lunes, 4 de febrero de 2008

AVEC LE TEMPS/ LÉO FERRÉ



En castellano:

Con el tiempo

Con el tiempo...
Con el tiempo todo se va
Se olvida el rostro y se olvida la voz
Cuando el corazón ya no late, no vale la pena ir a buscar más lejos
Hay que dejar las cosas como son y están muy bien
Con el tiempo...
con el tiempo todo se va
El otro, al que se adoraba, al que se buscaba bajo la lluvia...
El otro, al que se adivinaba a la vuelta de una mirada,
entre palabras, entre líneas y entre polvos
de una promesa maquillada, que se va...
Con el tiempo todo se aleja
Con el tiempo...
Con el tiempo todo se va, todo se va,
aun los más bellos recuerdos tienen pinta de cosa de trapería
en los estantes de la muerte
el sábado por la noche cuando la ternura se va completamente sola
Con el tiempo...
Con el tiempo todo se va
El otro al que se le daban viento y joyas,
por quien se hubiera vendido el alma por unos céntimos
Ante el que se arrastraba como se arrastran los perros
Con el tiempo se va, todo va bien
Con el tiempo...
Con el tiempo todo se va
Se olvidan las pasiones y se olvidan las voces
que leían bajito con palabras de la gente pobre:
“No vuelvas tarde, sobre todo no cojas frío”
Con el tiempo...
Con el tiempo todo se va,
y uno se siente encanecido como un caballo agotado.
Y uno se siente catalogado al azar
Y uno se siente muy sólo quizá, pero tranquilo
Y uno se siente ridículo por los días perdidos...
Entonces, de verdad,
con el tiempo, ya no se ama

