lunes, 26 de abril de 2010

JUAN CARLOS ACEVEDO / POEMAS

Poemas en donde la crónica lírica se expresa de una forma equilibrada en imágenes y palabras que nos describen pasajes  y paisajes de geografías interiores y lejanas. Eficiente en el manejo de los recursos poéticos, virtuoso en el concepto global. Mantiene su punto de equilibrio temático y lo lanza frente a la mirada del lector como venablo de un arquero que tiene ya en su intento, su blanco certero. Este escritor caldense que viaja con el ojo atento y la mirada aguzada; hay algo de disciplina japonesa; pulcritud en el manejo del idioma. La naturaleza  zen animada y aurática se conjuga con un certero acercamiento de la imagen. De otra parte podemos percibir cierto ascetismo y frugalidad serena que lo emparenta con algunos poetas norteamericanos, tal vez Lee Masters en “Antología de Spoon Rivers”.
Juan Carlos Acevedo, es el poeta, cronista de una época que nos dejo la nostalgia agujereada y por ella los haces de luz iluminan las estancias y los parajes por donde transcurre este cazador de poesía.
La técnica minimalista, en donde muchas veces parte de un elemento al que dota de significado y simbolismo. Una catana por ejemplo, para el homenaje al gran escritor japonés Yukio Mishima; un espantapájaros en los trigales de Francia postmoderna que ya casi olvida sus heridas de guerra, y un periódico en las plazas atestadas de hombres viejos, desempleados y sin esperanzas, de un país al sur del trópico, en donde la muerte ronda el tiempo de los desesperados. Detonantes de historias, que siguen hablándonos y expresando sentimientos nuevos a través de su poesía.

Para GriFFos de NNeoNN una muestra de su trabajo literario:



 EL ÚLTIMO SHOGÚN



Para Yukio Mishima
una reverencia a su valor


Haber sido otro
el hacedor de espadas
que templó el acero en la catana
para que cada hombre escribiera su historia
El viejo calígrafo
quien enseñó:

en la palabra espada
ya está hecha la espada

O
 el arquero del Emperador
quien sentenció:

Antes de disparar
en la punta de la flecha
ya está el corazón del ciervo

Ese guerrero que de un tajo
dividió las almas de los hombres libres
que nace a orillas del Shinano
El Kamikaze, un viento antiguo,
que nos salvó de una invasión
al hundir los barcos del bárbaro Gengis Khan.
Quizá
el viajero que llevó consigo los secretos de una extinta dinastía
y esparció sus cenizas en el Mar Oriental
El humilde artesano de Tokio
que en su pecho apretó la cabeza de su hijo
antes de enviarlo a morir
en la Guerra del Silencio
Mi destino era otro…
fui llamado Kimitake o Príncipe Guerrero
y no conocí el olor de la muerte
ni su rostro en el campo de batalla
Mi discreta labor
construir una revolución de mentiras
defender a mi país a través de la palabra
y escribir por ejemplo
La vida es un baile
en el cráter de un volcán
que en algún momento
hará erupción
Ser el héroe en el seppuku
dejar correr mi sangre
envilecer la historia
fue mi tarea

SALMO PARA DESPUÉS DE LA GUERRA

"Tal vez la poesía, (...)
puede ser la prueba irrefutable,
o cabeza de un prontuario definitivo
de que Dios existió alguna vez"
HÉCTOR ROJAS HERAZO.




Señor,
ahora somos frágiles...
los años de la derrota (aunque hayan quedado en el olvido)
habitan entre nosotros. Por eso hoy el poema es bálsamo.
Señor de los remendados,
ya no podemos elevar oraciones:
conjuros para ahuyentar enemigos y pestes,
tal vez un Poema que sirva de diálogo
para diluir tantos miedos acunados en viejas plegarias.
Señor,
como tus llagas,
las nuestras son huellas de fe en medio de la ola de siniestros.
También hemos caído y nos hemos levantado
para espantar los pájaros de la angustia
que anidan en nuestras lágrimas.
Señor de los fragmentados,
redime con tu sabia mudez a tus hombres y mujeres,
herederos ambos del miedo,
para que la fragilidad se desvanezca y
retornen a nuestra voz y nuestros sueños
y nuestras casas las Bienaventuranzas.

