Un verso del emblemático "Crónica de Lima", de Canto ceremonial contra un oso hormiguero (1968), Antonio Cisneros propuso un antecedente de este cuestionamiento del heroísmo oficial: "Trato de recordar los nombres de los Héroes, de los Grandes Traidores".
9 La imagen de este poeta incendiado corresponde en la realidad a Josemári Recalde, autor del lucífero Libro del Sol, sobre cuya trágica muerte Victoria Guerrero ha dicho, en "Entre el desencanto y la violencia" (texto que he conocido mientras trabajaba la última versión de este trabajo), que marca simbólicamente el cierre del círculo de la desencantada "generación de los noventa".
10Susana Reisz ha dicho que la frase "sugiere un cuestionamiento del alcance y el sentido (¿político?) del sacrificio individual y, al mismo tiempo, una cierta nostalgia del Apocalipsis" (159).
11 Sobre esto ha escrito Martín Rodríguez-Gaona, en "Ya nadie incendia el mundo de Victoria Guerrero" que "el discurso íntimo y el discurso social (ambos sangrantes, crispados) se tornan parte de un imaginario "cuerpo nacional": los cuerpos fragmentados, desaparecidos, torturados, son los vestigios de un aborto republicano, del monstruoso sacrificio democrático que compartimos tanto la metrópoli como la periferia".
12 En el pensamiento tradicional, "Una mujer estéril a menudo es menospreciada, pues se trata de un ser inacabado, incompleto, totalmente deficiente" (Héritier: 92). En este mismo sentido, "La esterilidad, sencillo asunto femenino en la mayor parte de los sistemas de representación de las sociedades humana (como obligaría a pensar, al parecer, la prueba objetiva de los hechos biológicos aparentes, pero en realidad consecuencia de razonamientos más complejos), se percibe, pues, ante todo, como la sanción social, inscrita en los cuerpos, de acciones que infrinjan la ley, que se aparten de la norma y franqueen límites siempre bien delimitados" (123) y que, en esa medida, atentan contra la armonía necesaria para el buen funcionamiento del mundo.
13 No es un despropósito contrastar la imagen "desnuda en una camilla de hospital / mi madre se tiende del lado opuesto del seno cercenado", que aparece en este poema, con la tradición de representación de la patria (y de la libertad buscada y alcanzada por esta) como mujer desnuda con los senos al aire, como se ve, por ejemplo, en el famoso cuadro La libertad guiando al pueblo de Eugène Delacroix, mencionado muchas veces como el primer cuadro político de la pintura moderna.
14 Más de una vez he comentado mis reparos al facilismo con que se suele utilizar, en la crítica literaria peruana contemporánea, el término "generación" como referencia a una promoción de escritores cuyas primeras publicaciones corresponden a una determinada década. Lo utilizo aquí, sin embargo, en tanto aparece en el texto poético.
15 En "Entre el desencanto y la violencia", afirma Guerrero que: "en la década del 90 prima el individualismo sobre cualquier sueño de bien común. Fomentado por el capitalismo tardío, el individualismo va de la mano con el desencanto de una generación golpeada durante su adolescencia. ¿Qué sueño podía tener un joven que ingresaba a la universidad? ¿Qué utopía colectivista nos motivaba? Ninguna. Todas habían sido derribadas. Si hubo algo, algún sueño, fue anterior al autogolpe, luego ya no existiría nada. Se nos impuso el vacío. El mundo se volvió maniqueo: nosotros o los otros/ los buenos o los malos/ los que quieren la paz en el país y los que no. Es en este contexto que yo planteo que los jóvenes que nacimos a partir de los setenta pertenecemos a una generación malograda. Malograda por la represión, por el miedo, por la violencia. Existe una represión real y simbólica en ese periodo. Nosotros mismos reprimimos nuestra capacidad de movilización porque ya éramos incapaces de unirnos con el otro, porque no teníamos más referentes, y porque la violencia de las pantallas de televisión nos había vuelto inocuos a ella. Pertenecíamos, aunque no quisiéramos, a un movimiento global. Había que sobrevivir como se pudiera, el silencio era una de esas formas. La otra era el su plasmación: un lenguaje difuso y diverso. La exploración en universos personales, íntimos. Se sale de la calle para ingresar otra vez a la casa" (4).
16 Sobre el poema de donde sale este pasaje, "contradanza", ha escrito César Ángeles Loayza: "La muerte, simbolizada en una persistente mosca, cede (momentáneamente) ante esa fraternidad extrañamente feliz en su marginalidad, romanticismo, baile y alegría insulares".

TOMADO DE "OMNIBUS" PAGINA LITERARIA
http://www.omni-bus.com/n12/violencia.html

lunes, 26 de abril de 2010

JUAN CARLOS ACEVEDO / POEMAS

Poemas en donde la crónica lírica se expresa de una forma equilibrada en imágenes y palabras que nos describen pasajes  y paisajes de geografías interiores y lejanas. Eficiente en el manejo de los recursos poéticos, virtuoso en el concepto global. Mantiene su punto de equilibrio temático y lo lanza frente a la mirada del lector como venablo de un arquero que tiene ya en su intento, su blanco certero. Este escritor caldense que viaja con el ojo atento y la mirada aguzada; hay algo de disciplina japonesa; pulcritud en el manejo del idioma. La naturaleza  zen animada y aurática se conjuga con un certero acercamiento de la imagen. De otra parte podemos percibir cierto ascetismo y frugalidad serena que lo emparenta con algunos poetas norteamericanos, tal vez Lee Masters en “Antología de Spoon Rivers”.
Juan Carlos Acevedo, es el poeta, cronista de una época que nos dejo la nostalgia agujereada y por ella los haces de luz iluminan las estancias y los parajes por donde transcurre este cazador de poesía.
La técnica minimalista, en donde muchas veces parte de un elemento al que dota de significado y simbolismo. Una catana por ejemplo, para el homenaje al gran escritor japonés Yukio Mishima; un espantapájaros en los trigales de Francia postmoderna que ya casi olvida sus heridas de guerra, y un periódico en las plazas atestadas de hombres viejos, desempleados y sin esperanzas, de un país al sur del trópico, en donde la muerte ronda el tiempo de los desesperados. Detonantes de historias, que siguen hablándonos y expresando sentimientos nuevos a través de su poesía.

Para GriFFos de NNeoNN una muestra de su trabajo literario:



 EL ÚLTIMO SHOGÚN



Para Yukio Mishima
una reverencia a su valor


Haber sido otro
el hacedor de espadas
que templó el acero en la catana
para que cada hombre escribiera su historia
El viejo calígrafo
quien enseñó:

en la palabra espada
ya está hecha la espada

O
 el arquero del Emperador
quien sentenció:

Antes de disparar
en la punta de la flecha
ya está el corazón del ciervo

Ese guerrero que de un tajo
dividió las almas de los hombres libres
que nace a orillas del Shinano
El Kamikaze, un viento antiguo,
que nos salvó de una invasión
al hundir los barcos del bárbaro Gengis Khan.
Quizá
el viajero que llevó consigo los secretos de una extinta dinastía
y esparció sus cenizas en el Mar Oriental
El humilde artesano de Tokio
que en su pecho apretó la cabeza de su hijo
antes de enviarlo a morir
en la Guerra del Silencio
Mi destino era otro…
fui llamado Kimitake o Príncipe Guerrero
y no conocí el olor de la muerte
ni su rostro en el campo de batalla
Mi discreta labor
construir una revolución de mentiras
defender a mi país a través de la palabra
y escribir por ejemplo
La vida es un baile
en el cráter de un volcán
que en algún momento
hará erupción
Ser el héroe en el seppuku
dejar correr mi sangre
envilecer la historia
fue mi tarea

SALMO PARA DESPUÉS DE LA GUERRA

"Tal vez la poesía, (...)
puede ser la prueba irrefutable,
o cabeza de un prontuario definitivo
de que Dios existió alguna vez"
HÉCTOR ROJAS HERAZO.




Señor,
ahora somos frágiles...
los años de la derrota (aunque hayan quedado en el olvido)
habitan entre nosotros. Por eso hoy el poema es bálsamo.
Señor de los remendados,
ya no podemos elevar oraciones:
conjuros para ahuyentar enemigos y pestes,
tal vez un Poema que sirva de diálogo
para diluir tantos miedos acunados en viejas plegarias.
Señor,
como tus llagas,
las nuestras son huellas de fe en medio de la ola de siniestros.
También hemos caído y nos hemos levantado
para espantar los pájaros de la angustia
que anidan en nuestras lágrimas.
Señor de los fragmentados,
redime con tu sabia mudez a tus hombres y mujeres,
herederos ambos del miedo,
para que la fragilidad se desvanezca y
retornen a nuestra voz y nuestros sueños
y nuestras casas las Bienaventuranzas.

Así sea.

 

TARJETA PARA UN ANIMAL PERSEGUIDO

Raúl he venido hasta tu casa llena de leyendas y poesía pero tú no estabas. Tu corazón de mango me lleno de aliento y decidí abandonar las calles donde habito y enrutar mis pasos hasta tu casa. Un sol que moría en las estribaciones de un maizal me dio la bienvenida.
El río muere poco a poco, se va secando como un cadáver viejo bajo el calor de noviembre. Perdido entre frutas y aldeanos no hago más que llamarte.
Raúl, he tocado todas las puertas, enterré mi sombra bajo los tamarindos de todos los patios, subí a todos los árboles y sequé el sudor de todos los niños buscando en sus rostros el tuyo… y no apareces.
¿Dónde andas Raúl?
Anoche frente a tu casa, los muchachos, los Gaiteros y las altas mujeres de tu suelo te esperaron. No quise asistir a la parranda porque sabía desde siempre que no asistirías.
Yo, animal urbano y paranoico te esperé junto al cocotero, pero no llegaste.
Solo tus limpios cuchillos se aproximan. Me voy con tu silencio.



