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lunes, 6 de septiembre de 2010

ANDRES GALEANO PREMIO DE POESÍA CIUDAD DE PEREIRA 2010




Andres Galeano, poeta, cuentero, guionista y cineasta ha ganado el premio nacional de poesía CIUDAD DE PEREIRA.
Para Griffos de NNeoNN. Una carta y tres poemas:



Pereira, 31 de agosto, 2010



8:52. pm




Seres de mi mundo, un nuevo libro llegará a un mundo atestado de libros (en su mayoria malos) sin embargo, este libro, será especial, en el recopilo lo que he sido, lo que soy. Un puñado de poemas que desde 1997 han estado esperando para salir al mundo y han estado en constante depuración, durante años y años.


POESIA SUICIDA PARA NUNCA MATARSE, con este, que será mi primer libro, intento transmitir una visión fatalista de la existencia y a la vez reivindicar una actitud vitalista frente a ella. Nada hacemos con quejarnos sino hacemos de nuestra queja un canto.


Dedico este incentivo a mis padres Lucero y Octavio, por acolitar y patrocinar mi locura, a Iliana, por cultivarme, a Mauricio Robledo, por dirigirme, a Alejandro Mesa, maestro de las letras, por depurarme y a todos aquellos que de alguna u otra manera han sido luz y oscuridad de mis más terribles creaciones.


Los dejo, con tres de ellas. como una primicia de lo que tendrán en sus manos


Att:El poeta preferido de mamá. El cineasta en la banca. El filósofo invisible.ANDRÉS GALEANO






Villanos





Algún día Lex Lutor vengará su encierro

Viajará a Criptón

Buscará entre las ruinas

Traerá algunas pruebas

(Viejos delitos cometidos)

Luego,

Retornará a la América

A esa América ochentera de progreso y pantalón ajustado

De viaje a la luna y “And Justice for all” Se arrancará un ojo

Y pagará a la prensa…

Lo que haya que pagar



Algún día Guasón gobernará Cuidad Gótica

Pintará las calles azul marino

Verde manzana: Rosado

Saboteara la bolsa

Exigirá una broma en cada esquina

Tal vez un delito

(Un dulce delito)

Patentará la calumnia

El incesto

La avaricia

Hará gala la mal gana

Y por fin, se glorificará…la mentira.

A

l

g

ú

n

d

í

a

Los verdaderos villanos

Volverán

Y harán de la tierra… un día festivo.





Mi vecino



Este deseo homicida de acabar con mi vecino me consume.

No sé hasta cuándo podré soportar su casa frente a mi casa

Es espantoso…

Levantarse en las mañanas y verlo podar su jardín

Sin camisa y en bermudas

¡Por Krishna!

¡Como odio esas bermudas!


No sé cuánto más podré soportar sus parrandas ballenatas.

Sus comentarios sobre el clima

Sus invitaciones a ver futbol



No soporto más verlo correr al autobús

Con su camisa medio afuera y un bosquejo de risa atravesando su quijada



O verlo llegar con sus amigas

Sus amigas orgia, sus amigas baratas.

(En mis noches… soñadas)



…Luego sufro ¡Como sufro!

Cuando lo veo llegar de la iglesia

Con un Cristo-hostia triturado en su interior…y una fe nueva,

Renovada.

Yo lo miro, detrás de mi ventana.

Invita a todos a pasar.

Algunos se sientan en su mesa

Otros de pie, sólo ríen.

Él canta. Baila. Bromea.

Y una gran fiesta se cimienta

Justo frente a mi casa

Yo no voy

Nunca he ido

Salvo esa noche…

En que muy borracho toqué su puerta, una, dos, tres veces.

“Pase vecino. ¡Entre! ¡Siga! ¡Siga!” - Me dijo el desgraciado,



entre dormido.

Entonces yo lloré y no dejé de llorar.



Maldito vecino mío

Cómo hará para ser tan feliz.





Lección III



Andrés,

Irresoluto.

Cuando acabaras de completarte.

Flaco,

Mísero flaco

¡Aprende!

Los glúteos femeninos no son ni serán nunca

Las mejillas de Dios.


lunes, 16 de agosto de 2010

FESTIVAL POÉTICO "LUNA DE LOCOS"



Comienza el cuarto (IV) festival de poesía “Luna de Locos” que convoca la revista homónima que dirige Giovanny Gómez, poeta de Dosquebradas Risaralda.

Pereira. Agosto 24-28 del 2010



Entre los invitados se encuentran:

CANADA: Jean Marc Desgent

COLOMBIA: Tomas Gonzales, William Ospina, Juan Manuel Roca, John Galán Casanova, Fernando Denis, Leandro Marín, Adrian Pino, Julián Chica, y Omar García Ramírez

MÉXICO: Fabio Morabito; José Javier Villareal, José luís Rivas, Minerva Margarita Villareal Rodríguez.

CHILE: José María Memet

BRASIL: Ledo Ivo, Alfonso Romano de Sant`ana

REPUBLICA DOMINICANA: Frank Báez

ESPAÑA: Jordi Villaronga

HONDURAS: Guiovanni Rodríguez


Enlace a la página oficial del festival.

http://www.lunadelocoselfestival.org/

lunes, 26 de abril de 2010

JUAN CARLOS ACEVEDO / POEMAS

Poemas en donde la crónica lírica se expresa de una forma equilibrada en imágenes y palabras que nos describen pasajes  y paisajes de geografías interiores y lejanas. Eficiente en el manejo de los recursos poéticos, virtuoso en el concepto global. Mantiene su punto de equilibrio temático y lo lanza frente a la mirada del lector como venablo de un arquero que tiene ya en su intento, su blanco certero. Este escritor caldense que viaja con el ojo atento y la mirada aguzada; hay algo de disciplina japonesa; pulcritud en el manejo del idioma. La naturaleza  zen animada y aurática se conjuga con un certero acercamiento de la imagen. De otra parte podemos percibir cierto ascetismo y frugalidad serena que lo emparenta con algunos poetas norteamericanos, tal vez Lee Masters en “Antología de Spoon Rivers”.
Juan Carlos Acevedo, es el poeta, cronista de una época que nos dejo la nostalgia agujereada y por ella los haces de luz iluminan las estancias y los parajes por donde transcurre este cazador de poesía.
La técnica minimalista, en donde muchas veces parte de un elemento al que dota de significado y simbolismo. Una catana por ejemplo, para el homenaje al gran escritor japonés Yukio Mishima; un espantapájaros en los trigales de Francia postmoderna que ya casi olvida sus heridas de guerra, y un periódico en las plazas atestadas de hombres viejos, desempleados y sin esperanzas, de un país al sur del trópico, en donde la muerte ronda el tiempo de los desesperados. Detonantes de historias, que siguen hablándonos y expresando sentimientos nuevos a través de su poesía.

Para GriFFos de NNeoNN una muestra de su trabajo literario:



 EL ÚLTIMO SHOGÚN



Para Yukio Mishima
una reverencia a su valor


Haber sido otro
el hacedor de espadas
que templó el acero en la catana
para que cada hombre escribiera su historia
El viejo calígrafo
quien enseñó:

en la palabra espada
ya está hecha la espada

O
 el arquero del Emperador
quien sentenció:

Antes de disparar
en la punta de la flecha
ya está el corazón del ciervo

Ese guerrero que de un tajo
dividió las almas de los hombres libres
que nace a orillas del Shinano
El Kamikaze, un viento antiguo,
que nos salvó de una invasión
al hundir los barcos del bárbaro Gengis Khan.
Quizá
el viajero que llevó consigo los secretos de una extinta dinastía
y esparció sus cenizas en el Mar Oriental
El humilde artesano de Tokio
que en su pecho apretó la cabeza de su hijo
antes de enviarlo a morir
en la Guerra del Silencio
Mi destino era otro…
fui llamado Kimitake o Príncipe Guerrero
y no conocí el olor de la muerte
ni su rostro en el campo de batalla
Mi discreta labor
construir una revolución de mentiras
defender a mi país a través de la palabra
y escribir por ejemplo
La vida es un baile
en el cráter de un volcán
que en algún momento
hará erupción
Ser el héroe en el seppuku
dejar correr mi sangre
envilecer la historia
fue mi tarea

SALMO PARA DESPUÉS DE LA GUERRA

"Tal vez la poesía, (...)
puede ser la prueba irrefutable,
o cabeza de un prontuario definitivo
de que Dios existió alguna vez"
HÉCTOR ROJAS HERAZO.




Señor,
ahora somos frágiles...
los años de la derrota (aunque hayan quedado en el olvido)
habitan entre nosotros. Por eso hoy el poema es bálsamo.
Señor de los remendados,
ya no podemos elevar oraciones:
conjuros para ahuyentar enemigos y pestes,
tal vez un Poema que sirva de diálogo
para diluir tantos miedos acunados en viejas plegarias.
Señor,
como tus llagas,
las nuestras son huellas de fe en medio de la ola de siniestros.
También hemos caído y nos hemos levantado
para espantar los pájaros de la angustia
que anidan en nuestras lágrimas.
Señor de los fragmentados,
redime con tu sabia mudez a tus hombres y mujeres,
herederos ambos del miedo,
para que la fragilidad se desvanezca y
retornen a nuestra voz y nuestros sueños
y nuestras casas las Bienaventuranzas.

Así sea.

 

TARJETA PARA UN ANIMAL PERSEGUIDO

Raúl he venido hasta tu casa llena de leyendas y poesía pero tú no estabas. Tu corazón de mango me lleno de aliento y decidí abandonar las calles donde habito y enrutar mis pasos hasta tu casa. Un sol que moría en las estribaciones de un maizal me dio la bienvenida.
El río muere poco a poco, se va secando como un cadáver viejo bajo el calor de noviembre. Perdido entre frutas y aldeanos no hago más que llamarte.
Raúl, he tocado todas las puertas, enterré mi sombra bajo los tamarindos de todos los patios, subí a todos los árboles y sequé el sudor de todos los niños buscando en sus rostros el tuyo… y no apareces.
¿Dónde andas Raúl?
Anoche frente a tu casa, los muchachos, los Gaiteros y las altas mujeres de tu suelo te esperaron. No quise asistir a la parranda porque sabía desde siempre que no asistirías.
Yo, animal urbano y paranoico te esperé junto al cocotero, pero no llegaste.
Solo tus limpios cuchillos se aproximan. Me voy con tu silencio.