Así sea.

 

TARJETA PARA UN ANIMAL PERSEGUIDO

Raúl he venido hasta tu casa llena de leyendas y poesía pero tú no estabas. Tu corazón de mango me lleno de aliento y decidí abandonar las calles donde habito y enrutar mis pasos hasta tu casa. Un sol que moría en las estribaciones de un maizal me dio la bienvenida.
El río muere poco a poco, se va secando como un cadáver viejo bajo el calor de noviembre. Perdido entre frutas y aldeanos no hago más que llamarte.
Raúl, he tocado todas las puertas, enterré mi sombra bajo los tamarindos de todos los patios, subí a todos los árboles y sequé el sudor de todos los niños buscando en sus rostros el tuyo… y no apareces.
¿Dónde andas Raúl?
Anoche frente a tu casa, los muchachos, los Gaiteros y las altas mujeres de tu suelo te esperaron. No quise asistir a la parranda porque sabía desde siempre que no asistirías.
Yo, animal urbano y paranoico te esperé junto al cocotero, pero no llegaste.
Solo tus limpios cuchillos se aproximan. Me voy con tu silencio.



HOMBRE DE PAJA

El señor Franqzuá
ignora que ocurre con el espantapájaros,
viejo soldado en el campo de trigo
ganó la guerra contra los hombres-cuervos,
sobrevivió a los ataques de 1942.
Es otoño en Nantes
casi cumple 78 años,
su triste sombra y su aliento acompañan mi viaje,
el nuevo sombrero
no dibuja sonrisas sobre su rostro de paja.
Imagino su dolor de héroe de guerra,
su eterna forma de cruz sobre los campos,
quiere hundirse en los trigales.
Todo cambia - dicen los hombres del desierto -
ya no aterroriza pájaros ni hombres
que ridiculizan su espectro en postales fotográficas.
Anciano espantapájaros de Nantes quieres la muerte.
El señor Franqzuá te repara una vez más,
te humilla frente a turistas sin alas.


HOMBRES SOLOS AGONIZAN FRENTE AL PERIÓDICO 


Hombres solos
toman café y hojean el periódico
en plazas desiertas de un país
a medio nacer
o a medio morir.
Solos
alargan sus vidas cada mañana:
la charla inútil en el parque,
los sueños apostados en la mesa de juego,
una muerte espesa de visita,
un ejército de polillas devorando trajes en el desván.
Hombres solos
agonizan frente al periódico
bajo árboles sembrados en la memoria.




OTRO BARRIO SE ESCONDE EN LA CIUDAD 


Bajo las puertas de la ciudad
crece otra gente sin nombre,
sin rostro, sin ruido de fábricas.
Seres solos habitan otras calles
donde todo arde y se desgasta…
los niños cantan plegarias a las cenizas y a la tierra,
las madres sepultan horas de insomnio y de café,
los viejos llevan cruces en el pecho,
las muchachas brillo en los labios
y agujeros en los calzones,
Hay un barrio en las afueras
donde el hambre pudre huesos y sonrisas.
donde una pelota rueda calle abajo y
con ella los sueños
de gente invisible
Yo crecí en esas calles,
robándole minutos a la muerte.
agujereando el corazón y los bolsillos,
sujetándome a los sueños y a mi padre.
Ella, invisible,
en las fronteras del invierno se desliza
sigilosa, astuta
espera el juego de villanos
donde ella gana y usted pierde