HOMBRE DE PAJA

El señor Franqzuá
ignora que ocurre con el espantapájaros,
viejo soldado en el campo de trigo
ganó la guerra contra los hombres-cuervos,
sobrevivió a los ataques de 1942.
Es otoño en Nantes
casi cumple 78 años,
su triste sombra y su aliento acompañan mi viaje,
el nuevo sombrero
no dibuja sonrisas sobre su rostro de paja.
Imagino su dolor de héroe de guerra,
su eterna forma de cruz sobre los campos,
quiere hundirse en los trigales.
Todo cambia - dicen los hombres del desierto -
ya no aterroriza pájaros ni hombres
que ridiculizan su espectro en postales fotográficas.
Anciano espantapájaros de Nantes quieres la muerte.
El señor Franqzuá te repara una vez más,
te humilla frente a turistas sin alas.


HOMBRES SOLOS AGONIZAN FRENTE AL PERIÓDICO 


Hombres solos
toman café y hojean el periódico
en plazas desiertas de un país
a medio nacer
o a medio morir.
Solos
alargan sus vidas cada mañana:
la charla inútil en el parque,
los sueños apostados en la mesa de juego,
una muerte espesa de visita,
un ejército de polillas devorando trajes en el desván.
Hombres solos
agonizan frente al periódico
bajo árboles sembrados en la memoria.




OTRO BARRIO SE ESCONDE EN LA CIUDAD 


Bajo las puertas de la ciudad
crece otra gente sin nombre,
sin rostro, sin ruido de fábricas.
Seres solos habitan otras calles
donde todo arde y se desgasta…
los niños cantan plegarias a las cenizas y a la tierra,
las madres sepultan horas de insomnio y de café,
los viejos llevan cruces en el pecho,
las muchachas brillo en los labios
y agujeros en los calzones,
Hay un barrio en las afueras
donde el hambre pudre huesos y sonrisas.
donde una pelota rueda calle abajo y
con ella los sueños
de gente invisible
Yo crecí en esas calles,
robándole minutos a la muerte.
agujereando el corazón y los bolsillos,
sujetándome a los sueños y a mi padre.
Ella, invisible,
en las fronteras del invierno se desliza
sigilosa, astuta
espera el juego de villanos
donde ella gana y usted pierde




JUAN CARLOS ACEVEDO RAMOS
Manizales. Poeta, ensayista y periodista cultural. Director de la revista literaria Juegos Florales del Centro de Escritores de Manizales “Roberto Vélez Correa”. Colaborador permanente del dominical Papel Salmón del diario La Patria en Manizales y de los periódicos Quehacer Cultural y Meridiano Cultural.
Ha obtenido El Premio Nacional de Poesía Carlos Héctor Trejos Reyes en el 2009, el Premio Nacional de Poesía “Descanse en Paz la Guerra” convocado por la Casa de Poesía Silva en Bogotá. 2003 y los premios Departamentales de Poesía de la Editorial Manigraf (2001). La Cámara de Comercio de Manizales (2000) y del Centro de Escritores de Manizales (1999).
Ha publicado los libros de poemas Los Amigos arden en las manos e Historias alrededor de un fogón (Editorial Universidad de Caldas 2010). y Palabras de la tribu (Editorial Manigraf 2003) y los cuadernillos poéticos y Los Amigos arden en las manos (Colección Palimpsesto 1999) y Palabras en el purgatorio (Colección Lyrica Species 1997).
Sus poemas también hacen parte de parte de las antologías internacionales La música callada, la soledad sonora. (Fundación Orlando Sierra Hernández. Panamericana 2008). 12 Poetas Colombianos. Punto de Partida. (Universidad Autónoma de México. México D.F. 2007), y El amplio Jardín. Antología de poesía colombiana y uruguaya. (Embajada de Colombia en Uruguay. Ministerio de Educación del Uruguay. 2005),
También aparecen en las nuevas antologías de poesía colombiana Panorama Virtual de la Nueva Poesía Colombiana (Corporación Ulrika y Ministerio de Cultura 2009) Inventario a Contra Luz (Bogotá 2001 y Nuevas Voces para Fin de Siglo (Bogotá 1999).
Se ha desempeñado como Consejero Nacional de Literatura ante el Ministerio de Cultura, Presidente del Centro de Escritores de Manizales, Director Cultural de La Feria del Libro de Manizales, Director del Taller Héroes Literarios en Caldas del Programa RENATA (Red Nacional de Talleres de Literatura del Ministerio de Cultura) y codirector del programa literario Nuestros Maestros, entrevistas a escritores colombianos, para la Emisora Radio Cóndor de la Universidad Autónoma de Manizales y asesor editorial en Caldas.
En la actualidad hace parte de la mesa directiva de la Fundación Literaria Orlando Sierra Hernández. Es además el Coordinador del Área de Literatura de la Secretaría de Cultura de Caldas.

miércoles, 31 de marzo de 2010

LA CIUDAD Y SUS BESTIAS/ POEMAS/ DANIEL MORENO LOPEZ




“LA CIUDAD Y SUS BESTIAS”

La poética de Daniel Moreno López (25 años Bogotá, Licenciado en Español y Literatura, radicado en Armenia desde el año 2004) está inmersa en una corriente de vanguardia urbana. Y hablo de obra poética, porque a pesar de su juventud, en el trabajo de este escritor se puede adivinar además de un oficio riguroso, un ritmo, un estilo personal que impregna las 63 páginas de su libro “La Ciudad y sus Bestias”. Sus poemas destilan lluvia acida que golpea sobre las paredes y los andenes de una ciudad gris, monótona y brutal. Pasea también sus metáforas, al interior de un verano seco, de sombras pesadas, que van de los parques tomados por beodos, a las esquinas por donde merodea una juventud sin esperanzas, los sobrevivientes de una época de guerra, los veteranos del desencanto.
Su poesía tienen referencias cultas y bien asimiladas, las lecturas atentas y profundas de varios autores contemporáneos y algunos clásicos, afloran bajo las puertas oxidas y los muros desconchados de las ciudades trampas. No da paso el joven poeta, a la metáfora melodramática, a pesar de que se le pudiesen perdonar algunas incursiones rosa a los bosques del lirismo, (su juventud lo justificaría). Pero el poeta no cede a estos espejismos; opone la pesadilla estoica a la cursilería naif.
Su obra lame con aspera lengua de fuego las paredes desconchadas de una ciudad cerrada en cielos grises, el trasfondo perfecto para las criaturas mutantes que allí deambulan, su nicho vital (ecosistema de odio) Mediocridades, traiciones y maldades, lagunas donde se ahoga el amor. No hay mucha esperanza en los poemas de este joven autor, destilan un veneno pesado y brillante, una buena dosis de escepticismo, una invitación a sumergirnos en la herida del ruido y luego...
Poemas que buscan las arterias de la piedra y la roca; huelen a asfalto y brea; a carros de motores contaminantes, al pachulí de las putas baratas que merodean con su amor mercenario sobre los cuellos de los infantes de la ira. Las ventanas cerradas, parecen adentrarse en cuartos, en donde los bombillos escasos iluminan la obscuridad y los fantasmas.
“La Ciudad y sus Bestias” es una gran angular sobre la vida interior de la juventud de esta parte de Colombia, en donde pequeñas ciudades comienzan y terminan en el territorio hostil de la desesperanza. Tres ciudades como tres grandes barrios, separadas por tres potreros con sus selvas y sus despeñaderos, sus postales de calendario y sus noches de luna llena, conforman este triangulo llamado eje cafetero colombiano. Allí, lo que unos años atrás eran ciudades amables, transitables y habitables; hoy se han convertido en nidos de bestias hambrientas que pelean en un tríptico de sangre coagulada, sus corazones hipertrofiados, sus despojos gangrenados, su grandezas cancerígenas.
EL poeta lo explica mejor en sus prolegómenos. Una declaración de intenciones, una vía al descubrimiento de su obra:

“La ciudad, la bestia grande, la bestia hermosa, la adicta a la carne humana, la tierra fecunda de sueños, el sueño eterno de la ciudad y su luz. La más tierna bestia el instinto destructor el instinto creador
la necesidad caníbal, yo, hombre, ser, humano divino débil, errante, tan puro y tan corrupto. Tórrida absorbente implacable, factoría de miseria, de vértigos, de anchos toboganes intestinos del tiempo, rutas por las que pasas, por las que ando corro me desgasto y atrapo belleza al azar. La poesía observa desde un andén, desde el margen de ti mismo, que me miras y te preguntas por las formas, por los ritmos, vehículos incontenibles de transportes mentales, burbujas de chips, más resistentes que el jabón dominical. Dominical el espacio para el sueño, continuo el crimen el presidente el asesino el control el criminal el presidente y sus ejércitos, los que atacan con balas, en el frente y en la retaguardia de la opinión, los que atacan con sonrisas y apariencias y mentiras, la sobredosis de silencio.”


Los poemas de este autor, son para leer con atención, al no darnos todas las claves a la primera lectura, guarda sorpresas y misterios para un segundo abordaje. No están exentos de cierto humor acido, cierta lenguaje obsceno que refrenda la fuerza de sus versos.
Un abrebocas, un preámbulo a una obra que promete abrirnos a otros mundos inscritos en este, e iluminar otros caprichos, otras guerras sordas, otras pesadillas de antología.
O.G.R.