HOMBRE DE PAJA

El señor Franqzuá
ignora que ocurre con el espantapájaros,
viejo soldado en el campo de trigo
ganó la guerra contra los hombres-cuervos,
sobrevivió a los ataques de 1942.
Es otoño en Nantes
casi cumple 78 años,
su triste sombra y su aliento acompañan mi viaje,
el nuevo sombrero
no dibuja sonrisas sobre su rostro de paja.
Imagino su dolor de héroe de guerra,
su eterna forma de cruz sobre los campos,
quiere hundirse en los trigales.
Todo cambia - dicen los hombres del desierto -
ya no aterroriza pájaros ni hombres
que ridiculizan su espectro en postales fotográficas.
Anciano espantapájaros de Nantes quieres la muerte.
El señor Franqzuá te repara una vez más,
te humilla frente a turistas sin alas.


HOMBRES SOLOS AGONIZAN FRENTE AL PERIÓDICO 


Hombres solos
toman café y hojean el periódico
en plazas desiertas de un país
a medio nacer
o a medio morir.
Solos
alargan sus vidas cada mañana:
la charla inútil en el parque,
los sueños apostados en la mesa de juego,
una muerte espesa de visita,
un ejército de polillas devorando trajes en el desván.
Hombres solos
agonizan frente al periódico
bajo árboles sembrados en la memoria.




OTRO BARRIO SE ESCONDE EN LA CIUDAD 


Bajo las puertas de la ciudad
crece otra gente sin nombre,
sin rostro, sin ruido de fábricas.
Seres solos habitan otras calles
donde todo arde y se desgasta…
los niños cantan plegarias a las cenizas y a la tierra,
las madres sepultan horas de insomnio y de café,
los viejos llevan cruces en el pecho,
las muchachas brillo en los labios
y agujeros en los calzones,
Hay un barrio en las afueras
donde el hambre pudre huesos y sonrisas.
donde una pelota rueda calle abajo y
con ella los sueños
de gente invisible
Yo crecí en esas calles,
robándole minutos a la muerte.
agujereando el corazón y los bolsillos,
sujetándome a los sueños y a mi padre.
Ella, invisible,
en las fronteras del invierno se desliza
sigilosa, astuta
espera el juego de villanos
donde ella gana y usted pierde




JUAN CARLOS ACEVEDO RAMOS
Manizales. Poeta, ensayista y periodista cultural. Director de la revista literaria Juegos Florales del Centro de Escritores de Manizales “Roberto Vélez Correa”. Colaborador permanente del dominical Papel Salmón del diario La Patria en Manizales y de los periódicos Quehacer Cultural y Meridiano Cultural.
Ha obtenido El Premio Nacional de Poesía Carlos Héctor Trejos Reyes en el 2009, el Premio Nacional de Poesía “Descanse en Paz la Guerra” convocado por la Casa de Poesía Silva en Bogotá. 2003 y los premios Departamentales de Poesía de la Editorial Manigraf (2001). La Cámara de Comercio de Manizales (2000) y del Centro de Escritores de Manizales (1999).
Ha publicado los libros de poemas Los Amigos arden en las manos e Historias alrededor de un fogón (Editorial Universidad de Caldas 2010). y Palabras de la tribu (Editorial Manigraf 2003) y los cuadernillos poéticos y Los Amigos arden en las manos (Colección Palimpsesto 1999) y Palabras en el purgatorio (Colección Lyrica Species 1997).
Sus poemas también hacen parte de parte de las antologías internacionales La música callada, la soledad sonora. (Fundación Orlando Sierra Hernández. Panamericana 2008). 12 Poetas Colombianos. Punto de Partida. (Universidad Autónoma de México. México D.F. 2007), y El amplio Jardín. Antología de poesía colombiana y uruguaya. (Embajada de Colombia en Uruguay. Ministerio de Educación del Uruguay. 2005),
También aparecen en las nuevas antologías de poesía colombiana Panorama Virtual de la Nueva Poesía Colombiana (Corporación Ulrika y Ministerio de Cultura 2009) Inventario a Contra Luz (Bogotá 2001 y Nuevas Voces para Fin de Siglo (Bogotá 1999).
Se ha desempeñado como Consejero Nacional de Literatura ante el Ministerio de Cultura, Presidente del Centro de Escritores de Manizales, Director Cultural de La Feria del Libro de Manizales, Director del Taller Héroes Literarios en Caldas del Programa RENATA (Red Nacional de Talleres de Literatura del Ministerio de Cultura) y codirector del programa literario Nuestros Maestros, entrevistas a escritores colombianos, para la Emisora Radio Cóndor de la Universidad Autónoma de Manizales y asesor editorial en Caldas.
En la actualidad hace parte de la mesa directiva de la Fundación Literaria Orlando Sierra Hernández. Es además el Coordinador del Área de Literatura de la Secretaría de Cultura de Caldas.

miércoles, 31 de marzo de 2010

LA CIUDAD Y SUS BESTIAS/ POEMAS/ DANIEL MORENO LOPEZ




“LA CIUDAD Y SUS BESTIAS”

La poética de Daniel Moreno López (25 años Bogotá, Licenciado en Español y Literatura, radicado en Armenia desde el año 2004) está inmersa en una corriente de vanguardia urbana. Y hablo de obra poética, porque a pesar de su juventud, en el trabajo de este escritor se puede adivinar además de un oficio riguroso, un ritmo, un estilo personal que impregna las 63 páginas de su libro “La Ciudad y sus Bestias”. Sus poemas destilan lluvia acida que golpea sobre las paredes y los andenes de una ciudad gris, monótona y brutal. Pasea también sus metáforas, al interior de un verano seco, de sombras pesadas, que van de los parques tomados por beodos, a las esquinas por donde merodea una juventud sin esperanzas, los sobrevivientes de una época de guerra, los veteranos del desencanto.
Su poesía tienen referencias cultas y bien asimiladas, las lecturas atentas y profundas de varios autores contemporáneos y algunos clásicos, afloran bajo las puertas oxidas y los muros desconchados de las ciudades trampas. No da paso el joven poeta, a la metáfora melodramática, a pesar de que se le pudiesen perdonar algunas incursiones rosa a los bosques del lirismo, (su juventud lo justificaría). Pero el poeta no cede a estos espejismos; opone la pesadilla estoica a la cursilería naif.
Su obra lame con aspera lengua de fuego las paredes desconchadas de una ciudad cerrada en cielos grises, el trasfondo perfecto para las criaturas mutantes que allí deambulan, su nicho vital (ecosistema de odio) Mediocridades, traiciones y maldades, lagunas donde se ahoga el amor. No hay mucha esperanza en los poemas de este joven autor, destilan un veneno pesado y brillante, una buena dosis de escepticismo, una invitación a sumergirnos en la herida del ruido y luego...
Poemas que buscan las arterias de la piedra y la roca; huelen a asfalto y brea; a carros de motores contaminantes, al pachulí de las putas baratas que merodean con su amor mercenario sobre los cuellos de los infantes de la ira. Las ventanas cerradas, parecen adentrarse en cuartos, en donde los bombillos escasos iluminan la obscuridad y los fantasmas.
“La Ciudad y sus Bestias” es una gran angular sobre la vida interior de la juventud de esta parte de Colombia, en donde pequeñas ciudades comienzan y terminan en el territorio hostil de la desesperanza. Tres ciudades como tres grandes barrios, separadas por tres potreros con sus selvas y sus despeñaderos, sus postales de calendario y sus noches de luna llena, conforman este triangulo llamado eje cafetero colombiano. Allí, lo que unos años atrás eran ciudades amables, transitables y habitables; hoy se han convertido en nidos de bestias hambrientas que pelean en un tríptico de sangre coagulada, sus corazones hipertrofiados, sus despojos gangrenados, su grandezas cancerígenas.
EL poeta lo explica mejor en sus prolegómenos. Una declaración de intenciones, una vía al descubrimiento de su obra:

“La ciudad, la bestia grande, la bestia hermosa, la adicta a la carne humana, la tierra fecunda de sueños, el sueño eterno de la ciudad y su luz. La más tierna bestia el instinto destructor el instinto creador
la necesidad caníbal, yo, hombre, ser, humano divino débil, errante, tan puro y tan corrupto. Tórrida absorbente implacable, factoría de miseria, de vértigos, de anchos toboganes intestinos del tiempo, rutas por las que pasas, por las que ando corro me desgasto y atrapo belleza al azar. La poesía observa desde un andén, desde el margen de ti mismo, que me miras y te preguntas por las formas, por los ritmos, vehículos incontenibles de transportes mentales, burbujas de chips, más resistentes que el jabón dominical. Dominical el espacio para el sueño, continuo el crimen el presidente el asesino el control el criminal el presidente y sus ejércitos, los que atacan con balas, en el frente y en la retaguardia de la opinión, los que atacan con sonrisas y apariencias y mentiras, la sobredosis de silencio.”


Los poemas de este autor, son para leer con atención, al no darnos todas las claves a la primera lectura, guarda sorpresas y misterios para un segundo abordaje. No están exentos de cierto humor acido, cierta lenguaje obsceno que refrenda la fuerza de sus versos.
Un abrebocas, un preámbulo a una obra que promete abrirnos a otros mundos inscritos en este, e iluminar otros caprichos, otras guerras sordas, otras pesadillas de antología.
O.G.R.