LA MALA REPUTACION/PACO IBAÑEZ

viernes, 1 de febrero de 2008

VENENO EN LA PIEL/CALAMARO

LA NOVELA CONTEMPORANEA SEGUN VICENTE VERDÚ


La nueva narración debe sustentarse en la ironía y en la escritura del yo, contar con la multiplicada sensibilidad del lector y atenerse a diez objetivos.
Que los últimos cinco premios Herralde de novela hayan recaído sin cesar sobre escritores latinoamericanos no debe considerarse un simple azar. La novela que todavía se premia responde al molde tradicional y este producto no se cultiva con la debida dignidad sino en la periferia del sistema. Sucede de la misma manera que con las películas de autor, que, si antes procedían de Italia, Francia o Alemania, ahora brotan en Irán, Irak, China, India, Argentina o Senegal, puesto que el cine de autor como la novela de argumento son productos que caducaron en territorios de la Metrópoli mucho antes de iniciarse el siglo XXI.
Muchos suponen que están leyendo literatura cuando, en realidad, prestan su atención a enmascarados guiones de cine, borradores de telefilmes o largos bocadillos de cómic
Paralelamente, así como en la pintura es inconcebible producir sin tener presente la fotografía, la televisión, los videojuegos, el avión, los grafitis o cualquier pantalla, en la narración es torpe seguir como si no existiera publicidad, correo electrónico, chats, cine, YouTube, MySpace o la blogosfera. Quienes en los países donde se han desarrollado las nuevas formas de comunicación continúan redactando novelas a la antigua usanza atienden sólo a los lectores vetustos, incomunicados o burdos. Y también a los que aprecian los libros en cuanto les parecen películas o telefilmes impresos y en donde la escritura cumple la simple función de entretener durante el trayecto en avión o metro.
Nada que ver, pues, con el carácter propio y especial de la escritura literaria, en donde la nueva narración debería caracterizarse por estos diez componentes, al menos:
1. La novela actual -o como quiera llamarse- deberá mostrarse enérgicamente resistente al intento de trasladarla al cine, al telefilme o a la vida el videojuego: la literatura hoy más que nunca debería alzarse como intransferible porque las historias novelescas al aroma del siglo XIX han sido ya usadas con diferentes métodos de explotación y lo fueron, precisamente, porque no existían entonces los guionistas a granel que actualmente redactan para crear productos audiovisuales. El destino de aquellas novelas fue atender precisamente a una demanda general sin capacidad para vivir otras vidas adicionales que no fueran las servidas por la fantasía de los libros.
2. La fantasía, la intriga -y tanto más cuanto más enrevesada resulta- debe considerase un recurso estereotipado e indicio, a la vez, de no aspirar a mucho más que un sudoku. Cualquier obra literaria actual debe insistir más que nunca en la categoría de su escritura. Es decir, en su habilidad para hacerse indispensable como medio de conocimiento y comunicación peculiar, insustituible en la iluminación y la clase de disfrute que procura. El gusto de la lectura se obtendrá no del artificio argumental, el suspense policiaco, los agentes especiales, los cofres por descerrajar o los misterios divinos, sino de la intensa degustación del texto, sin necesidad de conspiraciones ni extrañas travesías. Los intríngulis de esta literatura son más intríngulis que literatura. Vale para lo que vale y ni una distinción más.
3. No habrá de valerse la obra de ninguna estructura prefabricada mediante la cual el lector será conducido entre añagazas del oficio hasta la apoteosis final, tan propia de las antiguas revistas y la vulgaridad en las prestaciones. La narración literaria consciente de sí no aspirará a apoteosis final alguna tal como el destino tampoco existe en el proyecto vital de ahora, mientras la metafísica se disipa.
Lo que sucede día a día tiene hoy la forma del accidente y el carácter de la inmanencia, posee la belleza de lo instantáneo y la inteligencia de la negligencia. Ha terminado el proceso, la idea de la historia y de su trascendencia. Lo que cuenta es la belleza de la inmediatez, el texto convertido en un gozoso bocado de por sí.
4. La fragmentación de las historias, con sus anotaciones e intervalos mentales, tiende a copiar del blog y de la comunicación fragmentada omnipresente. Una novela contemporánea que no haya asumido esta clase de comunicación se ahogará en su jactancia. La ignorancia del blog y de los mensajes cortos, del discurso corto y cambiante, puede llevar, excepcionalmente, a una obra apreciable pero se tratará de esa clase de valor que encuentran las alhajas y los cuadros escondidos en el polvo de los museos. Una obra viva debe tener en su alma la actuación de su presente porque de otro modo contribuirá a hacer de la literatura la estampa de una dedicación embalsamada. ¿La muerte de la literatura? Sin duda diversos novelistas de hoy perviven gracias al culto funerario del género y al amparo de lectores melancólicos que transpiran alcanfor.
5. El desarrollo pues del libro no obedecerá a un hegemónico hilo argumental sino a una red de experiencias que hiladas, entrecruzadas o en racimo planteen un tutti frutti para el multipolar lector de hoy. Las obras con hilo -o cable- que se lanza pero que se enreda, que da a entender esto pero resulta ser lo otro, que juega, en fin, con el lector, denota no poseer otra cosa mejor de la que vivir y comercia con artículos de feria. Obras de escritores que imitan arrobados a aquellos otros que se ganaban la vida gracias a que sus clientes los leían o los escuchaban leer a la luz de las velas y, en general, no habían salido de la provincia.