UNA SELECCION DE POEMAS







Canción de las bestias


Cantan, cantan y cantan
azules los pájaros
detienen al abismo
en su eterno revés

Cantan cantan
los árboles quietos
ya se van
se van despidiendo

Canta la bestia
sus llamas sobre la noche
y tú
a quién imploras?





Cotidiana


Leía cerca del parque cafetero
ya ni los adictos se divierten
y está muerta la bebida.

Cansado de viajar en mundos negros y quietos
cansado de caminar por parques discontinuos
preferí subirme en la primera lata de sardinas
a las que pagamos el placer
de lamernos en el diario viaje
a la muerte chiquita.

En una esquina
un viejo flaco con una guitarra
tan afinada como rota
bailó la lógica cotidiana.

Mi reproductor me gritaba al oído
hay cerca del bar cuatro putas que bailan vals
y el viejo
rompía sus cuerdas
vivía a Antonio Aguilar,
y se puede sentir fuerte el sudor detrás del cristal,
ahí, donde siempre hay un fantasma ciego
de pelos tan viejos como el sol,
Hoy se paran más de cuatro putas
con más de cuatro kilos en cada sonrisa oxidada
en cada cana en cada arruga de cada sueño de cada fuga,
y todos miramos la cuatro por cuatro
de ciento cuarenta millones
que conduce una puta de cuatro millones noche:
la mira cada puta de cuatro mil pesos
-con la mano papito
las miro yo con mis cuatrocientos pesos;
qué día especial,
mi soledad de cuatro monedas
me salvó.


La verde voz de Walt

La presión de mis pies sobre la tierra
levanta miles y miles de emociones
que desprecian este esfuerzo mío por definirlas.
Walt Whitman

I

Apaga tus discursos;
túmbate conmigo en la hierba...
retumba y retumba tu voz en mis días, en mis trabajos,
querido viejo.
Y sí, ahora, aquí,
en esta expansión, que sólo los necios llaman trabajo,
en el universo del poema, que cante la piel,
¡canta alma mía!


II

Y se han ido, apagados, los días que no trajeron
danza júbilo canto temblor emoción
el vértigo propio de la belleza,
la libre poesía que es la vida.

Y se han multiplicado, gozosos, los tiempos en los que
la pluralidad del universo
se reflejó en la superficie de un papel;
mira, sus ondas aún duran en mí,
aunque no esté acodado a sus orillas,
azorado mirándome a mí, a ti.

Al fondo de la estrofa
se asoma un poeta azteca,
se asoma su canto de árbol.


III

El tiempo triste atrapado en un triste reloj de oro y esmeralda
nos mira y trata de acelerar las manecillas
que, ensimismadas, hipnotizadas,
lo carbonizan.

Estamos lejos, cerca del cielo,
cerca de un beso,
fuera de su esfera.

Dios sólo atina a decirle al tiempo:
no perturbéis la paz de los amantes.


IV

Y te emborrachas en su aroma, en ese olor
que no es de animal ni de planta ni de mar
y sin embargo te arrastra se entierra murmura

Y tocas su sed, pruebas, gustas el tacto
destrozas toda gota
arrancas de tajo cada diente del deseo,
para siempre, hasta siempre,
hasta que nazca de nuevo el sabor insaciable
de su sexo en tu llaga, que se abre,
que se expande y consume su olor...
y el tuyo.


V

Lo invisible se prueba por lo visible,
no se cansa de cantar esa voz tuya, querido Walt,
esa verde y rebelde voz tan americana como ninguna.

La ira de Dios, el arma de Zeus
está en una piel templada, en un brazo de indio que cae fuerte
y la golpea, tiemblan sueños, de vivos y muertos
en el grito del tambor.
El mar eterno que no se cansa
recomienza y baila en la arena, pero no se repite;
su hermano mata y brilla estrellas
cantan mudas una misma canción, pero no se repiten;
en mí están la luz y la espuma, así como en la hormiga que amo,
pero ella y yo no nos repetimos; únicos y plurales somos la prueba /de la vida.


VI

El jaguar es el señor que camina entre la luz y la oscuridad.
La garra del jaguar prueba la fuerza invisible.
La piel del jaguar prueba la magia invisible.
El acecho del jaguar es el deseo invisible.

El jaguar, el trueno, el sexo, el poema
son hojas;
la rebeldía, la poesía (que justifica el mentiroso lenguaje),
la verde infinita voz de Walt, que ya es la mía y la tuya
son la hierba.


Soledades distintas


A qué hacer poesía hoy
me digo mientras espero
frente a un puesto de salud
y un perro famélico,
cachorro amarillo rústico algodón
huesos y huesos cubiertos apenas por pelitos sucios,
orejas tan grandes como hundidos los ojos
me mira, se acerca y me mira.
Saluda un poco ingenuo
mira un tanto
huele heridas en la piel
soledades distintas
desvaríos hermanos
recuerdos en costra
saltan y molestan
esperanzas-pulga
de la vida que hay que agradecer
tiembla con cada trazo
de mi voz
incapaz me levanto.

Ni la poesía rescata de la podredumbre humana



Esta noche


Aunque esta noche
sea espejismo blanco
ríndete, rinde tus defensas
sus caricias no son ataques
sus líneas pueden iluminar caminos,
no son barrera de destinos denunciados, derrotas anunciadas,
sus colmillos también pueden rozar
los tímpanos de la pasión

Aunque esta noche sea la más vacía de lenguas
grita hasta que vibre y quede exhausto como los muertos

Aunque esta noche hasta las voces se han ido
quema la estancia de la paciencia,
si el tiempo no ha llegado
puede que no venga jamás.

Esta noche, a pesar del vientre plano, olvidado,
abre las piernas como quien va a parir y
, quién sabe,
quizá al menos nazca el color de la rosa;
ya no hay hambre
no hay soledad
no amor
vacío
plenitud de muerte




Después de misa


-La vida viene de Dios,
y a Dios vuelven todos
cuando dejan la vida;
luego, él es caníbal.

No, tranquilo padre,
en ira no arda ni tiemble;
Dios tiene sentido del humor.
O mire a los lados, y niéguelo.



Deshabitarte antes que adular


Prefiero, oh mundo!
deshabitarte antes que adular
la carne en ruinas aposentada en tus imperios

Me prefiero arrastrado y muerto
no profanado en los tronos alzados sobre elefantes muecos,
elefantes mudos
mirando pasar a sus dolientes en reverencia

Preferiría tu justicia simple
tu rosa con espinas, oh mundo!
a las negras disposiciones
de águilas que se reparten la miseria de llover lepra

Prefiero cantar y llorar,
desgarrar en lamentos imaginerías y adormideras
y cortarme con cada cambio
de hoja
y de luna
, nunca marchar al uniforme ritmo ofertado por tus ejércitos:
muerte Moda izquier dos Tres!!!




Cantos a la ciudad


I

Hay jinetes, a veces hombres a veces mujeres,
que prefieren la noche y cabalgan
campos de tela coronados de terciopelo,
jinetes que persiguen el gozo,
jadeantes jinetes, pese al dolor
galopan en la húmeda decisión


II

Grumos de mugre
recuerdan formas humanoides,
grumos cuya presencia es anunciada por un olor tremendo
a cuadras de distancia
grumos que crecen y crecen
sin atención
sin memoria en transeúntes apresurados
sin compasión de las cámaras con lentes de gas
que limpiaron otras calles
y quieren limpiar las de hoy

Crecen, sin comida, pero crecen
huelen el día entero
huyen la noche casi completa
desbordan el misterio de calles ocultas

III

Guerreros sin elegancia
sin belleza o una pizca
de lealtad a la estética
sin una doncella por rescatar
ni un dragón abismado

Guerreros con la cabeza rapada
intentan invisibilizarse
copiar y superar la miseria
ponerse barbas falsas
guerreros bestias
corriendo y comiendo
-de la muerte y pedazos de muerte-


IV

Hay grumos malolientes en la calle
y no a fuerza de ignorarlos
dejarán de estar ahí ahora y esta noche y mañana y pasado;
hay jinetes demorados, anunciados
y esperados
jinetes que cantan y tocan trompeta;
hay guerreros que trotan y apuntan y beben y fuman y viven;


V

He visto centauros desnudos
, todavía,
corriendo lanzando besos
tomados de las manos.



Daniel Moreno López, 25 años (Bogotá), Licenciado en Español y Literatura, radicado en Armenia desde el año 2004.
Mención de honor tercer lugar en el I Concurso Departamental de Cuento Humberto Jaramillo Ángel, 2009, con el cuento “Grieta”.
Autor de los libros de poesía inéditos: Al final de la calle, Como lengua de Camaleón, La ciudad y sus bestias.
Ensayo sobre la novela Rayuela: “Convergencias novelescas en el juego Literario”, publicado en la revista de la Universidad del Quindío, Número 13, 2007. Además fue trabajo de grado Meritorio en la Licenciatura en Español y Literatura de la Universidad del Quindío.
Reseña crítica de la novela Plata Quemada: “Plata quemada; ceniza en las plantas de Dios”, en la revista Polilla N• 7, 2009, del programa de Licenciatura en Español y Literatura de la Universidad del Quindío
Publicación de poemas en la Revista Luna Nueva, Número 35, de 2009.
Cuento “No me ves” en el libro antológico de RENATA Quindío Narrativas en Movimiento I.
Cuento “Enlazados” en la segunda antología de textos del Taller RENATA Quindío.
Ha dirigido talleres y tertulias literarias en municipios del Quindío y en la Fundación Universitaria San Martín.

domingo, 28 de marzo de 2010

¿HAS ESTADO FRENTE A UN ESCRITOR?