UNA SELECCION DE POEMAS







Canción de las bestias


Cantan, cantan y cantan
azules los pájaros
detienen al abismo
en su eterno revés

Cantan cantan
los árboles quietos
ya se van
se van despidiendo

Canta la bestia
sus llamas sobre la noche
y tú
a quién imploras?





Cotidiana


Leía cerca del parque cafetero
ya ni los adictos se divierten
y está muerta la bebida.

Cansado de viajar en mundos negros y quietos
cansado de caminar por parques discontinuos
preferí subirme en la primera lata de sardinas
a las que pagamos el placer
de lamernos en el diario viaje
a la muerte chiquita.

En una esquina
un viejo flaco con una guitarra
tan afinada como rota
bailó la lógica cotidiana.

Mi reproductor me gritaba al oído
hay cerca del bar cuatro putas que bailan vals
y el viejo
rompía sus cuerdas
vivía a Antonio Aguilar,
y se puede sentir fuerte el sudor detrás del cristal,
ahí, donde siempre hay un fantasma ciego
de pelos tan viejos como el sol,
Hoy se paran más de cuatro putas
con más de cuatro kilos en cada sonrisa oxidada
en cada cana en cada arruga de cada sueño de cada fuga,
y todos miramos la cuatro por cuatro
de ciento cuarenta millones
que conduce una puta de cuatro millones noche:
la mira cada puta de cuatro mil pesos
-con la mano papito
las miro yo con mis cuatrocientos pesos;
qué día especial,
mi soledad de cuatro monedas
me salvó.


La verde voz de Walt

La presión de mis pies sobre la tierra
levanta miles y miles de emociones
que desprecian este esfuerzo mío por definirlas.
Walt Whitman

I

Apaga tus discursos;
túmbate conmigo en la hierba...
retumba y retumba tu voz en mis días, en mis trabajos,
querido viejo.
Y sí, ahora, aquí,
en esta expansión, que sólo los necios llaman trabajo,
en el universo del poema, que cante la piel,
¡canta alma mía!


II

Y se han ido, apagados, los días que no trajeron
danza júbilo canto temblor emoción
el vértigo propio de la belleza,
la libre poesía que es la vida.

Y se han multiplicado, gozosos, los tiempos en los que
la pluralidad del universo
se reflejó en la superficie de un papel;
mira, sus ondas aún duran en mí,
aunque no esté acodado a sus orillas,
azorado mirándome a mí, a ti.

Al fondo de la estrofa
se asoma un poeta azteca,
se asoma su canto de árbol.


III

El tiempo triste atrapado en un triste reloj de oro y esmeralda
nos mira y trata de acelerar las manecillas
que, ensimismadas, hipnotizadas,
lo carbonizan.

Estamos lejos, cerca del cielo,
cerca de un beso,
fuera de su esfera.

Dios sólo atina a decirle al tiempo:
no perturbéis la paz de los amantes.


IV

Y te emborrachas en su aroma, en ese olor
que no es de animal ni de planta ni de mar
y sin embargo te arrastra se entierra murmura

Y tocas su sed, pruebas, gustas el tacto
destrozas toda gota
arrancas de tajo cada diente del deseo,
para siempre, hasta siempre,
hasta que nazca de nuevo el sabor insaciable
de su sexo en tu llaga, que se abre,
que se expande y consume su olor...
y el tuyo.


V

Lo invisible se prueba por lo visible,
no se cansa de cantar esa voz tuya, querido Walt,
esa verde y rebelde voz tan americana como ninguna.

La ira de Dios, el arma de Zeus
está en una piel templada, en un brazo de indio que cae fuerte
y la golpea, tiemblan sueños, de vivos y muertos
en el grito del tambor.
El mar eterno que no se cansa
recomienza y baila en la arena, pero no se repite;
su hermano mata y brilla estrellas
cantan mudas una misma canción, pero no se repiten;
en mí están la luz y la espuma, así como en la hormiga que amo,
pero ella y yo no nos repetimos; únicos y plurales somos la prueba /de la vida.


VI

El jaguar es el señor que camina entre la luz y la oscuridad.
La garra del jaguar prueba la fuerza invisible.
La piel del jaguar prueba la magia invisible.
El acecho del jaguar es el deseo invisible.

El jaguar, el trueno, el sexo, el poema
son hojas;
la rebeldía, la poesía (que justifica el mentiroso lenguaje),
la verde infinita voz de Walt, que ya es la mía y la tuya
son la hierba.


Soledades distintas


A qué hacer poesía hoy
me digo mientras espero
frente a un puesto de salud
y un perro famélico,
cachorro amarillo rústico algodón
huesos y huesos cubiertos apenas por pelitos sucios,
orejas tan grandes como hundidos los ojos
me mira, se acerca y me mira.
Saluda un poco ingenuo
mira un tanto
huele heridas en la piel
soledades distintas
desvaríos hermanos
recuerdos en costra
saltan y molestan
esperanzas-pulga
de la vida que hay que agradecer
tiembla con cada trazo
de mi voz
incapaz me levanto.

Ni la poesía rescata de la podredumbre humana



Esta noche


Aunque esta noche
sea espejismo blanco
ríndete, rinde tus defensas
sus caricias no son ataques
sus líneas pueden iluminar caminos,
no son barrera de destinos denunciados, derrotas anunciadas,
sus colmillos también pueden rozar
los tímpanos de la pasión

Aunque esta noche sea la más vacía de lenguas
grita hasta que vibre y quede exhausto como los muertos

Aunque esta noche hasta las voces se han ido
quema la estancia de la paciencia,
si el tiempo no ha llegado
puede que no venga jamás.

Esta noche, a pesar del vientre plano, olvidado,
abre las piernas como quien va a parir y
, quién sabe,
quizá al menos nazca el color de la rosa;
ya no hay hambre
no hay soledad
no amor
vacío
plenitud de muerte




Después de misa


-La vida viene de Dios,
y a Dios vuelven todos
cuando dejan la vida;
luego, él es caníbal.

No, tranquilo padre,
en ira no arda ni tiemble;
Dios tiene sentido del humor.
O mire a los lados, y niéguelo.



Deshabitarte antes que adular


Prefiero, oh mundo!
deshabitarte antes que adular
la carne en ruinas aposentada en tus imperios

Me prefiero arrastrado y muerto
no profanado en los tronos alzados sobre elefantes muecos,
elefantes mudos
mirando pasar a sus dolientes en reverencia

Preferiría tu justicia simple
tu rosa con espinas, oh mundo!
a las negras disposiciones
de águilas que se reparten la miseria de llover lepra

Prefiero cantar y llorar,
desgarrar en lamentos imaginerías y adormideras
y cortarme con cada cambio
de hoja
y de luna
, nunca marchar al uniforme ritmo ofertado por tus ejércitos:
muerte Moda izquier dos Tres!!!




Cantos a la ciudad


I

Hay jinetes, a veces hombres a veces mujeres,
que prefieren la noche y cabalgan
campos de tela coronados de terciopelo,
jinetes que persiguen el gozo,
jadeantes jinetes, pese al dolor
galopan en la húmeda decisión


II

Grumos de mugre
recuerdan formas humanoides,
grumos cuya presencia es anunciada por un olor tremendo
a cuadras de distancia
grumos que crecen y crecen
sin atención
sin memoria en transeúntes apresurados
sin compasión de las cámaras con lentes de gas
que limpiaron otras calles
y quieren limpiar las de hoy

Crecen, sin comida, pero crecen
huelen el día entero
huyen la noche casi completa
desbordan el misterio de calles ocultas

III

Guerreros sin elegancia
sin belleza o una pizca
de lealtad a la estética
sin una doncella por rescatar
ni un dragón abismado

Guerreros con la cabeza rapada
intentan invisibilizarse
copiar y superar la miseria
ponerse barbas falsas
guerreros bestias
corriendo y comiendo
-de la muerte y pedazos de muerte-


IV

Hay grumos malolientes en la calle
y no a fuerza de ignorarlos
dejarán de estar ahí ahora y esta noche y mañana y pasado;
hay jinetes demorados, anunciados
y esperados
jinetes que cantan y tocan trompeta;
hay guerreros que trotan y apuntan y beben y fuman y viven;


V

He visto centauros desnudos
, todavía,
corriendo lanzando besos
tomados de las manos.



Daniel Moreno López, 25 años (Bogotá), Licenciado en Español y Literatura, radicado en Armenia desde el año 2004.
Mención de honor tercer lugar en el I Concurso Departamental de Cuento Humberto Jaramillo Ángel, 2009, con el cuento “Grieta”.
Autor de los libros de poesía inéditos: Al final de la calle, Como lengua de Camaleón, La ciudad y sus bestias.
Ensayo sobre la novela Rayuela: “Convergencias novelescas en el juego Literario”, publicado en la revista de la Universidad del Quindío, Número 13, 2007. Además fue trabajo de grado Meritorio en la Licenciatura en Español y Literatura de la Universidad del Quindío.
Reseña crítica de la novela Plata Quemada: “Plata quemada; ceniza en las plantas de Dios”, en la revista Polilla N• 7, 2009, del programa de Licenciatura en Español y Literatura de la Universidad del Quindío
Publicación de poemas en la Revista Luna Nueva, Número 35, de 2009.
Cuento “No me ves” en el libro antológico de RENATA Quindío Narrativas en Movimiento I.
Cuento “Enlazados” en la segunda antología de textos del Taller RENATA Quindío.
Ha dirigido talleres y tertulias literarias en municipios del Quindío y en la Fundación Universitaria San Martín.

sábado, 2 de enero de 2010

Poemas de Gregory Corso



(Nueva York, 1930) Poeta estadounidense. Uno de los miembros de la generación Beat. Es autor de libros de poesía (Gasolina, 1958; La mutación del espíritu, 1964; Herencias del futuro, 1978; New and Selected Poems, 1989; The Vestal Lady on Brattle, 1992), del drama Estos tiempo neuróticos (1955) y de la novela American express (1961).Muere el 17 de enero del 2001)


Traducción: Esteban Moore



Cuando niño


Cuando niño
vigilé las escaleras
fui monaguillo
volé los pájaros de Nueva York

Y en el campamento de verano
Besé a la luna
en un barril de lluvia



Espíritu


El espíritu
es vida
que fluye
a través
de la muerte
de mí

incesante
como un río
que no teme
transformarse
en océano



Alquimia


El pájaro de alas azules
se posa sobre la silla amarilla
­­La primavera ha llegado



Yo obsequié


Obsequié el firmamento
junto a las estrellas los planetas las lunas
y también las nubes y los vientos del clima
las formaciones de aviones, la migración de las aves...
“¡De ningún modo!”, aullaron los árboles,
“¡Los pájaros cuando no vuelan son nuestros, no los podés obsequiar!”
Así que obsequié los árboles
y el terreno que ellos habitan
y todas aquellas cosas que crecen y se arrastran sobre él
“¡Un momento!”, marearon los mares,
“¡Las costas, las playas son nuestras, los árboles para los barcos
para los astilleros, nuestros!, ¡no los podés obsequiar!”
Por lo tanto obsequié los mares todas las cosas que los nadan los navegan...
“De ningún modo”, tronaron los dioses,
“¡Todo lo que has obsequiado nos pertenece! ¡Nosotros lo creamos!
¡Incluso creamos a aquéllos como vos!”
Entonces fue cuando obsequié a los dioses.