6. La novela eminentemente nueva no deberá, desde luego, agarrarte por el cuello y llevarte así, del pescuezo, hasta su final, entre meandros y malabares. Contrariamente a estos modos circenses, la buena novela del XXI considerará la multiplicada sensibilidad del receptor mediático y la interacción. Estimará la belleza eficiente de la forma, la seducción estética y no el uso instrumental o perruno del lenguaje. Es decir, la lectura no será una ansiedad que, entre jadeos y vigilias, buscará cuanto antes la revelación de la última página sino que paladeará cada párrafo a la manera de la slow food.
Lo propio de la literatura excelente será, hoy más que nunca, la belleza y perspicacia de la escritura. Para contar una historia hay ahora abundantes medios, desde el telefilme al vídeo, más eficaces, más plásticos y vistosos. La escritura, sin embargo, es insustituible en cuanto agudiza su ser, emplea las palabras exactas y no la palabra como un andén para llevar la obra a otra versión.
Los novelistas que escriben con la ambición de ser llevados al cine delatan su menosprecio por la escritura. O su incompetencia. Mejor harían con emplearse de cuentacuentos o copys.
7. El cine, la televisión, la realidad virtual pueden presentar escenarios y vicisitudes con mayor riqueza exterior pero la peripecia interior es el juego especial de la escritura y su máxima legitimación. Si la novela, el cuento, el ensayo, el libro, en fin, se justifica todavía sólo alcanza su indiscutible mérito en esta dirección. La dirección propicia para explorar en el interior de uno mismo o del otro hasta la extenuación.
8. ¿Ficción? Si la obra literaria, las fórmulas matemáticas, las piezas musicales son siempre y en todo caso autobiográficas, entonces ¿para qué fingir? Si, como se reconoce, la realidad supera siempre a la ficción, entonces ¿para qué fantasear? El autor habla mucho mejor de lo que conoce personalmente y peor de lo que maquina deliberadamente. La ficción, en fin, pertenece a los tiempos anteriores al capitalismo de ficción. Si la literatura aspira a conocer algo más sobre el mundo y sus enfermos su elección es la directa, precisa y temeraria escritura del yo.
La transmisión de lo personal da sentido, carácter y contenido a la comunicación. No hay comunicación sin comunión, no hay comunión sin comunidad, no hay comunidad sin sinceridad, no hay sinceridad sin volcar lo personal.
9. La voz, en consecuencia, será la de la primera persona del singular. Trato directo entre el autor y el lector, entre las aventuras, las pasiones o los dolores que se comparten en la secuencia del texto.
El estilo en tercera persona es hoy el colmo de la falacia, la hipocresía, la cursilería, el amaneramiento o la vana pretensión de saberlo todo por parte del narrador a la manera insufrible de la voz en off en los años cincuenta del cine. No hay verosimilitud en esa voz que ahora se recibe como el cénit de la impostación, el reverso de la verosimilitud y la frescura. El autor/creador, que se endiosa atribuyendo a sus personajes el don de criaturas que adquieren vida propia, se despeña en su misma metáfora de acartonado Frankenstein.
10. Mejor haría en jugar y reírse de sí mismo porque ahora, toda obra de aire severo, sin humor, carece de un lugar soleado en el mundo de la comunicación. Podría decirse, incluso, que ninguna obra sin humor forma parte de la producción intelectual inteligente puesto que ningún genio en la historia de la humanidad prosperó sin la ironía sobre sí mismo. Los novelistas más serios son a la vez los más tediosos y, como corolario, los peores.
Sin ironía no hay contemporaneidad, sin ironía no existe visión de la iridiscencia del mundo y su variable composición.
Frente a estos diez virtuosos componentes se cometen los correspondientes pecados capitales. La novela -o como quiera que se llame- sin insustituible escritura, sólo con tema, se suicida actualmente por falta de destino. Muchos leen y suponen que están leyendo literatura o incluso un libro cuando, en realidad, prestan su atención a enmascarados guiones de cine, borradores de telefilmes o largos bocadillos de cómic. También, claro está, leen como algo contemporáneo a los sucedáneos del siglo XIX, sin cuestionarse su momificación, bien porque amen la palidez del vintage, abracen el olor a polvo, o bien porque no posean sentido del gusto en general.
El lector, como el consumidor, hoy más que nunca, se encuentra en condiciones de elegir entre una oferta muy personalizada, surtida y extensa. De su elección depende dar vida a los novelistas que escriben como estafermos o no.
La novela puede ser de este modo tanto un asunto de guardarropía, un legado apreciable como fruto histórico, o una literatura donde el autor, todavía vivo y despierto, se desafía para conocerse, conocer y comunicar. Todo ello sin la obispal solemnidad de los novelistas a la violeta que siguen autoestimándose como demiurgos y atribuyen a la literatura una supuesta misión de libertad, de salvación universal y de formidables tontadas por el estilo.
El novelista, como el pintor o el diseñador, como el compositor o el arquitecto, son trabajadores que, como todos los demás, tratan genéricamente de mejorar la vida. Nada de diferencias entre el productor y el creador, el trabajador y el artista. Unos y otros con sus condiciones y habilidades tratan de colocar su mercancía y se interesan por el placer que provocan en el receptor. ¿Gozos divinos? ¿Placeres indecibles? Zarandajas: el placer sólo reconoce la verdad o el sucedáneo, la ficción del placer, sólo distingue entre buenos y malos amantes. Brillantes y opacos escritores, como lúcidos y lelos ebanistas, lozanos y mustios cantautores, actrices o masajistas. -