POR GUILLERMO FADANELLI

La mañana del sábado siete de enero me levanté maldiciendo al mundo. Eso es lo que hago todas las mañanas, maldecir al mundo por abrir los ojos y encontrarme de nuevo conmigo mismo. Qué bueno que no tengo un perro porque le patearía el culo todas las mañanas. Pero tengo una mujer. Así que para evitar violencias absurdas me visto en silencio, me calzo los zapatos y salgo a la calle. ¿Qué día es hoy?, me pregunto, es justo la mañana del siete de enero. Pienso en la noche anterior, en los amigos que me acompañaron en la juerga estúpida. Aún tengo cocaína en los bolsillos, un gramo que a estas horas de la mañana me parece una tonelada. ¿Por qué carajos no lo consumí todo anoche? Ahora tengo que comenzar de nuevo.

Camino por avenida Revolución buscando la única cantina que está abierta. Entro. Pido una cerveza tan fría como la vagina de un tiranosaurio, o el culo de un miserable, o los pies de todas las mujeres muertas. El mesero no me ve a los ojos, pero sabe que estoy tratando de recuperar el juicio. Intento recordar lo que sucedió anoche, reunir los pedazos, ver entre la niebla química los rostros que me acompañaron, pero me es imposible reconocerlos; varias noches se despeñan dentro de mi cabeza confundiéndose entre sí, haciéndome sentir un minusválido. Después de todo no es tan malo, ¿para qué quiero recuperar una mente que siempre ha estado a la deriva? Formo una línea sobre la mesa, nadie me ve, el cantinero me da la espalda, el mesero armado de una escoba desvencijada empuja una mancha de agua hacia la calle. Un línea para que la memoria transforme su cuerpo de elefante en la silueta de una bailarina. Nada. La cabeza es una mina que estallará sin que nadie la detone. Mi nariz sangra en sentido contrario porque percibo un líquido tibio recorriendo mi garganta, escapando hacia el estómago: ¡Tengo un estómago! Ahora lo recuerdo: estuve en una recámara con varias personas, mujeres casi todas. También había un perro blanco que nos miraba con una extraña simpatía. Llamamos a un díler que tocó a la puerta justo a las dos de la mañana. Compramos dos gramos. El díler se fue a un rincón donde se acomodó a sus anchas. En seguida sus ronquidos colmaron la recámara. Alguien le puso encima una cobija. Lo despertamos para que volviera a pertrecharnos. Lo hizo y de inmediato volvió a sumirse en sus sueños indeseables. Comenzaba a amanecer, pero las cortinas estaban de nuestra parte. Hurgamos en nuestros bolsillos. Reunimos ochenta pesos con cincuenta centavos. Cuando nuestro huésped se dio cuenta de que no teníamos más dinero se levantó, nos tendió la mano, miró las paredes tratando de valuar los cuadros y se marchó. No encontró una sola pintura que valiera lo que un gramo. ¿Entonces qué hago ahora yo con un papel en la bolsa? Los recuerdos han vuelto a cambiar los platos de la mesa. Busco un celular, lo he perdido, como siempre en las madrugadas cuando uno quiere tirar todo a la basura, aligerarse, correr detrás de todas las mujeres que, como si nada, esbozan sus sonrisas insensatas. Abandono mi mesa para ir en busca de un teléfono. Llamo a Amanda.

¿Qué sucedió anoche?

-Te largaste sin avisar, como siempre.
-¿Dónde estuvimos?
-En mi casa.
-No recuerdo demasiado. Dime si me comporté como una persona decente.
-Por favor, Guillermo, ve a contarle tus penas a un sacerdote.
-¿Qué haces?
-Nada, seguimos en la fiesta. Te esperamos.
-¿Siguen allí?
-No importa que la gente sea viciosa, mientras sea inteligente.
-No te justifiques conmigo, no soy sacerdote y tu padre está muerto.

Vuelvo a mi mesa, la cerveza no está, el mesero me dice pensamos que te habías ido, no tenían muchas esperanzas de que les pagara, le extiendo un billete de doscientos pesos que he obtenido de un cajero automático, esto para que no piensen que soy un desgraciado, y si lo piensan que disimulen, malditos hijos de puta. Ahora tengo un dilema, quedarme toda la tarde en la cantina o compartir la cocaína con mis amigos. Continuar hasta el otro día o hacer de mis narices una mina de sal, escuchar confesiones estúpidas o quedarme solo a esperar que el tiempo decida por sí mismo. Puedo llamar a una de mis amigas. ¿Para qué? Todas las perras tienen su vida privada y yo no soy más que su cocaína. Ahora no pueden consumirme porque están chupando el pito de sus pequeños hombres. Nadie quiere consumirme a las dos de la tarde. Mi mujer está en sus clases de baile. Odia mi olor a noche pérdida, mi aspecto de borracho estúpido. Tengo que ahorrarle mi presencia, único obsequio que puedo ofrecer a las personas que quiero. El mesero balbucea una frase que no entiendo, ¿qué quiere? El vicioso quiere una línea, lo que sea mi voluntad, sólo si me sobra un poco, por supuesto, ve a buscarla al baño en un minuto, me levanto, ahora soy el mesías que la clase trabajadora esperaba, vuelvo, el mesero sonríe, ahora es mi cómplice. Mi cuerpo es un costal de piedras, la cocaína sirve para echar unas cuantas piedras fuera, pero no es suficiente, necesito contarle al mesero que soy escritor, que me publicarán pronto dos nuevas novelas, que mi revista continúa flotando sobre el pantano, que vendo mis artículos al mejor postor, que mis amigos se han ido casi todos al carajo, que me vale madres la patria, que mi mejor amigo es el que me invita la siguiente línea, pero el efecto ha pasado y prefiero mantenerme en silencio, como debe hacerlo cualquiera que respete los sábados sombríos. ¿Dónde habrá quedado la anforita de plata que me trajo Joshua de Los Ángeles? La he perdido, como todo, como los libros, el dinero, los discos, mis lentes oscuros, el auto, me deprimo, pero con una línea basta para comenzar una conversación con el mesero. Quiere otra línea, hijo de puta, pero antes me tendrás que escuchar: ¿Alguna vez has tenido frente a ti a un escritor?


LINK A UNA ENTREVISTA CON EL ESCRITOR,DIRECTOR Y EDITOR DE LA REVISTA "MOHO"
http://www.youtube.com/watch?v=KulfMf3UTvg

lunes, 22 de marzo de 2010

Manifiesto "En defensa de los derechos fundamentales en Internet"



En España, como en Batraxia/Logormia, las familias del poder cocinan leyes que vulneran las libertades de los ciudadanos; la libertad de opinión y expresión. La libertad de educación y acceso a la información. Quieren comenzar a probar métodos de control sobre la web, sobre la red.
Vienen tormentas de bites, rayos de luz, t-sunamis de energía que golpearan las costas de las fortalezas en donde se refugian los que manejan las maquinarias del golem. Se han metido los ingenieros del control bio-politico con uno de los países europeos en donde la juventud tiene una tradición de independencia, cultura, y rebeldía. El engendro de marras “Anteproyecto de Ley de Economía Sostenible” aprobado por el consejo de ministros el viernes 30 de noviembre anterior. Dicho anteproyecto incluye en uno de los apartados modificaciones a la legislación sobre propiedad intelectual, específicamente la creación de una Comisión dependiente del Ministerio de Cultura con capacidad de decidir qué sitios web vulneran los derechos de autor y propiedad intelectual. La juventud española, a diferencia de las de otras regiones del orbe, no traga entero; sabe distinguir entre una simple ley que en la algunos de sus decretos tocan el tema de los derechos de autor y otra ley que operaría como piedra de cimentación, en la implementación de toda una serie de leyes que en el futuro, impedirían el libre intercambio de conocimiento libre. Inclinada cada vez más y concientizada de la importancia del copyleft, el creative commons y el open source. La juventud española trata de abrirse paso con dignidad en medio de la vorágine capitalista europea.

los independientes que se oponen a esta ley han sacado su manifiesto, que aquí en Batraxia Logormia será bien recibido por las nuevas colectividades del conocimiento libre. Ya que las otras, apenas están saliendo en resaca de su fiesta carnavalera y politiquera en donde una banda de guigñols pretende apuntalar a los herederos del pequeño gran cerdo, sobre el tótem sangriento que se erige en la cabecera de la piedra de los sacrificios.

Es hora de divulgarlo, de hacerlo conocer, no sea que nos cojan fuera de base. Es posible que en el futuro no decidamos el porvenir de un feudo de Logormia refrendando y guerreando nuestro plato de lentejas, sino transitando cuasimangostas grises la arquitectura piranechi de la red. Buscando algo parecido a un gran ordenador, instalado en el cuarto más obscuro de la biblioteca de Babel.