JUAN CARLOS ACEVEDO RAMOS
Manizales. Poeta, ensayista y periodista cultural. Director de la revista literaria Juegos Florales del Centro de Escritores de Manizales “Roberto Vélez Correa”. Colaborador permanente del dominical Papel Salmón del diario La Patria en Manizales y de los periódicos Quehacer Cultural y Meridiano Cultural.
Ha obtenido El Premio Nacional de Poesía Carlos Héctor Trejos Reyes en el 2009, el Premio Nacional de Poesía “Descanse en Paz la Guerra” convocado por la Casa de Poesía Silva en Bogotá. 2003 y los premios Departamentales de Poesía de la Editorial Manigraf (2001). La Cámara de Comercio de Manizales (2000) y del Centro de Escritores de Manizales (1999).
Ha publicado los libros de poemas Los Amigos arden en las manos e Historias alrededor de un fogón (Editorial Universidad de Caldas 2010). y Palabras de la tribu (Editorial Manigraf 2003) y los cuadernillos poéticos y Los Amigos arden en las manos (Colección Palimpsesto 1999) y Palabras en el purgatorio (Colección Lyrica Species 1997).
Sus poemas también hacen parte de parte de las antologías internacionales La música callada, la soledad sonora. (Fundación Orlando Sierra Hernández. Panamericana 2008). 12 Poetas Colombianos. Punto de Partida. (Universidad Autónoma de México. México D.F. 2007), y El amplio Jardín. Antología de poesía colombiana y uruguaya. (Embajada de Colombia en Uruguay. Ministerio de Educación del Uruguay. 2005),
También aparecen en las nuevas antologías de poesía colombiana Panorama Virtual de la Nueva Poesía Colombiana (Corporación Ulrika y Ministerio de Cultura 2009) Inventario a Contra Luz (Bogotá 2001 y Nuevas Voces para Fin de Siglo (Bogotá 1999).
Se ha desempeñado como Consejero Nacional de Literatura ante el Ministerio de Cultura, Presidente del Centro de Escritores de Manizales, Director Cultural de La Feria del Libro de Manizales, Director del Taller Héroes Literarios en Caldas del Programa RENATA (Red Nacional de Talleres de Literatura del Ministerio de Cultura) y codirector del programa literario Nuestros Maestros, entrevistas a escritores colombianos, para la Emisora Radio Cóndor de la Universidad Autónoma de Manizales y asesor editorial en Caldas.
En la actualidad hace parte de la mesa directiva de la Fundación Literaria Orlando Sierra Hernández. Es además el Coordinador del Área de Literatura de la Secretaría de Cultura de Caldas.

miércoles, 31 de marzo de 2010

LA CIUDAD Y SUS BESTIAS/ POEMAS/ DANIEL MORENO LOPEZ




“LA CIUDAD Y SUS BESTIAS”