Y OTRAS DIEZ VARIANTES A ESTA EN EL BLOG DEL ESCRITOR ESPAÑOL VICENTE VERDU:http://www.elboomeran.com/blog-post/11/1144/vicente-verdu/la-novela/

ALAN MOORE


Alan Moore habla a la MTV sobre V de Vendetta y las adaptaciones de sus cómics:


Alan Moore, el rey de los cómics, se encuentra en su casa, en Northampton, Reino Unido. Ha estado trabajando en una nueva historia llamada "Lost Girls." Realmente lleva en ello los últimos 16 años, pero ahora está finalizado y preparado para publicarla como novela gráfica, ilustrada por su prometida, la artista Melinda Gebbie. Es una historia salvaje, aún para los estándares de un hombre de 52 años como Moore: Tres heroínas de la literatura clásica infantil — Alicia de “Alicia en el País de las Maravillas”, Dorothy de “El Mago de Oz” y Wendy de "Peter Pan" — se encuentran en Londres en 1913 y se dan cuenta de que sus respectivas historias son metafóricas, y están relacionadas con el despertar sexual. Muy erótico. O como cree Moore, muy pornográfico.“Lost Girls", una historia llena de sexo, puede ser demasiado para Hollywood, que hasta ahora ha adorado el trabajo de Moore, y ha adaptado tres de sus trabajos (las novelas gráficas “Desde el Infierno” ("From Hell") y “La Liga de los Hombres Extraordinarios” ("The League of Extraordinary Gentlemen"), y la protagonizada por su personaje, un detective de lo sobrenatural llamado John Constantine). La novela gráfica más densa de Moore, su creación de 1987 "Watchmen" (ilustrada por Dave Gibbons), ha rondado los estudios de Hollywood durante años (se relacionó al director Terry Gilliam con el proyecto), pero aún no han hecho nada sobre ella. Sin embargo, la serie que hizo con el artista David Lloyd, "V for Vendetta" en los años 80, por fin ha sido adaptada al cine… y Moore no está precisamente satisfecho con el resultado. Leyó el guión y lo odió, y como suele ser habitual en él, apartó su nombre del proyecto, y premitió que todo los beneficios derivados de la película que le pertenecían fueran otorgados a Lloyd.Alan Moore concede entrevistas en raras ocasiones, pero la periodista de las noticias de la MTV Jennifer Vineyard habló con él por teléfono recientemente sobre "V de Vendetta", su problema con Hollywood, los peligros de trabajar con Johnny Depp y Sean Connery, y sobre su último proyecto.


MTV: ¿Podría "Lost Girls" ser adaptada al cine?


Alan Moore: No creo que tenga sentido adaptarlo a otro medio. Pero eso opino yo. Soy un poco irritable en ocasiones. Y no sería muy adecuado por mi parte negarme del todo si Melinda quisiera hacerlo. Si eso ocurriera no quiero mi nombre en un hipotético proyecto ni quiero el dinero. ¿Pero como harían para incluir actores de cierta entidad en una película con tanto contenido sexual? Necesitaríamos a Judi Dench por ejemplo, y no creo que aceptara. Pero realmente dudo que cualquiera de mis cómics pueda ser bien adaptado al cine, porque no los escribo para ello.


MTV: Pero tiene usted un estilo muy fílmico.


Alan Moore: En los cómics el lector tiene un control absoluto de la experiencia de leer. Pueden leerlos con calma, a su ritmo, y siempre pueden volver atrás al menos contratiempo y releer cuantas páginas quieran, mientras que en el cine la velocidad es imparable, a 24 imágenes por segundo. Aún para un director como Terry Gilliam, que encanta por la profundidad de detalle de sus escenas, sería imposible duplicar el trabajo que Dave Gibbons fue capaz de hacer en "Watchmen". Podíamos dejar detalles subliminales en cada dibujo, y sabíamos que el lector podía tomarse su tiempo para desgranar cada uno de ellos. No hay forma de poder hacer eso en una película.Me encontré con Terry Gilliam, que me preguntó: "¿Cómo harías una película de 'Watchmen'?" Y respondí que no la haría. Creo que estuvo de acuerdo conmigo en que no sería bueno hacerla. En Hollywood tendrías a los productores y demás poniendo su granito de arena con… bien, no quiero llamar a sus elucubraciones ideas, pero… dándole su toque, podríamos decir. Tendrás también a los actores que no querrán decir ciertas líneas o interpretar a su personaje de la forma adecuada. El inspector de policía en "From Hell", Fred Abberline, estaba basado en la vida real: era un hombre modesto de edad madura que no bebía demasiado, y que hasta donde sé, permaneció fiel a su esposa toda su vida. Johnny Depp lo interpretó como un bebedor de absenta, que frecuentaba los fumaderos de opio, con un corte de pelo a lo dandy… un inspector de la policía así en 1888 hubiera sido apaleado por sus compañeros oficiales.Por otra parte, cuando sí había un verdadero adicto al opio que interpretar en un guión, como fue el papel de Allan Quatermain en “La Liga de los Hombres Extraordinarios”, que probó muchas drogas en multitud de ocasiones (así era el papel original), ocurrió lo contrario. Sean Connery no quiso interpretar a un adicto a las drogas, así que la parte principal del personaje de Quatermain fue arrojada por la ventana por el capricho de un actor. No tengo ese tipo de problemas en los cómics.