O.G.R.
Aquí esta:

http://wiki.manifiestointernet.org/wiki/P%C3%A1gina_Principal

link a un iteresante, corto y sustancioso articulo del escritor y periodista español Pepe Cervera tomado del blog RTVE.RETIARIO.
http://blogs.rtve.es/retiario/2009/12/3/dos-culturas-luchan-el-ministerio-cultura

y desde aquí: "ELASTICO" (ESTUPENDO BLOG)
EL LIBRO "FREEE CULTURE" DE LAWRENCE LESSING

http://www.elastico.net/archives/001222.html

martes, 16 de marzo de 2010

EXPOSICION DE PINTURAS OMAR GARCIA RAMIREZ



"Muchacha Punk de cuello ortopédico"
óleo sobre tabla. 100x65 cmts
2010


"TRIBUS URBANAS/ SUEÑOS CITADINOS"
PINTURAS/PAINTINGS/ RECENT WORK
CENTRO CULTURAL "LUCY TEJADA"
VIERNES 19 DE MARZO AL 19 DE ABRIL 2010/
PEREIRA/ RISARALDA/ COLOMBIA

martes, 26 de enero de 2010

CONTRACULTURA EN NEW YORK























Avelina Lésper*
Crítica de Arte
domingo 28 de junio de 2009



Estas fotos son el resultado de la acción Hartista que hace meses convocó Anxo, y que realizamos mi esposo Eko y yo en New York, son en su mayoría en el centro del arte conceptual, las galerías de Chelsea y el Soho. El texto a continuación es parte de esta acción y salió al aire por la estación de radio de la Universidad de Guadalajara en el programa Señales de Humo.
Ver arte conceptual en New York es como ir a los musicales King Lion y Mamma Mia. Forma parte de la cultura oficial y bien aceptada por los tours de cristianos con camiseta “Jesus Saves” hasta vendedores de bienes raíces o real estate. Para saber cual es el arte contracultural o counter-culture en New York establezcamos cual es el arte oficial y convencional. El arte oficial es neo conceptual: las instalaciones, los performances, el video arte, intervenciones, ready made, arte sonoro y todo lo que se llama arte contemporáneo o artes visuales. Está dentro del status conservador y reaccionario porque son las formas artísticas que florecieron con el gobierno de Bush y que están más arraigadas en los países con gobiernos confesionales o de derecha, como en México. El arte oficial es el que tiene el apoyo de los museos, las instituciones y cientos de galerías. Es una actitud muy de apoyar el status ir a inauguraciones de algún artista que montó una instalación, esto es aceptado como algo que se usa, como ver a David Letterman.
El arte contemporáneo está tan instalado y apoyado que los contraculturales lo definen en una escalada muy interesante: hace quince años la gente era director de arte o decoradores, luego fueron dj’s y hoy son curadores o artistas contemporáneos. En el renglón de las galerías la escalada es la siguiente: hace quince años la gente era dueña de un restaurante, luego de un antro, hoy tienen galerías de arte contemporáneo. Es como una moda que ya está pasando, en los 90’s todos los meseros eran guionistas, hoy todos los meseros son mexicanos y los que se emborrachan en los antros son artistas visuales. Las personas que traen la moda más impostada o intencionalmente llamativa y por lo tanto cursi, como fueron los punks en su momento, son artistas contempéranos. Los curadores son los nuevos beatniks pero ligth, se visten de negro y están delgados. Existe otro trabajo de moda, asesor de arte, como hay miles de artistas, si eres nuevo rico, que son los compradores habituales de este arte, pues contratas a un asesor y te dice quiénes son los artistas que están pegando o que en un futuro van a pegar. Sus dotes de vidente cuestan caras y el cliente paga en dinero, los artistas pagan de muchas formas el favor de ser elegidos, son conocidos los escándalos de sexo y drogas que rolan entre ellos. Esto es lo mismo que cuando los ricos contrataban un asesor de imagen o de relaciones públicas, es el hobby de los financieros de fortunas efímeras o de actores de televisión.
Dentro del status oficial está también hacer un catálogo sin exposición atrás y decir que eso es curaduría. Son libros de artistas con fotos fuera de foco y textos retóricos sin sentido y mal escritos y tienen antes el nombre del curador y después el del artista. Estudiar para artista visual o contemporáneo es como hace décadas estudiar turismo o ciencias de la comunicación, es una carrera de moda, para gente “bien” con contactos, dinero y deseos de dar lo que sea a cambio de una reseña elogiosa o un espacio en una colectiva de instalaciones hechas con basura. En New York hay temporadas que cuando un musical tiene mucho éxito, todo el mundo abarrota las academias de danza y canto y todos quieren estar en las audiciones, pero como eso es un oficio muy duro, con un nivel de exigencia altísimo y de disciplina militar, pues se depura de inmediato y los que no sobreviven al casting regresan humildes a atender las tiendas de ropa o Sephora con una sonrisa. Pero en el arte contemporáneo no hay casting de talento, ni estándares de calidad, todo es arte y todos son artistas, así que repartirse las galerías, las expos y los tres curadores que manejan los espacios, es una lucha feroz y sin pudor.
Aquí los que viven en el esplendor de su poder son los curadores, los lenones más importantes del barrio de Chelsea. Tienen en su mano gente de todo tipo, jóvenes, adictos, hombres, mujeres, guapos, feos, lo del talento no lo menciono, no es requerido. Y les basta estirar un dedo, decir un nombre y el mundo cambia. Es la nueva Babilonia. Si creían que en Hollywood se viven historias, en estas galerías de piso de concreto pulido, en estos museos de arquitectos de diseño, está la meca de la carne y las sustancias. Porque cuando hay demasiada oferta, pues los precios bajan y las condiciones de venta empeoran notablemente. Y no es para menos, los miles de artistas oficiales hacen lo mismo: performance, fotografías sin foco, rompen su casa y la remontan en la galería, recolectan basura, se fotografían desnudos en grupo y solitario. Pero hoy que todo el mundo hace eso, que la sociedad es de sensation seekers y que en You Tube encuentras más audacia que en el video arte o el performance, esto es nada, tenemos sed y no la están saciando. El arte contemporáneo es el placebo oficial, los Estados subvencionan esto porque son diversiones leves, son probaditas que aplacan. El arte contemporáneo es la sustancia oficial, es un anestésico para la inteligencia. Así que el Estado lo mantiene, las instituciones lo cuidan y los curadores lo explotan.
¿Quiénes son los contraculturales en esta mediocridad oficial? ¿Quién rompe las reglas? El arte verdadero. Saber dibujar es una revolución contracultural. El gesto más out-sider que existe es decir “soy pintor” “soy dibujante” y además saberlo hacer con maestría, no hacer los típicos rayones del arte oficial. Las galerías de vanguardia están exponiendo dibujos de grafito de 2 metros cuadrados, hiperrealistas, perfectos. Robert Longo está exponiendo dibujos de 10 metros por cuatro de altura. La contracultura es saber quien es el nuevo pintor, qué están haciendo los dibujantes. Las galerías comparten las mismas calles, pero las que se basan en arte oficial, ya no abren diario, el mercado se está cansando. Las galerías que exponen arte contracultural o verdadero, que no tienen entrada al New Museum por ejemplo, que no les pidieron artistas para la trienal Younger than Jesus, ponen cosas ayer impensables, esculturas de acero cromado de factura impecable de Liao Yibai, llamadas Imaginary Enemy por $50,000.00 dlls. Este precio es impresionantemente bajo porque una instalación de botes de limpiadores encimados y trapos de cocina y demás enseres domésticos atados con cables que “hablan de la condición de la mujer” de Jessica Stockholder cuestan $80,000.00 dlls. La diferencia es que estas esculturas cromadas son una labor que exige una dedicación y maestría muy grande, los bocetos están expuestos y son dibujos espléndidos, y hay un video del taller del artista. Y pues colocar unos trapos, cables y botes vacíos de productos de limpieza no requieren ni de saber dibujar, o pintar, o saber hacer algo.
La contracultura está peleando por sorprender con niveles de virtuosismo alucinantes, ya han derribado el mito de que los artistas pueden existir con solo pensar, como si los artistas creadores no pensaran, y están trabajando en lograr obras impresionantes. Los dibujos en grafito y papel de Ethan Murrow: Zero Sum Pilot, son planos aéreos de gente que cae, vuela, seres que viajan, hiperrealistas, detallados hasta la obsesión. Los artistas contraculturales están orgullosos de ser virtuosos, no sostienen su obra en el exhibicionismo y la complacencia de los consumidores, están explotando su talento con la certeza de quien sólo puede hacerlo por una vez en la vida. No hay miedo, hay arte. El arte oficial aún tiene los espacios más importantes y el dinero de los nuevos ricos que compran y venden sus casas de los Hamptons cada año, pero en la periferia, con algunas galerías arriesgadas y solventes, están estos transgresores del status oficial. Hoy cuando todo el mundo hace lo mismo, existe esta corriente subterránea que está haciendo arte. En México que reaccionamos más por imitación que por innovación, es lo mismo, pero con menos fama y dinero.
Publicado por Avelina Lésper en 15:19


*escritora, artista y critica de arte mexicana.
LINK a una entrevista con la escritora en donde cruza sables con la escena del arte contemporaneo mexicano (cualquier parecido con la tramoya colombiana es pura coincidencia) No tiene desperdicio.
No recomendable para los afectos del ministerio de cultura.

http:///

LINK a su estupendo blog:
http://avelinalesper.blogspot.com/

sábado, 2 de enero de 2010

Poemas de Gregory Corso



(Nueva York, 1930) Poeta estadounidense. Uno de los miembros de la generación Beat. Es autor de libros de poesía (Gasolina, 1958; La mutación del espíritu, 1964; Herencias del futuro, 1978; New and Selected Poems, 1989; The Vestal Lady on Brattle, 1992), del drama Estos tiempo neuróticos (1955) y de la novela American express (1961).Muere el 17 de enero del 2001)


Traducción: Esteban Moore



Cuando niño


Cuando niño
vigilé las escaleras
fui monaguillo
volé los pájaros de Nueva York

Y en el campamento de verano
Besé a la luna
en un barril de lluvia



Espíritu


El espíritu
es vida
que fluye
a través
de la muerte
de mí

incesante
como un río
que no teme
transformarse
en océano



Alquimia


El pájaro de alas azules
se posa sobre la silla amarilla
­­La primavera ha llegado



Yo obsequié


Obsequié el firmamento
junto a las estrellas los planetas las lunas
y también las nubes y los vientos del clima
las formaciones de aviones, la migración de las aves...
“¡De ningún modo!”, aullaron los árboles,
“¡Los pájaros cuando no vuelan son nuestros, no los podés obsequiar!”
Así que obsequié los árboles
y el terreno que ellos habitan
y todas aquellas cosas que crecen y se arrastran sobre él
“¡Un momento!”, marearon los mares,
“¡Las costas, las playas son nuestras, los árboles para los barcos
para los astilleros, nuestros!, ¡no los podés obsequiar!”
Por lo tanto obsequié los mares todas las cosas que los nadan los navegan...
“De ningún modo”, tronaron los dioses,
“¡Todo lo que has obsequiado nos pertenece! ¡Nosotros lo creamos!
¡Incluso creamos a aquéllos como vos!”
Entonces fue cuando obsequié a los dioses.