La poética de Daniel Moreno López (25 años Bogotá, Licenciado en Español y Literatura, radicado en Armenia desde el año 2004) está inmersa en una corriente de vanguardia urbana. Y hablo de obra poética, porque a pesar de su juventud, en el trabajo de este escritor se puede adivinar además de un oficio riguroso, un ritmo, un estilo personal que impregna las 63 páginas de su libro “La Ciudad y sus Bestias”. Sus poemas destilan lluvia acida que golpea sobre las paredes y los andenes de una ciudad gris, monótona y brutal. Pasea también sus metáforas, al interior de un verano seco, de sombras pesadas, que van de los parques tomados por beodos, a las esquinas por donde merodea una juventud sin esperanzas, los sobrevivientes de una época de guerra, los veteranos del desencanto.
Su poesía tienen referencias cultas y bien asimiladas, las lecturas atentas y profundas de varios autores contemporáneos y algunos clásicos, afloran bajo las puertas oxidas y los muros desconchados de las ciudades trampas. No da paso el joven poeta, a la metáfora melodramática, a pesar de que se le pudiesen perdonar algunas incursiones rosa a los bosques del lirismo, (su juventud lo justificaría). Pero el poeta no cede a estos espejismos; opone la pesadilla estoica a la cursilería naif.
Su obra lame con aspera lengua de fuego las paredes desconchadas de una ciudad cerrada en cielos grises, el trasfondo perfecto para las criaturas mutantes que allí deambulan, su nicho vital (ecosistema de odio) Mediocridades, traiciones y maldades, lagunas donde se ahoga el amor. No hay mucha esperanza en los poemas de este joven autor, destilan un veneno pesado y brillante, una buena dosis de escepticismo, una invitación a sumergirnos en la herida del ruido y luego...
Poemas que buscan las arterias de la piedra y la roca; huelen a asfalto y brea; a carros de motores contaminantes, al pachulí de las putas baratas que merodean con su amor mercenario sobre los cuellos de los infantes de la ira. Las ventanas cerradas, parecen adentrarse en cuartos, en donde los bombillos escasos iluminan la obscuridad y los fantasmas.
“La Ciudad y sus Bestias” es una gran angular sobre la vida interior de la juventud de esta parte de Colombia, en donde pequeñas ciudades comienzan y terminan en el territorio hostil de la desesperanza. Tres ciudades como tres grandes barrios, separadas por tres potreros con sus selvas y sus despeñaderos, sus postales de calendario y sus noches de luna llena, conforman este triangulo llamado eje cafetero colombiano. Allí, lo que unos años atrás eran ciudades amables, transitables y habitables; hoy se han convertido en nidos de bestias hambrientas que pelean en un tríptico de sangre coagulada, sus corazones hipertrofiados, sus despojos gangrenados, su grandezas cancerígenas.
EL poeta lo explica mejor en sus prolegómenos. Una declaración de intenciones, una vía al descubrimiento de su obra:

“La ciudad, la bestia grande, la bestia hermosa, la adicta a la carne humana, la tierra fecunda de sueños, el sueño eterno de la ciudad y su luz. La más tierna bestia el instinto destructor el instinto creador
la necesidad caníbal, yo, hombre, ser, humano divino débil, errante, tan puro y tan corrupto. Tórrida absorbente implacable, factoría de miseria, de vértigos, de anchos toboganes intestinos del tiempo, rutas por las que pasas, por las que ando corro me desgasto y atrapo belleza al azar. La poesía observa desde un andén, desde el margen de ti mismo, que me miras y te preguntas por las formas, por los ritmos, vehículos incontenibles de transportes mentales, burbujas de chips, más resistentes que el jabón dominical. Dominical el espacio para el sueño, continuo el crimen el presidente el asesino el control el criminal el presidente y sus ejércitos, los que atacan con balas, en el frente y en la retaguardia de la opinión, los que atacan con sonrisas y apariencias y mentiras, la sobredosis de silencio.”


Los poemas de este autor, son para leer con atención, al no darnos todas las claves a la primera lectura, guarda sorpresas y misterios para un segundo abordaje. No están exentos de cierto humor acido, cierta lenguaje obsceno que refrenda la fuerza de sus versos.
Un abrebocas, un preámbulo a una obra que promete abrirnos a otros mundos inscritos en este, e iluminar otros caprichos, otras guerras sordas, otras pesadillas de antología.
O.G.R.



UNA SELECCION DE POEMAS







Canción de las bestias


Cantan, cantan y cantan
azules los pájaros
detienen al abismo
en su eterno revés

Cantan cantan
los árboles quietos
ya se van
se van despidiendo

Canta la bestia
sus llamas sobre la noche
y tú
a quién imploras?





Cotidiana


Leía cerca del parque cafetero
ya ni los adictos se divierten
y está muerta la bebida.

Cansado de viajar en mundos negros y quietos
cansado de caminar por parques discontinuos
preferí subirme en la primera lata de sardinas
a las que pagamos el placer
de lamernos en el diario viaje
a la muerte chiquita.

En una esquina
un viejo flaco con una guitarra
tan afinada como rota
bailó la lógica cotidiana.