Duda acerca de la verdad


En la Musa no existe
hogar para el descanso

El alhajero
está sobre la vereda
su espejo roto

Observo y veo
un poeta gastado
qué dulce-triste
objeto demolido es el hombre poeta

Mi buen corazón dice: “No,
tonto, es el espejo
que se ha roto”

A pesar de que la verdad ya no es mi guía
no haré de mentira verdad

Abandoné el alhajero de los poemas
para siempre
pero al regresar al día siguiente
vi a un chino
llorando bajo el sol



Ventana


Te digo a vos
morir, creer que vas a morir
es una horrible
triste creencia
Las personas no son confiables
y tus padres tu sacerdote tu gurú son personas
y son ellos los que te dicen que debés morir
creerles a ellos es morir
Porque ves a otro morir
creés que tenés que morir
sin embargo sólo conocerás la muerte de otro
nunca la tuya propia
incluso en tu lecho canceroso
nunca sabrás que te despertás muerto
El cuerpo es simplemente una etapa
nacemos de nosotros mismos
del encarnado amanecer
a la noche desencarnada
al amanecer reencarnado
una continua conexión
cuyo hilo conductor es el espíritu
nuevamente te digo
no conozco la impermanencia
estoy con la permanencia
y desprecio la muerte
sólo tengo sentimientos por los vivos
no tengo sentimientos por los muertos
Te dicen que tenés que morir para llegar al cielo
mandá a la mierda a esos forros poco creíbles
que con su fe fraudulenta
matan a millones de eternas inteligencias
Les digo a ustedes. Los muertos: no van a ningún lado
sólo si están vivos podrán llegar aquí, allá, a cualquier lado
El espíritu es más sabio que el cuerpo
Creer que la vida muere con el cuerpo
es estar enfermo del espíritu
El gran peligro es
pensar con el cuerpo que el espíritu es cosa efímera
La víctima de cáncer de espíritu saludable
no es una cosa terminal
y el cuerpo saludable frágil de espíritu
sí lo es
Como los peces son aguas animalizadas
nosotros somos espíritus humanizados
los peces van y vienen los humanos también
la muerte de los peces
no es la muerte de las aguas
la muerte de tu cuerpo
no es la muerte de la vida
Así es
cuando digo que nunca conoceré mi muerte, creo en ello,
conmigo el espíritu emergió con su rostro humano
logré salir de la vida vivo
Y no permitas que un cuerpo en una tumba
en cuya lápida podrás leer el nombre de Gregory Corso
te cause gracia, tiente esa risa tuya “Ja, ja”
“Él decía que nunca moriría,
mirá, el imbécil fue enterrado bien muerto”
Sólo tenés que saber que habrá un cielo
sobre esa tumba ahí
y transportará el tamaño de mi espíritu a todas partes
y esto es una mera suposición
porque quizás nunca verás esa tumba
seguramente yo nunca la veré
Así de este modo como los peces son al agua
así soy yo respecto de la tierra, el fuego, el aire
y así seré hasta tanto todos estos elementos
no estén más allí
Habré muerto en realidad
hasta entonces todavía seré
como ahora, como mañana
como ayer;
adiós, que tengan una buena vida
recuerden
que las personas
las más de las veces
no son confiables,
y son ellas, las que te dicen que tenés que morir;
te estaré viendo en mis ecos
la próxima vez



¡Ehh!

No hay ningún dios
parecido a María, la rubia exitosa
la mejor estudiante de su clase en Vassar

No hay ningún dios del tamaño de la boca de Joan Crawford
que en la muerte sonríe en el polvo
como una línea de blanca

No hay ningún dios
que se haya lamentado por el dinosaurio
más de lo que lo hizo el tipo más sincero
en el bar más decrépito de Baltimore

No hay ningún dios
como el de Mozambique Mort
excepto quizás el de Iwo Jima Jennifer
o el dios de Al el abisinio
o el dios de Sid el sumerio
o
no hay ningún dios
el día después de Milwaukee
Ningún dios
cincuenta años después de la leche derramada
ningún dios
más grande que
la arrogante reina de la belleza de América
en un accidente automovilístico
con su bmw

Sin dios
el reverendo Jerry Falwell
podría estar despachando hamburguesas con rodajas de cebolla
a los parroquianos de un bar, el White Swallow quizá

Sin dios
millones de inteligencias eternas de los creyentes muertos se joden
Con dios
millones de creyentes vivos hieden

Por qué debe existir algún dios
para aquellos como vos o como yo
cuando el hombre de las cavernas
nunca conoció al dios de Billy Graham
y nunca un cavernícola fue judío
Dame las pruebas de la existencia de un dios
parado entre los culos arrugados
de un Rex Roberts y de un Oral Humbard
Yo puedo probar que no existe un dios
de Missouri
Yo soy de la ciudad de Nueva York
como si a los testigos de Jehová les importara

Cómo puede haber un dios
cuando los burros prefieren la paja al oro
y las personas que algo más saben, prefieren el oro
y huyendo con él son baleados en las piernas
No puede haber Dios cuando los pollos comen huevos duros y
seguramente no puede existir un dios
cuando los Gregorios son llamados Goyos



Reconocidos por poseer cabezas duras
(Testa Dura)

la mia testa e una testa delicata

Las estupideces del martín pescador
forman una bandada en mi cerebro
donde se ha ido mi anterior
felicidad
cuando la sabiduría
solstició mi cerebro
tan propicio a la
labor de las palabras
O gran pedo del cielo
vi anticipadamente
tu luz

Las nubes son sobres de agua
hechos de aire
arrojando fuego
Eso es lo que quiero decir con
O gran pedo del cielo
Soy ese niño
lustrabotas de los dioses
después de todo fui yo
el que se sentó en el inodoro
de un viejo y olvidado dios

Con amor, por el pensamiento,
las montañas cubiertas de azul
y los cipreses en descenso
se mueven sin moverse
para mis ojos amantes

Y las tormentas
y las nubes batientes
que topan
como lo hacen los carneros
con sus cuernos grandes
a las nubes femeninas
expresan su amor
hacen bebés
de lluvia



Poeta hablando consigo mismo frente al espejo

Sí, Soy yo
Esta caza de mí
se ha transformado en algo evidentemente absurdo
creyendo que cuando yo
era perseguido
no sólo me encontraría a mí mismo
sino también a todo un rebaño de yoes
yoes pasados, yoes futuros
un carro cargado de ellos
y todos estos años
y adónde he llegado
en este punto del tiempo
éste no es el mismo espejo
que contemplé hace años

Es el espejo que cambia
nunca el pobre Gregory

¡Hey!, en la vida
Donde fui, fui
Donde me detuve, me detuve
Cuando hablé, hablé
Cuando escuché, escuché
Lo que comí, comí
Lo que amé, amé

Pero que puedo decir acerca de
adonde fui, no fui
adonde me detuve, continué mi camino
cuando hablé, escuché
cuando escuché, hablé
cuando ayuné, comí
y cuando amaba...
no deseaba odiar

Ahora veo a las personas
como las ve la policía

También veo a las monjas del mismo modo
en que veo a los hare-krishnas
No tengo representante
me disgusta la idea de un poeta con representante
sin embargo Ginsy y Ferli tienen uno
y hacen pilas de plata con ellos
se vuelven más famosos también
Quizás debiera contratar un representante
¡Wow!
De ningún modo, Gregory, quedáte
En la cercanía del poema

sábado, 31 de octubre de 2009

CANONICEMOS A LAS PUTAS/ JAIME SABINES


Canonicemos a las putas

Santoral del sábado: Betty, Lola, Margot, vírgenes perpetuas, reconstruidas, mártires provisorias llenas de gracia, manantiales
de generosidad.

Das al placer, oh puta redentora del mundo, y nada pides a cambio sino unas monedas miserables. No exiges ser amada, respetada, atendida, ni imitas a las esposas con los lloriqueos, las reconvenciones y los celos. No obligas a nadie a la despedida ni a la reconciliación; no chupas la sangre ni el tiempo; eres limpia de culpa; recibes en tu seno a los pecadores, escuchas las palabras y los sueños, sonríes y besas. Eres paciente, experta, atribulada, sabia, sin rencor.

No engañas a nadie, eres honesta, íntegra, perfecta; anticipas tu precio, te enseñas; no discriminas a los viejos, a los criminales, a los tontos, a los de otro color; soportas las agresiones del orgullo, las asechanzas de los enfermos; alivias a los impotentes, estimulas a los tímidos, complaces a los hartos, encuentras la fórmula de los desencantados. Eres la confidente del borracho, el refugio del perseguido, el lecho del que no tiene reposo.