Duda acerca de la verdad


En la Musa no existe
hogar para el descanso

El alhajero
está sobre la vereda
su espejo roto

Observo y veo
un poeta gastado
qué dulce-triste
objeto demolido es el hombre poeta

Mi buen corazón dice: “No,
tonto, es el espejo
que se ha roto”

A pesar de que la verdad ya no es mi guía
no haré de mentira verdad

Abandoné el alhajero de los poemas
para siempre
pero al regresar al día siguiente
vi a un chino
llorando bajo el sol



Ventana


Te digo a vos
morir, creer que vas a morir
es una horrible
triste creencia
Las personas no son confiables
y tus padres tu sacerdote tu gurú son personas
y son ellos los que te dicen que debés morir
creerles a ellos es morir
Porque ves a otro morir
creés que tenés que morir
sin embargo sólo conocerás la muerte de otro
nunca la tuya propia
incluso en tu lecho canceroso
nunca sabrás que te despertás muerto
El cuerpo es simplemente una etapa
nacemos de nosotros mismos
del encarnado amanecer
a la noche desencarnada
al amanecer reencarnado
una continua conexión
cuyo hilo conductor es el espíritu
nuevamente te digo
no conozco la impermanencia
estoy con la permanencia
y desprecio la muerte
sólo tengo sentimientos por los vivos
no tengo sentimientos por los muertos
Te dicen que tenés que morir para llegar al cielo
mandá a la mierda a esos forros poco creíbles
que con su fe fraudulenta
matan a millones de eternas inteligencias
Les digo a ustedes. Los muertos: no van a ningún lado
sólo si están vivos podrán llegar aquí, allá, a cualquier lado
El espíritu es más sabio que el cuerpo
Creer que la vida muere con el cuerpo
es estar enfermo del espíritu
El gran peligro es
pensar con el cuerpo que el espíritu es cosa efímera
La víctima de cáncer de espíritu saludable
no es una cosa terminal
y el cuerpo saludable frágil de espíritu
sí lo es
Como los peces son aguas animalizadas
nosotros somos espíritus humanizados
los peces van y vienen los humanos también
la muerte de los peces
no es la muerte de las aguas
la muerte de tu cuerpo
no es la muerte de la vida
Así es
cuando digo que nunca conoceré mi muerte, creo en ello,
conmigo el espíritu emergió con su rostro humano
logré salir de la vida vivo
Y no permitas que un cuerpo en una tumba
en cuya lápida podrás leer el nombre de Gregory Corso
te cause gracia, tiente esa risa tuya “Ja, ja”
“Él decía que nunca moriría,
mirá, el imbécil fue enterrado bien muerto”
Sólo tenés que saber que habrá un cielo
sobre esa tumba ahí
y transportará el tamaño de mi espíritu a todas partes
y esto es una mera suposición
porque quizás nunca verás esa tumba
seguramente yo nunca la veré
Así de este modo como los peces son al agua
así soy yo respecto de la tierra, el fuego, el aire
y así seré hasta tanto todos estos elementos
no estén más allí
Habré muerto en realidad
hasta entonces todavía seré
como ahora, como mañana
como ayer;
adiós, que tengan una buena vida
recuerden
que las personas
las más de las veces
no son confiables,
y son ellas, las que te dicen que tenés que morir;
te estaré viendo en mis ecos
la próxima vez



¡Ehh!

No hay ningún dios
parecido a María, la rubia exitosa
la mejor estudiante de su clase en Vassar

No hay ningún dios del tamaño de la boca de Joan Crawford
que en la muerte sonríe en el polvo
como una línea de blanca

No hay ningún dios
que se haya lamentado por el dinosaurio
más de lo que lo hizo el tipo más sincero
en el bar más decrépito de Baltimore

No hay ningún dios
como el de Mozambique Mort
excepto quizás el de Iwo Jima Jennifer
o el dios de Al el abisinio
o el dios de Sid el sumerio
o
no hay ningún dios
el día después de Milwaukee
Ningún dios
cincuenta años después de la leche derramada
ningún dios
más grande que
la arrogante reina de la belleza de América
en un accidente automovilístico
con su bmw

Sin dios
el reverendo Jerry Falwell
podría estar despachando hamburguesas con rodajas de cebolla
a los parroquianos de un bar, el White Swallow quizá

Sin dios
millones de inteligencias eternas de los creyentes muertos se joden
Con dios
millones de creyentes vivos hieden

Por qué debe existir algún dios
para aquellos como vos o como yo
cuando el hombre de las cavernas
nunca conoció al dios de Billy Graham
y nunca un cavernícola fue judío
Dame las pruebas de la existencia de un dios
parado entre los culos arrugados
de un Rex Roberts y de un Oral Humbard
Yo puedo probar que no existe un dios
de Missouri
Yo soy de la ciudad de Nueva York
como si a los testigos de Jehová les importara

Cómo puede haber un dios
cuando los burros prefieren la paja al oro
y las personas que algo más saben, prefieren el oro
y huyendo con él son baleados en las piernas
No puede haber Dios cuando los pollos comen huevos duros y
seguramente no puede existir un dios
cuando los Gregorios son llamados Goyos



Reconocidos por poseer cabezas duras
(Testa Dura)

la mia testa e una testa delicata

Las estupideces del martín pescador
forman una bandada en mi cerebro
donde se ha ido mi anterior
felicidad
cuando la sabiduría
solstició mi cerebro
tan propicio a la
labor de las palabras
O gran pedo del cielo
vi anticipadamente
tu luz

Las nubes son sobres de agua
hechos de aire
arrojando fuego
Eso es lo que quiero decir con
O gran pedo del cielo
Soy ese niño
lustrabotas de los dioses
después de todo fui yo
el que se sentó en el inodoro
de un viejo y olvidado dios

Con amor, por el pensamiento,
las montañas cubiertas de azul
y los cipreses en descenso
se mueven sin moverse
para mis ojos amantes

Y las tormentas
y las nubes batientes
que topan
como lo hacen los carneros
con sus cuernos grandes
a las nubes femeninas
expresan su amor
hacen bebés
de lluvia



Poeta hablando consigo mismo frente al espejo

Sí, Soy yo
Esta caza de mí
se ha transformado en algo evidentemente absurdo
creyendo que cuando yo
era perseguido
no sólo me encontraría a mí mismo
sino también a todo un rebaño de yoes
yoes pasados, yoes futuros
un carro cargado de ellos
y todos estos años
y adónde he llegado
en este punto del tiempo
éste no es el mismo espejo
que contemplé hace años

Es el espejo que cambia
nunca el pobre Gregory

¡Hey!, en la vida
Donde fui, fui
Donde me detuve, me detuve
Cuando hablé, hablé
Cuando escuché, escuché
Lo que comí, comí
Lo que amé, amé

Pero que puedo decir acerca de
adonde fui, no fui
adonde me detuve, continué mi camino
cuando hablé, escuché
cuando escuché, hablé
cuando ayuné, comí
y cuando amaba...
no deseaba odiar

Ahora veo a las personas
como las ve la policía

También veo a las monjas del mismo modo
en que veo a los hare-krishnas
No tengo representante
me disgusta la idea de un poeta con representante
sin embargo Ginsy y Ferli tienen uno
y hacen pilas de plata con ellos
se vuelven más famosos también
Quizás debiera contratar un representante
¡Wow!
De ningún modo, Gregory, quedáte
En la cercanía del poema

ALBERT CAMUS/ NOVELA Y REBELDÍA


Novela y rebeldía


Es posible separar la literatura de consentimiento que coincide, en líneas generales, con los siglos antiguos y los siglos clásicos, y la literatura de disidencia que empieza con los tiempos modernos. Se observará entonces la escasez de novela en la primera. Cuando existe, salvo raras excepciones, no concierne a la historia, sino a la fantasía (Teágenes y Cariclea o La Astrea). Son cuentos, no novelas. Con la segunda, por el contrario, se desarrolla realmente el género novelesco que no ha cesado de enriquecerse y extenderse hasta nuestros días, al mismo tiempo que el movimiento crítico y revolucionario. La novela nace al mismo tiempo que el espíritu de rebeldía y traduce, en el plano estético, la misma ambición.