Mi reproductor me gritaba al oído
hay cerca del bar cuatro putas que bailan vals
y el viejo
rompía sus cuerdas
vivía a Antonio Aguilar,
y se puede sentir fuerte el sudor detrás del cristal,
ahí, donde siempre hay un fantasma ciego
de pelos tan viejos como el sol,
Hoy se paran más de cuatro putas
con más de cuatro kilos en cada sonrisa oxidada
en cada cana en cada arruga de cada sueño de cada fuga,
y todos miramos la cuatro por cuatro
de ciento cuarenta millones
que conduce una puta de cuatro millones noche:
la mira cada puta de cuatro mil pesos
-con la mano papito
las miro yo con mis cuatrocientos pesos;
qué día especial,
mi soledad de cuatro monedas
me salvó.


La verde voz de Walt

La presión de mis pies sobre la tierra
levanta miles y miles de emociones
que desprecian este esfuerzo mío por definirlas.
Walt Whitman

I

Apaga tus discursos;
túmbate conmigo en la hierba...
retumba y retumba tu voz en mis días, en mis trabajos,
querido viejo.
Y sí, ahora, aquí,
en esta expansión, que sólo los necios llaman trabajo,
en el universo del poema, que cante la piel,
¡canta alma mía!


II

Y se han ido, apagados, los días que no trajeron
danza júbilo canto temblor emoción
el vértigo propio de la belleza,
la libre poesía que es la vida.

Y se han multiplicado, gozosos, los tiempos en los que
la pluralidad del universo
se reflejó en la superficie de un papel;
mira, sus ondas aún duran en mí,
aunque no esté acodado a sus orillas,
azorado mirándome a mí, a ti.

Al fondo de la estrofa
se asoma un poeta azteca,
se asoma su canto de árbol.


III

El tiempo triste atrapado en un triste reloj de oro y esmeralda
nos mira y trata de acelerar las manecillas
que, ensimismadas, hipnotizadas,
lo carbonizan.

Estamos lejos, cerca del cielo,
cerca de un beso,
fuera de su esfera.

Dios sólo atina a decirle al tiempo:
no perturbéis la paz de los amantes.


IV

Y te emborrachas en su aroma, en ese olor
que no es de animal ni de planta ni de mar
y sin embargo te arrastra se entierra murmura

Y tocas su sed, pruebas, gustas el tacto
destrozas toda gota
arrancas de tajo cada diente del deseo,
para siempre, hasta siempre,
hasta que nazca de nuevo el sabor insaciable
de su sexo en tu llaga, que se abre,
que se expande y consume su olor...
y el tuyo.


V

Lo invisible se prueba por lo visible,
no se cansa de cantar esa voz tuya, querido Walt,
esa verde y rebelde voz tan americana como ninguna.

La ira de Dios, el arma de Zeus
está en una piel templada, en un brazo de indio que cae fuerte
y la golpea, tiemblan sueños, de vivos y muertos
en el grito del tambor.
El mar eterno que no se cansa
recomienza y baila en la arena, pero no se repite;
su hermano mata y brilla estrellas
cantan mudas una misma canción, pero no se repiten;
en mí están la luz y la espuma, así como en la hormiga que amo,
pero ella y yo no nos repetimos; únicos y plurales somos la prueba /de la vida.


VI

El jaguar es el señor que camina entre la luz y la oscuridad.
La garra del jaguar prueba la fuerza invisible.
La piel del jaguar prueba la magia invisible.
El acecho del jaguar es el deseo invisible.

El jaguar, el trueno, el sexo, el poema
son hojas;
la rebeldía, la poesía (que justifica el mentiroso lenguaje),
la verde infinita voz de Walt, que ya es la mía y la tuya
son la hierba.