Has educado tu boca y tus manos, tus músculos y tu piel, tus vísceras y tu alma. Sabes vestir y desvestirte, acostarte, moverte. Eres precisa en el ritmo, exacta en el gemido, dócil a las maneras del amor.

Eres la libertad y el equilibrio; no sujetas ni detienes a nadie; no sometes a los recuerdos ni a la espera. Eres pura presencia, fluidez, perpetuidad.

En el lugar en que oficias a la verdad y a la belleza de la vida, ya sea el burdel elegante, la casa discreta o el camastro de la pobreza, eres lo mismo que una lámpara y un vaso de agua y un pan.

Oh puta amiga, amante, amada, recodo de este día de siempre, te reconozco, te canonizo a un lado de los hipócritas y de los perversos, te doy todo mi dinero, te corono con hojas de yerba y me dispongo a aprender de ti todo el tiempo.

Jaime Sabines ( México, 1926-1999 )

domingo, 25 de octubre de 2009

Malcolm Lowry:POEMAS


Malcolm Lowry



Nació en 1909 en Liverpool. De espíritu aventurero, con 18 años se embarcó a China. Posteriormente cursó estudios en la Universidad de Cambridge. En el año 1935 se traslada a México y vivió en Cuernavaca con su primera esposa, Jan Gabrial. Escenario de su obra maestra, Bajo el volcán (1947) considerada como una de las mejores del siglo XX. Esta obra, escrita en la década de 1930, relata el último día de la vida de un cónsul inglés, alter ego del autor, contraponiendo imágenes, pensamientos y descripciones que están marcadas por la presencia del alcohol, la incomunicación y la muerte. Refinadísima en su trama narrativa, la novela atesora todas las conquistas de la técnica moderna. Su inspiración lírica, su halo de gran tragedia clásica, hace de Bajo el volcán una gran epopeya de la autodestrucción, de la desesperación amorosa, del oscuro viaje a través de los fantasmas de la mente y del pasado, de la pérdida del Éden y de la lucha con los monstruos de la inconciencia y del tiempo. La novela no consigue la aceptación de la crítica y público hasta después de la muerte del autor ocurrida el día 27 de junio de 1957. Lowry residió algunos años en Hollywood trabajando como guionista. En 1984 Bajo el volcán fue llevada a la pantalla por el director John Huston. Su primera novela fue titulada Ultramarine (1933) y se editó una recopilación de sus poemas, Poemas selectos (1962), aparecida póstumamente, así como su libro de relatos Oscuro como la tumba donde yace mi amigo (1968) y la novela Lunar caustic (1968).Lowry murió el 26 de junio de 1957 en la villa de Ripe, Sussex del Este, donde estaba viviendo con su esposa, por la ingestión de alcohol y posiblemente una sobredosis de antidepresivos.


Traducción de Mariano Antolín Rato


CIUDADES DE HIERRO

Pensamientos de hierro navegan al atardecer en barcos de hierro;
Se mueven silenciosos como luces lejanas mientras doce canoas
Se sumergen en su ancla cuando el ferry escupe
Y gira como una esfera, en los remolinos de la marea,
Su kikirikí medio ahogado por pipas cegadas
Y emplumadas de humo. El barco pasa. Los cúters
Se alejan. Huelga de campanas. El ferry eructa
Una última frase blanca; y los labios humanos
Una última negra, cargada con la bienvenida de
La pérdida. Pensamientos dejan la ciudad implacable;
Aunque los propios barcos sean de hierro y no tengan piedad:
Mientras los hombres tienen corazones y costados que sufren y se oxidan.
Pensamientos de hierro zarpan de ciudades de hierro en el polvo,
Aunque suaves como palomas, los pensamientos vuelen de vuelta a casa.



EL PASADO QUE FLORECE

No hay poesía cuando se vive aquí.
Estas piedras son tuyas, esos ruidos son tu mente,
A los rechinantes tranvías y las calles que te unen
Al soñado bar donde se sienta la desesperación,
Son tranvías y calles: la poesía está en otra parte.
Los rótulos de cines y tiendas, una vez dejados atrás
Y añorados, no se vuelven a añorar. Extrañamente crueles
Parecen mojones absolutamente nuevos del aquí y ahora.

Pero desplázate hacia Nueva Zelanda o el Polo,
Y esas piedras florecerán y los ruidos cantarán,.
Y los tranvías arrullarán al niño que duerme
Que nunca descansa, y cuyo barco siempre dará vueltas,
Que nunca podrá volver a casa, pero que, sin embargo, debe traer
De vuelta a Ilión extraños trofeos, ¡y salvajes!


EL BARCO ESTÁ VOLVIENDO A CASA

El barco está volviendo a casa ahora.
El patrón intenta leer pero sueña en el hogar.
El viejo paleador duerme, el motor petardea.
Las luces están dispuestas para iluminarnos desde el pasado.
Hasta un próximo futuro tan poco misterioso como este mástil
Con hierro y lo que el hierro ama del reino que llega.
¡Paciente hierro! Pero, más allá del palo mayor, silenciosa
Oscuridad, o el girar de parpadeantes formaciones de estrellas
A la deriva en un blanco océano de dudas.
Quizá este vagabundo ondula hacia el porvenir
Que ensombrece al océano menos que el odio
En las mentes de marino. ¿Esa estrella es amargura
Entre estrellas de amor? ¿Este carguero lleva a la eternidad?
¿Adónde vamos? Vida sálvanos a todos.

(De El Rugido del Mar y la oscuridad)


ORACIÓN PARA BORRACHOS

Dios da bebida a esos borrachos que se despiertan al amanecer
Farfullando sobre las rodillas de Belcebú, totalmente destrozados,
Cuando una vez más espían a través de las ventanas
Acechando, el terrible puente cortado del día.


ABRIDOR DE OJOS

Cuán semejante a un hombre, es el Hombre, que se levanta tarde
Y contempla los platos sucios de la cena
Y contempla las botellas, vacías también.
Todo ello tragado durante el sordo «¿Cómo estás?» sin fin de la noche anterior
-Aunque un vaso contiene todavía un refresco espantoso-
Cuán semejante al Hombre es este hombre y su destino,
Aún borracho y tropezando entre los árboles amarillentos
Va a desayunar ron picado, sardinas y guisantes.


SIN COMPAÑÍA EXCEPTO EL MIEDO


Cómo empezó todo esto y por qué estoy aquí
en esta barra arqueada con la pintura marrón descascarillada,
papegaai, mescal, hennessy, cerveza,
dos viscosas escupideras, sin compañía excepto el miedo:
miedo de la luz, de la primavera, del lamento
de aves y autobuses volando a sitios lejanos,
y de los estudiantes yendo a las carreras,
de chicas brincando con el aire en sus rostros,
pero sin compañía excepto el miedo,
miedo de la fuente volando: y todas las flores
que conocen el sol son mis enemigos,
¿estas, muertas, horas?


SIN TIEMPO DE PARARSE A PENSAR

La única esperanza es el próximo trago.
Si te apetece puedes dar un paseo.
Sin tiempo de pararse a pensar,
La única esperanza es el próximo trago.
Inútil titubear en el límite,
Peor que inútil todo este hablar.
La única esperanza es el próximo trago.
Si te apetece, puedes dar un paseo.


CONSUELO

No eres el primero que tiene el tembleque,
el vértigo, el horror; que lleva chanclos escarlata,
ni tampoco la puta invencible
perseguida por ojos como redes de pescar. Inclinándose,
duele el rostro de hierro con ojos de ágata, y despierta
el ángel de la guarda, ve el pasado
como un Partenón de posibilidades…
No eres el primero al que se coge en mentira
ni del que se dice que está muriendo.


SIN EL DRAGÓN NOCTURNO

Ideas de libertad están atadas a la bebida.
Nuestro ideal de vida contiene una taberna
Donde un hombre puede sentarse y hablar o sólo pensar,
Sin ningún miedo al dragón nocturno;
O bien otra taberna donde no aparecen
Letreros de No se Fía ni de No hay crédito
Y, dejando aparte las ilimitadas cervezas,
Nos sentamos tranquilamente borrachos y locos a editar
Panfletos de un país realmente mejor donde un hombre
Puede beber un vino más delicado, ¡Ah!, no destilado
Que intoxica sutilmente sin dolor,
Tejiendo la visión de una taberna inasimilable
Donde siempre podemos beber sin pagar
Con la puerta abierta, y el viento soplando.


LOS BORRACHOS

El ruido de la muerte aquí en este bar desolado,
Donde la tranquilidad se sienta encorvada sobre su oración
Y la música sirve de concha al sueño del amante,
Pero cuando ninguna moneda introduce esta dura desesperación
Hasta aquí, el más solitario de los hogares
Y de todos los destinos el más solitario además,
Cuando ninguna música eléctrica rompe el batir
De corazones doblemente rotos pero ahora reunidos
Por el cirujano de paz en la astilla del desastre,
Penetra más profundamente que lo hicieran las trompetas
El movimiento de la mente dentro de ese entramado
Donde el desórdenes son simples como la tumba
Y la araña de la vida se asienta, duerme.

(De Las cantinas)



NOCTURNO

Este anochecer. Venus canta sola
Y plumas camino del nido tiemblan como seda
Semejantes a la túnica de un fantasma múltiple
Las alas desgarran un cielo como leche.
Gaviotas que muy pronto se volverán piedra
Busco y pierdo más allá del camino
De bosques que yo y mi ignorancia poseemos
Donde juntos paseamos sobre manos y rodillas
Juntos pasamos bajo la palidez
De un hermoso atardecer el más amado
Y sin embargo este atardecer es mi cárcel
Y policías relucen en los árboles.