«Historia ficticia, escrita en prosa», dice Littré de la novela. ¿No es más que esto? Un crítico católico1 ha escrito no obstante: «El arte, sea cual sea su objetivo, siempre hace una competencia culpable a Dios». Es más justo, en efecto, hablar de una competencia a Dios, a propósito de la novela, que de una competencia al Estado civil. Thibaudet expresaba una idea parecida cuando decía a propósito de Balzac: «La comedia humana es la Imitación de Dios Padre.» El esfuerzo de la gran literatura parece consistir en crear universos cerrados o tipos completos. Occidente, en sus grandes creaciones, no se limita a describir su vida cotidiana. Se propone sin descanso grandes imágenes que lo enardecen y se lanza tras ellas.

Al fin y al cabo, escribir o leer una novela son acciones insólitas. Construir una historia mediante una disposición nueva de hechos verdaderos no tiene nada de inevitable, ni de necesario. Incluso si la explicación vulgar, por el gusto del creador y del lector, fuese verdad, habría que preguntarse entonces por qué necesidad la mayor parte de los hombres experimentan precisamente gusto e interés en historias fingidas. La crítica revolucionaria condena la novela pura como la evasión de una imaginación ociosa. La lengua común, a su vez, llama «novela» al relato engañoso del periodista torpe. Hace unos lustros, la costumbre quería asimismo, contra la verosimilitud, que las jóvenes fuesen «novelescas». Se daba a entender con ello que tales criaturas ideales no tenían en cuenta las realidades de la existencia. De manera general, siempre se ha considerado que lo novelesco se apartaba de la vida y que la embellecía al mismo tiempo que la traicionaba. La manera más simple y la más común de entender la expresión novelesco consiste, pues, en ver en ella un ejercicio de evasión. El sentido común se suma a la crítica revolucionaria.

Pero ¿de qué nos evadimos por medio de la novela? ¿De una realidad juzgada demasiado aplastante? La gente feliz lee también novelas y es constante que el extremo sufrimiento quite la afición a la lectura. Por otro lado, el universo novelesco tiene ciertamente menos peso y menor presencia que ese otro universo en que unos seres de carne y hueso nos asedian sin descanso. ¿Por qué misterio, sin embargo, Adolfo nos aparece como un personaje mucho más familiar que Benjamin Constant, el conde Mosca que nuestros moralistas profesionales? Balzac terminó un día una larga conversación sobre la política y la suerte del mundo diciendo: «Y ahora volvamos a las cosas serias», queriendo hablar de sus novelas. La gravedad indiscutible del mundo novelesco, nuestro empeño en tomar, en efecto, en serio los mitos incontables que nos brinda desde hace dos siglos el genio novelesco, el gusto por la evasión no basta para explicarlo. Ciertamente, la actividad novelesca supone una especie de rechazo de lo real. Pero este rechazo no es una simple huida. ¿Hay que ver en él el movimiento de retiro del alma noble que, según Hegel, se crea a sí misma, en su decepción, un mundo ficticio en que la moral reina sola? La novela edificante, sin embargo, queda asaz distante de la gran literatura; y la mejor novela rosa, Pablo y Virginia, obra propiamente penosa, no ofrece nada al consuelo.

La contradicción es la siguiente: el hombre rechaza el mundo tal cual es, sin aceptar escaparse. De hecho, los hombres tienen apego al mundo y, en su inmensa mayoría, no desean abandonarlo. Lejos de querer olvidarlo siempre, sufren, al contrario, por no poseerlo bastante, extraños ciudadanos del mundo, exiliados en su propia patria. Salvo en los instantes fulgurantes de la plenitud, toda realidad es para ellos inacabada. Sus actos les escapan en otros actos, vuelven a juzgarlos bajo rostros inesperados, huyen como el agua de Tántalo hacia una desembocadura ignorada aún. Conocer la desembocadura, dominar el curso del río, captar por fin la vida como destino, he ahí su verdadera nostalgia, en lo más denso de su patria. Pero esta visión que, en el conocimiento al menos, los reconciliaría por fin con ellos mismos, no puede aparecer, si es que aparece, más que en ese momento fugitivo que es la muerte: todo acaba en él. Para estar, una vez, en el mundo, es preciso no estar ya en él nunca más.

Nace aquí esa desgraciada envidia que tantos hombres sienten por la vida de los otros. Percibiendo esas existencias por fuera, les suponen una coherencia y una unidad que no pueden tener, en verdad, pero que parecen evidentes al observador. Éste no ve más que la línea superior de tales vidas, sin cobrar conciencia del detalle que las roe. Hacemos entonces arte de tales existencias. De modo elemental, las novelamos. Cada cual, en este sentido, trata de hacer de su vida una obra de arte. Deseamos que el amor dure y sabemos que no dura; aunque, por milagro, debiese durar toda una vida, sería aún inacabado. Quizás, en esta insaciable necesidad de durar, comprenderíamos mejor el sufrimiento terrestre si supiéramos que fuese eterno. Parece que a las grandes almas las asusta a veces menos el dolor que el hecho de que no dura. A falta de una felicidad infatigable, un largo sufrimiento crearía al menos un destino. Pero no, y nuestras peores torturas cesarán un día. Una mañana, después de tantas desesperaciones, un irreprimible deseo de vivir nos anunciará que todo ha terminado y que el sufrimiento ya no tiene más sentido que la felicidad.

El afán de posesión no es más que otra forma del deseo de durar; él es el que hace el delirio impotente del amor. Ningún ser, ni siquiera el más amado, y que mejor nos responda, está nunca en nuestra posesión. En la tierra cruel, donde los amantes mueren a veces separados, nacen siempre divididos, la posesión total de un ser, la comunión absoluta en el tiempo entero de la vida es una imposible exigencia. El afán de la posesión es hasta tal punto insaciable que puede sobrevivir al amor mismo. Amar, entonces, es esterilizar al amado. El vergonzoso sufrimiento del amante, en lo sucesivo solitario, no es tanto el no ser ya amado, cuanto el saber que el otro puede y debe amar aún. En el límite, todo hombre devorado por el deseo loco de durar y de poseer desea a los seres a los que ha amado la esterilidad o la muerte. Ésta es la verdadera rebeldía. Quienes no han exigido, un día al menos la virginidad absoluta de los seres y del mundo; quienes no han temblado de nostalgia y de impotencia ante su imposibilidad; quienes, entonces, vueltos a su nostalgia de absoluto, no son destruidos intentando amar a media altura, ésos no pueden comprender la realidad de la rebeldía y su furia de destrucción. Pero los seres se escapan siempre y nosotros les escapamos también: no tienen perfiles firmes. La vida desde este punto de vista no tiene estilo. No es más que un movimiento que corre en pos de su forma sin dar nunca con ella. El hombre, desgarrado así, busca en vano esa forma que le daría los límites entre los cuales sería rey. ¡Que una sola cosa viva tenga su forma en este mundo y éste estará reconciliado!

No hay ser por fin que, a partir de cierto nivel elemental de conciencia, no se agote buscando las fórmulas o las actitudes que darían a su existencia la unidad que le falta. Parecer o hacer, el dandi o el revolucionario exigen la unidad, para ser, y para ser en este mundo. Como en esas patéticas y miserables relaciones que se prolongan a veces largo tiempo porque uno de los miembros espera hallar la palabra, el gesto o la situación que harán de su aventura una historia concluida y formulada en el tono justo, cada uno se crea o se propone tener la palabra final. No basta con vivir, hace falta un destino, y sin esperar la muerte. Es, pues, justo decir que el hombre tiene la idea de un mundo mejor que éste. Pero mejor no quiere decir entonces diferente, mejor quiere decir unificado. Esta fiebre que levanta el corazón por encima de un mundo disperso, del que, sin embargo, no puede desprenderse, es la fiebre de la unidad. No desemboca en una mediocre evasión, sino en la reivindicación más obstinada. Religión o crimen, todo esfuerzo humano obedece a la postre a ese deseo irrazonable y pretende dar a la vida la forma que no tiene. El mismo movimiento, que puede llevar a la adoración del cielo o a la destrucción del hombre, lleva asimismo a la creación novelesca, que recibe entonces su seriedad.

¿Qué es, en efecto, la novela sino este universo en que la acción halla su forma, en que las palabras del final son pronunciadas, los seres entregados a los seres, en que toda vida toma la faz del destino?2 El mundo novelesco no es más que la corrección de este mundo, según el deseo profundo del hombre. Pues se trata indudablemente del mismo mundo. El sufrimiento es el mismo, la mentira y el amor. Los personajes tienen nuestro lenguaje, nuestras debilidades, nuestras fuerzas. Su universo no es ni más bello ni más edificante que el nuestro. Pero ellos, al menos, corren hasta el final de su destino y no hay nunca personajes tan emocionantes como los que van hasta el extremo de su pasión, Kirilov y Stavroguin, la señora Graslin, Julián Sorel o el príncipe de Cléves. Es aquí donde nos alejamos de su medida, pues ellos acaban lo que nosotros no acabamos nunca.