Soledades distintas


A qué hacer poesía hoy
me digo mientras espero
frente a un puesto de salud
y un perro famélico,
cachorro amarillo rústico algodón
huesos y huesos cubiertos apenas por pelitos sucios,
orejas tan grandes como hundidos los ojos
me mira, se acerca y me mira.
Saluda un poco ingenuo
mira un tanto
huele heridas en la piel
soledades distintas
desvaríos hermanos
recuerdos en costra
saltan y molestan
esperanzas-pulga
de la vida que hay que agradecer
tiembla con cada trazo
de mi voz
incapaz me levanto.

Ni la poesía rescata de la podredumbre humana



Esta noche


Aunque esta noche
sea espejismo blanco
ríndete, rinde tus defensas
sus caricias no son ataques
sus líneas pueden iluminar caminos,
no son barrera de destinos denunciados, derrotas anunciadas,
sus colmillos también pueden rozar
los tímpanos de la pasión

Aunque esta noche sea la más vacía de lenguas
grita hasta que vibre y quede exhausto como los muertos

Aunque esta noche hasta las voces se han ido
quema la estancia de la paciencia,
si el tiempo no ha llegado
puede que no venga jamás.

Esta noche, a pesar del vientre plano, olvidado,
abre las piernas como quien va a parir y
, quién sabe,
quizá al menos nazca el color de la rosa;
ya no hay hambre
no hay soledad
no amor
vacío
plenitud de muerte




Después de misa


-La vida viene de Dios,
y a Dios vuelven todos
cuando dejan la vida;
luego, él es caníbal.

No, tranquilo padre,
en ira no arda ni tiemble;
Dios tiene sentido del humor.
O mire a los lados, y niéguelo.



Deshabitarte antes que adular


Prefiero, oh mundo!
deshabitarte antes que adular
la carne en ruinas aposentada en tus imperios

Me prefiero arrastrado y muerto
no profanado en los tronos alzados sobre elefantes muecos,
elefantes mudos
mirando pasar a sus dolientes en reverencia

Preferiría tu justicia simple
tu rosa con espinas, oh mundo!
a las negras disposiciones
de águilas que se reparten la miseria de llover lepra

Prefiero cantar y llorar,
desgarrar en lamentos imaginerías y adormideras
y cortarme con cada cambio
de hoja
y de luna
, nunca marchar al uniforme ritmo ofertado por tus ejércitos:
muerte Moda izquier dos Tres!!!




Cantos a la ciudad


I

Hay jinetes, a veces hombres a veces mujeres,
que prefieren la noche y cabalgan
campos de tela coronados de terciopelo,
jinetes que persiguen el gozo,
jadeantes jinetes, pese al dolor
galopan en la húmeda decisión


II

Grumos de mugre
recuerdan formas humanoides,
grumos cuya presencia es anunciada por un olor tremendo
a cuadras de distancia
grumos que crecen y crecen
sin atención
sin memoria en transeúntes apresurados
sin compasión de las cámaras con lentes de gas
que limpiaron otras calles
y quieren limpiar las de hoy

Crecen, sin comida, pero crecen
huelen el día entero
huyen la noche casi completa
desbordan el misterio de calles ocultas

III

Guerreros sin elegancia
sin belleza o una pizca
de lealtad a la estética
sin una doncella por rescatar
ni un dragón abismado

Guerreros con la cabeza rapada
intentan invisibilizarse
copiar y superar la miseria
ponerse barbas falsas
guerreros bestias
corriendo y comiendo
-de la muerte y pedazos de muerte-


IV

Hay grumos malolientes en la calle
y no a fuerza de ignorarlos
dejarán de estar ahí ahora y esta noche y mañana y pasado;
hay jinetes demorados, anunciados
y esperados
jinetes que cantan y tocan trompeta;
hay guerreros que trotan y apuntan y beben y fuman y viven;


V

He visto centauros desnudos
, todavía,
corriendo lanzando besos
tomados de las manos.