FELICIDAD

Montañas azules con nieve y fría agua azul turbulenta,
Un cielo borrascoso lleno de estrellas encendiéndose
Y Venus y la luna gibosa al amanecer,
Gaviotas siguiendo una motora cara al viento,
Árboles con ramas prendidas al aire-
Sentado al sol del mediodía con la furiosa
Sombra humeante de la chimenea de la cabaña-
Águilas que planean viento abajo,
Golondrinas marinas vuelan a golpes de viento,
Una nueva marca de tabaco a las once,
Y mi amor que vuelve en el autobús de las cuatro
-Dios mío, ¿por qué nos has dado todo esto?

(de Venus)


EL COMEDIANTE


Toca el piano con una navaja de afeitar,
el acordeón con un par de tijeras;
un rigodón para todo su público,
¡es el Sweeny Tod de los improvisadores!
Aunque todos los hombres temen a este pariente pobre,
su música sutil produce una extraña sensación;
desafiando cualquier disección,
chisporroteando en ambiguos sonidos
oídos por quienes trataron con cíclopes y brujas,
y murieron en mares perfumados de heridas apestosas...
Bajo la navaja de afeitar, bajo la luz rota
de este mundo sin sentido, caeremos
así acariciados, en la mecedora a esperar;
leyendo locuras; observando el yo; no aceptando nada; aceptándolo todo.


PENSAMIENTOS MIENTRAS TE AHOGAS

Deja que los demás discutan acerca de mi dolor
enfurecidos como lobos ante un trozo de carne
mi dolor es ahora de dominio público
hace tiempo muerto de hambre come de limosna
muchos de los que se indigestaron de felicidad lo necesitan

la oscuridad del atardecer con una sensación de culpa
como truenos de una tormenta oscureciendo el promontorio
mancillando el recordado doblar de un cabo de la vida
los turistas esperan con fatuas sonrisas de triunfo
con brazos enlutados sobre la costa chismorreando
haber conocido al cadáver por un momento les hace grandes


POEMA RARO

Conocí a un hombre sin corazón:
Los niños se lo habían arrancado, decían,
Y dado a un lobo hambriento
Que lo cogió y huyó.

Y huyeron los niños, su amo también,
Muy lejos huyó la bestia,
Y tras ella, original persecución,
El hombre sin corazón seguía titubeando.

Conocí a este hombre el otro día
Paseando un orgullo grotesco.
Su corazón restaurado, su semblante alegre,
El dócil lobo a su lado.


EPITAFIO

Malcolm Lowry
Difunto de Bowery
Su prosa era florida
Y a veces reñía
Vivió, de noche, bebió, de día,
Y murió Tocando el ukelele.


(de El comediante)



RILKE Y YEATS

Ayudadme a escribir.
Mostradme las puertas
Donde las reglas están,
Y la jaula que
Mi alma mira atentamente,
Donde mi valor
Ruge entre las rejas.


EXTRAÑA TIPOGRAFIA


Yo escribí: «en la oscura caverna de nuestro nacimiento».
El impresor puso«taberna», lo que parecía mejor:
Pero en eso reside el motivo de nuestra risa,
Dado que en el página siguiente «muerte» aparece como «suerte».
También puede ser que la palabra de Dios sea «distracción»
Y en nuestra extraña tipografía aparezca «destrucción»,
Lo que es cruel.


TRAS LA PUBLICACIÓN DE «BAJO EL VOLCÁN»


El éxito es como un terrible desastre
Peor que tu casa ardiendo, los ruidos del derribo
Cuando las vigas caen cada vez más deprisa
Mientras tú sigues allí, testigo desesperado de tu condenación.

La fama como un borracho consume la casa del alma
Revelando que sólo has trabajado para eso-
¡Ah!, si yo no hubiese sufrido su traidor beso
Y hubiese permanecido en la oscuridad para siempre, hundido y fracasado.


(de El idioma del dolor del hombre)

viernes, 18 de septiembre de 2009

CÓMO LLEGAR A SER POETA /DYLAN THOMAS



Poeta galés nacido en Swansea, en octubre de 1914. Muere en Nueva York, en noviembre de 1953.



Con evidente exceso de confianza, me ha invitado un editor a escribir sobre este asunto.

¡Tantos otros asuntos como podía haberme sugerido! Los enredos de las escenas de seduc­ción en el teatro Watts-Dunton, Charles Mor­gan, mi personaje favorito de ficción, Mr. T. S. Eliot y la crisis del dolar, la influencia de Lau­rel en Hardy y de Hardy en Laurel... Como escribe Fowler en su Diccionario de Uso del Inglés, «cuántas palabras no se podrían decir de todas esas cosas si tales fueran mis temas de ensayo». Pero, contrariado artesano, volveré a mi tema original.

Ya de entrada, y a modo de nota supuesta­mente informativa, quiero aclarar que yo no considero la Poesía como un Arte ni Oficio, ni como la expresión rítmica y verbal de una necesidad o premura espirituales, sino simple­mente como el medio para un fin social, siendo dicho fin la consecución de un estado en socie­dad lo bastante sólido como para justificar que el poeta tienda a eliminar o se deshaga de ciertos amaneramientos, fundamentales en un primer período, en el habla, la indumen­taria y la conducta. Para justificar también ingresos económicos que satisfagan sus necesidades más apremiantes, de no haber sido aquél víctima ya del Mal de los Poetas o del Gran Basurero (Londres). Para justificar, en fin, una seguridad permanente ante el temor de tener que seguir escribiendo. No pretendo preguntarme si la poesía es cosa buena en sí misma, pregunta sin respuesta posible, sino tan sólo si puede convertirse en un buen ne­gocio.

Para empezar, presentaré al lector, aña­diendo comentarios que acaso vengan a resul­tar en ocasiones innecesarios, unos cuantos tipos de poetas que se han hecho con cierta autoridad social o financiera.

Primeramente están, aunque no sigamos un orden según la importancia, los poetas funcio­narios, a quienes se ha concedido el certificado de «líricos». Dichos poetas pueden a su vez subdividirse en dos clases diferentes según su aspecto físico. Está el poeta delgadito, de as­pecto más que imberbe, labios descaradamente sensuales y tan tentadores como un ponedero para una gallina, desprovisto de toda masculinidad, ojos empequeñecidos y enrojecidos por sus lecturas francesas –pues el francés es len­gua que no comprende–, instalado en un ático provinciano en su etapa de repelente juventud, la voz como uña de ratón raspando papel de estaño, nariz transparente e incoloro aliento. Y está también el poeta de gran papada y poblada pelambrera, fumador de pipa y de nariz peluda, de ojos penetrantes donde se refleja toda la sabiduría de Sussex, con el olor de los perros que detesta prendido en sus añosas ves­timentas, con la voz de un culto Airedale que ha aprendido a pronunciar las vocales en cur­sos por correspondencia, y amigo íntimo de Chesterton, a quien nunca llegó a conocer.

Veamos ahora de qué forma ha alcanzado nuestro hombre esa envidiable y actual posi­ción de Poeta que ha hecho rentable la Poesía.

Después de ingresar como funcionario en la Administración a una edad en que muchos de nuestros jóvenes poetas se refugian en la Radio, equivalente del Mar en nuestros días, queda en un principio sepultado bajo mon­tañas de papeles que, en años futuros, ha de despreciar, con mordacidad no exenta de re­torcida ironía, en su En torno a mis carpetas y anaqueles. Transcurridos unos años, empieza a asomarse por entre los archivos y expedien­tes donde vive su vida ordenadita y ratonil, y aquí picotea una miga de queso y allí una pizca de excrementos, valiéndose de sus pulgares sucios de tinta. Su oído, misteriosamente sen­sible, reconoce ya familiarmente el susurro de las hojas de los cartapacios. Y aprende muy pronto que un poema en la revista de los fun­cionarios es, si no un peldaño más, al menos un lametón en la dirección más adecuada. Y entonces escribe un poema. Y un poema, desde luego, sobre la Naturaleza. En él se confiesa el deseo de escapar de la aburrida rutina y de abrazar la nada sofisticada vida del labrador. Desea, pero sin escándalo, despertar con las aves. Manifiesta su opinión de que a su pe­queña fuerza más convendría la reja de un arado que la misma pluma que blande. Decoroso panteísta, se identifica con los riachue­los, los monótonos molinos, los rosados culitos de las lecheras, con las bermejas mejillas de los cazadores de ratas, con los zagales y los puercos, con el bisbiseo de los corrales y con las camuesas. Tienen sus poemas el aroma del campo, la campiña y las flores, el aroma de las axilas de Triptolomeo, de los graneros, henares y hogueras, y, sobre todo, el aroma de maizal. Se publica el poema. Bastará citar un breve extracto lírico de su comienzo:



The roaring street is hushed!

Hushed, do I say?

The wing of a bird has hrushed.

Time’s cobweds away.

Still, still as death, the air

over the grey stones!

And over the grey thoroughfare

I hear sweet tones!

A blackbird open its bill.

–A blackbird, aye!–

And sing its liquid fill

from the London sky. *

* _

La calle estruendosa ha quedado en silencio

¿Silencio, digo?

El aleteo de un pájaro ha sacudido

las telarañas del Tiempo.

Plácido, plácido cual la muerte, el aire

sobre las piedras grises.

Y sobre la calle gris

dulces tonos siento.

Abre su pico un mirlo.

¡Un mirlo, ay!

Y derrama su líquida carga

desde los cielos de Londres.



Poco después de la publicación, recibe en un pasillo el saludo asentidor de Hotchkiss, de la «Inland Revenue», poeta a su vez de fin de semana, ya acreditado con dos pequeños volúmenes, media pulgada en el Quién es quién de la Poesía o en el Calendario Newbolt, ca­sado con una mujer de cuello anguloso y de­rrotado flequillo, propietario de un coche que siempre le lleva («le lleva», porque el coche se diría que anda solo) a Sussex –al modo en que el caballo de un reverendo trotaría im­pensadamente hasta las puertas de una taber­na–, y acreditado también con una monogra­fía, aún sin terminar, sobre la influencia de Blunden en la literatura religiosa.