MTV: ¿Entonces porqué vender los derechos?


Alan Moore: Mi posición suele ser clara: si la película resulta ser una obra maestra, no tiene nada que ver con mi libro. Si es un desastre, exactamente lo mismo. De esta forma hay dos entidades separadas, y la gente lo entenderá así. Esta era una posición bastante inocente, porque a la mayoría de la gente no le importa si un libro está bien adaptado o no. Y si ellos no lo conocen, asumen que es una adaptación fiel. No hay necesidad de leer el libro si has visto la película, ¿no? Y la mayoría de los espectadores que vieron "O Brother, Where Art Thou?" pensaron: "Hmmm, ¿realmente necesito leer 'The Odyssey' "? (el libro en le que está basada).Cuando hablamos de cosas como "V de Vendetta" o "Watchmen," no tengo otra opción. Estos trabajos con DC Comics fueron hechos bajo ciertas condiciones, así que les pertenece todo el material, y deciden si hacer películas con él o no. Todo lo que puedo decir es "Quiero que no aparezca mi nombre ni quiero dinero alguno". Me gustaría que el dinero fuera distribuído entre los artistas, pero incluso antes de preguntarme, los responsables de la película filtraron una nota de prensa en la que decía que yo estaba muy ilusionado con la película. Mintieron. Intenté que se retractaran, pero no estaban dispuestos a hacerlo. Así que anuncié que no trabajaría de nuevo con DC Comics. No quiero tener contacto con ellos, ni con la Warner Bros. ni con ninguno de esos tiburones de agua dulce jamás.Una de las cosas que no me gustan de la película es su increíble calidad de detalle. Intimida, es muy grande, muy espectacular, tiene mucho peso y prioriza eso en detrimento del resto de nuestra cultura. Estoy cansado de los críticos que, para insultar a un proyecto, dicen que tiene “personajes de cómic” o un “guión de cómic”, usando el término “cómic” como algo ajeno a la cultura.


MTV: Probablemente jamás hayan leído un cómic.


Alan Moore: Exacto. No voy a decir que todos los cómics son literatura – hay mucha basura por ahí, pero se han hecho cómics muy buenos, que rezuman literatura en todas sus páginas, durante los últimos 20 años, piezas maravillosas. Y para leer un cómic, tienes que ser capaz de hacerlo, cosa que no es necesaria para disfrutar de una película.


MTV: Hay una solución posible, algo similar a lo que Neil Gaiman ha hecho con su "Death: The High Cost of Living" (“Muerte: el alto coste de la vida”), y Frank Miller con su "Sin City": ¿porqué no dirigir las películas uno mismo?


Alan Moore: No tengo interés en dirigir películas sobre mi trabajo. Si algo funciona perfectamente en un género, ¿porqué asumir el trabajo de hacer lo mismo o mejor en otro género para el que no han sido escritos? No he visto "Ghost World", pero me han dicho que está muy bien. No me han dicho que sea mejor que el cómic.


MTV: ¿Qué me dice sobre algo que se ajustó al espíritu del libro original, como “El Señor de los Anillos”?