Daniel Moreno López, 25 años (Bogotá), Licenciado en Español y Literatura, radicado en Armenia desde el año 2004.
Mención de honor tercer lugar en el I Concurso Departamental de Cuento Humberto Jaramillo Ángel, 2009, con el cuento “Grieta”.
Autor de los libros de poesía inéditos: Al final de la calle, Como lengua de Camaleón, La ciudad y sus bestias.
Ensayo sobre la novela Rayuela: “Convergencias novelescas en el juego Literario”, publicado en la revista de la Universidad del Quindío, Número 13, 2007. Además fue trabajo de grado Meritorio en la Licenciatura en Español y Literatura de la Universidad del Quindío.
Reseña crítica de la novela Plata Quemada: “Plata quemada; ceniza en las plantas de Dios”, en la revista Polilla N• 7, 2009, del programa de Licenciatura en Español y Literatura de la Universidad del Quindío
Publicación de poemas en la Revista Luna Nueva, Número 35, de 2009.
Cuento “No me ves” en el libro antológico de RENATA Quindío Narrativas en Movimiento I.
Cuento “Enlazados” en la segunda antología de textos del Taller RENATA Quindío.
Ha dirigido talleres y tertulias literarias en municipios del Quindío y en la Fundación Universitaria San Martín.

domingo, 28 de marzo de 2010

¿HAS ESTADO FRENTE A UN ESCRITOR?






POR GUILLERMO FADANELLI

La mañana del sábado siete de enero me levanté maldiciendo al mundo. Eso es lo que hago todas las mañanas, maldecir al mundo por abrir los ojos y encontrarme de nuevo conmigo mismo. Qué bueno que no tengo un perro porque le patearía el culo todas las mañanas. Pero tengo una mujer. Así que para evitar violencias absurdas me visto en silencio, me calzo los zapatos y salgo a la calle. ¿Qué día es hoy?, me pregunto, es justo la mañana del siete de enero. Pienso en la noche anterior, en los amigos que me acompañaron en la juerga estúpida. Aún tengo cocaína en los bolsillos, un gramo que a estas horas de la mañana me parece una tonelada. ¿Por qué carajos no lo consumí todo anoche? Ahora tengo que comenzar de nuevo.

Camino por avenida Revolución buscando la única cantina que está abierta. Entro. Pido una cerveza tan fría como la vagina de un tiranosaurio, o el culo de un miserable, o los pies de todas las mujeres muertas. El mesero no me ve a los ojos, pero sabe que estoy tratando de recuperar el juicio. Intento recordar lo que sucedió anoche, reunir los pedazos, ver entre la niebla química los rostros que me acompañaron, pero me es imposible reconocerlos; varias noches se despeñan dentro de mi cabeza confundiéndose entre sí, haciéndome sentir un minusválido. Después de todo no es tan malo, ¿para qué quiero recuperar una mente que siempre ha estado a la deriva? Formo una línea sobre la mesa, nadie me ve, el cantinero me da la espalda, el mesero armado de una escoba desvencijada empuja una mancha de agua hacia la calle. Un línea para que la memoria transforme su cuerpo de elefante en la silueta de una bailarina. Nada. La cabeza es una mina que estallará sin que nadie la detone. Mi nariz sangra en sentido contrario porque percibo un líquido tibio recorriendo mi garganta, escapando hacia el estómago: ¡Tengo un estómago! Ahora lo recuerdo: estuve en una recámara con varias personas, mujeres casi todas. También había un perro blanco que nos miraba con una extraña simpatía. Llamamos a un díler que tocó a la puerta justo a las dos de la mañana. Compramos dos gramos. El díler se fue a un rincón donde se acomodó a sus anchas. En seguida sus ronquidos colmaron la recámara. Alguien le puso encima una cobija. Lo despertamos para que volviera a pertrecharnos. Lo hizo y de inmediato volvió a sumirse en sus sueños indeseables. Comenzaba a amanecer, pero las cortinas estaban de nuestra parte. Hurgamos en nuestros bolsillos. Reunimos ochenta pesos con cincuenta centavos. Cuando nuestro huésped se dio cuenta de que no teníamos más dinero se levantó, nos tendió la mano, miró las paredes tratando de valuar los cuadros y se marchó. No encontró una sola pintura que valiera lo que un gramo. ¿Entonces qué hago ahora yo con un papel en la bolsa? Los recuerdos han vuelto a cambiar los platos de la mesa. Busco un celular, lo he perdido, como siempre en las madrugadas cuando uno quiere tirar todo a la basura, aligerarse, correr detrás de todas las mujeres que, como si nada, esbozan sus sonrisas insensatas. Abandono mi mesa para ir en busca de un teléfono. Llamo a Amanda.