Hotchkiss, en un almuerzo con Sowerby, de la Customs, a su vez figura literaria de cierta importancia que cuenta con una colum­na semanal en el Will o’ Lincoln’s Weekly y que tiene su nombre en el catálogo editorial de Obras Maestras del Club Quincenal (pre­cios reducidos para escritores y descuento del setenta y cinco por ciento en las obras com­pletas de Mary Webb para Navidad), comenta como al azar: «Sowerby, tiene usted en su de­partamento a un tipo bastante prometedor. El joven Cribbe. He estado leyendo parte de su Deseo de la garza...»

Y el nombre de Cribbe corre ya por los más fétidos círculos literarios.

A continuación se le pide su contribución, con un pequeño conjunto de poemas, para la antología de Hotchkiss, Gaitas nuevas que So­werby elogia –«un extraño don para la frase inolvidable»– en su Will o’ Lincoln’s. Cribbe envía copias de la antología, firmadas todas ellas laboriosamente: «Al más grande poeta de Inglaterra, en homenaje», dedicatoria repe­tida para los veinte poetas más insoportables del país. Alguno de estos delicados presentes reciben la correspondiente respuesta agradecida. Sir Tom Knight, interrumpiendo breve y aturdidamente sus momentos de contempla­ción y retiro en un inolvidable y único fin de semana, encuentra un momento para mandar­le unos garabatos escritos de su mano en papel timbrado con blasones. «Apreciado señor Crib­be –escribe sir Tom–, en mucho estimo su pequeño homenaje. Su poema Nocturno de los lirios puede compararse a cualquier Shanks. Siga, siga. Hay lugar para usted en este Olim­po.» Y aunque el poema de Cribbe no sea en realidad el Nocturno de los lirios, sino Al es­cuchar a Delius en el cementerio, la cosa no le molesta y archiva la carta después de qui­tarle de un soplido la caspa que traía, y siente en seguida la quemazón de reunir todos sus poemas para hacer con ellos, ¡misericordia!, un libro. El huso y el jilguero, dedicado «a Clem Sowerby, jardinero de verdes dedos en el Jardín de las Hespérides».

Aparece el libro. Se da cuenta de él, favo­rablemente, en Middlesex. Y Sowerby, dema­siado modesto como para hacer la reseña des­pués de dedicatoria tan gratificante, lo reseña, eso sí, con nombre supuesto. «Este joven poe­ta –escribe– no es, afortunadamente, tan "modernista" como para rendir reverencia a la iluminadora fuente de su inspiración. Crib­be llegará lejos.»

Y Cribbe va en busca de sus editores. Se le extiende un contrato: Stitch & Time se com­prometen a publicar su próximo libro a con­dición de hacerse con la opción de los derechos de sus próximas nueve novelas. Cribbe se avie­ne también a leer ocasionalmente manuscritos que le envíe la editorial, y vuelve a casa pro­visto de un paquete que contiene un libro sobre El desarrollo del movimiento oxoniense en Finlandia de un tal Costwold Major, tres tragedias en verso blanco que tienen a María Estuardo por protagonista, y una novela que lleva por título Mañana, Jennifer.

Hasta ese contrato, nunca había pensado Cribbe en escribir una novela. Pero sin desa­nimarse ante el hecho de no saber distinguir a la gente –el mundo es para él una amorfa masa indiferenciada, con la excepción de algu­nas celebridades y de sus jefes en el departa­mento, pues nada de lo que pueda decir o hacer la gente le interesa si no se relaciona con su carrera literaria–, no desanimándole tampoco lo limitado de su invención, compa­rable a la de una ardilla o una rueda de mo­lino, se sienta en una silla, se remanga la ca­misa, se afloja el cuello, aprieta bien la pipa y se pone a estudiar fervorosamente la mejor manera de alcanzar un éxito comercial sin te­ner talento alguno. Pronto llega a la conclu­sión de que las ventas rápidas y las famas efímeras sólo llegan de la mano de novelas fuertes con títulos tales como Dispuesto a todo o Los dados de la muerte, de novelas prole­tarias que tratan de la conversión al materia­lismo dialéctico de chicos de la calle, con títu­los del tipo de Lluvia roja para ti, Alf, o de novelas como Melodía en Jauja, con un obscuro protagonista ligeramente cojo llamado Dirk Conway y la historia de su amor con dos mu­jeres, la lasciva Ursula Mountclare y la peque­ña y tímida Fay Waters. Y en seguida descu­bre, en las orgullosas revistas de circulación mensual, que las ventas menos importantes resultarán de novelas como El zodíaco interior, de G. H. Q. Bidet, despiadado análisis de los conflictos ideológicos que surgen entre Philip Armour, físico impotente de fama internacio­nal, Tristram Wolf, escultor bisexual, y la vir­ginal, exótica y dinámica esposa de Philip, Ti­tania, profesora de Economía de los Balcanes, y estudio de cómo personajes tan altamente sensibilizados –con el perfume de la era post-sartriana– se relacionan mientras comparten un trabajo por el bien de la Existencia, en una clínica de la Unesco.

Nada de bobadas. Cribbe comprende, poco después de iniciar una exploración con teodo­lito y máscara antigás por las más densas pá­ginas de Foyle, que lo que hay que escribir es una novela que se venda con facilidad y sin sensacionalismo en provincias y capitales y que trate, casualmente, del nacimiento, educación, vaivenes económicos, matrimonios, separacio­nes y muertes de cinco generaciones de una familia algodonera del Lancashire. Esta novela, advierte en seguida, debe tener la forma de una trilogía y cada una de sus partes ha de llevar un título eficaz y frío, algo así como La urdimbre, La trama y El camino. Y se pone a trabajar. De las reseñas de la primera novela de Cribbe, pueden seleccionarse párrafos tales como: «Una caracterización excelente unida a una perfecta habilidad narrativa», «Una his­toria llena de acontecimientos», «el lector llega a conocer a George Steadiman, a su esposa Muriel, al viejo Tobías Matlock (personaje de­licioso) y a todos los habitantes de la Casa Loom como si se tratara de miembros de la propia familia», «la austeridad de los Northcotes se apodera del lector», «tan inglesa como la lluvia de Manchester», «Cribbe es un autén­tico monstruo», «un relato con la clase de Phyllis Bottome». A partir del éxito, Cribbe se asocia a un club de escritores y se convierte en solicitado conferenciante, y llega incluso a hacer con regularidad críticas en las revistas (El resplandor de la prosa), elogiando una de cada dos novelas que se le envían e invitando a cenar al Club Servile, en el que ha sido acep­tado recientemente, a uno de cada tres escri­tores jóvenes que conoce.

Cuando por fin aparece la trilogía comple­ta, Cribbe sube como la espuma, pasa a formar parte del comité del Club de escritores, asiste a los funerales que se celebran en honor de los hombres de letras muertos en el transcurso de los últimos cincuenta años, rescinde su viejo contrato, saca una nueva novela que es selec­cionada por un Club de lectores para su oferta mensual, y se le ofrece, en la casa Stitch & Time, un puesto de «consejero» que acepta, abandona la Administración, se compra una casa de campo en los alrededores de Londres («¿No te parece increíble que esté a sólo trein­ta millas de Londres? Mira, un somorgujo crestado». Y pasa volando un estornino) y... una secretaria con la que acaba casándose por sus dotes táctiles, ¿Poesía? Acaso de vez en cuando un soneto para el Sunday Times. Ocasionalmente un librito de versos («Fue mi pri­mer amor, sabes»). Pero ya no le preocupa más, por más que fuera ella quien le condu­jera hasta donde ahora se encuentra. ¡Lo ha conseguido!

Y ahora, vengamos a contemplar por un momento otra clase de poeta, muy diferente, a quien llamaremos Cedric. Si se quiere seguir los pasos de Cedric –cosa que le haría feliz y por la que no llamaría jamás a un policía de no ser el sargento terrible y siniestro de Mecklenburg Square, que parece un Greco–, debe nacerse en la sordidez de la clase media o debe asistirse a una de las escuelas propias de esa clase (escuela que, claro está, debe odiarse, pues resulta esencial ser un incomprendido desde el comienzo), y llegar a la universidad con una reputación sólida ya de futuro poeta y, a ser posible, con un aspecto que oscile en­tre el de oficial de la Guardia y el de querida de un fotógrafo de sociedad. Se me puede preguntar ahora que cómo es posible llegar con esa reputación ya firme de «poeta digno de observación». (La observación de poetas va camino de ser tan popular como la observación de pájaros. Y parece razonable suponer que llegará el día en que el estado se decida a com­prar las oficinas de El Poetastro para conver­tirlas en parque nacional.) Pues bien, dicha pregunta escapa a los límites de estas más que elementales notas mías, y es que, además, debe asumirse que todo aquel que opta por abrazar la carrera poética sabe perfectamente cómo jugar esa baza en caso necesario. Se requiere también que el tutor universitario de Cedric resulte ser íntimo amigo del director de su an­tiguo colegio. En fin, ya tenemos ahí a Cedric, conocido por unas cuantas mentes privilegia­das en gracia a sus sensibles poemas de ramas doradas, frondas preciosas, ambrosía del pri­mer beso discreto en las barrocas cavernas lu­nares (uno de los roperos del colegio), en los umbrales de la fama y el mundo rendido de admiración a sus pies como una fila de baila­rinas genuflexas.

Si la acción transcurriera en los años vein­te, el primer libro de poemas de Cedric, publi­cado mientras estudiaba todavía en la univer­sidad, podría muy bien titularse Laúdes y áspides. Tendría la nostalgia de una vida que nunca existió. Expresaría un hastío existencial. (Vio en cierta ocasión el mundo por la ven­tanilla de un tren y le pareció irreal.) Sería una mezcla discretamente chillona, un pastel astutamente evocativo elaborado con ciruelas arrancadas del árbol de los Sitwells y compa­ñía, un invernáculo dulcemente cacofónico de exótica horticultura y curiosidades cómico-eró­ticas, de donde he extraído estas líneas típicas:



A cornucopia of phalluses

cascade on the vermilion palaces

in arabesques and syrup rigadoons.