Madame de La Fayette sacó La princesa de Cléves de la más estremecedora experiencia. Sin duda es la señora de Cléves, y sin embargo no lo es. ¿Dónde está la diferencia? La diferencia está en que madame de La Fayette no entró en un convento y que nadie en su entorno murió de desesperación. No cabe duda de que conoció al menos los instantes desgarradores de aquel amor sin igual. Pero no tuvo punto final, le sobrevivió, lo prolongó cesando de vivirlo, y por último, nadie, ni ella misma, hubiera conocido su dibujo si no le hubiera dado la curva desnuda de un lenguaje impecable. Del mismo modo, no existe historia más novelesca y más bella que la de Sophie Tonska y Casimir en Las pléyades de Gobineau. Sophie, mujer sensible y bella, que hace entender la confesión de Stendhal, «no hay más que las mujeres de gran carácter que puedan hacerme feliz», obliga a Casimir a confesarle su amor. Acostumbrada a ser amada, se impacienta ante aquél, que la ve todos los días y que, a pesar de ello, no ha abandonado nunca una calma irritante. Casimir confiesa, en efecto, su amor, pero en el tono de una exposición jurídica. La ha estudiado, la conoce tanto como se conoce a sí mismo, está seguro de que este amor, sin el que no puede vivir, carece de futuro. Ha decidido, pues, declararle a la vez este amor y su inconsistencia, hacerle donación de su fortuna -Sophie es rica y este gesto es inconsecuente- a condición de que ella le pase una modestísima pensión que le permita trasladarse al suburbio de una ciudad elegida al azar (será Vilna), y esperar en ella la muerte, en la pobreza. Casimir reconoce, por lo demás, que la idea de recibir de Sophie lo que le será necesario para subsistir representa una concesión a la debilidad humana, la única que se permitirá, con, de tarde en tarde, el envío de una página en blanco metida en un sobre en el que escribirá el nombre de Sophie. Tras mostrarse indignada, luego turbada, luego melancólica, Sophie aceptará; todo se desarrollará tal como Casimir había previsto. Morirá en Vilna, de su pasión triste. Lo novelesco tiene así su lógica. Una bella historia no carece de esa continuidad imperturbable que no se da nunca en las situaciones vividas, pero que se encuentra en el proceso del sueño, a partir de la realidad. Si Gobineau hubiese ido a Vilna, se habría aburrido y habría regresado, o habría estado allí a su gusto. Pero Casimir no conoce las ganas de cambiar y las mañanas de cura. Va hasta el fin, como Heathcliff, que deseará ir más allá de la muerte para Regar hasta el infierno.

He aquí, pues, un mundo imaginario, pero creado por la corrección de éste, un mundo en que el dolor puede, si quiere, durar hasta la muerte, en que las pasiones no se distraen nunca, en que los seres se entregan a una idea fija y están siempre presentes los unos para con los otros. El hombre se da al fin a sí mismo la forma y el límite apaciguador que persigue en vano en su condición. La novela fabrica destinos a la medida. Así es como compite con la creación y vence, provisionalmente, a la muerte. Un análisis detallado de las novelas más famosas mostraría, con perspectivas cada vez diferentes, que la esencia de la novela está en esa corrección perpetua, dirigida siempre en el mismo sentido, que el artista efectúa sobre su experiencia. Lejos de ser moral o puramente formal, esta corrección apunta primero a la unidad y traduce, con ello, una necesidad metafísica. La novela, a este nivel, es en primer lugar un ejercicio de la inteligencia al servicio de una sensibilidad nostálgica o en rebeldía. Se podría estudiar esta búsqueda de la unidad en la novela francesa de análisis, y en Melville, Balzac, Dostoievski o Tolstoi. Pero una breve confrontación entre dos tentativas que se sitúan en los extremos opuestos del mundo novelesco, la creación proustiana y la novela norteamericana de estos últimos años, bastará para nuestra intención.

La novela norteamericana pretende hallar su unidad reduciendo al hombre, ya sea a lo elemental, ya a sus reacciones externas y a su comportamiento3. No elige un sentimiento o una pasión del que dará una imagen privilegiada, como en nuestras novelas clásicas. Rechaza el análisis, la búsqueda de un resorte psicológico fundamental que explicaría y resumiría la conducta de un personaje. Por eso, la unidad de dicha novela no es más que una unidad de enfoque. Su técnica consiste en describir a los hombres por fuera, en los más indiferentes de sus gestos, en reproducir sin comentarios los discursos hasta en sus repeticiones4, en hacer, por fin, como si los hombres se definiesen enteramente por sus automatismos cotidianos. A ese nivel maquinal, efectivamente, los hombre se parecen y así se explica ese curioso universo en que todos los personajes parecen intercambiables, hasta en sus particularidades físicas. Esta técnica es llamada realista tan sólo por un malentendido. Además de que el realismo en arte es, como veremos, una noción incomprensible, resulta muy evidente que este mundo novelesco no tiende a la reproducción pura y simple de la realidad, sino a su estilización más arbitraria. Nace de una mutilación, y de una mutilación voluntaria, llevada a cabo sobre lo real. La unidad así obtenida es una unidad degradada, una nivelación de los seres y del mundo. Parece que, para esos novelistas, sea la vida interior la que priva las acciones humanas de la unidad y que arrebata a los seres los unos a los otros. Tal sospecha es en parte legítima. Pero la rebeldía que se halla en la fuente de este arte, no puede encontrar su satisfacción sino fabricando la unidad a partir de esa realidad interior, y no negándola. Negarla totalmente es referirse a un hombre imaginario. La novela negra es también una novela rosa de la que tiene la vanidad formal. Edifica a su manera5. La vida de los cuerpos, reducida a sí misma, produce paradójicamente un universo abstracto y gratuito, constantemente negado a su vez por la realidad. Esa novela, purgada de vida interior, en que los hombres parecen observados detrás de un cristal, acaba lógicamente dándose, como tema único, al hombre presuntamente medio, escenificando lo patológico. Así se explica la cantidad considerable de «inocentes» utilizados en este universo. El inocente es el tema ideal de semejante empresa, ya que no es definido, y por entero, sino por su comportamiento. Es el símbolo de este mundo exasperante, en que unos autómatas desdichados viven en la más maquinal de las coherencias, y que los novelistas norteamericanos han elevado frente al mundo moderno como una protesta patética, pero estéril.

En cuanto a Proust, su esfuerzo ha consistido en crear a partir de la realidad, obstinadamente contemplada, un mundo cerrado, insustituible, que no le pertenecía más que a él y marcaba su victoria sobre la huida de las cosas y sobre la muerte. Pero sus medios son opuestos. Dependen ante todo de una elección concertada, una meticulosa colección de instantes privilegiados que el novelista escogerá en lo más secreto de su pasado. Inmensos espacios muertos son así expulsados de la vida porque no han dejado nada en el recuerdo. Si el mundo de la novela norteamericana es el de los hombres sin memoria, el mundo de Proust no es en sí mismo más que una memoria. Se trata tan sólo de la más difícil y la más exigente de las memorias, la que rechaza la dispersión del mundo tal cual es y que saca de un perfume recobrado el secreto de un nuevo y antiguo universo. Proust elige la vida interior y, en la vida interior, lo que es más interior que ella, contra lo que en lo real se olvida, es decir lo maquinal, el mundo ciego. Pero de este rechazo de lo real, no saca la negación de lo real. No comete el error, simétrico al de la novela norteamericana, de suprimir lo maquinal. Reúne, por el contrario, en una unidad superior, el recuerdo perdido y la sensación presente, el pie que se tuerce y los días felices de antaño.

Es difícil retornar a los lugares de la dicha y la juventud. Las muchachas en flor ríen y parlotean eternamente frente al mar, pero aquel que las contempla va perdiendo poco a poco el derecho a amarlas, igual que aquellas a las que amó pierden el poder de ser amadas. Esta melancolía es la de Proust. Ha sido bastante potente en él para hacer brotar un rechazo de todo el ser. Pero el amor a las caras y a la luz lo ataban al mismo tiempo a este mundo. No consintió que las vacaciones felices se perdieran para siempre. Se comprometió a recrearlas de nuevo y a mostrar, contra la muerte, que el pasado se encontraba al término del tiempo en un presente imperecedero, más verdadero y más rico aún que en el origen. El análisis psicológico de El tiempo perdido no es entonces más que un poderoso medio. La grandeza real de Proust es haber escrito El tiempo recobrado, que reúne un mundo dispersado y le da una significación al nivel mismo del desgarramiento. Su victoria difícil, en vísperas de su muerte, consiste en haber podido extraer de la huida incesante de las formas, por las vías solas del recuerdo y la inteligencia, los símbolos estremecedores de la unidad humana. El reto más seguro que una obra de esta índole pueda plantear a la creación es presentarse como un todo, un mundo cerrado y unificado. Esto define las obras sin correcciones.

Se ha podido decir que el mundo de Proust era un mundo sin dios. Si eso es verdad, no es porque en él no se hable nunca de Dios, sino porque este mundo tiene la ambición de ser una perfección cerrada y de dar a la eternidad el rostro del hombre. El tiempo recobrado, en su ambición al menos, es la eternidad sin dios. La obra de Proust, desde este punto de vista, aparece como una de las empresas más desmesuradas y más significativas del hombre contra su condición mortal. Ha demostrado que el arte novelesco rehace la creación misma, tal cual nos es impuesta y tal cual es rechazada. Bajo uno de sus aspectos al menos, este arte consiste en elegir a la criatura contra su creador. Pero, más profundamente aún, se alía con la belleza del mundo o de los seres contra las potencias de la muerte y del olvido. Así es como su rebeldía es creadora.

Albert Camus

FIN
1. Stanislas Funet
2. Incluso si la novela no dice más que la nostalgia, la desesperación, lo inacabado, crea con todo la forma y la salvación. Nombrar la desesperación es superarla. La literatura desesperada es una contradicción en los términos.
3. Se trata naturalmente de la novela «dura», la de los años treinta y cuarenta, y no de la floración norteamericana del siglo XIX.
4. Hasta en Faulkner, gran escritor de esta generación, el monólogo interior no reproduce más que la corteza del pensamiento.
5. Bernardin de Saint-Pierre y el marqués de Sade, con indicios diferentes, son los creadores de la novela de propaganda.