¿Qué sucedió anoche?

-Te largaste sin avisar, como siempre.
-¿Dónde estuvimos?
-En mi casa.
-No recuerdo demasiado. Dime si me comporté como una persona decente.
-Por favor, Guillermo, ve a contarle tus penas a un sacerdote.
-¿Qué haces?
-Nada, seguimos en la fiesta. Te esperamos.
-¿Siguen allí?
-No importa que la gente sea viciosa, mientras sea inteligente.
-No te justifiques conmigo, no soy sacerdote y tu padre está muerto.

Vuelvo a mi mesa, la cerveza no está, el mesero me dice pensamos que te habías ido, no tenían muchas esperanzas de que les pagara, le extiendo un billete de doscientos pesos que he obtenido de un cajero automático, esto para que no piensen que soy un desgraciado, y si lo piensan que disimulen, malditos hijos de puta. Ahora tengo un dilema, quedarme toda la tarde en la cantina o compartir la cocaína con mis amigos. Continuar hasta el otro día o hacer de mis narices una mina de sal, escuchar confesiones estúpidas o quedarme solo a esperar que el tiempo decida por sí mismo. Puedo llamar a una de mis amigas. ¿Para qué? Todas las perras tienen su vida privada y yo no soy más que su cocaína. Ahora no pueden consumirme porque están chupando el pito de sus pequeños hombres. Nadie quiere consumirme a las dos de la tarde. Mi mujer está en sus clases de baile. Odia mi olor a noche pérdida, mi aspecto de borracho estúpido. Tengo que ahorrarle mi presencia, único obsequio que puedo ofrecer a las personas que quiero. El mesero balbucea una frase que no entiendo, ¿qué quiere? El vicioso quiere una línea, lo que sea mi voluntad, sólo si me sobra un poco, por supuesto, ve a buscarla al baño en un minuto, me levanto, ahora soy el mesías que la clase trabajadora esperaba, vuelvo, el mesero sonríe, ahora es mi cómplice. Mi cuerpo es un costal de piedras, la cocaína sirve para echar unas cuantas piedras fuera, pero no es suficiente, necesito contarle al mesero que soy escritor, que me publicarán pronto dos nuevas novelas, que mi revista continúa flotando sobre el pantano, que vendo mis artículos al mejor postor, que mis amigos se han ido casi todos al carajo, que me vale madres la patria, que mi mejor amigo es el que me invita la siguiente línea, pero el efecto ha pasado y prefiero mantenerme en silencio, como debe hacerlo cualquiera que respete los sábados sombríos. ¿Dónde habrá quedado la anforita de plata que me trajo Joshua de Los Ángeles? La he perdido, como todo, como los libros, el dinero, los discos, mis lentes oscuros, el auto, me deprimo, pero con una línea basta para comenzar una conversación con el mesero. Quiere otra línea, hijo de puta, pero antes me tendrás que escuchar: ¿Alguna vez has tenido frente a ti a un escritor?


LINK A UNA ENTREVISTA CON EL ESCRITOR,DIRECTOR Y EDITOR DE LA REVISTA "MOHO"
http://www.youtube.com/watch?v=KulfMf3UTvg