Quince-breasted Circes of the zenanas

do catch this rain of cherry-wigged bananas

and saraband beneath the raspberry moons. *

* _

Una cornucopia de falos

se derrama torrencial sobre bermellones palacios

en arabescos y almibarinos rigodones.

Circes de amembrillados pechos de los serra­llos

se apoderan de este diluvio de plátanos de tonos cereza

y danzan la zarabanda bajo lunas de frambuesa.



Y tras una trifulca con las autoridades aca­démicas, se pierde en los Registros nostálgicos, y ya es todo un hombre.

Si la acción ocurriera durante los treinta, el libro podría llamarse Paros, Yo te aviso, y podría ofrecer dos tipos de versos. Bien un verso largo, lánguido y descuidado en el ritmo, abruptamente quebrado y con imágenes de conciencia social:



After the incessant means-test of conspiratorial winter

scrutinizing the tragic history of each robbed branch,

look! the triumphant bourgeoning!

spring gay as a workers' procession

to the newly opened gymnasium!

Look! the full employment of the blossoms! *

* _

Tras la inspección constante del conspiratorio in­vierno

escrutador de la trágica historia de cada rama robada

¡ved el retoñar triunfante,

la primavera feliz cual procesión de obreros

hasta el gimnasio recién abierto!

¡Ved el pleno empleo de la flor!



O bien una composición atrevida atestada de lenguaje callejero y coloquial, con retazos de canciones, algo de la música rítmica de Kipling y cierta recargada tristeza.



We're sitting pretty

in the appalling city.

I know where we're going

I don't know where from but.

Take it from me, boy;

you are my cup of tea, boy;

we're sitting on a big black bomb. *

* _

¡Qué bien estamos

en la espantosa ciudad.

Sé adonde vamos

pero no sé de dónde venimos.

Vente conmigo, amigo;

sólo te quiero a ti, amigo;

estamos encima de una gran bomba negra.



¡Conciencia social! Ese es el lema. Y mien­tras se toma un café, confiesa que quiere pa­sarse unas largas vacaciones en «un sitio vivo de verdad» («Adrián es la única persona que sabe hacer café en esta isla brutal». «Oye, Rodney, ¿dónde compras estos deliciosos pastelitos de color rosa?» «Es un secreto.» «Venga, dime dónde. Y te digo yo cómo se prepara esa receta que el coronel de Basil se trajo de Ceilán, sólo lleva tres libras de mantequilla y una cáscara de mango»). «Sí, un sitio auténtica­mente vivo. O sea, vivo, ¿no? Como el Valle de Rhondda o así. O sea, es que a mí aquello de verdad que me atrae, o sea que te quedas allí como sin hacer nada, ¿no? ¡Libros, libros! Lo que importa es la gente. O sea, hay que conocer a los mineros.» Y se marcha con Regie a pasar unas largas vacaciones en Bonn. A lo cual ha de seguir un librito de escritos político-viajeros que le convierten ya en pro­mesa que años más tarde pasa a consagrarse y llega a desempeñar el puesto de secretario literario de la CIAM (Consejo Internacional de las Artes del Mañana).

Si Cedric escribiera en los años cuarenta, lo más probable es que se sintiera atrapado y sin salida en una especie de apocalíptico rebozo, y que su primer libro se titulase Ma­crocosmo de lágrimas o Heliogábalo en Pen­tecostés. Cedric puede entonces mezclar sus metáforas y tópicos como fangoso engrudo y empapar los símbolos de que se sirve con ran­cia leche de burra para que así gane el con­junto en viscosa verborrea.

Después, Londres y las reseñas. Reseñas, claro está, de obras de otros poetas. Es tarea sencilla si se hace mal y aunque al principio no lo parezca, acaba por resultar siempre muy gananciosa. El vocabulario que un autor cons­cientemente deshonesto de reseñas de poesía contemporánea debe de aprender es muy limi­tado. Corriente, en primer lugar, y luego, im­pacto, efecto, conciencia, zeitgeist, esfera de influencia, Audeniano, último Yeats, período de transición, constructivismo, ingeniosamen­te salpicado, contribución, interminable, la dra­mática y breve despedida de toda la obra de un poeta adulto y responsable. Hay unas cuan­tas reglas fundamentales que deben ser obser­vadas: cuando se escribe una reseña, de por ejemplo, dos libros de versos absolutamente distintos, póngase el uno frente al otro como si se hubieran escrito los dos para un mismo concurso. He aquí una ilustración del mecanismo tan valioso y tan evitador de innecesarios derroches: «Tras los comentarios poéticos del Sr. A, tan sutiles y bien trenzados que se di­rían epigramas, la narrativa heroica, prolija y sonora del Sr. B adquiere una resonancia ex­trañamente hueca si consideramos la riqueza de sus textos y la vibrante orquestación de los mismos.» Hay que decidirse con sumo cuidado a admirar apasionadamente a un poeta determinado, guste o no su poesía. Todo se va a cargar a su cuenta, se le va a convertir en un segundo yo, va a ser patentado, se va a llegar con él hasta la tumba. Su nombre ha de citarse gratuitamente en todas las reseñas: «E. es, por desgracia, un poeta excesivamente dado al rosicler (y no como Héctor Whistle)». «Al leer la admirable, si bien en ocasiones pedes­tre, traducción de D., echamos de menos ese templado ardor y esa consumada capacidad de Hector Whistle.» Téngase cuidado con la elección del poeta, no vaya uno a convertirse en cazador furtivo. Se impone la siguiente pre­gunta previa: «¿Es Hector Whistle pichón de otra escopeta?»

Léanse todas las demás reseñas de los libros que se han de reseñar antes de pronunciarse sobre ellos una sola palabra. Cítense fragmen­tos de poemas sólo en caso de urgencia, pues una reseña debe siempre de versar sobre quien la hace y nunca sobre el poeta. Cuidado con censurar a un mal poeta rico, a no ser que se trate de uno notoriamente malo, ya difunto o exiliado en América, pues no se suele tardar en acceder desde las reseñas poéticas a la direc­ción de quién sabe qué revista, y muy bien pudiera suceder que ese mismo mal poeta rico fuera su mecenas.

Volviendo a Cedric, supongamos que, como resultado de una comparación por él estable­cida entre la poesía de un joven adinerado y la poesía de Auden –en detrimento de éste–, se ha hecho con la dirección de una nueva pu­blicación literaria. (También puede haberse hecho con nueva vivienda. En caso contrario, debiera insistir en que la nueva publicación necesita locales más cómodos, y trasladar su sede a ellos.) El primer problema con que Ce­dric se enfrenta es el de cómo llamarla. No es tarea fácil, ya que la mayoría de los nombres desprovistos de significación –elemento esen­cial para el éxito del nuevo proyecto– han sido agotados ya. Horizonte, Polémica, Vendimia, Carabela, Semilla, Transición, Nuevo reino, Foco, Panorama, Acento, Apocalipsis, Arena, Circo, Cronos, Avisos, Viento y Lluvia. Sí, en efecto, ya han sido usados todos. Pero la mente de Cedric se devana incesantemente: Vacío, Volcán, Limbo, La piedra miliar, Necesidad, Erupción, Útero, Sismógrafo, Vulcano, Cogni­ción, Cisma, Datos, Fuego... y al fin, Clarobscuro, ya está. Lo demás es muy sencillo: sim­plemente editar.

Vayamos ahora muy someramente con otros métodos para convertir la poesía en empresa de alto rendimiento.

El Desmadre provinciano o el sistema de Viva-Rimbaud-y-a-por-ellos. Yo francamente no lo recomiendo mucho, pues son necesarias de­terminadas condiciones. Antes de aparecer avasalladoramente en un centro de actividad literaria –o sea el bar adecuado, en los primeros años, las casas adecuadas después, y finalmente los clubs adecuados– ha de tenerse detrás un cuerpo (la cabeza no es precisa) de versos fe­roces e incomprensibles. (Como ya he dicho antes, no es mi empeño describir cómo se lo­gran estos éxtasis gauchistas y verbosos. Hart Crane descubrió un buen día que escuchar bo­rracho a Sibelius le hacía ponerse a escribir hasta ya no poder más. Un amigo mío que ha padecido violentas jaquecas desde los ocho años, encuentra tan sencillo escribir así que tiene que hacerse nudos en el pañuelo para acordarse de que hay que parar de vez en cuan­do. Hay muchos métodos y siempre hay un camino si existe el deseo de un ligero delirio.) En fin, este poeta necesita estar en posesión de la constitución y la sed de un caballo que sólo se alimentara de sal, el pellejo de un hipo­pótamo, ilimitada energía, prodigioso engrei­miento, falta absoluta de escrúpulos y –más importante que nada, nunca estará de más in­sistir sobre este punto– una casa lejos de la capital adonde regresar cuando se deprima.

Me temo que tendré que pasar muy por alto otros tipos de mi clasificación.

Del poeta que tan sólo escribe porque quie­re escribir, a quien publicar o dejar de publi­car no le preocupa en absoluto, y que puede enfrentarse tranquilamente con la pobreza y el anonimato, de ése pocas cosas de valor pue­do decir. Este no es un hombre de negocios. La posteridad no es rentable.

Anotemos también otra clase de poesía, altamente no recomendada:

Poemas para tarjetas de felicitación: am­plio mercado, ganancias mínimas.

Poemas para las cajas de galletas: muy variable.

Poemas para niños: pueden acabar con el autor y con los niños.

Necrológicas en verso: es difícil competir con los valores tradicionales.

Poesía como forma de chantaje (por abu­rrimiento): peligroso. La víctima puede contraatacar con la lectura de su tragedia incom­pleta, «El termo», sobre la vida de san Ber­nardo.

Y finalmente: Poemas en las paredes de los retretes. La compensación es puramente psico­lógica.

Muchas gracias.



En El visitante y otras historias

Traducción de Ignacio Álvarez

Editorial Bruguera