Alan Moore: Los CGI me hacen escupir vitriolo, bilis y veneno. Cuando es necesario utilizarlos, recomiendo a alguien como Jean Cocteau. Cuando tiene que poner a alguien metiéndose en un espejo, gasta más o menos cinco dólares en el efecto especial: Coge una bandeja, la llena de mercurio y gira la cámara hacia ella. Eso es poesía, magia.Tengo una teoría al respecto, que no me ha defraudado hasta ahora. Hay una relación inversa entre la imaginación y el dinero. Contra más dinero y tecnología hay disponible para crear, menos imaginación se aplica a ello. Mis películas favoritas son las que fueron hechas con un cordón de zapato. Y no son adaptaciones, son piezas originales del cine. Bien, la versión de Cocteau, "La Belle Et La Bête" es una adaptación de “La Bella y la Bestia”, que fue hecha de un modo muy distinto. John Waters, por ejemplo… sus primeros trabajos eran terribles, los hacía con algunos amigos de Baltimore, con película barata que tomaba prestada o robaba. George Romero, en "Dawn of the Dead," (“El Amanecer de los Muertos”), "Day of the Dead," (“El Día de los Muertos”) y el resto de ellas, usó el hecho de carecer de presupuesto en su favor: sets claustrofóbicos, todo el mundo atrapado en el sótano y los zombies intentan cerrarles el camino… todo muy barato pero increíblemente poderoso. Así veo yo el cine de verdad, así sí funciona. Si me das una máquina de escribir y tengo un buen día, puedo escribir una escena que asombrará a sus lectores. Esto quizá les haga reir, quizá les haga llorar… o tengan un golpe emocional. No cuesta mucho hacerlo. Pero si me dices: “asombra a los espectadores”, y me das un cuarto de millón — ¡bien, mi tía podría hacerlo si tuviera todo ese dinero! — El arte real y las cosas que actualmente cambian nuestra cultura tienden a estar en sus márgenes. No suceden en el medio de una enorme marquesina.


MTV: ¿Pero no podría haber ninguna excepción? Y si no la ha visto… ¿no podría "V de Vendetta" serlo?


Alan Moore: He leído el guión, y sé exactamente lo que harán con él, y no iré a verla. Cuando escribí "V", la política iba para peor en este país. Tuvimos una política conservadora como Margaret Thatcher, disturbios en su contra, y al Frente Nacional y a la derecha en conjunto haciendo serios avances hacia sus ideas. "V de Vendetta" trata sobre todo de cosas como el fascismo y la anarquía.Esas palabras, “fascismo” y “anarquía”, no se ven reflejadas en la película. Se ha transformado en una parábola de la era de Bush, en la que la gente es demasiado tímida para hacer sátira política en su propio país. En mi historia original hubo una guerra nuclear limitada en el Reino Unido, que asoló al país, causó mucho caos y colapsó al gobierno… y una dictadura totalitaria tomó las riendas. Ahora, en la película, tienes a un grupo de siniestros personajes de la derecha — no fascistas, pero sabes que son malos tipos — que han fabricado un arma biológica en secreto, con la que pueden causar mucho terror con el fin de persuadir a la gente para que se una a ellos en sus proyectos políticos. Es un intento frustrado, y quizá impotente a la larga, una fantasía liberal estadounidense de alguien con esos valores que se opone a un estado liderado por neo-conservadores, que no es de lo que va de verdad "V de Vendetta". Va sobre el fascismo, sobre la anarquía, sobre el Reino Unido. La intención de la película no es la del cómic que escribí. Y si los hermanos Wachowski se sintieron movidos a protestar por como van las cosas en los EE.UU., ¿no hubiera sido más directo hacer algo centrado en el futuro cercano contando las cosas tal y como son hoy en día?George Clooney ha sido difamado por hacer "Good Night, and Good Luck" (“Buenas noches y buena suerte”), pero tuvo la presencia de ánimo para rodarla. Se supone que no es ilegal — aún no — expresar opiniones distintas a las habituales en el llamado Mundo Libre, ¿no? Quizás hubiera sido mejor para todos si los hermanos Wachowski hubieran hecho algo ambientado en los EE.UU. En lugar de inventarse un héroe que viste como Guy Fawkes [cada 5 de noviembre, se celebra el Reino Unido la Bonfire Night (La noche de las hogueras, donde se simula que se quema a Guy Fawkes, un conspirador que intentó hacer volar el Parlamento inglés en 1605], podrían haberlo puesto vestido como Paul Revere [Patriota y orfebre estadounidense. Tomó parte en los sucesos revolucionarios de Boston. Se hizo célebre por una gran cabalgada nocturna en 1775 para anunciar a los patriotas de Lexington la llegada de las tropas británicas]. Hubiera funcionado.